Entorno del caso Eichmann

Los juicios de Núremberg, las nuevas fronteras

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27Pulqui
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Entorno del caso Eichmann

Mensaje por 27Pulqui » Mar Jun 08, 2010 3:51 pm

1. Introducción

La captura clandestina en 1960 de Adolf Eichmann en la Argentina trajo consecuencias en el plano internacional. En primer lugar alteró el amistoso vínculo argentino-israelí forjado desde el origen del Estado de Israel, para luego convertirse en un conflicto múltiple en el que intervinieron los intereses de los bloques políticos del momento, dos cuestiones a tratar en el hilo. La conexión de estos hechos con la Segunda Guerra Mundial está implícita en el personaje, Eichmann fue el responsable de implementar la llamada solución final de la cuestión judía. Además de ello, el tema puede abordarse en relación con la Segunda Guerra Mundial en función de algunas derivaciones de la conflagración, es por eso que desde el título se intenta sugerir las particularidades que giran en derredor de la guerra y el genocidio: la fundación del Estado judío en Palestina, las secuelas de las tensiones entre los Estados Unidos y la Argentina debido al no alineamiento del país platense, el establecimiento del lazo argentino-israelí como ramificación de lo anterior, y la llegada a la Argentina de criminales de guerra y más en general de nazis.

La propuesta puede resultar amplia, conllevando una apertura de tópicos quizás excesiva. A fin de evitar la dispersión y para mantener la unidad del texto trataré de enfocar el tema, principalmente, en base al personaje y los efectos de la IIGM. Entre las lecturas seleccionadas se destaca el libro Argentina, Israel y los judíos de Raanan Rein, que es la fuente principal junto con el artículo de Ignacio Klich publicado en la compilación Sobre nazis y nazismo en la cultura argentina. Los trabajos de Jackisch, Meding y Schneppen complementan la información respecto del ingreso de Eichmann y de otros fugitivos en la Argentina. La obra de Lanús agrega factores del conflicto en Naciones Unidas. El otro artículo de Klich confirma la interpretación de Rein acerca del inicio de la relación bilateral argentino-israelí.

Fuentes:

Jackisch, Carlota, “Cuantificación de criminales de guerra según fuentes argentinas”, en Informe 1999 de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA).

Klich, Ignacio, “El primer acuerdo comercial argentino-israelí: consideraciones políticas y económicas”, en Desarrollo Económico, Buenos Aires, IDES, nº 145, Abril-Junio 1997, pp. 117-120.

Klich, Ignacio, “A cuatro décadas de la captura de un austríaco de Linz en la Argentina. Reflejos del caso Eichmann en memorias, testimonios y el periodismo argentino u otros”, en Ignacio Klich (compilador), Sobre nazis y nazismo en la cultura argentina, Maryland, Hispamérica – Latin American Studies Center, 2002, pp. 177-251.

Lanús, Juan Archibaldo, De Chapultepec al Beagle. Política exterior argentina, 1945-1980, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986, Tomo II, pp. 100-103.

Meding, Holger, Las rutas de los nazis en tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé, 1999, pp. 295-300, 387-391.

Rein, Raanan, Argentina, Israel y los judíos. De la partición de Palestina al caso Eichmann (1947-1962), 2da edición, Buenos Aires, Lumiere, 2007, pp. 60-61, 107-111, 210-237.

Schneppen, Heinz, “De todas las Odessas, aquella de Perón”, en Ignacio Klich y Cristian Buchrucker (compiladores), Argentina y la Europa del nazismo. Sus secuelas, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pp. 183-245.


Imagen
Adolf Eichmann, ejecutor macabro del Holocausto
y protagonista involuntario de una crisis diplomática.

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Continúa, próximo capítulo: Orígenes de las relaciones argentino-israelíes.
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Mensaje por 27Pulqui » Mié Jun 09, 2010 3:44 pm

2. Orígenes de las relaciones argentino-israelíes

Durante las dos primeras presidencias de Perón (1946-1952 y 1952-1955), las relaciones con el Medio Oriente se expandieron a niveles nunca alcanzados por las administraciones anteriores. A mediados de 1947 ya se habían establecido vínculos con los principales países árabes. Pese a la actitud inicial de no apoyar el plan de partición de Palestina en Naciones Unidas (ONU) y con ello el establecimiento de un Estado hebreo, eventualmente llegaría a existir una relación provechosa con Israel también.

