Torpedearon al Montevideo

Cuestiones generales relativas a la Segunda Guerra Mundial

Moderador: Francis Currey

Responder
Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Torpedearon al Montevideo

Mensaje por Shindler » Jue Dic 13, 2007 10:46 pm

A solicitud de nuestro amigo Mario Machado nieto de uno de los tripulantes del Buque Montevideo que fuera torpedeado por un submarino italiano, les presento aquí esta interesante historia.


Torpedearon al Montevideo


La partida 9 de Febrero de 1942

Durante varios días se ha trabajado intensamente en la carga del Montevideo, barco que tiempo atrás navegara bajo el pabellón italiano con el nombre de Adamello. La intensificación de la guerra en el mar le sorprendió en el puerto uruguayo, donde fué anclado ante la imposibilidad de emprender viaje. Balanceándose suavemente en la pacibilidad de la bahía era un símbolo de fuerza anulada; sus bodegas permanecían inútiles al lastre, en tanto los países americanos sufrían en su comercio y su vida económica por la falta de navíos en que transportar sus materias primas y recibir otras imprescindibles para la vida de los pueblos. Esa situación se agrava paulatinamente pues los gobiernos totalitarios han hecho conocer su resolución de perseguir implacablemente a la marina mercante, sin distinción casi de nacionalidades, por medio de sus sumergibles. Sobreviene el auge de la guerra submarina. Los barcos de carga son torpedeados sin conmiseración. América debe defender su comercio, su nutrición, y se ordena en una acción conjunta de todo el continente la incautación de los barcos del Eje refugiados en los puertos americanos.


Asi es como el Adamello se ha transformado en el Montevidieo y un día grávidas sus bodegas de cereales, carnes conservas, huevos, cueros y fertilizantes, por un total de 5998 toneladas se dispone a partir rumbo a Nueva York. El barco ha recobrado su prestancia; le protege la insignia de un país laborioso y culto, cuyo anhelo inmediato es comerciar con sus hermanos americanos cumpliendo si la más material, también la más eficaz tarea de relación entre los pueblos. Entre estos pueblos americanos que recién por el ejemplo doloroso van aprendiendo que sólo es indestructible la más íntima comunión espiritual.

Larga amarras

En la tarde del día 9 de Febrero a las 18:00 horas, el Montevideo zarpa. Lentamente se aleja del muelle y gira enfilando la proa al mar abierto. Un núcleo reducido de personas, familiares casi todas ellas de los marinos, le contemplan agitando sus pañuelos en señal de despedida, gritando recomendaciones y haciendo esas frases sencillas que se cambian en estas ocasiones y que, en su intrascendencia ocultan el deseo de explayarse más íntimamente y disfrazan a medias la verdadera y dolorida voz del corazón.

No es mayor el núcleo de personas que en apretado haz despiden a los tripulantes del Montevideo poque muchos de éstos no han querido participar ni a uss más íntimos de la fecha de embarque. Esto es ya casi una tradición entre los marinos profesionales cuando deben hacer una travesía peligrosa porque el conocimiento del riesgo a que se exponen y la visión de esos seres entrañables que se pierden en la lejanía mientras el buque pone entre ambos una faja de agua cada véz más ancha, puede quebrantar la resolución más firme y hacer que el ánimo más sereno se deshaga en lágrimas. Así el Montevideo, cantando todas sus máquinas la canción del viaje cobra alas y abre una estela de espuma en el agua tornasolada de la bahía. Su dotación ha sido completada a último momento con el jovencito de 19 años, José Atilano González, grumete. Es el último en embarcarse y el destino le ha señalado ser el primero en perecer.

Por un borde de América

Bajo la guía segura del capitán José Rodríguez Varela el navío asciende lentamente por un borde de América rumbo al Norte. Sigue la ruta normal para la travesía entre el Plata y Nueva York que es el costeo del Brasil hasta el Atlántico Norte. Las primeras semanas de viaje transcurren sin novedad. los marineros novatos para los cuales es éste el primer viaje, se amoldan rápidamente a las exigencias de la vida de a bordo con la inteligencia y habilidad proverbial de criollos. Abunda entre ellos el elemento joven. Hermes Ramón Sarli, fogonista, tiene 20 años; Américo Rao, mozo,20; Nelson Rodríguez Varela, grumete, 20; José Atiliano González también grumete es el benjamín de la tripulación, cuenta con sólo 19 años; Camilo Saralegui, foguista, 23; Francisco Benítez, 20; Valentín Cabrera, 22.

Otros son más avezados. El Capitán Rodríguez Varela está magníficamente conceptuado en los círculos navales. A su veteranía y experiencia recogida en muchos años de mar, une su bien calificada capacidad técnica, que le valió ser designado por el gobierno en una oportunidad no lejana y fresca aún por su resonancia en el ánimo de los lectores, jefe de la Comisión Naval que inspeccionó el Admiral Graf Von Spee con el objeto de determinar el tiempo necesario para su reparación cuando maltrecho y perseguido de cerca luego del famosos combate de Punta del Este acudió a refugiarse en nuestro puerto.

