20-7-1944 Vuela por los aires la "Guarida del Lobo"

Partidos políticos, actuaciones gubernamentales

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Mensaje por José Luis » Vie Ene 19, 2007 11:38 am

¡Buenos días a todos!

Con respecto al origen (en esta historia) de la palabra Valquiria.

El general Fromm, como jefe del Equipamiento del Heer y del Ejército de Reemplazo, había preparado en el verano de 1941 y rematado en diciembre del mismo año las medidas necesarias para llenar el vacío creado en el Heer por sus bajas en Rusia. Las palabras en clave “Walküre” y “Rheingold” cubrían esas medidas, que consistían en utilizar las reservas de los cuadros de entrenamiento en Alemania, los enfermos y heridos que se hubieran recuperado, y los trabajadores y empleados de la industria y la economía. En la primavera de 1942 se revisaron las medidas “Walküre” (en adelante Valquiria), esta vez bajo las palabras en clave “Valquiria 1” y “Valquiria 2” (en ese mismo año también se prepararon la organización parcial y llamadas a filas bajo los nombres en clave de “Brunhilde” y “Kriemhilde”).

Pero en julio y agosto de 1943, “Valquiria” dejó de ser un plan para compensar las bajas del Heer, para convertirse en un plan para abortar cualquier disturbio interno que pudiera ser causado por sabotajes organizados a gran escala preparados desde el exterior o desde el interior, o revueltas causadas por la gran cantidad de trabajadores (y prisioneros de guerra) extranjeros que había en Alemania. Sin embargo, el plan no consideraba todavía la posibilidad de un putsch, tal como lo confirmó el predecesor de Stauffenberg en la posición de oficial de operaciones de Olbricht.

“Valquiria 1” significaba “asegurar la disponibilidad para el combate de todas las unidades (tamaño compañía) en seis horas”, pero sin cursar una orden de alerta. “Valquiria 2” significaba la “concentración de las unidades de Valquiria 1 en grupos de combate dispuestos para la acción”.

En principio, todo el personal disponible en el área de los Wehrkreise debía ser utilizado para “Valquiria”, pero una orden suplementaria del 6 de octubre de 1943, firmada por Olbricht, reforzaba “Valquiria” con las unidades del Ejército de Campaña localizadas en el “área de las Fuerzas del Interior”. Debían formar unidades independientes sin mezclarse con las unidades de los Wehrkreise.

De esta forma, al disimular el objetivo final de “Valquiria”, los conspiradores ya tenían los medios legales con los cuales llevar a cabo su verdadero fin, su coup d’état.

Saludos cordiales
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Mensaje por José Luis » Vie Ene 19, 2007 2:05 pm

Veamos ahora si soy capaz de dar una cuenta razonablemente clara de los hechos ocurridos el 20 de julio de 1944.

Desde la salida de Rangsdorf hasta la explosión de la bomba

Sobre las 0700 horas a.m. del 20 de julio de 1944 el cabo Schweizer llevó a su jefe el coronel Claus Schenk Graf von Stauffenberg y a su hermano Berthold al aeródromo de Rangsdorf, donde los esperaba el teniente von Haeften, ayudante de Claus, para tomar, presumiblemente, un avión de correo Junkers Ju-52. Stauffenberg y Haeften entraron en el avión y Schweizer introdujo el maletín conteniendo la bomba al lado de su jefe. Berthold regresó al cuartel general naval en campo “Koralle”, cerca de Bernau.

Cuando Stauffenberg y Haeften aterrizaron en el aeródromo de Rastenburg sobre las 1015 horas a.m., los estaba esperando un coche (el teniente segunda Erich Kretz) que el capitán Pieper, uno de los oficiales de la oficina del Comandante de Campo, había despachado previamente. Recorrieron los aproximadamente 6.5 kilómetros que había hasta la “Wolfschanze”, utilizando la carretera de Lötzen vía Queden, y desde aquí hacia el norte hasta el Área II. El mayor general Stieff estaba con ellos, habiendo llegado probablemente en el mismo avión. Stieff se llevó con él a Haeften a la “Mauerwald”, debiendo reunirse el ayudante más tarde con Stauffenberg en la “Wolfschanze”. Stauffenberg se fue al casino de oficiales No. 2 en el Área II, que estaba en el “Görlitz Kurhaus”. Aquí no sólo había un comedor y casino para el cuartel general del Führer y el Estado Mayor de Operaciones del OKW, sino también acomodo para ciertos miembros del cuartel general, entre ellos el Dr. Erich Walker, el oficial médico superior.

Fuera del casino había una mesa bajo un roble para desayunar; además de Stauffenberg, estaban allí el capitán Pieper, el Dr. Wilhelm Tobias Wagner, jefe de la clínica dental, el Dr. Walker, y el capitán von Möllendorff, oficial del personal en la Oficina del Comandante de Campo. Cuando Stauffenberg llegó a la mesa, se sentaba en esos momentos el teniente general Henning von Thadden, jefe del estado mayor del I Wehrkreis (Königsberg), y un oficial de estado mayor; habían llegado al cuartel general entre las 0800 y 0900 horas a.m. y se disponían a tomar café.

La razón oficial de la visita de Stauffenberg era la formación de dos nuevas divisiones de Prusia del Este a partir de los reservistas (Landwehr) junto con jóvenes y experimentados oficiales, según había ordenado Hitler el día anterior para evitar que el Ejército Rojo continuara avanzando en Polonia y Prusia del Este. Estas divisiones debían pertenecer al I Wehrkreis, y de ahí la presencia igualmente de Thadden. Durante el desayuno, Pieper y Möllendorff estuvieron continuamente hablando por teléfono, mientras que Stauffenberg intentaba concertar sus encuentros y llamaba igualmente por teléfono al mayor John von Freyend.

Sobre las 1100 horas a.m. Stauffenberg se dirigió al barracón del Estado Mayor de Operaciones del OKW en Área I para tener su primer encuentro con el general Buhle; lo esperaba el teniente coronel Lechler. El teniente Jansen, oficial de servicio del Comandante de Campo, lo acompañó y le llevó el maletín. En este momento se unió Haeften a Stauffenberg, estando igualmente presente en la conferencia con Buhle el teniente general von Thadden.

Sobre las 1130 horas a.m. Buhle, Thadden, Stauffenberg, Haeften y Lechler se dirigieron al edificio de Keitel, que se encontraba en frente del de Jodl. Allí, durante unos tres cuartos de hora, se discutieron los problemas restantes para la conferencia que iba a tener lugar con Hitler. El tiempo apremiaba pues se esperaba la visita de Mussolini en ese día, por lo que la conferencia con Hitler se había adelantado de las 1300 horas a las 1230 horas. Linge, el valet de Hitler, avisó a Keitel hacia el mediodía. Poco después llegó el coche-tren que había entre la “Wolfschanze” y “Mauerwald” trayendo al teniente general Adolf Heusinger para la conferencia. La escena fue vista por John von Freyend, quien avisó a Keitel de la llegada de Heusinger; Keitel urgió a todos a darse prisa.

Mientras tanto, Haeften estaba esperando en la sala de espera del mismo edificio, cuando no andaba nerviosamente de un lado a otro por el pasillo. Cuando acabó finalmente el encuentro y Keitel, Buhle y John von Freyend se disponían a marchar hacia la conferencia con Hitler, Stauffenberg le preguntó al ayudante de Keitel dónde se podía asear y cambiar de camisa. En consecuencia, se dirigió al cuarto de baño y por el camino se encontró con Haeften; ambos entraron en la sala de espera y comenzaron a cambiar los maletines y sus contenidos. Keitel, Buhle, John von Freyend, Lechler y Thadden esperaban fuera del edificio, Keitel incómodo e impaciente. En esos momentos el general Fellgiebel llamó al búnker del OKW y envió un mensaje a Stauffenberg para que le devolviera la llamada. No había tiempo para esto, y John von Freyend, que había atendido la llamada, envió al sargento mayor Vogel para que diera cuenta de la llamada a Stauffenberg y le urgiera a darse prisa.

Vogel dio el recado a Stauffenberg y, dejando la puerta abierta, esperó afuera en el pasillo, mirando hacia la habitación. Podía ver, tal como comentó a John von Freyend esa noche, cómo Stauffenberg y Haeften estaban ocupados manejando un objeto envuelto que Vogel ya había observado previamente en el pasaje al barracón. Vogel volvió a apurar a Stauffenberg, y éste respondió enojado y secamente que ya acababa. Pero Vogel continuó esperando hasta que Stauffenberg salió de la habitación. Luego se oyó a John von Freyend desde la entrada llamando: “¡Stauffenberg, apúrese, por favor!”.

Stauffenberg y Haeften ya habían empaquetado la bomba dentro del maletín en el que el conde llevaba sus papeles para la conferencia; llevaba con él un par de pinzas especialmente dobladas para que pudiera usarlas con los tres dedos de su mano izquierda, y con ellas presionó la cápsula de ácido de la espoleta (que debía hacer explotar la bomba unos diez minutos después). Pero, al ser interrumpidos por Vogel, Stauffenberg y Haeften no habían tenido tiempo para colocar las dos bombas (cada una pesaba unas dos libras) en el maletín del conde, así que Haeften colocó la otra bomba en su propio maletín y se fue en busca del coche que debían utilizar para la huida.

