La economía de guerra japonesa 1937-1945

Historia económica

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Mar Oct 25, 2011 12:08 am

Introducción

La historia del Japón y sus gobernantes desde la restauración de la Era Meiji en 1868 hasta la guerra del Pacífico discurre alrededor del intento de convertir al Japón, a la sazón un estado medieval en una potencia mundial. La política primigenia de los estadistas japoneses fue devolver al país su soberanía política coartada por las potencias occidentales y en lo económico crear una moderna industria así como restaurar el antiguo sistema de aranceles y barreras a la penetración comercial occidental. En lo político la restauración de la soberanía implicaba la abolición del sistema de taifas medieval así como la instauración de un sistema legal y político nacional capaz de gestionar un ejército y marina modernos apoyados por recursos e industria a la altura de ese tamaño.

Desde finales del siglo XIX el Japón comenzó una época de expansión en Extremo Oriente. Primero fue una guerra contra China por el control de Corea en 1894-1895. La victoria sobre el exangüe imperio chino proporcionó la plataforma sobre la que se iniciaría la política agresiva y expansionista japonesa que se afianzó con la victoria sobre el imperio zarista en 1904-1905. La victoria permitió consolidar la presencia japonesa sobre Corea así como el sur de Manchuria. Ambas aventuras bélicas reforzaron la creencia de que una fuerza militar bien entrenada, dirigida y con una voluntad de hierro podían imponerse a potencias mayores.

La I Guerra Mundial tuvo por el contrario consecuencias paradójicas para el Japón. Por un lado había sido aliado de las potencias vencedoras lo que le permitió hacerse con colonias alemanas como Shantung en China o las Islas Carolinas en el Pacífico pero por otra parte el desenlace de la guerra precipitó una serie de preocupaciones sobre la suerte de un país económicamente vulnerable como el Japón. Muchos oficiales japoneses concluyeron que aunque un país dispusiera de fuerzas armadas fuertes y bien entrenadas, podía ser derrotado si no contaba con los recursos para librar una guerra prolongada y una base industrial importante. Este había sido a su juicio el destino de la Alemania imperial guillermina, un país que pese a su ingente capacidad militar había sido derrotada por no contar con los recursos para ser autosuficiente. La conclusión era pues evidente, cualquier país que no contara con recursos propios para abastecer a una industria y fuerzas armadas de gran calado no sería verdaderamente independiente y estaría al albur de las presiones económicas de otras potencias. El corolario era por tanto que el control de un área geográfica que dispusiera de todos los recursos era imprescindible para esa nación desde petróleo, mineral de hierro hasta algodón.

En las siguientes aportaciones veremos la repercusión económica de todas estas reflexiones como el hilo conductor de la política japonesa, como se intentó por todos los medios el control y formación de un área geográfica que convirtiera en autosuficiente al Japón. El interés de este hilo no es tanto el resultado político y la planificación de una guerra de agresión y conquista como el aspecto económico de la misma. Veremos como el intento de expandir de forma colosal la producción industrial del Japón fracasó desde la invasión de China en 1937. El intento de convertir al Japón en nación autosuficiente mediante la victoria en China no sólo fracasó sino que tuvo el efecto paradójico de convertir al Japón en más dependiente de las potencias occidentales de lo que lo era al principio. Para escapar a este dilema los políticos y militares japoneses decidieron aliarse con la Alemania nazi e iniciar un avance –denominado de manera eufemística- hacia Indochina y las Indias Orientales donde ellos creían residía la autosuficiencia y que terminaría desencadenando la terrible guerra que destruiría al país.

El propósito de este artículo es ver la evolución de la economía japonesa en los años 1937-1941 cuando el país se enfangó en el conflicto chino y de 1941-1945 cuando entró en una guerra total contra las potencias occidentales y las razones últimas económicas del fracaso de tal política.

El Japón era debido a la pobreza de su subsuelo y agricultura una nación completamente dependiente de la importación de materias primas así como máquinas-herramienta y tecnología de las naciones occidentales –que controlaban gran parte de Asia- para su desarrollo industrial y económico.

Es importante entender que la economía japonesa antes de la aventura china era la de una pequeña potencia que se estaba recuperando de la Crisis de 1929 que había sido devastadora para una economía muy centrada en la exportación de bienes intensivos en mano de obra como materias textiles. El Japón importaba una gran cantidad de algodón –una buena parte de él norteamericano- que era hilado, tejido y procesado y posteriormente reexportado en forma de producto elaborado. Con esta y otras exportaciones el Japón de la época obtenía las divisas que le permitían adquirir el petróleo, chatarra para fundición de hierro, maquinaria y un sinfín de materias primas y semielaboradas para su industria.

En posteriores contribuciones –si mi escaso tiempo no lo impide- veremos la evolución de estas fluctuaciones económicas así como su implicación en la II Guerra Mundial. Distinguiremos dos períodos, el de la Guerra contra China en 1937-1941 y el del conflicto global cuando esta guerra se solapó con la Guerra del Pacífico contra EE.UU. y el Reino Unido
Última edición por Schwerpunkt el Mar Dic 20, 2011 3:42 pm, editado 1 vez en total.

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Pierre Le Gloan
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Re: La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Pierre Le Gloan » Jue Oct 27, 2011 12:01 pm

Bonjour,
Schwerpunkt escribió:En posteriores contribuciones –si mi escaso tiempo no lo impide- veremos la evolución de estas fluctuaciones económicas así como su implicación en la II Guerra Mundial. Distinguiremos dos períodos, el de la Guerra contra China en 1937-1941 y el del conflicto global cuando esta guerra se solapó con la Guerra del Pacífico contra EE.UU. y el Reino Unido
Su artículo Monsieur, me parece espléndido y su continuación suena magnífica. Espero que pueda proseguir con él, aunque sea poco a poco. Bon courage! ¡Ánimo!

À bientôt

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Antonio Machado
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Re: La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Antonio Machado » Jue Oct 27, 2011 9:52 pm

Hola Schwerpunkt !

Interesante tópico, gracias por escribir al respecto. Sin duda un tema del cual deberíamos saber más por su incidencia en ambas guerras mundiales.

Secundo a Pierre Le Gloan y te exhorto a que continúes compartiendo con nosotros.

Saludos cordiales desde Nueva York, Antonio Machado.
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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Sab Nov 05, 2011 2:51 am

¡ Saludos a todos !

Comencemos pues con la exposición...

Peso del Japón en la economía mundial
:

Veamos pues cual era el peso de la población del Imperio japonés frente a sus futuros contendientes en la II Guerra Mundial. La guerra en China iba a otorgarle una gran expansión demográfica aunque no económica. Veamos pues cual era la población en millones de habitantes y el PIB en 1938 cuando ya se había producido la gran expansión por China:

Imagen

El territorio metropolitano japonés tenía pues tanto en términos absolutos como per cápita una de las rentas menores del conjunto de potencias mundiales. Tan sólo era comparable en PIB per cápita a la Unión Soviética, en la época una potencia económicamente retrasada. Los vastos territorios chinos habían añadido un gran número de súbditos involuntarios al imperio pero desde el punto de vista económico como atestiguan las cifras, su contribución era nula...

Y puesto que todos los países del momento -con la excepción atendiendo a circunstancias muy particulares de la Alemania nacionalsocialista y la Rusia soviética- estaban sufriendo la crisis económica de los años treinta, desde el punto de vista relativo se encontraban en la misma situación.

Escasez de materias primas del Japón:

El Japón era un territorio intrínsecamente pobre en casi todas las materias primas necesarias para el funcionamiento de una industria moderna. Veamos las cifras de producción en millones de toneladas de los principales insumos energéticos y minerales en 1937 justo en el momento en que el Japón comenzó su guerra de agresión en China:

Imagen

Notas:
1) Todos los datos hacen referencia a las fronteras internacionales de 1938. Las cifras sólo computan los recursos explotados en el territorio metropolitano.
2) El PIB (Producto Interior Bruto) está calculado en Dólares ($) a precios de 1990.
3) El PIB por habitante es el cociente de la población total y el PIB
4) Se han desagregado los territorios coloniales para no sesgar las cifras.
5) Todas las cifras son en millones de toneladas. Las cifras de metales o minerales de un determinado metal son en toneladas equivalentes de dicho metal.

Fuente: Tabla de elaboración propia a partir de las tablas del libro: Mark Harrison “The Economics of World War II: An Overview” (Pág. 3 y 7) Cambridge University Press 1998.

Como se puede ver casi inmediatamente, el Japón carecía de casi todo excepto carbón y algo de cobre. Ni siquiera tenía yacimientos apreciables de lignito que paliaran algo su escasez energética.

Pero las carencias no terminaban ahí: el Japón carecía por completo de metales básicos para aleaciones como níquel, vanadio y molibdeno así como metales como cadmio, estaño. No poseía casi yacimientos de bauxita lo que significaba que la producción de aluminio, vital para la industria aeronáutica, dependía por completo de las importaciones. Por si fuera poco, en plena era del motor y con una guerra mecanizada perfilándose en el horizonte no tenía ninguna fuente de caucho y prácticamente nada de petróleo. Los únicos apartados donde con estrecheces se tenían algunos yacimientos autóctonos eran en azufre, antimonio, volframio, cromo y zinc aunque sin poder cubrir la demanda nacional por completo en la mayoría de ellos excepto en azufre.

Y algo que la tabla no refleja para no hacer el desfile de cifras más complejo es que sus potenciales enemigos occidentales en especial Reino Unido, Francia y en menor medida los Países Bajos contaban con vastos imperios coloniales en los que abundaban precisamente esas materias primas. Así por ejemplo, el Reino Unido controlaba gran parte de los yacimientos petrolíferos de Oriente Medio y los Países Bajos los de las Indias Orientales Holandesas donde además había grandes yacimientos de estaño por ejemplo y era el mayor productor de caucho del mundo.

Tamaño reducido de la economía japonesa:

La economía japonesa era según hemos visto, un poco mayor que la italiana de la época, si bien su renta per cápita era menor. En el conjunto de la economía mundial de la época era la sexta mayor del mundo si bien tenía una serie de lastres importantes. No sólo tenía una dependencia total de materias primas del exterior sino que tenía una tecnología por detrás de los potencias de la época en la mayor parte de procesos industriales. Como consecuencia del bajo nivel de renta de la mayor parte de la población japonesa así como el retraso en tecnología en algunos sectores claves de ingeniería, química, etc, su producción era pequeña con diseños de no demasiada calidad e incapaces de competir con diseños norteamericanos, británicos o alemanes similares. Esto se ve especialmente reflejado en la producción automovilística como atestiguan las cifras y su raquítico crecimiento entre 1935 y 1938:

Imagen

En esta industria clave para la guerra que se avecinaba, la industria automovilística japonesa ni siquiera podía proveer de elementos móviles a sus fuerzas armadas.

