La Iglesia Católica y el Holocausto.

Partidos políticos, actuaciones gubernamentales

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José Luis
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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por José Luis » Dom Mar 03, 2013 11:07 am

¡Hola a todos!

Después de haber citado algunas de las obras más representativas, a mi juicio, sobre el debate existente acerca de Pío XII (y la Iglesia Católica) y el Holocausto, sólo me resta añdir que las últimas publicaciones sobre este tema son el producto de las investigaciones del nuevo material de archivo que el Vaticano ha puesto al examen de los historiadores desde 2003. Se trata de la documentación de las nunciaturas de Munich y Berlín durante los años 1922-1939, documentación que se amplió finalmente con la desclasificación final ordenada por Benedicto XVI en 2006. Por tanto, los libros hasta hoy publicados como resultado de la investigación de ese ingente material estudian principalmente la correspondencia entre esas nunciaturas y el Vaticano, analizando las figuras de Pío XI y el nuncio (1917-1929) y secretario de estado del Vaticano (1930-1939) Eugenio Pacelli, luego Pío XII.

Dos ejemplos de estas publicaciones son la ya citada biografía de Frank Coppa sobre Pío XII, publicada en este pasado mes de febrero, y el libro de Hubert Wolf, Pope and Devil: The Vatican's Archives and the Third Reich (Cambridge: Belknap Press of Harvard University Press, 2010).

Ahora quiero concluir esta serie de intervenciones con una reflexión crítica sobre la posición vaticana que gobernó (y gobierna) la relación de las iglesias católicas con los estados donde tienen presencia. Creo que en esta política vaticana (junto con su secular antijudaísmo religioso y su declarado anticomunismo) se encuentra la raíz que sustentó la política papal oficial ante el Holocausto.

Sobre este asunto escribí algo en mi hilo sobre Pío XI http://forosegundaguerra.com/viewtopic.php?f=59&t=15516
José Luis escribió: En diciembre de 1922, Pío XI esbozó el programa de su pontificado, reiterando la filosofía de Léon XIII. ¿Cuál era esta filosofía? El monje benedictino Hilari Raguer la explica como el proyecto de León XIII (papa entre 1878-1903) de reconocer, a través de sus encíclicas y actividad diplomática, que la religión católica no estaba ligada a ningún régimen político, y, por tanto, podía coexistir con cualquiera, aunque ello en sí no significaba en absoluto que la Iglesia Católica aceptara esos regímenes políticos. Había una tesis católica básica según la cual un estado cristiano era un estado confesional que profesaba oficialmente la religión católica, que debía mantenerse siempre y cuando lo permitieran las circunstancias políticas. Pues bien, León XIII estableció una distinción entre esa tesis católica básica y la hipótesis que mantenía que, como un mal menor, cuando esta tesis no podía ser impuesta, la Iglesia debía tolerar el estado laico y la libertad religiosa (4). Y efectivamente, bajo Pío XI, la Santa Sede concluyó un gran número de concordatos con gobiernos de todos los colores...
Aquí subyace, en mi opinión, la causa del problema. Esta filosofía papal fue una respuesta a la pérdida paulatina, pero constante, del poder e influencia de la Iglesia Católica y el Papado en las políticas estatales e interestatales. A medida que las naciones fueron caminando, en el terreno de la reestructuración política de sus estados, hacia la separación entre Iglesia y Estado, es decir hacia un estado laico o un estado aconfesional, en la misma medida fue produciéndose la resistencia de la jerarquía de la Iglesia ante esos cambios decisivos, cambios que ponían fin al poder que la Iglesia Católica venía ejerciendo durante siglos en las políticas nacionales e internacionales.

