STALINGRADO. LA VERTIENTE URBANA DE LA BATALLA

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STALINGRADO. LA VERTIENTE URBANA DE LA BATALLA

Mensaje por Medina » Vie Sep 30, 2005 3:18 am

¡Saludos! El siguiente trabajo es una traducción sacada de una interesante obra de conjunto publicada por el Combat Studies Institute de Fort Leavenworth, titulado Urban Operations: An Historical Casebook. Como el nombre indica es una colección de estudios sobre el impacto del combate urbano en la guerra moderna. Aparte del que traemos a colación, dedicado a Stalingrado, hay otros muy interesantes sobre la II Guerra Mundial dedicados a Aachen y Manila. Asi como otras escenarios bélicos más modernos como Hue, Grozny, Sarajevo y Panamá. Para todos aquellos interesados, les dejo el enlace.

http://www.globalsecurity.org/military/ ... sintro.htm
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Mensaje por Medina » Vie Sep 30, 2005 3:37 am

LA BATALLA DE STALINGRADO.
Por S. J. Lewis

Considerando la gran situación, he pensado una cosa, Zeitzler; bajo ninguna circunstancia debemos rendir (Stalingrado) nunca debemos retirarnos de nuevo. Sabemos lo que eso significa. No puedo disponer de ninguna operación sorpresa. Desafortunadamente es demasiado tarde ahora. Todo hubiera ido más rápido si no nos hubiéramos cernido sobre Voronezh. Entonces, hubiéramos llegado al final en la primera acometida, pero es ridículo imaginar que podemos hacer por segunda vez tras habernos retirado y abandonado nuestro equipo.
Adolf Hitler

Originalmente fue Tzaritzin, pero se convirtió en Stalingrado en 1925. En 1961, la ciudad fue renombrada Volgogrado. Cada primavera, cuando la tierra se deshiela, artefactos, esqueletos y munición sin explotar quedan descubiertos por el cambio de estación. Los artefactos pueden ser vendidos en Occidente por divisas fuertes, así que los niños restriegan los campos de batalla de Stalingrado para atesorarlos. Alrededor de seis niños al año son muertos y heridos por los viejos proyectiles, una cantidad que hay que añadir a los dos millones de muertos allí a finales de 1942 y comienzos de 1943.

El estado ruso estableció Tzaritzin en 1589. A unos 934 kilómetros al sudeste de Moscú, descansa sobre la orilla occidental de una curva del río Volga. Fortaleza en el flanco sur de Rusia, Tzaritzin creció como centro comercial, aunque estaba repetidamente amenazada por los cosacos. En 1774, los rebeldes de Yemelyan Pugachev capturaron brevemente la ciudad. Creció en importancia durante el siglo XIX cuando más artículos eran enviados Volga abajo. Desde Tzaritzin, los materiales eran enviados por tierra hacia el río Don. En 1897, la ciudad tenía una población de
55.914 habitantes, un puerto, varias escuelas, y ocho bancos. En 1917, las fuerzas bolcheviques capturaron la ciudad, cuestionando su futuro como centro financiero. En la Guerra Civil Rusa, el Ejército Rojo derrotó al Ejército Blanco a las afueras de la ciudad. En 1925, tras la toma del poder por Stalin, la ciudad fue renombrada Stalingrado. La población al comienzo de la II Guerra Mundial era de 600.000 habitantes, aunque en julio de 1941, los refugiados habían aumentado esta cantidad a unos
900.000.

A nadie se le escapa que en la II Guerra Mundial, Stalingrado fue una campaña decisiva de la cual el Eje nunca se recuperó. De hecho, fue uno de los tres “golpes de martillo” asestados contra el Eje en noviembre de 1942. Los dos primeros fueron en el Norte de África: la victoria británica en El Alamein y la invasión anglo-norteamericana de Casablanca, Orán y Argelia. El tercer golpe fue la Operación Urano soviética, que llevaría a la destrucción del 6 Ejército Alemán. Stalingrado también representa uno de los puntos álgidos del arte de hacer campaña, claramente una batalla decisiva de aniquilación con profundas implicaciones estratégicas. Consecuentemente, la campaña ha sido analizada extensamente en el nivel operacional. A pesar de la importancia de Stalingrado en los niveles estratégico y operacional, sin embargo, es en el nivel táctico donde Stalingrado sirve como una lente magnificando no solamente los patrones de la guerra del pasado, sino también como un posible atisbo de cómo será librada la guerra en el futuro. Estos profundos cambios son una continuación de tendencias a largo plazo resultantes de la Revolución Francesa y de la subsiguiente industrialización de la guerra y de la sociedad occidentales. La guerra convencional en Stalingrado requirió de grandes números de tropas jamás vistos, lo cual a su vez produjo bajas muy elevadas. El incesante número de tropas requirió más munición, particularmente para ciertos sistemas de armas. Los sistemas logísticos, consecuentemente, tuvieron más suministros que entregar. Hubo también más bajas que ser evacuadas. Las fuerzas aéreas fueron especialmente importantes, no sólo en acciones de apoyo táctico, sino también interceptando las líneas de comunicación. Pero quizás el desarrollo más significativo, al menos en Stalingrado, fue la tendencia de las operaciones urbanas a cada vez más afectar a los niveles operacional y estratégico de guerra.

Carl von Clausewitz creó la construcción de la “guerra absoluta” como una herramienta intelectual contra la cual podría medir gradaciones de violencia. Quizás la guerra que más cerca jamás llegó a ser “absoluta”, sin embargo, fue la Batalla de Stalingrado. Combatir en Stalingrado demostró la creciente letalidad del campo de batalla, principalmente a través de la tecnología perfeccionada. También llevó a una disminución del mando y control, con el liderazgo delegando más y más abajo en la jerarquía. Y concomitantemente, las unidades tácticas más pequeñas necesitaron armas y equipos especializados, lo cual las hizo más importantes de lo que sus números sugería.

Poco de esto era conocido cuando la ofensiva rusa de invierno de 1941/42 se embarrancó en el deshielo de marzo, significando el fracaso de la ofensiva Barbarroja que había comenzado el mes de junio anterior. En enero, Hitler había relevado al comandante en jefe del Ejército Alemán y asumió él mismo estas tareas. Nunca había abandonado la idea de una ofensiva en el sur de Rusia para tomar los campos petrolíferos de las Montañas Cáucaso. Consecuentemente, Hitler emitió la Directiva Número 41 el 5 de abril de 1942. Con el nombre en clave de Operación Azul, ordenaba que las restantes unidades militares soviéticas al oeste del río Don fueran eliminadas y que las áreas económicas vitales de Rusia fueran ocupadas. Era una operación excesivamente complicada consistente en varias fases, basadas en buenos deseos, inteligencia inadecuada y un enemigo presumiblemente pasivo. Los ejércitos ruso y alemán, sin embargo, estaban recuperándose del combate del año anterior.

Los alemanes no tenían bastantes reemplazos para rellenar sus agotadas filas, por lo que solamente las divisiones en el sur de Rusia fueron construidas con respaldos para sus tablas de organización y equipamiento. Se advierte, sin embargo, que tras varias semanas de combate, las tablas de organización y equipamiento tenían poco que hacer con el combate en el Frente del Este. El Führer creía que las bajas del año anterior podrían ser cubiertas por sus aliados, unas cincuenta divisiones de Italia, Rumania, Hungría, Eslovaquia y Croacia. Sobre el mapa, parecían impresionantes, pero sus tropas carecían de motivación, capacidad y equipamiento. Sus divisiones de infantería no poseían ningún arma que pudiera destruir un tanque pesado ruso.

Desde el 22 de junio de 1941, el Ejército Rojo también había sufrido enormes bajas, y todavía tenía que superar la masiva purga de Stalin del cuerpo de oficiales desde finales de los 30. Durante 1942, el Ejército Rojo comenzó a cambiar de ser una fuerza de infantería a otra que utilizaba formaciones mecanizadas progresivamente más grandes.

