Encuesta

Cuestiones generales relativas a la Segunda Guerra Mundial

Moderador: Francis Currey

¿Carecía de preparación el cuerpo de oficiales de estado mayor alemán en el nivel estratégico de la guerra?

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Mar Dic 05, 2006 12:31 pm

¡Buenos días a todos!

Normalmente, cuando un líder político puede conseguir un objetivo político por medios pacíficos (y “pacífico” ha de entenderse aquí como un medio que no usa la fuerza militar ni pone innecesariamente al país en riesgo de guerra) y, sin embargo, decide conseguirlo mediante el uso de la fuerza, entonces estamos hablando de un mal político y de un político peligroso, para su propio país y para los países ajenos. Cuando, además, las razones que lo llevan a precipitar el uso de la fuerza en detrimento de la diplomacia son de orden personal –por ejemplo, la impaciencia, la incapacidad de carácter para proponerse como meta un objetivo político y planificar su consecución vía diplomática a medio o largo plazo-, estamos hablando de un mal político y de un hombre que carece del sentido básico de la estrategia y, lo que es peor, del sentido básico de la responsabilidad.

Tomemos el caso que es propio al topic. Hitler, al ordenar la ocupación militar de la Renania en 1936, se arriesgó innecesariamente a una respuesta de fuerza francesa cuyas consecuencias podrían resultar fatales para las aspiraciones de política exterior de Alemania y para la propia existencia del partido nazi. Se dirá, en su descargo, que había tanteado y tenía buena información de cuál podría ser la respuesta francesa y británica. Pero toda esa política agresiva y de alto riesgo era innecesaria cuando Alemania podía recuperar la Renania con toda probabilidad a finales de ese mismo año, sino antes, por los medios diplomáticos convencionales. Hitler se habría ganado, de esta forma, el respeto político de sus coetáneos, dentro y fuera de Alemania. En cambio, tal como actuó en la realidad, lo que hizo fue dejar una tarjeta de presentación que acreditaba a su titular como un jugador aventurero. Por otra parte y ya con el tema del topic, en los días en que Hitler estaba acabando de fraguar su decisión de ordenar la ocupación militar de la Renania, a primeros de marzo de 1936, sus principales asesores militares –Blomberg, Fritsch y Beck- le recomendaron lo mismo que sus asesores diplomáticos –Neurath y Weizsäcker-, que era un riesgo innecesario tomar una decisión militar para un objetivo que podía conseguirse por la vía de la diplomacia un poco más tarde. Además, sus asesores militares le recordaron algo que él ya sabía: que el Reichswehr no estaba capacitado ni preparado para afrontar una respuesta militar francesa.

Dos años más tarde, Hitler volvió a exponer a Alemania a una guerra innecesaria durante la “crisis checa” de primavera-verano de 1938. Cuando se evitó la intervención militar en el “último minuto” y se dio una respuesta diplomática muy favorable a los intereses de Alemania en el Pacto de Munich de septiembre, el dictador nazi no quedó realmente saciado, y en la primavera siguiente ordenó la ocupación total de Checoslovaquia. El camino de la guerra ya estaba abierto, y la guerra era el único objetivo real de Hitler, el que había estado buscando desde su llegada al poder en 1933. Ahora bien, ¿qué político o estadista que se precie de tal, basa su estrategia política en desatar una guerra? La guerra debe ser el último recurso de los medios al alcance de la política y al alcance de un líder político, y aun así sólo cuando este medio violento sea viable. Nuevamente, los principales asesores militares de Hitler advirtieron de las nefastas consecuencias que podía tener para Alemania esa política agresiva, y de la catástrofe que para Alemania (y Europa) podría sobrevenir a una guerra generalizada. La Wehrmacht no estaba preparada para una guerra de esas características, advertían esos militares, y Alemania tampoco. Y era verdad, por mucho que la propaganda nazi pintase otro cuadro o Hitler se imaginase otra historia. El pueblo alemán había recuperado ya en 1936 un nivel de vida relativamente satisfactorio, incomparablemente mejor del que lo había fatigado en los últimos años de la década de 1920 y primeros de la siguiente. Había recuperado igualmente parte del prestigio que creía debía tener su nación, y Alemania tenía casi todas las condiciones a su favor para labrarse un camino político que la situase entre las potencias mundiales. ¿Por qué arriesgarse, pues, innecesariamente a perder todo eso cortejando irresponsablemente al dios de la guerra?