En el seno de la ONU, durante el estudio de la creación del Estado judío, la delegación argentina estuvo envuelta en un enfrentamiento interno entre las posiciones prosionista y proárabe. En la práctica, la Argentina se abstuvo en la votación que se realizó el 25 de noviembre de 1947 en la comisión ad-hoc, posición que mantuvo el 29 de noviembre en la Asamblea General. Esta actitud fue interpretada de diversas maneras por diferentes observadores. Algunos la vieron como una expresión de hostilidad hacia los judíos, característica de un régimen fascista, dictada por los elementos nacionalistas de la coalición peronista y la alianza del gobierno con la Iglesia católica. Otros la atribuyeron a un éxito del sector projudío en la representación argentina, ya que al abstenerse en la votación el embajador en la ONU no se había opuesto al plan de partición de Palestina. Más que por la ideología o los méritos de las causas árabe y sionista, la abstención argentina había estado determinada por las repercusiones que su actitud pudiera tener en Washington y en Londres, y en forma secundaria por el equilibrio que procuraba mantener Perón respecto de las colectividades árabe y judía en el país, bastante similares en número y peso económico.

Tras reconocer al Estado hebreo de jure en febrero de 1949, el gobierno peronista entabló relación con éste tres meses después. La Argentina fue el primer país de América Latina en abrir una representación diplomática en Israel. El ministro Pablo Manguel, miembro de la comunidad judía más importante de Latinoamérica y uno de los integrantes del pequeño grupo de judíos peronistas, necesitó del firme apoyo de Perón y Eva Perón para superar los obstáculos en el país y en el exterior para su nombramiento. El contacto directo de Manguel con la Casa de Gobierno sería un componente de la buena relación bilateral. Perón y Evita participarían, ocasionalmente de modo personal, en la administración de las relaciones con Israel.

A lo largo de los diez años que estuvo en la presidencia, el líder populista hizo numerosos esfuerzos para librarse del estigma nazi-fascista que cargaban él y su gobierno. El presidente comprendía muy bien que sus intentos por captar la buena disposición de la colectividad judía local dependía de los lazos con Israel, más aun, estaba convencido de que una buena relación con el joven Estado hebreo contribuiría a su vez a mejorar la relación con los Estados Unidos. Con tal propósito ejecutó todo tipo de acciones para entablar buenas relaciones con la comunidad judía local y con el Estado de Israel. El objetivo principal de esta política era ganar simpatías en los judíos estadounidenses con la esperanza de que éstos pudieran modificar la orientación de la opinión pública y de los dirigentes encargados de la política exterior de los Estados Unidos respecto de la Argentina. Si bien de manera exagerada, Perón compartía la opinión generalizada de la poderosa influencia de la comunidad judía en los medios de comunicación, los círculos políticos y el ambiente sindical del país del norte *.

Aunque cimentada por una razón estratégica, la pareja Perón cultivó una cálida amistad con Jerusalén. La diplomacia israelí conseguiría sacar ventajas de las dificultades del gobierno peronista en su relación con Washington, más adelante veremos que el factor estadounidense también estaría en la política hacia Israel de otra administración platense. Simultáneamente con lo expuesto, Argentina recibía emigrantes europeos, algunos de ellos buscaban escapar de la justicia. A continuación trataremos la responsabilidad del gobierno peronista en la llegada de criminales comprobados o presuntos.

* En el tema Perón, Braden y el Foreign Office hay información sobre la campaña anti-Perón de Braden y la instrumentación en los Estados Unidos del supuesto carácter nazi y antisemita de Perón, en especial en el capítulo 4. Braden señala al enemigo.

Continúa, próximo capítulo: La Argentina, ¿“paraíso de fugitivos nazis”?.
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Mensaje por 27Pulqui » Jue Jun 10, 2010 3:21 pm

3. La Argentina, ¿“paraíso de fugitivos nazis”?

Rein responde la cuestión desde cuatro puntos de partida pertenecientes al consenso académico. El primero es que la Argentina de aquellos días, al igual que otros países, quería fomentar la inmigración de científicos, ingenieros, técnicos y expertos militares capacitados en Alemania y que trabajaron allí hasta 1945, para que pudieran aportar a los programas de desarrollo y la industrialización del país. El más prominente de los científicos emigrados fue Kurt Tank. Otros comenzaron a trabajar en diversas universidades; en la de Tucumán, por ejemplo, un tercio del cuerpo docente durante los años cincuenta era de origen alemán.

