Frantic: Las misiones lanzadera

Organización y despliegue de las fuerzas aéreas. Aviones de combate

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Frantic: Las misiones lanzadera

Mensaje por hawat » Vie Feb 03, 2006 5:05 pm

Frantic: Las misiones lanzadera


Casi desde los primeros tiempos de la participación norteamericana en la guerra aérea contra Alemania -año 1943- el Alto Mando de las Fuerzas Aéreas norteamericanas se mostró vivamente interesado por la idea del «bombardeo lanzadera», o sea de los ataques contra objetivos alemanes, por aviones que partiendo de las bases británicas pudieran proseguir su viaje hacia el este para refugiarse en aeródromos rusos. Desde allí, una vez convenientemente repostados y abastecidos de munición -y con las tripulaciones descansadas- podrían emprender el regreso a Inglaterra atacando de paso otros objetivos enemigos.

La larga gestación política del plan

La razón principal de esta nueva idea aeroestratégica radicaba en el hecho de que, por aquel entonces, los alemanes habían empezado a trasladar masivamente gran parte de su industria bélica a sus territorios orientales, para así sustraerla de la creciente amenaza aérea occidental, muy particularmente la ejercida por el «Bomber Command» británico. Consecuentemente, los nuevos objetivos quedaban casi al limite del radio de acción de los aviones angloaméricanos, lo que suponía un penosísimo y azaroso viaje de regreso en el transcurso del cual sufrían pérdidas muy considerables.

Realmente el proyecto presentaba enormes ventajas: notoria ampliación de la autonomía de los aviones; posibilidad de atacar cualquier objetivo enemigo; perfecta puesta a punto de personal y aparatos, ganancia de tiempo y elasticidad en la acción; obtención de la sorpresa y dispersión de la defensa airea enemiga. Desde el punto de vista norteamericano, otros dos importantes aspectos de la cuestión eran el deseo de demostrar a los rusos, vistas las continuas peticiones de éstos, la decidida voluntad de los Estados Unidos de combatir a fondo contra Alemania y él ansia de poner de manifiesto la capacidad de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, asunto que, en lo relativo al bombardeo' estratégico, estaba siendo puesto en duda veladamente por la R.A.F. británica y claramente por los soviéticos.

En octubre de 1943, el general Arnold, jefe supremo de las Fuerzas Aéreas norteamericanas, incluyó la Operación Frantic en sus directrices y, obtenida sin discusión la aquiescencia británica, dictó las órdenes convenientes -ya que se necesitaban bases aéreas rusas- para que el caso fuera resuelto ante ,las autoridades soviéticas por el general Deane, jefe de la misión militar norteamericana establecida en Moscú. Pronto se pudo comprobar que una cosa eran las necesidades militares y otra m ;distinta el pleno entrenamiento -a pesar de ser al dos y de luchar contra enemigo común- entre estados mayores de U.R.S.S., y de los E.E.U.U. En efecto, la demanda norteamericana no sólo no s citó entusiasmo alguno los soviéticos hacia la «Operación ración Frantic», sino que rápidamente se puso de manifiesto que el clima ruso era nada propicio respecto las pretensiones estadounidenses. En cuanto Deane expuso su petición ante el mando soviético, éste declinó todo tipo de respuesta, declarando que la decisión correspondía a autoridades superiores. Deane no se rindió y apeló a círculos superiores; pero, de un modo u otro, las evasivas soviéticas continuaron, incluso tras la manifestación de W. Molotov, ministro de Relaciones Exteriores, de que «en principio, la U.R.S.S., aprobaba el proyecto».

