LAS CAMPAÑAS ALEMANAS EN LOS BALCANES

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Mensaje por Medina » Mié Jul 13, 2005 3:50 am

CAPÍTULO XVIII. LECCIONES.
I. Empleo de Blindados en Terreno Montañoso.
La invasión de Grecia fue la primera operación en la cual las divisiones panzer y las unidades de infantería motorizada fueron empleadas en un terreno claramente alpino. A pesar de las dificultades que fueron encontradas, el empleo de blindados para encabezar un ataque a través de montañas resultó ser una estrategia atinada. Los dos éxitos principales durante la primera fase de la campaña –la temprana toma de Skoplje y la rápida captura de Salónica- no pudieron haber sido logrados sin las divisiones blindadas. El mando griego fue paralizado por los desconciertos iniciales, que fueron causados en alguna medida por el “miedo al tanque” de los oficiales y soldados rasos, como había sido el caso durante la campaña francesa. La rápida capitulación del Segundo Ejército Griego fue el resultado directo de la repentina aparición de tanques alemanes en las afueras de Salónica.

II. Apoyo Aéreo.
A todo lo largo de la campaña, la Luftwaffe jugó un importante papel en apoyo de las fuerzas terrestres y resultó ser aún más efectiva debido a la decidida inferioridad enemiga en el aire. Durante las fases finales de la campaña, la casi completa ausencia de aviación hostil facilitó grandemente la tarea de las unidades móviles alemanas, las cuales eran extremadamente vulnerables desde el aire durante su paso a través de los pasos montañosos y desfiladeros. En general, sin embargo, los alemanes se encontraron con que las desfavorables condiciones atmosféricas frecuentemente interferían con las operaciones tácticas aéreas en las áreas alpinas.

III. Columnas Volantes.
Las columnas volantes fueron destinadas a las divisiones de montaña ya que pronto se hizo evi-dente que en terreno montañoso pequeños destacamentos motorizados eran capaces de explotar las ventajas más efectivamente que las unidades menos manejables de tamaño división. Estas columnas estaban compuestas de cañones de asalto autopropulsados e infantería motorizada y elementos de ingenieros de combate. Los comandantes permanecían bien adelante por lo que podían evaluar los obstáculos del terreno y la resistencia enemiga de primera mano. En muchos casos, el comandante de división encontró conveniente tomar su lugar en la columna de vanguardia. Era así capaz de tomar acciones apropiadas sobre el terreno, tales como cambiar la ruta de marcha de los siguientes elementos divisionarios, cada vez que marchaba hacia obstáculos insuperables.

En un ataque sobre una posición defensiva, la misión de la columna volante era avanzar a través de las brechas abiertas por las tropas de montaña durante la penetración inicial y evitar que los defensores reunieran sus fuerzas y reanudaran la resistencia más allá de la retaguardia. Durante las fases fluidas de la campaña griega, los comandantes cuidadosamente seleccionados de las columnas volantes eran repetidamente capaces de cambiar el curso de la batalla en su favor. Con completa desatención de lo que ocurría a lo largo de sus flancos y en la retaguardia, avanzaban dentro del territorio enemigo. No debe olvidarse que tales atrevidos avances sólo pudieron ser ejecutados debido a que los griegos –y durante la fase inicial los yugoslavos- estaban al borde del colapso. Tácticas similares raramente resultaron ser exitosas durante la campaña rusa.

IV. Órdenes de Tipo de Misión.
La confianza en las órdenes de tipo de misión resultó ser especialmente justificada en terreno montañoso difícil. Una gran laxitud de decisión tuvo que ser concedida a los comandantes tácticos en los todos los escalones debido a las interrupciones frecuentes en las comunicaciones. Por regla general, cuando las órdenes eran recibidas tardíamente o de ningún modo, estos comandantes subordinados seguían adelante por propia iniciativa y tomaban cartas en el asunto dentro del alcance de su misión general.

V. Entrenamiento y Equipamiento de Montaña.
Las tropas de montaña especialmente entrenadas y equipadas resultaron ser indispensables en terreno alpino. Según la experiencia alemana, las divisiones de infantería regular debían ser empleadas en la guerra de montaña sólo tras haber recibido un entrenamiento adecuado y equipo especial.

VI. Actividades de Patrulla.
Los alemanes se encontraron con que los británicos enviaban pocas patrullas y nunca lanzaban una acción mayor durante las horas de oscuridad. Durante el día, usualmente se aprovechaban de la excelente observación ofrecida por sus posiciones en colinas dominantes sin enviar patrullas. A menudo dejaban que las patrullas alemanas se aproximaran a sus posiciones sin enfrentarse a ellas. Para determinar la localización exacta de sus fortines, los alemanes usualmente dirigían un intenso fuego sobre los puntos sospechosos con la esperanza de provocar un fuego de reacción.

Los obstáculos encontrados por los alemanes consistieron casi exclusivamente en demoliciones de carreteras y puentes. El bordeo o cruce de éstos provocaron muchos retrasos y requirieron un montón de trabajo. La mayoría de los cráteres a lo largo de los desfiladeros medían más de 100 pies de diámetro, habiendo sido realizados por potentes cargas explosivas. Obstáculos mucho más efectivos podrían haber sido creados explosionando las laderas, pero los ingenieros británi-cos aparentemente estaban escasos de equipo de taladrar. Las minas nunca fueron colocadas individualmente, sino emplazadas en campos o filas cerca de las carreteras bloqueadas.

VII. Pacificación del Territorio Enemigo.
Con vista a la inminente invasión de Rusia, los alemanes se vieron forzados a redistribuir sus divisiones antes de que las fuerzas griegas estuvieran completamente desarmadas y el país fuera enteramente pacificado. Algunas de las dificultades encontradas durante los siguientes años de ocupación militar resultaron de esta negligencia por parte de las autoridades alemanas.

CAPÍTULO XIX. CONCLUSIONES.
La campaña griega, tan básicamente diferente a las anteriores libradas por Alemania en Polonia y Francia, finalizó en una victoria completa alemana obtenida en tiempo record. A pesar de la intervención británica, la campaña terminó en veinticuatro días.

Los británicos no tenían los recursos militares necesarios en el Oriente Medio para permitir llevar a cabo operaciones a gran escala simultáneas en el Norte de África y en los Balcanes. Además, aún si hubieran sido capaces de bloquear el avance alemán hacia Grecia, habrían sido incapaces de explotar la situación con un contraataque a través de los Balcanes. Hay que advertir que los planificadores británicos en El Cairo comenzaron a trabajar secretamente en planes de evacuación de Grecia en el momento en que la fuerza expedicionaria estaba siendo transferida desde Egipto a Grecia. La aciaga expedición fue considerada una empresa desesperada para aquellos que sabían que poca ayuda era realmente capaz Gran Bretaña de ofrecer a Grecia. El General Papagos también tenía grandes dudas sobre la efectividad de la ayuda que los británicos eran capaces de ofrecer y del acierto de su planificación.

Los alemanes ni esperaban ni recibieron ayuda efectiva de sus aliados y satélites. Las fuerzas italianas sólo contribuyeron en el grado en que su presencia sujetó al Primer Ejército Griego en Albania. Las fuerzas búlgaras no participaron en las operaciones militares. De conformidad con los planes previos, fueron posteriormente empleadas en la ocupación de partes del norte de Grecia.

En el terreno político, Hitler se sintió obligado a respetar el prestigio y las aspiraciones de su compañero de armas, Mussolini. Así, por ejemplo, forzó al comandante del Primer Ejército Griego a repetir el ritual de rendición ante los italianos, a pesar del hecho de que estos últimos no habían tenido parte en la derrota de ese ejército. Además, Hitler reguló que tropas italianas marcharan en el desfile de la victoria en Atenas y puso sobre las autoridades italianas la ocupación de la conquistada Grecia. Durante los siguientes años de ocupación, el acto de dar a los italianos libre dominio en Grecia anuló cualquiera buena fe que los alemanes habían adquirido con la liberación inmediata de los prisioneros de guerra griegos.

Enumerando las razones de la rápida y completa victoria alemana en Grecia, los siguientes factores parecen de gran significado:

a. Superioridad alemana en fuerzas terrestres y equipo.
b. Supremacía alemana en el aire.
c. Falta de adecuación de la fuerza expedicionaria británica.
d. El mal estado del Ejército Griego y su escasez de equipo moderno.
e. Ausencia de un mando unificado y la falta de cooperación entre las fuerzas británicas, griegas y yugoslavas.
f. La estricta neutralidad de Turquía, y
g. El temprano colapso de la resistencia yugoslava.
ESPAÑA, MI NATURA.
ITALIA, MI VENTURA.
FLANDES, MI SEPULTURA.