En segundo lugar hay que tomar en cuenta que no se trató de una política clara y coherente, dictada por el gobierno nacional, sino de visados expedidos por cónsules y oficiales de migraciones siguiendo criterios variopintos, con decisiones adoptadas en un nivel inferior o a cambio de cohecho en sumas variables. El cónsul argentino en Barcelona, por ejemplo, lucró con la venta de pasaportes argentinos a agentes alemanes después de terminada la guerra.

En tercer lugar, muchos de los alemanes llegaron al país platense con identidades y documentos falsos, que les fueron suministrados por personal jerárquico de la Iglesia católica en el Viejo Continente, fue el más visible el Rector del Colegio Teutónico Pontificio de Roma, el obispo germano Alois Hudal, o emitidos sin control por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Asimismo, varias organizaciones internacionales presionaron a las autoridades argentinas para que aceptaran a determinados emigrantes, aunque fueran partidarios de Hitler, con el pretexto de que sus vidas corrían peligro en caso de permanecer en Europa Oriental y Central, al alcance de las tropas de ocupación del Ejército Rojo. Al menos a partir de 1947 en las esferas de Washington había un mayor interés en la rehabilitación de Europa y en frenar la amenaza comunista que en localizar criminales de guerra y colaboradores con el nazismo. El cuarto y último punto es que ya en el siglo XIX, las elites argentinas habían expresado su preferencia por los inmigrantes del norte de Europa. Desde este punto de vista, por lo menos, puede verse una mayor tendencia a la continuidad que al cambio en la política inmigratoria argentina de los siglos XIX y XX.

Compartiendo las premisas anteriores, Klich sostiene que a falta de estudios comparativos no debería calificarse a la Argentina como el santuario predilecto de los criminales de guerra y colaboracionistas. En la cadena de complicidades, la Argentina fue un eslabón más y probablemente no el más importante, sin negar por ello la responsabilidad por no haber tomado los recaudos para impedir el ingreso de dichos personajes.

Schneppen le dedica un buen espacio a un libro ubicado fuera del campo académico que insiste en equiparar a Perón con los dirigentes fascistas de Europa, imagen del líder populista con gran difusión en la prensa. Así, Perón aparece, en los hechos, como un agente nazi durante la guerra, y luego al frente de un entramado que ayudaba a prófugos de la justicia. Schneppen refuta la versión que ubica a Perón en la jefatura de una “Odessa”, concediendo que en relación a los criminales de guerra su gobierno puede ser calificado como políticamente negligente y moralmente indiferente.

Meding, otro autor que comparte esta perspectiva, afirma que la mayoría de las rutas de escape y emigración que tenían por destino los puertos de ultramar resultaron de la improvisación y fueron recorridas de manera individual. En total, la afluencia de individuos de origen alemán alcanzó la cifra de treinta mil a cuarenta mil personas en la era de Perón. Se calcula que dos tercios de ese total provenían de territorios ocupados por el Ejército Rojo. El uno o dos por ciento de ese círculo de personas había llegado por motivos políticos elementales; gira alrededor de unas 50 personas el número de los que no podían contar con la clemencia ni de los tribunales aliados ni más adelante de los de Alemania Federal y que tenían que ocultarse de por vida; Eichmann pertenece a la última categoría. En el próximo capítulo nos dedicaremos a la estancia en la Argentina del ex oficial de las SS, reforzando, además, conceptos ya expuestos.


Imagen
Guiado por consideraciones prácticas y no por afinidades
ideológicas con el nazismo, sin embargo, al gobierno de Juan Perón
le caben responsabilidades por la admisiòn de numerosos criminales.

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Continúa, próximo capítulo: Eichmann, de 1950 a 1960.