Prosiguieron tenazmente las peticiones norteamericanas y así, en el transcurso de la Conferencia de Teherán (diciembre de 1943) el embajador americano en la U.R.S.S. Averell Harriman, recibió seguridades de «vía libre» al proyecto del propio Stalin. Sin embargo, ni siquiera con esta altísima aprobación, cuajó nada en concreto. De esta forma pasaron los meses de diciembre de 1943 y de enero de 1944.
Finalmente -cuando .ya casi no esperaba nada- Harriman, tras una larga entrevista con el máximo dirigente soviético, el día 2 de febrero de 1944 consiguió la confirmación definitiva tanto para la «Operación : Frantic», como para, dentro de la misma, la utilización de seis aeródromos soviéticos capaces para recibir a unos 200 bombarderos pesados norteamericanos, con su correspondiente escolta de caza.

Incluso, parece ser, que Stalin -y esto quizás constituya una curiosa novedad para los lectores interesados en estas cuestiones- declaró al embajador americano que, en su día, tampoco pondría obstáculos para la cesión a la U.S.A.A,F., de bases en Siberia, con objeto de que ésta desarrollara su ofensiva aeroestratégica contra el Japón. A este respecto, señalemos que este extremo está indicado en una comunicación de Deane a Arnold de fecha 2 de febrero de 1944 y en un posterior mensaje del propio Deane al general Marshall, jefe supremo de las Fuerzas Armadas norteamericanas, de fecha 2 de mayo de 1944. Para ser totalmente imparciales, digamos, no obstante, que las fuentes soviéticas nunca han confirmado nada en este sentido. Las bases siberianas para uso norteamericano jamás llegaron' a emplearse y sólo hasta el tardío día 8 de agosto de 1945 -siete jornadas antes de la capitulación nipona la U.R.S.S., entró en guerra contra el Japón.
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Mensaje por hawat » Vie Feb 03, 2006 5:08 pm

Comienzo de la operación

Obtenida ya la colaboración soviética, parecía que el proyecto cristalizaría rápidamente. Sin embargo, quedaban todavía muchas imprevistas dificultades que vencer. En primer lugar, el mando norteamericano, a través de su recién creado «USAAF Eastern Command» (mando aéreo norteamericano en zona rusa), llegó a la conclusión de que, por Insuperables obstáculos técnicos, los seis pretendidos aeródromos se reducirían a tres: Poltava, Mirgorad y Piriatin, demasiado alejados hacia el este para los propósitos estadounidenses. Además, era imprescindible efectuar grandes obras de reconstrucción en estas bases recién reconquistadas por los soviéticos, tarea en la que, por cierto, los rusos colaboraron con entusiasmo. Por otro lado, era necesario enviar allí - vías océano Glaciar Artico o Golfo Pérsico- ingentes cantidades de repuestos, armamento, combustible, etc., además del personal correspondiente al escalón dé tierra. Justamente esta última cuestión originó nuevas pugnas entre rusos y norteamericanos, ya que mientras los segundos cifraban sus necesidades en un número determinado de personas, los primeras insistían tenazmente en reducirlo.

Tampoco prosperaron las demandas norteamericanas para conseguir la instalación permanente en los tres aeródromos rusos de los convenientes grupos de caza nocturna estadounidense. La posición soviética a este respecto fue irreductible y ni siquiera se alteró, más adelante, después del demoledor ataque alemán. Así, en fase de preparativos, pasaron las meses de marzo, abril y mayo de 1944, hasta
que a fines de este último mes las bases rusas quedaron dispuestas para recibir a los bombarderos norteamericanos. Durante este tiempo la situación bélica había variado notoriamente. De una parte la ofensiva soviética había profundizado extraordinariamente, lo que si bien constituía un importante éxito, ofrecía e1 Inconveniente de dejar bastante atrás las tres bases rusas de futura utilización norteamericana. De otra -no todo iban a ser desventajas -el bombardeo aéreo estratégico angloamericano contra Alemania estaba en pleno apogeo y la caza alemana, a pesar de su bravura, estaba en condiciones de tremenda inferioridad numérica y no podía atender a todas las constantes demandas.