El primero y segundo oficial, Fermín Reparaz y José Pedro Natero son experimentados lobos de mar. Ernesto Michaelson, tercer oficial, no obstante su juventud, ha cimentado ya sólida fama como marino, pues su vocación es honda y sus conocimientos eficientísimos se acreditan día a día con los estudios marítimos que cultiva con rigor de disciplina. El resto de la tripulación, hombres jóvenes y maduros; maquinistas, marineros, foguistas, carboneros, telegrafistas y mozos de cocina, no va en zaga en cuanto a voluntad y buena disposición a la oficialidad. El material humano que tripula al ex Adamello es excelente. Todos ellos proceden de clases humildes, de la entraña del pueblo. Son parte de su robusta y valiente gayadura.



Continúa...


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Vie Dic 14, 2007 3:22 pm

Tripulantes I

Imagen
Capitan
El capitán José Rodriguez Varela cuando se produjo el ataque de la nave encargada a su custodia supo cumplir con su deber. Marino experto y estudioso ya había ejercido cargos de importancia.
Fué comandante del crucero Uruguay puesto que desempeño durante largo tiempo. Hombre estudioso y de gran vocación por su carrera, es un marino de relevantes condiciones.
La tripulación del Montevideo ha elogiado la actuación que le cupo durante el premioso momento del torpedeamiento.

Imagen
Primer oficial
Fermín Reparaz, el primer oficial del Montevideo es un veterano marino. Se condujo serenamente durante el salvataje y ayudó en todo lo posible a la tripulación.
Durante el viaje en el bote alentó sin cesar a los náufragos, como lo indica bien su actitud cuando se divisó un bulto en el horizonte. Fué entonces que Reparaz alentó y dirigió a los sobrevivientes a fin de llegar a lo que se suponía un buque. Era desgraciadamente, un bote con náufragos noruegos y así se desvaneció otra esperanza. pero el temple de Reparaz ya había sido fijado por su frase: ¡A los remos muchachos y a trabajar con coraje!.


Imagen
Jefe de Máquinas Magiorino Bianchi y Teniente José Pedro Natero


Imagen
1er Maquinista M.Martinez y 4to Maquinista Aureliano Arroyo

Imagen
Radiotelegrafista
Orosimbo Machado (este es el abuelo de nuestro amigo Mario Machado) fué el jefe de la balsa en que lograron salvarse cuatro de los náufragos. Durante las incidencias de la noche trágica puso de manifiesto su entereza de ánimo y serena valentía.


Continúa....



Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Vie Dic 14, 2007 3:24 pm

Aclaración; este es un relato de la época (1942) documentado en el Museo naval de Montevideo, donde se relatan los acontecimientos que los marinos sobrevivientes declararon más tarde transformado en un libro "El Montevideo víctima de los Piratas Nazis" tengamos en cuenta que los datos hasta años mas tarde indicaban que el torpedeamiento del Montevideo fué realizado por un submarino alemàn.

Zona de peligro

Sin novedad el buque corre por la ruta marítima marcada a una velocidad promedial de 12 nudos. Porto Alegre, Bahía y Río de Janeiro han sido dejados atrás. La zona calurosa del trópico, que abochorna y escuece es traspuesta. El Montevideo toca Pernambuco y vira el famoso cabo, hombro que América arrima a Europa, y enfila resueltamente al norte en dirección a Haití. El navío se interna en la zona que se podría denominar pre-peligrosa. A bordo se extreman precauciones y ls disposiciones dictadas por el capitán son meticulosamente cumplidas, sin nerviosismo de ninguna clase, por parte de la tripulación. Se hacen bien visibles las insignias uruguayas y al llegar la noche las luces son apagadas.

Fuera de ello la vida a bordo no experimenta cambios. Con el correr de los días se han estrechado entre los tripulantes lazos de amistad. La camaradería y el compañerismo son virtudes comunes en el barco uruguayo que surca lejanos mares. Al caer la tarde, terminada la labor, los marineros, exceptuando aquellos que deben cumplir el turno de la noche, se reunen en grupos en alguna parte de cubierta.

En la rueda cordial se recuerda la partida; la ciudad natal y esa otra patria en pequeño que es el barrio. Se refieren anécdotas, (cada cual tiene las suyas) y a medida que el tiempo avanza, la muchachada, (que va como sorbiendo recuerdos del mate amargo que rueda calentito de mano en mano) se confía más libremente. La conversación se hace íntima y confidencial. Se muestran retratos "de la viejita", "la patrona", "la novia" o "el pebete" y mientras a popa cada revolución de hélice con un sordo murmullo de espuma aleja un poco más tanta cosa querida, el milagro del pensamiento vuela en línea recta a través de los mares y los bosques y se allega a lo recordado y teniéndole presente y vivo en la memoria le besa con cariño. El Montevideo ha hecho ya tres cuartas partes de camino. Se acerca a las aguas del Caribe, ruta obligada en que confluyen varias líneas de navegación.

Esa zona ha sido elegida por los submarinos nazis para desarrollar su criminal actividad. El Mar del Caribe está infestado de piratas nazis como antaño lo estuviera por piratas europeos, ingleses en su mayor parte. Pero entonces, en aquella época de la dorada América hispana, se combatía noblemente y difícilmente un ataque se efectuaba con saña y ferocidad contra un buque indefenso. El ataque nazi es ahora solapado. En la noche el submarino torpedea al buque sin previo avisio casi siempre y sin interesarse por la suerte de sus tripulantes se aleja en tanto las aguas engullen a la nave herida con su preciosa carga de existencias humanas.

Continúa...


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Sab Dic 15, 2007 2:32 pm

La tragedia


Imagen
El mapa muestra el lugar del torpedeamiento y la posision de Haití en la ruta de navegación.

