Comprendo, estimado Garisded. El problema es que los ejercicios de mapa de Paulus no pueden ser concluyentes. En primer lugar, porque lo que sabemos de dichos ejercicios se basa fundamentalmente en un memorando que Paulus escribió en 1946, es decir, años después del momento en que se llevaron a cabo (2, 3 y 7 de diciembre de 1941), que toma forma en el libro de Görlitz, Paulus: "Ich stehe hier auf Befehl!" (1960) y que se ha publicado en español como Stalingrado y yo y en inglés como Paulus and Stalingrad.Garisded escribió: Bien, quería decir que, si la guerra no era ganable, ni siquiera sobre el papel, tenemos más elementos de juicio. Eso era todo.
En segundo lugar, esos ejercicios se diseñaron para responder a tres preguntas: qué fuerza (cantidad de formaciones de combate) necesitarían los alemanes, cuál sería la conducción de las operaciones más ventajosa, y cuál sería la reacción de los soviéticos. Paulus no analizó las dificultades logísticas ni las condiciones climáticas y geográficas. Subrayo esto, porque muchas veces se hacen afirmaciones en estos ámbitos que dicen basarse en esos ejercicios de Paulus, y no hay tal.
Lo que sí podemos extraer de los ejercicios de Paulus deriva de las cuestiones operacionales. Hay dos conclusiones que me parecen las más importantes. En primer lugar, Paulus concluyó que para cercar y capturar Moscú (que él creía, Halder dixit, sería la decisión de la campaña), los grupos de ejércitos Norte y Sur tendrían que actuar como cobertura de los flancos del Grupo de Ejércitos Centro. Y en segundo lugar, que una vez alcanzado el primer objetivo de la campaña (una línea que discurría a lo largo del medio Dnieper sur de Kiev, y de allí Rogachev-Orsha-Vitebsk-Velikie Luki-Pskov-Pjamu, una línea que se consideraba la base para el ataque decisivo sobre Moscú), era necesario establecer una pausa operacional de unas tres semanas para tratar asuntos de líneas de suministros (por ferrocarril y carretera), y para rehabilitación y reabastecimiento. Hecha esta pausa y solucionados estos asuntos, la ofensiva debía reanudarse el cuadragésimo día desde el comienzo de la guerra en el Este.
La primera cnclusión, si damos crédito a lo que escribió Paulus (que, en principio, podemos dárselo pues muchas de sus afirmaciones tienen confirmación en el diario de guerra de Halder), tiene poca relevancia para lo que planteas, Garisded, pues Moscú nunca fue el objetivo prioritario para Hitler, pese a todos los intentos que Halder y cía. llevaron a cabo para cambiar la opinión del déspota nazi. Todas las especulaciones, reclamos de posguerra de generales alemanes, defensas y cualesquiera otras historias derivadas de considerar Moscú como el objetivo prioritario de Barbarroja para conseguir la victoria en 1941 están en contradicción con la realidad de los hechos, con la planificación y desarrollo históricos de Barbarroja, en los que Moscú fue siempre un objetivo secundario. Quiero decir con esto que lo que Paulus consideró, su planificación operacional en su juego de guerra, no tuvo manifestación práctica en la realidad, pues Barbarroja se desarrolló tal como había planificado Hitler en el asunto de Moscú, y no tal como quería Halder, Paulus, y compañía.
La segunda conclusión (la pausa operacional) tiene más enjundia, aunque tampoco podemos tomarla como una señal de que Barbarroja fracasaría, pues el fracaso sólo se evidenció con el desarrollo de la operación, y no antes. Y tiene enjundia en el escenario real (tal como se desarrolló Barbarroja) y en el imaginario (si nos abstraemos de la realidad y consideramos que Moscú era el objetivo prioritario). Pues esa pausa operacional de tres semanas y el objetivo de reanudar la ofensiva a los 40 días de iniciarse la campaña, vemos que no se pudo cumplir. La campaña se inició el 22 de junio de 1941, y el día 40 desde entonces sería el 1 de agosto. Si restamos tres semanas (21 días) de pausa operacional al 1 de agosto nos ponemos en el 9 de julio, fecha en que se tendría que conseguir el primer objetivo de la campaña (la línea susodicha arriba). Y eso estuvo muy lejos de conseguirse. Por esas fechas, 9 de julio de 1941, los alemanes, el GEC, comenzaron a empantanarse en Smolensk, y las cosas no iban como se planificó en sus flancos, GEN y GES. Así pues, ya en el escenario real, ya en el imaginario, en esas fechas Barbaroja estaba fracasando en su planificación operacional previa.
Pero todo esto no se podía prever, operacionalmente hablando, antes del comienzo de Barbarroja. Es cierto que Paulus, en una mirada retrospectiva desde 1946, expresó como conclusión general (de aquellos ejercicios de mapa) que las fuerzas alemanas eran insuficientes para alcanzar el propósito general de Barbarroja (la derrota de la URSS en dos o tres meses en 1941), y que la famosa línea final de la ofensiva (Volga-Arcángel) de las que hablaban los estudios de Marcks y Lossberg era del todo un objetivo irreal. Pero todo esto es una consideración retrospectiva de Paulus.
A mi juicio, el único terreno sobre el que se podía prever con cierto realismo el fracaso de Barbarroja antes de su comienzo está en el ámbito logístico, pues aquí los alemanes (el EMG y Halder a su cabeza) se mostraron optimistas en un grado tal que rozó el suicidio.
Ahora bien, es difícil, al margen de la pesadilla logística que suponía Barbarroja, condenar al fracaso Barbarroja de antemano, pues siempre habría imponderables en las operaciones (la típica fricción de la guerra de Clausewitz) y, sobre todo, imponderables políticos que podrían afectar decisivamente el desenlace de la campaña. Pero para los alemanes todos los imponderables jugaron en contra y no a favor.
Recapitulando, es cuestionable suponer que Barbarroja estaba destinada al fracaso antes de su comienzo, salvo que lo hagamos desde un punto de vista retrospectivo (así es evidente). Lo que ya no es cuestionable en absoluto es que en agosto de 1941 Barbarroja había fracasado totalmente en sus presupuestos y que el único que lo reconoció fue Hitler, aunque no lo exteriorizó a sus jefes militares.
Saludos cordiales
JL