Ya cuando Hitler ordenó la ocupación de Checoslovaquia en la primavera de 1939, el oficial subalterno alemán comenzaba a preguntarse si realmente la política nazi no estaba yendo demasiado lejos, además de sentir que lo que estaban haciendo era una gran injusticia para con los checos. Así se expresó, por ejemplo, el mayor Siegfried Knappe en sus jugosas memorias “Soldat, Reflections of a German Soldier, 1936-1949”, donde no sólo se refiere a sus pensamientos, sino a los de la mayoría de los oficiales, suboficiales y soldados de su entorno. Por cierto, Knappe perteneció a la última hornada de oficiales que ingresaron en el EMG tras aprobar el último curso de esa naturaleza en marzo o abril de 1945. En 1939 el pueblo alemán no quería ir a una guerra ni por Checoslovaquia ni por Polonia; tenía mucho que perder y relativamente poco que ganar. Y además, estratégicamente, tras el Pacto de Munich de 1938, Alemania ya tenía la base necesaria para ganarse Checoslovaquia a la esfera de su influencia. Y con respecto a la cuestión de Danzig de Polonia, también estaba al alcance de la diplomacia alemana conseguir una solución completamente favorable. La misión de un líder político no es saciar sus propios desequilibrios mentales creando problemas y riesgos de consecuencias imprevisibles, sino resolver los problemas existentes para garantizar el bienestar de su pueblo. Así pues, ¿por qué arriesgarse a una guerra cuando la diplomacia podía resolver favorablemente las demandas alemanas?

La respuesta, a mi juicio, es bien sencilla, aunque me resulte repelente por sus consecuencias. Porque Hitler no buscaba restablecer una especie de equilibrio de poder en Europa similar al que disfrutaba Alemania en 1914, no buscaba colocar a Alemania al lado o entre las grandes potencias de Europa y el mundo, un objetivo que era plenamente legítimo y relativamente viable. Lo que Hitler quería era la subyugación de Europa a Alemania, en primer término, y la subyugación mundial, después. Hitler quería la supremacía del mundo para Alemania, para su Tercer Reich de los mil años de duración. Era ésta la estrategia demente de un demente, de un individuo cuyo mundo no tenía en cuenta, es más, despreciaba, la realidad existente. Pero no era esa la estrategia de sus asesores militares, que jamás persiguieron como objetivo político final de Alemania sino el restablecimiento del equilibrio de poder que había en Europa antes de la Gran Guerra.

Esa era la tesitura política y militar, ideológica y psicológica en la que, en mi opinión, Hitler fundamentó su estrategia suicida, la que había de llevar a Alemania a la ruina total. Y esa estrategia fue rechazada como locura por los más altos representantes del EMG alemán, en general, antes y durante su ejecución, llevando a un grupo de ellos nada reducido y altamente representativo a plantearse y planificar el arresto o asesinato de Hitler y la eliminación del régimen nazi.

Saludos cordiales
José Luis
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maximus

Mensaje por maximus » Mar Dic 05, 2006 5:54 pm

Acerca de estrategia y política se han dicho algunas cosas llamativas en este hilo. A mí me llamó mucho la atención esto que escribió José Luis
Ahora bien, ni el comandante en jefe del Heer, Brauchitsch, ni el jefe del Estado Mayor General, Halder, ni los comandantes de grupo de ejército, ejército y cuerpo tenían esperanza alguna de poder salir victoriosos en una guerra mundial. Cuando atacaron Polonia lo hicieron a desgana y en la esperanza de que Francia y Gran Bretaña no se embarcaran en una guerra por Polonia, como antes no lo habían hecho por Checoslovaquia.
Como ante mi duda, José Luis me alentó a informarme más por mi cuenta, comencé por el primer libro que tengo a mano que es "La guerra que había que ganar" de Murray y Millet, que ha sido alabado en este foro, y ahí, me encuentro con esto:

"El 3 de Abril de 1939, Hitler ordenó al OKW que trazara planes para invadir Polonia, a los que el dio el nombre en clave de Caso Blanco. Las operaciones militares debían comenzar aproximadamente el 1 de septiembre; esta vez, Hitler rechazó todas las oportunidades para negociar. Tal como dijo a sus generales en Agosto: "Ahora Polonia se encuentra en la situación que yo quiero... Lo único que me temo es que algún cerdo me presente un plan de mediación". El nuevo jefe del estado mayor general, el general Franz Halder, sancionó con entusiasmo la decisión del Führer"

No dudo que Murray y Millet puedan estar equivocados y José Luis, no, pero en su último post, ahondando en el mismo tema, acerca del íntimo rechazo de los oficiales alemanes al belicismo de Hitler, toma como fuente las memorias de un comandante Knappe, escritas -cómo no- DESPUÉS del conflicto.