Sin vacilación el buque uruguayo se interna en la zona peligrosa. El día 5 de Marzo, exactamente a los 27 días de haber zarpado de su puerto de origen hace escala en Saint Thomas, puerto de las islas Vírgenes, con el fin de abastecerse de carbón. Los marineros bajan a tierra y recorren la pintoresca localidad, trabando rápida amistad con sus habitantes. Allí les precaven contra los peligros que les acechan. Al marinero uruguayo Giordanelli, por ejemplo, le aseguran que "volverían aquí, seguramente, y quien sabe si todos...". A otros grupos de muchachos les narran un episodio reciente, según el cual un convoy fuertemente protegido fué completamente deshecho y dos días después de haber zarpado de Saint Thomas regresaron sólo tres buques de los seis componentes del convoy. pese a tan desalentadoras noticias la muchachada uruguaya regresa a bordo decidida a afrontar la situación que se presente y confiando íntimamente en salvar el paso peligroso. A las cinco de la tarde, poco antes de ser cerrado el puerto el Montevideo emprende la etapa de su viaje que debe llevarle directamente a Nueva York.

Se ha dictado una nueva norma de navegación. Durante las horas del día el buque marcha en zig-zag y por las noches se hace a bordo una oscuridad absoluta, habiéndose prohibido hasta fumar, con el propósito de disimular la presencia del buque. Se escudriña ansiosamente el horizonte pero sin avistarse submarinos. El peligroso mar del Caribe va siendo surcado sin novedad durante cuatro días. Una confianza creciente en la felicidad del viaje invade el pecho de los marinos. El día 9 sin embargo, por la mañana, se consigna una desagradable noticia. A pocas millas de distancia ha sido entrevista una masa negruzca a flor de agua que desapareció rápidamente. Ese mismo día, a las cuatro de la tarde, pero ahora mucho más cerca, de tal manera que ya no debe guardarse ninguna duda, emerge nuevamente esa masa que tiene ahora todas las características del dorso de un submarino. Oficiales y marineros, agrupados en cubierta pueden comprobarlo. El submarino deja verse, pero ya nadie confía, pues supónese con toda lógica que el tiburón persigue a su presa navegando bajo agua.

Cae la noche. A las 19 y 20, aproximadamente, un grupo de nueve marineros reunidos en cubierta descansan luego de la faena diaria que ese día ha sido más dura que de costumbre. Toman mate y comentan en animado tono la sorpresa que les ha deparado la jornada. Otro grupo se halla reunido en uno de los sollados. En las máquinas trabaja un turno de 15 hombres, que han de ser relevados a las 20 horas. Quienes deben deemplazarlos se levantan recién, luego de haber dormido varias horas, con el propósito de almacenar energías necesarias para afrontar la agobiante tarea nocturna. Se encuentra de turno en la cabina de transmisión el primer telegrafista Orosimbo Machado. El grumete José Atilano González, se halla en la cofa, cumpliendo su rol de vigilante. los minutos pasan y, no dando señales de vida el submarino desde hace algunas horas, gana poco a poco el ánimo de todos la confianza de haberle despistado.

La realidad desgraciadamente es otra, pues en ese momento el submarino pirata se ha acercado al Montevideo y amprado en las sombras le dirige un torpedo a su línea de flotación. las 19 y 30. El destino ha marcado su hora. El proyectil asesino llega junto al barco uruguayo y explota.


Continúa...



Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Mar Dic 18, 2007 5:45 pm

Torpedeados

"No sigan", "no pasarán", les dijeron a nuestros marinos en Saint Thomas, como acabamos de exponer, pero como la contraorden de Montevideo no vino en el día y hora señalados para la partida del barco con la bandera desplegada se hizo nuevamente a la mar en demanda de su destino. A bordo el ambiente imperante era de prevención. La advertencia de los buenos pobladores del puerto Saint Thomas se hizo eco en el alma de aquellos muchachos que pasaron a vivir nerviosamente, cumpliendo sus diversos cometidos con la inteligencia puesta en el peligro, que lo presentían, que lo sospechaban en todo instante.

En su cabina el radiotelegrafista Orosimbo Machado no descansaba. Habían recibido varios mensajes de fuente imprecisa previniéndoles del peligro cuya inminencia se acentuaba a medida que el Montevideo ganaba millas. El abnegado radiotelegrafista siempre alerta en su puesto esperaba el aviso bueno que indicara una ruta exenta de peligro. Nada. Y el Montevideo con el pabellón de la patria desplegado avanzaba en la inmensidad del Atlántico Norte en procura del puerto norteamericano. La noche del sábado 7 de Marzo Hermenegildo Suarez Rao y Juan Pedro Suárez, que se encontraban en la cubierta junto al casillete de proa distinguieron nítidamente grandes reflejos a larga distancia. Eran reflejos de explosiones. Luego se supo que esa misma hora y en el lugar indicado por los muchachos nombrados el submarino pirata había torpedeado y hundido a un carguero holandés. Se dió la voz de alarma y en seguida todo el mundo vistió sacos de agua y los salvavidas fueron dejados a mano. Desde que salieron de Saint Thomas varias veces por día la tripulación hacía maniobra de abandono del buque. El mismo comandante de la unidad, capitán Rodríguez Varela dirigía personalmente estos trabajos de salvataje. Algunas noches repitieron también esta maniobra porque era criterio unánime de que de producirse el traicionero ataque éste se verificaría en la oscuridad, en las tinieblas, como todos los crímenes, a traición.