Antes de que comenzara la Operación Azul, el Ejército Rojo lanzó el 12 de mayo una gran ofensiva cerca de Kharkov. El Grupo de Ejércitos Sur, comandado por el Mariscal de Campo Fedor von Bock, contrarrestó con un doble envolvimiento que atrapó a unos 240.000 soldados soviéticos en la Bolsa de Izyum. A lo largo del verano de 1942, el Grupo de Ejércitos Sur realizó las fases preseleccionadas de la operación, incluso cuando los soviéticos el 19 de junio capturaron documentos que comprometían a los planes. Hitler cobró cada vez más confianza según los ejércitos alemanes avanzaban a través de las anchas estepas. Von Beck comenzó a preocuparse, sin embargo, advirtiendo que las unidades rusas se retiraban. El Ejército Alemán era en gran parte dependiente de las líneas ferroviarias para el suministro. Podía operar confortablemente hasta el río Dnepr. Cualquier avance más hacia el sur de Rusia, sin embargo, tendría que ser improvisado y estaría sujeto a interrupciones. Mientras más avanzasen hacia el sur de Rusia, más problemático se convertiría su suministro. A comienzos de julio, los alemanes se reorganizaron, con el Grupo de Ejércitos A de Wilhem List abarcando el 1 Ejército Panzer y los 11 y 17 Ejércitos. Hitler reemplazó a von Bock por Maximilian Freiherr von Weichs y redesignó al Grupo de Ejércitos Sur como Grupo de Ejércitos B. Consistía en el 2 Ejército Húngaro, el 4 Ejército Panzer, y los 2 y 6 Ejércitos. La interferencia de Hitler en las operaciones del ejército también aumentó. Emitió la Directiva Número 45 el 23 de julio, la cual enviaba al Grupo de Ejércitos A al sur, hacia la región del Cáucaso, lo cual dejaba al 6 Ejército sin apoyo para avanzar sobre Stalingrado. También permitió que los soviéticos retiraran a la mayoría de sus tropas de la curva del Don.

Con su anterior éxito táctico en el sur, Hitler concluyó que estaba triunfando. Envió al 11 Ejército, la única reserva en el sur de Rusia, al norte, a Leningrado. Según las restantes fuerzas alemanas en el área comenzaban a desplegarse, sucedieron enormes problemas logísticos. Las estepas no tenían la infraestructura para soportar a un ejército tipo europeo occidental; llamativamente ausentes eran líneas ferroviarias de doble ancho fiables y puentes que llevaran a Stalingrado desde el oeste. Todas las fuerzas motorizadas alemanas se quedaban periódicamente sin combustible. El jefe del estado mayor del 4 Ejército Panzer, cuyas divisiones estaban desplegándose hacia el Cáucaso, describió la situación logística como catastrófica.

Stalingrado no había sido originalmente un factor principal en la planificación alemana y el 4 Ejército Panzer podía haberla alcanzado mucho antes. Pero Hitler quedó cada vez más fascinado con la ciudad con su emisión de la Directiva Número 45, una decisión que todavía desconcierta a los historiadores. Ello ahora constituiría la fundación para su conquista del Cáucaso. El 6 Ejército Alemán al mando de Friedrich Paulus debía tomar Stalingrado desde el oeste. Hitler cambió su intención y ordenó al 4 Ejército Panzer que ayudara a Paulus avanzando sobre Stalingrado desde el sur. Avanzó frente a una tenaz resistencia, alcanzando sólo los suburbios sur de la ciudad el 10 de septiembre de 1942. Los combates previos habían ya reducido los efectivos de sus divisiones de infantería al 40-50%.

El General Paulus emitió su orden para el ataque el 19 de agosto. El cuartel general del 6 Ejército esperaba difíciles combates en la ciudad y también contraataques soviéticos con blindados desde el norte de la ciudad. El XIV Cuerpo Panzer realizaría la principal acometida hacia los suburbios norte de la ciudad. El LI Cuerpo cubriría el flanco derecho de los panzer, mientras que el VIII Cuerpo cubriría el flanco izquierdo o norte. Aún más al norte, el XXIV Cuerpo Panzer del 6 Ejército mantenía una cabeza de puente sobre el río Don cerca de Kalach. El principal esfuerzo al norte de Stalingrado planeaba aislar la principal línea de suministro de la ciudad al norte a lo largo del Volga, aunque los planificadores alemanes conocían que esto no cortarían todos los suministros. En la tradición del Estado Mayor Alemán, el plan no tenía escenarios de contingencia –no proporcionaba detalles sobre combates en la ciudad. El año anterior, Hitler había prohibido al Ejército Alemán combatir en Leningrado y Moscú y la literatura doctrinal alemana tendía a menoscabar el tema. Así, el Ejército Alemán tenía poco, si acaso algo, entrenamiento o experiencia en combate urbano.

El 21 de agosto, el 6 Ejército tomó una cabeza de puente sobre el río Don en Wertjatschij y dos días después el XIV Cuerpo Panzer comenzó su arremetida de 96.5 kilómetros hacia el este. Abriéndose paso con esparcida oposición, la 16 División Panzer penetró en Rynok la tarde del domingo, 23 de agosto, contemplando el ancho Volga al norte de Stalingrado. Tomaron Rynok a unidades antiaéreas del Ejército Rojo, todas unidades femeninas que habían sido desplegadas al norte y al este de Stalingrado durante agosto. A lo largo de las horas restantes del día, tropas de la 16 División Panzer observaron el comienzo del bombardeo de Stalingrado por la Luftwaffe.

La Luftflotte IV, encargada del apoyo del avance en el sur de Rusia, abarcaba la mitad de los efectivos aéreos en el Frente del Este. También fue arrastrada hacia Stalingrado; su VIII Cuerpo Aéreo apoyó al ejército con una media de 1.000 salidas al día. A lo largo del 23, la Luftflotte IV del Coronel General Wolfram Freiherr Dr. Von Richthofen machacó la ciudad, incendiando las casas de madera en la punta sudoeste. La gran instalación petrolífera ardió durante días. Las paredes de los blancos edificios de apartamentos de cuatro y cinco plantas permanecieron en pie, pero las bombas quemaron el interior, colapsando los pisos. Las plantas de tratamiento y depuración de aguas y los centros de comunicaciones fueron también destruidos. Las numerosas unidades antiaéreas soviéticas solamente lograron derribar tres aviones, una consecuencia del insuficiente entrenamiento y de la muy limitada munición. El bombardeo aéreo durante la semana mató a unos estimados 40.000 rusos. Aunque la Luftwaffe creó una considerable destrucción, Anthony Beevor observó que: “Los masivos ataques de bombardeo de Richthofen no solamente habían fracasado en destruir la voluntad del enemigo, su misma fuerza de destrucción había convertido a la ciudad en un terreno muerto perfecto para que los rusos lo utilizaran contra ellos”.

Las fuerzas de von Richthofen pudieron mantener la superioridad aérea hasta finales de octubre, momento para el cual habían sido considerablemente debilitadas por el combate y las averías mecánicas. Simultáneamente, la Fuerza Aérea Rusa comenzó a recibir considerablemente más y mejores aviones, mientras sus fuerzas antiaéreas continuaban mejorando. La mayoría de los autores, incluyendo los historiadores oficiales, mantienen que ambas fuerzas aéreas se limitaron mayormente a dar apoyo terrestre al ejército, reconocimiento y a bombardeos de muy corto alcance. Como se verá, sin embargo, hay razón para sospechar que las operaciones aéreas de ambos bandos fueron más importantes y extensas de lo que sugieren las historias populares u oficiales. Un observador nada menos que el General Vasili I. Chuikov, antes de que incluso el combate comenzara en Stalingrado, apuntó cómo la Luftwaffe recorría las estepas, atacando los centros de comunicación y las concentraciones de tropas. Como el historiador R. J. Spiller observó, sin embargo, probablemente nunca sabremos los patrones específicos de incursión de la Luftflotte IV y de la Fuerza Aérea Roja.

El XIV Cuerpo Panzer permaneció en su expuesta posición durante varias semanas, ya que las divisiones de infantería del 6 Ejército estaban situadas a unos 322 kilómetros detrás de él. Mientras las divisiones de infantería alemanas avanzaban, el Ejército Rojo contraatacó repetidamente al XIV Cuerpo panzer. Las divisiones de infantería alemanas alcanzaron las alturas sobre Stalingrado el 10 de septiembre de 1942. Desde allí, observaron el complejo de 56 kilómetros de longitud de casas, viviendas de apartamento y fábricas apiñadas contra los 1.000 metros de anchura del Volga al lado de las interminables estepas marrones. En muchos puntos, la ciudad sólo tenía 2 kilómetros de ancho. También eran visibles varias islas y afluentes del Volga.

Un observador con visión para la táctica se habría percatado de cómo las estepas eran cortadas por innumerables hondonadas de pronunciadas vertientes, que los rusos llamaban balka. La hondonada Tsaritsa eran la mayor balka, que separaba el tercio sur de Stalingrado de los otros dos tercios norte de la ciudad. En la boca del balka estaba el casco antiguo de la ciudad, donde los oficiales del zar y los hombres de negocios habían mantenido sus casas de dos plantas. Al sur de Tsaritsa estaba un sector residencial. Su estación ferroviaria estaba cerca de los silos de grano, frente a la gran isla del Volga. Al norte de Tsaritsa estaba el centro de la ciudad, que tenía su propia estación ferroviaria, varias plazas, la oficina de correo y planta de tratamiento y depuración de aguas. Esta área albergaba los cuarteles generales del Partido Comunista local. Hacia el norte estaba el gran complejo petrolífero a lo largo del Volga. Al oeste del complejo petrolífero estaba la nota dominante de Stalingrado, el Mamayev Kurgan (en los mapas alemanes, Colina 102), en el borde norte del sector residencial, que dominaba el río Volga. Hacia el oeste de Mamayev Kurgan estaba el aeropuerto. El sector norte era la región industrial. Corriendo de sur a norte estaban la Fábrica Química Lasur (la cual desde el aire parecía la mitad de una raqueta de tenis), la Fábrica Metalúrgica Octubre Rojo, la Fábrica Panificadora Número 2, la Fábrica de Armamentos Barricada Roja, y, en el extremo norte, la Fábrica de Tractores.