Quiero ser puntilloso en esto porque me parece importante que a la hora de que los militares juzguen las estrategias políticas que llevan a las guerras en que tanto protagonismo han de tomar, es muy probable que no reaccionen de forma muy diferente a como lo hacen la mayoría de los ciudadanos de un determinado nivel social.

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Mar Dic 05, 2006 7:43 pm

¡Hola, Máximus!

La verdad es que ese comentario de Murray y Millet no dice nada, y fíjate que es un comentario de ellos, no una expresión o frase de Halder. Pero además, como dije anteriormente en la frase mía que has citado, los principales comandantes superiores alemanes pensaban que la operación ordenada por Hitler era un farol que el Führer se estaba tirando contra los aliados, como había hecho el año anterior en el caso de Checoslovaquia. Si examinas las órdenes de Hitler de los últimos días de agosto de 1939 verás que fueron ejecuciones y cancelaciones (que yo recuerde, al menos hubo tres órdenes de comenzar la ofensiva y tres cancelaciones). Y si lees algunos de las opiniones del momento de los altos oficiales alemanes podrás comprobar que lo que he dicho es cierto. Es decir, esos oficiales creían que al final lo de Polonia se podía resolver como lo de Checoslovaquia, sin necesidad de ir finalmente a la guerra. El mismo 27 de septiembre de 1938 se dio la orden para que comenzara al día siguiente el Plan Verde, pero horas después se canceló.

Cuando comprendieron que no iba a ser igual que en 1938, los oficiales superiores alemanes confiaron en que Francia y Gran Bretaña no cumpliesen sus pactos con Polonia; cuando esto no fue así, entonces sucedió lo que sucedió: intentaron de una u otra forma que Hitler pusiera fin a la guerra.

En cuanto a Siegfried Knappe, te equivocas. Knappe era un oficial subalterno cuando comenzó la guerra contra Polonia, y ni siquiera participó en ella. No era un Halder, un Manstein o un Keitel que escribieron sus memorias u otros escritos donde, no pocas veces, intentaron justificar sus actuaciones u opiniones de hacía años. Cuando acabó la guerra, Knappe era un oficial sin ninguna importancia en comparación con los oficiales del generalato alemán, y cuando escribió sus memorias habían pasado muchísimos años desde el final de la guerra (con la caída del Muro de por medio), y no tenía nada que justificar, nada de lo que arrepentirse, nada que tergiversar. Sus memorias son, en este sentido, loables por su objetividad, incluso cuando se manifiesta a favor del nacionalsocialismo en los primeros años.

Lo mejor, amigo Maximus, es que hables sobre lo que conoces y no imagines lo que desconoces.

Hay muchísimas pruebas documentales de cuál era el pensamiento de la mayor parte de los oficiales superiores del EMG alemán durante 1938-1940 sobre los planes de guerra de Hitler. De hecho, en este foro que tenemos, yo he escrito y estoy escribiendo sobre ello en otros subforos. No será, pues, por falta de información el que tú pongas en duda esto que he dicho, sino más bien, en vista de lo que te leo, porque no aceptas descabalgarte de tu posición, aunque esta misma se haya caído :wink:

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jesus2
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Mensaje por jesus2 » Mié Dic 06, 2006 12:44 am

quetzacoal escribió:Veo que sabes de lo que hablas jesus. Muy bien. En lo que se refiere a la ofensiva del vistula, no se discute lo que se podia hacer alli, sino si estaban los estados mayores preparados para manejar la situacion y si te parecio que el estado mayor del EJERCITO ALEMAN no estaba preparado mucho menos lo estaban los oficiales de las SS.
Querido quetzacoal, debo recordarte que lo que realmente voté fue "matices", no sí.

Con ello lo que quise recalcar es que en la Academia de Guerra no se enseñaba gran estrategia, tal como se entiende a un nivel político-militar. Que no se preparaba a los estudiantes de la Academia de Guerra en este tipo de materias. Si se toma en cuenta a los miembros del Estado Mayor Alemán que no lo son del Estado Mayor General, es decir, a von Luck o Pipkorn por ejemplo, la diferencia es aún mayor. Es esa selección natural, plasmada en talento intelectual, competencia profesional, competencia entre rivales y exámenes, la que hace que un miembro del Estado Mayor lo acabe siendo del Estado Mayor General.