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Mensaje por Medina » Vie Jul 15, 2005 5:01 pm

PARTE CUARTA. LA TOMA DE CRETA (OPERACIÓN MERCURIO).
CAPÍTULO XX. GENERAL.
La toma de Creta, efectuada por los alemanes entre el 20 de mayo y el 1 de junio de 1941, constituye la primera gran operación militar que fue ejecutada por fuerzas aerotransportadas actuando independientemente de las fuerzas terrestres regulares. Tras haber logrado la superioridad aérea local, el atacante fue capaz de desembarcar una potente fuerza de combate terrestre que finalmente derrotó a la guarnición numéricamente superior que defendía la isla. Con sus abrumadoramente superiores fuerzas navales, el defensor interceptó los convoyes marítimos que intentaban desembarcar elementos de apoyo, equipos y suministros. Durante la fase decisiva de la operación, la fuerza aérea atacante derrotó a las fuerzas navales del defensor, aislando por consiguiente a la guarnición de la isla. En esta prueba de fuerza, el poder aéreo obtuvo una victoria decisiva sobre una fuerza naval maniobrando en aguas restringidas.

Incluso aunque algunas de las condiciones que prevalecieron en Creta no deben recurrirse durante futuras operaciones aerotransportadas, muchas lecciones pueden ser aprendidas de la invasión alemana de esa isla.

I. Factores Estratégicos y Planificación.
Inmediatamente después del ataque sorpresa italiano sobre Grecia en octubre de 1940, los británicos ocuparon Creta y guarnecieron la isla con aproximadamente una brigada además de algunas unidades griegas. Mejoraron tres aeródromos locales y las instalaciones portuarias en Suda Bay, donde establecieron una base de reaprovisionamiento naval. Durante la invasión alemana de Grecia, Creta fue al principio la principal base de suministro para las operaciones británicas en los Balcanes y después el punto de recogida de la mayor parte de las tropas evacuadas de Grecia.

Para los alemanes, la posesión de Creta era de gran importancia estratégica. Mientras los británicos conservaran la isla, serían capaces de mantener la superioridad aérea y naval en el Mediterráneo Oriental; Creta podría servir como trampolín para desembarcos británicos a lo largo de la costa balcánica; y era una base aérea potencial desde la cual los campos petrolíferos rumanos podían ser atacados. Con Creta en manos del Eje, el continente griego y las líneas marítimas a través del Egeo estaban seguros. Excepción aparte del estímulo que para la moral del Eje la capturar de esta isla debía de producir, Creta era una base ideal de partida desde la cual Alemania podría realizar operaciones ofensivas aéreas y navales en el Mediterráneo Oriental y apoyar una ofensiva terrestre contre Egipto y el Canal de Suez.

Por estas razones no era sorprendente que la Cuarte Fuerza Aérea Alemana, que había sido em-pleada en los Balcanes al mando del General Loehr, llegara a estar interesada en la toma de Creta. El 15 de abril, el Teniente General Kurt Student, uno de los subordinados de Loehr y comandante del XI Cuerpo Aéreo, entregó a Goering un plan para capturar Creta. En el mismo día, el Alto Mando del Ejército transmitió al General Jodl un plan para la invasión de Malta que había estado bajo consideración durante algún tiempo. El 20 de abril, tras una conferencia con el General Student, Hitler se decidió a favor de invadir Creta preferiblemente antes que Malta, y cinco días después fue emitida la Directiva Nr. 28 bajo el nombre en clave de Operación MERCURIO.

De acuerdo con esta directiva, tenían que ser hechos preparativos necesarios para ocupar Creta, que serviría como base para futuras operaciones aéreas contra los británicos en el Mediterráneo Oriental. Goering asumiría el mando total y encargó al XI Cuerpo Aéreo, con la designación de Cuerpo aerotransportado, la ejecución de la operación con el apoyo de otras unidades de la fuerza aérea empleadas en el teatro de operaciones del Mediterráneo. El Ejército debía de proporcionar unidades adecuadas para reforzar el cuerpo aerotransportado, incluyendo un equipo de combate blindado que sería transportado por mar. Además, el Ejército debía de disponer de fuerzas de ocupación que serían necesarias para relevar a las tropas aerotransportadas una vez que la toma de la isla hubiera sido completada. La Armada sería responsable de asegurar las líneas marítimas y debía de contactar con la Armada Italiana para este propósito así como la adquisición del espacio necesario de embarque. Cada medio de transporte disponible debía de utilizarse para trasladar al cuerpo aerotransportado, incluyendo a la 22 División, a sus zonas de reunión, pero estos movimientos no interferirían con la reunión de fuerzas para la Operación BARBARROJA. Finalmente, unidades antiaéreas bajo la jurisdicción del Doce Ejército serían empleadas para proporcionar protección antiaérea a las tropas alemanas en Grecia y Creta.

II. La Situación en el Mediterráneo Oriental.
En el momento en que esta directiva fue emitida, la campaña del Eje en los Balcanes se acercaba a su final. Amplias fuerzas terrestres estaban disponibles en el sur de los Balcanes, pero un gran obstáculo permanecía en el camino de la toma de Creta. La superioridad naval británica en el Mediterráneo Oriental permanecía incontestable y un desembarco marítimo en Creta no podía ser efectuado hasta que la flota británica hubiera sido destruida o al menos expulsada del Egeo. La invasión inicial, por consiguiente, tendría que ser ejecutada por fuerzas aerotransportadas. Casi sin ayuda de nadie, la Luftwaffe tendría que neutralizar las defensas aéreas y terrestres enemigas, desembarcar y lanzar a las tropas de asalto alemanas, derrotar a las fuerzas navales británicas, y apoyar a las operaciones terrestres transportando suministros.

Estas tareas fueron facilitadas por la disponibilidad de un número de aeródromos en Grecia y en las islas del Dodecaneso ocupadas por los italianos, que estaban a distancias ideales para operaciones de bombardeo. Por otra parte, las bases aéreas británicas en Egipto estaban demasiado lejos para proporcionar una adecuada protección y apoyo logístico a las fuerzas que defendían Creta.

Mientras que la Luftwaffe planeó la invasión de Creta con plena confianza, las otras dos armas mantenían una actitud reservada. Incapaz de participar en la operación con sus propios efectivos, la Armada Alemana era más escéptica debido a la debilidad manifiesta de la Flota Italiana. Por otra parte, la Armada Alemana daba la bienvenida a esta oportunidad para la posible derrota de la Flota Británica del Mediterráneo. La falta de entusiasmo del Ejército estaba basada en la su-posición de que los británicos defenderían hasta el final esta posición clave en el Egeo ya que protegía su flanco en el Norte de África y en el Canal de Suez. Además, había un peligro muy real de que un alto porcentaje de tropas de primera clase pudieran ser dirigidas a este teatro de operaciones secundario. En vista de la inminente invasión de Rusia, tales compromisos tenían que ser evitados si era posible.

III. Topografía Militar.
La isla de Creta tiene aproximadamente 160 millas de largo y una anchura que varía de 8 a 35 millas. El interior de la isla es árido y cubierto por montañas erosionadas que, en la parte occidental, se eleva a una altura de 8.1000 pies. Hay pocas carreteras y el agua es escasa. La costa sur desciende abruptamente hacia el mar; el único puerto utilizable a lo largo de esta parte de la costa es el pequeño puerto de Sphakia. Apenas hay comunicaciones de norte a sur, y la única carretera a Sphakia que puede ser utilizada por el transporte motorizado finaliza abruptamente a 1.300 pies por encima del pueblo. La única arteria principal de tráfico corre cerca de la costa norte y conecta Suda Bay con las ciudades de Maleme, Canea, Retimo y Heraklion. La posesión de la costa norte es vital para un invasor que se aproxime desde Grecia, solamente debido a las condiciones del terreno. Los británicos, cuyas bases de suministro estaban situadas en Egipto, estaban grandemente impedidos por el hecho de que el único puerto eficiente estaba en Suda Bay. La topografía de la isla por consiguiente, favorecía al invasor, particularmente ya que el terreno montañoso no dejaba otra alternativa a los británicos que construir sus aeródromos cerca de la expuesta costa norte.

IV. Las Fuerzas Defensoras.
Al comienzo de la invasión alemana de Creta, la guarnición de la isla consistía en alrededor de 27.500 tropas británicas e imperiales y 14.000 griegas bajo el mando del General Bernard C. Freyberg, el comandante general de la División Neozelandesa. La guarnición original, cifrada aproximadamente en 5.000 hombres, estaba completamente equipada, mientras que las tropas evacuadas de Grecia estaban cansadas, desorganizadas y equipadas solamente con armas cortas que habían salvado durante la retirada. Los cretenses ofrecieron su ayuda a los defensores de su isla, si bien habían padecido en exceso las incursiones aéreas y la mayoría de sus jóvenes habían sido hechos prisioneros durante la campaña griega. Los soldados griegos y cretas eran mayormente reclutas inadecuadamente armados. Había una escasez general de equipo pesado, transporte y suministros. Los blindados disponibles para los defensores consistían en ocho tanques medios y dieciséis ligeros y unos cuantos transportes de personal, que estaban divididos en partes iguales entre los cuatro grupos formados en las proximidades de los aeródromos y cerca de Canea. La artillería estaba compuesta por algunas piezas italianas capturadas con un suministro limitado de munición, diez obuses de 3,7 pulgadas y unas cuantas baterías antiaéreas. La construcción de fortificaciones no había sido intensificada hasta que la campaña griega había empeorado.