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fuente https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/73 ... ad8be5.jpg


Decidida ya la primera misión «Frantic», el general Spaatz, jefe de las Fuerzas Aéreas Norteamericanas en Europa, la asignó, a titulo de ,prueba, a la XV Fuerza Aérea, estacionada en Italia. Así, alrededor de las siete de la mañana del día 2 de junio de 1944, 130 «B-17» y 70 cazas «P-51 Mustang» despegaron de la zona italiana de Bar¡ y Foggia, para atacar Debreczen (Hungría) y continuar luego hacia su refugio de las bases rusas. El momento psicológico no podía ser mejor. Efectivamente, en tanto que la ofensiva soviética seguía adelante, en Italia los angloamericanos había quebrado al fin la tenaz resistencia alemana en Monte Cassino y estaban progresando rápidamente hacia el norte (el día 4 de junio entrarían sin lucha en Roma). Y eso no era todo: cuatro días después, en la madrugada del 6, los ejércitos angloamericanos ponían en práctica el tan largamente preparado «Plan Overlord», o sea, el desembarco en Normandía.

El éxito de la primera mision «Frantic» fue total, registrándose únicamente la pérdida de un «B-17». La llegada a los aeródromos rusos (las «Fortalezas Volantes» a Poltava y Mirgorod y los «Mustang» a Piriatin) fue triunfal, dando ocasión a que los rusos dispensaran un apoteósico recibimiento a sus aliados y, en todos los escalones, hicieran bien patente su entusiasta deseo de confraternización. Dos días después, a modo de acción intermedia -partiendo y regresando a los aeródromos soviéticos- los bombarderos norteamericanos atacaron Mielec (Polonia) y Galatz (Rumania), sufriendo solamente la pérdida de dos «P-51».
Esta primera misión concluyó el 11 de junio con el ` regreso de los aviones norteamericanos a Italia. Durante este vuelo atacaron el aeródromo germano instalado en Foscani (Rumania). La reacción alemana fue escasa y sólo pudo anotarse el derribo de una «fortaleza volante».

La feliz arribada a las bases italianas fue -según frases textuales de las fuentes oficiales norteamericanas«un motivo de jubilosa publicidad y de formulación de optimistas planes para el próximo futuro». En atención a la cordialidad de las reladiones ruso - americanas, los órganos estadounidenses permitieron de buen grado que fueran sus homónimos soviéticos los primeros en proporcionar la noticia tanto del acuerda «Frantic» como el éxito obtenido en su primera misión.
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Mensaje por hawat » Vie Feb 03, 2006 5:11 pm

La catastrófica segunda misión

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Efectos del bombardeo aleman en los aeródromos rusos

A la vista de los brillantes resultados alcanzados en la operación el Mando norteamericano pensó repetirla en plazo breve, pero esta vez ya a cargo de la VIII Fuerza Aérea -la más poderosa de las establecidas en Europa-, estacionada en Inglaterra. En esta ocasión no se desarrollarían ataques contra objetivos situados en territorios ocupados por los alemanes, sino de una fortísima acción contra el corazón de la propia Alemania; el blanco escogido fue la ciudad de Rühland, sede de importantes factorías petrolíferas, situada a unos 140 km al sur de Berlín y a unos 35 km al norte de Dresde.

Era una empresa realmente dificil puesto que los aviadores norteamericanos tendrían que atravesar toda Alemania de oeste a este. Sin embargo, la seguridad de que al finalizar su peligroso viaje de casi 2.700 km podrían contar con el cobijo de las bases rusas proporcionaba tranquilas y prometedoras posibilidades. Pero, la Luftwaffe alemana demostraría fulminantemente lo erróneo de esta creencia. Si bien había sido sorprendida en la primera misión, su contundente reacción en la segunda iba a poner claramente de manifiesto que, en lo relativo a la «Operación Frantic», la última palabra estaba todavía por decir.