A pesar de la pulverización de la ciudad y de las continuas operaciones de combate, todavía quedaban de 300.000 a 350.000 civiles en Stalingrado. La mayoría de ellos vivían en agujeros, sótanos y búnkeres de fabricación casera. Ya que incluso el Ejército Alemán era incapaz de su propio apoyo logístico, muchos de ellos se enfrentaron a una eventual inanición. Muchos de los que quedaban era mujeres, niños y ancianos. Las autoridades alemanas sabían que los civiles requerían evacuación, pero fueron incapaces de llevar a cabo el movimiento. A mediados de octubre, alrededor de 25.000 habían huido de las ruinas, caminando hacia Kalatch. Algunos de los suburbios de la ciudad todavía permanecían en pie, en su mayor parte mugrientas casas de obreros. Aparte de varias calles principales, la mayoría de los caminos estaban sin pavimentar. Las calles que corrían hacia el este y el oeste podían ser alcanzadas por las unidades de artillería rusas que se desplegaron en masa al este del río. Las calles que corrían hacia el norte y el sur estaban bajo el fuego de las armas cortas rusas.

Además del enorme problema militar de tomar Stalingrado, el General Paulus también tenía que salvaguardar su flanco norte a lo largo del río Don. Nunca solucionó esta tarea debido a que los rusos mantenían varias cabezas de puente, desde las cuales lanzaron numerosas ofensivas. Tres ejércitos soviéticos lanzaron la primera ofensiva el 24 de agosto. Aunque sufrieron grandes bajas, lograron ralentizar la llegada de las divisiones alemanas a Stalingrado.

Tras tres semanas de la ofensiva de verano alemana, José Stalin permanecía convencido de que el ataque principal sería contra Moscú. Respondió torpe e intermitentemente, primero dividiendo Stalingrado entre dos Frentes. A mediado de julio, sin embargo, corrigió este error y creó el Frente Stalingrado al mando del General A. I. Yeremenko, consistente en los 28, 51, 57, 62 y 64 Ejércitos. Los rusos también desplegaron los Frentes Cáucaso Norte, Sur, Sudoeste y Bryansk en el sur de Rusia. La mayoría de los hombres en edad militar en Stalingrado ya habían sido llamados a filas, pero los oficiales del Partido Comunista local movilizaron alrededor de 200.000 hombres y mujeres para servir en “Columnas Obreras” y los obreros no necesitados fueron situados en batallones de la milicia. Stalin ordenó que Stalingrado no sería abandonado y despachó a la temida policía secreta (NKVD) para imponer disciplina. Ésta última pronto controló todos los barcos sobre el Volga y no permitió la salida de nadie de Stalingrado. El General de la Luftwaffe von Richthofen anotó el 2 de agosto que Stalingrado parecía actuar como un imán, atrayendo fuerzas rusas desde todas direcciones.

El último cuartel general principal que quedaba en Stalingrado era el 62 Ejército de Chuikov. Mientras el 6 Ejército Alemán atacaba metódicamente Stalingrado, Chuikov transportó por el Volga al equivalente de nueve divisiones de fusileros y dos brigadas de tanques. Según transcurría el combate y él ganaba más fuerza, progresivamente recurría a contraataques agresivos, con aproximadamente de 200 a 800 hombres. Algunas veces, estos ataques fueron apoyados por tanques. Esta forma de defensa hiperactiva forzó a los alemanes a intercambiar repetidamente de la ofensiva a la defensa e hizo la batalla de desgaste aún más costosa.

Los consejeros de Stalin intentaron pero no pudieron detenerle de que lanzara varias grandes contraofensiva desde las cabezas de puente al norte de Stalingrado. Tres ejércitos de reserva formados con reclutas sin entrenar comenzaron un ataque el 5 de septiembre, pero fueron detenidos con bajas sustanciales. La Unión Soviética había sufrido ya millones de bajas, incluyendo a la mayoría de sus fuerzas armadas de preguerra. Los alemanes también ocuparon la mayoría de sus centros industriales y de mano de obra. A pesar de esto, los soviéticos todavía poseían superioridad numérica en hombres y sistemas de armas. Un informe de inteligencia alemán del 20 de septiembre de 1942 estimaba que los soviéticos tenían 4.2 millones de soldados, 3 millones de los cuales estaban desplegados en el frente. Las fábricas continuaban produciendo cantidades enormes de tanques y aviones y, igualmente de importante, una nueva elite militar había comenzado a emerger de los primeros desastres de la guerra: hombres duros que comprendieron las debilidades alemanas y no tenían miedo de los alemanes o de sufrir bajas. Relacionado con este auge estaba el resurgimiento del Estado Mayor Soviético, que arduamente había compilado las lecciones aprendidas, desde las cuales evolucionó su receta para la victoria. Una acción sintomática del surgimiento de la nueva elite militar soviética sucedió el 9 de octubre de 1942, cuando el Ejército Rojo dio a los comandantes autonomía relativa, reduciendo la antigua corresponsabilidad del comisario político. A finales de 1942, sin embargo, las fuerzas armadas soviéticas todavía estaba recuperándose de sus graves heridas.
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Mensaje por Medina » Vie Sep 30, 2005 4:48 pm

Cuando el 6 Ejército se desplegaba y atacaba Stalingrado en septiembre, una crisis sucedió en el Alto Mando Alemán. Hitler se había vuelto cada vez más nervioso sobre lo que percibía en ser un lento avance hacia el Cáucaso. En consecuencia, el 10 de septiembre, despidió al Mariscal de Campo Wilhelm List y asumió personalmente el mando del Grupo de Ejércitos A. El ánimo era tenso en el cuartel general de Hitler en Vinitsa, Ucrania, agravado por el clima caluroso y húmedo. A Hitler nunca le había gustado el Jefe del Estado Mayor, por lo que el relevo del General Franz Halder era quizás inevitable dadas las circunstancias. Halder logró permanecer hasta el 24 de septiembre, cuando Hitler lo reemplazó por un oficial relativamente inferior, el General Kurt Zeitzler. Cuando este último llegó para asumir su nuevo cargo, sermoneó al Estado Mayor de que el único problema al que se enfrentaba Alemania era la falta de fe del Estado Mayor en el Fuhrer. Así que, mientras la lucha por Stalingrado se encarnizaba, Hitler consolidó su poder a expensas de la clase profesional militar.

Poco después de la llegada de sus divisiones de infantería el 10 de septiembre, Paulus lanzó un ataque coordinado sobre la ciudad. Progresó rápidamente a través de los suburbios, pero se ralentizó en el interior de la ciudad. Los alemanes tomaron Mamayev Kurgan el 13 de septiembre, pero cambiaría de manos repetidamente a lo largo de los meses siguientes. En ambos bandos, las bajas se elevaron precipitadamente. Los soviéticos lanzaron a la 13 División de la Guardia, que sacrificó a muchos de sus 10.000 hombres para obstaculizar el avance alemán. Este fue el primero de los cuatro ataques alemanes en Stalingrado. Se detuvo el 19 y el 20, como resultado de las masivas bajas y el agotamiento de las municiones. Este patrón ocurrió de nuevo en los tres siguientes ataques. El primero, del 22 de septiembre al 6 de octubre, alcanzó el Volga en la boca del Tsaritsa. Luego, el ataque desde el 14 de octubre a comienzos de noviembre desde el norte redujo la posición soviética en Stalingrado a dos pequeñas cabezas de puente. El fútil asalto final del 11 al 17 de noviembre fue contra las dos pequeñas cabezas de puente.

El 23 de septiembre, un oficial del Estado Mayor Alemán visitó a las 295 y 71 Divisiones de Infantería en el centro de la ciudad. Anotó que las tropas soviéticas permanecían tan físicamente cerca de los alemanes como era posible para reducir la efectividad de la potencia de fuego de éstos. Las tropas soviéticas estaban siempre alertas y cada vez que pensaban que veían una debilidad alemana, inmediatamente contraatacaban. Eran particularmente resistentes ahora que quedaba poco sitio para retirarse. El oficial alemán observó que tras el bombardeo de artillería pesada, las tropas emergían rápidamente de sus huecos de sótano preparadas para disparar. A pesar de las contramedidas alemanas, los soviéticos continuaron trasladando suministros a través del Volga de noche.