Resultado fundamental de la modernización de los países por la revolución industrial iniciada a mediados del siglo XVIII, esos cambios en la relación que venía existiendo entre Iglesia y Estado -al igual que los que afectaron decisivamente el orden existente en las esferas económica, social, militar y política de los estados-, digo que esos cambios se produjeron y asentaron con más rapidez y mayor profundidad en las democracias parlamentarias o liberales (como Inglaterra) y las repúblicas (como Francia), que en el resto de estados más o menos autoritarios. La reacción de la jerarquía de la Iglesia Católica ante esta tendencia se materializó en sus férreas posiciones antimodernistas, antiliberales y antidemocráticas. Ello explica que la jerarquía católica en general y el papado en particular sintieran una gran afinidad, y no rechazo, con los regímenes políticos autoritarios que representaban esas mismas posiciones “anti”. Y ello explica igualmente que la jerarquía de la iglesia católica alemana y del Vaticano se sintieran mucho más identificadas, e incluso apoyaran, con las fuerzas reaccionarias de la República de Weimar, que eran mayormente partidarias del autoritarismo y contrarias al liberalismo, la democracia parlamentaria y los partidos políticos de Weimar. Además, estas fuerzas reaccionarias alemanas y las jerarquías católicas en Alemania y Roma también compartían un odio declarado ante el comunismo. Si a estos ingredientes añadimos el antijudaísmo secular que imperaba en la mayoría de esos reaccionarios, tanto en Roma como en Alemania, parece evidente que el nazismo y su antisemitismo racial tenían el camino abonado cuando su líder fue nombrado Canciller del Reich en enero de 1933. Sin embargo, la posición de la jerarquía de la iglesia alemana ante el nazismo varió en consonancia con las diferentes circunstancias de relevancia política que experimentó el NSDAP.

A grandes rasgos, mientras que el NSDAP fue un partido político irrelevante (prácticamente hasta 1930) en la política nacional alemana, la jerarquía católica alemana mantuvo hacia el NSDAP lo que yo llamo una “observación benevolente”, pues aunque no compartía, o rechazaba, algunos de los principios ideológicos del programa nazi y de sus manifestaciones prácticas, era sensible a su dogma antimodernista, antiliberal, antidemocrático, antisemita (en lo que casaba con el antijudaísmo cristiano) y anticomunista. Cuando el NSDAP se convirtió realmente en un movimiento de masas, tras las elecciones generales de 1930, la jerarquía católica alemana cambió radicalmente su posición y, algunos de sus obispos más destacados, condenaron expresamente el nazismo y prohibieron a sus fieles ser miembros del NSDAP. Finalmente, cuando Hitler fue nombrado Canciller del Reich y los nazis consolidaron su poder político, convirtiendo Alemania en un régimen político autoritario, de sistema totalitario, la posición de la jerarquía católica alemana, en general, renegó de su anterior condena al nazismo y comenzó una etapa de colaboración, apoyo o neutralidad con el régimen nazi iniciada bajo los auspicios del concordato de 1933 entre el Vaticano y Alemania, posición que sólo cambió en ciertos casos concretos una vez comenzada la guerra en 1939.

Durante todo este periodo, incluido el de la IIGM, en la jerarquía católica, tanto en Alemania como en el Vaticano, primó más la preservación de su poder temporal que el mandato de su poder divino. Cuando ambos colisionaron, los papas siguieron el objetivo subyacente en la filosofía de León XIII: intentar preservar el poder temporal de la Iglesia Católica aun cuando este objetivo chocara frontalmente con su misión evangélica.

Saludos cordiales
JL
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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por maxtor » Sab Mar 09, 2013 8:26 pm

José Luis escribió:
José Luis escribió: En diciembre de 1922, Pío XI esbozó el programa de su pontificado, reiterando la filosofía de Léon XIII. ¿Cuál era esta filosofía? El monje benedictino Hilari Raguer la explica como el proyecto de León XIII (papa entre 1878-1903) de reconocer, a través de sus encíclicas y actividad diplomática, que la religión católica no estaba ligada a ningún régimen político, y, por tanto, podía coexistir con cualquiera, aunque ello en sí no significaba en absoluto que la Iglesia Católica aceptara esos regímenes políticos. Había una tesis católica básica según la cual un estado cristiano era un estado confesional que profesaba oficialmente la religión católica, que debía mantenerse siempre y cuando lo permitieran las circunstancias políticas. Pues bien, León XIII estableció una distinción entre esa tesis católica básica y la hipótesis que mantenía que, como un mal menor, cuando esta tesis no podía ser impuesta, la Iglesia debía tolerar el estado laico y la libertad religiosa (4). Y efectivamente, bajo Pío XI, la Santa Sede concluyó un gran número de concordatos con gobiernos de todos los colores...
Aquí subyace, en mi opinión, la causa del problema. Esta filosofía papal fue una respuesta a la pérdida paulatina, pero constante, del poder e influencia de la Iglesia Católica y el Papado en las políticas estatales e interestatales. A medida que las naciones fueron caminando, en el terreno de la reestructuración política de sus estados, hacia la separación entre Iglesia y Estado, es decir hacia un estado laico o un estado aconfesional, en la misma medida fue produciéndose la resistencia de la jerarquía de la Iglesia ante esos cambios decisivos, cambios que ponían fin al poder que la Iglesia Católica venía ejerciendo durante siglos en las políticas nacionales e internacionales.