Por supuesto que los miembros del Estado Mayor General Alemán estaban dotados para la estrategia, en general. Que no siempre los del Estado Mayor. Diferencia que muchos escritores no aprecian.
En la vida no existe la Suerte, ni siquiera la buena o mala suerte, como dicen los que dicen que saben de ella. Existe el Destino. Y sobre todo, el Destino que cada uno quiera labrarse para sí mismo. ( Yo mismo )

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Mensaje por José Luis » Mié Dic 06, 2006 11:53 am

¡Buenos días a todos!

Si nos acercamos un poco ahora al nivel estratégico de la guerra en el campo alemán, podemos observar algunas de sus carencias y señalar a sus responsables, naturalmente desde mi punto de vista.

Cuando finalmente Hitler dio la orden de atacar Polonia y ésta se llevó a cabo, la gran estrategia alemana que subyacía bajo esa decisión era una estrategia incompleta, y por tanto no adecuada para manejar las variables que podía presentar la campaña polaca en sus consecuencias. Quizás la escena que mejor refleja este hecho es la impresión que causó en Hitler el 3 de septiembre de 1939 las declaraciones de guerra de Gran Bretaña y Francia. Al parecer, se dejó caer en un sillón y con aire de asombro preguntó dirigiéndose a Ribbentrop: “¿Y ahora qué?” Bien, mi memoria ya no es tan precisa como antes, y ahora mismo no puedo asegurar si ese pasaje lo protagonizó Hitler o Göring, y no tengo ganas de comprobarlo indagando en mis libros. Pero, independientemente de su autor, ilustra muy bien la frivolité con que Hitler embarcó a Alemania en la guerra. A partir de ese momento, los estrategas militares alemanes creyeron que sus peores temores podían hacerse realidad, esto es, que los franceses atacaran la frontera occidental mientras el grueso de la Wehrmacht combatía en Polonia. Sabían, porque lo habían estudiado en sus juegos de guerra de mapas anteriormente, que las fuerzas alemanas que defendían el frente occidental no eran suficientes ni estaban preparadas ni equipadas con munición suficiente para repeler o aguantar un ataque decidido francés mientras el grueso de la Wehrmacht estuviera involucrado en Polonia. Acabar inmediatamente la campaña polaca se volvió una imperiosa necesidad con el objetivo de re-desplegar inmediatamente sus fuerzas móviles del teatro polaco a las defensas de la frontera germano-francesa. Por suerte para el interés alemán, los franceses no quisieron o no pudieron realizar ese movimiento tan temido en los primeros días del ataque alemán a Polonia; después era ya demasiado tarde, pues desde mediados de septiembre los alemanes ya pudieron desviar muchas de sus formaciones (en parte gracias a la “puñalada” soviética a Polonia, aunque con esto ya contaba Hitler) para reforzar las defensas occidentales.

Sin embargo, Alemania había asumido un riesgo operacional injustificable al atacar Polonia sin tener la seguridad de que al mismo tiempo podía hacer frente a un ataque francés. Pero lo peor es que Alemania había desencadenado una guerra sin tener seguridades de que las potencias occidentales, Francia y Gran Bretaña, no entrasen en ella en su contra. Hitler, como máximo responsable de la estrategia alemana, podía tener información que pusiera en duda la intervención de esos dos países, pero esa información, fuese la que fuese, no convertía la posibilidad en certeza, tal como se comprobó inmediatamente. Sus asesores militares del OKH le pusieron en guardia con respecto a este riesgo y le participaron su convencimiento de que la Wehrmacht no podía hacer frente a un ataque francés mientras sus principales fuerzas de combate estuvieran comprometidas en Polonia. Y por supuesto, le expusieron sus opiniones autorizadas de que la Wehrmacht todavía no estaba preparada para involucrarse en una guerra mundial cuyo alcance y consecuencias no se podían predecir. Hitler decidió igualmente atacar Polonia.

El segundo punto que muestra la carencia de una gran estrategia alemana es el hecho de que cuando se invadió Polonia no había planificación alguna en el campo alemán que anticipase cómo derrotar a Francia y Gran Bretaña, caso de que estas potencias finalmente declarasen la guerra a Alemania. Ni siquiera cuando lo hicieron, el 3 de septiembre de 1939, Hitler ordenó al OKH estudiar la manera de derrotar a sus nuevos enemigos. No fue hasta el 6 de octubre de 1939, si no recuerdo mal, que Hitler cursó su directiva número 6 para la conducción de la guerra. Hizo esto después de comprobar que sus ofertas de paz no fueron escuchadas por sus enemigos. Pero el OKH no tenía ningún plan, pues nunca se había contemplado esa posibilidad y Hitler jamás se lo había ordenado. Lo único que podía hacer el EMG alemán, en contra de su voluntad y dado el escaso margen de tiempo con que Hitler los limitó (quería atacar el 12 de noviembre de 1939), era desarrollar variables del antiguo y conocido Plan Schlieffen para derrotar a Francia.