Aquella noche nadie durmió a bordo. El Montevideo apuró la marcha y con todas sus luces encendidas siguió viaje. La mañana del domingo 8 era hermosa. El mar estaba sereno. Renació el optimismo entre los marinos, y la esperanza de encontrar un buque de guerra aliado dada la proximidad de la costa norteamericana tomó alas. En todo lo posible el Montevideo había acelerado su marcha. pasó el día sin novedad. Con la proximidad de la noche volvió el ambiente de nerviosismo. Se resolvió viajar esa noche a obscuras. Las órdenes en ese sentido fueron severísimas. Nadie podía fumar en cubierta. En el sollado de proa tomaban mate los muchachos que entrarían en guardia a las 8. De un tiempo atrás el tema preferido por todos era el hundimiento del Graf Spee. Ya nadie hablaba de futbol. El único que siempre recordaba al Cerro era hermenegildo Suárez. Esa noche le dijo al cocinero Conde: "Estos nazis no pueden olvidar los 4 pepinos que le mandamos en Amsterdam". Banchero, que estaba frente a la cocina, juanto a la borda, en ese momento miraba el mar y de pronto exclamó: "Venga Conde, vengan muchachos a ver una estrella que cayó al mar". Fué cuando explotó el torpedo. En el reloj del cuarto de derrota las agujas marcaban precisamente las 19 y 25. El de la sala de máquinas las 19 y 30.


Continúa...


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Mié Dic 19, 2007 3:21 pm

Terrible espectáculo

Nota: Muchos datos aqui contenidos les reitero que son los datos y creencias de la época, por ejemplo en ningún momento alguno de los tripulantes menciona que vió alguna característica personal e identificatoria que confirmara que el submarino verdugo del Montevideo fuese aleman.

Narran los muchachos que el espectáculo del torpedeamiento es algo indescriptible e inolvidable. Cuando el Montevideo recibió la brutal descarga se escoró de tal forma, en una densidad de 35 a 40 grados, que por un instante pensaron que se tumbaba del lado de estribor. Pero paulatinamente volvió a su estabilidad al mismo tiempo que caía sobre su cubierta la formidable tromba de agua que todo destruyó a su paso. Ya había caído de la cofa y yacía inerte sobre la cubierta el vigía, grumete González Larralde. Fué la primera víctima. Luego lo siguieron Conde y Baigorri, ambos violentamente arrastrados por la ola contra los guinches destrozándolos. Cabrillana, más feliz que los anteriores, sólo sufrió la fractura del brazo para luego ser salvado, en circunstancias muy difíciles, por Leguizamón y Arroyo, que lo arrastraron hasta la borda desde donde el propio Cabrillana se zambulló para el interior del bote que ya estaba semi arreado. En el interior del barco, mientras Alaniz, Caram y Moledo quedaron, el "gaucho" Galarza junto a Benítez lograron llegar a cubierta luego de sostener porfiada lucha con la corriente del agua que ya había invadido totalmente el barco.

El torpedeamiento sorprendió al capitán Varela en el puente de mando y éste de inmediato, apreciada ya la situación del barco y la inutilidad de todo esfuerzo de resistencia, (el Montevideo no llevaba armamento alguno) ordenó que todo el mundo acudiese a sus respectivos lugares en las embarcaciones de salvataje. Es de hacer notar que prevista la posibilidad del torpedeamiento se habían tomado desde muchos días antes de producirse el ataque las medidas pertinentes al salvataje. Cada miembro de el ataque las medidas pertinentes al salvataje. Cada miembro de la tripulación sabían de antemano cuál era su bote, su lugar y en el caso también previsto de quedar inutilizadas algunas embarcaciones en que otra le tocaba a cada uno embarcar. El torpedo que hizo impacto en la bodega 2 provocó el escorazo que fué tan violento que destruyó los botes y la lancha de estribor. Todo el mundo se lanzó entonces sobre las embarcaciones de babor. Entre éstas una sola unidad estaba en condiciones de prestar servicios. Era el bote, con una capacidad para 50 personas.

También estaban las balsas. la primera de éstas se perdió. En la segunda se embarcó Eustaquio Soria quien logró mantener la balsa en equilibrio hasta tanto el propio Capitán, alumbrado con la linterna de Michaleson que el mismo personalmente sostenía en la mano derecha, logró cortar el cabo que la sostenía prendida al barco. Orosimbo Machado, el valiente telegrafista que hasta último momento procuró ayudar a sus compañeros luego de comprobar que ya nada podía hacer en su cabina porque tenía los aparatos de trasmisión destrozados fué hasta el puente y logró descender a cubierta segundos antes de que aquél se derrumbara. Fué hasta el bote de babor pero recordando que en el caso de no poder usarse de esta embarcación a él se le había destinado la balsa de la que era patrón, a la misma se dirigió. Cuando vió que la primera balsa se perdía de inmediato ordenó se tirase al mar la segunda. Por un momento se pensó que también esta segunda se perdía y fué entonces cuando conjuntamente con Buschiazzo se tiraron al mar con un enjaretado. No fueron felices. Cuando luego de la zambullida volvieron a la superficie vieron la balsa. En la misma estaba ya Soria. Luego se les juntó Juan Pedro Suárez que traía junto consigo una navaja que habría de tener en la odisea que corrieron en la balsa un papel importantísimo. Fué con esa navaja que lograron cortar un último cabo, menos potente que los otros pero lo suficientemente fuerte para que el Montevideo ya agonizante arrstrara en su caída al abismo a la débil embarcación. Suárez, con sangre fria cortó ese amarre que era fatal y la balsa se fué a la deriva. La corriente fué generosa y providencial. En pocos momentos la balsa se alejó del Montevideo a una distancia prudencial, y no sintió las consecuencias del oleaje que provocara la postrera zambullida del buque.