Resultado fundamental de la modernización de los países por la revolución industrial iniciada a mediados del siglo XVIII, esos cambios en la relación que venía existiendo entre Iglesia y Estado -al igual que los que afectaron decisivamente el orden existente en las esferas económica, social, militar y política de los estados-, digo que esos cambios se produjeron y asentaron con más rapidez y mayor profundidad en las democracias parlamentarias o liberales (como Inglaterra) y las repúblicas (como Francia), que en el resto de estados más o menos autoritarios. La reacción de la jerarquía de la Iglesia Católica ante esta tendencia se materializó en sus férreas posiciones antimodernistas, antiliberales y antidemocráticas. Ello explica que la jerarquía católica en general y el papado en particular sintieran una gran afinidad, y no rechazo, con los regímenes políticos autoritarios que representaban esas mismas posiciones “anti”. Y ello explica igualmente que la jerarquía de la iglesia católica alemana y del Vaticano se sintieran mucho más identificadas, e incluso apoyaran, con las fuerzas reaccionarias de la República de Weimar, que eran mayormente partidarias del autoritarismo y contrarias al liberalismo, la democracia parlamentaria y los partidos políticos de Weimar. Además, estas fuerzas reaccionarias alemanas y las jerarquías católicas en Alemania y Roma también compartían un odio declarado ante el comunismo. Si a estos ingredientes añadimos el antijudaísmo secular que imperaba en la mayoría de esos reaccionarios, tanto en Roma como en Alemania, parece evidente que el nazismo y su antisemitismo racial tenían el camino abonado cuando su líder fue nombrado Canciller del Reich en enero de 1933. Sin embargo, la posición de la jerarquía de la iglesia alemana ante el nazismo varió en consonancia con las diferentes circunstancias de relevancia política que experimentó el NSDAP.

¡ Saludos cordiales a todos !

Creo que el análisis de Jose Luis coincide con el análisis que muchos historiadores tienen sobre el tema tratado y el porqué la Iglesia católica tuvo más afinidades con algunos régimenes autoritarios o dictatoriales, me gustaría añadir que un factor básico en algunos historiadores fue añadir a dicho análisis de reacción anti-moderna el antisemitismo milenario de la Iglesia Católica respecto a los judíos que practicamente impregnó a muchas de las instituciones y mentalidades de Europa y de buena parte de la cristiandad. Acabo de terminar el libro de Goldhagen "La Iglesia Católica y el Holocausto" y dicho historiador incide mucho en el antisemitismo cristiano que abonó el terreno para que finalmente se diera el Holocausto ¿qué importancia pudo tener la reacción de la Iglesia Católica, y su giro político en el s. XIX cuando rechazó el liberalismo, la democracia, y el capitalismo?; es decir, cuando rechazó la propia modernidad.

En 1864 en una encíclica muy importante, Quanta cura, del papa Pío IX se rechazó abiertamente considerándola un "erro", la idea de que el "pontífice romano pueda, y deba, reconciliarse con el progreso, el liberalismo y la civilización contemporánea y aceptarlos", para la Iglesia era algo natural utilizar el antisemitismo contra la modernidad, ¿qué otra arma sutil y válida desde el punto de vista psicológico para la gente podría utilizar contra las incipidentes estructuras nacionales de los estados modernos que le comían terreno a toda velocidad?. Apuntar a los judíos como responsables de esos cambios y de esos males sociales, económicos, políticos y culturales, creo que fue casi hasta normal viendo la historia antijudía de las Iglesias cristianas. En las palabras de la propia encíclica no deja duda de ello: "De ellos (una conspiración de sectas secretas) toma su fuerza la sinagoga de Satanás, que reúne a sus tropas contra la Iglesia de Cristo". Según el historiador David Kertzer esta encíclica "conformaría las actitudes eclesiásticas durante décadas", sobre todo en lo tocante a la identificación de la "sinagoga de Satanás" (nombre que da la Biblia cristiana al lugar de oración de los judíos) como fuente de la maldad moderna. (Kertzer, The Popes Against the Jews, pp. 126-127. La Biblia católica actual ha cambiado la traducción utilizada a lo largo de la historia, de manera que ahora, en el Apocalipsis de San Juan, se lee "asamblea de Satán", (2:9 y 3:9).

