El alineamiento del Brasil

Partidos políticos, actuaciones gubernamentales

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Mensaje por 27Pulqui » Mar Dic 09, 2008 11:51 pm

EL ALINEAMIENTO DEL BRASIL

1. INTRODUCCIÓN

En la IIGM el Brasil se alineó con los Estados Unidos, para una corriente historiográfica el ingreso norteamericano en la contienda definió una posición que oscilaba entre los Aliados y el Eje. La tendencia filofascista del Estado Novo en el orden interno implantado a partir de 1937 y el ‘doble juego’ del gobierno de Getúlio Vargas que aprovechaba las tensiones entre las potencias previas a la conflagración parecían sustentar la hipótesis de la oscilación brasileña. Aunque dicha hipótesis tiene cierto asidero, el período que precede a la guerra es esencial para el Brasil, y ese período es un juego en el cual las condiciones del alineamiento ya están dadas. Las limitaciones en las relaciones con Italia y Alemania hicieron que el gobierno de Vargas, por encima de afinidades ideológicas con los regímenes fascistas, en 1938 se orientara al alineamiento con la potencia continental. No obstante ello, el tránsito hasta la cobeligerancia de 1942 estuvo jalonado por dificultades, pero éstas no deben tapar las tendencias estructurales e históricas que, en rigor, pesaron tanto o más que las debilidades de los vínculos entre Brasil y el Eje.

El oportunismo del gobierno brasileño en la elección de sus aliados hizo suponer a cierta historiografía, por otra parte, que Brasil al término de la IIGM inició el camino que lo llevaría a convertirse, décadas más tarde, en potencia continental emergente. De acuerdo con esta otra corriente, el temprano apoyo a las tesis de defensa norteamericanas y la ruptura de relaciones con el Eje en el comienzo de 1942 permitieron abrir las puertas de un proceso avanzado de industrialización y de fortalecimiento militar con respecto a sus vecinos latinoamericanos, en especial con la Argentina que a diferencia del Brasil no adhirió al liderazgo de la potencia del hemisferio. Esta hipótesis también merece una revisión, puesto que supone una importancia central de la guerra en tanto omite condiciones estructurales previas, además de presentar el sesgo retrospectivo de una visión unilateral. Por otra parte, la mirada al fortalecimiento militar debe considerar el espacio que ocupaba el Ejército en el Estado Novo, además de tener en cuenta la particular relación de competencia y cooperación entre Brasil y Argentina, y los lazos de los dos países sudamericanos con las potencias.

Esta exposición tiene por fuentes a estudios de distintos autores, algunos considerados clásicos, unos en relaciones internacionales (Moniz Bandeira y Silva Seitenfus) y otros en el papel desempeñado por el Ejército (Moura, Tronca y Vigevani), complementados por un trabajo sobre el período del Estado Novo (Corsi) y otro general (Skidmore), relación y comparación politico-económicas entre Brasil y Argentina (de Paiva Abreu y Madrid), aspectos del desarrollo nacional emprendido por el varguismo (Zahluth Bastos), y las fuerzas de extrema derecha (McGee Deustch) y la influencia alemana (Gertz) que operaban en la política interna. Complementan a la bibliografía principal un estudio con conceptos acerca del populismo en América Latina (Di Tella), un artículo sobre la estructura de poder en el Estado Novo (Diniz), y un comentario acerca de la posición argentina y sus consecuencias (Rapoport).

Bibliografía

Corsi, Francisco Luiz (2000), Estado Novo: política externa e projeto nacional, San Pablo, Editora UNESP: FAPESP.

de Paiva Abreu, Marcelo (1985), “La Argentina y Brasil en los años treinta. Efectos de la política económica internacional británica y estadounidense”, en Desarrollo Económico, Vol. 24, Nº 96, Buenos Aires.

de Paiva Abreu (1996) “O Brasil e a economia mundial (1930-1945)”, en Fausto, Boris (organizador), História geral da civilização brasileira, III-O Brasil republicano, 4º Vol. Economia e cultura (1930-1964), Río de Janeiro, Bertrand Brasil.

Diniz, Eli (1996) “O Estado Novo: estrutura de poder, relações de classes”, en Fausto, Boris (org.), História geral da civilização brasileira, III-O Brasil republicano. 3º Vol. Sociedad e política (1930-1964), Río de Janeiro, Bertand Brasil.

Di Tella, Torcuato (2003), Perón y los sindicatos, Buenos Aires, Ariel.

Gertz, René E. (1996), “Influencia política alemã no Brasil na década de 1930”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. 7, Nº 1, Universidad de Tel Aviv.
http://www1.tau.ac.il/eial/index.php?op" onclick="window.open(this.href);return false; ... Itemid=134

Madrid, Eduardo (2003), Argentina-Brasil. La suma del Sur, Mendoza, Universidad de Congreso-Caviar Bleu.

Madrid, Eduardo (2004), “Las relaciones argentino-brasileñas (1810-2001)” en Lacoste, Pablo (compilador), Argentina-Chile y sus vecinos. Las relaciones bilaterales en el Cono Sur, Tomo I, Córdoba, Caviar Bleu.

McGee Deustch, Sandra (2005), Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile, 1890-1939, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes.

Moniz Bandeira, Luiz Alberto (1996), “Política y relaciones internacionales en el Mercosur”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. VI, Nº 11, Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas de UBA.

Moniz Bandeira, Luiz Alberto (1998), Relações Brasil-EUA no contexto da globalização, I-Presença dos EUA no Brasil, San Pablo, Editora SENAC.

Moura, Gerson (1996), “O Brasil na Segunda Guerra Mundial: 1942-1945”, en Guilhon Albuquerque, José Augusto (organizador), Sessenta anos de política externa brasileira, I-Crescimento, modernizaçäo e política externa, San Pablo, Núcleo da Pesquisa em Relações Internacionais da USP-Cultura Editores Asociados.

Rapoport, Mario (1984), “El factor político en las relaciones internacionales. ¿Política internacional vs. teoría de la dependencia?. Un comentario”, en Desarrollo Económico, Vol. 23, Nº 92, Buenos Aires.

Silva Seitenfus, Ricardo (1996), “Quatro teses sobre a política externa brasileira nos anos 1930”, en Guilhon Albuquerque, José Augusto (org.), Op. cit..

Skidmore, Thomas E. (2000), Brasil: de Getúlio Vargas a Castelo Branco (1930-1964), Río de Janeiro, Editora Paz e Terra.

Tronca, Ítalo (1996), “O Exército e a industrialização: entre as armas e Volta Redonda (1930-1942)", en Fausto, Boris (org.), Op. cit., 3º Vol, Río de Janeiro, Bertrand Brasil.

Vigevani, Tulio (1996), “Os militares e a política externa brasileira: interesses e ideologia”, en Guilhon Albuquerque, José Augusto (org.), Op. cit..

Zahluth Bastos, Pedro Paulo (2006), “A construção do nacional-desenvolvimentismo de Getúlio Vargas e a dinâmica de interação entre estado e mercado nos setores de base”, en Revista Economia da ANPEC, Vol 7, Nº 4, Brasilia.
http://www.anpec.org.br/revista/vol7/vol7n4p239_275.pdf" onclick="window.open(this.href);return false;

Continúa, próximo capítulo: La política antes de 1937.