Nota: editado a los pocos días para una corrección de forma en el 4to párrafo.
Última edición por 27Pulqui el Sab Jul 03, 2010 11:11 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por 27Pulqui » Vie Jun 11, 2010 3:35 pm

4. Eichmann, de 1950 a 1960

De acuerdo con la documentación argentina, Adolf Eichmann ingresó al país el 14 de julio de 1950 proveniente de Génova, habiendo viajado a bordo del vapor Giovanna C, con pasaporte otorgado por el Comité Internacional de la Cruz Roja a nombre de Ricardo Klement. El documento en cuestión fue visado por el Consulado General de Argentina en Génova el 14 de junio de 1950. El aserto de que Eichmann es un beneficiario de una red de salvamento de criminales orquestada por el gobierno argentino carece de solidez. Según dicha versión, desprovista de probanza, Eichmann habría llegado por el canal del germano-argentino Horst Carlos Fuldner, quien se habría encargado de poner a salvo a criminales, localizando a nazis ocultos para trasladarlos a ultramar con el respaldo del gobierno argentino y la complicidad del Vaticano.

En realidad, la misión de Fuldner en Europa encomendada por la Fuerza Aérea Argentina para el reclutamiento de mano de obra especializada, útil para el desarrollo de la industria aeronáutica y de armamentos, transcurrió de diciembre de 1947 a octubre de 1948. Fuldner era un hombre de confianza para los alemanes, encargado de facilitarles la salida cumplió un rol importante en vista de la imposibilidad de la emigración legal de Alemania hasta 1949, la tarea del enviado consistía en asegurar el traslado de los expertos. La misión de Fuldner en Europa concluyó casi dos años antes del viaje al Plata de Eichmann, quien abandonó su escondite en la campiña de Lueneburg recién en 1950. Las fechas tornan algo poco probable un contacto entre el operador de la “solución final” y el germano-argentino.

Resulta más plausible la explicación de Schneppen: aquellos de la condición del perpetrador del genocidio probablemente habían cambiado más de una vez de identidad. En 1945, Vera Eichmann había intentado legalizar la presunta partida de defunción de su esposo en Praga. Para llegar al puerto de salida era conveniente moverse con un nombre falso, y ya desembarcados aunque hubieran usado su verdadera identidad, ésta no le habría dicho nada al receptor argentino, en los primeros años de la posguerra eran escasos, incluso en Alemania, quienes estaban familiarizados con tales personajes, hasta con los más conocidos.

Menos distante de la certeza se puede decir que el contacto personal de Fuldner con Eichmann ocurrió en la Argentina, en donde a mediados de 1950 Fuldner fundó la Compañía Argentina para Proyectos y Realizaciones Industriales (CAPRI), bajo la jurisdicción de la empresa estatal Agua y Energía Eléctrica. Por su origen, CAPRI, firma dedicada a estudios hidrológicos y proyectos aplicados a la generación de electricidad, funcionaba como una agencia del Estado habilitada para las actividades de los expertos alemanes. En el personal había emigrados de alta calificación, algunos habían ocupado cargos en el aparato estatal del Reich, por ejemplo el ingeniero Fritz Küper había sido inspector de obras públicas en el Ministerio de Transporte y desde 1942 director del organismo para la planificación de la ampliación del puerto de Nuremberg, y el ingeniero doctor Sterzinger hacia el fin de la guerra había desempeñado el cargo de comisario para las centrales eléctricas.

A poco de arribar al país, el poco calificado Eichmann integró la plantilla de CAPRI y fue asignado a la delegación Río Potrero en la Provincia de Tucumán. Allí tuvo que aprender el nuevo oficio y llegó a encargarse de tareas de campo en los estudios geológicos y la medición de caudales de las corrientes de agua. Después de la llegada de su familia al Plata, el 30 de abril de 1953 dejó la compañía para radicarse en la Provincia de Buenos Aires, en donde trabajó en la Fábrica Metalúrgica Efeve. Todavía bajo la identidad Ricardo Klement, al sorprenderlo el comando israelí en 1960, Eichmann trabajaba en la planta de la Mercedes Benz. Algunas versiones indican que hacia fines de 1959 debía sentirse bastante seguro, al punto de no ocultar su verdadero nombre. La vida modesta que llevaba el ex oficial de las SS con su familia en un suburbio bonaerense sugiere que estaba lejos de ser un protegido de una organización poderosa. Al igual que otros emigrados, criminales o no, Eichmann era un trabajador de "cuello blanco" o de "cuello azul" de empresas alemanas que buscaban mano de obra disciplinada con perfecto alemán y aceptable castellano.