Buhle se fue directamente hacia el barracón de la conferencia, tras hablar con Stauffenberg rápidamente. Lechler siguió tras él pero luego se volvió para ofrecerse a llevar el maletín del conde, como había hecho John von Freyend, pero Stauffenberg rehusó. De camino se encontraron a Albert Bormann, que acababa de escoltar a Hitler al barracón de la conferencia. Poco antes de llegar, Stauffenberg aceptó que John von Freyend le llevara el maletín, diciendo que lo colocara (a él) lo más cerca posible del Führer.

En el ínterin la conferencia ya había comenzado. Justo antes de las 1230 el coronel von Below, el ayudante de Hitler de servicio, había invitado a los oficiales que esperaban o estaban llegando a entrar en la sala de conferencia. Puntualmente a las 1230 horas apareció Hitler y abrió la conferencia. Göring y Himmler no habían venido.

El teniente general Heusinger comenzó exponiendo la situación en el frente oriental y seguía hablando cuando entraron Buhle, Stauffenberg y John von Freyend, entre cinco y diez minutos después de haber comenzado la conferencia. Keitel presentó al coronel Stauffenberg que había venido a informar sobre las nuevas formaciones; Hitler le dio la mano y luego se volvió hacia Heusinger para seguir atendiendo su exposición. Freyend colocó a Stauffenberg a la derecha de Hitler, pidiendo al contralmirante Hans-Erich Voss, el representante en la conferencia del comandante en jefe de la Kriegsmarine, que hiciera un espacio al lisiado oficial. Voss accedió encantado y se movió al otro lado de la mesa. Sólo unas seis personas podían acomodarse confortablemente a lo largo del lado de la mesa. Freyend colocó el maletín cerca de donde había estado Voss, entre Heusinger y su oficial de estado mayor, el coronel Brandt.

Stauffenberg, con grandes esfuerzos, cogió luego el maletín y lo colocó debajo de la mesa; a continuación murmuró algo y salió de la habitación, pidiendo a Freyend que lo acompañara. Esto no era nada anormal, pues era frecuente que los asistentes a las conferencias de Hitler anduvieran de un lado para otro, atendiendo o llamando por teléfono. Fuera, Stauffenberg le dijo a Freyend que necesitaba hacer una llamada al general Fellgiebel; éste pidió al operador, sargento mayor Adam, que realizara la llamada; Stauffenberg cogió el teléfono y Freyend regresó a la sala de conferencias. Luego Stauffenberg colgó el teléfono y se marchó.

Fuera del barracón, el conde se cruzó con el teniente coronel Borgmann y se dirigió a un edificio que estaba a unas 200 yardas de distancia, unos búnkeres y barracones reforzados donde estaban la Oficina Privada, los médicos, la Oficina de Personal del Ejército y los ayudantes de la Wehrmacht para el Führer, y donde también tenía su oficina el teniente coronel Sander, el Oficial de Señales de la Wehrmacht. No pudiendo hablar con Stauffenberg antes de iniciarse la conferencia, Fellgiebel había pedido a Sander que llamara al barracón de la conferencia y dijera a Adam, el sargento mayor de servicio, que dijera a Stauffenberg que fuera a visitarlo tan pronto acabara la conferencia. Stauffenberg había recibido el mensaje.

Conseguir el coche fue un proceso más difícil de lo esperado, pero no me voy a entretener dando los detalles. Cuando Stauffenberg llegó a la oficina de Sander, éste hablaba por teléfono, tiempo que el conde aprovechó para reportar a Fellgiebel, que estaba allí. Ambos salieron de la oficina, y Sander, una vez acabada su llamada, salió tras ellos para decir que el coche estaba en camino. Pero el conde le dijo que ya tenía coche; sin saberlo Haeften, el teniente Kretz, el conductor que los había ido a esperar al aeródromo cuando llegaron, había estado esperando por Stauffenberg. Unos momentos después tuvo lugar la explosión en el barracón de la conferencia. Stauffenberg partió inmediatamente diciendo que no regresaría a la conferencia como tenía pensado; con Haeften y Kretz partieron en el 8 cilindros “Horch”, con el conde al lado del conductor y Haeften detrás.

Continuaremos
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Mensaje por José Luis » Vie Ene 19, 2007 7:56 pm

La Huida del Campo

Kretz advirtió a Stauffenberg que había olvidado su gorra y el cinturón, pero el conde le urgió de mal humor que se olvidara del asunto. El coche llegó al Puesto de Guardia 1 del Área I, cuando todavía no había sido dada la alarma, aunque los hombres de guardia habían escuchado naturalmente la explosión. El teniente al cargo ordenó bajar la barrera por propia iniciativa, pero tanto Stauffenberg como Haeften tenían pases válidos. El conde, con su distinguido porte, comentó que tenía que llegar inmediatamente al aeródromo, quizás dejando caer que eran órdenes del Führer. El teniente de servicio les abrió el paso.

Desde el Puesto de Guardia 1 el coche siguió al oeste por una corta distancia y luego viró a la carretera en dirección suroeste hacia la salida meridional del campo, donde encontraron no pocas dificultades para continuar. La barrera estaba baja y Kolbe, el sargento mayor de servicio, no dejaba pasar a nadie. La alarma, entretanto, había alcanzado el circuito exterior. Stauffenberg insistió con urgencia en que debía llegar inmediatamente al aeródromo, pero Kolbe no dio su brazo a torcer. El conde no tuvo más remedio que bajar del coche, entrar en la garita y telefonear a la oficina del Comandante de Campo, hablando con el capitán von Möllendorff. Éste conocía a Stauffenberg y no tenía sospecha alguna sobre él, aunque dejarlo marchar estaba más allá del alcance de su autoridad una vez dada la alarma. Sin embargo, Möllendorff no sabía aún qué tipo de explosión se había producido, y en cualquier caso no tenía razón alguna para relacionarla con el conde. Así que Möllendorff convenció a Kolbe para que dejara partir a Stauffenberg.

A toda velocidad en el coche, Kretz observó por el retrovisor cómo Haeften arrojaba un objeto fuera del coche, reportando este hecho más tarde, lo que llevó a dar con el paquete. Contenía 975 gramos de explosivo, dos detonadores y una espoleta retardada de 30 minutos. Todo estaba envuelto en un papel marrón.

Pasaron por Queden a gran velocidad y al cabo de unos 800 metros tomaron la carretera dirección oeste hacia Wilhelmsdorf, donde estaba el aeródromo. Cuando llegaron al final de los barracones del aeródromo, Stauffenberg y Haeften cubrieron las últimas cien yardas hasta el avión a pie. Kretz regresaba al campo. El avión despegó de Rastenburg hacia Berlín-Rangsdorf a las 1315 horas.

La Explosión

Poco después de que Stauffenberg hubiera abandonado la sala de conferencias en el búnker, llegaban a ella el general Günther Korten, jefe del estado mayor de la Luftwaffe, y el mayor Herbert Büchs, oficial de estado mayor de la Luftwaffe agregado al Estado Mayor de Operaciones del OKW. En esos momentos Heusinger había llegado a un punto de su exposición donde era necesaria la información de Stauffenberg. Pero el conde había desaparecido, y Buhle andaba buscándolo como un loco, pero en vano. Era una situación embarazosa para él y Keitel que el brillante coronel de tan excelente reputación los estuviera dejando ahora en evidencia delante de Hitler. Buhle salió varias veces al pasillo y preguntó a Adam dónde estaba Stauffenberg, pero sólo consiguió saber que había desaparecido. Entonces explotó la bomba bajo la mesa de la sala de conferencias. Fue en algún momento entre las 1240 y las 1250.

En esos momentos había 24 personas en la conferencia, y sus posiciones en la sala sólo se pueden conjeturar, pues no había plazas fijas, y, salvo Hitler y quien estuviera exponiendo, el resto de los asistentes siempre estaba moviéndose de un lado para otro.

Imaginaros que entráis en el búnker. Al cruzar la puerta de entrada hay un pasillo que a su derecha tiene una sala de teléfonos que remata en la sala de conferencias, y en frente de la sala de teléfonos hay una sala de oficinas. Bien, el pasillo de entrada dobla hacia la derecha, haciendo esquina con la sala de teléfonos, y conduce a la puerta de entrada de la sala donde tendrá lugar la conferencia, una sala de forma rectangular. Pues si nos situáramos en lo alto de esa puerta de entrada veríamos:

-En el centro de la sala una gran mesa de mapas donde tiene lugar la charla con Hitler.

-A mano derecha de la puerta, en la esquina de la sala, una mesa circular con varios taburetes alrededor. El general Buhle estaba cerca de esa mesa, y más cerca todavía, Waizenegger (oficial de estado mayor jefe de la oficina de Jodl).