Editado por el autor en fecha 10/12/2008 con objeto de refinar conceptos de la introducción y de ampliar la bibliografía. Nuevamente editado en fechas 26-27/02/2009 para ampliar la bibliografía. Otra vez editado en fecha 23/03/2009 para ampliar bibliografía y efectuar correcciones de forma.
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Mensaje por 27Pulqui » Mié Dic 10, 2008 7:09 pm

2. LA POLÍTICA ANTES DE 1937

En la caída de la Velha República convergieron diversos factores sociales, políticos y económicos, la Alianza Liberal liderada por Vargas articuló a los sectores que pretendían derribar al sistema político fundado en la hegemonía de las elites de los Estados de San Pablo y Minas Gerais, y por eso la revolución de 1930 es el punto de partida del encumbramiento de una nueva clase dirigente. El movimiento revolucionario reunió a civiles y militares que luego tendrían influencia en la posición internacional del Brasil en los años del Estado Novo, entre los políticos se destacaba Oswaldo Aranha y en los uniformados Góes Monteiro.

El 3 de noviembre de 1930 Getúlio Vargas asumió la jefatura del gobierno provisional, designando en los gobiernos de los Estados al principio a los jefes de las guarniciones militares y luego a los tenentes, el grupo que representaba a la verdadera corriente revolucionaria en el Ejército. En una síntesis muy apretada de los avatares sufridos por Vargas hasta su consolidación en el poder, digamos que desde el primer momento tuvo la intención de promover una profunda reforma que abarcara las relaciones sociales y los vínculos entre el poder central y las administraciones locales, en el proceso el presidente provisional debió afrontar los efectos de la crisis económica mundial y el enfrentamiento de diversas tendencias ideológicas que trataban de influir en el gobierno, es por eso que la situación fue deteriorándose rápidamente y algunos aliados iniciales pasaron a la conspiración, siendo la sublevación paulista de julio de 1932 el desafío más importante.

Vencidos los obstáculos, Vargas continuó con su reivindicación principal y en 1933 decidió reunir una Asamblea Nacional Constituyente para la segunda constitución de la república. El 16 de julio de 1934 fue sancionada la constitución con las siguientes modificaciones: aclaración minuciosa de las atribuciones de la Unión, los Estados y los Municipios, nuevas atribuciones que fortalecían al Poder Ejecutivo, reforma del Poder Legislativo, en tanto se mantenían los derechos de acuerdo a la tradición liberal con la novedad del agregado de capítulos dedicados al Orden Económico y Social, Familiar, Educación y Cultura, Seguridad Nacional y Funcionarios Públicos. De acuerdo a las disposiciones transitorias de la nueva constitución, la Asamblea Constituyente debía designar al primer presidente de la Segunda República, y, si bien la mayoría de los constituyentes no representaba una corriente renovadora, como la Asamblea respondía a Vargas, éste fue proclamado para su primer período constitucional.

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Mensaje por 27Pulqui » Mié Dic 10, 2008 7:44 pm

Según la primera tesis del artículo de Seitenfus, la revolución de 1930 tenía escaso interés por la política exterior. La facilidad con que la Alianza Liberal cerró al período de la Velha República tomó desprevenidos a los revolucionarios en cuanto al marco internacional. Políticos provincianos de poca experiencia, los vencedores se dedicaron en los primeros años a las cuestiones internas, pues, como ya se dijo, su estabilidad no estaba del todo fortalecida. La incipiente y contradictoria plataforma gubernamental de la Alianza Liberal no contenía indicación alguna sobre las cuestiones internacionales. Debido a la ausencia de un programa de política exterior, la acción de Itamaraty (el Ministerio de Relaciones Exteriores) fue guiada por la situación del movimiento panamericano al inicio de la década de 1930 y bajo las difíciles condiciones del comercio exterior. (Silva Seitenfus, 1996: 115-117).

En principio, el horizonte internacional de Vargas se limitaba a los asuntos de la Cuenca del Plata, en concreto, al equilibrio entre Río de Janeiro y Buenos Aires. El recién llegado a la presidencia era un hombre de cultura platense, Vargas nació y se formó en Río Grande do Sul cerca de la frontera con Argentina, quizás por este motivo procuró mejorar los vínculos con el vecino sureño a través del entendimiento diplomático y del intercambio comercial. La inestabilidad del gobierno fue un escollo para desarrollar en los primeros años una política continua en los problemas de la región, pero ya en 1934 el gobierno brasileño participaba activamente en la cuestión amazónica con Perú y Colombia, y en 1935 en la conclusión de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. Al mismo tiempo, Brasil comenzaba a desempeñar en el marco de la Unión Panamericana un espíritu mediador entre los Estados Unidos y los países de Hispanoamérica. Las consecuencias amenazadoras de la crisis internacional hacia fines de los años treinta impulsarán a la actividad diplomática hacia otro nivel, en donde serán tratados temas que poco habían preocupado a las autoridades brasileñas, así Estados Unidos, Alemania y también Italia, se transformarán en los principales interlocutores del Brasil.

En materia económica, inspirado en principios liberales en un mundo volcado al proteccionismo, el gobierno brasileño firmó entre 1930 y 1934 veintisiete tratados comerciales. Recién en los años 1934 y 1935 los responsables adquirieron conciencia de las dificultades de aplicar una política de liberalización comercial, en consecuencia Brasil es llevado a denunciar todos los acuerdos firmados, invocando la falta de reciprocidad de sus socios comerciales. La concepción más pragmática de las relaciones económicas desempeña, a partir de ese momento, un importante papel en la política exterior del país. Para entender este giro y sus consecuencias es necesario detenerse en la economía de la década de 1930.

Continúa, próximo capítulo: La economía en los años treinta.
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Mensaje por 27Pulqui » Vie Dic 12, 2008 2:40 pm

3. LA ECONOMÍA EN LOS AÑOS TREINTA

Un indicador de las tendencias estructurales de largo plazo es el hecho de que en 1870 el Brasil destinaba a los Estados Unidos más de la mitad de sus exportaciones de café, que pasaron a representar el 55,6% del total y subieron hasta el 64,5% hacia el final del siglo XIX. En 1912, los Estados Unidos importaban más de la mitad de la producción brasileña de café y consumían más cacao de Bahía que de cualquier otro lugar. En la misma época, cerca del 60% o más del caucho vendido en Nueva York procedía de la Amazonia. En 1915, los norteamericanos tomaron el liderazgo de todo el comercio exterior del Brasil, mediante el cual se transforman en los principales abastecedores de manufacturas, y entre 1921 y 1927 serán los titulares del 35% de su deuda externa. La participación de los Estados Unidos en las exportaciones del Brasil subió del 36%, en 1912, al 45,4%, en 1928, lo que le daba un enorme poder de presión sobre su economía. Dependiente de las exportaciones de café, el país lusoparlante adhirió al panamericanismo, apoyó a la Doctrina Monroe y, marchando al ritmo de Washington, se alineó a los Estados Unidos a partir de 1915 (Moniz Bandeira, 1996: 104).