Mientras tanto en otro lado del buque el bote ya con los 31 tripulantes que en el mismo se salvaron también se hacía a la mar. la difícil maniobra de despegarse del Montevideo se hizo con rara habilidad. Los gritos de Cabrillana con su brazo fracturado se se perdían entre las voces de mando y de aliento y los gritos de indignación. A pocos metros todavía del barco que lentamente se hundía se registra una escena impresionante para nuestros marinos; el submarino que hasta entonces, totalmente a flote se mantenía a una gran distancia de 300 metros avanza. Los nuestros pueden distinguir nítidamente a los oficiales y marineros en su cubierta. Ven como los artilleros cargan un cañon. Ahora es un poderoso reflector que se posa sobre el bote y luego sobre el nombre de nuestro barco, pintado notablemente en popa que se hundía. La luz del reflector quedó fija durante mucho tiempo en ese denominativo. Nuestros hombres comprenden perfectamente el significado de esta persistencia. Y mentalmente asocian dos nombres: Graf Spee y Montevideo.

Fué en ese instante que se registra la escena emocionalmente que condensa en ese solo gesto el valor y el espíritu de abnegación de nuestros marinos; el "pibe" Benitez, no se puede llamar de otra manera este marino niño, levanta su diestra grita amenazante para el poderoso submarino: "Tiren nomás, cobardes, VIVA URUGUAY!!!" el submarino nazi haciendo un largo viraje enfrentó al Montevideo por el lado de babor y descargó varios y certeros cañonazos. Lejos ya estaban la balsa y el bote, cuando el Montevideo desapareció. También volvió a sumergirse el submarino. Nada quedaba en la inmensidad de aquel mar. En el fondo del bote, Cabrillana sufría y Benítez,a gritos, llamaba a los compañeros que murieron junto con el Montevideo.


Continúa...


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Dom Ene 27, 2008 2:33 pm

Hola a todos, continuarè con el tema del Montevideo no sin antes pedir disculpas a nuestro amigo Mario Machado por la tardanza y a todo aquel que se ha interesado por el relato que interrumpì hace varios dìas ya, de a poco irè terminando con todos los topics que tengo incompletos. :oops:


6 Dias y 6 Noches en el Bote


Imagen


La tremenda impresiòn que habìan recibido perdurò en los sobrevivientes durante toda la noche. El bote navegaba en emedio de la màs absoluta obscuridad. No te nìan farol. Habìa a bordo galletas y latas de patè. El agua colocada en barriles viejos no tenìa buen sabor, y por ello le agregaron unas botellas de caña que llevaban dentro de la barrica de provisiones. Tampoco el botiquìn del bote estaba en buen estado. No habìa nada dentro del mismo. Ni una miserable venda para acomodar el brazo fracturado de Cabrillana ni alcohol para desinfectar la herida de Silveira, que infectada, se degenerò bien pronto en una gangrena que por poco le cuesta la vida. Como no fue posible dada la obscuridad, colocar esa noche la vela, se resolviò remar, pero luego, no queriendo alejarse del lugar del suceso hasta la mañana siguiente para ver si podìan prestar socorro a otros nàufragos se resolviò echar el ancla. En medio de la impresionante inmensidad de aquel ocèano, ahora calmo, pasaron la noche. A la mañana siguiente navegaron a vela y cuando comprobaron que en toda la superficie que alcanzaba sus ojos nada existìa se ordenò la marcha hacia el continente. En primer lugar se estudiò exactamente las proporciones con las posibilidades y comenzò el reparto de galletas y de agua respetàndose rigurosamente lo de los enfermos. Cabrillana vivìa en un grito y lo mismo Silveira, que amedida que avanzaba la infecciòn sentìa las consecuencias de la fiebre. Frente a estos aspectos tristes se destacaba la jobialidad, la alegre espiritualidad de Hermenegildo Suàrez. Cuando màs apesadumbrados estaban todos era Suàrez quien con sus ocurrencias hacìa reìr y mantenìa alta la moral de todos. Cuando la desesperaciòn parecìa apoderarse de los bravos marinos que por largos perìodos remaban para ayudar la acciòn de la vela, era Suàrez con el relato de una anècdota o fruto de su inmaginaciòn realmente interesante el que hacìa renacer el optimismo de vivir. Fuè Banchero el que primero viò el Tealamon. Aquello fue delirante. Con los remos hicieron 8 banderas que firmementes sujetas por los brazos musculosos flameaban como pendones de esperanza. Sucediò con ese barco holandès lo mismo que con el Explorer cuando encontrò a los cuatro de la balsa. Por momentos pareciò desinteresarse de los nàufragos y solamente despuès de hacer un largo rodeo se vio que enviaba un bote. Los nuestros fueron remolcados hasta el barco y luego de una larga conversaciòn entre el Capitàn Varela y su colega del Telamon el comandante de èste ordenò que fuera hizado tambièn el bote del Montevideo. A bordo fueron tratados cariñosamente y de inmediato le prestaron los primeros auxilios a Cabrillana y Silveira. Este ùltimo parecìa màs muerto que vivo y segùn la opiniòn del mèdico de a bordo, de haber pasado un dìa màs sin asistencia mèdica hubiese muerto. Luego el Capitàn del Tealamon explicò a la oficialidad del buque hundido a què se debìan los raros movimientos hechos por su barco cuando los descubrieron. Dijeron que sospechando de que fuese un submarino camuflado quisieron primèramente cersiorarse de que fueran autènticos nàufragos. Luego añadiò el comandante que ellos se dirigìan a Europa y que una de las razones por las cuales no querìan volver hacia el continente era que no contaban con artilleros para defenderse en caso de un ataque. Finalmente declarò que los dejarìa en la Isla de Curazao. A esto respondieron los sobrevivientes que estabanm dispuestos a trabajar a bordo, que el comandante Varela y el oficial Nattero desempeñarìan el puesto de artillero pero pedìan que el Tealamon los desembarcase en el continente. Accediò el marino holandès y el teleamon cambiò de ruta. En su viaje hacia la costa el navìo salvador que tambièn conducìa a bordo a un grupo de marinos noruegos, como los nuestros tambièn nàufragos, hizo largos zig zags para disimular su rumbo de los submarinos nazis.