A las 05,30 horas del día 21 de. junio de 1944, una formación de 163 «B-17» despegaba de sus bases de la zona de Thorpe Abbots (al nordeste de Londres) emprendiendo la misión «Frantic II». No era más que una fracción del elevado número de bombarderos morteamericanos que se disponían a atacar el territorio germano; pero, su misión era la principal ya que el resto de los aviones tenía a su cargo, con el bombardeo de muy diversos objetivos, el logro de la sorpresa y la dislocación de la defensa aérea enemiga. El conjunto de los bombarderos destinados a la «Frantic II», bajo el mando del veterano coronel A. J. Old, estaba integrado por la 13 Ala de Combate (Grupos de Bombardeó números 95, 100 y 390) y por la 45 Ala de Combate (Grupos de Bombardeo números 96, 388 y 452; con el blanco común de Rühland, la meta de la primera era Mirgorod, en tanto que la de la segunda era 'Poltava. El encuentro con la caza de escolta (70 «P-51», pertenecientes a los Grupos de Caza 4 y 352, al mando del coronel D. J. Blackensee, escogido personalmente por el general Spaatz para esta misión) se produjo exactamente en tiempo y lugar.

El bombardeo de Rühland no ofreció dificultades y los únicos encuentros con la caza enemiga tuvieron lugar a la altura de Bjala (Polonia), ya muy cerca de las líneas rusas, perdiéndose un bombardeó y un caza. (Otros 'siete «B-17», con suerte varia, tuvieron que efectuar aterrizajes de emergencia en territorio soviético). Hacia las tres de la tarde los aviones americanos entraban triunfalmente en los tres aeródromos rusos, siendo recibidos con grandes muestras de entusiasmo y hospitalidad por todos los rusos, sin distinción de grado, y naturalmente por el equipo de tierra norteamericano.

La máxima recepción oficial soviética fue dispensada en Poltava por el general A. R. Permikov, a quien acompañaba el general estadounidense R. L. Walsh, jefe del Eastern Command de la USAAF. Desde aquel momento los agasajos de los rusos se sucedieron incesantemente y el coronel Old -que no deseaba otra cosa que descansar- tuvo que hacer inauditos esfuerzos para atender a la seguridad de sus aviones y a las necesidades de sus tripulaciones. Para el colmo, cuando se disponía a dormir, el general Waish le comunicó que tenia que asistir á un banquete que, a las diez de la noche, les ofrecía el jovial y hospitalario general Permikov.

El coronel Old juró y perjuró, pero, aunque fuera a regañadientes, tuvo que aceptar la invitación. Y eso que no sabía lo peor; desde me-. día tarde, volando muy alto y pasando completamente desapercibido, un «He-177» alemán (pilotado por el teniente H. Mueller) estaba fotografiando meticulosamente el aeródromo de Paltava y el aparcamiento de los bombarderos norteamericanos. Es justo decir que de todo cuanto sucedería pocas horas después, el coronel Old no fue responsable en absoluto. Es más, cabe decir en su honor que, en lo que a él atañía, se habían dictado todas las medidas oportunas.
Última edición por hawat el Vie Feb 03, 2006 5:25 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por hawat » Vie Feb 03, 2006 5:13 pm

El devastador contragolpe alemán

Desde la anterior «misión lanzadera» realizada el 2 de junio, la Luftwaffe había llegado al pleno convencimiento de que la acción no era más que la primera de una serie que regularmente se iba a suceder. Consecuentemente estaba prevenida y a tal efecto había trasladado a su base aérea instalada en las cercanías de Minks a tres escuadras de bombardeo (las KG-55, 43, 27 y 4), formadas por aparatos «He-111"» y «Ju-88», bajo el mando del coronel W. Antrup. Estas unidades estaban en permanente alerta para atacar sin dilación en cuanto recibieran el aviso de que los aviones norteamericanos habían aterrizado en Poltava, Mirgorod y Piriatin, aeródromos situados, como término medio, á unos 750 km de Minks.