Apelando a todo aquel que se debiera a sus instituciones, la Iglesia pretendió movilizar en su batalla política contra la modernidad la enorme mina que proporcionaba el antisemitismo europeo, y donde más éxito tuvo fue en Alemania lugar en el que los antisemitas raciales estaban convirtiendo a los judíos en el símbolo capital de todo lo negativo que había en el país y en la modernidad, creo que este aspecto del antisemitismo y el Holocausto y el papel o no que tuvo la Iglesia en la producción de un clima cultural y político antidemocrático y antimoderno que pudo contribuir al ascenso de movimientos radicales como el nazismo, del fascismo y de otras instituciones opuestas a la democracia y modernidad en el s. XX es algo que se ha minusvalorado y que un análisis histórico de dicha vinculación puede explicar muchas cosas y según Goldhagen dicho análisis país por país está aún por hacer.

Saludos a todos.

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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por José Luis » Dom Mar 10, 2013 3:15 pm

¡Hola a todos!

El antijudaísmo cristiano fue, sin duda, un factor necesario para la implantación del antisemitismo racial del régimen nazi y su radicalización hacia el Holocausto. Pero no fue un factor suficiente. El antijudaísmo cristiano existía desde hacía muchos siglos, pero por sí mismo nunca había dado lugar a un genocidio como el que practicó el régimen nazi contra los judíos europeos. Hoy podemos calificar de genocidios muchos cruentos episodios de la antigüedad que tuvieron como fondo, en parte o en todo, una carácter religioso (y católico para el caso), pero no resisten una comparación con los genocidios masivos que la maquinaria criminal nazi llevó a cabo durante la IIGM. No se puede comprender la implantación, aceptación y prevalencia del antisemitismo nazi en Alemania sin la existencia y significado previos del antijudaísmo cristiano, pero sería un error considerar el antijudaísmo cristiano como la raíz de la que brotó directamente el Holocausto. Basta decir, para no extenderme más en este punto, que el odio (o sus manifestaciones más básicas) del antijudaísmo cristiano estaba dirigido fundamentalmente hacia el judaísmo como religión, no hacia los judíos como individuos (o raza), y que este odio desaparecía cuando el judío se convertía al cristianismo. Tal situación no tenía cabida en el antisemitismo nazi, donde era irrelevante esa circunstancia de cambio de fe.

Lo que me parece importante, como ya dije, en este asunto del papel que jugó la Iglesia Católica alemana ante el Holocausto, radica en sus antecedentes de acomodo al régimen nazi, un resultado coherente con la política de acomodo del Vaticano con cualquier tipo de régimen político, tal como expuse en mi última intervención. Y la primera manifestación del acomodo de la jerarquía católica alemana con el régimen nazi se produjo pocos días después de que Hitler fuese nombrado Canciller del Reich, cuando los obispos alemanes levantaron la prohibición que habían establecido en 1931, según la cual los católicos alemanes no podían pertenecer al NSDAP. Igual sucedió con la prohibición anterior de permitir la presencia de símbolos nazis en los actos rituales católicos; también se levantó esta prohibición. Esto por no citar el júbilo general que se produjo entre la jerarquía católica alemana (y romana) cuando Hitler fue nombrado canciller, júbilo que algunos obispos alemanes expresaron directamente a Hitler.

El mismo día en que se aprobó el Concordato con el Vaticano, 14 de julio de 1933, el gobierno nazi aprobó también la ley de esterilización*, si bien se guardó de publicarla hasta once días después. Poca atención ha recibido de la literatura popular y académica si se compara con la publicación sobre el programa nazi de “eutanasia” aprobado por Hitler en 1939, pero la ley de esterilización nazi fue una auténtica monstruosidad criminal que produjo miles de muertes por causas quirúrgicas. Sólo diré que entró en vigor el 1 de enero de 1934, y sólo durante sus tres primeros años de implementación (1934-1936) los tribunales hereditarios impusieron la esterilización** a casi 200.000 personas.

La jerarquía católica alemana no protestó públicamente ante este crimen de estado como lo hizo años después, en agosto de 1941, ante el llamado “programa de eutanasia”, que fue el paso siguiente del régimen nazi en su proceso de radicalización de lo que podíamos llamar su política de mejora de la raza aria. Y ya que toco el tema de la “eutanasia” nazi, aprovecho para subrayar que la jerarquía católica, en especial el obispo de Münster von Galen, protestó contra la “eutanasia” nazi mucho después de que lo hubiera hecho la jerarquía de la Iglesia Protestante alemana.