El General Freyberg dispuso sus fuerzas terrestres con vista a impedir desembarcos aerotransportados en los tres aeródromos en Maleme, Retimo y Heraklion y desembarcos marítimos en Suda Bay y a lo largo de las playas adyacentes. Dividió sus fuerzas en cuatro grupos autosuficientes, el más fuerte de los cuales fue asignado a la defensa del vital aeródromo de Maleme. La falta de transporte hizo imposible organizar una fuerza móvil de reserva.

Durante mayo de 1941, los efectivos aéreos británicos en Creta nunca excedieron de treinta y seis aviones, menos de la mitad de los cuales eran operativos. Cuando los ataques preparatorios alemanes desde el aire se intensificaron y los británicos eran incapaces de operar desde sus aeródromos, éstos decidieron retirar sus escasos aviones el día antes de que comenzara la invasión.

Las fuerzas navales británicas que defendían Creta estaban basadas en Suda Bay, donde las instalaciones portuarias estaban bajo constante observación aérea alemana. Durante el período inmediatamente precedente a la invasión, los intensivos ataques aéreos restringieron la descarga de suministros de las 23:00 horas a las 3:30 horas. La flota británica fue dividida en dos fuerzas: una menor, consistente en dos cruceros y cuatro destructores, debía de interceptar una invasión marítima al norte de Creta, y otra mayor, compuesta por dos acorazados y ocho destructores, que defendería la isla contra una posible intervención de la flota italiana al noroeste de Creta. El único portaaviones en aguas del Mediterráneo Oriental era incapaz de proporcionar cobertura de cazas para las fuerzas en el mar o a los defensores de la isla debido a que había sufrido fuertes bajas en cazas durante la evacuación de Grecia.

Los británicos esperaban un ataque sobre Creta. Sus contramedidas se basaban en la suposición de que una invasión aerotransportada no podría tener éxito sin el desembarco de armas pesadas, refuerzos y suministros por mar. Interceptando a éstas con su Armada, esperaban ser capaces de decidir la cuestión a su favor.

V. Las Fuerzas Atacantes.
El General Loehr, comandante de la Cuarta Fuerza Aérea, fue el encargado de ejecutar la Operación MERCURIO. Su agrupación de fuerzas consistía en las siguientes unidades:

1. El VIII Cuerpo Aéreo bajo el mando del General von Richtofen. Sus fuerzas estaban compuestas por 2 alas de bombarderos medios, 1 ala de cazabombarderos, 1 ala de cazas monomotores y 1 ala de cazas bimotores, cada uno con 150 aviones, así como 2 grupos de reconocimiento.

2. El XI Cuerpo Aéreo, al mando del General Student, consistía en 10 grupos de transporte aéreo con un total de aproximadamente 600 transportes de tropas y 100 remolcadores; un escuadrón de reconocimiento; la reforzada 7 División Aerotransportada compuesta por un regimiento de asalto y tres regimientos paracaidistas; la 5 División de Montaña; un regimiento de la 6 División de Montaña; y varios batallones aerotransportados de antiaéreos, ingenieros y médicos que formaban las tropas de cuerpo. Los efectivos totales de la fuerza de invasión eran aproximadamente de 25.000 hombres.

3. Un grupo de bombardeo, que arrojaría minas en el área del Canal de Suez.

4. Un grupo de patrulla naval y un escuadrón de rescate aire-mar. La asistencia de grupos de bombarderos adicionales del X Cuerpo Aéreo basados en Sicilia había sido prometido a la Cuarta Fuerza Aérea.

El Comandante Naval del Sudeste, Almirante Schuster, no tenía unidades navales alemanas bajo su mando. Los 63 motoveleros y 7 cargueros de 300 toneladas de capacidad cada uno, que formarían dos convoyes, serían escoltados por destructores y lanchas torpederas italianos. Los navíos de transporte habían sido capturados durante la campaña griega y fueron reunidos en el puerto del Pireo. Los motoveleros transportarían a un batallón de la 6 División de Montaña, los elementos de servicio y el equipamiento de la 7 División Aerotransportada que no podían ser aerotransportados, y los animales de carga y el equipo de la 5 División de Montaña, así como raciones y municiones. Los buques de carga serían cargados con tanques, cañones antiaéreos y antitanques, equipo pesado, municiones, raciones y otros suministros.

La única división del Ejército Alemán entrenada para desembarcos aéreos, la 22 División Luftlande, fue incapaz de participar en la invasión de Creta ya que no pudo ser transferida a tiempo desde Rumania, donde vigilaba los campos petrolíferos próximos a Ploesti. La ausencia de estas tropas especialmente entrenadas fue aún más lamentable debido a que la división que ocupó su lugar, la 5 División de Montaña, no tenía experiencia práctica en operaciones aerotransportadas. Si bien las tropas de montañas dieron un excelente resultado durante los combates en Creta, su empleo tuvo todas las características de una improvisación atrevida.

VI. El Plan de Ataque.
Inicialmente, la Luftwaffe tenía dos planes de invasión en estudio. El primero, propuesto por la Cuarta Fuerza Aérea, esablecía desembarcos aerotransportados en la parte occidental de la isla entre Maleme y Canea y la subsiguiente toma del territorio restante mediante un avance hacia el este de todas las tropas desembarcadas. Este plan tenía la ventaja de permitir al invasor concentrar sus fuerzas en un área pequeña y lograr superioridad aérea y terrestre local. Por otra parte, su ejecución llevaría a un prologando combate en las montañas durante el cual el enemigo quedaría en posesión de los aeródromos de Heraklion y Retimo en el este. El segundo plan, propuesto por el XI Cuerpo Aéreo, tenía pensado lanzamientos simultáneos de tropas paracaidistas en siete puntos, los más importantes de los cuales eran Maleme, Canea, Retimo y Heraklion.

Este plan tenía la ventaja de poner a los alemanes en posesión de todos los puntos estratégicos de la isla de un golpe. Una operación de limpieza haría el resto. Sin embargo, el plan implicaba grandes riegos ya que las débiles fuerzas lanzadas en puntos individuales estarían dispersadas sobre una amplia área y las unidades tácticas aéreas serían incapaces de prestar apoyo en todos los puntos al mismo tiempo.

El plan de ataque que fue finalmente adoptado por Goering era una solución de compromiso. Alrededor de 15.000 tropas de combate serían aerotransportadas y 7.000 hombres serían transportados por mar. El Día D, la 7 División Aerotransportada desembarcaría en dos oleadas, la primera por la mañana en el aeródromo de Maleme y cerca de Canea, la segunda por la tarde cerca de los aeródromos en Retimo y Heraklion. El VIII Cuerpo Aéreo proporcionaría intenso apoyo aéreo táctico durante los desembarcos. A la Hora H, los primeros grupos de planeadores, transportando un batallón de tropas de asalto cada uno, aterrizarían en el aeródromo de Maleme. Las tropas desembarcadas neutralizarían a las defensas terrestres restantes y protegerían el descenso de las tropas paracaidistas. Grupos adicionales de planeadores llegarían en intervalos de quince minutos y consolidarían las ganancias hechas en el momento de sus aterrizajes. El equi-po de combate que aterrizaría en Maleme consistiría en un regimiento de tropas de asalto reforzado por infantería paracaidista, una batería de artillería antiaérea paracaidista, y pelotón médico paracaidista. Un procedimiento similar sería seguido cerca de Canea, donde las tropas aerotransportadas aterrizarían sobre las playas. El puesto de mando de la 7 División Aerotransportada establecería su cuartel general cerca de Canea.

8 horas después de la Hora H, la segunda oleada saltaría sobre Retimo y Heraklion sin ayuda de fuerzas en planeador. Cada grupo consistiría en un equipo de combate paracaidista compuesto de infantería, artillería antiaérea, ingenieros y personal médico. Los cuatro grupos, separados por distancias que variaban entre las diez y las setenta y cinco millas, establecerían contacto en el momento más pronto posible. En el Día D más 1 las tropas de montañas serían aerotransportadas a los tres aeródromos, que mientras tantos serían limpiados de fuerzas enemigas. Los convoyes navales desembarcarían al mismo tiempo en Suda Bay y en cualquier puerto menor que estuviera abierto para el embarque.

VII. Los Problemas de Reunión y Logística.
La reunión de todas las unidades que participarían en la Operación MERCURIO tuvo lugar en poco menos de dos semanas. Al evaluar esta ejecución, es necesario recordar las malas carreteras y las difíciles condiciones del terreno en Grecia. El transporte por camión disponible, inclu-yendo columnas de transporte no orgánicas proporcionadas por el Doce Ejército, era muy limitado, y la situación se agravó por el hecho de que los suministros tenían que ser transportados desde bases en Austria, Rumania y Bulgaria. Las líneas ferroviarias griegas no podían ser reparadas a tiempo, y el transporte costero tenía que transportar las principales cargas de suministros. Esta tarea fue complicada por la escasez de navíos, la inseguridad de las rutas de los convoyes, y las capacidades generalmente bajas de los puertos. La gasolina de aviación fue el principal problema ya que la flota petrolera era muy pequeña, y algunos de los petroleros que anteriormente habían estado disponibles se habían perdido durante la campaña de los Balcanes. La escasez de gasolina provocó mayor ansiedad ya que un suministro adecuado era esencial para una operación en la cual los aviones jugarían un papel tan importante. En su informe del 8 de mayo, el oficial de intendencia del Doce Ejército afirmó que las congestiones de tráfico, las líneas férreas demolidas, las reparaciones provisionales de carreteras y los puertos minados en Grecia resultaron ser más un obstáculo ahora que durante las operaciones militares. La solución del problema logístico provocó algún retraso y provocó la posposición del Día D del 16 al 20 de mayo.