Cuando el barco llegò, a unas tres millas del continente, frente al puerto de Geremies, provincia norteña de Haitì, fueron arreados dos botes, los nuestros se embarcaron en el mismo que se salvaron y que en los dìas que estubieron a bordo fuè reparado. Los nàufragos noruegos ocuparon un bote que luego retornò al buque conducido por marinos del mismo Tealamon. La llegada a Geremies y de lo bien que fueron tratados en esta localidad merecen un capìtulo a parte y es el que sigue.

La llegada a Haitì

Finalmente (siguen diciendo los nàufragos) llegamos frente a la costa de Haitì. los dos botes que tripulàbamos se mantenìan a corta distancia uno de otro, para evitar cualquier contingencia desagradable. Eramos cincuenta y tantas personas, incluyendo a los nàufragos noruegos que tambièn bajaban a tierra con nosotros. Cuando nuetras embarcaciones estaban casi en tierra, notamos entre los pobladores de la costa unas muestras inconfundibles de inquietuda. Despuès, nos explicaron que nos habìan tomado por invasores y, algunos hasta se aventuraban a suponer la conquista de Amèrica estableciendo una base en aquella isla. Apenas enterados de que se trataba de nàufragos de barcos torpedeados, nos atendieron con toda solicitud, llevàndonos frente a las autoridades de esa parte del territorio.

De Jeremie a Port Prince

Una vez ante ellas, repetimos nuestra exposiciòn y manifestamos nuestro deseo de que se nos proporcionaran los medios de llegar a Port Prince a fin de tratar de ponernos en comunicaciòn con el gobierno de nuestro paìs para que se adoptaran medidas para nuestro regreso a la patria, cosa que se nos aparecìa lejana (tal como despuès lo pudimos comprobar, ya que tardamos casi dos meses en volver a ver el Cerro de Montevideo).

Las autoridades, que carecìan de medio de transporte para llevarnos hasta Port Prince, iniciaron gestiones ante una compañìa americana que se dedica a la explotaciòn del caucho y el Ingeniero Jefe dispuso que se nos proporcionara un camiòn en el cual harìamos el viaje, si bien bastante incòmodos, encantados de poderlo realizar, ya que era el ùnico medio disponible. Y asì fue como durante màs de veinte horas nos sacudimos en forma impresionante en aquel carromato que corrìa guiado por manos expertas a una altura de dos mil pies sobre el nivel del mar y por senderos (que aquellos no se pueden llamar caminos) casi intransitables para esa clase de vehìculos. Por momentos, se estrechaba tanto la senda que el camiòn debìa aminorar la marcha. Era un momento dramàtico en el que todos callàbamos con el corazòn en la boca. A nuestro lado, justo en la rueda del camiòn, habìan precipicios impresionantes. Una mala maniobra y todo habìa terminado para nosostros, luego de haber escapado con felicidad a los peligros del mar. Era una injusticia que tal cosa sucediese.

Momentos tristes

Los muchachos distraìan los sacudones y el casancio del molesto viaje, entonando (o desentonando) viejos tangos y canciones rioplatenses, que nos traìan recuerdos de nuestros seres queridos, de aquellos que habìa vivido horas tan angustiosas como las nuestras al ignorarse nuestra suerte a raìz del naufragio. Por eso a veces, una voz cualquiera se hacìa màs ronca y callaba ahogada por un nudo de angustia que apretaba muy fuerte en la garganta. Ademàs, el recuerdo de los compañeros desaparecidos (porque aùn nada sabìamos de la balsa) y de Cabrillana con su brazo roto y Silveira con su pierna infectada que quedaban ambos hospitalizados en jeremie, nos quitaba un poco la alegrìa de nuestra salvaciòn. Era en esos momentos cuando se podìa apreciar los esfuerzos de algunos de los muchahcos que trataban de hacer cuentos y chistes para distraer a los demàs de sus tristes pensamientos. Era inùtil; en cada corazòn, habìa una imagen; una madre, une esposa, una novia... y los rostros se hacìan sombrìos, velàndose los ojos con la tristeza del recuerdo de las ausentes y con la honda ternura que hubiera querido cristalizar en forma de frase cariñosa, de caricia, de beso... pero, estàbamos tan lejos!...