Una situación de acomodo similar con el régimen nazi se dio también en el Partido del Centro (Zentrum), un partido católico que, sin embargo, no representaba, como a veces se dice infundadamente, a la mayoría de los católicos alemanes. Sea como fuere, una gran parte de los miembros del Zentrum era contraria al régimen nazi, pero su gran mayoría intentó acomodarse a la nueva situación política alemana. Y recordemos que su voto fue llave para la aprobación de la Ley de Habilitación.

Los obispos católicos alemanes no se opusieron ni criticaron la política exterior de Hitler, ni aún cuando ésta condujo a la guerra criminal contra Polonia. Muy pocos siguieron el ejemplo de Preysing de no hacer repicar las campanas tras las victorias alemanas en Polonia y Francia, y muchos menos cuando la Wehrmacht invadió la Unión Soviética. Con anterioridad, tampoco protestaron públicamente contra el pogromo de 1938 (la llamada “Noche de los Cristales Rotos”), pese a que en privado rechazaban esas manifectaciones criminales.

Cuando el Holocausto ya estaba en plena ejecución, la resistencia católica de Berlín redactó en 1943 un borrador de carta de protesta contra los crímenes nazis sobre los judíos con la intención de enviarla a Hitler y otros líderes nazis una vez firmada por todos los obispos. El borrador fue redactado por Margarete Sommer*** y, tras exponer las razones que llevaban a los obispos alemanes a realizar su denuncia contra los crímenes contra los no-arios, especificaba una serie de peticiones para mejorar y garantizar las vidas de los deportados, concluyendo con una frase que hacía referencia al propio Holocausto: “No desearíamos omitir el decir que la aceptación de estas estipulaciones sería el camino más cierto para desinflar el crescendo de rumores relativos a la muerte masiva de los deportados no-arios”.

Los obispos alemanes rechazaron el borrador de Sommer, aduciendo para ello una serie de razones, como la de que el Concordato de 1933 impedía a los obispos el hablar de cuestiones que no estuvieran directamente relacionadas con los asuntos de la iglesia, y el destino de los judíos no era, a su juicio, uno de ellos.

La ausencia de una denuncia pública por parte de los obispos alemanes contra la inmensa mayoría de los crímenes del régimen nazi en general, y el genocidio de los judíos en particular, sólo se puede entender, a mi juicio, si se tiene en cuenta el cálculo de intereses políticos, los prejuicios antijudíos, y el fervor nacionalista y patriótico de una gran parte de la jerarquía católica alemana que sirvieron de marco dominante en su relación con el régimen nazi y sus políticas criminales. Pese a que una minoría de obispos, encabezados por Preysing, deseaban denunciar públicamente los crímenes nazis, la mayoría de los obispos, encabezados por el nuncio Orsenigo, siempre encontró razones, realmente excusas, para no romper su posición relativamente privilegiada bajo el régimen nazi.

*Gesetz zur Verhütung erbkranken Nachwuchses (Ley para la Prevención de Prole con Enfermedades Hereditarias)
**La ley de esterilización nazi fue diseñada para tratar las enfermedades hereditarias (Erbkrankheiten) y a sus portadores (Erbkranke). La ley establecía que cualquier persona que sufriera una enfermedad hereditaria podía ser esterilizada si el conocimiento médico indicaba que su prole sufriría un daño físico o mental hereditario grave. La ley definía a la persona que padecía una enfermedad hereditaria, y así candidata a la esterilización, como cualquiera que sufriera: 1) debilidad mental congénita (Schwachsinn); 2) esquizofrenia; 3) folie circulaire (psicosis maníaco-depresiva); 4) epilepsia hereditaria; 5) baile de San Vito (corea de Huntington); 6) ceguera hereditaria; 7) sordera hereditaria; 8) deformidad física hereditaria grave, o 9) alcoholismo grave en base discrecional. Para una cuenta exhaustiva véase Henry Friedlander, The Origins of Nazi Genocide: From Euthanasia to the Final Solution (University of North Carolina Press, 1995).
***Véase la obra arriba citada de Phayer, The Catholic Church and the Holocaust, p. 73 y ss. para más información.