Antes de la Gran Crisis, en los años veinte, la economía brasileña había sufrido los perjuicios de la superproducción de café y de la caída del precio del principal producto de exportación. En 1925 el Departamento de Estado combatía la defensa brasileña del valor del café, vetando créditos que favorecían a la política de valorización del producto. En esa década Gran Bretaña conservaba una buena posición en el mercado brasileño, y su presencia era aprovechada por Brasil para limitar al poder norteamericano. En los primeros años de la década de 1930 el comercio anglo-brasileño disminuye sustancialmente, aunque las inversiones británicas todavía son significativas. Debido a la declinación en las relaciones comerciales Gran Bretaña deja de ofrecer un contrapeso al ascenso norteamericano, y al inicio de la década de 1930 el triángulo anglo-brasileño-estadounidense empieza a perder vigencia. A la vez, el Foreign Office no tiene manera de contrabalancear la adhesión de la diplomacia brasileña al panamericanismo. Por ambos motivos, la competencia interimperialista en Brasil a comienzos de los años treinta va decantando en la hegemonía norteamericana. En Alemania, entre tanto, Hitler es designado canciller.

El ascenso del nacionalsocialismo en 1933 fue interpretado en el Brasil como un acontecimiento restringido al ámbito europeo, sin consecuencias en la vida política local o sobre la conducción de los asuntos exteriores. Apenas dos años después de la instalación de Hitler en el poder, las relaciones germano-brasileñas adquieren una dimensión imprevisible. A mediados de 1934 una delegación comercial alemana recorre Sudamérica con el objetivo de restablecer el intercambio muy reducido como consecuencia de la crisis mundial. Para Brasil la visita representa la oportunidad de ubicar sus materias primas en el mercado germano y de recibir tecnología y capitales para iniciar un proceso de industrialización. El mecanismo de compensación empleado en el convenio sirve de base para las relaciones comerciales entre los dos países, de manera que un incremento de las exportaciones brasileñas implica automáticamente un aumento proporcional de las importaciones de productos alemanes. A pesar de las presiones de los Estados Unidos, en 1936 Brasil formaliza sus relaciones comerciales con Alemania, en donde puede ubicar algodón, arroz, carnes, productos, principalmente de Río Grande do Sul, con entrada restringida en el mercado estadounidense (Silva Seitenfus, 1996: 118-119, Moniz Bandeira, 1998: 204)

Desde febrero de 1935 Brasil tenía firmado un tratado con los Estados Unidos, negociado en difíciles condiciones ya que el Departamento de Estado exigía que fuera vetado el Acuerdo de Compensación con Alemania, o bien que Brasil renunciara al control de cambio. Este convenio, demorado por Brasil según la perspectiva norteamericana, fue ratificado a fines de ese año en la Cámara de Diputados y en el Senado (Moniz Bandeira, 1998: 205). Las negociaciones paralelas de los dos acuerdos muestran la creciente rivalidad interimperialista germano-estadounidense en el país lusoamericano. Paradójicamente, la concurrencia enmarcada en la clásica división internacional del trabajo abre la posibilidad de una política exterior más independiente.

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Mensaje por 27Pulqui » Dom Dic 14, 2008 5:13 pm

En 1930 el poder oligárquico que se había sustentado en el predominio de los intereses cafetaleros fue reemplazado por una alianza heterogénea o ‘Estado de compromiso’, el que una vez fortalecido en el gobierno se autonomizó como organizador del pacto social. La crisis mundial dejó en evidencia la inviabilidad de una economía dominantemente primario-exportadora y dio lugar a la diversificación de las actividades volcadas al mercado interno. La superación de la crisis fue un factor importante para la continuidad del gobierno, Vargas comenzó a percibir que la defensa de un programa industrial podría contribuir a su permanencia en el poder, y sus iniciativas se orientaron a una política económica equilibrada donde la industrialización tenía un lugar prioritario.

El desarrollo industrial por sustitución de importaciones traía nuevos problemas: los estrangulamientos en la oferta de energía e insumos básicos. Esta amenaza sobre la continuidad de la expansión económica impulsó la cuestión siderúrgica, el énfasis en la industria pesada y en la infraestructura de base. La demanda resultante por importaciones esenciales de difícil substitución también provocaba estrangulamientos cambiarios y presiones inflacionarias, toda vez que las exportaciones tradicionales no eran capaces de abastecer al flujo creciente de reservas cambiarias necesarias. El desarrollo económico nacional se confundía, cada vez más, con la reducción de su dependencia de insumos industriales y energéticos importados, avanzando en la industrialización pesada, inclusive para poder cambiar posteriormente la pauta de las exportaciones. La cuestión del acero, ya planteada en el inicio de la década de 1930, con el paso del tiempo se convirtió en el principal desafío para emancipar el desarrollo económico (Zahluth Bastos). No obstante ello, a mediados de los años treinta el problema principal seguía siendo la ubicación de los stocks de café.

La dependencia del comercio exterior en una economía primario-exportadora y la necesaria afluencia de capitales extranjeros ocasionada por la escasez de divisas restringían el grado de libertad del gobierno de Vargas. En 1935 el precio del café bajó en un 70%, además Brasil debía resolver varios problemas: a) la suspensión de pagos de los servicios de la deuda, b) las divisas bloqueadas a vendedores norteamericanos, c) la escasez de divisas en un contexto en el cual doce países bloqueaban las créditos resultantes de las exportaciones brasileñas. En estas condiciones llegó al Parlamento para su aprobación el tratado con los Estados Unidos, el que suponía la reducción de tarifas de 34 productos norteamericanos a cambio de la libertad de entrada de algunos productos brasileños en el mercado estadounidense. En realidad para Brasil no implicaba una ventaja, ya que el 97% de las exportaciones hacia los Estados Unidos entraban libremente en aquel país, lo único que ganaba Brasil era garantizarse la continuidad de sus exportaciones, en especial el café, ante la amenaza norteamericana de la aplicación de tasas (Moniz Bandeira, 1998). Desde la perspectiva de la burguesía industrial brasileña el tratado comercial con los Estados Unidos de 1935 implicaba una serie de concesiones contrarias al desarrollo industrial. Sin embargo, la crónica crisis de divisas impedía hacer efectivas importaciones de productos norteamericanos, por lo que éstas no experimentaron un crecimiento excesivo en los primeros años de operación. El acuerdo con Alemania, basado en el trueque, presentaba la ventaja de la eliminación del pago de divisas, además de la ubicación de productos de difícil entrada en los Estados Unidos, por los que Alemania estaba dispuesta a pagar a un precio mayor que el del mercado internacional. El convenio, además, para Alemania representaba la posibilidad de influir en la política brasileña.

Este cuadro complejo conducía a mediados de los años treinta a un conflicto múltiple que entrelazaba la existencia y reproducción de las clases dominantes, los compromisos internacionales, la capacidad de acción externa e interna del Estado, y las atribuciones del gobierno federal frente a los poderes de los Estados de la Unión. El período de cuatro años para el Poder Ejecutivo prescripto por la Constitución de 1934 estaba por llegar a su fin, en 1937 los candidatos a la presidencia forman un frente de gobernadores para forzar a Vargas a abrir la sucesión electoral. Pero un golpe de mano del General Eurico Dutra, ministro de Guerra y aliado del presidente, le permite a Vargas mantenerse en el poder. Comienza la fase más importante de la revolución.