Esto se produjo a media tarde del día 21, cuando el Mando de la Luftwaffe recibió y analizó las fotografías proporcionadas por el «He-177» de Mueller. A pesar de que el, tiempo era pésimo, se cursó a Antrup la correspondiente orden de ataque. A las 21,00 horas, los ochenta bombarderos del coronel Antrup despegaban de Minks y se encaminaban hacia Poltava, haciendo frente a un fuerte temporal que, afortunadamente para ellos, decrecía a medida que se iban internando hacia el frente ruso. Una hora después, en Poltava, el general soviético Permikov estaba ofreciendo sus primeros brindis a sus huéspedes y la cena se estaba desarrollando sin incidencias. No obstante, hacia las 22,30, Permikov recibió un mensaje -que dio a conocer a los norteamericanos- en el que se le comunicaba que «una formación aérea enemiga ha cruzado las líneas del frente y al parecer se dirige hacia la zona de Poitava».

Pero, a pesar de .la intranquilidad que la noticia suscitó en los americanos, la cena prosiguió imperturbablemente ante la firme declaración de Permikov de que «no había motivo de inquietud, ya que los alemanes no lograrían penetrar mucho hacia el Este». Poco después un segundo aviso confirmaba el avance de los aviones alemanes, pero tampoco Permikov se preocupó en demasía.

No fue hasta pasada la medianoche, a raíz de la recepción de un urgentísimo tercer mensaje en el que se le daba cuenta de la inmediata proximidad de la formación enemiga, cuando, sin alterarse en lo más mínimo, el general soviético indicó a sus huéspedes la conveniencia de interrumpir el ágape y de acudir rápidamente a los refugios (en su mayor parte simples zanjas). Ello coincidió justamente con el momento en que los bombarderos de Antrup llegaban a la vertical de Poltava y empezaban a lanzar gran cantidad de bengalas luminosas, tras las cuales empezaron a caer las bombas. En el momento de entrar en el refugio, Old preguntó a Walsh: «¿Dónde está la caza roja?»; éste no le pudo contestar, pero, de haber podido hacerlo, la respuesta no habría podido ser más desoladora: un solo caza soviético -batiéndose valiente y desesperadamente- estaba en el aire.

Los bombarderos de Antrup iniciaron el ataque a las 00,30 del 22 de junio (curiosamente coincidiendo, hasta casi en la hora, con el tercer aniversario de la invasión de por los ejércitos germanos, y lo continuaron ininterrumpidamente hasta las 01,45. Quince minutos después de la terminación de este asalto, otros aviones alemanes realizaron otro ataque, breve pero contundente, para potenciar los efectos del ataque principal. Los resultados de la acción de la Luftwaffe fueron extraordinarios: 43 «Fortalezas Volantes», 15 «Mustang» y otros cuatro aparatos americanos de otros tipos -además de unos pocos aviones soviéticos- quedaron destruidos, así como importantes contingentes de materiales varios y buena parte de las instalaciones del aeródromo. Afortunadamente, las bajas humanas fueron relativamente escasas: treinta y cinco rusos y dos americanos resultaron muertos, y, en honor de los primeros, cabe decir que la mayoría de las víctimas se debió a sus denodados y bravísimos intentos de combatir los múltiples incendios. Pero, la reacción alemana no habla terminado todavía. A la noche siguiente la Luftwaffe repitió el ataque, esta vez dirigido contra Mirgorod. No obstante, alertados ya rusos y americanos, los efectos fueron considerablemente menores ya que los aviones estadounidenses habían sido eventualmente evacuados a otros lugares. A pesar de ello, las pérdidas en instalaciones y material fueron también muy elevadas.

Según datos oficiales norteamericanos, el doble golpe alemán contra Poltava y Mirgorod ocasionó, además de los ya reseñados 62 aviones estadounidenses, la destrucción de valiosas instalaciones, de gran cantidad de repuestos, de unos 2.700.000 litros de gasolina, de 1.865 bombas incendiarias y explosivas y de 450.000 proyectiles de ametralladora de avión.