Las dos divisiones alemanas que visitó eran viejas formaciones probadas en combate que habían sido considerablemente debilitadas por las bajas de infantería. Observó que su poder de combate descendía diariamente y que la media de efectivos de una compañía de infantería era de entre 10 y 15 hombres. Las bajas eran particularmente altas entre oficiales y suboficiales. Aunque los reemplazos habían llegado, era insuficientes en número y considerablemente carentes de experiencia, entrenamiento y porte militar. Cuando un oficial caía, los hombres regresaban a su punto de partida. Para llevarlos hacia delante de nuevo, un oficial de rango superior tenía que intervenir y conducirlos. Los soldados eran particularmente dependientes de los Sturmgeschutze divisionarios, vehículos orugas fuertemente blindados cuyo cañón de 75 mm estaba diseñado para suprimir blancos para la infantería. Los pequeños grupos de infantería no querían atacar sin un Sturmgeschutz, y consideraban como un fallo en el mando si no les era proporcionado uno. Este oficial alemán concluyó que atacar a través de las ruinas había agotado a la infantería, y que ésta estaba demasiada cansada y desgastada. Con tan pocas tropas, no había descanso porque cada soldado tenía que ser desplegado. No había reservas.

Era especialmente difícil llevar los suministros necesarios adelante para la infantería combatiente. Su dieta sufrió considerablemente. La infantería superviviente expresó amargura hacia el lujo percibido de la Luftwaffe. También se había vuelto resentida hacia los bonos especiales de comida que recibían las unidades blindadas. Los oficiales mantenían que era sin sentido ofrecer propaganda a la infantería, ya que ninguna de las promesas podían ser mantenidas. Fuera, en las estepas del sur de Rusia, todos los suministros tenían que ser traídos de Alemania. Además de comida, el principal requisito de la infantería era proyectiles de mortero de 80 mm, uno de los pocos medios para llegar a los agujeros enemigos en sótanos y barrancos.

Los oficiales superiores anotaron que habían logrado llegar a una batalla de desgaste con los rusos y aunque sus bajas eran muy altas, las que inflingían a los rusos eran mucho mayores. Tan pronto como la ciudad fuera capturada, sin embargo, las divisiones tendrían que descansar y ser reorganizadas. También manifestaron que era crítico asegurar suficiente pasto y paja para los caballos.

En la última semana de septiembre, Paulus lanzó su segundo ataque en Stalingrado. Intercambió divisiones con su flanco norte y utilizó las nuevas unidades para renovar la ofensiva. Se hizo retroceder a los soviéticos en el sector norte de Stalingrado, pero las bajas y el gasto de munición eran tan elevados que Paulus canceló la ofensiva. El 6 Ejército Alemán no comenzó su tercera ofensiva hasta el 14 de octubre. Paulus envió cuatro divisiones apoyadas por blindados para ayudar en la toma de los complejos fabriles del norte. Esto creó una crisis para los defensores, cuando en el segundo día los alemanes capturaron la fábrica de tractores y alcanzaron el Volga. A pesar de la fuerte lluvia, la nieve y el barro consecuente, el ataque hizo un progreso notable, capturando las ruinas de varios bloques de casas, la Fábrica Octubre Rojo y algunas otras ruinas quemadas. Pero al final de mes, los ataques fracasaron por las elevadas bajas y la insuficiente munición. La guarnición de Chuikov había sido reducida a dos pequeñas bolsas, y el bloque de hielo en el Volga había creado una pesadilla logística, pero los alemanes estaban agotados. Paulus lanzó el cuarto y último ataque el 11 de noviembre, basado en la llegada de cinco batallones de ingenieros. El ataque avanzó muy lentamente contra una tenaz resistencia. También expiró tras varios días, y el 19, los soviéticos lanzaron su contraofensiva que rodearía y destruiría al 6 Ejército Alemán.

Según transcurrió el otoño, la predicción del Fremde Heere Ost (Ejércitos Extranjeros del Este, la organización de inteligencia del ejército alemán para Rusia) comenzó a hacerse una realidad a medida que más y más unidades soviéticas aparecían en el sur de Rusia. Los alemanes utilizaron todas las fuentes de inteligencia, pero mucho de su éxito en los niveles operacional y táctico resultaron de su habilidad para interceptar el tráfico de radio soviético. Podían recoger las unidades recién desplegadas; sin embargo, los alemanes no conocían el alcance del despliegue o donde o cuando los soviéticos atacarían. Hitler pensaba que el ataque sería contra Rostov.

Fremde Heere Ost todavía creía que el principal ataque sería contra el Grupo de Ejércitos Centro, si bien cada vez más y más unidades aparecían en el sur. Finalmente, detectaron un nuevo Frente Sudoeste Soviético y el 12 de noviembre concluyeron que un ataque dentro de poco co-ntra el Tercer Ejército Rumano podría cortar el ferrocarril hacia Stalingrado. Si eso sucedía, amenazaría a las fuerzas alemanas más al este, forzando su retirada de Stalingrado.

Para resumir los acontecimientos, Hitler había enviado a la fuerza más potente disponible hacia un objetivo que no necesariamente ganaría la guerra. Esa fuerza no podía ser apoyada logísticamente y avanzó en un espacio que aumentaba de tamaño contra un oponente que estaba ganando, no perdiendo, fuerza. Había enviado a su ejército más poderoso hacia Stalingrado, donde básicamente destruyó su poder de combate en costosos ataques que jugaron en las manos del enemigo. Y finalmente, si bien la inteligencia indicaba la probabilidad de una gran contraofensiva soviética, el liderazgo militar alemán recurrió a medidas meramente cosméticas.

Stalin había enviado a dos de los representantes del Stavka más capacitados, los Generales A. M. Vasilevsky y G. K. Zhukov, para supervisar las operaciones en el sur de Rusia. El 4 de octubre, realizaron una conferencia que comenzó el proceso de planificación para lo que sería la Operación Urano, la contraofensiva contra el 6 Ejército Alemán. El Teniente General N. F. Vatutin activó el Frente Sudoeste. Desplegó cinco ejércitos a lo largo del Don, al noroeste de Kletskaya. El Frente Don mantenía tres ejércitos en el sector central. El Frente Stalingrado desplegó alrededor de cinco ejércitos en el sector sur. Alrededor de un millón de hombres y 900 tanques realizarían un clásico doble envolvimiento del 6 Ejército Alemán penetrando a través de los desafortunados 3 y 4 Ejércitos Rumanos.

La Luftflotte IV había sido debilitado por los meses de intensivo combate. En octubre, la Fuerza Aérea Rusa arrebató la superioridad aérea a los alemanes, mientras más y nuevos equipos llegaban. Además, según los alemanes capturaban más y más de Stalingrado, la Fuerza Aérea Roja podía bombardear más fácilmente la ciudad. El Stavka también envió al General A. A. Novikov para ayudar a coordinar las operaciones aéreas para Urano. Se convirtió en un miembro tan valioso del equipo que cuando afirmó que las fuerzas aéreas aún no estaban preparadas, Zhukov retrasó el comienzo de la ofensiva.

La oportunidad del momento era crítica para la contraofensiva. Zhukov y Vasilevsky esperaron a que el 6 Ejército Alemán gastara su poder de combate en Stalingrado. También esperaron a que las ofensivas anglo-norteamericanas tuvieran éxito en el Norte de África. Esperando hasta el 19 de noviembre, permitieron que el terreno se congelara, dando a sus blindados gran movilidad. La preparación artillera soviética fue corta pero potente, durando solamente 90 minutos, tras los cuales irrumpió la ofensiva a las 8:50 horas. La defensa rumana se rompió más fácilmente, permitiendo a los blindados soviéticos comenzar a explotarla alrededor de las 14:00 horas. Ambos ejércitos rumanos se colapsaron y no había reservas del Eje para detener la marea. Las fuerzas soviéticas continuaron su avance casi sin oposición y el 22 de noviembre se encontraron en Kalach, rodeando al 6 Ejército de Paulus. Algunas fuerzas soviéticas giraron contra Stalingrado, mientras que otras extendieron el avance hacia el oeste para limitar cualquier esfuerzo de relevo del Eje.

Como ha sido a menudo relatado, las fuerzas armadas alemanas fueron incapaces de orquestar una penetración y la Luftwaffe nunca fue capaz incluso de aproximarse a la promesa de Goering de sostener a la guarnición. En el cuartel general de Hitler, el General Warlimont observó, “El 18 de diciembre, el Octavo Ejército Italiano se colapsó, un factor decisivo en el destino de Stalingrado; menos de un mes después, el 15 de enero, el Segundo Ejército Húngaro se desintegró y en el mismo día el anillo alemán en torno a Leningrado fue roto”. Paulus y su ejército estaban condenados.