Llegamos a Port Prince

En el mismo camiòn en que viajàbamos, nos dirigimos ante las autoridades Haitianas, repitiendo el capitàn, el relato del naufragio y de las circunstancias que lo siguieron hasta nuestro arribo a la capital. De inmediato nos llevaron hasta el moderno edificio de la Escuela Militar, en la que hallamos la màs calurosa acogida. Jefes y alumnos rivalizaron en hacer grata nuestra estadìa allì y nso proporcionaron los medios de escribir a los que desde allì esperaban ansiosos nuestras noticias. Todo papel, sobres hasta las estampillas para el Correo Aèreo nos fuè dado por aquellos buenos muchahcos que se sentìan identificados con nosotros en la lucha a muerte contra el monstruo del totalitarismo que amenaza al mundo. En cierto modo, podemos decir que nos trataron como hermanos en desgracia. Nunca olvidaremos los dìas vividos en la Escuela Militar de Haitì. Aunque ansiosos de volver, nos sentìamos un poco en nuestra propia casa.


Continùa,,..



Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Mar Feb 12, 2008 4:27 pm

133 Horas entre el cielo y el mar



Entre tanto veamos detalladamente lo que sucedió a los que, en la frágil balsa, se alejaron del buque que se hundía.

La odisea que corrieron los cuatro muchachos de la balsa, es decir Machado, Suárez, Soria y Buschiazzo parece más bien cuento que realidad. Vivieron 133 horas entre el cielo y el mar, sin agua ni provisiones. Se mantenían de algas marinas, comieron un día un pescado y cuando no podían más con la sed chupaban los botones de sus ropas. Buschiazzo que llegó a la balsa completamente desnudo hizo todo el viaje solamente cubierto por una camisilla que le cedió Soria. Pero por si fuese poco toda la penuria de esta situación de náufragos les quedaba a los muchachos una lucha más, la del peligro de los tiburones que persistentemente acompañaron a la balsa. Ello obligó a los bravos marinos a vivir un estado de constante inquietud. De noche se alternaban en la guardia para descubrir el barco salvador. Dije en otro capítulo de este relato que el cuchillito de Suárez habría se prestar un importante papel en toda la odisea. En efecto, fué con este instrumento que amarrado a una de las tablas rotas de la balsa pudieron los náufragos defenderse de los tiburones que en tenebroso cortejo seguían el paso de la misma. Entre Buschiazzo y Suárez se alternaban la función de mantener alejados a los tiburones. Mientras tanto Soria procuraba algas marinas y Machado se mantenía alerta en su cargo de vigía. Un día distinguieron a lo lejos algo que a todos pareció tratarse de una boya con provisiones. Como la balsa iba a la deriva y la corriente los alejaba cada vez más de ese bulto resolvieron improvisar algunas tablas rotas en remos. Nuevamente el cuchillito de Suárez prestó a los náufragos un gran servicio. Mientras Buschiazzo se defendía de los tiburones Soria y Suárez fueron a los improvisados remos. Después de una ardua lucha de tres horas (la fuerza de la corriente en contra era grande en esos momentos) llegaron al lugar en donde flotaba el misterioso objeto. ¡Qué decepción esperaba a los muchachos! Lo que ellos creyeron provisiones era el corcho de un salvavidas destrozado...

Pero fué precisamente en este instante que se produjo, ante el desencanto sentido, una saludable reacción porque viendo que podían remar e imponer a la embarcación una ruta para su navegación persistieron en esa tarea. Orosimbo Machado, luego de estudiar detenidamente los puntos cardinales y previa consulta con sus compañeros señaló un rumbo. Lo siguieron... Remaron dos días más y luego comprobaron que habían acertado con la ruta porque en esa situación encontraron al Explorer, buque norteamericano de guerra que se dirigía para la costa.

Fué Soria el primero que divisó a lo lejos el barco salvador y de inmediato, atando sus camisas a los remos comenzaron a hacer señas al Explorer que seguía su ruta sin dar señales de haberlos visto. Luego supieron que como medida preventiva el destroyer yanqui había hecho maniobras para evitar caer en una celada que corrientemente hacen los submarinos nazis paa atraer a sus víctimas y tomarlas desprevenidas. Fueron verdaderos gritos de júbilo los que brotaron de las gargantas de los valientes náufragos cuando vieron que de la unidad americana arreaban un bote que de inmediato se dirigió hacia ellos. Y cuando fueron abrazados por sus colegas de la gran nación del norte todavía tenían fuerzas como para ofrecerse al oficial americano que capitaneaba el bote salvavidas para remar. Está demás decir que el generoso ofrecimiento no fué aceptado y que conducidos a bordo, luego de ser saludados por el comandante de la nave, capitan Arnold Smith, fueron, por éste mismo, presentados al médico de a bordo que los sometió a una prolija revisación. Comprobando el estado de debilidad, de verdadera inanición de los náufragos el médico ordenó que los mismos fueran sometidos a un tratamiento especial de comidas y de refrescos a base de frutas.