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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por cetme » Mar Mar 12, 2013 9:20 pm

documental emitido por La 2ª,en el cual analiza el papado de Pio XII,durante la guerra.Sus acciones y sus silencios.Personas que lo conocieron personalmente y otras que no lo conocieron,pero esperaban que hiciese algo,por ellos y asi aliviar sus sufrimiento,nos hablan de el.Esta es la primera parte.
http://www.youtube.com/watch?v=s9V6u8MuU20

Segunda parte del documental.En el vemos el testimonio de Jan Karsk,un agente de la resistencia polaca,el cual fue introducido en el Guetto de Varsovia.Su mision era recopilar informacion,de lo que ocurria,dentro del Guetto e intentar escapar de el con esa informacion.Asi lo hizo,escapo e informo.Pero Pio XII,no dio credibilidad a esas informaciones,asi pues siguio sin condenar a la Alemania nazi.Dejo el video para su visionado.
http://www.youtube.com/watch?v=NRHP4ZAvFO4

Tercera parte.Octubre de 1943,tropas alemanas entran en Roma,dando comienzo a redadas en busca de judios romanos.La princesa Enza Pignatelli,amiga de Pio XII,se llega hasta el vaticano y consigue hablar con el Papa.Le informa de que los alemanes,estan buscando judios por toda Roma,para trasladarlos a campos de concentracion.Solo hubo,unas ligeras protestas,ante las autoridades alemanas,luego un silencio absoluto.Fueron deportadosun total de 2091 judios,solo 15 sobrevivieron a los campos de concentracion.
http://www.youtube.com/watch?v=9AdNbvce7l4

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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por cetme » Vie Mar 15, 2013 8:51 pm

Dos ultimos capitulos de este documental.Trata sobre todo,de la persecucion,que sufrieron los judios en Hungria.Corria el año 1944 y este pais era el unico en el cual,los judios aun vivian en relativa calma.Ese año,con Alemania en clara retirada,entran en el pais e inician las deportaciones en masa de los judios hungaros.Hay timidas protestas del Vaticano,que no impiden para nada que los nazis ejecuten sus planes.
http://www.youtube.com/watch?v=6NTXDOe_ygI
http://www.youtube.com/watch?v=W2TtZB6UU0Y

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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por José Luis » Sab Mar 16, 2013 10:50 am

¡Hola a todos!

El compañero cetme introduce regularmente documentales en el foro para ilustrar los temas, y ello es una gran aportación que tiene mi reconocimiento. ¡Pero cuidado con los documentales! Siempre requieren del matiz y, muchas veces, de la corrección.

Siguiendo en mi línea de los antecedentes de la Iglesia relativos a su posicionamiento oficial ante diversos regímenes políticos (que como ya he dicho considero un asunto crucial para explicar la posición posterior de la Iglesia respecto del Holocausto), quisiera comentar algunos de los hechos significativos ocurridos en Hungría.

Como me imagino que sabrán los interesados en el tema, los judíos húngaros se beneficiaron, al igual que los judíos de otros muchos países de Europa, de las leyes de emancipación aprobadas en el siglo XIX. En Hungría se aprobó esa ley en 1867 -ley que otorgaba la igualdad de derechos a los húngaros de religión judía-, y en 1895 la religión judía obtuvo el mismo reconocimiento legal que la cristiana. De esta forma, la igualdad ante la ley fue absoluta entre húngaros judíos y cristianos, quizá con la excepción de la Ley de “Numerus Clausus” de 1920 aplicada a los estudiantes judíos. Pero en la década de 1930 comenzó a cambiar esta situación, siendo cada vez más frecuentes y agresivas las campañas antijudías en Hungría.

En las elecciones parlamentarias de mayo de 1939, el electorado húngaro apoyó mayoritariamente a los partidos de la extrama derecha que defendían una legislación antijudía, y cuyos líderes parlamentarios en la cámara alta del parlamento húngaro ya habían expresado unos discursos dirigidos a incitar el antisemitismo y repletos de frases denigrantes hacia el judaísmo y los judíos. Lo curioso de esta situación era que los líderes de la jerarquía de la iglesia cristiana húngara, por mor de su condición, también eran miembros de la cámara alta del parlamento y también expresaron ahí sus sentimientos y prejuicios antisemitas.