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Mensaje por 27Pulqui » Lun Dic 15, 2008 11:56 pm

4. LOS PRIMEROS AÑOS DEL ESTADO NOVO

En septiembre de 1937 los militares anuncian el descubrimiento de un plan subversivo comunista, el Ejército se presenta como el único elemento capaz de salvar al Brasil. La histeria anticomunista de miembros del Ejército y de parte de la dirigencia política fue aprovechada por un hábil operador como Vargas para perpetuarse en el poder. La supuesta conspiración deriva en un golpe de Estado dado por el propio gobierno en el mes de noviembre. Vargas, con el respaldo de Eurico Dutra (ministro de Guerra), Pedro Góes Monteiro (jefe del EM del Ejército), Arístides Guilhen (ministro de Marina) y Filinto Muller (jefe de Policía), clausura el Parlamento y sustituye la Constitución de 1934 por otra que establecería el Estado Novo.

Las prevenciones hacia el comunismo estaban presentes en el clima epocal. En los años que anteceden al golpe de 1937, más precisamente en 1935, un movimiento heterogéneo en donde se destacaban comunistas liderado por el militar Luis Prestes, un revolucionario de 1930, se constituye para detener al fascismo y retomar por izquierda el proceso truncado por la conciliación y el compromiso entre las clases dominantes. La confrontación llegó al interior del Ejército, Vargas aplastó al alzamiento con mano de hierro, mientras la policía del jefe Muller se encargaba de fomentar el terror (Moniz Bandeira, 1998). En dichas circunstancias, el gobierno brasileño tiene una aproximación política con Alemania, que acababa de firmar con Japón el Pacto Antikomintern. Dos medidas concretas en la lucha anticomunista son la cooperación de la policía brasileña con la Gestapo y la extradición de alemanes reclamados por el Tercer Reich (la esposa de Prestes morirá luego en un campo de concentración). Con estos antecedentes, el golpe de noviembre de 1937 insinúa auspiciosos tiempos para las relaciones germano-brasileñas. Al interrumpir el proceso sucesorio y dar una coloración ideológica de inspiración autoritaria al golpe, Getúlio Vargas alimenta las preocupaciones de los Estados Unidos. Para Washington es necesario determinar cual es la naturaleza del Estado Novo, si se trata de una “tendencia bastante difundida en América Latina”, o de un golpe inspirado por los dictadores europeos del Eje Roma-Berlín. La temprana designación del ex embajador en los Estados Unidos, Oswaldo Aranha, al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores irá despejando los temores de Washington (Silva Seitenfus, 1996: 122 y 139-140).

A despecho de los contornos antiliberales y corporativistas, el Estado Novo era un estado híbrido, no dependiente del apoyo popular organizado en la sociedad brasileña y sin cualquier base ideológica consistente. Vargas esperaba asumir para su propio provecho político la dirección de los cambios sociales y del crecimiento económico. El Estado Novo fue una creación personal, una salida autocrática y no partidaria para la inexperiencia política del Brasil y del subsecuente impasse político de mediados de la década de 1930. La Constitución surgida del golpe fue elaborada por Francisco Campos, ministro de Justicia y Negocios Interiores y se caracterizaba por el fortalecimiento del gobierno federal. El Estado Novo trajo cambios irreversibles en las instituciones de la vida política y de la administración pública, más importante todavía, transformó las relaciones entre el poder federal y el de los Estados, implantando en Brasil un gobierno verdaderamente nacional. El crecimiento de nuevas instituciones políticas a nivel federal sirvió a dos propósitos: fue parte de un proceso de unificación administrativa de un país que se amplió, y ayudó al presidente a articular una red nacional de alianzas políticas (Skidmore, 2000: 54-61).

El mandato presidencial, que se había alargado a seis años, fue prorrogado hasta la realización de un plebiscito. Un conflicto interno y luego el estallido de la Segunda Guerra dieron motivos para suspender el llamado a la consulta.

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Mensaje por 27Pulqui » Mar Dic 16, 2008 9:02 pm

Dicho desde un punto de vista complementario y a la vez contrastante al de Skidmore: Vargas ejerció el liderazgo bonapartista “sui generis” frecuente en América Latina en el siglo XX, en el cual se presentan factores estructurales, tensiones y combinaciones de características psicosociales que hacen probable: a) la emergencia de una o más elites anti statu quo capaces de integrar a las masas a su liderazgo, b) la existencia de una masa receptiva, que ha superado su más tradicional deferencia hacia los notables conservadores, sin alcanzar la más moderna praxis de los grupos autónomamente organizados, y c) la vinculación carismática entre la elite dirigente, o un miembro representativo de la misma, y la masa. Los sectores ligados al desarrollo industrial encontraron en el varguismo la representación política para quebrar la coexistencia y competir con los beneficiarios de la vieja estructura agroexportadora. Vargas vio el valor de la clase obrera como fuerza social capaz de garantizar el triunfo político de un movimiento renovador. Bajo la égida de un Estado paternalista, las clases populares interpeladas por la elite de Vargas fueron favorecidas por una vasta legislación de previsión social, con el aliciente de integrar un proyecto de desarrollo nacional, y alcanzaron un mayor nivel de sindicalización, pero verticalizada desde el Estado al punto de quedar reducidos los sindicatos a la administración de los programas sociales. Los ribetes fascistas del Estado Novo, en todo caso, eran las filias de su tiempo, sólo que a principios de 1938 en un ambiente prebélico toda insinuación fascista era motivo de alarma.

El nombramiento del pronorteamericano Aranha en Itamaraty en marzo marca un punto de inflexión. El ex embajador regresa a Río de Janeiro para contrabalancear dentro del gobierno el peso de dos ministros favorables al Eje. Washington acepta el golpe, a pesar del cambio con fuerte contenido ideológico, basado en una Constitución que podría interpretarse de inspiración fascista. En la impresión de los Estados Unidos, Vargas deja de ser un fascista para tornarse un simple líder de régimen autoritario (Silva Seitenfus, 1996: 140).

La cooperación de Itamaraty con el Departamento de Estado en el orden panamericano refuerza la tendencia. En la Conferencia de Lima reunida en el mes de diciembre, los Estados Unidos procuran anular la penetración del Eje en América Latina y alinear al hemisferio detrás de su liderazgo con la implantación de un sistema de seguridad continental. La posición europeísta (mejor conocida como universalista) de Argentina es un obstáculo para los ambiciosos proyectos norteamericanos. La irreductibilidad argentina lleva a la Conferencia a un inevitable fracaso. Para zanjar la divergencia, la misión brasileña sugiere el abandono del aspecto coercitivo de las medidas propuestas por Hull, las que son aprobadas como meras recomendaciones (Silva Seitenfus, 1996: 141-142).

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Mensaje por 27Pulqui » Mié Dic 17, 2008 10:14 pm

En materia económica, en vista de la declinación acentuada de reservas, de los saldos negativos de la balanza comercial y de las elevadas obligaciones externas, en un contexto de bajos flujos de capital extranjero, una de las primeras medidas del Estado Novo fue declarar la moratoria de la deuda externa. Al parecer el gobierno prefería subordinar los pagos al sostenimiento del crecimiento económico. La moratoria permitió mantener el nivel relativamente elevado de las importaciones en 1938 y 1939, lo que difícilmente hubiera sido posible sin la interrupción de los pagos de la deuda. La pauta cambiaria adoptada confirma la inflexión de la política económica, se dejaba sin efecto la liberalización del cambio de 1935, el objetivo del retorno al monopolio del cambio era controlar de manera más rígida las importaciones y las remesas al exterior y con eso alcanzar el equilibrio en la balanza de pagos (Corsi, 2000: 65-70).