Antes de bañarse para luego vestir las ropas que le fueron cedidas por los marinos del Explorer, los muchachos fueron invitados por el comandante a concurrir al puente del mando donde éste les explicó que con mucho pesar no podía cargar con la balsa porque estaba inutilizada y que en ese momento, impulsada por la corriente, se acercaba al mismo barco. En seguida ordenó su destrucción y un artillero de estribor hizo un certero disparo que, dando en pleno centro de la balsa, la hizo de inmediato zozobar. Los muchachos y asistieron a esto no sin pesar porque guardaban de la frágil embarcación en que se habían salvado un grato recuerdo. La vida a bordo del Explorer fué feliz para los muchachos y las horas se deslizaron rápidamente. El abundante y fresco alimento y el tratamiento médico a base de tonicos y de inyecciones de calcio los rehabilitó físicamente más pronto de lo que ellos mismos esperaban. Dos días después desembarcaron en Trinidad habiendo el Explorer, desviándose de su ruta para dejarlos en el mencionado puerto España, porque por indicaciones contenidas en sobres cerrados para ser abiertos en hora y día en los mismos señalados, el Explorer debía seguir ahora para la India. lo primero que hicieron los muchachos al desembarcar fué procurar al Cónsul uruguayo en la localidad y por el mismo lograron con éxito la gestión de comunicar a Montevideo su salvamento. Hasta ese momento no sabían los muchachos de la balsa la suerte corrida por el bote y como en Trinidad se comentaba de un violento temporal que días antes se había desencadenado en el Atlántico Norte, por momentos dudaron de volver a ver a sus compañeros de aventura. Hasta el momento en que llegaron al Explorer los náufragos de la balsa habían navegado 133 horas.




Continúa...


Gracias por estar
P.D. Me olvidé de traer la imagen del mapa :oops: Para mañana lo incluiré en este topic.
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

Avatar de Usuario
Shindler
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 2585
Registrado: Mar Dic 05, 2006 10:31 pm

Mensaje por Shindler » Dom Feb 17, 2008 6:05 pm

El vuelo hacia puerto España


Veamos ahora qué sucede a los náufragos salvados en el bote. seguimos la narración que nos hacen.

Como antes queda dicho, Cabrillana y Silveira habían quedado internados en el hospital de Jeremie, el primero, con un brazo fracturado a consecuencia de la caída sufrida al caer sobre cubierta el golpe de agua que mató al cocinero Conde y al mayordomo Baigorri al golpearlos contra las tablas del piso. Después de varios días, cuando ya se hallaban en condiciones de viaje, fueron trasladados hasta Puerto Príncipe, donde los recibimos con la alegría que se puede suponer.

Lo primero que nos preguntaron al vernos era sobre qué noticias teníamos de los que faltaban. Desgraciadamente nosotros sabíamos tan poco como ellos mismos, lo que aumentó su pena. Finalmente en una máquina de la Pan American Airways por cuenta de nuestro gobierno, nos dirigimos en vuelo hacia puerto España, donde nos recogería el barco que nos había de trasladar al Plata...


Otra vez en la Patria

17 de Mayo de 1942; el puerto arde de alegría (alegría y tristeza) esta noche. El "Cabo Hornos" trae de regreso a casa a los náufragos del "Montevideo". Se reencontraron Padres e hijos, esposos y esposas, se reconstruyeron familias y otros en silencio lloraban la pérdida de los que no regresaron nunca más.


Los Desaparecidos:



Imagen
Ernesto Michaelson
Nacido en Salto el 23 de febrero de 1916.


Imagen
Atiliano Jose Gonzáles
Nacido en reinta y Tres el 20 de Febrero de 1923.


Imagen
Jose Conde
Ciudadano español nacido en Pontevedra el 17 de Enero de 1894.


Imagen
Camilo Saralegui
Nacido en Artigas el 9 de Octubre de 1918.


Imagen
Amalio Pio Castillo
Nacido en Paysandú el 11 de Julio de 1911.


Imagen
Lorenzo Romulo Olivera
Nacido en Durazno el 10 de Agosto de 1917.


Imagen
Ernesto Moledo
Nacido en Montevideo el 17 de Julio de 1894.


Imagen
Alfredo Apolinario Ganduglia
Nacido en Montevideo el 10 de Julio de 1912.


Imagen
Rogelio García
Nacido en Montevideo el 8 de Abril de 1917.


Imagen
Pedro Baigorri
Nacido en Montevideo el 8 de Marzo de 1898.


Imagen
Sandalio Estanislao Hernandez
Nacido en Maldonado el 3 de Setiembre de 1910.


Imagen
Alberto Caram
Nacido en Colonia el 26 de Enero de 1916.


Imagen
Mauro Veglio
Nacido en Montevideo el 29 de Junio de 1916.


Imagen
Juan Carlos alanis
Nacido en Florida el 2 de Junio de 1915.


Con esto finalizo el relato de un acontecimiento que si bien es aislado de la WW2 nos toco de cerca a los uruguayos.



Gracias por estar
P.D. Disculpen la calidad de las fotos trataré de conseguir mejores.
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

mariomachado
Usuario
Usuario
Mensajes: 13
Registrado: Sab Nov 24, 2007 2:53 am

Mensaje por mariomachado » Jue Feb 21, 2008 2:51 am

Excelente trabajo. Mereces el top.
Como dices, para la IIW es un episodio, pero para los uruguayos es media guerra, sumando lo del Maldonado y lo del Graff.
Gracias.

Responder

Volver a “Historia general”

TEST