Visión del Mundo de Hitler.
Publicado: Vie Oct 03, 2014 10:47 am
Saludos cordiales a todos.
Releyendo el libro del gran I. Kershaw, "Hitler" me he entretenido en el capítulo donde se expresan las ideas políticas fundamentales de Hitler, y me han parecido muy interesantes, cap. 6 "El surgimiento del líder", pp. 22 - ss.
Hitler le contó a Hans Frank que la cárcel fue su universidad pagada por el Estado, decía que allí leyó todo cuando pudo conseguir: Nietzsche, Houston Stewart Chamberlain, Ranke, Treitschke, Marx, Bismark, y las memorias de guerras de generales y estadistas alemanes y aliados, aprovechando los largos días en Landsberg. Pero la lectura y la reflexión de Hitler no fueron académicas, es cierto que leyó mucho pero la lectura para él tuvo una finalidad puramente práctica, no leía para adquirir conocimientos sino para reafirmar sus ideas y prejuicios preconcebidos, y encontró lo que buscaba.
Se ha afirmado que Landsberg fue un punto de inflexión para Hitler, aunque parece más bien un periodo en el que Hitler consolidó en su interior su “visión del mundo” que había estado elaborando desde 1919. Hitler pensaba estar en libertad en poco tiempo y se vio obligado a pensar en el futuro y en su fracturado movimiento político, durante esa época revisó determinados aspectos de sus ideas sobre la forma de conquistar el poder. Al hacerlo, cambió su percepción de sí mismo, llegó a juzgar su propio papel como de fundamental. A raíz de su triunfo en el juicio, comenzó a verse a sí mismo como le describían sus seguidores a partir de 1922; como el salvador de Alemania. Paradójicamente el fracaso del putsch no le hizo desmoronarse, su fe casi mística en sí mismo como un hombre elegido por el destino para llevar a cabo la misión de salvar a Alemania se remonta a esa época.
¿Pero qué quería Hitler?. Las ideas que se habían ido perfilando en su mente desde finales de 1922, o incluso antes, sobre la orientación de la futura política exterior fructificaron en el concepto de una búsqueda del “espacio vital” que se debía conseguir a expensas de Rusia. La idea de librar una guerra para obtener “espacio vital”, mezclada con su obsesivo antisemitismo orientado a la destrucción del “bolchevismo judío”, completaba su “visión del mundo”. Landsberg añadió un nuevo énfasis a las pocas ideas fijas fundamentales que ya estaban formadas, al menos embrionariamente, o que se habían ido perfilando claramente en los años anteriores al putsch. Las modificaciones de la visión del mundo de Hitler que ya se estaban produciendo un año antes del putsch son más que evidentes en Mi lucha. El libro de Hitler no ofrecía nada nuevo, pero suponía la explicación más directa y extensa de su “visión del mundo” que había ofrecido. Admitía que, de no haber estado en Landsberg, nunca habría escrito el libro, pero su principal motivación fue la necesidad que sentía, al igual que durante el juicio, de demostrar su misión especial y de justificar que su programa era lo único que podía salvar a Alemania de la catástrofe causada por los “criminales de noviembre”.
Hitler ya trabajaba en su primer libro en 1924 e intentó titularlo “Cuatro años y medio de lucha contra las mentiras, la estupidez y la cobardía”, que sustituyó por el más conciso Mi lucha en la primavera de 1925, volumen que salió a la luz el 18 de julio de 1925, de carácter autobiográfico aunque con muchas distorsiones y concluía con el triunfo de Hitler cuando anunció el programa del partido en la Hofbräuhaus el 24 de febrero de 1920. El segundo volumen escrito después de su excarcelación y publicado el 11 de diciembre de 1926, aborda más extensamente sus ideas sobre la naturaleza del estado völkisch, cuestiones ideológicas, propagandísticas y concluye con capítulos dedicados a la política exterior.