Fue entonces cuando se inició una “lucha soterrada” entre Hitler y sus principales jefes militares en el terreno de la estrategia militar (con derivas sobre la conducción de la guerra que propiciaron la planificación de un golpe de estado), enfrentamiento que pone de relieve buena parte de la pregunta del topic.

La campaña polaca no fue un paseo militar como normalmente se cree, y había puesto de manifiesto algunas de las carencias que arrastraba la Wehrmacht. Por otra parte había consumido y desgastado municiones y equipo, y era necesario bastante tiempo para solventar esos problemas. Un análisis de lo que supuso la campaña polaca para la Wehrmacht puede verse aquí:

viewtopic.php?t=3266

Además, no era buena estación el otoño para iniciar una operación a gran escala contra los ejércitos aliados; finalmente había que tener en cuenta que ahora se iban a enfrentar a una fuerza militar incomparablemente más poderosa que la polaca. Éstas eran las objeciones que desde un punto de vista puramente militar indicaron Brauchitsch y Halder a Hitler con respecto a su tajante orden de iniciar una ofensiva en el oeste el 12 de noviembre de 1939.

Desde el punto de vista estratégico, los principales jefes militares (Brauchitsch, Halder y los comandantes de ejército y grupo de ejércitos) creían, y algunos de ellos así se lo expusieron a Hitler, que la mejor opción para Alemania era buscar un fin político a la guerra, perseguir una paz favorable, por las razones que ya se han apuntado en otros posts.

Fue en esta coyuntura en la que Hitler decidió no hacer caso alguno al consejo de sus expertos militares, perseverando en cambio en su obstinación de ordenar una ofensiva inmediata en el oeste. No quería dejar la iniciativa en manos de los aliados, pero se negaba a aceptar que, en esos momentos, no se daban las condiciones necesarias para llevar a cabo sus órdenes de atacar ya. No recuerdo bien cuántas veces pospuso Hitler su orden de atacar en el oeste, pero fueron más de una docena entre octubre de 1939 y enero de 1940, cancelándola finalmente.

Ahora bien, ¿qué clase de estrategia es este cúmulo de improvisaciones? ¿Y a quién es achacable? ¿A Hitler o a sus jefes militares?

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Mensaje por Eckart » Mié Dic 06, 2006 2:28 pm

José Luis escribió:Al parecer, se dejó caer en un sillón y con aire de asombro preguntó dirigiéndose a Ribbentrop: “¿Y ahora qué?” Bien, mi memoria ya no es tan precisa como antes, y ahora mismo no puedo asegurar si ese pasaje lo protagonizó Hitler o Göring
No te falla mucho la memoria, José Luis; fue Hitler. Según Michael Bloch en su obra Ribbentrop, se encontraba sentado frente a su escriorio, permaneció inmóvil mientras el intérprete Paul Schmidt le leía la declaración británica y, tras un intervalo, se dirigió del modo que señalas a Ribbentrop. Se trata de un gesto más que significativo, no cabe la menor duda.

Un saludo.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
Ian Kershaw

maximus

Mensaje por maximus » Mié Dic 06, 2006 3:07 pm

José Luis opina que Murray y Millet "no dicen nada" en su frase referente al entusiasmo del general Halder ante la idea de Hitler de atacar Polonia a toda costa (renunciando a cualquier mediación política que pudiese evitarlo en el último mento, lo cual excluye el bluff). Sorprendente que diga esto cuando José Luis ha escrito del pesimismo y desgana de Halder ante esta misma situación (desgana y pesimismo en el mero hecho de atacar Polonia, no en que Francia y GB pudieran responder a ello con la guerra). ¿No sería más lógico decir que Murray y Millet, como cualquier autor que abarca muchos temas, podrían haber incluido una frase equivocada? Las personas bien informadas también se pueden equivocar.

En cuanto a que un comandante alemán escriba después de la guerra buscando autojustificarse a pesar de no tener procesos criminales pendientes por no haber tenido actos de responsabilidad, de lo que se trata es de la actitud de la mayoría de los alemanes después de la guerra, con responsabilidades o no. Todos, grandes y pequeños, pretenden haber sido engañados por las promesas iniciales del nacionalsocialismo y todos pretenden haber visto enseguida, una vez emprendida la guerra, que iban al desastre. Por el estilo de lo que dijo el Papa Ratzinger hace unos meses...