Los restos del 6 Ejército se desplegaron en posiciones que parecían un huevo de 40 kilómetros de ancho y 50 kilómetros de largo, rodeados por los siete ejércitos del Frente Don. A pesar de la propaganda del Eje y soviética, la posición apenas podía considerarse como una fortaleza, ya que pocas, si algunas, fortificaciones estaban en las abiertas estepas al oeste de Stalingrado. Solamente una pequeña porción de la defensa alemana estaba en los restos de Stalingrado. A pesar de la profunda debilidad de las unidades del 6 Ejército, los soviéticos lograron poco éxito cuando, a comienzos de diciembre, el Frente Don atacó el sector más débil de la línea en el oes-te y en el sur. Como Earl Ziemke y Magda Bauer observaron, esto probablemente sucedió porque las unidades soviéticas también habían sido debilitadas por casi seis meses de combate ininterrumpido. La inteligencia de señales alemana también contribuyó, continuando interceptando los mensajes por radio soviéticos y alertando a los sectores amenazados a tiempo para impedir desastres. El 6 Ejército mal podía permitirse tales victorias pírricas porque su limitada fuerza estaba desaprovechada fuera.
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Mensaje por Medina » Vie Sep 30, 2005 7:07 pm

La ofensiva final soviética comenzó el 10 de enero, tras un bombardeo artillero particularmente duro, que cortó la mayoría de las comunicaciones alemas por alambre y cables. El ataque terrestre abrió grandes brechas en la línea alemana que no podían ser cerradas. Aunque tenían una base aérea auxiliar en Gumrak, la única utilizable era la Pitomnik, a través de la cual las bajas, especialistas y artículos vitales salían de la trampa a cambio de un flujo angustiadamente inadecuado de comida, medicinas, petróleo y municiones. Las unidades soviéticas invadieron Pitomnik el 12 de enero, finalizando el reabastecimiento en la bolsa, tras lo cual la posición de los defensores era desesperada. Paulus percibió que la munición de artillería se agotaría el 13 de enero. Hitler todavía prohibió una rendición, sin embargo, por lo que la carnicería continuó. La resistencia final acabó el 2 de febrero de 1943. El 6 Ejército dejó de existir.

El nuevo Jefe de la Oficina de Personal del Ejército Alemán, General Rudolf Schmundt, no fue particularmente afectado por Stalingrado. Antes de que comenzara la ofensiva, el Ejército Alemán había sufrido ya bajas que no podían ser reemplazadas. El 3 de octubre de 1942, alrededor del 30% de los oficiales del ejército regular (de preguerra) habían dejado el servicio, siendo muertos o recibidos una herida debilitante. El 26 de noviembre, sin embargo, Schmundt expresó preocupación sobre la agitación dentro del gobierno rumano a la luz del reciente colapso del Ejército Rumano. La mayor parte del tiempo de Schmundt estaba ocupado en reformar el cuer-po de oficial hacía un cuerpo más joven y nacionalsocialista. Siendo uno de los más ardientes partidarios del Fuhrer, estaba idealmente adecuado para esta tarea. Finalmente, varios días antes de la rendición de Paulus, Hitler ordenó a Schmundt a ayudar en la creación de un nuevo 6 Ejército y de 20 divisiones. También llegó información de que uno de los héroes más condecorados de Alemania, el General de Infantería Karl Eibl, había sido muerto mientras dirigía su XXIV Cuerpo Panzer en el sur de Rusia. Una subsiguiente investigación reveló que alguien en una columna de infantería italiana le había arrojado una granada de mano. Schmundt había estado en lo correcto –los aliados de Alemania se habían vuelto algo agitados.

Evaluar Stalingrado resultó ser difícil para participantes y para historiadores. La experiencia era simplemente demasiado grande. Muchos participantes no habían visto una gran ciudad destruida, por lo que la intensidad y la duración de la violencia fueron apabullantes. Los propagandis-tas soviéticos y nacionalsocialistas ayudaron en hacer un gran fenómeno confuso incluso más difícil de comprender. Uno no debería sorprenderse, por consiguiente, cuando los relatos subsiguientes tienden a centrarse sobre la exageración y en la singularidad del combate. Stalingrado ha tenido una notable habilidad para distorsionar percepciones durante mucho tiempo. Es quizás demasiado fácil volverse obsesionado en las formas más exóticas de matar a otro ser humano, por ejemplo, con cuchillos, objetos desafilados y fusiles telescópicos. Aparte de unos cuantos nuevos sistemas de armas, la naturaleza del combate y de la destrucción permanecen idénticas a las de Flandes y el Somme en la I Guerra Mundial. Los veteranos de estas batallas, sin embargo, fueron raros en Stalingrado.

En Stalingrado, las operaciones militares absorbieron más y más unidades de tropa. Esto probablemente de la infinitamente mayor compartimentación que limitaba no solamente la visión, sino también el alcance de las armas de fuego directo. Como resultado, muchos combatientes fueron requeridos para llenar o vigilar estos compartimientos. Para los compartimientos más importantes, armas pesadas o especializadas eran requeridas. El combate en áreas urbanas también magnifica la dimensión del combate vertical. La masiva destrucción de Stalingrado limitó considerablemente el combate vertical, aunque cualquier “terreno alto” restante permanecía siendo crítico para la observación. Algunos soldados describieron el conflicto como “la guerra de ratas”, porque bastante de él era por el control de huecos y sótanos. No fue un accidente de que el Ejército Alemán enviara batallones de ingenieros especialmente entrenados a Stalingrado. Su trabajo era demoler edificios con explosivos. Esos ataques de avance rápidamente limitaban la cantidad de combate vertical. Paulus utilizó este método para crear “canales” a través de la ciudad. Pero esto requería incluso más combatientes para vigilar los largos flancos del canal y para reducir las bolsas de resistencia que habían sobrevivido a las demoliciones. Todas estas tropas adicionales requerían aún más munición.

Los soviéticos y los alemanes gastaron una cantidad extraordinaria de munición. Entre el 10 de enero y el 2 de febrero de 1943, el Frente Don disparó alrededor de 24 millones de proyectiles de fusil y de ametralladora, 911.000 proyectiles de artillería (de hasta 152 mm) y 990.000 proyectiles de mortero. El 6 Ejército en septiembre de 1942 gastó 23.035.863 proyectiles de fusil y de ametralladora, 575.828 proyectiles antitanque, 116.932 proyectiles de artillería y 752.747 proyectiles de mortero. Se desplegaron 14.932 minas y sus soldados gastaron 178.066 granadas de mano. Los escritos partidarios de uno u otro bando utilizan tales cifras para asegurar que el enemigo era cobarde o incompetente para tal gasto derrochador. A pesar de la tensión sobre estos ejércitos masificados y la falta de entrenamiento en muchas unidades, tales gastos mensuales de municiones tan elevados por ambos bandos sugeriría que otros factores estuvieron implicados.

Esas grandes cantidades de tropas combatiendo en terreno urbano y disparando grandes cantidades de municiones produjeron bajas muy elevadas. Permanece una ausencia de claridad con respecto a las bajas soviéticas, pero el General Chuikov observó que las divisiones habían sido ya considerablemente debilitadas antes de que alcanzaran Stalingrado. Anota que el 14 de septiembre una brigada blindada solamente tenía un tanque y que otras dos brigadas sin tanques tuvieron que ser enviadas a través del Volga para volver a equipar. Una división tenía dos brigadas de infantería que estaban completas, pero el regimiento compuesto de otra división solamente englobaba 100 soldados. Chuikov afirma que otra división tenía un total de 1.500 hombres –“la brigada de infantería motorizada tenía 666 hombres, incluyendo a no más de 200 infantes; la División de la Guardia del Coronel Dubyanski en el flanco izquierdo no tenía más de 250 infantes”. Finalmente, pasa a explicar el efecto de las elevadas bajas sobre sus unidades: “Quiere decir que nuestros soldados (incluso pequeñas unidades) se arrastraban por debajo de los tanques alemanes, la mayoría de las veces heridos, hacia otra posición, donde eran recibidos, incorporados a otra unidad, proveídos de equipo, usualmente munición, y luego regresaban a la batalla”. Al principio de la batalla, alrededor de 10.000 hombres de la 13 División de Fusileros de la Guardia cruzó el Volga, pero sin sus armas pesadas. Chuikov los arrojó a un contraataque contra el Brick Mill y la principal estación ferroviaria. La división perdió el 30% de sus hombres en las primeras 24 horas. Cuando la batalla acabó, solamente quedaban 320 de los soldados originales.