Los cazabombarderos y los cazas monomotores estaban basados en aeródromos recientemente construidos en las islas de Milos y Skarpanto así como en el Peloponeso. Los cazas bimotores volarían desde Rodas y otros aeródromos en un radio de 200 millas de Creta. Las bases para los bombarderos de largo alcance y para la aviación de reconocimiento estaban en las áreas de Atenas y Salónica así como en Bulgaria. Los transportes de tropas operarían desde aeródromos cerca de Atenas y en el sur de Grecia. El Día D menos 1, las islas de Kythera y Antikythera fueron tomadas para asegurar las rutas de aproximación a Creta, y baterías antiaéreas fueron apresuradamente instaladas en ambos lugares.

La 7 División Aerotransportada se trasladó en ferrocarril desde Alemania a Arad y Craiova, en Rumania, y desde allí en camión vía Sofía y Salónica a los aeródromos en el sur de Grecia. Las tropas de montaña habían participado en la campaña griega y estaban recibiendo entrenamiento especial en operaciones aerotransportadas.

Estos movimientos de tropas y suministros no pasaron desapercibidos. En las noches precedentes al Día D, los británicos pudieron bombardear las áreas de reunión, pero causaron poco daño. Sin embargo, el elemento sorpresa –tan importante en cualquier operación aerotransportada- no pudo ser mantenido. Los agentes británicos en Grecia transmitieron información precisa sobre el dispositivo alemán y dejaron pocas dudas sobre cual era el siguiente objetivo alemán.
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Mensaje por Medina » Vie Jul 15, 2005 5:25 pm

CAPÍTULO XXI. OPERACIONES.
I. Los Primeros Desembarcos Aerotransportados (20 de Mayo de 1941).
A primeras horas de la mañana del 20 de mayo, oleadas de cazabombarderos y de cazas volando a baja altura sometieron las áreas de Maleme, Canea y Suda Bay a los ataques de bombardeo y ametrallamiento más duros que habían sufrido las experimentadas tropas encargadas de las defensas. La mayoría de los cañones antiaéreos fueron puestos fuera de combate y los defensores se vieron forzados a buscar refugio. Las bombas fueron lanzadas en las proximidades de los aeródromos para destruir las líneas telefónicas.

A las 8:00 horas, los primeros planeadores, cada uno transportando doce hombres, aterrizaron cerca del aeródromo y en las playas próximas a Canea. Al mismo tiempo, aproximadamente 2.000 paracaidistas saltaron en oleadas de 200 cada una en intervalos de quince minutos. Dos de cada tres paracaidistas en cada oleada transportaban contenedores con armas y suministros. En Maleme, las tropas paracaidistas saltaron en medio de un intenso fuego enemigo de armas de infantería, emplazadas en posiciones construidas en las colinas al sur del aeródromo. Muchos de los paracaidistas murieron durante el descenso o poco después de aterrizar. Debido al concentrado fuego enemigo, la mayoría de los hombres fueron incapaces de recuperar los contenedores de armas y tuvieron que confiar en la pistola, las cuatro granadas de mano y el cuchillo grande que llevaban. Un batallón del regimiento de asalto aterrizó muy al este entre olivares y viñedos cerca de Maleme y fue recibido por un mortal fuego de ametralladoras y armas pesadas. Las bajas fueron elevadas, y el pelotón médico que había establecido un puesto de primeros auxilios en una granja fue desbordado por el constante flujo de hombres gravemente heridos. Los planeadores hubieran sido completamente destruidos por el fuego enemigo, si no hubieran estado cubiertos por las nubes de polvo que formaron tan pronto como tocaron tierra.

El comandante de la 7 División Aerotransportada, Teniente General Wilhelm Suessmann, murió durante el vuelo de aproximación, mientras que el Mayor General Eugen Meindl, que estaba al mando del grupo de Maleme, fue seriamente herido poco después de aterrizar. Los grupos de Maleme y Canea estaban, por consiguiente, sin comandantes.

El éxito de la operación de Malema dependía de la rápida captura del aeródromo para que los refuerzos pudieran aterrizar sin demora. Para lograr esto, las fuerzas británicas tenían que ser desalojadas de la Colina 107, que dominaba el aeródromo y el terreno circundante. Los restos de la fuerza inicial lanzaron ataques simultáneos sobre la colina y el aeródromo a las 15:00 horas. A pesar de la fuerte oposición y del devastador fuego de los cañones antiaéreos británicos emplazados cerca del aeródromo, los atacantes capturaron la parte norte y noroeste del aeródromo y avanzaron hacia la ladera norte de la Colina 107. De repente, los atacantes escucharon el ruido de motores y vieron dos tanques británicos cargando a través del aeródromo hacia su retaguardia. Disparando todas sus armas, los tanques sembraron el terror entre los alemanes, hasta que estos pudieron trasladar dos cañones antitanques cuyo fuego neutralizaron a los tanques británicos. Durante todo este episodio, el fuego de la artillería y de las ametralladoras británicas continuó sin disminuir de intensidad. Dos aviones de transporte alemanes intentaron aterrizar en el aeródromo por la tarde pero el fuego de ametralladora les impidió hacerlo.

El grupo de Canea, que debía de capturar el pueblo de Suda y la ciudad de Canea y eliminar el personal de mando británico localizado en esa área, aterrizó en terreno rocoso y sufrió muchas bajas en el salto. Los pocos hombres que no fueron heridos intentaron reunir armas y municiones y establecer contacto con sus camaradas. Aquí, los paracaidista alemanes se enfrentaron con los neozelandeses que les combatieron con fuego de armas pequeñas y pesadas desde los olivares que ofrecían un camuflaje perfecto para francotiradores y posiciones de ametralladoras. Los aislados elementos alemanes hicieron poco progreso contra las bien atrincheradas fuerzas enemigas.

Mientras tanto, el mando alemán en Grecia dio por supuesto que la operación estaba progresando según lo planeado ya que todos los transportes de tropas excepto siete regresaron a sus bases. Sobre esta suposición, que resultó errónea tras el paso de varias horas, los transportes de tropa fueron preparados para los desembarcos de la tarde en Heraklion y Retimo. Debido a un retraso en el reaprovisionamiento de combustible, estos aviones llegaron demasiado tarde sobre los puntos designados de lanzamiento y los paracaidistas, por consiguiente, quedaron sin apoyo directo de cazas y bombarderos. Un equipo de combate paracaidista de tamaño regimental saltó sobre cada uno de los dos puntos entre las 15:00 y las 16:30 horas. Corriendo bajo un intenso fuego británico, los paracaidistas sufrieron muchas más bajas que en Maleme y fracasaron en capturar los aeródromos, ciudades o puertos. Algunas de las tropas aterrizaron en puntos erróneos debido a que los transportes de tropas tuvieron dificultades para orientarse. Tras tomar tierra, los alemanes se encontraron en una situación casi desesperada. Rodeados por fuerzas enemigas muy superiores, lucharon por sobrevivir. Su equipo de señales había sido destrozado durante el lanzamiento y, por lo tanto, eran incapaces de establecer contacto con las fuerzas amigas más cercanas. Aunque dependían completamente de ellos mismos y se enfrentaban a un destino incierto, estaban determinados a resistir hasta el final en las proximidades de los dos aeródromos a fin de retener a las fuerzas enemigas y así ayudar a sus camaradas en la parte occidental de la isla.

El reconocimiento aéreo y los mensajes de radio habían entretanto el cuadro erróneo de los primeros desembarcos en Creta occidental. En la tarde del 20 de mayo ni un solo aeródromo estaba afianzadamente en manos de los alemanes. Los informes más favorables procedían de Maleme, donde los defensores habían desalojado la Colina 107 y las defensas del perímetro del aeródromo que, sin embargo, estaba aún bajo el fuego de la artillería británica. Además, parte del aeródromo estaba obstaculizado por aviones y planeadores estrellados. Así, no habían disponibles aeródromos para el desembarco aerotransportado de la 5 División de Montaña, el cual estaba programado para el día siguiente. Canea estaba aún en manos enemigas y las aisladas tropas aterrizadas en los cuatro puntos de lanzamientos habían sido hasta ahora incapaces de formar un puente aéreo y mucho menos de establecer contacto entre ellas. Mientras el atacante se había encontrado con una resistencia inesperadamente fuerte y había fracasado en alcanzar el objetivo del día, el defensor estaba sorprendido por la furia y la fuerza de la acometida.