Continúa, próximo capítulo: Un conflicto de principios.

Nota: editado el 18/6/10 para enmendar el 4to párrafo en atención al comentario de José Luis siguiente a este mensaje.
Última edición por 27Pulqui el Vie Jun 18, 2010 10:42 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por José Luis » Vie Jun 11, 2010 7:02 pm

¡Hola a todos!

Estimado 27Pulqui,

El hecho de que Eichmann emigrara a Argentina en el verano de 1950 no descarta, por esa sola razón (fechas), el que estuviera involucrado Fuldner. Según Cesarani, el certificado de identidad de Eichmann fue expedido el 2 de junio de 1948 en Termeno (norte de Italia), con el número 131 y a nombre de Ricardo Klement. Según este autor, parece que Fuldner fue clave en el asunto. El permiso de desembarque de Eichmann también fue expedido en 1948; su número de expediente de inmigración era 231489/48, con validez para dos años (David Cesarini, Becoming Eichmann: Rethinking the Life, Crimes, and Trial of a "Desk Murderer". Da Capo Press, 2007, p. 208).

Por supuesto, yo no estoy tomando partido a favor o en contra de la participación de Fuldner en el caso Eichmann (no tengo elementos de juicio suficientes para hacerlo), sólo indico que la fecha de su viaje a Argentina (1950) no excluye por sí sola la posibilidad de que Fuldner estuviese involucrado con el papeleo de Eichmann en 1948.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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Mensaje por 27Pulqui » Sab Jun 12, 2010 8:36 pm

Estimado José Luis:

Interesante aporte. Por el año del libro de Cesarini supongo que no hay mención de su estudio en el artículo de Schneppen, la publicación más reciente de las escogidas como fuentes. El artículo de Schneppen es una fusión traducida al castellano de dos capítulos de un libro publicado en alemán en 2007. Por eso, vuelvo a suponer, no hay alusión a los documentos que presenta Cesarini de 1948. Los otros trabajos son anteriores, y no conozco estudios argentinos que mencionen el permiso de libre desembarco de 1948. Me da la impresión que Cesarini tuvo acceso a algún repositorio al que no llegaron los demás, o bien es material desclasificado recientemente.

Claro es que nadie trataría de demostrar que Fuldner no tuvo contacto personal o por terceros con Eichmann durante su misión en Europa. En realidad debería demostrarse que sí lo tuvo, si es que se trata de ponerlo en relación con alguna hipótesis, algo que entiendo no estás diciendo, sino dando un buen aporte que agradezco con interés. Me gustaría retomar la cuestión al finalizar el texto, quedan cinco mensajes y pienso terminarlos antes del próximo fin de semana (si es que me lo permite la aspiradora del Mundial :) ).

Saludos para todos.
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Mensaje por 27Pulqui » Dom Jun 13, 2010 4:40 pm

5. Un conflicto de principios

El 22 de mayo de 1960, un comando del Mosad consumó la operación subrepticia mediante el arribo a Tel Aviv del avión con Eichmann a bordo. En Israel gobernaba David Ben Gurion, del laborismo. El Primer Ministro, sin recurrir a una decisión colectiva del gabinete, en nombre propio había aprobado el secuestro al jefe del Mosad. Por la sensibilidad diplomática que implicaba actuar ilegalmente en un país amigo los participantes en la operación fueron considerados “voluntarios”. El 23, Ben Gurion presentó la novedad en una sesión del parlamento israelí sin mencionar el país involucrado, simplemente Eichmann había sido localizado y transportado a Israel para ser juzgado conforme a las leyes israelíes. Para desagrado del gobierno de Ben Gurion, ciertos pormenores trascendieron por la prensa internacional y el día 26 empezó a ser mencionada la Argentina.

El embajador israelí en Buenos Aires, Arie Levavi, reconoció en su testimonio a Rein que debido a la cercana huida de Josef Mengele de la Argentina, mientras se tramitaba un pedido de extradición de Alemania Federal, se había desechado la vía legal para Eichmann. Algunas versiones periodísticas le imputan lenidad -si no complicidad- al gobierno argentino en el episodio Mengele. Conviene aclarar que corresponde a la presidencia de Arturo Frondizi, un protagonista al que luego volveremos.