Los archivos del 6 Ejército sobrevivieron e indican que la intensidad del combate fue elevada, antes de alcanzar Stalingrado y después combatiendo en la ciudad. Se cruzó el río Don el 21 de agosto de 1942. Desde entonces hasta el 16 de octubre, se registran las siguientes bajas:

Oficiales
Muertos 239
Heridos 821
Desaparecidos 8

Suboficiales y soldados
Muertos 7.456
Heridos 30.360
Desaparecidos 1.127

Durante este mismo período, el 6 Ejército registra la captura de 57.800 prisioneros de guerra y la captura o destrucción de 1.950 tanques, 805 cañones y 1.969 aviones. Para el período del 13 de septiembre al 16 de octubre de 1942, durante el cual tuvo lugar gran parte del combate en la ciudad, se sufrieron las siguientes bajas:

Oficiales
Muertos 69
Heridos 271
Desaparecidos 3

Suboficiales y soldados
Muertos 2.438
Heridos 10.107
Desaparecidos 298

El ejército de Paulus no sólo combatió en la ciudad, sino que también sostuvo un frente defensivo al norte de la ciudad. En este frente norte, el 6 Ejército capturó 5.625 prisioneros de guerra y capturó o destruyó 616 tanques y 87 cañones. En la misma ciudad, el ejército de Paulus capturó 17.917 prisioneros mientras capturaba o destruía 233 tanques y 302 cañones.

Por regla general, las divisiones de infantería del Ejército Rojo durante el transcurso de la guerra tenían alrededor de 10.000 hombres, la mayoría de los cuales llevaban fusiles. La dinámica de los combates urbanos desgastaron a estas unidades aún más, según el General Chuikov. Lo que el combate urbano hacía a una división de infantería alemana puede ser visto en los soldados de la 71 División de Infantería disponibles el 19 de septiembre de 1942.

Estas estadísticas deben ser utilizadas con el mayor cuidado ya que también cubren los meses de julio y agosto, antes de Stalingrado. Además, ya que ésta fue una de las pocas Divisiones Panzer en Stalingrado, las cifras pueden representar una aberración estadística. No obstante, dado que probablemente fue la única división cuyos archivos sobrevivieron, requiere algún examen. Puesto que el fuego de artillería fue el agente más destructivo en ambas guerras mundiales, la cifra de aproximadamente el 50% de bajas procedentes de la artillería es típica para operaciones urbanas convencionales con alta intensidad de combate. El once por ciento de bajas por armas de infantería es probablemente demasiado bajo para ser típico. La cuestión que permanece es ¿cuál habría sido la típica? Lo mismo que sorprende es la pérdida del 38% por la actividad aérea enemiga. Aunque esto parecer ser muy elevado, los dos regimientos de infantería blindada, un batallón de tropas motociclistas y el batallón antitanque tuvieron una media de entre el 9,4% y el 12% de bajas por ataques aéreos. Hay también consistencia en las bajas del regimiento blindado y del regimiento de artillería mecanizada. Parecería, sin embargo, que estas bajas fueron incurridas durante la Batalla de Stalingrado, en lugar de antes. El 28 de septiembre, el General Paulus visitó a la 24 División Panzer a las 13:15 horas y el oficial de operaciones le informó sobre las considerables bajas de la división en infantería blindada y tanques. Estas pérdidas debilitantes habían sucedido en los últimos días. Si estas bajas no son una aberración estadística, esto debería servir como aviso para una pérdida incluso temporal de la superioridad aérea. Estas bajas también sugieren la inadecuación de la Luftwaffe y de la defensa aérea alemana.

A pesar de la presencia de la 9 División Antiaérea de la Luftwaffe, los ataques aéreos rusos inflingieron un daño considerable en las áreas de retaguardia alemanas. En el mismo día que el General Paulus visitaba a la 24 División Panzer, el 6 Ejército observó que la destrucción de los depósitos de municiones de artillería por ataques diurnos y nocturnos se había convertido en inaceptable. Se atribuyó estas pérdidas a la dispersión de la artillería antiaérea. Consecuentemente, se ordenó regresar a dos batallones desde las cabezas de puente del río Don.

Tal como los archivos de la 24 División Panzer proporcionan una perspectiva única de las bajas en Stalingrado, sus informes después de acción constituyen uno de los escasos documentos que relatan la experiencia de combate real en la ciudad. Los documentos no son inmunes a los errores y aquellos que crearon tales informes frecuentemente tenían sus propias órdenes del día; no obstante, el informe divisionario después de acción proporciona un raro vislumbre en las fuerzas y debilidades de una división combatiendo en Stalingrado. Consecuentemente, lo que sigue es un resumen de ese informe. El informe divisionario después de acción concluye que las divisiones panzer fueron creadas para utilizar sus tanques decisivamente, en masa y en terreno abierto, no para el combate en ciudades. El combate urbano despojaba de las ventajas de los blindados de maniobra y masa. Además, los tanques no estaban diseñados para el combate urbano y los escombros limitaban frecuentemente la efectividad de sus cañones y ametralladoras. Estos tanques quedaban vulnerables a los tanques y armas antitanques soviéticos, por lo que no deberían ser desplegados en solitario, sino en grupos de diez.

De modo similar, la infantería blindada nunca había combatido en una gran ciudad y tuvo que reconsiderar muchos de sus métodos. Toda la infantería alemana estimaba al Sturmgeschutz porque podía cubrirse detrás del vehículo fuertemente blindados según avanzaba y disparaba. Fue un serio error, sin embargo, para la infantería utilizar a los tanques del mismo modo que los Sturmgeschutz, ya que los tanques Mark III y IV eran demasiados vulnerables al fuego enemigo. En lugar de ello, el informe apremió a que la infantería blindada avanzara con varios tanques detrás de ella, proporcionándole fuego de apoyo.

Aunque los tanques y la infantería blindada habían estado trabajado juntos en combate desde 1939, casi nunca se habían visto el uno al otro en el campo de batalla. Poniendo tanques e infantería blindada en un compartimiento pequeño requería consecuentemente un nivel diferente y más íntimo de cooperación. El equipo de armas combinadas en el compartimiento requería un pequeño número de tanques, infantería blindada e ingenieros. Los escombros, las calles estrechas y los cráteres de bombas restringían el número de tanques que podían operar efectivamente en tal compartimiento. El documento instaba a todos los comandantes participantes a examinar el terreno de antemano, anotando los obstáculos, refugios y la situación del enemigo. Un plan de ataque tenía que proceder de esta orientación, llegando a un acuerdo de quién haría qué. Se mantuvo que el único medio de obtener verdadera cooperación era a través de la representación de todas las unidades participantes. El comandante de tanque tenía que entrar en el combate conociendo cuán limitada sería su visión y consecuentemente cuán dependientes serían los tanques de las otras armas.

Las minas eran el mayor peligro para los tanques. El informe después de acción alemán recomendaba que cuando un tanque fuera alcanzado por una mina, todos los tanques en el compartimiento se detendrían y los ingenieros avanzarían para despejar el camino. La infantería tenía que desplegarse adelante para combatir a la infantería rusa y para proteger a los equipos de recuperación, pues era crítico recuperar los vehículos dañados tan pronto como fuera posible. También era necesario retirar a los tanques antes del anochecer para apoyo logístico, ya que los vehículos de apoyo no estaban blindados. Una división panzer poseía menos infantería y artillería que una división de infantería, lo que hacía más difícil reemplazar las pérdidas de infantería y castigar al enemigo con fuego de artillería.