-Al fondo del frente de la habitación hay tres ventanas. En la ventana situada a nuestra derecha está el contralmirante Puttkamer. La ventana del centro está vacía, y en la ventana de la izquierda se hallan Günsche (SS-Hauptsturmführer, ayudante personal de Hitler), von Below y Fegelein (oficial de enlace de las Waffen-SS con el Führer).

-A la izquierda de nuestra puerta y hacia el fondo hay un equipo de radio.

Ahora veamos cómo están situados alrededor de la mesa los 16 personajes restantes:

-Hitler está en el centro de la mesa, de espaldas a nuestra puerta, mirando hacia las ventanas. A su izquierda está Keitel, y a su derecha Heusinger. A la derecha de Heusinger está el coronel Brandt (y entre ambos debía estar Stauffenberg). Korten se halla delante de la puerta, detrás de Heusinger y Brandt, y Bodenschatz (oficial de enlace de Göring con el Führer) un poco más a la derecha, cerca de la mesa circular. A izquierda de Keitel se encuentran escalonados Jodl, Warlimont y Sonnleithner (Representante Permanente del Ministro de Asuntos Exteriores con el Führer). En el cabezal izquierdo de la mesa, al lado de estos últimos, está Büchs. En el cabezal derecho, Schmundt (ayudante jefe de la Wehrmacht de Hitler y jefe de la Oficina de Personal del Heer) y Borgmann (ayudante de Hitler del Heer). Del otro lado de la mesa, el que da a las ventanas, están Buchholz (muy cerca de Büchs) y un poco alejados hacia su izquierda (nuestra derecha) están por este orden, Voss (representante permanente en el cuartel general del comandante en jefe de la Kriegsmarine), Scherff (representante del Führer para la recopilación de la historia militar de la guerra), John von Freyend (ayudante del Heer para el jefe del OKW, Keitel), Assmann (oficial superior del estado mayor naval en el Estado Mayor de Operaciones del OKW) y Berger (taquígrafo).

Y si no he contado mal, éstos son los 24.

La explosión afectó a todos: pantalones rotos, tímpanos taladrados, rostros heridos y salpicados de astillas y/o esquirlas, etc. Tan pronto como se pudo, todo el mundo quería escapar de aquel infierno de humo. Había un agujero de 18 pulgadas de diámetro donde había estado colocado el maletín. Todos los expertos que examinaron más tarde la escena concluyeron unánimemente que si el asesino hubiera colocado las dos bombas, nadie habría salido con vida de la habitación; incluso, aquella bomba podría haber sido completamente mortal de no ser por la estructura y disposición de la habitación.

Hubo cuatro heridos muy graves: Berger, Brandt, Korten y Schmundt. Berger perdió las dos piernas (estaba justo en frente de la bomba) y murió esa misma tarde. Brandt (que había perdido una pierna) y Korten (que tenía una gran astilla de madera clavada en el abdomen) murieron en el hospital como consecuencia de sus heridas el 22 de julio de 1944. Schmundt murió en el hospital de Karlshof el 1 de octubre de 1944.

Bodenschatz, Borgmann, Scherff, Heusinger, Assmann, Puttkamer, Buhle, Waizenegger y Jodl sufrieron heridas moderadas pero considerables. Casi todos pasaron una temporadita en el hospital. El resto, excepto Keitel y Hitler, sufrían conmociones, y todos, salvo Keitel, tenían rotos los tímpanos. Hitler tenía contusiones en el codo derecho y quemaduras en la palma de su mano izquierda; tenía heridas en los muslos de las piernas y el pelo chamuscado. Aunque sus tímpanos fueron perforados, parece ser que no le afectó demasiado su capacidad auditiva, aunque tenía mucha sangre en el oído derecho. Estaba muy agitado pero al mismo tiempo aliviado.

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Mensaje por TMV » Vie Ene 19, 2007 8:40 pm

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Chapeau... :wink:
(no he encontrado ningún "Emoticonos" que realice encaje de bo...).

Saludos

Gracias por compartirlo

TMV
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Mensaje por José Luis » Vie Ene 19, 2007 11:03 pm

Gracias, querido amigo.

Veamos ahora el asunto del bloqueo de las comunicaciones y el papel del Fellgiebel.

La primera reacción cuando todo estuvo más o menos “en orden” fue avisar a los máximos líderes del Reich para que vinieran inmediatamente a la “Wolfschanze”. Nadie sabía quién o quiénes habían cometido el atentado. Hitler sospechaba, al principio, de los trabajadores de la Organización Todt, que empleaba a cientos de ellos diariamente en el Área I. Tampoco era de extrañar que en algún momento dado las sospechas cayeran sobre Göring, Himmler o Ribbentrop.

El coronel von Below fue el primero en reaccionar. Tenía heridas relativamente menores y su rostro estaba lleno de astillas de cristal y cubierto se sangre. Su primer pensamiento, una vez superada la conmoción de la explosión, fue imponer un bloqueo de las comunicaciones. Obviamente, Below no conocía toda la historia, pero había visto que oficiales importantes como el teniente general Schmundt habían sido gravemente heridos, si no muertos, y sabía que Hitler se había ido a su búnker con algunas heridas. Below carecía de autoridad para imponer el bloqueo de comunicaciones al personal de señales, que sólo obedecía órdenes de sus inmediatos superiores. Así que llamó al teniente coronel Sander, el oficial de señales superior en el cuartel general. Poco después apareció el teniente Hans Hornbogen, oficial al mando del tráfico de señales; había llevado un teletipo a la oficina del general Buhle. Habían transcurrido unos cuatro o cinco minutos desde la explosión, y serían por tanto las 1300 horas p.m. Hornbogen recibió la orden de llamar inmediatamente al teniente coronel Sander, y así lo hizo. Sander se dirigió al búnker, y Fellgiebel le siguió un poco más tarde.

Es posible que Fellgiebel, antes de salir tras Sander, telefoneara una vez más al coronel Hahn a “Mauerwald” para informarle de la explosión, y esto explicaría su tardanza en llegar al búnker. Sin embargo, Fellgiebel ya había telefoneado a Hahn tan pronto como supo que Stauffenberg había ido a la sala de conferencia, si no antes, y le había comunicado que el atentado se llevaría a cabo esta vez. Ahora tenía que asegurar que la conspiración controlara las comunicaciones. Un bloqueo de las comunicaciones después del atentado –exitoso o no- estaba justificada y podía ser presentado como siendo impuesto por órdenes y a propuesta de los líderes. La orden de que nada debía salir del campo llegó, de hecho, de uno del círculo de Hitler. De todas formas, las medidas para aislar el cuartel general del Führer en la “Wolfschanze” ya habían sido tomadas antes de la explosión.

El coronel Hahn ya había telefoneado a los conspiradores en el centro de señales “Zeppelín” de Zossen, bien instigado por Fellgiebel, bien por previo acuerdo; “sobre el mediodía” había transmitido al mayor Burchardt, que estaba de servicio en el teléfono, la contraseña: “El equipo de señales se marcha.” Esta no era la contraseña final que significaba que se había ejecutado el atentado, que era: “El equipo de señales se ha marchado.” El mayor Degner, que también era miembro de la conspiración y también estaba trabajando en “Zeppelín”, recuerda que la segunda contraseña llegó sobre las 1100 a.m. Sin embargo, Burchardt, dice que la primera, o preparatoria, contraseña llegó hacia mediodía. En cualquier caso, tanto Degner como Burchardt coinciden en que, antes del atentado, se recibió alguna contraseña que los condujo a tomar las medidas preliminares para un bloqueo. Burchardt pasó inmediatamente el mensaje de Hahn desde “Mauerwald” a Degner y Höpfner. La Gestapo nunca encontró nada sobre este mensaje de aviso. Fellgiebel y Hahn, como Thiele y Hassel, los oficiales de señales en Bendlerstrasse, en la medida en que lo sabían, salvaron las vidas de otros conspiradores manteniendo cerradas sus bocas; más aún, era bastante poco probable ejecutar a todos los expertos de señales teniendo en cuenta que la guerra debía continuar.

Below pidió que se le pusiera en contacto con Himmler, y la conexión se estableció cuando Sander regresó a su oficina. Below le ordenó a Sander que estableciera un bloqueo en las comunicaciones, espetándole: “Intento de asesinato contra el Führer –el Führer vivo-, nada debe salir, ordene personalmente al mariscal del Reich y al Reichsführer SS que se presenten al Führer.”

Sander ordenó al personal de señales retirar toda la corriente de las terminales y separar sus sillas una yarda de las mesas para asegurarse que el bloqueo era operativo. Todas las conversaciones en curso fueron cortadas; al resto del personal de señales se le prohibió el acceso al cambio manual. Luego Sander habló con Himmler y le pidió que viniera al cuartel general sin darle explicaciones. Himmler, ante el asombro de Sander, le preguntó si había tomado todas las medidas de seguridad, pero es seguro que al Reichsführer le informó previamente de lo sucedido Below. A continuación Sander llamó a Göring y pidió hablar con el mariscal en persona, cosa que tuvo sus más y sus menos con los ayudantes de Göring; finalmente Göring se puso al aparato y recibió la orden de trasladarse inmediatamente a la “Wolfschanze”.

