Grandes y costosas instalaciones deportivas
El Dr. Karl Ritter von Halt, en el discurso de la ceremonia de Apertura.
Si en Los Angeles se creía haber llegado a cotas imposibles de superar, Berlín es la demostración de que siempre puede haber un mejor. Los alemanes construyen una villa o pueblo olímpico en Doberitz, a diez kilómetros de la capital, incomparablemente mejor que la de 1932. Ciento cincuenta casitas, la mayoría de dos plantas con dieciséis a veinticuatro camas cada una, entre bosques, jardines y lagos, formando una auténtica ciudad con su hospital, biblioteca, teatro-cine, correos, teléfonos, tiendas de artículos varios, sucursales bancarias, cocinas y restaurantes donde se prepara a cada equipo los platos de su país, gimnasios, saunas, piscina y pistas de entrenamiento acogen a los deportivos huéspedes.
La mayoría de las instalaciones para las competencias están hubicadas en un complejo deportivo denominado Reichssportfeld. Este comprende el Deutch Kampfban (Estado olímpico), construido en el mismo lugar donde estuvo emplazado el de Grunewald, donde debían celebrarse los juegos de 1916. Tiene una capacidad de ciento diez mil espectadores en sus setenta y una localidades divididas en dos anfiteatros, uno superior y uno inferior. Todas las localidades son descubiertas excepto las dedicadas a los periodistas. posee una pista de 400 metros para carreras, otras para saltos y lanzamientos y un campo de fútbol, constituyendo una de las instalaciones deportivas mejor dotadas del mundo.
El estadio equestre, situado en el ángulo sudoeste de dicho complejo, tiene 60 metros por 20 , con una tribuna capaz para siete mil espectadores. El estadio de natación o piscina olímpica en la parte trasera del gran estadio, posee una piscina de 50 metros por 20 y otra de 20 por 20 con una magnífica torre para saltos de trampolín y palanca. A las dos tribunas laterales capaces para diez mil espectadores pueden adjudicárseles dos auxiliares que elevan la capacidad a dieciocho mil. También el complejo cuenta con un teatro de la naturaleza llamado Dietrich - Eckart, al aire libre, con capacidad para veinte mil espectadores sentados, en donde están programadas las pruebas gimnásticas.
La más ancha instalación es la Explanada de Fiestas, donde además de darse exhibiciones gimnásticas será disputado el campameonato de polo. Su pista de hierba tiene unas proporciones de 375 metros por 250 y su tribuna capaz de albergar veinte mil espectadores. En el centro de la misma se alza la Fuhrerturm, torre de 76 metros y medio, en lo alto de la cual se ha colocado una campana de catorce toneladas que lleva la inscripción: "Ich rufe Jugen der Welt" (Llamo a la juventud del mundo). Es el símbolo de la Olimpíada. Quedan además fuera del recinto del reichssportfeld los campos de tiro de Wannesee, donde se dispone de ciento cincuenta blancos de tiro y el recinto náutico de Grunau para las pruebas de remo y canotaje, donde en tres edificios pueden acomodarse más de trescientas embarcaciones y en cuyas tribunas a lo largo de ambas orillas pueden caber cuarenta mil espectadores.
Las únicas competencias que no se celebran en Berlín son los de Yatching o vela. Por ellas se han escogido las radas de la ciudad de Kiel en el mar Báltico. las de yolas en la rada interior y las demás en la exterior. En verano todo estará a punto para la gran Olimpíada alemana, pero antes falta el "ensayo general" de la organización nazi. Y este se lleva a cabo con ocasión de los IV Juegos de Invierno.
Cuando éstos son otorgados a la hermosa estación invernal de los Alpes Bávaros de Garmisch - Partenkirchen (GAPA), como se la denomina para abreviar, ya se supone que éstos tendrán un gran éxito, pues la situación geográfica del lugar deja entrever gran número de participantes y visitantes. Llegado el momento, y al igual que para Berlín, los alemnes no escatiman nada para darles el esplendor que merecen y mostrar al mundo el pujante poder de su régimen nacionalsocialista.
Se construyen unas instalaciones de las más dotadas mundialmente. El estadio olímpico de hielo artificial con capacidad para quince mil opersonas, donde se disputarán las competencias de hockey y patinaje artístico, el estadio olímpico de esquí, donde se levantan dos trampolines para saltos, el mayor con una torre de 43 metros de altura y el trecho de impulso de 70 metros de longitud, con capacidad en su explanada para unos doscientos mil espectadores y en donde además de los saltos se celebrarán las ceremonias de apertura y clausura. La pista de bobs de magnífico trazado y complicadas curvas al lado de los helados lagos de Riessersee, donde en sus superficios se disputarán las carreras de patinaje de velocidad y las pruebas de curling. Las pistas para las combinadas alpinas en la falda del monte Kreuzeck, cerca de Hausberg. Todas éstas junto a una enorme sala de fiestas donde día y noche se darán recepciones y banquetes, forman el conjunto de nuevas instalaciones.
La organización como alemana que es, ha de ser perfecta para que los Juegos se desarrollen sin ningún obstáculo. Todo está previsto, hasta la falta de nieve en cuyo defecto sería traída en trenes especiales. Sin embargo, la semana anterior a los Juegos, una impertinente lluvia hace peligrar las previsiones. El agua caída destruye el hielo de la pista de bobs y de los lagos Riessersee ocacionando la imposibilidad de entrenamiento de los corredores de velocidad, así como los de bobs, aunque algunos de éstos últimos optan por irse a la cercana Saint Moritz a proseguir su puesta a punto. Al estadio de hielo artificial, la inundación lo deja inservible unos días paralizando a jugadores de hockey y participantes en patinaje artístico. Pero los organizadores no se arredran y después de volver a ponerlo en condiciones conciben un plan de entrenamientos en los pocos días que faltan, que va desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche, bajo los focos, dividiendo a los participantes en grupos a cada uno de los cuales se les da sólo media hora. Esta se sortea y a quien le toca mala, al siguiente día se la dan buena.
Sonja Henie dijo adiós para pasarse al profesionalismo, pero antes se llevó su tercera medalla de oro consecutiva. Aquí felicitada por el Fuhrer.
Abajo con su porte de campeona.
La pareja alemana Maxie Herber-Ernst Baier, grandes triunfadores en patinaje artístico.
Birger Ruud inicia uno de los saltos con los que renovará su título.
Erik August Larsson, el sueco vencedor de los 18 km.
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