Continuará...

Fuente de las tablas:
Elaboración propia a partir de las estadísticas de la Sociedad de las Naciones 1929-1938.
Adjuntos
Production automobiles 1935-38.jpg
Production automobiles 1935-38.jpg (16.47 KiB) Visto 28169 veces
Population 1938.jpg
Production raw materials 1937.jpg

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Antonio Machado
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Re: La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Antonio Machado » Sab Nov 05, 2011 3:21 am

Hola Schwerpunkt:

Muy buena información, excelentes cuadros sinópticos, gracias por compartir.

Saludos cordiales desde Nueva York, Antonio Machado.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Vie Nov 11, 2011 2:22 am

Situación geoestratégica en los años treinta

Como resultado de la guerra ruso-japonesa de 1904-05, el Imperio japonés había conseguido considerables concesiones en Corea, Manchuria y Formosa. La I Guerra Mundial y el vacío de poder de los años veinte en China había fortalecido su presencia en esas zonas. Sin entrar en detalle sobre el proceso de dominio japonés en la zona podemos afirmar que para 1931 se dominaba Formosa, Corea y se tenía una grandísima influencia en Manchuria. Al principio tanto Manchuria como sus ferrocarriles se contemplaban como opción estratégica contra Rusia, el enemigo tradicional. Los ferrocarriles estaban controlados por sociedades participadas por el estado japonés y debían cumplir su misión de mantener suministradas y reforzar a las fuerzas japonesas que en caso hipotético se enfrentaran a la Unión Soviética. Sin embargo pronto comenzó a verse las posibilidades económicas de la explotación de los recursos minerales y agrícolas manchúes, en los que los ferrocarriles jugaban un papel clave. Se habían producido ya prospecciones mineras descubriéndose yacimientos considerables de mineral de hierro en los que el Japón era totalmente deficitario y carbón, en la que había cierta escasez.

El petróleo era otra cuestión: a finales de los años veinte se había realizado la conversión de los buques de guerra propulsados por turbinas de vapor a turbinas de fueloil. La motorización progresiva de las fuerzas armadas así como el crecimiento del arma aérea planteaban un nuevo problema porque el Japón carecía por completo de yacimientos de petróleo. Tan sólo en Sajalín se habían encontrado yacimientos, lo que motivó su anexión a la Rusia soviética. Así y todo esos yacimientos eran completamente insuficientes para la marina imperial y no digamos para la economía en su conjunto. Otro artículo básico en la motorización como era el caucho para neumáticos y aplicaciones industriales estaba por completo fuera del alcance del Japón: la producción mundial se concentraba en manos de los Países Bajos, en las Indias Orientales neerlandesas y en la Malasia británica.

En cualquier caso se iba abriendo paso la idea de que era absolutamente indispensable la anexión de territorios ricos en materias primas de las que el Japón carecía. En 1931 con los sucesos de Mukden el Japón realiza la anexión de Manchuria expulsando a los señores de la guerra china que se oponían a su expansión y control. Aunque hubieran sido aliados temporales de los japoneses dentro de la anarquía que reinaba en China, los japoneses estaban convencidos que para una explotación seria de los recursos de la zona, esta alianza temporal se había convertido en un lastre con aliados bastante impredecibles. Se comenzaron a hacer planes para la explotación minera de Manchuria así como el cultivo de algodón allí y en el sur de China. El algodón era un artículo de extrema importancia para las exportaciones del Japón, donde se hilaba y tejía. Sin embargo se importaba en su práctica totalidad de Estados Unidos.

Además el Japón había adquirido algunos puertos en la China debido a su intervención en la I Guerra Mundial contra las colonias alemanas.

Por tanto hacia 1936 el Japón controlaba por completo Manchuria, Corea, Formosa además de algunos puertos en la China continental. Las posesiones o mandatos japoneses en las islas Carolinas y algunas de las Marianas en el Pacífico se veían de momento como secundarias estratégicamente y además no tenían prácticamente interés económico.

Pero los Estados Unidos contemplaban con gran disgusto la progresiva penetración de los japoneses en China y se producían cada vez más choques militares y hundimientos de buques norteamericanos en la zona y además los choques con el Kuomintang eran cada vez mas frecuentes. Al mismo tiempo los soviéticos reforzaban su presencia militar en Extremo Oriente. Recordemos que el Japón había apoyado a los rusos blancos y se había servido de la guerra civil rusa para hacerse con el control de zonas estratégicas en la zona. Así pues la URSS de contar con sólo cuatro divisiones de fusileros en 1932 pasó a disponer a nada menos que catorce apoyadas por un millar de carros y aviones en 1936. La presencia militar japonesa en la zona apoyada por el débil ejército de Kwantung era de tan sólo tres divisiones.

La realidad es que Estados Unidos podía arruinar al Japón en un plazo muy corto de tiempo con tan sólo cortar las exportaciones de suministros y materiales estratégicos. EE.UU. era el mayor suministrador de petróleo, metales para aleaciones de alto rendimiento como vanadio, molibdeno y otros así como de máquinas-herramienta, chatarra para fundición de acero e incluso productos agrícolas como algodón de gran importancia para las exportaciones japonesas.

No obstante la percepción norteamericana sobre las intenciones y política japonesas adolecían de grandes distorsiones para efectuar medidas inmediatas: así pues la ocupación de Manchuria por la fuerza por militares japoneses para aprovechar sus recursos económicos era interpretada como una actuación irracional por parte de unos militares fanáticos. Se pensaba que la ocupación de Manchuria arruinaría los limitados recursos financieros japoneses forzando a su gobierno a una política más realista. Además el gobierno americano estaba convencido de que el Japón era muy frágil y vulnerable siendo por tanto incapaz de una expansión económica. El corolario es que el Japón en razón a su debilidad financiera no podía acometer programas de expansión territorial y militar. Esa era la racionalización norteamericana que como pronto veremos estaba lejos de la realidad.

Organización económica japonesa y el programa de expansión económico

Posteriormente a la I Guerra Mundial se habían establecido los primeros controles sobre producción de municiones y material bélico en general. No obstante no fue hasta 1926 en los que se estableció una oficina de control (la llamada Oficina del Gabinete de Recursos) que además de efectuar un control directo sobre la producción militar directa comenzó la supervisión y planificación de toda la actividad económica y la asignación de recursos. Esta oficina estaba controlada en gran medida por militares.

Además los militares controlaban directamente no sólo las unidades militares en China sino que gestionaban directamente recursos como ferrocarriles, explotaciones mineras y los vitales departamentos de planificación y acopio de suministros de los distintos servicios militares: la Marina y el Ejército. Esto causaba frecuentes fricciones y gestión ineficaz en multitud de ejemplos: así por ejemplo el Ejército no podía utilizar los talleres de reparación o fabricación de la Marina, y viceversa con lo que se perdía capacidad productiva y se generaban conflictos además de desperdicio de recursos. Estas ineficiencias aunque parcialmente corregidas, nunca terminaron de solucionarse del todo hasta la derrota total de 1945.

El reforzamiento de estas oficinas de planificación tiene un punto de inflexión en 1936-1937. La oficina de Recursos da un salto cualitativo y se convierte en el Consejo de Planificación con poderes absolutos sobre toda la actividad económica, financiera, una especie de “superministerio de Economía” debajo del cual los departamentos económicos, de agricultura, comercio e industriales tienen una existencia totalmente dependiente. Este Consejo de Planificación realiza un listado de 100 materiales estratégicos, desde metales, combustibles a productos alimenticios y se ocupará de la asignación de los recursos a las diferentes ramas de la economía. Además debido a la debilidad financiera del Japón y escasez de divisas, el Consejo decidirá cuales son las compras prioritarias produciéndose en la práctica un control financiero y bancario casi total. Cuando se carece de fondos se fuerza a los bancos o empresas japonesas a aportar capital a las sociedades de interés estratégico, sean para la compra de combustibles líquidos, ferrocarriles o industrias de carácter estratégico.

En paralelo la situación política entra en una fase de inestabilidad donde los halcones militares fuerzan la dimisión de varios de los gobiernos contrarios a sus intereses. El Consejo de Planificación bosqueja un plan económico que pretende nada menos que doblar las producciones de materias industriales y, ¡ conseguir la autarquía económica para 1941 !

Las dos grandes corrientes de pensamiento económico, la de la autarquía a ultranza propugnada en gran medida por los militares y la de la reforma económica y crecimiento industrial guiada por civiles e industriales nacionalistas se había pues fundido en una. No sólo el Japón tenía que ser autosuficiente sino que tenía que tener una base industrial lo suficientemente grande para poder retar al resto de potencias mundiales y no estar sometida a sus presiones.
Al mismo tiempo esta especie de coalición era bastante inestable: el programa de expansión industrial requería que el Japón tuviera cinco años de paz, sin aventuras bélicas que drenaran recursos para este gigantesco programa de crecimiento. Pronto veremos como esta frágil alianza saltaría por los aires con la intervención en China.

Consecuencias económicas de la guerra en China

Esta coalición entre militares expansionistas y civiles deseosos de incrementar la potencia económica del Japón y por ende la de sus incipientes conglomerados industriales, estaba sujeta a múltiples tensiones. En particular la política agresiva de los militares en Manchuria, Mongolia y China que operaban como mandos autónomos sin apenas control de las autoridades civiles estaba creando una serie de tensiones insoportables con los chinos desde ya 1935. Los chinos respondían con asaltos y violencia a ciudadanos japoneses. Los militares japoneses respondían a su vez con represalias de una gran violencia. En el verano de 1937 la crisis escapó de control y el ejército japonés inició una movilización parcial.

El ejército japonés hizo una serie de planes: se creía que el denominado eufemísticamente “Incidente de China” podía resolverse con tres divisiones y en tres meses. Se ocuparía el área de Pekin-Tiensin en el norte del país y se negociaría una paz –en términos muy beneficiosos para el Japón- con el Kuomintang de Chiang-Kai-Shek. Se aprovecharía la crisis para crear el vasto territorio que permitiría el control de los recursos que necesitaba el Japón a un bajo coste. Sin embargo los hechos traicionaron el optimismo japonés: los chinos no accedían a una paz negociada y en pocos meses el Japón se encontraba enredado en una guerra a gran escala en un territorio colosal. Para la primavera de 1938 el Japón se encontraba redactando órdenes para movilizar veinte divisiones nuevas.

