La economía de guerra japonesa 1937-1945
Publicado: Mar Oct 25, 2011 12:08 am
Introducción
La historia del Japón y sus gobernantes desde la restauración de la Era Meiji en 1868 hasta la guerra del Pacífico discurre alrededor del intento de convertir al Japón, a la sazón un estado medieval en una potencia mundial. La política primigenia de los estadistas japoneses fue devolver al país su soberanía política coartada por las potencias occidentales y en lo económico crear una moderna industria así como restaurar el antiguo sistema de aranceles y barreras a la penetración comercial occidental. En lo político la restauración de la soberanía implicaba la abolición del sistema de taifas medieval así como la instauración de un sistema legal y político nacional capaz de gestionar un ejército y marina modernos apoyados por recursos e industria a la altura de ese tamaño.
Desde finales del siglo XIX el Japón comenzó una época de expansión en Extremo Oriente. Primero fue una guerra contra China por el control de Corea en 1894-1895. La victoria sobre el exangüe imperio chino proporcionó la plataforma sobre la que se iniciaría la política agresiva y expansionista japonesa que se afianzó con la victoria sobre el imperio zarista en 1904-1905. La victoria permitió consolidar la presencia japonesa sobre Corea así como el sur de Manchuria. Ambas aventuras bélicas reforzaron la creencia de que una fuerza militar bien entrenada, dirigida y con una voluntad de hierro podían imponerse a potencias mayores.
La I Guerra Mundial tuvo por el contrario consecuencias paradójicas para el Japón. Por un lado había sido aliado de las potencias vencedoras lo que le permitió hacerse con colonias alemanas como Shantung en China o las Islas Carolinas en el Pacífico pero por otra parte el desenlace de la guerra precipitó una serie de preocupaciones sobre la suerte de un país económicamente vulnerable como el Japón. Muchos oficiales japoneses concluyeron que aunque un país dispusiera de fuerzas armadas fuertes y bien entrenadas, podía ser derrotado si no contaba con los recursos para librar una guerra prolongada y una base industrial importante. Este había sido a su juicio el destino de la Alemania imperial guillermina, un país que pese a su ingente capacidad militar había sido derrotada por no contar con los recursos para ser autosuficiente. La conclusión era pues evidente, cualquier país que no contara con recursos propios para abastecer a una industria y fuerzas armadas de gran calado no sería verdaderamente independiente y estaría al albur de las presiones económicas de otras potencias. El corolario era por tanto que el control de un área geográfica que dispusiera de todos los recursos era imprescindible para esa nación desde petróleo, mineral de hierro hasta algodón.
En las siguientes aportaciones veremos la repercusión económica de todas estas reflexiones como el hilo conductor de la política japonesa, como se intentó por todos los medios el control y formación de un área geográfica que convirtiera en autosuficiente al Japón. El interés de este hilo no es tanto el resultado político y la planificación de una guerra de agresión y conquista como el aspecto económico de la misma. Veremos como el intento de expandir de forma colosal la producción industrial del Japón fracasó desde la invasión de China en 1937. El intento de convertir al Japón en nación autosuficiente mediante la victoria en China no sólo fracasó sino que tuvo el efecto paradójico de convertir al Japón en más dependiente de las potencias occidentales de lo que lo era al principio. Para escapar a este dilema los políticos y militares japoneses decidieron aliarse con la Alemania nazi e iniciar un avance –denominado de manera eufemística- hacia Indochina y las Indias Orientales donde ellos creían residía la autosuficiencia y que terminaría desencadenando la terrible guerra que destruiría al país.
El propósito de este artículo es ver la evolución de la economía japonesa en los años 1937-1941 cuando el país se enfangó en el conflicto chino y de 1941-1945 cuando entró en una guerra total contra las potencias occidentales y las razones últimas económicas del fracaso de tal política.
El Japón era debido a la pobreza de su subsuelo y agricultura una nación completamente dependiente de la importación de materias primas así como máquinas-herramienta y tecnología de las naciones occidentales –que controlaban gran parte de Asia- para su desarrollo industrial y económico.
Es importante entender que la economía japonesa antes de la aventura china era la de una pequeña potencia que se estaba recuperando de la Crisis de 1929 que había sido devastadora para una economía muy centrada en la exportación de bienes intensivos en mano de obra como materias textiles. El Japón importaba una gran cantidad de algodón –una buena parte de él norteamericano- que era hilado, tejido y procesado y posteriormente reexportado en forma de producto elaborado. Con esta y otras exportaciones el Japón de la época obtenía las divisas que le permitían adquirir el petróleo, chatarra para fundición de hierro, maquinaria y un sinfín de materias primas y semielaboradas para su industria.