Con habilidad, el presidente Roosevelt y el secretario Hull moderan las presiones de los acreedores norteamericanos, de manera de no deteriorar las relaciones. Estados Unidos procura debilitar el vínculo entre Brasil y Alemania, por eso en 1938 denuncia los métodos comerciales germanos, la presión lleva a Brasil a suspender temporariamente la compra y venta clearing con Alemania. Por otra parte, Washington exige la disminución de ventas brasileñas a Alemania con objeto de proteger sus colocaciones de algodón en el mercado germano. Vargas estaba bajo fuegos que partían en todas las direcciones, las exportaciones a Alemania eran necesarias para compensar el abastecimiento de material de artillería al Ejército. El ministerio de Guerra había elegido la propuesta de Fried Krupp A.G. de Essen por considerarla más ventajosa en el precio, en el plazo de entrega y en la idoneidad técnica (Moniz Bandeira, 1998: 215-217, Silva Seitenfus, 1996: 141).

En 1939 se acentúa la reaproximación a los Estados Unidos. En febrero Aranha viaja a Washigton con una lista de temas por resolver. En la impresión del ministro la evolución de la política exterior estadounidense presentaba a Brasil la oportunidad de afirmarse como potencia regional. Según Seitenfus, la misión le permite a Aranha ampliar su influencia en el gobierno. No obstante, el canciller sólo consigue resultados para Brasil en el corto plazo y ligados al interés estadounidense: la obtención de un crédito para desbloquear divisas de norteamericanos retenidas y de otro crédito para garantizar la creación del Banco Central a fin de liberalizar el cambio. En otra concesión Brasil retoma los pagos de la deuda externa. La financiación de la instalación de una industria de base y la modernización del equipamiento militar quedaron en promesas. En asuntos políticos, Brasil ratificó el apoyo al proyecto de seguridad del hemisferio. Corsi presenta un análisis exhaustivo de las distintas posiciones en el gobierno, de la misión y de su repercusión. El ministro de Hacienda Sousa Costa defendía la moratoria y el tratado con Alemania, este funcionario impulsaba una política exterior más autónoma. Vargas refrendó en parte la línea de Aranha, sin llegar a enemistarse con los sectores contrarios a una mayor aproximación con los Estados Unidos. En definitiva, la misión más que el alineamiento brasileño significa la vuelta al diálogo entre los dos países. Los Estados Unidos reconocen en Brasil un socio comercial digno de más interés, reafirmando la voluntad de obstaculizar la influencia política y económica del Eje en América Latina. Los problemas en torno al apoyo técnico-financiero para la implantación de un complejo siderúrgico y el equipamiento de material bélico son pasibles de ser resueltos en el futuro, el inicio de la guerra en septiembre de 1939 traerá las condiciones para que Brasil realice sus máximos objetivos (Corsi, 2000: 115-131, Silva Seitenfus, 1996: 142-144).

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Mensaje por 27Pulqui » Dom Dic 21, 2008 3:51 pm

En 1936 las florecientes relaciones brasileño-alemanas presentaban un futuro prometedor, las negociaciones además del convenio de compensación abarcaron proyectos de cooperación en gran escala, preveían la construcción de un puerto marítimo y de un arsenal naval en Río de Janeiro, un complejo siderúrgico, una fábrica de armas livianas y un gran programa de desarrollo ferroviario. El ascenso de la misión diplomática alemana a embajada y la designación en julio de 1937 del experto en economía Karl Ritter parecían conducir en esa dirección. Sin embargo, cuando las condiciones se presentaban favorables, contra toda expectativa el economista brillante dejará de lado los asuntos técnicos de mutuo interés para dedicar atención a cuestiones políticas e ideológicas. De acuerdo a la segunda tesis de Seitenfus, la cuestión del Sur imposibilita la consolidación de la influencia alemana en el Brasil (salvo cuando se mencione otra fuente, los siguientes párrafos resumen los argumentos presentados en Silva Seitenfus, 1996: 118-129)

Desde mediados de la década de 1930 fermentaba una cuestión, hasta entonces poco importante, que se transforma en una fuente de discordia que llevará a la ruptura entre los dos países, se trataba de la importante colonia alemana instalada en el Brasil, sobre todo en el Sur, y de la influencia que sobre ésta pretendían ejercer las autoridades nazis. En julio de 1936 Itamaraty envía a la embajada en Berlín la orden de ponerle fin a las “constantes dificultades que se han suscitado en materia de nacionalidad, con individuos que, brasileños naturales, son, al mismo tiempo, considerados alemanes por las leyes de ese país”. El problema no era menor, la cifra de alemanes inmigrantes y sus descendientes según datos de 1940 superaba el millón de personas.

Las tendencias nacionalistas del Estado Novo entran en fricción con el nacionalismo del régimen alemán. El gobierno brasileño prohibió los partidos políticos, la disposición no apuntaba exclusivamente al NSDAP, pero como las demás fuerzas políticas debe cancelar sus actividades. La aplicación represiva de la medida en el Sur lleva a Karl Ritter a entrevistarse con Getúlio Vargas en febrero de 1938. La buena predisposición del presidente induce al embajador al optimismo, sin embargo, luego de la reunión Ritter duda de la franqueza de Vargas, y de su influencia en las autoridades militares y policiales del Sur en razón de la autonomía que éstas disfrutaban.

En el mes de abril una nueva norma conlleva la liquidación del NSDAP y sus ramificaciones en el Brasil, el Decreto Ley nº 383 contempla exclusivamente las actividades de los extranjeros, ellos “no pueden ejercer cualquier actividad de naturaleza política ni inmiscuirse directa o indirectamente, en los negocios públicos del país”. El artículo 5º prohibe a los brasileños “nativos o naturalizados aunque sean hijos de extranjeros” tomar parte en cualquier organización política extranjera. La posición de la gran mayoría de los brasileños de origen alemán deja a la diplomacia del III Reich en una delicada situación. En efecto, Berlín debe intentar maximizar su poder de negociación con las autoridades brasileñas, evitando el mismo tiempo extremar sus reivindicaciones, pues eso significaría una ruptura con Río de Janeiro. ¿Qué podía hacer entonces una diplomacia poco inclinada a las concesiones para componer las relaciones con un país débil y marginal como Brasil?. Los diplomáticos alemanes jamás pudieron librarse de ese dilema, pues al mismo tiempo que ellos eran conscientes de la necesidad de negociar, ellos se comportaban de manera imperial.

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Mensaje por 27Pulqui » Lun Dic 22, 2008 1:37 pm

Aranha reconoce que el Decreto Ley nº 383 tiene como objetivo impedir “la existencia de una organización alemana estructurada”, anunciando “el fin de las relaciones amistosas germano-brasileñas”. La firmeza de la posición brasileña convence a Ritter de que la resistencia llevará a la expulsión a los infractores de la ley. El intercambio económico momentáneamente se ve afectado, a fines de abril sin consulta previa Brasil adopta medidas restrictivas en el comercio con Alemania. En mayo se agrava la situación, un intento de golpe protagonizado por una fuerza de extrema derecha es vinculado, tanto en el Brasil como en el exterior, a Italia y Alemania. Antes de proseguir con las fricciones diplomáticas conviene describir brevemente a la Acción Integralista Brasileña, la AIB.