El conflicto creado por los agresivos militares japoneses tenía una dinámica propia que desafiaba los intentos del gobierno japonés a limitarlo al sur de China. La Marina aprovechó para hacerse con bases navales en el sur y costa central china arrojando más leña a la hoguera del conflicto de manera que a finales de 1937 las fuerzas japonesas estaban en todo el tercio oriental del país.

Imagen

Pero ese ingente ejército había que armarlo y equiparlo y la industria japonesa no tenía capacidad para ello. Peor aún, se necesitaba aumentar a escala colosal los presupuestos de las fuerzas terrestres y su cuota de acero, petróleo y suministros. La Marina por su parte se negaba a ceder parte de sus cuotas con lo que el aumento sólo se podía conseguir detrayendo esos materiales, combustible y suministros de la economía civil.

Ese súbito aumento de los presupuestos militares junto al aumento de importaciones de todo tipo de materiales estratégicos para llevar a cabo la guerra en China fue desastroso para la economía del Japón.

En primer lugar el comercio exterior se resintió debido a la guerra. Puesto que la exportación de ciertos artículos era la única fuente de divisas para la compra de importaciones, el Japón se encontró conque no sólo se resentía su generación de divisas sino que se multiplicaban los comprosmisos hasta un nivel insoportable.

En segundo lugar estaba la dependencia de las importaciones de materiales estratégicos que lejos de disminuir aumentaban debido a la demanda insaciable de la guerra en China. Las divisiones movilizadas apresuradamente necesitaban un enorme suministro de munición, combustible, armamento que el Japón no podía proveer. Además esos suministros drenaban las escasas existencias de divisas japonesas. En breve espacio de tiempo el país perdió gran parte de sus existencias de oro, empleadas en financiar la compra de suministros. En particular la dependencia era especialmente grave en el caso de la chatarra para fundir acero, el petróleo, metales para aleaciones de acero, máquinas-herramienta y cobre.

El cobre esencial para la industria eléctrica, bobinas, transformadores y para cartuchería y proyectiles de artillería se importaba en un 53% de EE.UU. ya que Japón sólo producía 90.000 t de las 195.000 t que se consumían en 1938.
En cuanto a metales empleados para aleaciones especiales de acero, tanto el vanadio, molibdeno, cromo y níquel estaban extraídos en EE.UU., Canadá o mandatos estadounidenses y británicos siendo la dependencia del Japón prácticamente total en este apartado.

El acero presentaba una particularidad: una parte considerable del acero obtenido se obtenía de la fundición de chatarra que en su mayor parte provenía de los Estados Unidos. Veamos en la tabla de abajo como la dependencia del proveedor estadounidense lejos de reducirse fue aumentando.


Notas:
a) Todas las cifras son en toneladas métricas.
b) Las cifras correspondientes a los períodos 1929-1932 y 1933-1936 son las medias de esos períodos.

O sea la importación de chatarra de la que dependía nada menos que 1,3 millones de t, o sea el 30% de la producción total, dependía en un 75% de la potencia norteamericana. El Japón sencillamente no podía permitirse que este suministro se cortara sin consecuencias catastróficas para su economía.

Aunque la producción de chatarra en Manchuria y China aumentaron, su porcentaje en 1938 no llegaba al 6%, o sea una parte ínfima de las necesidades japonesas.

Fuentes:
Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941. Cornell Studies in Security Affairs 1987.
Tabla traducida a partir de la tabla 7.1 de la pág. 145.

(Continuará...)
Adjuntos
Production steel Japan 1937-1945.jpg
Sino-Japanese War Map.jpg

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Rubén. » Sab Nov 12, 2011 4:52 am

Que interesante, Schwerpunkt.
Ahora en clase estoy dando Historia de la Economía Japonesa.
Desgraciadamente es a partir de 1945 en adelante.
De todas formas tengo algunos apuntes del periodo anterior que revisaré por si puedo aportar algo. Creo que es la estructura de la empresa en la IIGM, los Zaibatsu.

Rubén el Stuka.

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Mensaje por B.E.R » Sab Nov 12, 2011 5:55 am

Gran trabajo Schwerpunkt, seguire muy de cerca este articulo muy interesante que ayudara a comprender de mejor manera la situacion de Japon antes, durante y despues de la guerra.

Un saludo.
"Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano incesantemente."
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Mensaje por Schwerpunkt » Jue Nov 17, 2011 2:30 am

… Sigamos pues con la situación de los principales insumos industriales y energéticos del Japón entre 1937 y 1941.

Ya hemos visto la tremenda dependencia de la producción del acero de las importaciones de chatarra occidentales en particular norteamericanas. Pero además y pese a todos los esfuerzos el Japón no logró incrementar sensiblemente la producción de este material fundamental para el esfuerzo bélico y el funcionamiento de la economía. Todo esto en unos momentos en los que se desarrollaba un brutal crecimiento de las fuerzas armadas y de la Marina en particular que demandaban este material insaciablemente incluso aunque hubiera que detraerlo de la economía doméstica. El establecimiento de una industria siderúrgica en Manchuria y China donde había yacimientos importantes de hierro, carbón y otros recursos quedó en agua de borrajas debido a la escasez de capital. Como veremos en la tabla de abajo la producción de Corea y Manchuria en la que tantas esperanzas se habían puesto no logró superar ningún año un raquítico 7-8% de la producción total.

Veamos la evolución de la producción del acero en la tabla de abajo (1)

Imagen

Los planificadores japoneses habían establecido en 1936 que la producción del acero tendría que doblarse para 1941. Podemos ver como esos objetivos quedaron completamente inalcanzables por un sinnúmero de razones.

Una de ellas es que el carbón extraído era de menor calidad. Así por ejemplo en 1938 se necesitaba una 1.7 t de carbón para obtener una t de hierro colado. En 1939 esa cifra se había incrementado a 2.1 t. Y no creamos que este factor había sido compensado con un aumento sensible de la producción (2)

El caso del carbón tiene una especial relevancia pues su disponibilidad determinaba la producción del acero además de otros metales. El funcionamiento de ferrocarriles e incluso de algunos buques mercantes o pesqueros dependía completamente del carbón así como la producción de electricidad. Por si fuera poco el Japón no disponía prácticamente de lignito que aunque no hubiera servido para la fundición de metales si hubiera permitido un cierto reemplazo en otros desempeños como la producción de electricidad.

El Japón era casi autosuficiente en producción de carbón para el tamaño de su economía dependiendo en un 8% de importaciones, pero su explotación y distribución estaba afectada por la geografía del archipiélago japonés. Gran parte del carbón era extraído mayoritariamente en las islas de Kyushu y Hokkaido en el norte. Las industrias por su parte se encontraban en gran parte en la isla central de Honshu en las zonas urbanas de Tokyo- Yokohama y Osaka-Kobe lo que significaba que un gran tonelaje de carbón tenía que ser transportada en buques y barcazas para ser redistribuída después. Los problemas comenzaron ya con la guerra en China al ser requisado una parte sustancial de flete marítimo para atender las necesidades militares. Esto iba a producir cuellos de botella y problemas que sólo se agravarían con la Guerra del Pacífico. (3) La productividad era muy baja al existir poca mecanización en la explotación. Para mejorar esa productividad se necesitaba maquinaria de origen occidental para cuya compra no había divisas. En fín la pescadilla que se mordía la cola...

A pesar de todo se produjo un aumento modesto en la producción de carbón aunque bastante por debajo de los objetivos de los planificadores japoneses. Veamos en la tabla de abajo (4) como fue creciendo lentamente la producción hasta llegar al estancamiento durante la Guerra del Pacífico y concluyendo con el desplome de la producción en 1945.

Imagen

La realidad es que la producción de carbón y del acero eran los dos factores que limitaban cualquier crecimiento de la economía japonesa en la época. No era posible un crecimiento sostenido sin esos dos materiales. Y por si fuera poco en vez de disminuir la dependencia japonesa de las potencias occidentales mediante la creación de una industria autóctona y autosuficiente, las necesidades de la guerra en China aumentaban esa dependencia.

El propio Consejo de Planificación señaló por aquellas fechas que el 91% de materiales estratégicos y suministros destinados para uso militar provenía de las importaciones, en especial de los Estados Unidos. La dependencia del suministrador norteamericano en chatarra, aluminio, níquel y productos petrolíferos era tan grande que cualquier presión económica ejercitada por Washington pondría a la nación de rodillas.

En la siguiente contribución veremos cual era la situación con el petróleo...

Fuentes:
(1) Akira Hara: Japan: Guns before Rice (pág. 230) Artículo en The Economics of World War II, editado por Mark Harrison. University of Cambridge 2000.
(2) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941. Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(3) Akira Hara: Japan: Guns before Rice (pág. 231) Artículo en The Economics of World War II, editado por Mark Harrison. University of Cambridge 2000.
(4) Ibid (Pág. 231)
Adjuntos
Production coal Japan 1937-1945.jpg
Production coal Japan 1937-1945.jpg (24.96 KiB) Visto 28170 veces
Production steel Japan 1937-1945.jpg

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Mensaje por Schwerpunkt » Vie Nov 18, 2011 7:53 pm

... Sigamos con los problemas de la economía japonesa exacerbados por la guerra en China...

El caso del petróleo era más delicado si cabe. El Japón en 1938 necesitaba unas 4 millones de t de crudo al año, de los cuales el 80% provenía de EE.UU. con pequeñas cantidades adicionales provenientes de las Indias Orientales Holandesas.

La otra cuestión es que además crecía la demanda y el volumen de combustible consumido. El principal consumidor no era la economía civil sino las fuerzas militares debido a las operaciones militares en los vastos territorios de China y a la expansión de la marina de guerra. Por si fuera poco el crecimiento de la aviación demandaba grandes cantidades de gasolinas ligeras y de alto octanaje que el Japón no podía destilar. Las refinerías e instalaciones de craqueo japonesas no sólo eran demasiado pequeñas sino que además necesitaban de la tecnología norteamericana en forma de bienes de equipo, maquinaria-herramienta e incluso los aditivos de plomo empleados para aumentar el octanaje de los querosenos y gasolinas ligeras usadas en aviación. En ese caso la dependencia japonesa llegaba al 90%.

La tremenda expansión de las fuerzas armadas ya fuera la Marina con sus gigantescos buques o el Ejército que prácticamente había cuadruplicado sus efectivos y demandaba vehículos tanto de transporte orgánico, más carros de combate como aviones de combate.