Tras ordenar esas disposiciones, Below se dirigió al recinto especial del Führer, adonde había llegado en el ínterin Martin Bormann. Below reportó a Bormann lo que había dispuesto y luego se fue a que le curaran sus heridas en el Área II.

Momentos después Sander fue reclamado por Hitler, quien deseaba conocer el tiempo que llevaría arreglar todo para que pudiera realizar un mensaje radiado. También ordenó que se buscasen más bombas por todo el búnker. Cuando llegó, Sander le dijo a Hitler que las preparaciones para su discurso estarían completadas sobre las 1800 horas p.m. Aunque el equipo necesario estaba disponible en el cuartel general del Führer, eran necesarios varios preparativos para que la emisión se pudiera realizar simultáneamente en todas las estaciones alemanas. Sander tenía que entrar en contacto con la estación de Radio Nacional en Berlín y con el Ministerio de Propaganda, pero esto sólo lo podía hacer cuando se hubiera levantado el bloqueo impuesto por los conspiradores. Al tiempo que se emitía sobre Radio Nacional y Radio Königsberg, la alocución de Hitler tenía que ser grabada tanto en Prusia del Este como en Berlín para que pudiera reemitirse, si era necesario. Había también otros problemas más que podemos dejar a un lado.

También fue informado del atentado el Gran Almirante Dönitz (por el capitán Ulrich Meier, ayudante de Voss, que lo había solicitado a Below). El todavía jefe de los submarinos voló a Rastenburg a las 1450 horas p.m. acompañado de su ayudante especial, el contralmirante Gerhard Wagner.

Mientras todo eso ocurría, Fellgiebel fue informado del bloqueo de comunicaciones que se había impuesto, medida que aprobó. Las comunicaciones no estaban completamente cortadas, pero nada debía salir, a excepción de llamadas realizadas por oficiales superiores como Keitel, Jodl o el mismo Fellgiebel. En consecuencia, Fellgiebel ordenó a Sander llamar al teniente general Thiele a Berlín, pero no se pudo localizar inmediatamente. Sander le dijo a la secretaria que comunicara a Thiele que había habido un intento de asesinato contra Hitler, pero había sobrevivido. Fellgiebel le sacó el teléfono a Sander y enfatizó a la secretaria la importancia de esta noticia, diciendo que tenía que comunicarla bajo cualquier circunstancia.

Poco después (Sander debió haber abandonado la oficina pues no se enteró de nada) Fellgiebel consiguió contactar con Thiele, reiterándole las nuevas del atentado y su fracaso, y probablemente indicándole que era necesario seguir con el plan. El único testigo (Hornbogen) de la conversación entre Fellgiebel y Thiele (que recuerda la escena vívidamente) no pudo dar ninguna información sobre lo que se habló, pues la conversación fue realizada en clave y le resultó totalmente incomprensible.

Después de hablar con Thiele, Fellgiebel telefoneó a Hahn a “Mauerwald” para comentarle los resultados de sus investigaciones en el recinto del Führer. “Ha ocurrido algo terrible, el Führer está vivo,” le dijo Fellgiebel; Hahn respondió: “¿Qué tenemos que hacer?” Fellgiebel respondió: “Bloquea todo”, es decir, las comunicaciones con las “Wolfschanze” debían ser bloqueadas a pesar de que el atentado había fracasado. Así que Fellgiebel parece haber tenido la suficiente fortaleza de ánimo y valor para hacer la única cosa correcta en la situación existente. Poco más tarde, Fellgiebel regresó a “Mauerwald”, aunque el mayor Wolf tuvo ciertas dificultades, por las crecientes medidas de seguridad, para escoltar a Fellgiebel fuera del Área I. En esos momentos llegaban Himmler y sus ayudantes.

Por su parte, Hahn llamó a Thiele a Berlín y le contó personalmente lo que había escuchado de Fellgiebel. Poco después de las 1300 horas p.m., por tanto, Thiele ya había sabido al menos de dos fuentes que el atentado había fracasado.

Continuaremos en otro momento.
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Mensaje por José Luis » Sab Ene 20, 2007 11:08 am

¡Buenos días a todos!

Cuando Fellgiebel marchó hacia “Mauerwald”, Sander se dirigió a la sala de conferencias donde había tenido lugar la explosión para hacerse una idea de los daños causados en el equipo de señales. Al entrar se encontró al sargento mayor Adam, y le preguntó a la típica manera militar de todos los ejércitos qué se le había perdido allí. Adam respondió diciendo que Stauffenberg debía haber sido el asesino, pues se había marchado a toda prisa dejando su maletín, su gorra y cinturón. Al parecer, Adam no había conseguido la atención de nadie sobre sus descubrimientos, a excepción del mayor Wolf, que le contestó que si creía que debía reportar sus hallazgos, lo hiciera. Sander lo increpó severamente por albergar semejantes sospechas sobre un oficial tan distinguido, y le dijo que no quería saber absolutamente nada más sobre el asunto. Si quería reportar sus sospechas, debía ir con ellas a Högl a la RSD. Adam se fue con la historia a Martin Bormann, y éste lo llevó a presencia de Hitler. Su información pronto se demostró acreditada, siendo gratificado con un ascenso, una recompensa de 20.000 marcos y una casa en Berlín.

Las medidas para detener a Stauffenberg se cursaron entre las 1400 y las 1500 horas, pero no todavía de forma enérgica. Se cerraron todas las salidas, asumiéndose al principio que el conde todavía se encontraba en el cuartel general, pero las investigaciones acabaron demostrando finalmente que había tomado un avión con rumbo a Rangsdorf. Pero Stauffenberg no fue arrestado a su llegada a Berlín; no fue hasta la tarde que un miembro de las SS apareció en la Bendlerstrasse con una solicitud para que el Jefe del Estado Mayor del Ejército de Reemplazo fuera a la RSHA para tratar unos asuntos, omitiendo que iba a ser arrestado.

Con la aprobación de Himmler, sobre las 1500 horas Sander levantó el bloqueo en la “Wolfschanze”. Este bloqueo que había sido ordenado a propia iniciativa del cuartel general del Führer y aprobado por Fellgiebel fue tan completo como lo permitieron las circunstancias. Aunque había sido impuesto a instancias y en beneficio del régimen, Fellgiebel, en interés de la conspiración, hizo todo lo que pudo para asistirla. Era imposible bloquear completamente el centro de señales de la “Wolfschanze”; incluso volando el Área I, los resultados sólo habrían conseguido un éxito temporal, y dejarían el Área II totalmente intacta.

Fellgiebel ordenó, sin embargo, poco después de las 1300 horas p.m. cerrar todas las estaciones repetidoras a través de las cuales pasaban las comunicaciones de la “Wolfschanze”. Tan pronto como Hahn escuchó a través de Fellgiebel que había tenido lugar el intento de asesinato, dio orden al teniente Arntz para desconectar las estaciones “Anna” en “Mauerwald” y “Emma” en Lötzen. Arntz llamó inmediatamente a ambas estaciones, hablando en nombre de Fellgiebel, y ordenó que se cortaran todas las llamadas, se apagaran las estaciones y se desconectaran todas las terminales. Despachó al capitán Jahnke a “Anna” y después de hablar con Hahn, que mientras tanto había sabido del fracaso del atentado a través de Fellgiebel, se dirigió él mismo a “Emma” en una motocicleta y un sidecar, desconectando allí todas las terminales. Arntz permaneció en “Emma” desde aproximadamente las 1400 hasta las 1700 horas p.m., momento en el que fue relevado por un oficial del Abwehr despachado por el coronel Freytag-Loringhoven, quien ordenó la reanudación de las comunicaciones. Cuando Arntz regresó a “Mauerwald”, sobre las 1800 horas p.m., encontró a Fellgiebel, Hahn y Freytag-Loringhoven en el casino hablando por teléfono con Berlín.

Fellgiebel mismo se ocupó del bloqueo de las estaciones repetidoras de Insterburg y Rastenburg, pero sólo consiguió un bloqueo parcial. Nunca estuvieron cortadas completamente las comunicaciones entre la “Wolfschanze” y Berlín; simplemente eran extraordinariamente difíciles. Este bloqueo parcial de comunicaciones a la “Wolfschanze” que fue iniciado desde Zossen, tuvo sus efectos incrementando la impresión de un bloqueo total. Fellgiebel y sus compañeros conspiradores en Prusia del Este habían hecho todo lo que habían podido, dadas las circunstancias. Como muy tarde, a las 1330 horas p.m., Berlín fue enterado de lo que había sucedido en la “Wolfschanze”. Ahora correspondía al cuartel general de Berlín tomar la iniciativa, movimientos que veremos más adelante.

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Mensaje por José Luis » Sab Ene 20, 2007 11:43 am

El siguiente plano de la sala de conferencias donde tuvo lugar la explosión proviene de Franz W. Seidler y Dieter Zeigert, Hitler's Secret Headquarters (Greenhill Books, 2004), p. 173.

