Quisiera hacerle partícipes de un artículo titulado La “guerra paralela” de Mussolini, a finales del verano de 1940 .El artículo está firmado por David Zambon, nacido en 1972, es profesor de historia y geografía en Niza, diplomado en historia contemporánea. Es un reconocido especialista en temas italianos durante la II Guerra Mundial. Ha escrito numerosos artículos sobre este tema para las revistas Histoire de Guerre, Ligne de Front y Aérojournal. El artículo apareció en la revista “Histoire(s) de la dernière guerre”, nº7 de septiembre/octubre de 2010. Comienzo con el arículo:
El ecuador del verano de 1940 está marcado por los inicios de la “guerra paralela” tan deseada por el jefe de la Italia fascista, Benito Mussolini. Este desea aprovecharse, a la vez, de una victoria alemana, que ya parece conseguida, y al mismo tiempo, no quiere quedarse a la sombra de su potente aliado. Es sobre todo en los teatros africanos y balcánicos donde debe buscar la gloria.
Una estrategia poco clara a la sombra de “Seelöwe”.
Si la derrota de Francia supone poner fuera de juego a un rival de peso en el Mediterráneo, la contribución italiana en estos hechos es irrisoria. Peor aún, unos días de ofensiva precipitada en los Alpes han puesto de relieve graves lagunas en todos los niveles del ejército. No obstante Mussolini se enorgullece de haber tomado la decisión correcta. La atención se focaliza a partir de ahora en el canal de la Mancha, donde la invasión de Inglaterra parece inminente. Italia debe estar presente, por razones que tiene que ver tanto con la política interior como exterior. Sin embargo, los italianos son “persona non grata” en este teatro de operaciones, como lo indica Galeazzo Ciano en su diario, con fecha de 16 de julio de 1940 escribe: ”Hitler ha dirigido una larga carta al Duce. Le anuncia que ha decidido atacar a Inglaterra, pero declina de un modo tan cortés como rotundo, nuestro ofrecimiento de enviar un cuerpo expedicionario italiano. Explica su negativa por las dificultades que habría en el aprovisionamiento de los dos ejércitos. Göring, también […] que la aviación italiana tiene una tarea demasiado importante que realizar en el Mediterráneo […] El Duce se ha visto contrariado con esta negativa […] “.
En esta época, la desconfianza de los alemanes respecto a la capacidad militar italiana comienza a aflorar, pero no hay que rebuscar ahí el origen específico de este rechazo. Si Inglaterra es aplastada sólo por Alemania, Mussolini teme las consecuencias irreparables que este hecho podría tener en la opinión pública italiana. En efecto, la política interior se mantiene como prioritaria para el Duce, que necesita un éxito para asegurar la autoridad y la influencia del régimen sobre una sociedad que no consigue todavía “modelar” como el desearía. Esta es la razón por la que él recibe con alivio la decisión británica de poner término a las solicitudes de paz alemanas. Además, la prolongación de los combates tendrá la ventaja de agotar a ambas partes, lo que permitirá a Italia de sacarse la espina, con la esperanza de apoderarse de algunos territorios.
Mapa de la operación "León marino"
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En todos los casos, y cuanto antes, es necesario pasar a la ofensiva y las posibilidades son múltiples. En el Mediterráneo primero, aun cuando los primeros enfrentamientos con la Mediterranean Fleet, no han sido concluyentes (por ejemplo el combate de Punta Stilo, el 9 de julio de 1940. Los informes triunfales de la aviación permiten creer al Duce ¡que la mayor parte de la flota enemiga está fuera de combate!) y en particular en Egipto, al que Mussolini desea atacara a la mayor rapidez para abrir la ruta de Alejandría y de Suez; en África oriental a continuación, donde el duque Amadeo de Aosta dispone de tropas importantes; o incluso en los Balcanes, a los que el Duce considera como “zona de influencia”, con Yugoslavia en el punto de mira. “creación típica del Tratado de Versalles, por su función anti-italiana”, según Ciano. Durante los meses de julio y agosto, los objetivos prioritarios van a cambiar varias veces.
Mussolini está muy atento a los informes diarios de Dino Alfieri, embajador de Italia en Berlín, con el fin de estar informado de la situación alemana. Pero después de varias semanas, el ataque anunciado sobre las playas británicas no se produce, los alemanes se escudan detrás de dificultades metereológicas, como refiere Alfieri a Ciano. Impaciente, inquieto, el Duce quiere atacar en todas direcciones y ordena, a su vez, preparar una ofensiva contra Egipto, Yugoslavia e inclusos contra Grecia. Al mismo tiempo, contempla a muy corto plazo una aproximación a la URSS, con el fin de tener “las manos libres en los Balcanes”, asegurándose la simpatía de los nacionalistas locales, en particular croatas y macedonios, todos ellos tan hostiles como él a la “criatura” de Versalles. (Desde los inicios de los años 30, Italia proporciona una ayuda importante, fondos, armas y campos reentrenamiento, a las organizaciones terroristas hostiles a Yugoslavia: los Ustachas croatas de Ante Pavelic y el ORIM macedonio. Estos dos movimientos, se dan, trágicamente, a conocer al asesinar en Marsella al rey de Yugoslavia, Alejandro I y al ministro de Exteriores francés Louis Barthou).
Mussolini no imagina que Hitler pueda formular ninguna objeción a una operación en este sector y será en África Oriental donde comience su ofensiva en julio de 1940.
Continuaré en otro momento. À suivre.
Fuente: Articulo de David Zambon: La guerra paralela de Mussolini en “Histoire(s) de la dernière guerre” nº 7 de septiembre/octubre de 2010.
À bientôt.