Ya hemos visto la casi absoluta dependencia japonesa del petróleo importado. Ahora bien, ¿Cuál fue sido la respuesta de los militares japoneses a este hecho?

La primera solución era el almacenamiento de reservas estratégicas para la Marina, principal consumidor del petróleo en el atrasado Japón de la época. Ya en 1926 los militares japoneses habían acumulado una reserva de 1,5 millones de t para el caso de un hipotético conflicto. (1) Pero esta era una solución temporal y además los tanques de almacenamiento eran vulnerables a un ataque enemigo especialmente en la era de la aviación.

Debido a la intensidad de las operaciones militares en China los stocks de combustibles líquidos estaban en su nivel más bajo en años. Ya veremos como en 1939 y 1941 se comenzó un programa de acumulación de reservas de combustible pero en paralelo los militares japoneses tenían otros proyectos en mente...

La otra solución era adquirir territorios ricos en petróleo. Pero las prospecciones realizadas en Taiwan fueron decepcionantes. Las realizadas en Sajalín como hemos visto si tuvieron éxito pero las cantidades extraídas eran demasiado pequeñas para la marina e industria japonesa. Se comenzaron prospecciones de exploración en Manchuria y la China continental pero eran proyectos a realizar en varios años.

Otra posibilidad fue el intentar destilar combustibles líquidos a partir de otros materiales. Había dos soluciones, una la destilación de esquistos bituminosos y productos agrícolas y otra a partir de la licuefacción del carbón. La primera era una solución técnicamente factible en los años veinte y treinta y de hecho se comenzó en Fushun, Manchuria la explotación con capital aportado por la Marina y los Ferrocarriles ya en 1926 (1) Además se comenzaron las primeras plantas de destilación de alcohol a partir de patata en Japón y caña de azúcar en Taiwan. Una cierta adición de alcohol al carburante podía disminuir un porcentaje apreciable del petróleo necesario –e importado- para los motores de combustión. La paradoja era que el alcohol destilado y por ende el petróleo ahorrado era más caro que el propio petróleo y detraía fondos para la compra de combustibles en el extranjero. Este era otro problema adicional, debido a la guerra en China y la escasez de divisas, el Japón se veía forzado a restringir las compras de combustible en el exterior. Puesto que la Marina y el Ejército se negaron a reducir sus cuotas, no hubo más remedio que apretar el cinturón a la economía civil. Ya en 1938 se estaba restringiendo el suministro a los automóviles privados, buques mercantes y otras áreas de la economía. Buena parte de la flota pesquera de la que dependía gran parte de los alimentos del Japón se vió forzada a pasar a la propulsión a vela ante los cortes en las cuotas de suministro de combustible.

La otra posibilidad de conseguir combustibles sintéticos era mediante la licuefacción del carbón. Ahora bien la tecnología de la época para estos procesos era exclusivamente norteamericana o alemana. Debido al aislamiento progresivo del Japón, la lejanía geográfica así como el pacto nazi-soviético en 1939 y la guerra en Europa este camino estaba vetado desde el punto práctico y político.

Así pues no hubo más remedio que echar mano de tecnología americana que había que comprar drenando aún más las magras existencias de divisas. Además el programa de generación de combustibles líquidos sintéticos era de un tamaño colosal y las demandas de materiales imposibles de afrontar por el Japón. En octubre de 1941 mientras se realizaban las deliberaciones que concluirían en el comienzo de la guerra del Pacífico el Consejo de Planificación calculó los siguientes consumos durante al menos tres años para llegar a la producción de las 5.2 millones de t de carburantes juzgadas necesarias para la autosuficiencia total (3)

- 2.25 millones de t de acero
- 30 millones de t de carbón
- 1.000 t de cobalto
- 3.800 millones de ¥
- 380.000 trabajadores adicionales

¡ En otras palabras el Japón necesitaba la mitad de su producción anual de acero, más de la mitad de carbón y una inversión colosal para ser autosuficiente en petróleo !

No es de extrañar que la producción de combustibles sintéticos fuera ridícula como la tabla de abajo atestigua (4)

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En vísperas de la Guerra del Pacífico el Japón sólo sintetizaba el 4% del combustible que necesitaba...

Fuentes:
(1) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941. Cornell Studies in Security Affairs 1987. (p. 28-31)
(2) Ibid. (p. 146)
(3) Ibid. (p. 255)
(4) Ibid. (p. 146)
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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Vie Nov 25, 2011 8:28 pm

Evolución militar en el exterior

La guerra en China había significado que las fuerzas armadas que hacia 1931 se cifraban en 320.000 hombres se habían hinchado hasta 1.620.000 hombres en 1939. Esto empezaba a tener efectos en la mano de obra en el Japón mismo ante la movilización si bien sus efectos aún no eran graves. Esto cambiaría en 1940-41 con la concentración de efectivos militares en Manchuria como pronto veremos, incluso antes de que comenzara la Guerra del Pacífico. En 1941 antes del ataque a Pearl Harbour, los efectivos militares eran ya de 2.420.000 hombres. (1)

Mientras tanto proseguía la escalada militar en China. Una y otra ofensiva japonesas se sucedían en la creencia que sería la última al forzar a Chiang-Kai-Shek a sentarse a la mesa de paz. Así pues durante el verano y otoño de 1938 siguió la ofensiva en la zona de Hankow. (1) A pesar del territorio ganado el líder nacionalista chino se negaba a negociar con el Japón y optaba por retirarse al interior del gigantesco territorio chino. Aquel mismo verano se planeó el desembarco en la isla de Hainan y la invasión de la provincia de Kwangtung en el sur. La operación se retrasó al otoño por falta de flete marítimo y escasez de suministros bélicos. Finalmente fue cancelada por completo ante la falta de recursos. (2)
En 1939 los militares japoneses poco tenían que mostrar excepto un inmenso territorio ocupado improductivo que había que ocupar y administrar. Por esas fechas se encontraban nada menos que 850.000 soldados japoneses en China y el estancamiento de la situación bélica junto al inmenso territorio no hacían más que crear demandas crecientes de tropas, materiales y recursos en vez de disminuir la pesada carga financiera que sufría el Japón. Además era evidente la falta de control del gobierno sobre los militares japoneses en la zona que operaban de un modo semiautónomo y provocaban una escalada de las hostilidades.(3)

En abril de 1940 los japoneses lanzan una ofensiva en la zona de Ichang y Yonai. Se supone que la ofensiva pondrá al gobierno nacionalista chino de rodillas. En realidad lo único que ocurre es un nuevo avance japonés no decisivo aunque en esta ocasión se producen grandes combates que causan casi 50.000 bajas en las tropas japonesas. La ofensiva además de consumir grandes cantidades de combustible, munición y recursos además provoca que tanto el Ejército como la Marina aumenten sus efectivos aéreos en la zona en un 25%. (4)

Mientras tanto la situación en Manchuria se agravaba debido al rearme y la afluencia de refuerzos soviéticos. La prioridad recibida por el teatro de guerra chino hacía que los efectivos japoneses quedaran en una inferioridad cada vez más evidente. Ya había habido un incidente armado de gran magnitud en 1938 en la que los japoneses habían llevado la peor parte al padecer escasez de armas antitanque incluyendo proyectiles. Además el gigantesco teatro chino se tragaba todos los efectivos que el Japón movilizaba y armaba. La preocupación era evidente entre los mandos del Ejército que siempre habían considerado a la Unión Soviética como el principal enemigo potencial del Japón. El “incidente” de Nomonhan –en realidad una gran batalla en toda regla- en agosto de 1939 donde los japoneses habían sido diezmados por los carros de combate soviéticos provocó los peores temores frente a la URSS. En palabras de un oficial japonés: “Había un gran miedo a que los soviéticos atravesaran Manchuria como los alemanes acababan de hacer en Polonia mientras el grueso del ejército japonés se encontraba en China.”(5)

El alto mando del Ejército contemplaba dos posibles planes contra la URSS, el plan B el más ambicioso y el plan A, más conservador.

El plan B y favorito del alto mando proponía dos grandes ejes de ataque desde el norte y oeste de Manchuria apoderándose de gran parte del Extremo Oriente soviético y avanzar antes de que el invierno entrara en escena hasta cerca del lago Baikal. Para apoyar logísticamente el plan se necesitaba la construcción de tres líneas ferroviarias nuevas y el aporte de unos 200.000 vehículos –incluyendo unos cuantos acorazados- así como cantidades gigantescas de munición, combustible y aporte de refuerzos muy considerables. Ese aporte de refuerzos militares así como el envío de suministros exigía una cuota de flete marítimo mucho mayor y en esencia la casi paralización de la vida económica del país. Sólo el aporte de vehículos equivalía a la producción automovilística japonesa de unos seis años. No es de extrañar que la propuesta fuera rechazada.

El plan A era bastante más modesto y contemplaba la conquista de Vladivostok y de la franja costera hasta los ríos Amur-Ussuri. A pesar de las enfáticas afirmaciones de los mandos japoneses nada hacía suponer que esa conquista garantizara la victoria sobre los soviéticos. Aunque a nivel mucho menor el plan exigía grandes aportes de pertrechos militares y suministros. (6)

En cualquier caso proseguía la acumulación de efectivos militares tanto en la China continental como en Manchuria ante la amenaza soviética. Esa escalada militar ponía al Japón en una situación muy apurada debido a las limitaciones financieras, industriales y de materias primas.

Y para unos planificadores que planeaban doblar la producción industrial del Japón en tan sólo 5 años, todos estos inesperados gastos militares no hacían más que detraer fondos y recursos del objetivo principal en planta industrial y nuevos proyectos de desarrollo industrial. El que se tuviera que aumentar continuamente aumentos a las partidas de gastos militares en China quitaba recursos a los proyectos de desarrollo industrial en Manchuria o en inversión en bienes de equipo en el propio Japón.

Como veremos más tarde los planes del Ejército japonés contra la URSS iban a sufrir un duro varapalo debido al plan económico de 1939...

Situación de la agricultura antes de la guerra del Pacífico

El Japón debido a su orografía y escasa superficie cultivable tenía graves dificultades para conseguir la autosuficiencia alimenticia. Para empezar era completamente deficitario en grasas vegetales y animales y para un país cuyos ingresos descansaban en la exportación de tejidos, no producía prácticamente nada de algodón, yute, lana y otras fibras excepto seda. Debido a las tradiciones alimenticias japonesas no se producían patatas, maíz, ni prácticamente leche, queso o mantequilla que hubieran supuesto una adición en el suministro de proteínas o grasas. Prácticamente todo el aporte proteínico provenía del pescado.