A fin de abreviar no detallaré la frecuente negativa a conceder extradiciones por otros países latinoamericanos y Estados Unidos, sin embargo, es oportuno mencionar que -según Schneppen- Mengele era un personaje con fluidos contactos con Alemania, desde donde le habría llegado el alerta antes del pedido de extradición. Mientras se cumplían los pasos burocrático-judiciales, Alemania Federal aprovechaba para completar la documentación (con cierta morosidad del Estado alemán, según otras versiones). Klich coincide en que los meses del trámite hasta la resolución favorable por el gobierno argentino fueron necesarios para perfeccionar la documentación exigida por Buenos Aires. Sea como fuere el caso Mengele, con dicho antecedente y las denegatorias de extradición de otros requeridos desde países de Europa, el Primer Ministro Ben Gurion decidió que el criterio moral e histórico, tal como él lo interpretaba, era primordial, por consiguiente autorizó el secuestro y traslado de Eichmann para someterlo a juicio.

En la Argentina Frondizi presidía un gobierno inestable. Entre 1955 y 1973 se alternaron dictaduras militares y semidemocracias restringidas por las Fuerzas Armadas, con el peronismo prohibido, o semilegalizado en el mejor de los casos, y su líder Perón en el exilio. Arturo Frondizi había llegado a la presidencia en 1958 después de imponerse en elecciones con el peronismo proscripto, al frente de una amplia coalición que incluía a sectores del nacionalismo católico, de importancia para el tema, pues ocuparon puestos políticos y jerárquicos en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Divulgada la noticia por la prensa, la cancillería argentina le solicitó a Levavi una explicación. En su primera respuesta el embajador alegó desconocimiento, pero al poco tiempo el gobierno israelí por medio de una carta le informó a Buenos Aires que Eichmann, con su consentimiento, había sido llevado a Israel por “voluntarios” luego de haber sido identificado. A la vez agregaba una disculpa por el accionar de los supuestos voluntarios. El contenido, inadmisible para los propios funcionarios de la embajada de Israel, no satisfizo al gobierno argentino, que, en una misiva enérgica, demandó la restitución inmediata de Eichmann, en términos de ultimátum “antes del fin de la semana corriente” y el castigo de los responsables por la violación de su soberanía nacional.

Levavi, ya antes de la respuesta argentina, le había aconsejado a Ben Gurion el envío de una carta personal a Frondizi, en lenguaje menos formal y con un estilo más elevado. El Primer Ministro aceptó el consejo, en tono cordial le pedió comprensión a Frondizi, presentando el asunto como un acto de justicia suprema que no debía afectar las amistosas relaciones entre los dos países. Frondizi contestó que comprendía los sentimientos del pueblo judío ante los graves hechos que se imputaban a Eichmann, pero insistió en la demanda de que fuera devuelto y que Israel solicitara que se le diera curso a la extradición en el marco de los acuerdos legales existentes.

Detrás del choque de principios comenzó a tejerse la trama política. En función de sus necesidades, los protagonistas fueron buscando una solución a la coyuntura; el presidente argentino pronto se encontraría en una posición delicada.


Imagen
De indudables credenciales contrarias al
antisemitismo, al Presidente Arturo Frondizi
le tocó afrontar el affaire Eichmann.

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Continúa, próximo capítulo: El juego político.

Nota: editado a la brevedad para enmendar un error en el 3er. párrafo y hacer una correcciòn de estilo en el 2do.
Última edición por 27Pulqui el Lun Jun 14, 2010 10:45 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por 27Pulqui » Lun Jun 14, 2010 4:52 pm

6. El juego político

Frondizi años más tarde dijo haberse encontrado atenazado por presiones contradictorias, algunos querían sustraerse de la reclamación pues implicaba la defensa de Eichmann, y otros pretendían transformar al problema en una persecución contra los judíos. Según Rein, el Presidente no quería la campaña antisemita que intentaban promover los nacionalistas de derecha, entre ellos los de la cancillería. En esta versión, Frondizi no estaba predispuesto a la ruptura de relaciones con el Estado de Israel. No obstante, para mantener una posición algo rígida, convocó a su embajador el 11 de junio “para consultas”.