II. La Invasión Marítima (20-22 de Mayo).
Durante la noche del 20 al 21 de mayo, una pequeña fuerza naval británica rompió el bloqueo aéreo alemán y registró las aguas al norte de Creta. Acto seguido, el Almirante Schuster decidió llamar de regreso a Milos al primer convoy naval, que estaba aproximándose a Creta bajo la escolta de un destructor italiano. Al amanecer del 21 de mayo, los aviones alemanes avistaron a los buques británicos y los sometieron a intensos ataques aéreos. Un destructor fue hundido y dos cruceros dañados. A las 9:00 horas, las aguas al norte de Creta estaban limpias de buques enemigos y al convoy se le ordenó continuar su viaje en dirección a Maleme. Durante el día, los cazabombarderos alemanes basados en Skarpanto y aviones italianos volando desde Rodas lograron varios impactos sobre buques británicos que regresaban a aguas de Creta, impidiéndoles por consiguiente que interceptaran al convoy del Eje. Las tropas alemanas en la isla esperaban con ansiedad la llegada de artillería, caños antitanques y suministros, pero las malas condiciones climáticas retrasaron tanto al convoy que no pudieron alcanzar la isla antes del anochecer.

Cuando finalmente llegó a los alrededores del Cabo Spatha a las 23:00 horas, el convoy se enfrentó repentinamente con un destacamento naval británico que estaba en camino a Suda Bay para desembarcar refuerzos y suministros. Los británicos inmovilizaron al navío de escolta italiano y hundieron a la mayoría de los motoveleros y mercantes. Muchos soldados alemanes, la mayoría de ellos tropas de montaña, se ahogaron. La mayor parte de los náufragos, sin embargo, fueron rescatados por aviones de rescate marítimo. Al segundo convoy, que había mientras tanto alcanzado Milos, se le ordenó regresar al Pireo para salvarlos de un destino similar. Ningún otro desembarco marítimo fue intentado hasta que el destino de Creta hubiera sido decidido.

En la mañana del 22 de mayo, el VIII Cuerpo Aéreo comenzó un ataque exhaustivo sobre la flota británica, que se vio forzada a retirarse del Egeo tras sufrir fuertes pérdidas. La batalla entre la Luftwaffe y la Armada Británica finalizó con la victoria del poder aéreo alemán, que desde entonces dominó el aire y las aguas al norte de Creta.

III. La Continuación del Combate (21 de Mayo - 1 de Junio).
En la mañana del 21 de mayo, unos cuantos aviones fueron capaces de hacer aterrizajes de emergencia en las playas próximas a Maleme y de traer las necesitadas armas y municiones paras las tropas de asalto en esa área. El fuego de la artillería enemiga impedía cualquier aterrizaje en el mismo aeródromo. Por lo tanto, se decidió lanzar tropas paracaidistas adicionales detrás de las posiciones enemigas que dominaban el aeródromo.

El Coronel Bernhard Ramcke –que después serviría con Rommel en el Norte de África y defendería Brest tras la invasión de Normandía- reunió 500 paracaidistas que habían sido dejados atrás el primer día y formó un batallón de reserva. Se le ordenó saltar al oeste del aeródromo de Maleme y ayudar a limpiar las posiciones británicas en sus proximidades. Los soldados de infantería de montaña ya sentados en sus aviones de transporte fueron apresuradamente descargados e inmediatamente reemplazados por los hombres de Ramcke. A primeras horas de la tarde, cuatro compañías de tropas paracaidistas saltaron a baja altitud sobre los viñedos próximos a Maleme. Las dos compañías que se suponían que aterrizarían detrás de las líneas enemigas, descendieron directamente entre las bien camufladas posiciones enemigas y fueron casi completamente aniquiladas. Las otras dos se unieron a las tropas de asalto que, a las 17:00 horas, lograron desalojar a la infantería enemiga de la ciudad de Maleme y de las colinas que rodeaban el aeródromo. El lanzamiento fue efectivamente apoyado por ataques de la fuerza aérea táctica sobre las defensas enemigas. Durante este combate, sin embargo, los cazabombarderos fueron incapaces de silenciar las piezas de artillería británicas que estaban particularmente bien camufladas y que, con objeto de no revelar su posición, se abstuvieron de disparar mientras los aviones alemanes estuvieran a la vista.

Los transportes con las tropas de la 5 División de Montaña comenzaron a aterrizar en el aeródromo de Maleme a las 16:00 horas, si bien el aeródromo estaba aún bajo fuego intermitente de artillería y de ametralladora. Los aviones en vuelo rasante mantuvieron el fuego enemigo al mínimo y los aterrizajes procedieron sin grandes bajas. Un tanque británico capturado fue utilizada como remolcador para limpiar el aeródromo de aviones quemados y dañados. Tan pronto como la pista de aterrizaje fue despejada, llegaron y salieron aviones sin interrupción.

Desde ese punto, los refuerzos y suministros continuaron llegando y el destino de Creta quedó sellado. Poco a poco, toda la 5 División de Montaña fue transportada. Aún más importantes para las fuerzas atacantes fueron las piezas de artillería, cañones antitanques y suministros de todo tipo, que habían estado desaparecidos durante la fase inicial de la invasión y que ahora estaban siendo transportados a Maleme.

El 22 de mayo, el Mayor General Julius Ringel, comandante de la 5 División de Montaña, asumió el mando de todas las fuerzas alemanas en el puente aéreo de Maleme. Su primer objetivo era establecer contacto con las fuerzas de Canea y limpiar la parte occidental de la isla de tropas enemigas. Para este propósito, sus tropas de montaña utilizaron las mismas tácticas que habían empleado tan exitosamente en el Monte Olimpo y en las Termópilas. Ascendiendo por senderos que no eran ni caminos reales y sobre alturas previamente consideradas que no se podían escalar, las tropas de montaña, cargadas con todo lo que necesitaban para combatir y avituallarse, ampliaron sus líneas según avanzaban y luego atacaban al enemigo por el flanco o por la retaguardia en puntos donde no se les esperaban lo más mínimo. No tenían mulas y por lo tanto se vieron forzados a cargar con sus armas pesadas y municiones a través del abrupto terreno. Durante la lucha en Creta cumplieron con el lema de que el sudor ahorra sangre. En sus pesados uniformes, los soldados de montaña resistieron los días con un calor agobiante con temperaturas superiores a los 30 grados, y las noches cuando el aire de la montaña en altitudes superiores a los 7.000 pies era tan frío que eran incapaces de dormir.

El Día D más 5, las tropas de montaña flanquearon las posiciones británicas al este de Maleme, y al día siguiente entraron en Canea, la capital de Creta, y ocuparon Suda Bay después de una marcha forzada a través de las montañas. Durante el combate, los británicos ofrecieron un fuerte resistencia y no mostraron signos de disposición a ceder. Hicieron un uso muy hábil del terreno y retrasaron el avance alemán con fuego de francotiradores y de ametralladoras. Algunas de sus posiciones estaban protegidas por alambradas y campos de minas. Bandas armadas de cretenses combatieron fieramente en las montañas, utilizando gran astucia y cometiendo actos de crueldad como la mutilación de soldados alemanes muertos y heridos.

La coordinación tierra-aire de los atacantes no pudo funcionar ocasionalmente durante estos días. A las 13:10 horas del 26 de mayo, por ejemplo, aviones Dornier sometieron a elementos del 85 Regimiento de Montaña a un duro bombardero, a pesar de que éstos habían izado banderas con la esvástica y disparado bengalas blancas. El bombardeo continuó hasta las 14:00 horas y tuvo un efecto muy perjudicial para la moral de las tropas terrestres.

Mientras la lucha por el oeste de Creta se intensificaba, aviones de reconocimiento alemanes informaron que unos cuantos aviones británicos habían regresado al aeródromo de Heraklion el 23 de mayo y que refuerzos estaban llegando por mar en la parte oriental de la isla. Si la completa superioridad aérea sobre Creta debía de ser mantenida por la Luftwaffe, el regreso de aviones británicos en masa tenía que ser evitado por todos los medios. Se decidió por consiguiente reforzar a las tropas alemanas en la bolsa de Heraklion con el lanzamiento de unidades paracaidistas apresuradamente reunidas. Tomarían posesión del aeródromo y, hasta que fueran relevadas por las tropas terrestres que se aproximaban, evitarían el aterrizaje de aviones británicos. Cuatro compañías de tropas paracaidistas fueron formadas en Maleme y lanzadas en las proximidades de la bolsa de Heraklion, al oeste de la ciudad. Inmediatamente después de aterrizar el 28 de mayo, las unidades paracaidistas contactaron con la fuerza en la batalla de la bolsa y lanzaron un ataque concertado contra las posiciones británicas, eliminando varios puntos fuertes enemigos con el apoyo de cazabombarderos. Tras reagrupar a sus fuerzas durante la noche, el comandante alemán en Heraklion se dispuso a capturar la ciudad y el aeródromo a primeras horas de la mañana siguiente. Al amanecer, las tropas alemanas se acercaron a las posiciones británicas. No hubo disparos. Navíos británicos habían evacuado a la guarnición de Heraklion durante la noche anterior.