En el período de entreguerras tiene lugar la aparición de grupos de inspiración fascista, la AIB es el más importante de todos. Formalizado en 1932, este grupo alcanzó una extensión nacional para nada desdeñable, llegando a tener 200 mil miembros caracterizados por las improvisadas escuadras de camisas verdes, la propensión a la violencia, el catolicismo, el antisemitismo, el anticomunismo, y la oposición al regionalismo y a las elites locales. La relación con Vargas fue ambigua, el líder de la AIB le ofreció grandilocuentemente 100.000 camisas verdes para sofocar las rebeliones, propuesta que el presidente rehusó. Vargas no incluyó al movimiento en su órbita, pero vio en él a un medio útil para propagar las ideas autoritarias que apuntalaban a su régimen, y la continua aparición de la AIB en desórdenes le permitían a su gobierno afianzar el aparato de seguridad. El integralismo mantenía mejores contactos con los militares que con los políticos, pero nunca consiguió el apoyo unánime de los oficiales, mientras que los generales Dutra y Góes Monteiro sentían recelo por las milicias de la AIB y por el fomento de las lealtades múltiples en los militares. Vargas aceptaba las acciones antintegralistas de los gobiernos de los Estados, pero no las aplicó a nivel federal, así que hasta 1935 la extrema derecha fue tolerada en tanto servía a los propósitos del presidente. La represión del movimiento de Prestes liquidó la amenaza de la izquierda, entonces la AIB se convirtió en un estorbo. La instalación del Estado Novo precipitó los planes golpistas. La prohibición de los partidos políticos afectó a la AIB, en marzo de 1938 hay un intento del golpe abortado por los organizadores, y en mayo la AIB trata de tomar el palacio de gobierno y dependencias oficiales. Las autoridades arrestaron a 1.500 personas, entre ellas integralistas y oficiales navales de bajo rango. Algunas fueron condenadas a purgar entre uno y diez años de prisión, pero la mayoría fue liberada antes de que completaran sus sentencias. Los conspiradores civiles partieron al exilio (extraído del capítulo Brasil: una revolución del alma y del corazón, en McGee Deustch, 2005: 315-386).

Las medidas represivas tomadas antes y después del golpe dejaron al integralismo mortalmente herido. A pesar de la inexistencia de claras pruebas de participación de la embajada alemana en la sedición de mayo, sus reales y presuntas vinculaciones con la AIB sirvieron de pretexto para la persecución de miembros de la comunidad germana, puesto que las medidas antinazis en el Sur se confundían con una campaña antialemana. En las comunicaciones a su ministerio de Relaciones Exteriores, Ritter admite la colaboración –desconocida por la embajada- de empresas germanas con la AIB en la provisión de armamentos. Con todo, a fines de mayo consigue una declaración del gobierno brasileño en donde éste admite que no existen pruebas concretas para imputar a la legación alemana.

Enseguida, el embajador provoca un incidente al reprocharle en público al gobierno brasileño la prohibición del NSDAP y la represión de alemanes. Aranha solicita de manera oficiosa a Berlín la substitución de Ritter, pensando que una personalidad como la del embajador complicaba las relaciones brasileño-alemanas. El canciller imaginaba que el gobierno de Hitler iba a aceptar amigablemente la sugerencia, además minimizaba los abusos sufridos por los alemanes en el Sur, un asunto que Berlín no pasaba por alto. La Wilhelmstrasse exige una definición que obliga a Brasil a declarar persona no grata a Karl Ritter. En octubre, el embajador brasileño en Alemania comunica a Itamaraty la imposibilidad de continuar su misión diplomática, de ahí en adelante hasta septiembre de 1939, cuando comienza la guerra, los dos países mantendrán acéfalas a sus respectivas embajadas.

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Mensaje por 27Pulqui » Mié Dic 24, 2008 6:38 pm

Pese a la interrupción temporaria del comercio y al deterioro de las relaciones diplomáticas, el intercambio germano-brasileño continuó su evolución en el bienio 1938-1939. La posición italiana en el mercado brasileño distaba de la alemana, con un volumen menor y pocas posibilidades de crecimiento, el gobierno de Mussolini no poseía los medios para desarrollar una política paralela, tal es la tercera tesis del artículo base de esta exposición (a continuación párrafos de Silva Seitenfus, 1996: 129-138).

La fuerte presencia de inmigrantes de la Península, en la faja que se extiende desde San Pablo hasta Buenos Aires, y el carácter latino de la región proporcionaban un terreno fértil para la acción italiana. No obstante los esfuerzos tendientes a una mayor penetración del fascismo, según Galeazzo Ciano, ministro de Relaciones Exteriores, los resultados son modestos y toda la política de aumento de influencia cultural e ideológica, a través de los inmigrantes, está comprometida por la relativa integración del emigrado italiano en las sociedades receptoras, de modo que el vínculo de aquél con la madre patria sólo se mantiene en el ámbito cultural. La imposibilidad de dirigirse a las masas latinoamericanas y las limitaciones de la acción dirigida a la colonia italiana inducen a Roma a la búsqueda de una elite dirigente que presente ideas cercanas al fascismo.

Desde 1935, la embajada italiana en Río de Janeiro intentaba llamar la atención de su ministerio sobre la creciente importancia del movimiento político brasileño que más se aproximaba al fascismo. Así, se iniciaron los contactos con la AIB, en competencia, de acuerdo al embajador, con “la sujeción progresiva del movimiento integralista al hitlerismo germánico”. A pesar de la constitución de la AIB en un partido importante, la dirigencia italiana, más preocupada por la reacción anglofrancesa en la cuestión etíope, desatiende el frente latinoamericano, al menos hasta el relevo de Dino Grandi por Galeazzo Ciano en junio de 1936, cuando el Palacio Chigi profundiza su fascistización. Los buenos resultados de la AIB en las elecciones municipales de 1936, en especial en Santa Catarina donde la influencia alemana es considerable, llevan a especular a la embajada italiana sobre un posible triunfo integralista en la elección presidencial prevista para 1938. Ciano ordena el apoyo a la AIB, los medios preconizados para la acción fascista consisten en subvenciones, propaganda junto al movimiento, y mantener estrechos contactos con la dirigencia integralista. Pese a los intentos en moderar la competencia con Alemania por la hegemonía en la AIB, las suspicacias continúan pues Roma y Berlín jamás consiguen establecer una política conjunta hacia Brasil.

La constitución del Estado Novo abre una esperanza para Italia, pero la total ausencia de integralistas en el nuevo gobierno demuestra que la victoria del Estado Novo es ante todo una realización personal de Vargas. Roma aconseja a la AIB dar su respaldo al presidente, pues el dictador brasileño “no puede apoyarse únicamente en el Ejército y tiene la necesidad de un gran partido civil”, de manera que el apoyo a un nuevo orden (en apariencia el ideal del integralismo) permitiría apropiarse de la victoria de Vargas. La crisis abierta en la AIB por el Estado Novo impulsa a sus dirigentes al golpismo, entonces el gobierno italiano decide romper los lazos con los integralistas y suspender la ayuda financiera concedida anteriormente. Interesada en los contactos de la AIB con oficiales navales, la embajada en Río de Janeiro tiene una actitud ambigua frente al intento de golpe integralista de mayo, al punto de otorgarle luego el asilo a un dirigente de la AIB. Esto provoca el desplazamiento del embajador a pedido de Aranha.