La población aumentaba a una media del 1.2% anual lo que significaba que la producción agrícola tenía que aumentar en idéntica proporción. Así pues entre 1931 y 1941 la población del Japón metropolitano aumentó en casi un 10% pero la producción de arroz, base de la alimentación no lo hizo en esa proporción: Hubo algunos años buenos con algunos desastrosos pero en general se produjo un estancamiento en la producción. Los otros cereales tuvieron comportamiento parecido. El Japón sólo podía abastecerse con importaciones de China, Corea y otros países.

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Fuente de la tabla: Elaboración propia a partir de las tablas estadísticas de la Sociedad de las Naciones.

La guerra en China había traído problemas a la agricultura japonesa al dificultar la compra de fertilizantes necesarios, de los cuales tanto sales potásicas como fosfatos se importaban casi en su totalidad. El verano de 1939 trajo dos graves problemas adicionales aunque de diferente índole. Por una parte se produjeron inundaciones en China y por contra una grave sequía en Japón y Corea. Las reservas de arroz descendieron de 2.90 millones de t en el período anterior a 2.58 millones de t, o sea una reducción del 11% en las reservas no demasiado abundantes del país. Hubo que realizar un programa de compras acelerado en otros países para paliar la escasez además de medidas de choque como prohibir la destilación de sake, prohibir el pulido del arroz y reemplazar parte del arroz por cebada.(7) Además en el continente se perdió gran parte de la cosecha de algodón por efecto de las inundaciones.

En suma, los problemas alimenticios y de suministros agrarios del Japón se agravaban más que solucionarse. El país se encontraba con muy poco margen de maniobra y reservas alimenticias ante posibles malas cosechas o el espectro de un bloqueo económico.

Fuentes:
(1) Akira Hara: Japan: Guns before Rice (pág. 252-253) Artículo en The Economics of World War II, editado por Mark Harrison. University of Cambridge 2000.
(2) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941. Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(3) Ibid
(4) Ibid
(5) Ibid
(6) Ibid
(7) Ibid
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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Jue Dic 01, 2011 2:32 am

Ya hemos visto que las limitaciones en la producción de fundamentalmente acero y carbón constituyeron la limitación fundamental en cualquier incremento sustancial de la producción de la economía nipona. Como ya hemos vislumbrado y más tarde ampliaremos no sólo ese suministro de esos dos insumos fundamentales era extremadamente limitado sino que además los controles ejercido por los diversos planes de movilización económica desempeñaban un efecto perverso.

Gran parte de la asignación del acero así como un sinnúmero de insumos y bienes semielaborados eran controlados por el Consejo de Planificación, que asignaba las disponibilidades existentes a los militares y al consumo e industria civil. Era un sistema complejo que calculaba las asignaciones de una serie de productos considerados estratégicos en cada Plan Anual de Movilización. El número de productos controlados de esta manera era de más de un centenar y los más importantes eran acero, carbón, petróleo y derivados petrolíferos, aluminio, cobre electrolítico, caucho, algodón, etc. Pero sin la participación activa de la economía civil era imposible un crecimiento de la base industrial al privarla de las cantidades que verdaderamente necesitaba de acero, carbón y otros suministros que la mantenían en un estado vegetativo. Peor aún, las cuotas de acero, combustibles, etc que se asignaban a los dos servicios de las fuerzas armadas, Armada y Ejército, eran el producto de un interminable chalaneo en la que primaban los intereses creados más que criterios puramente económicos. De esa manera la producción de acero hacia 1939 de la cual aproximadamente un 25-30%, entorno a las 1.4 millones de t, era asignada a ambos servicios militares y no podía ser reducida aunque ese año la producción experimentara una disminución como ya hemos comentado. Esas cuotas se mantenían contra viento y marea al precio de reducir aún más las cuotas para la industria civil por parte del Consejo de Planificación sujeto a las presiones de ambos servicios. El resultado era que la industria no relacionada directamente con la producción bélica sufría escaseces de todo tipo mientras que la Marina y el Ejército se negaban en redondo a cualquier limitación en las cuotas o asignaciones negociadas.

La otra limitación a un crecimiento económico era la financiera como resultado de los desequilibrios cada vez mayores de la balanza comercial como veremos a continuación.

Limitaciones financieras y desequilibrios de la balanza comercial

El Japón pagaba sus importaciones en gran medida mediante las divisas generadas por la exportación de artículos textiles elaborados así como el flete marítimo. Se importaban grandes cantidades de algodón, yute y otras materias textiles que eran hiladas, elaboradas y reexportadas a países occidentales.

El deterioro de la balanza comercial comienza con la guerra en China, no sólo hay que comprar cantidades muy superiores de materias primas y suministros para armar a unas fuerzas armadas que se expanden a una tremenda velocidad. El segundo efecto indeseado es que las reservas de divisas disminuyen para afrontar las compras de otros materiales como materias textiles, petróleo y otros productos.

Además el Japón tiene cada vez más dificultades para obtener divisas debido al deterioro de los términos del comercio internacional. Así pues en 1937 sus exportaciones aumentaron en valor un 18% pero las importaciones lo hicieron en un 37%. Los intentos del Japón de crear una zona o bloque económico sometida a sus intereses también tuvieron su expresión en la creación de un bloque de territorios sometidos al yen (¥) donde se pudieran importar productos sin tener que pagar divisas internacionales escasas. Pero esta decisión tenía su contrapartida: los territorios ocupados y colonias eran demasiado pobres para tener un gran valor económico y aunque se pudieran importar suministros pagando en yenes, eso se traducía en que esos territorios tampoco podían generar divisas exportando a otros países. En líneas generales el intento de mantener el bloque yen fue un fracaso. Las exportaciones a esa área no permitían ganar divisas pero numerosos industriales intentaron beneficiarse de la situación jugando con la inflación nipona mediante la exportación a esos territorios. El gobierno no tuvo más remedio que poner controles para evitar introducir un factor adicional a la inflación del territorio metropolitano japonés lo que a su vez limitaba el comercio dentro de la propia área yen.(1)

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Como podemos ver el comercio del Japón con las potencias occidentales (que como hemos visto era en gran medida con Estados Unidos, Reino Unido o sus colonias y las Indias Holandesas) siempre tenía déficits. Este déficit se hizo especialmente agudo con el inicio de la guerra en China y sólo se pudo financiar desprendiéndose de gran parte de las reservas de divisas y oro. Hacia finales de 1937 el Japón había vendido la mitad de sus reservas de oro y por si fuera poco la introducción de controles severísimos en la asignación, producción y financiación de materiales considerados estratégicos y de interés militar significaba que se recortaba la asignación de divisas para comprar algodón, lana, yute, cuero que podían generar divisas a su vez mediante la reexportación del material elaborado (2) Se instauraron una serie de controles muy estrictos en la asignación de las escasas divisas donde –como no- los principales agraciados fueron los intereses militares. Se comenzó a integrar estos controles financieros dentro de los planes de movilización económica.

El comienzo de la guerra en Europa tuvo consecuencias funestas para el Japón. Los precios de las materias importadas por el Japón subían rápidamente debido a la situación bélica y la incertidumbre creada. Así por ejemplo la chatarra que costaba 90 ¥ por tonelada en septiembre de 1939 se aproximaba a los 150 ¥ por tonelada en abril de 1940. Las sales potásicas utilizadas en fabricación de abonos que se habían importado casi exclusivamente de Francia y Alemania habían pues aumentado mucho de precio y comprometían además las ya de por sí pobres cosechas de arroz y otros cereales.(3) Debido a la situación bélica y el bloque francobritánico muchos de los artículos importados desde Alemania no podían serlo ya salvo a cuentagotas a través del transiberiano. E incluso la desarticulación del comercio mundial provocaba que no se pudieran importar las cantidades necesarias de abonos, maquinaria de precisión, etc provinientes de Europa u otras partes.

Acopio de reservas de combustible

Los intentos de tanto la Marina como el Ejército de aumentar los stocks de combustible de los que se había echado mano para la guerra en China significaba que un porcentaje creciente de esas preciosas divisas había que dedicarlas a la compra de crudo y destilados petrolíferos. Durante 1940 se producirían grandes compras de productos petrolíferos tanto en Estados Unidos como en las Indias Holandesas con particular insistencia en la adquisición de gasolinas y kerosenos ligeros de alto octanaje para aviación. Además se comenzó la compra de tanques y depósitos de almacenamiento en una enorme cantidad. Sirva como ilustración el hecho de que ese año, ¡ se adquirieron tanques de almacenamiento para un millón de barriles mientras que en 1939 tan sólo se habían adquirido para 40.000 barriles ! No es de extrañar que las alarmas de los políticos norteamericanos se dispararan ante lo que era un obvio intento de acumular reservas…

El Consejo de Planificación creó sociedades "ad hoc" con capital estatal o bien obligando a algunos grupos industriales a suscribir parte del capital para financiar las compras de productos petrolíferos tanto en Estados Unidos como en las Indias Holandesas donde se despacharon varias misiones comerciales con la orden de comprar cuanto se pudiera y ejercer presiones políticas a las Indias Holandesas cuya metrópoli fue ocupada por los alemanes en mayo de 1940. Se esperaba conseguir concesiones y explotaciones aprovechando la debilidad política de las colonias holandesas.

Entretanto las reservas con que contaba la Marina y el Ejército que habían quedado con stocks bajos durante 1937-1939 debido a las operaciones militares en China y Manchuria comenzaron a reponerse. Pero a nadie escapaba que este programa de compras a tan gran escala iba a provocar tensiones con las potencias occidentales en especial EE.UU. que iba a revisar todos los acuerdos de comercio con el Japón.

Además no pasaban desapercibidos los intentos japoneses de compra de patentes, aditivos de plomo, catalizadores y suministros industriales y químicos para aumentar el octanaje de las gasolinas ligeras, clave para la aviación. Los Estados Unidos sin recurrir a un embargo formal, comenzaron primero un programa de recomendaciones a la gran industria petrolífera estadounidense que comenzaron a hacer extensiva a la Shell, angloholandesa, y a otros grupos industriales para no vender patentes, suministros o instalaciones industriales calificados de estratégicos. Estas recomendaciones y restricciones a las exportaciones al Japón se extendían a aceites lubricantes y todo tipo de productos petrolíferos. Todavía no se trataba de un embargo en toda regla pero tendría consecuencias como veremos también.