Los 24 asistentes a la conferencia no estaban tan uniformemente colocados como muestra el plano, sino (estimadamente) como he descrito anteriormente, de acuerdo con Peter Hoffmann. Por lo demás, con este plano ya se puede visualizar mejor la situación que describí más arriba. Al no tener escanner sólo puedo colgar planos y fotografías de los libros que tengo en mi PC.

Imagen

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Mensaje por José Luis » Sab Ene 20, 2007 3:08 pm

Pasividad en la Bendlerstrasse y levantamiento del bloqueo de las comunicaciones

Poco después de las 1300 horas p.m. ya se sabía en la Bendlerstrasse que se había llevado a cabo el atentado, pero aparentemente sólo dos de los conspiradores lo sabían, el teniente general Thiele y el general Olbricht, y ambos permanecieron pasivos sin poner en marcha las medidas previstas y parcialmente ensayadas el 15 de julio.

La razón principal de esa pasividad fue el fracaso del atentado, como si los conspiradores no hubieran tenido en cuenta esta posibilidad. Al parecer sólo había una disyuntiva: o no había habido explosión y por tanto no habría un coup (pues la muerte de Hitler era condición sine qua non para el golpe), o había habido explosión y todo el mundo en la sala de conferencias había muerto. Pero, aunque parezca incomprensible, no se contempló la posibilidad de que Hitler sobreviviera a una explosión. Incluso era posible, nada se podía descartar en realidad, que Hitler saliese de la habitación, por cualquier razón, antes de que explotase la bomba. Por tanto, a no ser que tanto Thiele como Olbricht hubieran perdido el temple en esos momentos, debemos suponer que su pasividad fue debida a la sorpresa de que Hitler hubiese sobrevivido al atentado. Naturalmente, como comenta Peter Hoffmann, la razón pudo ser mucho más compleja.

Fellgiebel había comunicado las noticias a Berlín de forma un poco vaga: “Algo horrible ha sucedido, el Führer está vivo.” Si no dijo nada más, si no había un claro acuerdo para una contraseña en caso de que la explosión no matara a Hitler, entonces Thiele y Olbricht no estaban muy equivocados si suponían que no había habido ataque alguno. A fin de cuentas, ésta era la tercera o cuarta vez que Stauffenberg había llevado consigo la bomba al cuartel general del Führer, y no sería extraño que, como en las anteriores ocasiones, no hubiera podido activarla. Tampoco sabían qué le había podido suceder a Stauffenberg, y qué se sabía de todo ello en el búnker. En esa tesitura, quizás lo mejor era no hacer nada para que no se descubriese la conspiración. Después de lo que había sucedido el 15 de julio, activar nuevamente las alarmas a las guarniciones que debían utilizar los conspiradores para tener que volver a cancelarlas ya no era posible, sobre todo después de cómo había reaccionado Fromm a las alarmas del 15 de julio.

Así que Olbricht y Thiele parecía que estaban abocados a no hacer nada. Tal como explicó en esa misma noche Olbricht a Gisevius, ambos decidieron que lo mejor era esperar y seguir con la rutina diaria. Así que se fueron a almorzar y no regresaron hasta las 1500 horas p.m.

Sin embargo, Fellgiebel no consideró que su mensaje a Berlín fuese vago en absoluto. Cuando se enteró de lo que estaba sucediendo en Berlín (o mejor dicho, de lo que no estaba sucediendo), a esos de las 1630 p.m., dijo a su ayudante: “Thiele comete un grave error si cree que puede salvarse de esta manera.”

Por otra parte, la información suministrada por Hahn a los oficiales del estado mayor de señales que aguardaban en “Maybach II”, cerca de Zossen, fue inequívoca y perfectamente comprendida al instante. Sobre las 1330 horas p.m. como mucho tardar, Hahn habló con Thiele por teléfono, comunicándole que Fellgiebel le había ordenado proceder como si el atentado no hubiese fracasado. Luego llamó al mayor Burchardt a “Maybach II”. Burchardt recibió la contraseña acordada (“El equipo de señales se ha marchado”) y al mismo tiempo la orden de mantener bloqueadas temporalmente todas las comunicaciones a la “Wolfschanze” desde Zossen. Sólo se permitió a un grupo reducido hacer llamadas, entre ellos a Olbricht, Wagner y Stauffenberg. Los teletipos sólo se podían pasar si llevaban la firma de una de esas personas, de lo contrario debían guardarse. En caso de dudas debía consultarse a Fellgiebel o Hahn. Así que el amigo Fellgiebel hizo todo lo que prometió a los conspiradores: mantuvo abiertas las comunicaciones para ellos y las cerró para el círculo de Hitler. Las líneas entre “Zeppelín” y “Wolfschanze” fueron bloqueadas, y entre “Zeppelín” y “Mauerwald” abiertas sólo a personas restringidas.

El mayor Burchardt permaneció en su puesto y pasó las órdenes de Hahn a los mayores Degner y Höpfner. Cuando recibió la contraseña de “El equipo de señales se está marchando”, Degner ya había desconectado las terminales de la “Wolfschanze” y prohibido las comunicaciones a larga distancia en la estación de corriente alterna. A las 1535 horas p.m. el teniente coronel Beichele, jefe del Grupo de Comunicaciones de Línea en “Zeppelín” (Zossen), anotó: “Höpfner pasa por teléfono mensaje del coronel Hahn: deben bloquearse inmediatamente todas las conversaciones privadas. Con efecto inmediato, sólo conversaciones autorizadas por los oficiales serán realizadas a través de las estaciones “Anna-Bu”, “Emma-Bu”, “Nora-Bu” y “Alarich”.” En la estación repetidora de “Zeppelín” todas las líneas a la “Wolfschanze” estuvieron permanentemente supervisadas por un capitán. El teniente Büchner, al cargo del tráfico de señales, pidió telefónicamente al coronel Negendanck, al mayor Hoch, al teniente coronel Kecker y al mayor Pope que acudieran a la oficina de oficiales superiores de señales para una conferencia. Al mismo tiempo, Beichele pasó la orden de Höpfner a Pope, oficial de tráfico de señales, y a otros dos oficiales. Habiendo dado esas órdenes, Höpfner se fue al encuentro del general Eduard Wagner, el Vicejefe del EMG, quien había sido informado del atentado por Hahn a eso de las 1330 horas p.m. con las siguientes palabras: “Ha ocurrido un accidente en la Wolfschanze. El Führer está vivo, gracias a Dios, como Keitel y Jodl. Varios heridos.”

El inspector de Telégrafos, Senor Wille, también fue llamado a la conferencia de “Zeppelín”, que fue dirigida por el teniente coronel Beichele y el coronel Negendanck. Beichele le comunicó la orden de Fellgiebel: debían ser bloqueadas todas las conversaciones del exterior; todas las estaciones repetidoras tenían que ser ocupadas por los militares. Negendanck pidió a Wille que cooperara técnicamente para ejecutar esa orden, pero éste rehusó hacerlo diciendo que sólo podía aceptar órdenes de sus supervisores de la Oficina Postal en caso de que pudiera ponerse en contacto telefónico con ellos. Pero esto no era posible, pues la burocracia de la Oficina Postal actuaría muy lentamente y preguntaría cosas que los conjurados preferían mantener en la sombra. Además, la Oficina Postal bajo el ministro Ohnesorge se sabía nazi por parte de los conspiradores, que ya no habían querido incluir a sus funcionarios en el golpe. Pero por otra parte, sólo la cooperación de Wille podía garantizar el éxito completo del bloqueo de las comunicaciones, ya que la Wehrmacht no tenía control directo sobre la red de comunicaciones de la Oficina Postal, de las cuales la líneas a la “Wolfschanze” y de y a través de “Zeppelín” formaban parte, lo mismo que las líneas del Partido y las agencias de las SS, cuyas terminales sólo eran conocidas por los técnicos de la Oficina Postal. Finalmente se presionó a Wille, y éste llegó a una especie de compromiso con Beichele y Negendanck: Wille ordenaría inmediatamente a un inspector controlar todo el tráfico de las líneas de la Oficina Postal en espera de recibir instrucciones ulteriores de sus superiores. El bloqueo, pues, no fue completo, pero eso era todo lo que se podía conseguir.

Sobre las 1500 horas p.m. o quizá un poco más tarde, entró en escena el teniente general Thiele, telefoneando a Degner para preguntarle si había alguna interferencia en las líneas a la “Wolfschanze”. Degner contestó afirmativamente, y Thiele le ordenó ponerlas nuevamente en funcionamiento, colgando a continuación el teléfono. Degner, confuso porque esa orden contradecía la recibida por su superior el coronel Hahn, devolvió la llamada a Thiele a Bendlerstrasse diciendo que no había comprendido. Thiele le respondió: “Haga como le he dicho”, y colgó nuevamente. De hecho, quien estaba al mando de “Zeppelín” era Fellgiebel, y no Thiele, que pretendía hacerse con el control, sin conseguirlo, aunque entorpeciendo los canales de mando.