A diferencia de la reacción de la Wilhemstrasse, la solución del Palacio Chigi despeja una crisis mayor, no obstante ello, queda claro que Italia no encontraba en Brasil el interlocutor deseado para sus propósitos y su influencia no alcanzaba a la política exterior de Vargas. En cambio, Alemania, pese a los desaciertos, todavía tiene la posibilidad de estrechar vínculos con los militares brasileños. Hemos visto que en los conflictos el Ejército desempeñó un lugar importante, a continuación abordaremos su papel en la dirección del régimen varguista.

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Mensaje por 27Pulqui » Sab Ene 03, 2009 4:53 pm

5. EL EJÉRCITO EN LA POLÍTICA EXTERIOR

Las principales influencias sobre los militares brasileños provenían de las enseñanzas suministradas a la oficialidad por el Ejército alemán antes de 1914 y de la misión francesa posterior a la Primera Guerra Mundial. Estas influencias perdurarán bajo otras formas en la formulación posterior del papel del Ejército brasileño, todavía en 1928 Pedro Góes Monteiro mencionaba la vocación de “gran mudo” del Ejército, cuya única y verdadera política debía ser la “preparación para la guerra” (salvo cuando se indique otra fuente, este párrafo y los siguientes corresponden a Vigevani, 1996: 61-78).

El período abierto en 1930 es un punto de inflexión para la jerarquía militar, de hecho, la preocupación constante de algunos jefes militares que alcanzan puestos importantes después de 1930 se orienta a la tarea de consolidación del Ejército, entendiendo por tal, incluso para aquellos más volcados a los cuarteles que a la política explícita, la intervención directa o indirecta en la política con el objetivo de asegurar el espacio propio de los militares en el Estado. La generación formada en el período de la Misión Militar Francesa, rompiendo rápidamente con los antiguos jefes, asciende a los altos puestos, después de 1932/33 pasa a tener el comando formal del Ejército y formula una doctrina militar de efectos duraderos que tenía como base una identidad entre el Estado nacional y la institucionalización de la identidad del Ejército. En este período, cuando el desarrollo de una concepción de nacionalidad y de patria en los militares se vuelca a la búsqueda de fuerzas internas que pueden promover el progreso y el desarrollo, los esfuerzos y las tensiones se concentran en la lucha contra las oligarquías, y las relaciones con el exterior son interpretadas desde dos características principales: a) los países centrales no son vistos como antagonistas, no hay en esta fase actividad antimperialista, o únicamente existe en la escasa oficialidad baja que acompaña a Prestes, b) la preocupación por el equilibrio en la Cuenca del Plata, en concreto la rivalidad con Argentina, una cuestión de larga trayectoria que explica por que, históricamente, en Río Grande do Sul se dio la mayor concentración de efectivos. En consecuencia, la visión de los intereses estratégicos de los militares brasileños parecía concentrarse en la propia área, la sudamericana, a pesar de que las relaciones económicas estuviesen dirigidas en gran medida a los países centrales. De cualquier manera, tanto antes de 1930 como en los primeros años posteriores, la preocupación por el exterior no es una cuestión predominante.

Para los militares que contribuyeron a la revolución de 1930, el Ejército era hasta entonces apenas un instrumento deficiente para la defensa nacional, transformado, por la falta de patriotismo de los gobernantes, en guardia pretoriana al servicio de intereses inconfesables y las pasiones facciosas. ¿Cuáles son las causas y al mismo tiempo las consecuencias de esa precariedad?: falta de material, tropa mal instruida, jefes ineptos. La acción de los militares históricamente más próximos a Vargas tendía a mantener al Ejército alejado de la política, o a la participación de aquél en ésta pero sin su politización interna. En otras palabras, el vínculo del Ejército con la política existe y es ineludible porque es la única forma de atender los intereses de la corporación, al mismo tiempo es absolutamente necesario mantener al Ejército alejado de la órbita de los políticos. Esta interpretación lleva a los generales Dutra y Góes Monteiro sucesivamente a participar en el campo de la política y de las instituciones, en especial en la intervención de 1937 con el objetivo de liquidar las fuerzas de los Estados de la Unión, sobre todo las policías militares, y los grupos paramilitares. Siempre a partir de los intereses de la corporación, las necesidades de profesionalización y suministros de material bélico acabarán por ser los elementos determinantes, hasta el punto de influir en la adecuación al marco internacional que sobre el final de los años treinta sufrirá grandes modificaciones.

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Mensaje por 27Pulqui » Dom Ene 04, 2009 4:09 pm

La actuación de los principales jefes en la política exterior, en especial del influyente Góes Monteiro, partía de una visión netamente militarista. Las apreciaciones del General sobre los ejércitos de otros países se basaban siempre en los aspectos técnicos, denotando casi ninguna relación con la política. Desde esta perspectiva, a despecho de las acusaciones de proalemán o pronazi, Góes Monteiro admite la simpatía por el Ejército alemán y por aquello que consideraba su admirable organización, no así por Hitler y su gobierno. De hecho, sólo en la generación anterior a la PGM puede encontrarse influencia alemana, pero limitada a los asuntos técnicos, sin extenderse a cuestiones políticas.

En la Gran Guerra, bajo el influjo norteamericano, Brasil rompe las relaciones diplomáticas con Alemania. En consecuencia también corta las militares. Después de la guerra y debido a la Misión ya mencionada, la influencia doctrinariamente determinante, hasta fines de los años treinta, es la francesa. El ascendiente francés implica una concepción de la estructura militar y también del equipamiento, ratificada con un convenio en 1934. Es por estos motivos que los lazos con Alemania son débiles, con excepción del período 1938-1939, cuando la urgencia y la viabilidad ofrecida por los marcos de compensación posibilitaron una importante compra de armamento germano. Asimismo, pese a los contactos anteriores, el año 1932 y la sublevación de San Pablo son los puntos de partida para una mayor aproximación de los militares brasileños con los estadounidenses. En 1932, la compra de 137 aviones militares y comerciales de la United Aircraft y de la Waco, sumada al fracaso de los tanques franceses en la guerra paulista, estimularán esta dirección. No obstante ello, hasta 1939 no existen condiciones suficientes para la sustitución de la influencia francesa por la norteamericana.

El proceso abierto en el Ejército en 1930 se consolida durante el Estado Novo, y a partir de 1937 las Fuerzas Armadas pasan efectivamente a beneficiarse de los resultados del “compromiso histórico”. La nueva situación, coincidente con el agravamiento de las tensiones en el plano internacional, posibilita la renovación del material y el perfeccionamiento profesional. La compra de armamentos pasa a ser un problema central en la política no sólo del Ejército, también del Estado y, en particular, de la política exterior. La necesidad de adecuar los intereses militares a las relaciones estrechas con los Estados Unidos, obrando con las tendencias estructurales de largo plazo, conduce a una aproximación con los norteamericanos. Sin embargo, las relaciones militares están todavía lejos de definirse en favor de los estadounidenses, puesto que en 1938 las negociaciones con Alemania tienen continuidad y éxito, pero esto, a su vez, no está determinado por una relación privilegiada con el país europeo o por una búsqueda de neutralidad absoluta.

Cabe preguntarse en qué medida la fuerza armada contribuyó a la consolidación de un proyecto nacional volcado a la mejoría de la posición internacional del Brasil. Si la respuesta a esto fuese decidida y absolutamente positiva, podríamos decir que el Ejército en aquella fase histórica pesó en el fortalecimiento del Estado nacional y se constituyó en portador de los intereses nacionales. Si no fue así, entonces tenemos que examinar que intereses sectoriales fueron defendidos por los militares en aquel período. Según Vigevani, se verifican ambas condiciones.