En paralelo se comenzaba a restringir recomendando a las empresas occidentales el no servir metales empleados en aleaciones especiales de acero. Así Canadá, el mayor productor del mundo de níquel, llegó a un acuerdo con Estados Unidos para restringir los embarques de níquel hacia el Japón. Con la aquiescencia de Gran Bretaña que también contemplaba con preocupación los movimientos japoneses en el Sudeste asiático se comenzaron a restringir las ventas de vanadio, molibdeno y otros metales importantes para aleaciones especiales o instrumentos de corte.

Fuentes:
(1) Akira Hara: Japan: Guns before Rice (pág. 231-233) Artículo en The Economics of World War II, editado por Mark Harrison. University of Cambridge 2000.
(2) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941 (pág. 109). Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(3) Ibid. (pág. 155)
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Última edición por Schwerpunkt el Dom Dic 11, 2011 1:57 pm, editado 1 vez en total.

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Mié Dic 07, 2011 3:02 am

Situación geopolítica en 1940 y comienzo del embargo comercial norteamericano

1940 había comenzado con problemas económicos en todos los frentes: dificultad para conseguir materias primas básicas y tecnología, espiral de precios ascendentes en los mismos debido a la guerra en Europa, estancamiento en la economía metropolitana mientras la guerra en China se enquistaba y los territorios ocupados aportaban muy poco al esfuerzo económico imperial. Por si fuera poco a finales de enero de 1940 concluyó el tratado comercial entre el Japón y Estados Unidos, principal suministrador del Imperio japonés. Se abría un período donde el Japón estaría bajo la espada de Damócles de un posible embargo norteamericano en tanto se negociara otro tratado o acuerdo.

Y el tratado germano-soviético de finales de agosto de 1939 había revelado con toda crudeza que Alemania se había entendido con el archienemigo soviético a las espaldas de los japoneses. Esto dejaba una vez más a Manchuria vulnerable y sin ningún tipo de ayuda alemana en lo material y técnico.

Por otra parte la debilidad de potencias como Holanda y Francia que habían sido ocupadas por los alemanes en junio de 1940 posibilitaban el ejercicio de presiones directas contra sus territorios coloniales, apetecibles por sus materias primas siempre y cuando Estados Unidos y el Reino Unido no presionaran para evitar su absorción por el Imperio japonés.

Además la dinámica de la guerra y los primeros movimientos y presiones japoneses en la Indochina francesa y las Indias Orientales holandesas auguraban nuevas dificultades tanto en el plano político como económico con las potencias occidentales. Los primeros planes de expansión hacia el sur –o sea la Indochina y las Indias Orientales neerlandesas- provocaban una gran preocupación en todos los implicados, en especial el Consejo de Planificación que urgía a la contención y a mantener la paz por encima de todo. Este argüía una vez más que para conseguir la necesaria autosuficiencia y la expansión de la capacidad industrial el país necesitaba varios años de paz así como terminar con la ruinosa guerra en China. Se produjeron choques con las fuerzas coloniales francesas que dispararon las alarmas no sólo de los estadounidenses y británicos sino de varias de las diversas facciones políticas japonesas que contemplaban con preocupación e irritación como estos incidentes podían desatar un conflicto generalizado e indeseado con las potencias occidentales.

Las diferencias entre los dos servicios, Ejército y Marina, se revelaban una vez más en el análisis de las consecuencias militares de un avance hacia el sur: el Ejército quería que las operaciones quedaran confinadas a las Indias Orientales holandesas o en el peor caso a una confrontación contra el Imperio Británico y las colonias holandesas. Los Estados Unidos no debían ser atacados en modo alguno, las Filipinas debían quedar al margen del conflicto. Pero esta propuesta chocaba con la ortodoxia naval: en los juegos de guerra había quedado claro que un ataque al Sudeste asiático holandés y británico era inviable sin la ocupación de las Filipinas y estaría sometida a la amenaza estratégica provocada por las bases norteamericanas de las Filipinas Por otra parte puesto que las fuerzas navales holandesas y británicas eran tan escasas la Marina no veía como mantener su posición para demandar las cuotas de materiales y presupuesto necesario para completar su programa de construcción naval e iniciar nuevos. Su participación en tal estrategia sería mucho menor que la del Ejército y por tanto no podría hacer valer sus demandas con igual fuerza. Los juegos de guerra demostraron que un ataque limitado desde las islas Palaus para ocupar los yacimientos petrolíferos de Borneo, las minas de níquel de las Célebes y otros recursos bajo control holandés estaría sujeto a la amenaza británica desde Malaya y norteamericana desde las Filipinas y Hawaii. Ya en julio de 1940 los Estados Unidos habían realizado advertencias muy serias contra el Japón debido a sus movimientos preliminares en el Sudeste asiático. El ministro de la Marina constataba que el Japón tendría que hacer preparativos militares de importancia, requisar flete marítimo para la invasión y acumular materiales anticipadamente lo que supondría la amenaza de un embargo norteamericano. Otra consideración de cierta importancia preocupaba a los estrategas navales y era que aunque el papel jugado por la Marina en una hipotética invasión de las Indias Orientales holandesas fuera pequeño, habría que poner en estado de alerta a toda la Flota Combinada lo que supondría disparar los consumos de combustible. (1)

A partir de julio de 1940 y entrando en vigor durante aquel verano y principios del otoño se comenzó a limitar la exportación desde los EE.UU. de los siguientes materiales: aluminio, manganeso, molibdeno, tungsteno y vanadio, chatarra así como un gran número de productos químicos, máquinas-herramienta, gasolinas de alto octanaje y aditivos para aumentar el octanaje. Sin embargo Roosevelt y parte de su gabinete no quisieron incluir el resto de productos petrolíferos en la lista ante la creencia que un embargo así provocaría una gran agitación entre los militares japoneses que destruirían cualquier oposición civil “moderada” a sus planes bélicos. Se buscaba pues el ejercer una presión económica contra el Japón pero al mismo tiempo permitir a los poderes políticos más contemporizadores la posibilidad de llegar a acuerdos pacíficos que desmantelaran los planes de los militares más agresivos sin que esa presión económica fuera insoportable y permitiera cierto margen de maniobra político a las facciones más moderadas y realistas. Además entre gran número de políticos norteamericanos imperaba la convicción que el Japón era demasiado débil económicamente y estaba demasiado afectado financieramente por la guerra en China para una gran aventura bélica.(2)

Pero entretanto los japoneses proseguían sus planes de acopio de productos petrolíferos. En septiembre de 1940 una misión comercial japonesa llegaba a Batavia y demandaba el suministro de grandes cantidades de productos petrolíferos así como concesiones de explotación en las Islas Orientales holandesas.

La política comercial de las empresas petrolíferas occidentales era no servir petróleo crudo sino refinarlo en sus propias instalaciones y refinerías y vender los productos refinados. La respuesta holandesa fue un no rotundo a la petición de concesiones y una contraoferta mucho menor que las peticiones japonesas como veremos en la tabla de abajo en la que las gasolinas ligeras y de alto octanaje de aviación fueron las más perjudicadas: (3)

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A pesar de la negativa holandesa a plegarse a las exigencias japonesas los japoneses accedieron al acuerdo y a la compra de una fracción de los volúmenes demandados. La prioridad era comprar cualquier cantidad de productos petrolíferos con la máxima celeridad. A nadie se le escapaba que la negativa holandesa venía motivada por el creciente apoyo norteamericano a mantener el status quo en el Sudeste asiático.

Además se seguía comprando a los Estados Unidos combustibles petrolíferos no incluidos en las limitadas licencias de exportación a un ritmo acelerado de manera que los stocks de combustibles líquidos pasaron en el verano de 1940 de 30 millones de barriles (unas 4,7 millones de t) a 43 millones de barriles (unas 6,8 millones de t) en el otoño de 1941 equivalente al suministro con limitaciones de casi año y medio. Aunque no se pudieran importar gasolinas de unos 87 octanos aptas para la aviación se compraba de todas maneras gasolinas de octanaje inferior a las que se ponían aditivos de plomo para mejorar el octanaje. De manera similar se acumularon stocks de otros materiales estratégicos como bauxita de manera que a finales de 1941 se contaba con unas 250.000 t equivalente al consumo de siete meses y chatarras de grado medio e inferior (4)


Perspectivas de autosuficiencia con la conquista del Sudeste asiático

No es la intención de este artículo el analizar las discusiones políticas que motivaron las decisiones estratégicas del Japón en 1937-1941 y su entrada en la Guerra Mundial sino las consecuencias económicas de esas decisiones y además el marco y objetivo económico perseguido. El objetivo perseguido era nada más y nada menos que la autosuficiencia económica del Japón. Se argumentaba que la libre disposición de materias primas haría posible el crecimiento industrial del Japón y por ende la conversión del país en una de las grandes potencias mundiales. Una vez conseguido este objetivo el Imperio japonés sería virtualmente inatacable...

Hacía ya varios años que los planificadores y militares japoneses hacían cálculos sobre la producción y los territorios más apetitosos y convenientes para el Japón. Como ya se ha apuntado antes si exceptuamos azufre y piritas el Japón carecía de prácticamente todos los minerales indispensables para una economía industrial. Veamos cual era la producción de los minerales más importantes en 1938 de los territorios en poder del Japón (en naranja) y la de los territorios situados en el punto de mira, en especial las Indias Orientales holandesas (en amarillo). Hemos añadido el resto de China por entender que de haber tenido éxito el plan japonés, China hubiera quedado irremediablemente englobada en el bloque económico japonés o "Esfera de Coprosperidad" tal como con bastante fantasía la denominaban los políticos nipones. Para poner en perspectiva la producción hemos puesto la producción total mundial de la época en miles de toneladas: (5)

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Como se puede ver sin profundizar demasiado en las cifras los territorios controlados por el Japón (Corea y Manchuria) apenas bastaban para darle una cierta independencia y no total en mineral de hierro y carbón. En todos los demás minerales la dependencia del exterior era absoluta como ya hemos comentado en capítulos anteriores.

Ahora bién, ¿cual debía ser el resultado práctico de una guerra de conquista en el Sudeste asiático enfrentandose a las potencias occidentales? O sea, ¿como podríamos medir el grado de autosuficiencia económica alcanzado en esa guerra de conquista?