Para entonces, la resistencia británica se había desmoronado en todas partes. Suministros y equipos alemanes fueron desembarcados en Suda Bay sin interferencia de unidades navales o aéreas enemigas. El 29 de mayo, elementos motorizados de reconocimiento, avanzando a través de territorio enemigo, establecieron contacto con las fuerzas alemanas en la bolsa de Retimo y alcanzaron Heraklion al día siguiente. Una pequeña fuerza italiana que había desembarcado en Sitia Bay en el extremo oriental de la isla el 28 de mayo, enlazó con un destacamento de avanzada alemán dos días después.

El 28 de mayo, el General Freyberg había ordenado al grueso de las fuerzas terrestres británicas que se abrieran paso hacia la costa sur de Creta para que pudieran ser evacuados a Egipto. Debido a que esta plan no fue inmediatamente reconocido por el mando alemán, sólo una débil fuerza consistente en un batallón reforzado de montaña fue empleado para lanzar una persecución en dirección a Sphakia, mientras que el cuerpo principal de las tropas alemanas continuaron su avance hacia el este. No fue hasta el 31 de mayo cuando fuerzas adicionales fueron dirigidas al sur para avanzar hacia Sphakia.

Tras repetidos encuentros con la retaguardia enemiga, las fuerzas alemanas alcanzaron la costa sur de la isla el 1 de junio. La lucha por Creta estaba por tanto terminada. A pesar del gran retraso en la emisión de las órdenes de evacuación, la Armada Británica fue capaz de embarcar a aproximadamente 14.800 hombres y devolverlos a Egipto. Sometida a severas perdidas y al constante hostigamiento de los aviones alemanes, la Armada realizó la evacuación durante cuatro noches.

IV. Bajas y Pérdidas.
Las cifras de las bajas alemanas sufridas en las operaciones de Creta permanecen como materia de conjetura. En vista de que los informes alemanes post acción daban bajas totales que variaban entre los 3.986 y los 6.453 hombres, Winston S. Churchill afirmó que más de 4.000 tumbas habían sido contadas en el área de Maleme y Suda Bay y otras mil en Retimo y Heraklion. En opinión de Churchill, los alemanes debían de haber sufrido más de 15.000 bajas entre muertos y heridos. Parte de la diferencia puede ser explicada por el hecho de que los británicos estimaron el número de hombres ahogados en el hundimiento del primer convoy en 2.500 hombres. Realmente, sólo dos batallones habían sido embarcados en navíos de ese convoy y el escuadrón de rescate marítimo aparentemente rescató a la mayoría de los náufragos. En un reciente estudio sobre las bajas alemanas en Creta, los historiadores militares británicos parecen inclinados a aceptar las cifras alemanas más elevadas como correctas.

Alrededor de 350 aviones alemanas, más de la mitad de ellos transportes de tropas, fueron destruidos o dañados.

Los británicos pudieron evacuar 14.800 de una guarnición de 27.500 hombres. Atrás quedaron también las 14.000 tropas griegas, muertas o capturadas. La Armada Real sufrió cerca de 2.000 bajas e incapacitados resultantes de su retirada del Egeo.

CAPÍTULO XXII. LECCIONES.
En vista de las circunstancias particulares que rodearon la toma alemana de Creta, su éxito no puede ser tomado como prueba para la argumentación de que la invasión aerotransportada de una isla es la solución ideal en cualquier situación similar. Las comparaciones con otros teatros de operaciones de guerra, por ejemplo las Islas Británicas, son engañosas. La invasión de Creta está en una categoría por sí misma, pero varias lecciones con validez general para operaciones similares pueden ser aprendidas de la experiencia alemana. En general, el éxito de una operación aerotransportada contra una isla dependerá de los siguientes factores:

a. El Control del aire encima de la isla es esencial por la exitosa ejecución de desembarcos aerotransportados. Durante la operación de Creta, los británicos no tenían prácticamente aviación basada en la isla y fueron incapaces de improvisar una efectiva cobertura aérea desde el Norte de África debido a la gran distancia entre las bases aéreas en Egipto y los aeródromos en Creta.

b. El control del mar alrededor de la isla es lo siguiente en importancia. La armada del invasor debe de ser capaz de proporcionar protección completa para los convoyes que tengan que llevar tanques, armas pesadas y suministros de todo tipo. Durante el ataque sobre Creta, las unidades navales británicas cortaron el transporte marítimo alemán y, por lo tanto, retrasaron el progreso de la ofensiva terrestre, lo cual a su vez permitió a los británicos evacuar fuerzas considerables a Egipto. Los refuerzos alemanes, los suministros y, sobre todo, tanques, artillería y cañones antitanques no pudieron ser llevados a la isla por mar cuando eran más necesitados. La advertencia dada por la Armada Alemana antes del comienzo de la Operación MERCURIO –no enviar convoyes navales a Creta antes de que las aguas alrededor de la isla hubieran sido limpiadas de enemigos- había estado justificada.

c. Los canales de mando que regulan la cooperación entre armas deben de estar claramente definidos y la unidad de mando sobre las fuerzas aerotransportadas y marítimas deber de estar firmemente establecido. Durante la invasión de Creta, la organización de mando alemana estuvo unificada, y por primera vez un general de la fuerza aérea tenía el mando supremo de las fuerzas aéreas, terrestres y navales. El General Loehr, comandante de la Cuarta Fuerza Aérea, estableció su cuartel general en Atenas a corta distancia de los cuarteles generales del Doce Ejército y del Grupo Sur de la Armada, los cuales recibieron órdenes de darle todo el apoyo que necesitara.

En contraste con la simplicidad de esta organización de mando, las unidades terrestres y de las fuerzas aéreas británicas estaban bajo comandantes locales independientes quienes a su vez estaban subordinados a los respectivos comandantes de armas, Oriente Medio, estacionados en Egipto. El comandante naval zarpó con la flota. Los tres comandantes de armas, Oriente Medio, informaban a través de sus ministerios al Gabinete de Guerra en Londres y recibían sus órdenes de esa fuente. Para añadir confusión, el General Freyberg, el comandante neozelandés de las fuerzas terrestres, también informaba a su gobierno a través de medio mundo cada vez que consideraba que ello era necesario o en interés de su país.

El Primer Ministro Churchill envió mensajes directamente al General Freyberg e intervino cuando creía que su influencia y ánimo serían beneficiosos. Así, el 27 de mayo, en el momento en que el destino de Creta ya no estaba en duda y el comandante local estaba preparando órdenes para la retirada, Churchill telegrafió a los comandantes en jefe del Oriente Medio: “La victoria en Creta es esencial en este momento decisivo de la guerra. Sigan enviando todo lo que puedan”.

d. El elemento sorpresa es esencial para el éxito de una operación aerotransportada que implica grandes riesgos bajo cualquier circunstancia. Para lograr la sorpresa, es particularmente importante mantener el secreto de los planes ofensivos hasta el último minuto. Esto nunca será completamente cumplido pero varias medidas deben de ser tomadas para engañar al enemigo al menos acerca del momento exacto del comienzo del ataque. Por ejemplo, mientras que los preparativos logísticos en los aeródromos de partida para los transportes de tropas y planeadores deben ser logrado con anticipación, las formaciones aerotransportadas deben ser trasladadas tan tarde como sea posible. La presencia de tropas paracaidistas debe de ser mantenida en secreto restringiendo los movimientos hacia y desde los aeródromos de partida. También, debe evitarse que el enemigo haga vuelos de reconocimientos sobre las zonas de estacionamiento.

e. Otros factores importantes son la intensa recogida de inteligencia y la correcta diseminación de la información obtenida. El terreno de las áreas potenciales de desembarco deben de ser reconocidas a fondo por aviones en vuelo bajo, fotografía aérea y agentes. Cuando las tropas paracaidistas desciendas, los principales nidos de resistencia enemigos y las armas defensivas deben haber sido neutralizados o las tasas de bajas durante el salto serán anormalmente altas.