Cuando se aprobó en la cámara baja del parlamento la proposición de ley de 8 de abril de 1938 (que perseguía erradicar a los judíos húngaros de la esfera económica y dificultar sus actividades en la cultural, especialmente el periodismo) y fue llevada a la cámara alta para su aprobación, los representantes de la iglesia se opusieron porque no estaban de acuerdo en que la proyectada ley, en su definición del término “judío”, considerara judíos a los judíos que se habían convertido al cristianismo después del 1 de agosto de 1919 (cuando el colapso del régimen comunista de Bela Kun). Pero tras unas cuantas enmiendas, la ley se aprobó el 29 de mayo de 1938 (Vino a limitar a un 20% la proporción de judíos que podían participar en las profesiones liberales). No tengo tiempo ni es lugar aquí para exponer algunos de los discursos de los líderes cristianos con respecto a esta ley, pero remito a quienes tengan interés en conocerlos a la fuente que utilizo para esta información y que daré al final de este mensaje, donde incluiré como nota a pie de página el discurso del jefe de la Iglesia Reformada, Sandor Ravasz, digno de la mejor retórica nazi.

Antes de la aprobación de esa ley, durante las fases de su debate parlamentario, se celebró en Budapest el 34º Congreso Eucarístico Internacional, al que asistieron, además de un público multitudinario, más de 10 cardenales y 300 obispos, y donde el Papa Pío XI estuvo representado por el entonces su secretario de estado, el cardenal Pacelli. No sólo hablaron en este congreso los líderes de la Iglesia, sino también el primer ministro húngaro, Imredi, y el ministro de industria, Bornemissza, con sendos discursos realizados el 27 de mayo, dos días antes de la aprobación de la ley antijudía citada. Ironía o no, el tema del congreso era el “Amor Cristiano”, un extraño marco en el que subyacía claramente el odio a los judíos. Incluso Pacelli, nuestro futuro Pío XII, dijo, entre otras cosas, lo siguiente:

[¡Jesús conquista! Él que tan a mundo fue el destinatario de la furia de sus enemigos, que sufrió las persecuciones de aquellos de quienes él era uno de ellos, también triunfará en el futuro...Como opuestos a los enemigos de Jesús, que gritaron ante su rostro “¡Crucificarle!”, le cantamos himnos de nuestra lealtad y nuestro amor. Nosotros actuamos de esta forma no por resentimiento, no por un sentido de superioridad, no por arrogancia hacia aquellos cuyos labios lo maldijeron y cuyos corazones lo rechazan incluso hoy.]

Tras la aprobación de la ley antijudía de 29 de mayo, los líderes cristianos húngaros continuaron incitando el odio hacia los judíos, a la vez que apoyaron y animaron al gobierno húngaro a endurecer las medidas antijudías, con los católicos subrayando las excepciones que se deberían observar con los conversos.

Esto fue sólo el inicio de la activa colaboración de la jerarquía cristiana húngara en la legislación antijudía y antisemita del gobierno húngaro. Más y detallada información en Mosbe Y. Herczl, Christianity and the Holocaust of Hungarian Jewry (New York & London: New York University Press, 1993). Los discursos de líderes cristianos a los que me referí más arriba se encuentran a partir de la página 86. Con respecto al del obispo Ravasz, copio en su original:

As a legislator I sense the importance of taking a stand on the matters under discussion... The Jewish problem has been the bane of humanity for about two thousand years. It is an important matter still awaiting its solution, and until it is eventually solved it will be accompanied by much suffering, many struggles, and a great many difficulties... I am convinced that the adoption of this bill will serve well not only the welfare, the tranquillity, and the security of the state, but also those who today protest vehemently against its adoption... Since the bill is intended to put in order economic issues such as providing employment opportunities and a fairer division of revenues, I should like to believe that this is merely the first step in a broader, general program of planned legislation... In discussing this bill it is impossible to refrain from dealing with the origin of the Jewish problem. We must state that during the modern, liberal period, the period that came to an end on the eve of the Great War, it was customary to view the Jewish problem as a religious one. The time has come for Hungarian public opinion to liberate itself from the opinion that the Jewish problem is a religious one. Were the 430,000 Jews of Hungary to convert all at once to Christianity, so that not a single Jew was left in Hungary, would in such a case the Jewish problem be solved? Of course not. It would become more complex and more difficult.