Para poder ilustrar mejor este punto hemos puesto en diversos colores el grado de autosuficiencia o dependencia del Japón en esta serie de materiales críticos consiguiendo la conquista de los territorios ambicionados. En verde oscuro hemos puesto los minerales en los que el Japón hubiera sido autosuficiente, en verde claro en los que se hubiera disminuído sensiblemente la dependencia del exterior y en naranja en los que el Japón seguiría siendo dependiente de las potencias occidentales.(6)

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En otras palabras, con los territorios conquistados el Japón sería plenamente autosuficiente en petróleo, carbón, mineral de hierro, bauxita, estaño y wolframio y caucho no incluído en las tablas y de vital importancia en la guerra moderna. Las Indias Orientales holandesas eran los mayores productores del mundo. En el caso del plomo, zinc y cromo la dependencia sería mucho menor acercándose a la autosuficiencia mientras que no se conseguiría apenas mejora en la dependencia del exterior en los casos del manganeso, cobre y níquel. No contemplados en la tabla hay dos metales para aleaciones de acero como el molibdeno y vanadio en los que la dependencia seguiría siendo total del exterior así como también el cadmio.

Además la conquista de territorios como la Indochina francesa o Filipinas proporcionaría recursos alimenticios extra que serían muy bienvenidos en especial arroz. Habría algo más de independencia en lo tocante a las fibras textiles excepto algodón aunque estos apartados eran de todos modos secundarios. Lo que primaba era el petróleo por encima de todo y algunos minerales más como la bauxita indispensable para la industria aeronáutica y otros metales para la industria.

Se habían realizado cálculos de los tiempos de explotación y transporte así como el flete marítimo asignado a la explotación de los nuevos recursos. Sin embargo el factor que apenas se había estudiado era la disposición de tecnología y su influencia en una economía y guerra moderna. Por otra parte aunque la flota mercante japonesa fuera de un tamaño considerable, tendría que atender múltiples compromisos tanto civiles como militares y además presentaba una cierta debilidad en buques tanque y cisterna esenciales para transportar grandes volúmenes de crudo desde Borneo al archipielago japonés. Ya veremos más tarde las implicaciones de estos optimistas cálculos.

En suma y ésta era la pregunta, ¿valía la pena arriesgarse a una guerra total por conseguir la cuasi-autosuficiencia económica? ¿O quizás existían posibilidades de que el conflicto se pudiera localizar a un enfrentamiento breve y aislado con las grandes potencias...?

Fuentes:
(1) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941 (pág. 162-163). Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(2) Ibid. (p. 176-193)
(3) Ibid. (p. 165-166)
(4) United States Strategic Bombing Survey Summary Report: Pacific War. Washington, D.C. 1 July 1946
(5) Tabla de elaboración propia a partir de las tablas estadísticas de la Sociedad de las Naciones.
(6) Estimación propia del grado de independencia japonesa en los minerales estudiados en (5)
Adjuntos
Japanese Purchase in Dutch Indies 1940.jpg
Production minerals Asia 1938.jpg
Autarky Japan.jpg

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Dom Dic 11, 2011 2:43 pm

Primeras dificultades con el flete marítimo

Mientras el debate entre el Ejército y la Marina proseguía durante 1941 sobre las consecuencias y posibilidades del "Avance hacia el Sur" o invasión de las Indias Orientales Holandesas las primeras consecuencias económicas comenzaron a notarse. El Japón en la época contaba con unas 5.4 millones de t de registro bruto de marina mercante en noviembre de 1940 y 6.0 millones en noviembre de 1941 incluídos todos los buques hasta 500 t. Ya la guerra en China había puesto en un brete la capacidad de esta flota al alejarla de sus tareas habituales para transportar tropas y suministros bélicos. (1)

El Ejército contaba con una cuota de aproximadamente 700.000 t para sus compromisos en China y Manchuria. La Marina a su vez contaba con una cuota parecida pero en los movimientos preliminares para atacar las Indias Holandesas y previsiblemente potencias occidentales había movilizado 600.000 t más y necesitaría al menos 1,8 millones de t más de flete para estar en completo estado de movilización y transportar y abastecer a la docena de divisiones que se juzgaba serían necesarias para dominar el Sudeste asiático y parte del Pacífico. Sin embargo como se juzgaba que entretanto era importante asegurar el dominio en Manchuria frente a la amenaza soviética, la mayor parte de estas fuerzas serían reemplazadas por nuevas divisiones e incluso reforzadas lo que auguraba la movilización de nada menos que 850.000 hombres mas.

Esto dejaba a tan sólo 2,3 millones de t para la economía civil, cifra absolutamente insuficiente y un 25% por debajo del nivel juzgado mínimo indispensable. Esta movilización parcial del flete mercante ya estaba afectando a la economía de manera patente como se evidenciaba en la caída de producción de acero y carbón entre 1940 y 1941. De esta manera la producción de acero iba a disminuir en un 10% en 1941 desde la producción de 5,9 millones de t en 1940 y la del carbón en un 5% respectivamente cuando el plan de movilización de materiales perseguía nada menos que un aumento del 10% como mínimo.(2) Además esta combinación de limitaciones en flete marítimo, reservas de divisas y dificultades para hacerse con materias primas importantes significaba entre otras cosas que no se podían importar fertilizantes en cantidad suficiente lo que conducía a una caída en las cosechas en el territorio metropolitano. La solución era importar arroz y otros cereales y productos alimenticios desde China, Corea o Formosa pero el escaso flete marítimo tenía que competir con las importaciones de otras materias primas necesitadas desesperadamente fuera petróleo, caucho, metales no ferrosos y metales para aleaciones de acero.(3)

El verano de 1941 y sus repercusiones económicas

El 22 de junio Alemania ataca a la Unión Soviética y con la invasión finaliza el tenue flujo de suministros que llegaba vía el Transiberiano al Japón. Las cantidades eran muy pequeñas pero incluían algunos productos imposibles de conseguir en otro sitio fuera maquinaria de precisión, maquinaria para refinerías y procesos químicos, aparatos ópticos o 1.700 t de aceros especiales.

Por si fuera poco el Ejército había hecho acopio de materiales durante la primera mitad de 1941. Estos materiales estaban enmascarados como necesarios para una ampliación de capacidad industrial de las acerías, fábricas y corporaciones controladas por el Ejército pero en realidad se trataba de tener stocks con vistas a una posible guerra contra la Unión Soviética. La diversión de recursos significaba que sería imposible conseguir la ampliación de capacidad productiva inicialmente planeada. Tengamos en cuenta que la mayor acería del Japón en Yawata estaba controlada por el Ejército.

En el mes de julio llegó la congelación norteamericana de activos japoneses en el exterior. Este embargo se producía después de una restricción cada vez mayor en los productos que EE.UU. exportaba al Japón. Además las Indias Orientales holandesas se negaban a plegarse a las demandas políticas y económicas japonesas restringiendo el volumen de exportaciones. El embargo norteamericano produjo un auténtico shock entre las autoridades japonesas y confirmaba que el aislamiento político y económico del Japón era casi total.(4)

Fuentes:
(1) United States Strategic Bombing Survey Summary Report: Pacific War. Washington, D.C. 1 July 1946
(2) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941 (pág. 193-213). Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(3) Alan S. Milward: War, Economy and Society 1939-1945.(p. 256-257) University of California Press 1979. (p. 165-166)
(4) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941 (pág. 237-239). Cornell Studies in Security Affairs 1987.

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La economía de guerra japonesa 1937-1945

Mensaje por Schwerpunkt » Dom Dic 18, 2011 11:17 pm

Retraso tecnológico del Japón de la época

El Japón de la época sufría un atraso tecnológico en muchos campos industriales fueran la química industrial, la industria petroquímica, metalurgia, electrónica, máquinas-herramienta así como investigación básica. Existían unos cuadros reducidos de mecánicos, ingenieros, técnicos para hacer funcionar una economía que preveía nada menos que tomar parte en una guerra mundial.

Las consecuencias eran la fabricación de maquinaria o productos industriales de una calidad en general inferior a la de sus oponentes angloamericanos así como una productividad en los sectores económicos muy inferior. La maquinaria, vehículos, aviones, aparatos radioeléctricos se componía en general de modelos copiados o comprados a la industria occidental y no se contaba con la base industrial y los cuadros técnicos suficientes para generar desarrollo y avance tecnológico en la cantidad y calidad requerida para el conflicto que comenzaba.

Las cifras prueban que la productividad en la industria aeronáutica japonesa vital para el esfuerzo bélico fueron de alrededor de un 25% de la industria aeronáutica estadounidense y un 50% de la alemana respectivamente.Los ingenieros japoneses habían realizado trabajos con empresas norteamericanas como Lockheed, Douglas, Curtis o Boeing y muchos de sus técnicos tenían títulos americanos pero el personal subalterno no contaba con tal alta cualificación y era difícil conseguir personal formado para operar las plantas. Faltaban en general cuadros medios del nivel tecnológico estadounidense, británico o germano. Las industrias de ingeniería no estaban todavía habituada al alto nivel de gestión productiva estadounidense ni sus proveedores a trabajar con criterios modernos. El Japón había realizado unos pasos de gigante en su crecimiento económico e industrial pero todavía estaba muy lejos de las potencias occidentales a pesar de los indudables progresos realizados. Muchos modelos de aviones, buques de guerra y algunos elementos bélicos eran excelentes pero se trataba en lo esencial de copias mejoradas de modelos occidentales. Otros muchos elementos como la artillería antiaérea o anticarro, equipo de campaña, armamento ligero y equipamiento radioelectrónico y logístico eran más bien rudimentarios (1)

Pero además la productividad en otros ramos industriales o en la minería era en general baja. La agricultura por ejemplo era desesperadamente intensiva en mano de obra, la productividad en la minería era bastante baja debido a la baja mecanización. Incluso apartados como la logística marítima adolecían de una baja productividad debido a falta de maquinaria moderna, falta de formación del personal y organización de las cargas y descargas.

La situación respecto a las máquinas-herramienta era en general mala: el Japón sólo era capaz de fabricar maquinaria para propósitos generales de calidad en general muy mediocre y con modelos que eran en general imitaciones de la maquinaria occidental. La maquinaria de precisión, aparatos ópticos, etc, tenía que ser importada de otros países con un gran dominio estadounidense en este apartado al ser cortados los suministros comerciales desde Alemania, Francia o Países Bajos. Si el Japón apenas tenía maquinaria para su propia economía podemos imaginar cual era la situación en sus territorios ocupados.