El reconocimiento aéreo alemán durante el período precedente a la invasión fue inadecuado y el cuadro de inteligencia presentado por la Luftwaffe no correspondía con la situación real en la isla. Los británicos habían logrado encubrir fortificaciones y camuflar sus posiciones artilleras. Falsas posiciones antiaéreas fueron intensamente bombardeadas, mientras que las verdaderas no fueron descubiertas. Algunas posiciones británicas fueron erróneamente marcadas como pozos artesianos y la prisión sobre la carretera a Caena se pensó que era un depósito de víveres británico. Aparentemente, el Doce Ejército tenía una información para precisa de agentes locales. Pero, en la firme creencia de que los británicos pretendían evacuar la isla inmediatamente después de los primeros desembarcos aerotransportados y que las guarniciones consistían en solo 5.000 tropas de combate, la Luftwaffe rehusó considerar las estimaciones más realistas de los preparativos enemigos.

f. Las tácticas aerotransportadas deben de ser flexibles. Tras la toma de Creta, los alemanes supieron de los documentos capturados que los británicos habían estudiado las órdenes de operación alemanas relacionadas con la invasión aerotransportada de Holanda en 1940 y seguían utilizando la información para el entrenamiento de tropas y la construcción de fortificaciones. Debido a que los alemanes no habían cambiados sus tácticas, el sistema defensivo enemigo resultó completamente adecuado durante la primera fase de la invasión. Si la Luftwaffe hubiera adoptado tácticas diferentes, como limitar el número de objetivos iniciales a uno o dos, podría haber logrado una gran concentración de fuerzas. Además, las primeras oleadas de tropas paracaidistas saltaron sobre los tres aeródromos y aterrizaron en medio del fuego concentrado de todas las armas defensivas que el enemigo había emplazado cerca de cada uno de ellos. El propósito de aterrizar encima del objetivo, en lugar de cerca, sería paralizar inmediatamente los centros principales de defensa. Este plan fracasó en cada instancia y su ejecución involucró fuertes bajas.

Para empeorar las cosas, las tropas saltaron sobre puntos erróneos en la mayoría de los casos. Algunas unidades fueron lanzadas a diez millas de distancia. Esto era del todo menos comprensible ya que los puntos de lanzamiento habían sido claramente identificados y las tripulaciones de vuelo completamente informadas. Algunos de los pilotos lanzaron a los paracaidistas en el lugar equivocado y desde una gran altitud para escapar del fuego terrestre enemigo. Su conducta puso en peligro el éxito de la operación.

En cualquier caso, un fuerte y bien integrado sistema defensivo casi se supera aterrizando encima de él, al menos si previamente ha sido machacado por continuos bombardeos. Los mejores resultados pueden ser obtenidos saltando a distancia del objetivo, que debe ser posteriormente reducido por las acostumbradas tácticas de infantería. Para este propósito los paracaidistas deben de recibir entrenamiento de infantería.

g. Fuertes reservas, incluyendo formaciones aéreas, deben de estar fácilmente disponibles para que cualquier éxito inicial, logrado dondequiera que los desembarcos aerotransportados hayan tenido lugar, pueda ser inmediatamente explotado. O, si surgen dificultades inesperadas, como en la operación de Creta donde la flota británica repentinamente intervino, estas reservas deban de ser capaces de contraatacar inmediata y efectivamente.

h. Los soldados deben de llevar consigo ametralladoras ligeras, cañones sin retroceso, lanzacohetes, etcétera, durante el descenso para el caso de que deban de combatir antes de recuperar sus bolsas. Los contenedores lanzados por los alemanes a menudo caían en las posiciones enemigas y eran recogidos por las tropas británicas que utilizaban las armas y municiones contra los alemanes, infringiéndoles fuertes bajas con sus propias armas. Además, algunos contenedores cayeron en riachuelos y profundas vaguadas y, por consiguiente, no pudieron ser recuperados.

i. Las tropas deben de ser equipadas con uniformes apropiados. El uniforme paracaidista alemán resultó ser inapropiado para el clima cálido de Creta. Durante el combate, muchos hombres sufrieron de congestión debida al calor. Cada movimiento en el campo de batalla implicaba terroríficos esfuerzos físicos, y la eficiencia de las tropas estaba así considerablemente deteriorada.

Evaluando la actuación de los defensores, el General Ringel, que estuvo al mando de las operaciones terrestres alemanas durante la crucial batalla por Canea, hizo la siguiente afirmación: “La terca defensa enemiga pudo haber llevado a nuestra derrota, si hubiera captado la situación desde el mismo comienzo y hubiera hecho utilización de todos sus fuerzas y recursos disponibles”.

CAPÍTULO XXIII. CONCLUSIONES.
Por su atrevida ejecución y por las nuevas técnicas empleadas, la invasión aerotransportada de Creta debe de ser considerada como un logro militar histórico. Sin embargo, sus muchas deficiencias, la mayoría de las cuales deben de ser atribuidas a preparativos insuficientes, dan a la operación todas las características de una improvisación. A pesar del éxito logrado, el alto coste de la toma de la isla llevó a Hitler a perder confianza en las operaciones aerotransportadas.

La posesión de Creta resultó de poco valor ofensivo para el Eje debido a que los posteriores desarrollos en la situación global le impidió explotar su éxito. Para los alemanes, Creta no fue un paso intermedio para Suez y el Medio Oriente, sino más bien la parte concluyente de la campaña en los Balcanes.

Uno de los primeros efectos de la campaña de Rusia, que comenzó sólo veintiún días después del cese de hostilidades en Creta, fue la retirada del poder aéreo alemán del Mediterráneo Oriental. Además, después de octubre de 1941, la escasez de fuerzas terrestres entrenadas llevó al mando alemán a emplear unidades entrenadas aerotransportadas y paracaidistas como infantería en Rusia. El General Student, por consiguiente, parece haber estado justificado para afirmar en un interrogatorio de posguerra que “Creta fue la tumba de los paracaidistas alemanes”.
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Mensaje por Medina » Vie Jul 15, 2005 6:29 pm

PARTE QUINTA. LA RELACIÓN ENTRE LAS CAMPAÑAS EN LOS BALCANES Y LA INVASIÓN DE RUSIA.
Con su intervención en los Balcanes en 1940-41, Gran Bretaña abrió realmente un segundo frentes meses antes de que el primer frente –en Rusia- se hubiera hecho realidad. Que este movimiento estratégico fuera en gran parte abortado y que tuviera poco efecto inmediato sobre la ejecución de la Operación BARBARROJA parece sólo circunstancial. El Eje agrandó su área de responsabilidad ocupando territorios cuyo potencial económico era de alguna importancia, pero cuyas ventajas estratégicas eran incapaces de explotar. Resintiéndose de la ocupación por fuerzas italianas, los nacionalistas griegos y yugoslavos pronto se sublevaron contra sus conquistadores. Desde ese momento hasta el final de la II Guerra Mundial, la úlcera balcánica en el flanco del Eje se negó a cicatrizar.

Realmente, Alemania tenía poco donde escoger en lo tocante a lanzar las campañas en los Balcanes. Una vez que Mussolini había cometido el error de meter su roma espada a través de la frontera albanesa hacia Grecia y había sufrido amargos reveses, Hitler se vio obligado a rescatar a su hermano de armas. Además de razones de prestigio, la mano de Hitler se vio forzada por la ocupación británica de Creta y de otras islas griegas así como las subsiguientes actividades políticas rusas y británicas en los Balcanes. La amenaza al flanco sur alemán en la inminente invasión de Rusia podía ser eliminada por una ofensiva relámpago o neutralizándola con la creación de un cinturón defensivo de seguridad en los Balcanes. La primera solución, que Hitler decidió adoptar, tenía la ventaja de que sólo fuerzas relativamente pequeñas serían desviadas. Si los alemanes adoptaban métodos defensivos, probablemente tendrían que haber empleados más fuerzas en los Balcanes a largo plazo. Una fuerza mínima de tres divisiones habría sido inevitablemente necesaria en Albania para ayudar a los italianos. Tarde o temprano, los británicos habrían logrado hacer meter a Yugoslavia en la guerra de su lado. Si esto hubiera ocurrido mientras Alemania estaba ocupada combatiendo con la URSS, podría haberse desarrollado una situación extremadamente peligrosa.

Asumiendo, por consiguiente, que los alemanes se vieron forzados a ejecutar las campañas balcánicas antes de que invadieran Rusia, el siguiente paso es analizar la conexión entre estas operaciones militares.

CAPÍTULO XXIV. INFLUENCIA DE LOS PLANES PARA LA OPERACIÓN BARBARROJA SOBRE LAS CAMPAÑAS EN LOS BALCANES.
I. Ejecución Apresurada de las Campañas de los Balcanes.
Para evitar cualquier retraso innecesario en el lanzamiento de la Operación BARBARROJA, las dos campañas en los Balcanes y la toma de Creta tuvieron que ser llevadas a cabo con extrema velocidad. En muchos casos durante la campaña yugoslava, las divisiones no pudieron ser completamente reunidas, y los escalones de avance tenían que partir mientras los elementos de retaguardia aún estaban trasladándose a las áreas de concentración. La premura con la cual Creta tenía que ser tomada llevó a varias improvisaciones en la preparación y ejecución de esta operación aerotransportada. Muchas de las deficiencias podrían haber sido evitadas, si los alemanes no hubieran estado con el agua al cuello.

II. Apresurada Redistribución desde los Balcanes.
Incluso antes de que las victorias alemanes en Yugoslavia y Grecia hubieran estado completamente logradas, algunas de las unidades tuvieron que ser redistribuidas a Alemania para ser vueltas a equipar a tiempo para la Operación BARBARROJA. Algunos de los cuarteles generales de cuerpo, unidades del Cuartel General y, sobre todo, las divisiones mecanizadas empleadas en la campaña yugoslava, eran indispensables para el comienzo de la invasión de Rusia. En algunos casos, las unidades fueron detenidas en medio de la acción y redistribuidas a la zona del interior. Debido a las malas carreteras y a las defectuosas líneas ferroviarias en los Balcanes, estos movimientos interfirieron con la ejecución lisa de las operaciones militares.

