Un libro fascinante y conmovedor.

Preguntas, dudas, comentarios sobre bibliografía

Moderador: David L

Responder
Avatar de Usuario
Ezoniev
Usuario
Usuario
Mensajes: 27
Registrado: Sab Nov 12, 2005 6:33 pm

Un libro fascinante y conmovedor.

Mensaje por Ezoniev » Dom Nov 13, 2005 7:20 am

Lo recomiendo de todo corazón. Absolutamente fascinante.





Un extraño para mí mismo

Willy Peter Reese
Editorial: Debate Año: 2005

--------------------------------------------------------------------------------

Síntesis

Un extraño para mí mismo. Diario de un soldado alemán: Rusia 1941-1944. El libro es de una rareza inclasificable. En forma es el diario de un joven cabo alemán en las campañas de Rusia entre 1941 y 1944 pero deja los combates como horizonte y pasea por la guerra como Sthendal en Waterloo percibiendo sólo confusión y agotamiento.

Sin duda Un extraño para mí mismo. Diario de un soldado alemán: Rusia 1941-1944. (Editorial Debate) es una obra literaria y varios de sus párrafos están reescritos hasta cuatro veces en condiciones infames, sobre papel higiénico o márgenes de periódicos, a la luz de una vela en búnkeres apestosos convertidos en hornos o en iglús según la climatología rusa.

De sus notas a su madre se deduce que sus textos serían sometidos a una revisión final y eso le habría acercado a Hermann Hesse porque los diarios son una novela psicológica en la que aparecen los fantasmas del Doctor Jeckil y Mister Hyde; son la crónica brillante de la destrucción de una personalidad.

Sus papeles durmieron 60 años en manos de una prima hermana hasta que los rastreó Stefan Schmitz, periodista de Stern quien los descriptó y editó. Willy Peter Reese era un joven que suspendía en Educación Física y obtenía matrículas de honor en alemán; era un poeta y un lector compulsivo de Literatura y Filosofía y, de hasta 50 libros por mes incluida su etapa rusa entre marchas forzadas y contramarchas. No era nazi y despreciaba a las juventudes hitlerianas.

Ni una sola vez cita a Hitler en sus diarios ni analiza la perversidad de aquella guerra de agresión. Ve con indiferencia a los rusos colgados de los árboles para escarmiento con los ojos colgantes y supurantes y las barbas crecidas tras la ejecución. «Un soldado los balanceó con un palo».

Un camarada con las botas deshechas descubrió un cadáver ruso con las suyas nuevas y al no poder quitárselas al estar congelado el muerto le cortó las piernas con un hacha y se llevó las botas con los muñones al búnker para calentarlos en la estufa junto a la que comía el resto de la sección. Indiferencia.

Escribe un poema atroz, no se sabe si autoinculpatorio:

«Somos la guerra. Porque somos soldados.

He incendiado todas las ciudades.

Estrangulado a todas las mujeres.

Golpeado a todos los niños.

Arrancado al país todo el botín.

He matado a millones de enemigos,

asolado todos los campos, destruido las catedrales,

devastado las almas de los hombres,

vertido sangre y lágrimas de todas las madres.

Lo hice.

Nada hice. Pero era soldado».

Willy Peter Reese era cajero en la vida civil y el sensible lector voraz se desempeñó como un aceptable militar: recibió cuatro condecoraciones, entre ellas la cruz de hierro de segunda clase, y heridas por congelamiento en una pierna, un tiro en un muslo y metralla en la espalda y la sien.

Nunca usaba casco y lucía un gorrillo con flores que le adornaban y le camuflaban. Como cabo mandaba una pieza de artillería ligera tirada por caballerías («Los caballos eran más importantes que los hombres»).

En sus varias estancias en hospitales de retaguardia o en casa pudo haber obtenido un destino menos atroz, pero siempre insistió en volver a Rusia. La taiga infinita le había atrapado, así como los sufrimientos del frente ruso que consideraba una autoexpiación o un destino al que poder combatir. Antibelicista, consideraba la guerra como un fenómeno cósmico en el que toda la Humanidad estaba concernida. El intelectual en ciernes, un chico de 24 años, reconoce ser un extraño para sí mismo, un alma muerta que devora a Junger y Rilke, un lobo estepario, una doble personalidad que le impele al infierno y el mal.

Entre la euforia y la depresión en un probable trastorno bipolar y se hace alcohólico bebiendo continuamente el vino, el vodka, el champaña o el ron que le proporcionan los saqueos.

Por causas innobles porque no las menciona, sirve un tiempo en un batallón de castigo, equivalente en Rusia a una pena de muerte, del que sale indemne. Pero escribe frenéticamente en medio de los rigores de las retiradas ante los rusos, tirando de una pieza porque los caballos están reventados.

«Pero bajo esta máscara se desarrollaba una tragedia, un proceso que conducía inexorablemente a un fatal destino interior. Me introduje en un punto muerto del alma. Los últimos valores se desmoronaron, lo bueno, noble y bello murió, el espíritu me abandonó.La coraza de la insensibilidad, con la que me defendía del espanto, el horror, la angustia y la locura, esa coraza que ya no me dejaba sufrir y gritar, aplastó las emociones tiernas en mi interior, quebró los gérmenes de esperanza, fe y amor y transformó el corazón en piedra. Yo me estaba hundiendo y me burlaba de mí mismo.

(...) A menudo me asaltaba una tristeza sin límites. Hurgaba en los escombros de mi juventud y dudaba de que pudiera atizar las cenizas de mi existencia para hacer surgir nuevas llamas.Me paseé por la frontera, extirpé los recuerdos del mar, la música y la poesía, olvidé casi mi nombre y me entregué a las sombras, al ser fantasmal de mi máscara: la máscara del soldado risueño.

Los pozos se secaron por mucho tiempo, la aridez se volvió hacia sí misma, la apostasía devoró mi estrella, y yo repudié a mi Dios. Como a un náufrago de mi destino, eso me lanzó a una playa vacía, con el infinito ante mí y tras de mí los puentes volados del pasado, y entre mil caminos ninguno me llevaba a casa».

Para ser un jovenzuelo alemán, suena como un clásico ruso.

En efecto, la Madre Rusia le había devorado en su insondable útero. Reese desapareció al este de Kiev en 1944 y jamás se tuvo noticia de su muerte o de su cuerpo, sobreviviéndole sus manuscritos de letra de hormiga y espacios avarientos, guardados como espectros por 60 años en el altillo de una prima hasta ser descubiertos por un periodista.


Fuente: El Mundo

elricame
Miembro
Miembro
Mensajes: 172
Registrado: Mar Sep 20, 2005 8:43 pm
Ubicación: Madrid

Mensaje por elricame » Lun Nov 14, 2005 3:32 pm

um... suena interesante... a ver si lo veo y le hecho un vistazo

Erwin Rommel
Expulsado
Mensajes: 202
Registrado: Mié Jul 05, 2006 9:32 pm

Mensaje por Erwin Rommel » Jue Ago 03, 2006 9:47 pm

yo he tenido la suerte de leerlo y es realmente bueno, un punto de vista de la guerra conmovedor, muy muy bueno

Germánico
Miembro
Miembro
Mensajes: 165
Registrado: Sab Jun 18, 2005 4:45 am
Ubicación: Santa Cruz de Tenerife
Contactar:

Mensaje por Germánico » Sab Ago 26, 2006 4:07 am

Pues a mí me costó acabarlo. Tiene un tono literario-poético que a mí, particularmente, me cansó. Ojo que no digo que sea malo.

Saludos.
Sine lumine pereo

Responder

Volver a “Biblioteca”

TEST