Estimación de la implicación económica en la decisión de comenzar la guerra contra EE.UU.: los casos del petróleo y el acero

Ya hemos visto como la invasión en julio de 1941 de la Indochina provocó la congelación de activos japoneses por parte de Estados Unidos, lo cual significaba que no se podrían realizar pagos desde cuentas japonesas en los Estados Unidos así como la casi total paralización del comercio en especial el petróleo. En la práctica y dado que estas medidas pronto fueron seguidas por el Imperio Británico y las colonias holandesas significaba la total congelación de activos japoneses en el extranjero así como el total aislamiento del Japón. El Japón hizo intentos de utilizar cuentas en Latinoamérica para comprar materias primas. Sin embargo estos intentos fueron desestimados por las autoridades norteamericanas y en cualquier caso no quedaba flete marítimo que pudiera ser dedicado a la importación de materias primas en gran cantidad. Los japoneses ya estaban movilizando un gran número de buques para el llamado “Avance hacia el Sur”, o como eufemísticamente se denominaba la invasión del Sudeste asiático. (2)

La negociación Nomura-Hull fue planteada por los japoneses desde el principio como una exigencia al reconocimiento del status quo alcanzado hasta la fecha: no habría retirada de la Indochina en tanto EE.UU. no reconociera la política japonesa en China, Manchukuo reconocido, lo que suponía el reconocimiento de la política de ocupación japonesa. El comercio debía ser restaurado igualmente con un nuevo tratado. A cambio los japoneses garantizaban la neutralidad de las Filipinas y la retirada de Indochina. La propuesta japonesa encalló casi inmediatamente con la negativa norteamericana.

Pero el congelamiento de los activos japoneses en el exterior junto a la casi suspensión del comercio con los Estados Unidos estaba teniendo un profundo efecto en la discusión estratégica japonesa. Estaba provocando que el Ejército reconociera que el principal adversario no era la Unión Soviética sino Estados Unidos. Además la división de Inteligencia del Estado Mayor predecía que pese a las victorias alemanas la URSS no se rendiría en 1941 y desde luego no para octubre que era la última fecha en la que se podía comenzar las operaciones militares en Siberia antes de que el crudo invierno de la zona las detuviera.

Por si fuera poco el Consejo de Planificación que durante todo 1940 y 1941 había advertido del desastre económico caso que hubiera un conflicto con las potencias occidentales ahora urgía a una acción rápida y decidida antes de que se terminaran los stocks de materias primas, en especial petróleo.

La Marina por su parte reportaba que sus stocks de combustibles líquidos disminuirían en 400.000 t por mes si no se comenzaban las hostilidades y de que los stocks durarían dos años a lo sumo. (3)

Tanto la Marina como el Consejo de Planificación comenzaron la estimación de cuanto durarían las reservas de petróleo caso que hubiera un conflicto con las potencias occidentales. En realidad ambos querían la confirmación de si era viable económicamente un conflicto con los Estados Unidos. Se realizó una estimación de los stocks de combustibles líquidos, su consumo y el volumen que se podría transportar desde las Indias Holandesas hasta el Japón para su refino. A continuación se estimaba el consumo y explotación a lo largo de varios años de conflicto como veremos en la tabla de abajo. Ambos estudios estaban realizados en fechas diferentes y la disparidad en las cifras obedece a la incertidumbre que uno y otro departamento tenían sobre las cifras reales así como el haberse realizado con tres meses de diferencia:

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Aunque las cifras de consumo son casi idénticas llama la atención el optimismo de la Marina respecto a la explotación de los recursos conquistados así como el aumento de la producción sintética. Aunque las estimaciones del Consejo de Planificación eran mucho más conservadoras, la conclusión era idéntica: el Japón podía ser autosuficiente si entraba en la guerra. Dos particularidades de importancia se encontraban detrás de la decisión japonesa de entrar en la guerra: la primera es que había que emprender la guerra de conquista inmediatamente antes de que el agotamiento de stocks de materias primas y recursos impidiera las operaciones militares a gran escala, en especial navales y aéreas. La segunda es que aunque se contaba con la rápida conquista de esos territorios debido a la debilidad de las fuerzas armadas enemigas, el conflicto prometía ser largo como la propia planificación económica sugería. No obstante se argumentaba que una vez las potencias occidentales hubieran sufrido unos golpes importantes y el Japón se encontrara parapetado detrás de un inmenso territorio y autosuficiente en materias primas el enemigo occidental desistiría de un conflicto demasiado prolongado.(4)

Mientras tanto continuaba la lucha entre el Ejército y la Marina para acceder al plan durante el mes de octubre de 1941. La Marina objetaba que necesitaría más acero para botar más buques de guerra y de carga para poder llevar a cabo una guerra básicamente marítima. El acero era el material que condicionaba absolutamente todo: la escasez de acero significaba que el Japón no podía invertir en un programa masivo de producción de combustibles sintéticos * ni podía botar más buques de guerra y mantener la economía a un nivel aceptable.

Además el Ejército tenía que reducir su apropiación de flete marítimo a la mitad (de 1.8 a 0.9 millones de t) Las cifras mostraban que si había pérdidas de flete marítimo altas la economía se deslizaría al desastre total.. El uso de tan sólo 2.5 millones de t de flete para la economía civil significaba que la producción de carbón, sal, fertilizantes, algodón y otros materiales críticos caería al 80% de la producción previa. Si se reducía aún más la cuota de flete marítimo a la economía el impacto crecería a escala geométrica –y más acero tendría que ser dedicado a la botadura de buques mercantes-

El precio a pagar para que la Marina accediera a la apuesta estratégica del “Avance hacia el Sur” o guerra contra las potencias occidentales era un aumento en las cuotas de acero otorgadas por el Consejo de Planificación. Esto sólo se podía conseguir a base de estrujar todavía más las cuotas de acero otorgadas a la economía civil y a que el Ejército accediera a un recorte en su cuota como veremos en la tabla de abajo.(5)

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Una vez conseguido el precio exigido en recursos la Marina apoyó pues el denominado plan del “Avance hacia el Sur” con las implicaciones militares y políticas que todos conocemos. Se comenzó la redacción de los planes operativos para la invasión de los objetivos previstos así como la neutralización de la flota estadounidense y la movilización de las fuerzas destinadas a tal fín incluyendo buena parte de la flota mercante japonesa. La maquinaria de guerra se había puesto pues en marcha…


Recapitulación sobre la decisión japonesa de entrar en guerra

No podemos pues el disminuir la importancia de la guerra en China en todo el proceso de decisiones estratégicas japonesas. Fue el hecho central en la formulación de una guerra de agresión a gran escala contra las potencias occidentales y la Unión Soviética. Tan sólo una serie de circunstancias que hemos explicado hicieron que se decidiera que el enemigo fundamental eran los Estados Unidos. En julio de 1937 Japón pensaba que se podía resolver su presencia en China con tres divisiones y el gasto de 100 millones de yenes. En la primavera de 1938 ya se había visto forzado a movilizar veinte divisiones más y gastar 2.500 millones de yenes. Los años siguientes trajeron una escalada aún mayor en la movilización y gasto militar en este amplio teatro de guerra en donde las gigantestas dimensiones de este teatro de guerra impidieron que las fuerzas japonesas sobreextendidas y diluídas pudieran dar el golpe de gracia para acabar con su enemigo. El gigantesco gasto militar generado por la aventura bélica en China no sólo arruinó al Japón sino que lo hizo aún más dependiente de las potencias occidentales de lo que era anteriormente al acometer una tremenda expansión de las fuerzas armadas. Los ambiciosos planes de expansión económica e industrial se estrellaron contra la realidad de intentar ampliar la base industrial y la expansión de las fuerzas armadas a la vez. Cada servicio libró una guerra por su cuenta luchando ferozmente por las cuotas de productos y suministros industriales e intentando acaparar el máximo de capacidad industrial, flete marítimo, suministros, materias primas y puntos de producción. Esta lucha intestina no sólo saboteó de manera invisible los intentos de convertir al Japón en potencia industrial sino que provocaron la catástrofe en la política exterior del país y en última instancia lo lanzaron a una guerra mundial como agresor. La larga etapa como agresor en diversos conflictos internacionales pero escapando relativamente impune de los mismos convenció a sus líderes que podían tensar la cuerda al máximo permitiéndose apuestas estratégicas cada vez más arriesgadas. La mera conquista y posesión de recursos naturales convenció a los organizadores de una de las guerras de agresión mayores de la Historia que podría garantizar la victoria de una potencia industrial mucho más débil.

La explotación de Manchuria y otros territorios ocupados fue en líneas generales una decepción frente a la inversión realizada. Unos 500.000 colonos japoneses fueron reasentados allí entre 1931-1945 pero la producción de carbón, hierro, acero y aluminio así como la de combustibles sintéticos fue muy modesta. En realidad el problema fundamental que los líderes japoneses no quisieron o no supieron ver es que era necesaria una inversión gigantesca en bienes de capital que el Japón no podía permitirse sin ninguna cesión o tregua en la imparable carrera armamentística provocada por la invasión de China.(6) En última instancia un razonamiento sesgado subyacía detrás de la decisión de emprender la guerra total en el Pacífico y Sudeste asiático: la mera conquista de los recursos naturales no garantizaba su explotación, transporte y transformación como los militares japoneses descubrirían con amargura en la Guerra del Pacífico.

La guerra en China provocó una espiral ascendente de gasto bélico que en la práctica arruinó al Japón. Peor que el perjuicio económico fue la distorsión en el pensamiento estratégico de su élite política y militar que emprendieron una huída hacia adelante con muy pocos medios económicos y materiales fiandolo todo a una gigantesca apuesta al todo o nada.

El 7 de diciembre de 1941 el Japón entra en guerra contra los Estados Unidos, el Imperio Británico y las colonias holandesas. La suerte estaba echada...


Fuentes:
(1) United States Strategic Bombing Survey Summary Report: Pacific War. Washington, D.C. 1 July 1946
(2) Michael A. Barnhart: Japan prepares for Total War: The Search for Economic Security, 1919-1941 (pág. 232-233). Cornell Studies in Security Affairs 1987.
(3) Ibid (p. 239)
(4) Ibid (p. 261)
(5) Ibid (p. 257-259)
(6) http://www.historyorb.com/asia/japan_ec ... sion.shtml" onclick="window.open(this.href);return false;

Nota: (*) Comentado anteriormente. Cito textualmente: "En octubre de 1941 mientras se realizaban las deliberaciones que concluirían en el comienzo de la guerra del Pacífico el Consejo de Planificación calculó los siguientes consumos durante al menos tres años para llegar a la producción de las 5.2 millones de t de carburantes juzgadas necesarias para la autosuficiencia total:

- 2.25 millones de t de acero
- 30 millones de t de carbón
- 1.000 t de cobalto
- 3.800 millones de ¥
- 380.000 trabajadores adicionales

¡ En otras palabras el Japón necesitaba la mitad de su producción anual de acero, más de la mitad de carbón y una inversión colosal para ser autosuficiente en petróleo !"
Adjuntos
Changes steel allocation Japan 1941-1942.jpg
Previsiones stocks petróleo Japón para la guerra.jpg

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