Estoy seguro de que José Luis ha escrito en otra parte, como dice, pruebas documentales más creíbles sobre lo que sostiene. Con sus conocimientos e interés sobre el tema, no lo pongo en duda. Ya las encontraré, digo yo.

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Álvaro
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Mensaje por Álvaro » Mié Dic 06, 2006 3:36 pm

Maximus, el Papa fue reclutado a la fuerza a mediados o final del conflicto.
…y ahora ellos estarán diciendo ¡***, es el Hijoputa de Patton otra vez!
Y sí, es el Hijoputa de Patton, que ha vuelto.
(George Smith Patton)

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Vie Dic 08, 2006 12:09 pm

¡Buenos días a todos!

El plan operacional que finalmente se adoptó para la ofensiva en el oeste de mayo de 1940 (Plan Amarillo) era el producto final del impudor intuitivo de Hitler, del genio operacional de Manstein y del acabado final de los expertos de operaciones del EMG. Pero, ¿cuál era el objetivo estratégico de Plan Amarillo? En otras palabras, el éxito del objetivo primordial de Plan Amarillo, ¿garantizaba la victoria alemana contra Francia y Gran Bretaña? ¿Garantizaba el final de la guerra? Era, en esa etapa, evidente que no.

El objetivo estratégico de Plan Amarillo era cercar y derrotar al grueso de la fuerza de campaña franco-británica en Bélgica, y después se planificaría rápidamente la segunda fase de la operación, consistente en derrotar al resto de la fuerza aliada camino de París. Pero esta segunda fase dependía del éxito de la primera, y en todo caso un éxito completo en las dos fases del plan tampoco garantizaba a priori la retirada de Francia de la guerra, y por supuesto nada garantizaba sobre lo mismo con Gran Bretaña. No había un plan estratégico para continuar la lucha contra Gran Bretaña, caso de derrotar completamente a Francia, a pesar de saber de antemano que el éxito total de Plan Amarillo no servía para tal fin. Gran Bretaña siempre estaría ahí. ¿Cómo se podía, pues, derrotar a Gran Bretaña? Esta pregunta, no contestada en la primavera de 1940, continuaría sin respuesta satisfactoria en el verano.

En todo caso, Hitler basó su estrategia militar para ganar la guerra contra Francia y Gran Bretaña en las probables consecuencias políticas que, según él preveía, una victoria militar contra Francia y su retirada de la guerra provocarían en la actitud ante la guerra del Gobierno británico. En una palabra, creyó que derrotando a Francia anularía la voluntad política de Gran Bretaña para seguir en la guerra, del mismo modo que unos meses más tarde también creía que derrotando a la URSS aplastaría la voluntad política del gobierno Churchill para seguir en la guerra. La contumacia en el error de cálculo era una característica propia de Hitler.

Pero, ¿qué pensaban los principales jefes militares en vísperas del comienzo de Plan Amarillo? Por supuesto, no las tenían todas consigo, y los tres comandantes de los tres grupos de ejército que debían dirigir la ofensiva en el campo de batalla preferían no comenzar esa incierta ofensiva y ponerse a la defensiva o buscar la paz. Entonces tenían una estimación del poderío de la fuerza francesa muy alta, y lo que devino después en apenas unos días era impensable entonces para los estrategas alemanes. Por su parte, Hitler pensaba, y así se expresaba, que el ejército francés no era gran cosa y podía ser fácilmente derrotado, y además su liderazgo político era débil, como el británico. En realidad, Hitler pensaba y pensó de esa guisa durante toda la guerra de sus enemigos, hasta poco antes de pegarse un tiro, cuando su desprecio pasó del campo enemigo hacia el propio campo alemán, hacia el pueblo alemán, su raza aria. Pero sus principales estrategas, no. Tanto fue así que no sólo un grupo militar “liderado" por Halder estaba buscando derrocar a Hitler desde octubre de 1939 hasta poco antes del comienzo del ataque en mayo de 1940, sino que el mismo Reichenau, el “general nazi”, ya había pasado el 6 de noviembre de 1939, en casa de Fritz Elsas, el plan de Hitler, del que decía que era “una locura completa”. Había que avisar a los holandeses para que pudieran desbaratar la sorpresa del ataque. Elsas transmitió el mensaje de Reichenau a Londres, vía Copenhague, Estocolmo y Suiza, aunque el plan ya se conocía por otros canales. El propio Erich von Manstein, “padre” del plan, decía que esa planificación estaba coja, pues aunque se consiguiera el éxito, no bastaba por sí sola para acabar con Francia (y menos Gran Bretaña).