El bloqueo nunca fue completo; en algún momento entre las 1500 y las 1600 horas p.m. no se mantuvo en ninguna dirección; con Hitler todavía vivo y en Bendlerstrasse sin hacerse nada, no se podía mantener activo por más tiempo. Sobre las 1605 horas p.m. el coronel Hahn llamó nuevamente desde “Mauerwald” y levantó el bloqueo. El teniente coronel Beichele anotó: “16.05 Coronel Hahn, tráfico normal. Guarnición de Zossen fuera de acción. Guarnición de Wünstorf, posición 02 bloqueada. Nuestra posición J2 [la línea a la “Wolfschanze”] también bloqueada….” Justo después de las 1600 horas p.m. cesó toda interferencia. Como resultado de la conversación entre Fegelein y Jüttner (a la que se refiere Beichele en su anotación anterior, aunque yo no lo he puesto), conversación controlada, “Zeppelín” supo lo que había sucedido en la “Wolfschanze”, aunque no sabía lo que estaba sucediendo en Berlín.

Seguiremos.
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Mensaje por José Luis » Sab Ene 20, 2007 7:57 pm

Después de tantos años preparando el asesinato de Hitler y un coup d’état sin que ni lo uno ni lo otro se llevaran a cabo en ninguna ocasión, no me extraña en absoluto que algunos de los conspiradores acabaran por creerse que lo del 20 de julio de 1944 era otro intento más fracasado. Incluso pienso que muchos perdieron la noción de lo que significaba realmente involucrarse en una conspiración para matar a Hitler y dar un golpe de estado. Porque cuando uno decide meterse en un fregado de esta naturaleza, tiene que aceptar desde el principio que sólo hay dos salidas: éxito o fracaso, victoria o muerte. Pero hubo muchos oficiales que quisieron nadar entre dos aguas el día en que Stauffenberg (sin duda, el único oficial con resolución y, por tanto, auténtico motor de la resistencia) voló por los aires la sala de conferencias de la “guarida del lobo”. Y pretender nadar entre dos aguas después de eso, era una locura completa. Y eso fue lo que hicieron inicialmente el teniente general Thiele y el general Olbricht. Pero me gustaría que reflexionarais sobre lo que he apuntado: tanto tiempo conspirando (muchos de ellos ya desde 1934) acaba por nublar el entendimiento de que una vez que uno acepta el envite, o se gana (y se vive) o se pierde (y se muere).

El viaje de Stauffenberg y Haeften desde Rastenburg a Berlín llevó aproximadamente un par de horas; despegó del aeródromo de Rastenburg a las 1315 horas p.m. y debió haber aterrizado en Berlín entre las 1445 y las 1515 horas, probablemente en el aeródromo de Rangsdorf. Aquí lo esperaba Schweizer, su conductor, pero no pudo encontrarlo, por lo que quizás Stauffenberg pudo aterrizar en Tempelhof o en Gatow, aunque parece muy improbable. Lo más plausible es que Schweizer simplemente lo perdiera. Stauffenberg pidió a Haeften, al poco de aterrizar, que telefoneara a la Bendlerstrasse anunciando su llegada e informándose de cómo iban progresando las medidas del coup d’état. Los conjurados de la Bendlerstrasse escuchaban por primera vez que Hitler estaba muerto. Tras esta comunicación, Stauffenberg consiguió un coche y llegó con Haeften a la Bendlerstrasse sobre las 1630 horas p.m.

Ya hemos dicho que Thiele y Olbricht jugaron a “hacerse el loco” desde aproximadamente las 1300 hasta las 1500 horas p.m., decidiendo ni más ni menos que irse a almorzar. Sobre las 1515 horas, ya de vuelta en la Bendlerstrasse, Thiele comentó a Olbricht y al coronel general Hoepner, que también regresaba de almorzar, que se esperaba un comunicado de Hitler desde su cuartel general, sugiriendo que prestaran atención a la radio, pero esperaron en vano. Luego decidieron intentar llamar a la “Wolfschanze” para clarificar la situación.

Mientras que estos generales perdían el tiempo de forma tan estúpida, un coronel estaba actuando de forma muy diferente y más en consonancia con el grave compromiso que había adquirido tiempo atrás. Mertz von Quirnheim, en efecto, ya había comenzado a cursar algunas órdenes de alerta desde las 1400 horas p.m., pues una y otra vez que intentaba sacar a Olbricht de su estado dubitativo para que entrara en acción, éste no terminaba de despejarse. Quirnheim actuó sin la autorización de Olbricht y firmó y cursó las primeras órdenes escritas. Más tarde, Olbricht confesaría a Gisevius que su subordinado lo había “puenteado”, y Fritz-Dietlof von der Schulenburg contó la misma historia a la Gestapo.

Finalmente, después de mucha presión por parte de Quirnheim, Olbricht aceptó la idea de que Hitler estaba muerto (o decidió actuar bajo esa base), y así se lo expresó a Thiele. Quirnheim consiguió que Olbricht se decidiera a presentar a Fromm las órdenes que tan cuidadosamente habían preparado los días previos, y el coronel reunió luego a todos los oficiales superiores del Allgemeines Heeresamt (AH) y les dijo que Hitler había sido asesinado; la Wehrmacht bajo el mando del mariscal de campo von Witzleben había asumido plenos poderes para la preservación de la ley y el orden y la continuación de la guerra. El coronel general Beck, siguió Quirnheim en su alocución, asumía desde ya el liderazgo del Reich. Se le ordenó al mayor Harnack (Sección de Operaciones del AH), emitir la contraseña “Valquiria Fase 2” por teléfono y teletipo a todos los Wehrkreise y en particular a los centros de entrenamiento y reemplazo en las inmediaciones de Berlín. Harnack lo hizo en el acto.

Justo antes de las 1600 horas p.m., el mayor von Oertzen se trasladó al III Wehrkreis, Hohenzollerndamm, con las órdenes relevantes, incluyendo las del comienzo de “Valquiria”. Antes de partir, Oertzen cogió cinco órdenes manuscritas que había elaborado él mismo para el teniente coronel Bernardis de la oficina del Comandante de la Ciudad, pidiendo que las emitiera en nombre del coronel Mertz von Quirnheim. Bernardis dio las instrucciones necesarias. Las órdenes “Valquiria” fueron cursadas a las escuelas por Harnack y Bernardis alrededor de las 1600 horas.

Poco antes de las 1600 horas p.m., Olbricht llamó al Comandante de la Ciudad, teniente general von Hase, a su oficina en el No. 1 de Unter den Linden. Al mayor Hayessen, del estado mayor del AH, le fue encargada la tarea de coordinar las medidas a ser tomadas por el Comandante y actuar como oficial de enlace del OKH. Hase, sin embargo, ya había tomado las medidas necesarias acordadas antes de que llegara Hayessen a las 1630 horas p.m. La orden de alerta alcanzó al Batallón de Guardia de la Grossdeutschland en el 10 de Rathenowerstrasse, Moabit, a las 1610 horas p.m.

Cursadas esas órdenes, Olbricht se fue con su jefe de estado mayor a ver al coronel general Fromm. Según Hoepner, esto sucedió casi exactamente en el momento en que Haeften llamó a Bendlerstrasse anunciado la llegada de Stauffenberg. Hoepner era partidario de esperar por Stauffenberg para clarificar la situación, pero Olbricht consideró que tardaría en llegar de media hora a tres cuartos de hora, lo que era demasiado tiempo de espera. Por tanto, Olbricht se dirigió a Fromm para anunciarle que el Führer había sido asesinado. Lo había oído de Thiele, quien a su vez se había enterado por Fellgiebel. Ahora, él, Olbricht, le proponía a Fromm cursar la contraseña para disturbios internos y que el Heer asumiera la autoridad ejecutiva.

Pero el viejo Fromm no se dejó convencer. Alrededor de las 1600 horas, por tanto, Fromm llamó a Keitel y le preguntó qué había de cierto en los rumores que pululaban por Berlín acerca de la muerte de Hitler. Keitel le respondió afirmando que esos rumores eran patrañas, que efectivamente había habido un atentado, pero el Führer había salido ileso. Luego Keitel preguntó si estaba en Bendlerstrasse el coronel von Stauffenberg; Fromm respondió diciendo que su jefe de estado mayor todavía no había regresado.

Olbricht, que escuchó toda la conversación, regresó a su oficina donde aguardaba Hoepner, y comentó que Fromm no firmaba. Pero en el ínterin las órdenes comenzaban a surtir efectos, y todo el edificio de la Bendlerstrasse, en cuanto a señales se refiere, estaba febrilmente despachando teletipos y cursando órdenes telefónicas “firmadas” por Fromm (sin su conocimiento) y “contrafirmadas” por Stauffenberg. Se ordenó, entre otras muchas cosas que se haría largo detallar, la ocupación militar de todos los centros de comunicaciones y el arresto de todos los Gauleiter, Reichsstatthalter, ministros, gobernadores provinciales, presidentes de policía, funcionarios superiores de las SS y líderes de la Policía, funcionarios superiores de la Gestapo, jefes de oficina de las SS, líderes de distrito nazis y jefes de las oficinas de Propaganda; inmediata ocupación de los campos de concentración, arresto o confinamiento en barracones de los guardias y comandantes de campo, mantenimiento del orden, arresto de todos los comandantes de las Waffen SS que eran desleales o sospechosos de deslealtad y si fuera necesario con el desarme de sus unidades, ocupación de las oficinas de la Gestapo y SD, etc. Como puede verse, más que un golpe de estado parecía una auténtica revolución.