Una gran cantidad de tanques destruidos estaban esparcidos sobre Stalingrado en racimos, indicando senderos que una vez fueron transitables. A finales de septiembre, el VIII Cuerpo contó 62 restos de T-34 en su sector, todos fabricados en 1942. El XIV Cuerpo Panzer contó 48 restos de varios tipos, pero no pudo aproximarse a la mayoría de ellos debido al fuego enemigo. Los rusos habían logrado recuperar varios tanques destruidos, pero también encontraron demasiado peligroso entrar en la tierra de nadie. Los prisioneros de guerra rusos declararon que la mayoría de los tanques habían sido fabricados en la fábrica de tractores de Stalingrado. El XIV Cuerpo Panzer informó que el 30 de septiembre había destruido 24 tanques rusos y 100 no rusos. Estos últimos consistían en 8 tanques M3 Lee norteamericanos, 47 M3 Stuart norteamericanos y 24 Valentines británicos. Estaban particularmente interesados en ellos, anotando que no habían sido ensamblados en Rusia y que contenían materiales de instrucción en inglés. Los tanques rusos consistían en 2 T-34, 3 T-60 y 19 T-70, que aparentemente procedían de Gorki.
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Mensaje por Medina » Vie Sep 30, 2005 8:53 pm

En el ataque, los comandantes tenían que hacer minuciosos preparativos, particularmente sincronizar el fuego de apoyo. Era mejor para todos los comandantes reunirse y, utilizando una fotografía aérea, trabajar rápidamente sobre quien haría qué, en lugar de depender de detalladas órdenes por escrito. Antes del ataque, era contraproducente retirarse para protegerse del bombardeo artillero y de los ataques aéreos. Los alemanes descubrieron que cuando lo hacían, los rusos avanzaban sobre el terreno desocupado. Para obtener la sorpresa, era mejor atacar temprano por la mañana sin preparación artillera y luego demandar fuego ajustado según se requería. En las operaciones urbanas, era preferible detener y reagruparse para lograr objetivos limitados ya que era el mejor medio para coordinar las diversas armas y sistemas de armas. Informar a los subordinados de cual era el objetivo diario ayudaba en este proceso. En ocasiones, era necesario para la tarea organizar un grupo de asalto blindado consistente en tanques, semiorugas y otras unidades según se requiriera. No obstante, el propósito de esto era maximizar todavía el poder de combate de la infantería y proporcionar un mando unificado. Una constante era la participación activa de los ingenieros. Para explotar éxitos, las reservas tenían que ser mantenidas cerca, listas para usarse y aún situadas bajo algún refugio. La defensa en Stalingrado fue hecha muy difícil por los severamente restringidos campos de fuego y limitada observación. Resultó ser aconsejable utilizar una línea principal de resistencia e intentar mantener reservas listas para usarse. Los morteros pesados utilizados como baterías fueron muy útiles y los cañones ligeros y pesados de infantería fueron particularmente valiosos en la defensa. El fuego nocturno de hosti-gamiento por la artillería y las armas pesadas de infantería tenía que ser coordinado en un plan de fuego divisionario. Estos fuegos tenían los mejores resultados entre el crepúsculo y alrededor de las 22:30 horas, cuando el enemigo llevaba a cabo la mayoría de sus actividades logísticas. Fue de la mayor importancia mantener la flexibilidad del rápido cambio de la ofensiva a la defensa. Esto significaba atrincherarse rápidamente, organizar una defensa en profundidad, creación de nuevas reservas, desplegar las armas pesadas, planear el fuego defensivo, y, si era posible, colocar minas rápidamente y unidades de contacto en los flancos.

La 24 División Panzer informó de que estaba contenta con la coordinación de las operaciones con la Luftwaffe, que era considerada como vital para el éxito. Los cazabombarderos Stukas eran capaces de lanzar bombas a 100 metros delante de sus propias líneas. Los soldados alemanes informaron, sin embargo, que necesitaban realmente saber cuando había sido lanzada la última bomba. El oficial de enlace de la Luftwaffe estaba en un vehículo blindado lo bastante cerca para ver los ataques. Los esfuerzos alemanas en 1942 para enlazar a las formaciones de la Luftwaffe con las unidades blindadas en avance continuaron fallando. La situación era demasiado fluida y también a menudo las bombas alcanzaban las posiciones alemanas. Para la 24 División Panzer, parecía mucho más eficiente para la Luftwaffe operar profundamente contra las líneas de comunicación enemigas. Y finalmente, las tropas terrestres querían estar mejor informados sobre qué blancos iría después la Luftwaffe, para que pudieran desplegar suficiente luz y equipo de señales para protegerse.

Aparecería en primera instancia que luchar en Stalingrado requería una revisión de la escuadra de infantería en una escuadra de asalto. Se requirió la ametralladora ligera estándar y fusileros, y también se necesitó francotiradores, armas automáticas, varias clases de granadas y cargas explosivas. Estas escuadras requirieron el apoyo de uno o más Sturmgeschutz, varios semiorugas armados con cañones antiaéreos de 20 mm o antitanques de 37 mm. Una escuadra de ingenieros también tenía que estar disponible para retirar minas y obstáculos de tanque. Además, el informe después de acción recomendaba que una escuadra lanzallamas se necesitaba que estuviera disponible. Las armas pesadas de infantería requerían munición suficiente. Las granadas de fusil resultaron ser muy útiles. Para contrarrestar a los francotiradores o tiradores enemigos, el espejo de trinchera era indispensable. Y finalmente, las escuadras de asalto requerían radios suficientes para una comunicación eficiente.

El movimiento a través de la ciudad estaban severamente restringido por la masiva destrucción. Evitar las calles reducían las bajas. Ya que todos los “nidos” de resistencia tenían que ser reducidos, era preferible organizar el avance en profundidad. Era importante no convertirse en prisionero de concepciones lineales de combate, ya que las unidades tenían que maniobrar hacia atrás, hacia delante, o lateralmente para cubrir un flanco. En Stalingrado, una gran cantidad de esfuerzo fue gastado en reducir “nidos” de resistencia (principalmente sótanos). Áreas particularmente peligrosas eran las esquinas de calles y espacios llanos abiertos. Estas áreas sin cobertura demandaban cortinas de humo para facilitar el cruce.

Una ojeada en la 71 División de Infantería demuestra las dificultades de tal combate. El 24 de septiembre, avanzó contra fuerte resistencia hacia el teatro y los edificios del Partido Comunista. Tuvieron que luchar a través de los restos de cada casa. Los prisioneros de guerra dijeron que los conceptos tradicionales tales como escuadras y pelotones habían perdido generalmente su significado. Los rusos eran conducidos por acreditados oficiales y comisarios y todavía estaban recibiendo asistencia activa de los civiles. Ningún bando tomó muchos prisioneros. Las bajas rusas fueron altas. La artillería divisionaria de la 71 se enfrentó a las naves rusas en el Volga y logró silenciar dos baterías enemigas, destruyendo un gran depósito de municiones en la orilla este del río.

La 24 División Panzer estuvo satisfecha en su mayor parte con su regimiento de artillería, pero se quejó de que tenía suministros limitados, particularmente munición. En el ataque, la artillería divisionario no era muy útil. Para limitar las bajas por fuego amigo, solamente a un cañón le era permitido proporcionar fuego de apoyo para una escuadra de asalto. En la división, el mayor problema era la incapacidad para observar. En Stalingrado, las unidades clave de artillería eran los batallones de observación, que eran tropas de ejército usualmente puestas a disposición de un cuerpo. Establecían su equipo especializado en los escasos puntos de observación de calidad. Por ejemplo, el 28 de septiembre según el LI Cuerpo avanzaban contra las fábricas Octubre Rojo y Barricada, sus batallones de observación identificaron 22 baterías enemigas y se enfrentaron a 14 con fuego de contrabatería.

Sin embargo, todavía era posible coordinar fuegos; los vehículos blindados de observación del regimiento de artillería blindada resultaron ser ideales en suplementar el trabajo de los batallones de observación. Era simplemente demasiado peligroso para las secciones de observación de las divisiones de infantería intentar hacer esto. Algunas veces, era necesario solicitar el fuego de todo el regimiento. Esto era tan efectivo que los prisioneros de guerra hicieron comentarios sobre los bombardeos. En el combate urbano, los efectivos de reconocimiento de la artillería blindada solamente tenían radios. Eran, sin embargo, los bastantes en Stalingrado para suplementar sus señales con cable. Por ejemplo, la unidad luz/destello tenía que estar en la estructura superviviente más alta en el sector. Por lo tanto, fue mucho más eficiente dirigir el cable a su “nido”. La experiencia del Ejército Rojo en Stalingrado resultó ser bastante similar, con observadores de artillería encaramados en los pocos nidos de águila disponibles. La división panzer por sí misma no tenía los medios para ser contundente en fuego de contrabatería. Su cañón de 105 mm tenía un alcance insuficiente y nunca parecía tener bastante munición. En ocasiones, uno o dos cañones divisionarios eran enviados para ayudar a la infantería blindada con fuego directo. Esto resultó ser exitoso, pero los cañones eran particularmente difícil de trasladar por los escombros.

La división cooperó con la Luftwaffe a través de la radio, hasta su última semana en la ciudad, cuando la unidad de radio regimental de apoyo aéreo se movió adelante para unirse con los vehículos oruga de observación. Esta cooperación aceleró la prioridad y eficiencia del apoyo aéreo y de fuego. Recortó un nivel de comunicación dentro de la Luftwaffe y le proporcionó muchos más ojos para evaluar la efectividad de sus ataques aéreos. Además, cuando un blanco era despachado, este método permitía al avión cambiar rápidamente hacia nuevos blancos.