No es, pues, ninguna exageración afirmar que el éxito operacional de la campaña alemana del oeste de mayo-junio de 1940, más allá de su desarrollo subsiguiente en los campos de batalla y de la pericia de quienes lo comandaron a todos los niveles, se debió principalmente a la voluntad de Hitler de llevarlo a cabo. En Polonia, los estrategas militares alemanes no tenían duda alguna de derrotar a los polacos; sus dudas y temores estaban puestas en la reacción aliada. Pero en Francia es cierto que, en general, nadie tenía la confianza que anteriormente se experimentó en Polonia. El éxito operacional los sorprendió casi tanto como a los propios aliados. Pero faltaba conseguir el “aim”, el objetivo esencial, es decir, faltaba finiquitar ese plan estratégicamente. Y esto, como sabemos, no se pudo conseguir, no se podía conseguir porque no estaba en los planes. Y no fue hasta julio, si no recuerdo mal, que Hitler propuso el estudio de una invasión de Inglaterra, el famoso bluff de “León Marino”. Pero esta operación, de llevarse a cabo, precisaba semanas para su planificación, agrupación de fuerzas, entrenamiento, logística, etc. Como se lamentaba Manstein en sus memorias, este asunto ya se debería haber estudiado antes de comenzar la ofensiva del oeste, para que entonces, cuando se diera la oportunidad, si ésta se daba, el camino estuviera completamente allanado.

El verano-otoño de 1940 contempló la incapacidad y la estrechez de pensamiento estratégico de Hitler para conseguir un final político a la contienda (buscar de verdad la paz con Gran Bretaña, sacudiéndose el bolsillo) o un plan viable para derrotarla, no sólo en el terreno militar sino también en el terreno político. Es cierto que la atmósfera que se vivía en esa etapa en el campo alemán era una especie de euforia que hacía difícil contemplar la verdadera realidad estratégica que brindó a Alemania sus éxitos precedentes. Pero ese estado de borrachera triunfal duró demasiado tiempo. Y lo que es peor, Hitler tomó decisiones absurdas, como la orden que devino en la Batalla de Inglaterra, que, no sirviendo en absoluto para concentrar los recursos de fuerza alemanes allí donde más daño podían hacer a los británicos y con ello encaminar el curso de la posible victoria, sólo sirvieron para diseminar esos recursos y debilitar la capacidad de combate de la Luftwaffe, que entonces ya se enfrentaba a problemas organizacionales y productivos internos graves y no resueltos. En una palabra, Hitler despreció la economía de fuerzas y la concentración de recursos, y golpeó en el lugar equivocado. Y algo muy importante: entonces tenía bastantes alternativas político-militares para conducir o acabar la guerra.

Sin embargo, eligió tomar una decisión que era anatema en la estrategia militar alemana: con su decisión de atacar a la URSS, entonces su aliada (aunque fueran aliados de conveniencia, ambos países se beneficiaban mutuamente de esa alianza), convirtió la guerra contra Gran Bretaña en una guerra en dos frentes.

Podía haber ofrecido una paz generosa a los países que había derrotado en el terreno militar (Polonia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega, Francia) para ganarse la voluntad británica de poner fin a esa guerra y formar posteriormente una gran alianza continental liderada por Alemania para derrotar al coloso soviético. Era una opción viable, y habría demostrado con hechos, no con discursos torcidos, que el interés alemán no estaba en conseguir la subyugación de Europa, sino en conseguir el predominio alemán en el este europeo. Esta opción, además, tenía base política sólida, pues se ajustaba a la “realidad” política de la época. Naturalmente, debía igualmente cambiar la naturaleza de sus objetivos en la URSS, pues ninguna alianza occidental compartiría la naturaleza de la guerra que Hitler desplegó contra la URSS en 1941. Esa alianza estaría dispuesta a eliminar el “peligro” comunista del régimen estalinista, cambiando por la fuerza el estado de cosas en Rusia bajo la esfera de influencia alemana, pero jamás se avendría a una guerra de exterminio como la que Hitler buscaba.

Podía haberle hecho caso a Raeder, y concentrar todo el esfuerzo de guerra alemán en una guerra de aproximación contra Gran Bretaña, reforzada con la ayuda política, económica y militar de los países próximos o bajo la esfera de influencia de Alemania. Y en este caso debía haber sujetado a su criterio las opciones italianas en el conflicto, compartiendo con Mussolini un mando estratégico unificado y coordinado de las posibles operaciones militares.