Fue un libro que se vendió bien, en 1945 se vendieron unos 10 millones de ejemplares, sin contar con los millones vendidos en el extranjero, donde Mi lucha fue traducido a dieciséis lenguas, y los derechos de venta le conviertieron en un hombre rico. El libro aporta una rotunda declaración de los principios políticos de Hitler, de su “visión del mundo”, de su idea acerca de su propia “misión”, “su visión de la sociedad y de los objetivos a largo plazo”, y sentaba las bases del mito del Führer al describirse a sí mismo como el único capacitado para salvar a Alemania de la miseria en que estaba sumida y llevarla hacia la grandeza.
“Mi lucha” siva de gran ayuda para comprender cuál era su pensamiento a mediados de los años veinte, esa filosofía se reducía a una visión maniquea y simplista de la historia como una lucha racial en la que la entidad racial superior, los arios, estaba siendo debilitada y destruida por la entidad inferior, los parásitos judíos. “La cuestión racial no sólo proporciona la clave de la historia del mundo, sino de toda la cultura humana”. Consideraba que la culminación de ese proceso era el brutal dominio de los judíos mediante el bolchevismo en Rusia, donde el “sanguinario judío” había “matado por medio de torturas inhumanas o de hambre a unos treinta millones de personas con un salvajismo verdaderamente satánico para asegurar la hegemonia de una panda de literatos y de bandidos de la Bolsa judíos sobre un gran pueblo”. Su visión de la misión del movimiento nazi estaba clara: la destrucción del bolchevismo judío. Al mismo tiempo, y con un oportuno salto lógico, pasaba a justificar la conquista imperialista total, al proporcionar al pueblo alemán el espacio vital que la raza superior necesitaba para mantenerse. Durante el resto de su vida se mantuvo rigurosamente fiel a estos principios básicos y no introdujo ningún cambio sustancial en años posteriores. Su propia.
La autoridad de Hitler en su entorno se debía en gran parte a la rigidez de sus convicciones y a la forma de expresarlas, todo se podía formular en términos de blanco y negro, de victoria o destrucción total. No había alternativas, su “visión del mundo” le permitía estar siempre en condiciones de ridiculizar o desechar sin más cualquier argumento racional de sus adversarios. Una vez que Hitler se convirtió en Jefe de Estado, su “visión del mundo” personal se convertiría en las pautas de actuación para los responsables de tomar decisiones de todos los sectores del Tercer Reich.
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Releyendo el libro del gran I. Kershaw, "Hitler" me he entretenido en el capítulo donde se expresan las ideas políticas fundamentales de Hitler, y me han parecido muy interesantes, cap. 6 "El surgimiento del líder", pp. 22 - ss.
Hitler le contó a Hans Frank que la cárcel fue su universidad pagada por el Estado, decía que allí leyó todo cuando pudo conseguir: Nietzsche, Houston Stewart Chamberlain, Ranke, Treitschke, Marx, Bismark, y las memorias de guerras de generales y estadistas alemanes y aliados, aprovechando los largos días en Landsberg. Pero la lectura y la reflexión de Hitler no fueron académicas, es cierto que leyó mucho pero la lectura para él tuvo una finalidad puramente práctica, no leía para adquirir conocimientos sino para reafirmar sus ideas y prejuicios preconcebidos, y encontró lo que buscaba.
Se ha afirmado que Landsberg fue un punto de inflexión para Hitler, aunque parece más bien un periodo en el que Hitler consolidó en su interior su “visión del mundo” que había estado elaborando desde 1919. Hitler pensaba estar en libertad en poco tiempo y se vio obligado a pensar en el futuro y en su fracturado movimiento político, durante esa época revisó determinados aspectos de sus ideas sobre la forma de conquistar el poder. Al hacerlo, cambió su percepción de sí mismo, llegó a juzgar su propio papel como de fundamental. A raíz de su triunfo en el juicio, comenzó a verse a sí mismo como le describían sus seguidores a partir de 1922; como el salvador de Alemania. Paradójicamente el fracaso del putsch no le hizo desmoronarse, su fe casi mística en sí mismo como un hombre elegido por el destino para llevar a cabo la misión de salvar a Alemania se remonta a esa época.