Después, el mariscal von Witzleben cursó una orden nombrando al coronel general Hoepner comandante en jefe de las Fuerzas del Interior, seguida de un teletipo a todos los Wehrkreise desmintiendo el comunicado de que Hitler estaba vivo y urgiendo a ejecutar las órdenes a la máxima rapidez. Finalmente se cursaron cinco regulaciones de ley marcial prohibiendo asambleas y manifestaciones de todo tipo, dando instrucciones para la dirección de la administración, una prohibición sobre cualquier actividad de los funcionarios o miembros del Partido, confiscación de los medios del Partido, amenaza de castigo por la resistencia a las órdenes militares o por saqueo, y la extensión de los tribunales militares para tratar un número de delitos civiles, aunque esta última regulación parece que no fue emitida finalmente.

En la próxima intervención veremos qué sucedió cuando Stauffenberg llegó finalmente a la Bendlerstrasse.

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Mensaje por José Luis » Dom Ene 21, 2007 10:50 am

¡Buenos días a todos!

Stauffenberg toma el mando

Cuando sobre las 1630 horas p.m. Stauffenberg y Haeften llegaron a la Bendlerstrasse, se dirigieron directamente a la oficina del conde, donde encontraron a Fritz-Dietlof von der Schulenburg, Berthold von Stauffenberg, Jäger, Kleist y Fritzche. Stauffenberg les comentó: “Está muerto. Vi como lo sacaban.” Luego se fue con Haeften a la oficina de Olbricht, en la que aguardaba Hoepner. A petición de Olbricht, Stauffenberg dio cuenta de lo sucedido: estaba convencido de que Hitler estaba muerto o mortalmente herido. “Vi todo desde fuera. Estaba fuera del barracón con el general Fellgiebel. Hubo una explosión dentro del barracón y a continuación vi un gran número de personal médico…La explosión fue como si el barracón hubiera sido impactado por un proyectil de 6 pulgadas. Difícilmente pudo salir alguien con vida.”

Entonces Olbricht informó a Stauffenberg de la actitud de rechazo de Fromm a cooperar, indicando que se disponía a arrestar al coronel Mertz von Quirnheim (jefe de estado mayor de Olbricht) por cursar la contraseña “Valquiria”. Cuando Olbricht concluyó su información, se dirigió con Stauffenberg a la oficina de Fromm, donde el conde le aseguró al comandante en jefe del Ejército de Reemplazo (Heersatz) que Hitler había muerto. Fromm rechazó esa información en la base de su conversación con Keitel, que le había asegurado lo contrario, pero Stauffenberg le cortó diciendo: “El mariscal Keitel está mintiendo como de costumbre. Yo mismo vi como sacaban a Hitler muerto.” Entonces terció Olbricht señalando que, en vista de la situación, habían cursado la palabra en clave “Valquiria” a los Wehrkreise para cuestiones de disturbios internos.

Fromm, golpeando la mesa con su puño, gritó que eso era una auténtica insubordinación, revolución y traición, cuyo castigo era la muerte. Preguntó quién había dado la orden; Olbricht le respondió que había sido Quirnheim. Fromm mandó llamar a Quirnheim, y cuando éste llegó, le dijo que, junto con Olbricht y Stauffenberg, quedaban arrestados. Con gran tranquilidad, Stauffenberg respondió que las cosas habían cambiado, y que era Fromm el que quedaba arrestado. Él mismo había puesto la bomba y sabía con certeza que Hitler había muerto. Fromm le dijo que en tal caso lo mejor que podía hacer era pegarse un tiro allí mismo pues el atentado había fracasado. El conde rehusó fríamente, y Fromm, lleno de rabia, se abalanzó contra Stauffenberg sacudiendo sus puños; los dos ayudantes de Stauffenberg, Kleist y Haeften, sacaron sus pistolas e intervinieron; Kleist clavó su pistola en el estómago de Fromm, y éste cesó inmediatamente toda violencia. Stauffenberg le concedió cinco minutos para reflexionar sobre el asunto, dejándolo encerrado en su habitación. Pasado ese tiempo, Fromm no había cambiado de parecer, por lo que, junto con su ayudante Bartram, fue encerrado en la oficina de este último, el teléfono desconectado y las dos puertas de la habitación cerradas y con guardia. En el proceso Fromm no ofreció resistencia alguna. Eran aproximadamente las 1700 horas p.m.

Olbricht informó a Stauffenberg que se había cursado « Valquiria » y las órdenes pertinentes para la plena asunción de poderes del Heersatz; ahora había que esperar la llegada de las tropas a Berlín. Hacía poco que acababa de llegar el coronel general Beck acompañado de Graf Schwerin von Schwanenfeld; había venido de civil para evitar dar la impresión de un putsch militar. Hoepner, al que se le había negado el derecho a llevar uniforme, trajo uno consigo a la Bendlerstrasse y lo vistió al anochecer.

Stauffenberg llamó al general Wagner a Zossen para decirle que Hitler había sido asesinado, y luego le cedió el teléfono a Beck. Éste comunicó a Wagner que había asumido el mando y pidió que se obedecieran sus instrucciones; el mariscal von Witzleben, continuó, era el nuevo comandante en jefe del Heer y en breve iría a Zossen para asumir el mando. Debo explicar que el auténtico puesto de mando del Heer (OKH) era el cuartel general de Zossen, y si el coup d’état tuvo lugar en la Bendlerstrasse fue porque allí se encontraba en cuartel general del Heersatz. Posteriormente, Wagner había de reportar que reaccionó negativamente a la información y peticiones de Beck, y de forma similar había hecho cuando Quirnheim le dijo más tarde que el ejército había asumido plenos poderes con el inicio de “Valquiria”. Poco después de la conversación telefónica entre Beck y Wagner, éste recibió una llamada del mayor general Stieff, quien le decía que había tenido conocimiento por el cuartel general del Heersatz de la proclamación de plenos poderes, cosa que consideraba una locura total. Más tarde, según Stieff, Wagner le instruyó para que contara a Keitel todo lo que había sucedido, incluyendo las llamadas que había recibido de la Bendlerstrasse.

Sobre las 1700 horas p.m. apareció el presidente de la policía de Berlín, Graf von Helldorf, acompañado por el Regierungspräsident de Potsdam, Gottfried Graf von Bismarck, y el vicecónsul Gisevius. Helldorff había sido llamado por Olbricht, quien lo puso al corriente de la situación. Como el Heersatz había asumido la autoridad ejecutiva, la policía de Berlín quedaba sujeta a su autoridad. Cuando Helldorf se disponía a marchar, Beck lo llamó para advertirle de que la muerte del Führer podía ser refutada por un comunicado de su cuartel general. Olbricht intentó cortar esa conversación varias veces diciendo que eran mentiras de Keitel (desconocía que Helldorf ya conocía esa posibilidad, pues mucho antes había oído hablar a Kaltenbrunner con la “Wolfschanze” cuando fue reclamado para que acudiera allí sin falta), pero Beck insistió en advertir a Helldorf del posible aviso radiado de la “Wolfschanze” comunicando que el Führer estaba vivo. El antiguo jefe del EMG concluyó afirmando que para él Hitler estaba muerto, pasara lo que pasara, y todo el mundo debía actuar en ese sentido. Helldorf marchó prometiendo llamar a la Bendlerstrasse cada veinte minutos, y regresó a su puesto de mando en la Karlstrasse, donde puso en alerta a la Policía de Seguridad (el mayor Hayessen ya lo había visitado a mediodía para confirmarle que los funcionarios de la Policía Criminal ya habían sido notificados para realizar los arrestos iniciales).

Continuaremos
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Mensaje por José Luis » Dom Ene 21, 2007 4:44 pm

Por fin he conseguido localizar en Internet una reconstrucción de cómo estaban dispuestos los asistentes a la reunión basada en la cuenta de Peter Hoffmann:

Imagen
Fuente: http://www.digam.net/dokumente/393/1.jpg

Y así quedó la sala:

Imagen
Fuente de la fotografía: Bundesarchiv

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Mensaje por Erwin Rommel » Lun Ene 22, 2007 1:31 am

Desde 1938, altos funcionarios y militares habían conspirado contra Hitler para intentar cambiar su política. El atentado no fue pues más que la culminación de muchos años de trabajo.

El 20 de julio de 1944, Stauffenberg que, como jefe del Estado Mayor tenía acceso directo al cuartel general de Hitler, logró introducir una bomba en una reunión y hacerla explotar. Como a Stauffenberg se lo necesitaba urgentemente en Berlín para dirigir el planeado golpe, debió partir antes de conocer los efectos de la explosión. Hitler sobrevivió al atentado. El golpe había fracasado. La misma noche del 20 de julio fueron fusilados Stauffenberg y otros tres conspiradores en el patio del complejo Bendlerblock, la sede del mando supremo de la "Wehrmacht". Durante las siguientes semanas fueron detenidas 7000 personas y muchas de ellas condenadas a muerte. En total 10 000 miembros de la resistencia cayeron víctimas de los nacionalsocialistas.

