Mensaje
por James M. Gavin » Lun Nov 01, 2010 8:23 pm
Buenas tardes,
He terminado la biografía de "Goering", escrita por Roger Manvell y Heinrich Fraenkel (Tempus, 2009). Confieso que lo comencé a leer con cierta prevención, ya que, en primer lugar, el libro se escribió en 1.962, de tal forma que al riesgo de acusar el tiempo transcurrido se unía la circunstancia de que en los años sesenta perduraba todavía en Alemania (y uno de los coautores es germano) la tendencia a obviar la parte más tenebrosa del III Reich y/o a responsabilizar al fenecido Adolf Hitler de lo ocurrido, como forma de exculpar de la barbarie nazi a todos los demás (población incluida). En segundo lugar, Hermann Goering, como Albert Speer, ha gozado de cierta magnanimidad al ser valorado como un "nazi no tan malo" en comparación con los archimalvados Himmler, Goebbels o Rosenberg. Sus aparentes racionabilidad y simpatía, su amor a la buena vida y a las artes e incluso su oronda figura, le valieron que gozase de un juicio benévolo, también por parte de algunos de sus teóricos enemigos.
Afortunadamente los autores no caen en esa trampa (aunque sí en la urdida, en la misma línea, por el poliédrico Albert Speer). De hecho, su año de edición ha permitido que los autores pudieran contar con el testimonio directo de algunos de sus coetáneos, amigos y enemigos.
Los biógrafos nos muestran así a un Mariscal del Reich manipulador, vanidoso, radical, codicioso, cazador, amigo de los animales y de la naturaleza, brutal, violento, enamorado de sus dos sucesivas esposas, moralmente cobarde, animoso, vago, acaparador de bienes, cariñoso con su hija Edda…
En la parte del debe, echo de menos en el libro mayor atención a su compleja infancia (circunstancia que comparte con otros nazis, entre ellos, su admirado Führer) y andanzas durante la Primera Guerra Mundial, así como algún tipo de análisis de su suicido, acaecido horas antes de ser ajusticiado en Núremberg. No obstante y, a pesar de estas lagunas, el libro me ha gustado y creo que su lectura merece la pena.
Por cierto, el estilo narrativo del libro es ágil, lo que siempre es de agradecer, pues aparte de leer para aprender, uno lo hace para disfrutar.
Me traslado ahora al Rhin para leer “Arnhem”, de Lloyd Clark (Ariel, 2009).
Un saludo.
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