Judaism is not a religion. If such is the case, what is it? Judaism is a race, with strong racial characteristics which prevent its assimilation. Though the Jews mingle with people of other races, yet Judaism continues stubbornly to maintain those racial characteristics.15 Consider a nation with a strong racial awareness, which has existed for thousands of years, a nation with a fierce sense of national uniqueness, people for whom the very concept of being chosen has become bone of their bone, flesh of their flesh. This concept of theirs has grown and developed, together with their concept of their national god who grows with them, parallel to their exaggerated expectations of life. After much suffering and difficult crises this nation has altered its national form, adopting the form of a "diaspora"... living among the nations and at their expense.

Honorable Upper House! Is it any wonder that a nation living under such historical conditions for two thousand years develops certain psychological characteristics?.. .The diaspora and world trade are interwoven, and it is impossible to learn which came first. Is it any wonder that such a society, whose composition cuts across nations and countries, has selected for itself as a means an object which may be stored in the narrowest of places, which in comparison with its size represents the greatest value, which reflects great strength, and which is capable of attaining great influence?— and this means is nothing but money! Does this not mean that this society has come to dominate international capital and has become the controller of world credit? The natural consequence is that wherever it arrived, even within nations which have conducted their lives properly for hundreds of years, this scattered populace has sought out the cracks in the accepted social systems, just as parasitic, crawling plants do the same, climbing up on the host plant, sinking their roots deeply into it in order to enable them to subsist at its expense, even in tempestuous, stormy, dangerous times. Thus there are many who are stunned by the destructive ambitions of this race. We should not be surprised! Destructiveness is the basic characteristic of this race,16 for it seeks to live, and if we do not want its life to be destructive, as at present, we have to work for a change in the relations between Jewry and its host nation... Let the liberals claim whatever they will: every intelligent person can see today that over the last few hundred years an act of conquest has been executed against our homeland. This conquest was not executed by the sword, but rather by means of migration and of the Jewish natural increase. Our Hungarian ancestors conquered this land by the sword, but have lost considerable portions of it to those who migrated here, who, together with their descendants, have filled the land as a consequence of their extraordinary fertility.

Honorable Upper House! I would like to add a few practical conclusions to the theoretical concepts I have spoken of here with regard to the elements of the Jewish problem. First, I must stress that the Christian Church shall never concede its mission to Jewry... When we accept a soul into the bosom of Christianity, we do not desire it to be accepted into a certain club, but rather to adjust itself to the Christian entity. He who joins the Church of Jesus in the hope of achieving certain benefits shall be disappointed, for when our Lord Jesus founded his church, he promised neither benefits nor recognition nor assimilation, but merely said: "Bear my cross and drink of the cup I have drunk from."

An additional comment: it is astounding to see how little sorrow or soul searching the Jews display in this matter. They view the entire affair as a kind of legalistic process which can be solved by means of the smooth tactical tongues of brilliant attorneys. Judaism seeks in this a kind of formal justice, having profoundly convinced itself that the suffering the Jews have undergone has befallen them despite their innocence. The Jews believe that they suffer because of the stupidity, the wickedness, and the jealousy of mankind, while they remain—innocent, pure, and upright!

Not at all! As long as the idea of Jewish righteousness is based on the aforesaid approach, the Jewish problem will not draw even a single short step nearer to its solution. By this erroneous approach, Judaism manages to convince itself that it suffers because of the guilt of others, despite its own innocence, and it would solve its problem by means of active or passive resistance. The only thing the Jews attain by this approach of theirs is that their opponents find their own hostile attitude justified, the polarity thus becoming ever stronger. I therefore warn the Jews once again to set aside in advance their passive or active resistance. To do so, they need the traits of concession, humility, and modesty... It has long been known that because of evil, the good, too, suffer. This is true of the Jews, as well... May the good bear their suffering with bowed heads, not because of their own guilt, but may they note: what kind of a blessing is it for them to have among them those who suffer in vain. The suffering of the innocent is a particularly suitable backdrop for atoning and acting well.

I accept the proposed bill.
(pp. 86-88)

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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Audie Murphy
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Re: La Iglesia Católica y el Holocausto.

Mensaje por Audie Murphy » Jue Jul 17, 2014 9:24 pm

Giovanni Ferrofino era un arzobispo italiano que bajo órdenes del Papa, consiguió que el General Rafael Leónidas Trujillo concediera miles de visados para la entrada de judíos en la República Dominicana, entre 1939 y 45. Después les ayudaba a trasladarse hasta EEUU, Canadá, Cuba y Méjico
http://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Ferrofino
http://www.findagrave.com/cgi-bin/fg.cg ... d=63893521
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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