La imagen que los alemanes tiene de Stauffenberg ha variado mucho según la época y la orientación política del interesado. Si en el momento del atentado se le juzgo un traidor y un cobarde, sólo interesado en salvar su pellejo ante la victoria aliada, con el tiempo llegado a ser visto como un héroe democrático e incluso inspirado por la ideología comunista aunque parece claro que Stauffenberg mantenía la idea de un gobierno autoritario y de una Alemania unida y fuerte, por lo que quizás sólo intento salvar al Reich de las malas decisiones del cada vez más enajenado Fhürer.

En todo caso, los alemanes que no estaban de acuerdo con el régimen recibieron un esperanzador mensaje: no eran los únicos, había una resistencia contra el dictador y posiblemente ese convencimiento ayudó a generar nuevas células.
Hay tres interesantes documentales de realizacion alemana, que nos hablan de la resistencia alemana contra hitler:
"El atentado: Stauffenberg y el 20 de jukio de 1944" de Armin Steuer.
"La rosa blanca" de Michel verhoeven.
"Georg Elser, solo contra Hitler" de Rudiger Liedtke, este ultimo quizas el mas desconocido, que nos relata la historia de Georg Elser, quien el 8 de noviembre de 1939 hizo explotar una bomba en la cerveceria Burgerbraukeller de Munich, donde Hitler reunia cada año a la plana mayor del NSDAP, por una casualidad Hitler abandono la sala 10 minutos antes de la explosion, Georg fue detenido casi inmediatamente y ejecutado cuando la guerra casi habia finalizado.

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beltzo
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Mensaje por beltzo » Vie Ene 26, 2007 3:43 pm

Hola a Todos:
Su hermano Berthold dijo a la Gestapo (en el interrogatorio tras el 20 de julio) que Claus había decidido hacerlo él mismo unas cuatro semanas antes del 20 de julio de 1944, o en otras palabras, cuando fue nombrado para trabajar con Fromm. Lo mismo confirmaron el conde Yorck y el ayudante de Stauffenberg, Werner von Haeften.
Precisamente el nombramiento de Stauffenberg para el puesto esta bajo serias sopechas que implican en la trama a Himmler, Guderian y Fromm (lo de este último esta bastante claro). Parece ser que Guderian habló con Himmler sobre la necesidad de sustituir a algunos jefes de estado mayor, entre los que estaba el puesto de jefe de estado mayor del ejército de reemplazo bajo mando del general Fromm, cuando Himmler le preguntó si tenía pensado algún nombre, Guderian le respondió que Stauffenberg era el más cualificado, algo con lo que Himmler estuvo inmediatamente de acuerdo. Posteriormente cuando a Fromm se le preguntó sobre el posible nombramiento también se mostró de acuerdo.

Esto plantea serias dudas sobre la implicación real de estos tres personajes en la trama: Fromm había sido admitido en la oposición el año anterior y para entonces debía saber perfectamente que Stauffenberg era en ese momento el motor de la oposición, asimismo es bastante difícil de creer que Himmler no estuviera tampoco al tanto de ello, al igual que sucede con Guderian que había sido abordado por la oposición el año anterior y aunque había declinado unirse a ellos su actitud era condescendiente.

Esta escena sugiere que aunque no hablaran de esto entre ellos, los tres veían la necesidad de eliminar a Hitler, y, al nombrar a Stauffenberg para un puesto con acceso directo a Hitler, lo que estaban haciendo es dar de manera consciente la oportunidad para que esto sucediera sin que ellos corrieran ningún riesgo, desde luego a Fromm le salió el tiro por la culata.

Saludos
"Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero sino, los franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy judío". Albert Einstein

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Sab Ene 27, 2007 7:23 pm

¡Hola a todos!

Querido Beltzo,

El nombramiento de Stauffenberg como jefe del Estado Mayor de Fromm no fue debido a la participación de Guderian, quien entonces no tenía competencia alguna sobre esa cuestión. Guderian fue nombrado jefe del Estado Mayor General del OKH el mismo 20 de julio por la tarde.

Fue del propio Fromm de quien partió la iniciativa para escoger a Stauffenberg, que, no lo olvidemos, era un oficial de EMG muy competente y con una reputación excelente entre los altos mandos del Heer. Por cierto, Stauffenberg había escrito un artículo galardonado, cuyo título era "Pensamientos sobre la Defensa Interior contra Tropas Paracaidistas Enemigas", sobre el cual dice Hoffmann que probablemente Stauffenberg basó su planificación especial de "Valquiria".

Sobre Fromm. Cuando nombró oficialmente a Stauffenberg su JEM, el conde le dijo con claridad lo que estaba planeando. No existe la menor duda de que Fromm conocía (y aprobaba, aunque distante) el plan de Stauffenberg para asesinar a Hitler y dar un coup d'état. Incluso el mismo Fromm le dijo a Stauffenberg: "¡Por el amor de Dios, no olvide a ese tipo de Keitel cuando lleve a cabo su putsch!" (Hoffmann, p. 377).

Las pruebas contra Fromm son tan abundantes e irrefutables que no merece la pena perder tiempo con ellas. Tan sólo añadiré que durante su juicio ante el Tribunal Popular el 7 de marzo de 1945, Fromm admitió haberle dicho a Graf von Helldorf el 3 de julio de 1944 que le parecería mejor si Hitler se suicidaba.

En cuanto a Guderian, tampoco cabe duda alguna que conocía la conspiración que había en curso. En su Panzer Leader, cuando da breve cuenta del 20 de julio de 1944, sólo admite que fue visitado por Goerdeler para proponerle que se uniera a la conspiración, y que él no quiso saber nada. También recalca, como para acallar las sospechas, que su nombramiento como jefe del EMG no tuvo nada que ver con su actuación personal en ese día (que él pasó en su casa), y que la cosa fue decidida por Hitler y el general Thomale. Pero por mucho que se esfuerce este manipulador y deshonesto Guderian, hay muchos testimonios (de personas a años luz por encima de Guderian en cuanto a honestidad se refiere) que prueban que el entonces Inspector General de las Panzertruppen sí sabía lo que se estaba cociendo, aunque es cierto que se mantuvo al margen.

Por último, lo que Himmler sabía sobre la planificación del atentado y coup d'état es un misterio. Sabemos, sin duda alguna, que conocía la conspiración y el plan para asesinar a Hitler. Lo que no sabemos es hasta que grado conocía los detalles. Ya desde su encuentro con Popitz en el verano de 1943, donde este último le propuso de forma vaga que se uniera a la conspiración, Himmler conocía lo que se estaba tramando. Pero ir más allá de esto es pura especulación. No sabemos cuánto conocía y de qué manera lo que Stauffenberg y su grupo estaban urdiendo en el verano de 1944.

Saludos cordiales
José Luis
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a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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beltzo
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Mensaje por beltzo » Dom Ene 28, 2007 3:12 pm

Amigo José Luis:

Si te fijas bien verás que escribí la expresión “Parece ser que Guderian habló con Himmler sobre la necesidad de sustituir a algunos jefes de estado mayor”; lo que quiere significar que no se trata de una certeza absoluta pero que sin embargo tampoco es algo desechable de entrada. El relato de la entrevista entre Himmler y Guderian lo ofreció el entonces ministro de finanzas von Krosig en sus memorias y aparece citado en la obra de Peter Padfield “Himmler, el líder de las SS y la gestapo”.

Efectivamente Guderian cuando se entrevista con Himmler, lo hace en calidad de inspector de tropas blindadas, y le sugiere el nombramiento de Stauffenberg como jefe de estado mayor del ejército de reemplazo indicándole además que se lo comente a Hitler; precisamente el hecho de que Guderian no tuviese competencias en la materia es lo que hace más significativa esta entrevista, si Guderian no tenía competencias en la materia ¿por qué intenta colocar a Stauffenberg en ese puesto?, más aún, ¿por qué se lo comenta precisamente a Himmler?

No pongo en duda de que Stauffenberg fuese realmente el más indicado para el puesto, pero si esta reunión efectivamente se produjo, es bastante curioso que Himmler y Guderian estén de acuerdo en proporcionar acceso directo a Hitler a alguien que sabían que se hallaba en el centro de una conspiración contra Hitler.

Hay multitud de indicios que apuntan a que Himmler sabía prácticamente todo lo que se estaba tramando en el seno de la conspiración, por supuesto su grado de implicación y conocimiento no podía ser la misma que la de un Goerdeler o un Stauffenberg, pero hay muchos indicios de que sin llegar a una colaboración directa si dejo hacer, incluso el mismo 20 de julio las medidas que toma en un principio son bastante laxas como si estuviera dando tiempo para que el coup d'état tuviera posibilidades de éxito.

Saludos
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