Pero escogió la opción más insensata de todas, aquella cuyas consecuencias inmediatas estaban completamente prohibidas por la teoría, doctrina y estrategia militares del ejército alemán.

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JOSE ANTONIO AZURZA
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Mensaje por JOSE ANTONIO AZURZA » Vie Dic 08, 2006 9:52 pm

Completamente de acuerdo.Un saludo.

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Mensaje por francotirador » Mar Dic 19, 2006 12:34 am

¿Carecía de preparación el cuerpo de oficiales de estado mayor alemán en el nivel estratégico de la guerra?
Lo dudo mucho, es mas, apostaría a que estaban bastante preparados y cualificados. E incluso se podría decir que entre ellos estaban algunos de los mejores del momento.
Pero es indudable que la guerra la perdieron justo cuando ya la tenían ganada, y lo peor de todo, que fue por una decisión suya. Por dios, que a finales de junio de 1940 tan solo estaban en guerra contra Inglaterra.
También es presumible que la ultima palabra siempre la tuviera Hitler, pero eso no les exime de culpa, porque se supone que un alto mando descendiente de una gloriosa saga militar prusiana, debía de hacerse valer también sobre el tablero, aunque el discrepante fuese el mismísimo führer.
Por lo tanto mi voto es el de matices, porque pienso que estaban muy preparados pero que lo hicieron fatal.
Saludos.
"Someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia"
- Sun Tzu

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Mensaje por angel ales » Dom Dic 31, 2006 1:25 pm

estaban preparados, el problema lo tenian para aplicar las decisiones de Hitler
¿y si la historia no fuese tal y como esta escrita?

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Mensaje por cosaco » Lun Mar 22, 2010 5:43 pm

Jose luis dijo

"Finalmente, la IGM fue el reverso de la IIGM en el campo alemán, pues si en la primera la guerra fue conducida casi exclusivamente por los militares, en la segunda los militares alemanes casi no tuvieron influencia alguna en la conducción de la misma. "

Esa creo fue la clave de la cuestión que se debate hoy. De poco sirve saber si los centros de enseñanza alemanes impartían o no las materias que los estudios de post guerra critican. De poco importa si los oficiales alemanes tenían o no las cualidades necesarias para desemepeñarse como oficiales de Estados Mayores, lo cierto que es quen la práctica, el peso estratégico de la guerra no descansó en ellos y pruebas al respecto abundan, respecto de plantemaientos antagónicos entre el conductor político de la guerra y los militares.

Al respecto me gustaría compartir con ustedes un concepto (un tanto irónico) que me enseñó hace ya bastantes años un superior en la Armada de Chile. Decía este comandante: Existen 4 cualidades posbiles entre los oficiales, Los inteligentes y los tontos, los flojos o los trabajadores y dichas cualidades se dan de a pares.

Los Inteligentes y trabajadores, son personas muy prolíficas y acuciosas en su trabajo, hay que destinarlas a los estados mayores.

Los inteligentes y flojos, son tipos de nervios de acero, rara vez se sienten presionados, dales comandos de unidades.

Los flojos y tontos, son personas que obedecen a la perfección órdenes, dales trabajo, pero nunca al mando, colócales a alguién que los dirija.

Por último están los tontos pero trabajadores, preocúpate de eliminarlos, porque son tremendamentes peligrosos en una organización militar. (creo que de estos, hubo varios en la 2ª Guerra jeje)

Atte.
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Mensaje por José Luis » Lun Mar 22, 2010 5:59 pm

¡Hola a todos!
cosaco escribió: Al respecto me gustaría compartir con ustedes un concepto (un tanto irónico) que me enseñó hace ya bastantes años un superior en la Armada de Chile......
Esa sentencia, estimado cosaco, está generalmente atribuida al Generaloberst Kurt Freiherr von Hammerstein-Equord, el otrora jefe del alto mando del ejército de la República de Weimar y el hombre al que Hitler reconoció, poco antes de suicidarse en el búnquer, como el que había sido su mayor enemigo en 1932-1933.

Saludos cordiales
JL
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Mensaje por cosaco » Lun Mar 22, 2010 6:49 pm

Muchas gracias por el dato José Luis, es bueno cerrar los circulos del conocimiento, en todo caso, mi viejo Comandante, nunca se atribuyó la autoría de la sentencia, solo la difundía. Muchas Gracias por tu aporte como siempre.
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