En posteriores contribuciones –si mi escaso tiempo no lo impide- veremos la evolución de estas fluctuaciones económicas así como su implicación en la II Guerra Mundial. Distinguiremos dos períodos, el de la Guerra contra China en 1937-1941 y el del conflicto global cuando esta guerra se solapó con la Guerra del Pacífico contra EE.UU. y el Reino Unido
La historia del Japón y sus gobernantes desde la restauración de la Era Meiji en 1868 hasta la guerra del Pacífico discurre alrededor del intento de convertir al Japón, a la sazón un estado medieval en una potencia mundial. La política primigenia de los estadistas japoneses fue devolver al país su soberanía política coartada por las potencias occidentales y en lo económico crear una moderna industria así como restaurar el antiguo sistema de aranceles y barreras a la penetración comercial occidental. En lo político la restauración de la soberanía implicaba la abolición del sistema de taifas medieval así como la instauración de un sistema legal y político nacional capaz de gestionar un ejército y marina modernos apoyados por recursos e industria a la altura de ese tamaño.
Desde finales del siglo XIX el Japón comenzó una época de expansión en Extremo Oriente. Primero fue una guerra contra China por el control de Corea en 1894-1895. La victoria sobre el exangüe imperio chino proporcionó la plataforma sobre la que se iniciaría la política agresiva y expansionista japonesa que se afianzó con la victoria sobre el imperio zarista en 1904-1905. La victoria permitió consolidar la presencia japonesa sobre Corea así como el sur de Manchuria. Ambas aventuras bélicas reforzaron la creencia de que una fuerza militar bien entrenada, dirigida y con una voluntad de hierro podían imponerse a potencias mayores.
La I Guerra Mundial tuvo por el contrario consecuencias paradójicas para el Japón. Por un lado había sido aliado de las potencias vencedoras lo que le permitió hacerse con colonias alemanas como Shantung en China o las Islas Carolinas en el Pacífico pero por otra parte el desenlace de la guerra precipitó una serie de preocupaciones sobre la suerte de un país económicamente vulnerable como el Japón. Muchos oficiales japoneses concluyeron que aunque un país dispusiera de fuerzas armadas fuertes y bien entrenadas, podía ser derrotado si no contaba con los recursos para librar una guerra prolongada y una base industrial importante. Este había sido a su juicio el destino de la Alemania imperial guillermina, un país que pese a su ingente capacidad militar había sido derrotada por no contar con los recursos para ser autosuficiente. La conclusión era pues evidente, cualquier país que no contara con recursos propios para abastecer a una industria y fuerzas armadas de gran calado no sería verdaderamente independiente y estaría al albur de las presiones económicas de otras potencias. El corolario era por tanto que el control de un área geográfica que dispusiera de todos los recursos era imprescindible para esa nación desde petróleo, mineral de hierro hasta algodón.
En las siguientes aportaciones veremos la repercusión económica de todas estas reflexiones como el hilo conductor de la política japonesa, como se intentó por todos los medios el control y formación de un área geográfica que convirtiera en autosuficiente al Japón. El interés de este hilo no es tanto el resultado político y la planificación de una guerra de agresión y conquista como el aspecto económico de la misma. Veremos como el intento de expandir de forma colosal la producción industrial del Japón fracasó desde la invasión de China en 1937. El intento de convertir al Japón en nación autosuficiente mediante la victoria en China no sólo fracasó sino que tuvo el efecto paradójico de convertir al Japón en más dependiente de las potencias occidentales de lo que lo era al principio. Para escapar a este dilema los políticos y militares japoneses decidieron aliarse con la Alemania nazi e iniciar un avance –denominado de manera eufemística- hacia Indochina y las Indias Orientales donde ellos creían residía la autosuficiencia y que terminaría desencadenando la terrible guerra que destruiría al país.
El propósito de este artículo es ver la evolución de la economía japonesa en los años 1937-1941 cuando el país se enfangó en el conflicto chino y de 1941-1945 cuando entró en una guerra total contra las potencias occidentales y las razones últimas económicas del fracaso de tal política.
El Japón era debido a la pobreza de su subsuelo y agricultura una nación completamente dependiente de la importación de materias primas así como máquinas-herramienta y tecnología de las naciones occidentales –que controlaban gran parte de Asia- para su desarrollo industrial y económico.
Es importante entender que la economía japonesa antes de la aventura china era la de una pequeña potencia que se estaba recuperando de la Crisis de 1929 que había sido devastadora para una economía muy centrada en la exportación de bienes intensivos en mano de obra como materias textiles. El Japón importaba una gran cantidad de algodón –una buena parte de él norteamericano- que era hilado, tejido y procesado y posteriormente reexportado en forma de producto elaborado. Con esta y otras exportaciones el Japón de la época obtenía las divisas que le permitían adquirir el petróleo, chatarra para fundición de hierro, maquinaria y un sinfín de materias primas y semielaboradas para su industria.
En posteriores contribuciones –si mi escaso tiempo no lo impide- veremos la evolución de estas fluctuaciones económicas así como su implicación en la II Guerra Mundial. Distinguiremos dos períodos, el de la Guerra contra China en 1937-1941 y el del conflicto global cuando esta guerra se solapó con la Guerra del Pacífico contra EE.UU. y el Reino Unido