Como ya ha sido mencionado, la 24 División Panzer mantuvo firmemente que fue derrochador utilizar una división blindada en un combate urbano. Específicamente, el cuartel general regimental de tanques tuvo poco que hacer ya que la mayor formación desplegada fue un batallón. El informe después de acción estipuló que solamente en raras situaciones elementos de una división blindada deben ser enviados para ayudar a otra división. La infantería tiene que ser especialmente entrenada para cooperar eficientemente con los tanques. El despliegue de tanques sin infantería solamente era exitoso cuando el enemigo estaba muy desmoralizado y carente de armamento antitanque. Las acometidas limitadas y locales de tanques serían recompensadas con el éxito. En la defensa, los tanques serán mantenidos como reservas locales y utilizados para contraataques. Las mayores amenazas son las armas antitanques utilizadas a corta distancia y los francotiradores. El informe después de acción concluye que antes de ser devuelta al 4 Ejército Panzer, la división perdió un número excepcionalmente grande de tanques. Muchas de estas pérdidas fueron innecesarias –el resultado de tener que trabajar con infantería cuyos líderes no tenían idea de las fuerzas y debilidades de los tanques.

Los ingenieros fueron un componente vital de los equipos de armas combinadas, pero el comandante de la división tenía algunas serias decisiones que hacer. Los ingenieros estaban obligados a mantener las líneas de comunicación, pero cuando también se les necesitaban para misiones de ingenieros de combate, tenía que elegir cuantos de ellos serían ubicados. La 24 División Panzer recomendó el despliegue por compañía o pelotón. Para el combate urbano tenían que ser completamente equipados con armas ligeras y pesadas de infantería y armas antitanques. Uno de los mayores problemas para los ingenieros alemanes en Stalingrado fue su incapacidad para detectar y quitar rápidamente las minas de madera rusas.

Los alemanes tuvieron varios tipos de cañones antitanques con orugas. Fueron muy útiles en Stalingrado, donde los escombros y los muros parcialmente derribados les proporcionaban cobertura para sus cascos. Desplegados con sus cascos desenfilados tras la infantería, resultaron ser altamente efectivos. Desplegándolos en primera línea, sin embargo, hizo a estos vehículos abiertos por arriba demasiado vulnerables a la artillería enemiga, a las granadas de mano y a los francotiradores. En la defensa, tenían que ser mantenidos incluso más atrás debido a los observadores enemigos. El reabastecimiento de munición fue difícil para estos vehículos. En 1942, era claro que la versión con el cañón de 50 mm era obsoleta.

Con respecto a las armas y sistemas individuales, el vehículo antitanque de 50 mm obtuvo aviso, no solamente por su insuficiente potencia de fuego, sino también por su falta de maniobrabilidad. En el otoño de 1942, las divisiones del Ejército Alemán aún no tenían rifles telescópicos. La 24 División Panzer concluyó que hubo numerosos casos en el que tiradores con miras telescópicas podrían haber suprimido nidos de resistencia y reducir bajas. El mortero de 80 mm resultó ser efectivo, así como el cañón de infantería de 75 mm. El cañón de infantería de 150 mm, sin embargo, era demasiado difícil de maniobrar en los escombros y resultó ser difícil de resuministrar.

El informe concluye con varias recomendaciones. Urge a que los regimientos blindado y de artillería blindada reciban cañones antiaéreos de 20 mm. La infantería blindada necesita una compañía de cañones pesados de infantería con orugas. Cada batallón panzer requiere uno o dos pelotones de ingenieros (completamente motorizados). También se recomienda más utilización de voluntarios rusos en unidades de infantería blindada. Y finalmente, se requieren transportes de personal blindados para evacuar a los heridos fuera del área de combate y no sólo para el puesto de ayuda.

Estos inmediatos “apuros” indican la letalidad de las operaciones aéreas rusas, la insuficiente potencia de fuego de la infantería blindada para tomar objetivos, y los insuficientes ingenieros e infantería de combate. Ya que esta era uno de las más poderosas y mejor equipadas divisiones alemanas, uno se pregunta sobre las unidades de infantería rusas y alemanas, que tenían mucho menos maniobrabilidad y poder de ataque. Esto ayuda a explicar las fenomenalmente elevadas bajas de la 13 División de Fusileros de la Guardia, que fue desplegada en Stalingrado sin sus armas pesadas.

Tras la visita de un oficial del estado mayor al sur de Rusia el 28 de agosto, el oficial médico superior del Estado Mayor Alemán advirtió a los médicos del Grupo de Ejércitos B que en los meses calurosos del verano los soldados deberían tener una dieta mejorada. Lo que se requirió fue una dieta inferior en grasa. Los soldados se quejaban del pan que llegaba con moho. El Sexto Ejército pudo hacer poco para aliviar estos problemas. La plaga de moscas duró hasta la primera helada. El problema principal era que Stalingrado estaba simplemente demasiado distante para logísticamente apoyada. Después de que el 6 Ejército fuera rodeado, sus tropas de combate se cree que recibieron una dieta de 200 gramos de pan por día. El personal de estado mayor y de retaguardia recibieron solamente 100 gramos.

Cuando los soldados del 6 Ejército comenzaron a morir rápidamente en diciembre sin síntomas visibles, Berlín envió un patólogo a la bolsa. Descubrió que los soldados del 6 Ejércitos tenían los problemas médicos de los ancianos: cambios en la médula ósea y en órganos internos y pér-dida de tejido adiposo. La causa real de muerte era el encogimiento del corazón. El ventrículo derecho, sin embargo, se ampliaba. El patólogo concluyó que esto resultaba del cansancio, la exposición y la desnutrición. Ziemke y Bauer sugieren que este fenómeno estaba probablemente relacionado a la circunstancia única de ser rodeado por fuerzas enemigas. Puede ser posible que no todo este daño resultase del período después del cerco –que el estrés acumulativo y la malnutrición de los meses anteriores de combate contribuyeran a esta condición.

Hay un factor adicional que debe ser mencionado, incluso aunque tienda a ser bastante nebuloso y permanezca casi imposible de cuantificar. No obstante, quizás la más importante revelación de Stalingrado fue cómo el combate urbano actuó sobre el nivel estratégico de la guerra. A pesar de la falta de prudencia detrás de avanzar en el sur de Rusia en 1942, Stalingrado jugó solamente un papel periférico en esa ofensiva. A lo largo del curso de la campaña, sin embargo, la posesión de la ciudad en cierta forma llegó a dominar el pensamiento de Hitler. En cuatro ocasiones, el General Paulus informó de que el combate en la ciudad estaba erosionando el poder de combate de su ejército, pero la ciudad se había convertido ya en un asunto de prestigio. Hitler hizo una de sus raras apariciones públicas el 30 de septiembre en el Sportpalast en Berlín. Mostró irritación por la fijación de la prensa mundial tuvo con respecto al ataque de Dieppe, mientras ignoraba su avance hacia el Cáucaso y el Volga. Afirmó por dos veces que Stalingrado caería y concluyó: “Pueden estar seguros de que nadie nos apartará de allí”. Varios días después en uno de sus encuentros militares, confesó que Stalingrado no era ya de importancia operacional decisiva, sino más bien vital para la opinión pública alrededor del mundo y para reforzar la moral de los aliados de Alemania. En cierta forma, una ciudad de significado relativamente menor se había convertido en un factor crucial en la toma nacional de decisiones. Si esto fue un mal cálculo aislado de un dictador sin entrenamiento militar formal o una tendencia general en el curso de la guerra occidental, da pausa para una seria reflexión.

Stalingrado empezó a ser reconstruido poco después de finalizar la guerra, y en 1952, la Unión Soviética completó el largamente soñado Canal Volga-Don. En 1959, la población había ascendido a 591.000 y al año siguiente se abrió la gigantesca presa y planta hidroeléctrica al norte de la ciudad. La ciudad fue renombrada Volgogrado en 1961, para aquel momento había sido reconstruida en su mayor parte, de nuevo en un largo cinturón que abrazaba al río. La ciudad prosperó; en 1995, tenía más de 1.260.000 habitantes.

Nunca sabremos con certeza las bajas causadas por la campaña de Stalingrado. Aproximadamente se perdieron 250.000 tropas del Eje, junto con 1.000 tanques y 1.800 cañones. La mayoría de las tropas del Eje eran alemanas, pero hubo 50.000 austriacos muertos junto con cantidades más pequeñas de rumanos, croatas e italianos. También sabemos que había alrededor de 50.000 voluntarios rusos con el 6 Ejército Alemán, ninguno de los cuales probablemente sobrevivieron al combate. De las bajas del Eje, 150.000 estaban muertas o heridas en enero de 1943. No se conoce las bajas rusas, que son estimadas en ser de cuatro a ocho veces las del Eje. Tampoco puede determinarse cuantas de estas bajas fueron civiles. Y además, cada primavera otra media docena de niños rusos es añadida al total.
ESPAÑA, MI NATURA.
ITALIA, MI VENTURA.
FLANDES, MI SEPULTURA.

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