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Mensaje por 27Pulqui » Mar Ene 06, 2009 1:38 pm

De las comunicaciones entre los generales Góes Monteiro y Marshall surge que para mediados de 1939 se acentúa la posibilidad de recibir material de los Estados Unidos. Los proyectos de cooperación se sitúan en el marco panamericano con la finalidad de asegurar la defensa de Brasil conforme a la estrategia de neutralidad del continente. Sin embargo, la adhesión no ignora que los estadounidenses van iniciando sus preparativos para la guerra, por eso los militares brasileños asimilan como propia la defensa del continente desde antes del inicio de las hostilidades. Al mismo tiempo, cabe resaltar, los ojos seguían puestos en la situación sudamericana. La debilidad es reconocida, de ahí la necesidad de un buen posicionamiento en el plano internacional con quien tiene poder de decisión, para mantener equilibrios y, de ser posible, para ubicarse en una situación mejor frente a rivales de igual fuerza, es decir frente a la Argentina.

Desde el inicio de la guerra, la preocupación por el equilibrio con Argentina es una constante, en ese momento toma cuerpo el hecho de que la seguridad, vista desde la perspectiva de la gravedad latente de la situación en América del Sur, sólo puede ser alcanzada si es superada la desventaja en que se hallaba Brasil. Conviene recordar que en los años treinta Argentina compró armamento e invirtió en la industria bélica. Por lo tanto, la búsqueda del equilibrio significa apuntar al desarrollo, y aquí la política del Ejército tiene contacto con la del Estado en general.

Por otro lado, es preciso considerar que el grupo militar dirigente no enfocaba a la Argentina como cuestión única, puesto que de haber sido así, los habría obligado a aceptar rápidamente las exigencias norteamericanas. Al contrario, hay una dura persistencia en el reclamo de las reivindicaciones brasileñas, en el sentido de la consolidación del Ejército y de las Fuerzas Armadas como estructura general, de modo de poder, eventualmente, orientarse a las políticas propias. Esta posición corresponde a las necesidades y objetivos de los teóricos militares tendientes a la correlación entre el proyecto nacional y el de fortalecimiento del Ejército. La evolución de estos criterios, no obstante las opiniones contrastantes de los jefes, guió a la jerarquía militar en la formulación de la política exterior, hasta llegar a la constitución de la Fuerza Expedicionaria Brasileña.

El fortalecimiento del Ejército en la sociedad, acciones como el anuncio del plan comunista en 1937, la defensa de la institución contra otros poderes y el autoritarismo militar para asegurar la reproducción de la corporación estuvieron en un contexto en el cual los intereses corporativos particulares iban a la par del proyecto del Ejército como portador de los intereses generales del Estado. En un rubro más específico, de acuerdo a la versión tradicional, como promotor del desarrollo el Ejército participó activamente en la cuestión del acero. Otra corriente le atribuye una participación limitada. Veremos que importancia tenía para los militares la industria siderúrgica.

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Mensaje por 27Pulqui » Jue Ene 08, 2009 3:46 pm

El historiador norteamericano John D. Wirth defendió la tesis de las Fuerzas Armadas como mentoras de la modernización, en particular por el aliento a la siderurgia. Desde una perspectiva contrastante, Tronca sostuvo que debido a la ambigüedad de su comportamiento las Fuerzas Armadas estuvieron muy lejos de actuar como el principal grupo de presión a favor de la construcción de un complejo siderúrgico, de modo que el conjunto de las Fuerzas Armadas antepuso sus intereses corporativos al desarrollo de la industria del acero. Observaremos brevemente el papel del Ejército en la materia de acuerdo con la periodización del segundo autor desde 1930 hasta 1937 (de aquí en adelante Tronca, 1996: 344-349).

La idea de un complejo siderúrgico es anterior a la Revolución de 1930, pero es con Vargas una vez en el poder que comienza a delinearse el proyecto. En esos primeros años del gobierno, el capitán Macedo Soares aparece como el militar más capacitado para estudiar las alternativas, y como asesor técnico esboza la primera aproximación de un planeamiento global del problema siderúrgico. Vargas recibe un informe del plan en marzo de 1934, en un momento en que su preocupación principal era la continuidad en el poder, eso significó el abandono temporario del asunto siderúrgico. No era el único problema, la fase constitucional abierta en 1934 con la Segunda República marcó el fin del tenentismo en el Ejército y el inicio de la hegemonía de la corriente liderada por el General Góes Monteiro, por entonces ministro de Guerra, cuyo objetivo prioritario era transformar al Ejército en la institución en torno de la cual deberían girar los demás sectores de la vida del país.

Ya conocimos los matices presentados por Vigevani sobre el lugar que aspiraba ocupar el Ejército en la sociedad y en la política, en resumen, la política del Estado -y con ésta el desarrollo siderúrgico- nunca fue en contra o a pesar del Ejército. Según Tronca, para la alta jerarquía militar la cuestión del acero iba subordinada a la compra de armamentos, convitiéndose las Fuerzas Armadas en un factor de la inviabilidad del proyecto siderúrgico. No obstante ello, cuando el acercamiento con Alemania en 1936 posibilita el suministro de armas, los militares comienzan a ver a la siderurgia como un imperativo de la seguridad nacional. El cambio en la posición de los militares en el período que se extiende de 1930 a 1937 puede comprenderse por dos motivos: 1) la defensa inicial de la exportación de hierro era vista como una manera de obtener divisas, parte de las cuales podían ser utilizadas en la compra de armas, pero con la entrada de la propuesta alemana, el problema del armamento estaba solucionado a través de los marcos de compensación, por lo cual los jefes militares pasan a defender la posición más radicalizada, apuntando a la nacionalización y la estatización como solución de la parálisis en la que se hallaba la industria siderúrgica; 2) hasta 1935 la exportación de mineral de hierro estaba enmarcada en el concepto de seguridad nacional, una vez encaminado el problema principal, es decir la provisión del armamento, el límite y el alcance del concepto de seguridad nacional se agota en el interior de las Fuerzas Armadas, en la medida en que la solución desenmascara sus intereses corporativos.

En pocas palabras, la versión del desempeño limitado y hasta negativo del Ejército tiene por sustento que Macedo Soares y otros oficiales técnicos no representaban al Alto Comando, y la preocupación del estamento superior por el acero era solamente coyuntural. La corriente fundada por Wirth asume que la dirección del arma respaldaba la tarea de los oficiales involucrados en el proyecto, por lo cual el Ejército tuvo un rol destacado en el desarrollo de la industria. Hacia el final de la década la cuestión siderúrgica adquiere una importancia primordial para el desarrollo del país, hasta el punto de influir en la disputa entre las potencias. Por estos motivos conviene examinar los alcances del nacional-desarrollismo de Vargas, el ‘doble juego’ del gobierno frente a Estados Unidos y Alemania, y revisar la participación militar en el problema del acero.

Continúa, próximo capítulo: Siderurgia y desarrollo nacional.

Editado por 27Pulqui para una correción de forma en el tercer párrafo
Última edición por 27Pulqui el Lun Ene 12, 2009 3:44 pm, editado 2 veces en total.
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