III. Defectuosa Ocupación de Yugoslavia y Grecia.
La insistencia en la rápida redistribución hizo imposible desarmar completamente a las fuerzas enemigas o peinar las áreas montañosas en las cuales algunos de los combatientes hallaron refugio. Muchas armas fueron ocultas y depósitos de suministros militares desaparecieron antes de que pudieran ser ocupados. El auge temprano de los movimientos de resistencia y partisano en los Balcanes fue facilitado por la prisa con la cual las operaciones militares en este teatro de operaciones se les tuvo que dar fin.

CAPÍTULO XXV. EFECTO DE LAS CAMPAÑAS BALCÁNICAS EN LA OPERACIÓN BARBARROJA.
I. Retraso de la Operación BARBARROJA.
Debido a las inundaciones anuales de primavera en el este de Polonia y oeste de la Rusia europea, el 15 de mayo era la fecha más temprana posible para el inicio de la invasión de Rusia. Ningún atraso fue mencionado antes de la rebelión yugoslava, que tuvo un efecto inmediato en los planes para la Operación BARBARROJA. Tan pronto como el 27 de marzo, Hitler estimaba que la campaña contra Yugoslavia retrasaría la invasión alrededor de cuatro semanas. Esta estimación estaba basada en la diversión de fuerzas para la reunión contra Yugoslavia. El personal de los cuarteles generales, divisiones y unidades del Cuartel General que estaban en camino hacia las áreas de concentración para la Operación BARBARROJA o cuya partida era inminente tuvieron que ser desviados. Estas unidades tenían que ser reemplazada por otras cuya partida fue retrasada debido a que no estaban preparadas para su empleo. Sin embargo, de los dos cuerpos y nueve divisiones que fueron desviados para la campaña yugoslava, todas menos tres divisiones de infantería fueron reemplazadas desde las reservas del Alto Mando del Ejército cuando la Operación BARBARROJA comenzó.

Otro factor a considerar en calcular el retraso fue que todas las unidades, particularmente las divisiones blindadas y de infantería motorizada, tenían que ser reequipadas tras las campañas de los Balcanes. Esta rehabilitación, que se estimaba que tomaría un mínimo de tres semanas para las unidades móviles, tenía que ser desarrollada en Alemania en las proximidades de los principales talleres de reparación y depósitos de piezas de recambio.

Los planes para la invasión de Rusia fueron modificados de acuerdo con esta estimación. El 7 de abril, el Mariscal de Campo von Brauchitsch emitió una orden en la cual explicaba que la Operación 25 necesitaba cambios en los preparativos para la campaña de Rusia posponiéndola entre cuatro y seis semanas. La nueva fecha fijada sería el 22 de junio. Posteriores conferencias entre Hitler y sus asesores militares confirmaron esta nueva fecha para el Día D, y fue mantenida hasta el fin.

Realmente, sólo parte del retraso fue causado por las campañas en los Balcanes. La Operación BARBARROJA posiblemente no podía haber comenzado el 15 de mayo debido a que la primavera se retrasó en 1941. Tan tarde como comienzos de junio, los valles fluviales ruso-polacos aún estaban inundados y parcialmente intransitables como resultado de las lluvias excepcionalmente fuertes.

II. La Redistribución de las Fuerzas Terrestres.
Tan pronto como llegó a ser aparente que la campaña yugoslava acabaría en un tiempo relativamente corto, el movimiento de fuerzas destinadas a los Balcanes fue detenido y revertido. Tan pronto como el 14 de abril, tres cuerpos y siete divisiones fueron redirigidos a sus respectivos puntos de partida en Alemania y Rumania. La redistribución de las divisiones móviles empleadas en Yugoslavia comenzó el 21 de abril cuando a la 16 División de Infantería Motorizada se le ordenó reensamblar antes de embarcar en tren hacia Alemania. Dos días después, tres de las divisiones panzer recibieron órdenes similares.

Mientras las campañas en los Balcanes estaban en marcha, el Ejército Alemán organizó apresuradamente débiles divisiones de seguridad que serían enviadas a Europa Occidental y a los Balcanes para tareas de ocupación. Para finales de mayo, cinco de estas divisiones habían llegado a Yugoslavia y ocupado el lugar de todas las divisiones de combate que aún permanecían en ese país. Todas menos tres de las divisiones alemanas empleadas en las campañas griega y cretense fueron redistribuidas antes del comienzo de la Operación BARBARROJA. Sólo la 2 y la 5 Divisiones Panzer, que habían avanzado hasta el sur de Grecia, no estaban disponibles a tiempo para el comienzo de la invasión.

III. La Influencia en las Operaciones Aéreas.
Las pérdidas considerables sufridas por la Luftwaffe durante la toma de Creta, especialmente en cuanto se refiere a aviones de transporte de tropas, afectaron a los efectivos del poder aéreo alemán disponibles en el comienzo de la campaña rusa. Además, ya que las tropas paracaidistas alemanas habían sido diezmadas en Creta, el número de hombres cualificados para llevar a cabo operaciones aerotransportadas a gran escala al comienzo de la invasión era insuficiente.

Como se ha mencionado anteriormente, el horario para el ataque sobre Rusia no permitió explotar las ventajas estratégicas que los alemanes habían obtenido en el Mediterráneo Oriental. Incluso antes de que la toma de Creta hubiera sido consumada, al VIII Cuerpo Aéreo se le ordenó redistribuir sus fuerzas a Alemania para reequipar. Mientras que el personal de tierra procedió directamente a sus nuevas bases en Polonia, las unidades de vuelo regresaron a Alemania tan pronto como pudieron ser libradas de participar en la campaña de Creta. El movimiento a lo largo de líneas de comunicaciones tan extendidas y complicadas tuvo que ser cumplido a máxima velocidad si tenía que ser completado en menos de tres semanas.

IV. Las Campañas Balcánicas como Diversión.
Las operaciones alemanas en el Mediterráneo Oriental en la primavera de 1941 tuvieron éxito en desviar la atención mundial de la concentración de fuerzas en Polonia. Coincidiendo con el avance de Rommel en el desierto norteafricano, las campañas alemanas en los Balcanes parecían indicar que los planes de expansión de Hitler se dirigían hacia el Mediterráneo Oriental. La invasión aerotransportada de Creta parecía confirmar la opinión de que Hitler tenía en mente tomar Suez mediante una operación combinada por aire, mar y tierra. Mientras los rusos estaban lejos de estar contentos de ver los Balcanes bajo dominación alemana, debían de haber seguido la diversión de efectivos alemanes con particular interés. La completa sorpresa lograda por la invasión alemana de Rusia el 22 de junio debe de ser parcialmente atribuida al hecho de que las operaciones balcánicas desviaron la atención de los preparativos que tenían lugar en Polonia durante abril y mayo de 1941.

CAPÍTULO XXVI. CONCLUSIONES.
Formar una opinión imparcial de la verdadera relación entre las campañas en los Balcanes y la invasión de Rusia está lejos de ser fácil. Los autores militares alemanes afirman que la diversión en los Balcanes tuvo apenas influencia en el curso de la siguiente campaña, ya que las bajas de Alemania fueron relativamente bajas y el gasto de material y de suministros insignificante. Están de acuerdo en que la invasión de Rusia debería haber comenzado tres semanas antes si no hubiera sido por las campañas balcánicas. Este retraso de tres semanas podría parecer de decisiva importancia considerando que el repentino comienzo del invierno cambió las tornas cuando los alemanes estaban frente a Moscú. Para ellos, la validez de esta teoría parece al menos dudosa considerando el hecho de que la ofensiva alemana en Rusia en 1941 se colapsó debido al conflicto sobre los conceptos estratégicos surgido entre Hitler y el Alto Mando del Ejército en el verano de ese año. Esa controversia sobre la estrategia a adoptar después de que el éxito inicial hubiera sido logrado costó al Ejército Alemán varias semanas preciosas. Tiempo adicional y cierta cantidad de efectivos fueron consumidos por la insistencia de Hitler en hacer de Leningrado y de Ucrania sus objetivos principales hasta que finalmente acordó avanzar sobre Moscú antes del comienzo del invierno. Las tres semanas perdidas por la ejecución de las operaciones balcánicas parecen por consiguiente de menor significado.

Por otra parte, publicaciones de posguerra por autores de otras nacionalidades afirman que la intervención británica en Grecia y Creta, y aún más la revuelta yugoslava, llevaron a la posposición de la Operación BARBARROJA al 22 de junio, mientras que restan importancia al efecto de las inundaciones de primavera.

A la luz de la gigantesca lucha que comenzaría pocas semanas después de su conclusión, las campañas en los Balcanes pueden ser consideradas como la última victoria relámpago de la Wehrmacht antes de que los alemanes encontraran su destino en Rusia.
ESPAÑA, MI NATURA.
ITALIA, MI VENTURA.
FLANDES, MI SEPULTURA.

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