Si, a efectos materiales; el castigó alemán fue durísimo, mucha mayor dimensión alcanzó en el orden psicológico. Según opinan los propios historiadores estadounidenses, desde aquel momento el Mandó de la USAAF perdió gran . parte de su confianza en el «Proyecto Frantic». Es más, algunos de los mencionados cronistas no dudan en afirmar que, si bien todavía se sucedieron otras cinco «misiones-lanzadera», la idea «Frantic», tan cuidadosamente preparada, había irremediablemente fracasado.

En cambio, como es lógico, en el bando alemán la reacción fue diametralmente opuesta. Cuando en todos los frentes las retiradas y los desastres eran evidencia diaria, la victoria de Poltava y Mirgorod fue recibida y . exaltada con inusitado y legitimo entusiasmo. Dos o tres días después de la acción, el general R. Meister, jefe del IV Cuerpo de la Luftwaffe, envió el siguiente mensaje al coronel Antrup y a sus tripulaciones: «El día 21 de junio, aviones bombarderos norteamericanos, procedentes de Inglaterra, tomaron tierra en varios aeródromos soviéticos. A pesar de que nuestras escuadras de bombardeo no pudieron ser alertadas hasta después de las 15.00 horas, consiguieron ejemplarmente preparar en muy breve tiempo los planes conducentes a la aniquilación del enemigo. Después de una muy difícil aproximación, a causa de las adversas circunstancias meteorológicas, y de una magistral cooperación por parte de los aviones de reconocimiento, marcadores de objetivo y lanzadores de bengalas luminosas, todas las unidades atacaron consiguiendo un enorme éxito, sin sufrir ni una sola pérdida. Doy las gracias a estos hombres y a estas unidades y les quedo entusiásticamente reconocido por su bien demostrada bravura.»

El colofón de esta desgraciada misión «Frantic-II» fue el regreso a Italia el día 26 de junio -para proseguir luego el retorno a Inglaterra- de 71 «B-17» y 54 «P-51». Aunque en el viaje de vuelta bombardearon con notable éxito las refinerías de petróleo de la localidad polaca de Drohobycz (actualmente adscrita a territorio soviético con el nombre de Drobobich), su arribada no fue, desde luego, tan triunfal cómo la que veinte días antes habían disfrutado las tripulaciones que habían ejecutado la primera «misión Frantic».

El éxito logrado por el ataque alemán motivó un considerable retrasó en el desarrollo de las siguientes «misiones lanzadera». Incluso, originó un nuevo y acuciante proceso de consultas entre los mandos ruso y norteamericano. De un lado, fue preciso proceder a la urgente reconstrucción de los arrasados aeródromos de Poitava y Mirgorod, así como al rapidísimo envío de nuevos abastecimientos para los aviones norteamericanos. De otro, motivó el requerimiento, por parte de la USAAF, de mayores seguridades para la permanencia de sus. unidades pesadas en los aeródromos soviéticos, ya que era evidente, así fue expresado, «los bombarderos estadounidenses, en las circunstancias imperantes, no podían estar más de una noche en sus bases orientales».

Procediendo en tal sentido, el embajador Harriman, el 27 de junio, solicitó nuevamente de Stalin su aprobación para el estacionamiento de un grupo de caza nocturna en los tres aeródromos soviéticos que albergaban a los aparatos americanos. Aunque el primer mandatario ruso no opuso formales reparos a esta demanda, las posteriores reticencias soviéticas imposibilitaron definitivamente la realización del proyecto.
Pasando al terreno de lo pragmático, la prueba más elocuente de los temores norteamericanos fue el hecho de que se adelantó más de un mes (concretamente hasta el 22 de julio) en la plasmación de otra «misión lanzadera». Y a mayor abundamiento demostrativo, ésta y la siguiente (4 de agosto) fueron encomendadas exclusivamente a los cazas «P-51» y «P-38, Ligthning» con bases de partida y retorno en Italia. Hasta el 6 de agosto -nuevamente desde Inglaterra y con los efectivos de la VIII Fuerza Aérea- no volvieron a intervenir los bombarderos pesados (76 «B-17» escoltados por 64 «P-51 »). Y a su vez, transcurrió más de un mes, día 11 de septiembre, hasta la realización de la sexta «misión lanzadera» encomendada esta vez a 75 «B-17» y 64 «P-51» pertenecientes también a las unidades estacionadas en Inglaterra.