¿Pero qué quería Hitler?. Las ideas que se habían ido perfilando en su mente desde finales de 1922, o incluso antes, sobre la orientación de la futura política exterior fructificaron en el concepto de una búsqueda del “espacio vital” que se debía conseguir a expensas de Rusia. La idea de librar una guerra para obtener “espacio vital”, mezclada con su obsesivo antisemitismo orientado a la destrucción del “bolchevismo judío”, completaba su “visión del mundo”. Landsberg añadió un nuevo énfasis a las pocas ideas fijas fundamentales que ya estaban formadas, al menos embrionariamente, o que se habían ido perfilando claramente en los años anteriores al putsch. Las modificaciones de la visión del mundo de Hitler que ya se estaban produciendo un año antes del putsch son más que evidentes en Mi lucha. El libro de Hitler no ofrecía nada nuevo, pero suponía la explicación más directa y extensa de su “visión del mundo” que había ofrecido. Admitía que, de no haber estado en Landsberg, nunca habría escrito el libro, pero su principal motivación fue la necesidad que sentía, al igual que durante el juicio, de demostrar su misión especial y de justificar que su programa era lo único que podía salvar a Alemania de la catástrofe causada por los “criminales de noviembre”.
Hitler ya trabajaba en su primer libro en 1924 e intentó titularlo “Cuatro años y medio de lucha contra las mentiras, la estupidez y la cobardía”, que sustituyó por el más conciso Mi lucha en la primavera de 1925, volumen que salió a la luz el 18 de julio de 1925, de carácter autobiográfico aunque con muchas distorsiones y concluía con el triunfo de Hitler cuando anunció el programa del partido en la Hofbräuhaus el 24 de febrero de 1920. El segundo volumen escrito después de su excarcelación y publicado el 11 de diciembre de 1926, aborda más extensamente sus ideas sobre la naturaleza del estado völkisch, cuestiones ideológicas, propagandísticas y concluye con capítulos dedicados a la política exterior.
Fue un libro que se vendió bien, en 1945 se vendieron unos 10 millones de ejemplares, sin contar con los millones vendidos en el extranjero, donde Mi lucha fue traducido a dieciséis lenguas, y los derechos de venta le conviertieron en un hombre rico. El libro aporta una rotunda declaración de los principios políticos de Hitler, de su “visión del mundo”, de su idea acerca de su propia “misión”, “su visión de la sociedad y de los objetivos a largo plazo”, y sentaba las bases del mito del Führer al describirse a sí mismo como el único capacitado para salvar a Alemania de la miseria en que estaba sumida y llevarla hacia la grandeza.
“Mi lucha” siva de gran ayuda para comprender cuál era su pensamiento a mediados de los años veinte, esa filosofía se reducía a una visión maniquea y simplista de la historia como una lucha racial en la que la entidad racial superior, los arios, estaba siendo debilitada y destruida por la entidad inferior, los parásitos judíos. “La cuestión racial no sólo proporciona la clave de la historia del mundo, sino de toda la cultura humana”. Consideraba que la culminación de ese proceso era el brutal dominio de los judíos mediante el bolchevismo en Rusia, donde el “sanguinario judío” había “matado por medio de torturas inhumanas o de hambre a unos treinta millones de personas con un salvajismo verdaderamente satánico para asegurar la hegemonia de una panda de literatos y de bandidos de la Bolsa judíos sobre un gran pueblo”. Su visión de la misión del movimiento nazi estaba clara: la destrucción del bolchevismo judío. Al mismo tiempo, y con un oportuno salto lógico, pasaba a justificar la conquista imperialista total, al proporcionar al pueblo alemán el espacio vital que la raza superior necesitaba para mantenerse. Durante el resto de su vida se mantuvo rigurosamente fiel a estos principios básicos y no introdujo ningún cambio sustancial en años posteriores. Su propia.
La autoridad de Hitler en su entorno se debía en gran parte a la rigidez de sus convicciones y a la forma de expresarlas, todo se podía formular en términos de blanco y negro, de victoria o destrucción total. No había alternativas, su “visión del mundo” le permitía estar siempre en condiciones de ridiculizar o desechar sin más cualquier argumento racional de sus adversarios. Una vez que Hitler se convirtió en Jefe de Estado, su “visión del mundo” personal se convertiría en las pautas de actuación para los responsables de tomar decisiones de todos los sectores del Tercer Reich.
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