Estaba bien claro -por lo menguado de los efectivos empleados y por el considerable esparcimiento entre las misiones- que la «Operación Frantic» no ofrecía la rentabilidad que en principio habían estimado sus creadores.
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Mensaje por hawat » Vie Feb 03, 2006 5:21 pm

La dramática última misión «Frantic»

La séptima, y última, «misión lanzadera» constituyó, en todos sus aspectos, la postrer escena de una desoladora tragedia; ni pensado adrede, la «Operación Frantic» podía haber tenido un más triste remate. Esta vez no se iba a tratar de una acción de bombardeo contra objetivos enemigos, sino, todo lo contrarío, de un vuelo de socorro para lanzar abastecimientos a los patriotas polacos que, bajo el mando del general Bor-Komorowsky, se habían alzado en armas en Varsovia contra el ejército de ocupación alemán, manteniendo desde el día 1 de agosto de 1944 una desigual y heroica lucha.

Para entender bien los desconcertantes acontecimientos que caracterizaron este suceso, es preciso recordar que la ofensiva soviética emprendida en la última semana de junio había arrollado la defensa alemana y a fines de julio las poderosas avanzadillas rojas se encontraban a unos diez kilómetros de la capital polaca, lo que hacía presagiar la inmediata conquista de Varsovia. Sin embargo, cuando el Ejército Rojo estaba ya a la vista de la ciudad -en la que combatían furiosamente polacos y alemanes-, hizo un sorprendente alto en su avance, estaciónándose ante Varsovia. Nürtca ha habido explicación -ni siquiera en nuestros días- del porqué de esta decisión soviética. Pero sus inmediatas consecuencias no pudieron ser más trágicas para los combatientes polacos, que calle por calle y casa por casa, luchaban en Varsovia.

Por parte angloamericana era vivo y sincero el deseo de apoyar en el máximo grado posible a los sublevados polacos. Y en este sentido se efectuaron toda clase de presiones sobre sus aliados rusos, así como en el de prestar prácticamente una ayuda material a los «rebeldes» varsovianos. Así, el día 15 de agosto, el generalísimo Eisenhower, jefe supremo de las fuerzas angloamericanas en Europa, recibió una imperativa orden para proceder al avituallamiento aéreo de la capital polaca.

Sobre el papel, esta misión no iba a ser más que una de las varias englobadas en la Operación Frantic. Sin embargo, prontamente se demostró, a causa de las negativas soviéticas, que su ejecución material entraba en la categoría de lo utópico. Ya en plano superior, fueron estériles los insistentes esfuerzos de los embajadores británico y norteamericano en Moscú. Tampoco prosperaron las urgentes peticiones, que en el mismo sentido, efectuaron tanto el presidente norteamericano Roosevelt como el primer ministro británico Churchill. Ante esta situación, la RAF británica -modelo de luchadores y de caballeros -montó por su cuenta y riesgo, sin contar en absoluto con las bases aéreas rusas, una serie de operaciones de avituallamiento a Varsovia. Su 205 Grupo, con base en Italia -con tripulaciones voluntarias para estos servicios-, fue el encargada de realizar estas difíciles misiones. más simbólicas que efectivas, que tuvieron lugar entre el 14 de agosto y principios de octubre.
A este respecto, el famosísimo as alemán, general Adolf Galland, dice caballerosa y admirativamente: «Ante las denegaciones soviéticas, la RAF, arriesgándolo todo, actuó por su cuenta. Su último servicio, pocos días antes de que el levantamiento polaco fuera dominado por los alemanes, consistió en el lanzamiento de una corona de laurel sobre Varsovia». Volviendo a lo que a la «Operación Frantic» se refiere, diremos que, finalmente, el 11 de septiembre las autoridades soviéticas dieron su conformidad para la realización de una «misión lanzadera» en socorro de Varsovia. Es más -otro dato conocido-, fue la propia Aviación Roja la que, a partir del 13 del mismo mes, empezó, particularmente, a lanzar avituallamientos sobre Varsovia.
El día 18 de septiembre, la VIII Fuerza Aérea Norteamericana -contando con el refugio de sus aeródrómos en Rusia- efectuó un vuelo de abastecimiento a Varsovia. Despegando de suelo británico, 107 «B-17» tomaron parte en la operación, arrojando sobre la ciudad polaca 1.284 grandes bultos que contenían armamento, medicinas y alimentos. Sin embargo, sólo unos 290 de ellos, como máximo, descendieron en las zonas dominadas por los polacos, en tanto que eh resto cayó en poder de los alemanes.

Esta sería la última «Operación Frantic» ya que poco después -concretamente el día 2 de octubre-, Stalin denegaría el permiso para nuevas misiones de ayuda a Varsovia. La capital polaca, tras indescriptible resistencia, seria definitivamente reconquistada por los alemanes pocos días después; sin embargo, las tropas soviéticas no entrarían en ella hasta el mes de enero del año siguiente.

Artículo de Luis de Marimón

Publicado en "Historia y vida", número 124, julio de 1978
Última edición por hawat el Vie Feb 03, 2006 5:47 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Kurt_Steiner » Sab Mar 04, 2006 2:00 am

Muy buen artículo.

Siempre me ha sorprendido que los bombarderos alemanes consiguieran llegar sin casi ser molestados. Sorprendente.

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Mensaje por beltzo » Mié Abr 12, 2006 3:55 am

Hola a Todos:

Los americanos programaron la primera misión Frantic para el 1 de Junio contra 3 objetivos previstos, sin embargo al proceder a consultarlo antes con los soviéticos el estado mayor del ER rechazó de plano todos los objetivos sin dar ninguna explicación, ni posibles alternativas. Los americanos se pusieron furiosos con el incidente y sólo más tarde se dieron cuenta de lo que realmente había ocurrido: Los objetivos elegidos en el área de Galatz (Rumania) formaban parte de puntos importantes hacía los que los soviéticos planeaban lanzar su siguiente ofensiva poco después de culminar bagration, de haberse realizado la misión, los alemanes podían haber fijado su atención de forma peligrosa en esos puntos poniendo en peligro las acciones de engaño, (maskirovka), que los soviéticos estaban llevando a cabo.

Saludos
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Mensaje por Barbarossa » Mié Abr 12, 2006 4:12 am

hawat escribió:La dramática última misión «Frantic»

Para entender bien los desconcertantes acontecimientos que caracterizaron este suceso, es preciso recordar que la ofensiva soviética emprendida en la última semana de junio había arrollado la defensa alemana y a fines de julio las poderosas avanzadillas rojas se encontraban a unos diez kilómetros de la capital polaca, lo que hacía presagiar la inmediata conquista de Varsovia. Sin embargo, cuando el Ejército Rojo estaba ya a la vista de la ciudad -en la que combatían furiosamente polacos y alemanes-, hizo un sorprendente alto en su avance, estaciónándose ante Varsovia. Nunca ha habido explicación -ni siquiera en nuestros días- del porqué de esta decisión soviética. Pero sus inmediatas consecuencias no pudieron ser más trágicas para los combatientes polacos, que calle por calle y casa por casa, luchaban en Varsovia.[/b]
Parece que la causa fundamental por la que el Ejército Rojo detuvo su marcha y se limitó a contemplar impertérrito cómo los alemanes sofocaban la rebelión del gueto de Varsovia fue el hecho de que Stalin era muy consciente de que, además de judíos, los sublevados eran profundamente nacionalistas, y es claro que, de cara al futuro régimen socialista que le esperaba al pueblo polaco, a los rusos les resultaba mucho más práctico que esos judíos polacos terminasen muertos aunque fuese a manos de los alemanes.

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