También Ben Gurion se veía sometido a las presiones y no quería arriesgar las relaciones que su país había logrado entablar con la Argentina. Al mismo tiempo no dudaba que había hecho lo correcto para llevar a juicio a Eichmann en Israel. El 12 de junio recibió el pleno apoyo del gabinete y de la presidencia y la comisión de relaciones exteriores del parlamento. Un aspecto a considerar en el frente interno en relación a la captura es si, al hacerla propia, Ben Gurion buscaba aplacar las críticas que venía haciéndole la derecha desde el acuerdo de reparaciones alemanas.

La diáspora judía ofreció diversas respuestas. A fin de menguar el daño a Israel y a la diáspora causado por el secuestro y los múltiples interrogantes que ello suscitaba, se dio un debate al interior de la comunidad judía internacional. Nahum Goldmann, presidente del Congreso Judío Mundial y de la Organización Sionista Mundial (ligada al gobierno israelí), sugirió conformar un tribunal integrado por magistrados de los países de los ciudadanos victimizados por Eichmann. Esta opinión probablemente hubiera contribuido a capitalizar el sesgo internacional del proceso en pro de la reducción del peligro de la judeofobia en la Argentina y otros países.

Si bien la corte de la propuesta de Goldmann habría estado presidida por un israelí, y hasta podría haberse realizado en Israel, Ben Gurion la rechazó de plano. Dicho tribunal supondría la participación de Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Polonia, Unión Soviética y Yugoslavia. No fue la determinación de Ben Gurion de mantenerse en su trece lo que debilitó la propuesta, por lo menos no fue el motivo más importante, ya que entró en el tablero la guerra fría: los países del bloque comunista podrían haber utilizado el tribunal internacional para ventilar la incorporación de nazis de ayer en la lucha anticomunista de entonces, pasando por alto el reclutamiento soviético de los despojos científicos y técnicos del Tercer Reich como parte del programa Osavakim.

Por su parte, la conducción del American Jewish Committe (AJC), institución de orígenes asionistas con operaciones en la Argentina desde la década de 1940, se sentía incómoda, al igual que otras instituciones hebreas, respecto de la captura y ciertas implicancias de un juicio israelí. A instancias de la AJC, Ben Gurion debió aclarar a favor de la judeidad de la diáspora que Israel no pretendía convertirse en portavoz de todo judío del mundo.

Varios intermediarios ofrecieron sus servicios para acercar a las partes. El gobierno francés actuó en el marco de las visitas ya programadas de Frondizi y Ben Gurion. Llegó a preverse un encuentro de los dos mandatarios bajo el auspicio de Charles de Gaulle, pero se frustró la iniciativa ante la persistencia de ambas posiciones. El representante uruguayo en la ONU, Enrique Rodríguez Fabregat, puso su residencia a disposición de Golda Meir, a la sazón canciller israelí, y de Mario Amadeo, el embajador argentino en Naciones Unidas. Con la participación del uruguayo, el 14 de junio se buscaron soluciones conciliadoras. Amadeo estaba dispuesto a aceptar la devolución de Eichmann a la embajada argentina en Tel Aviv, desde donde esperaría que algún foro internacional resolviera el asunto. La propuesta fue categóricamente rechazada por Meir, para quien la entrega sólo podía ser un gesto por unos pocos momentos, con la garantía de devolución inmediata para la intervención de la Corte Internacional de Justicia en la determinación de dónde juzgar a Eichmann. Amadeo rechazó la contraoferta con la consecuente terminación de las negociaciones. Al día siguiente, aprovechando la membresía temporaria en el Consejo de Seguridad, la Argentina presentó la queja formal.

Continúa, próximo capítulo: La definición en la ONU.
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Mensaje por José Luis » Lun Jun 14, 2010 5:33 pm

¡Hola a todos!
27Pulqui escribió: Un aspecto a considerar en el frente interno en relación a la captura es si, al hacerla propia, Ben Gurion buscaba aplacar las críticas que venía haciéndole la derecha desde el acuerdo de reparaciones alemanas.
Sin interrumpir la narración, comentar que fue en 1951 cuando se fundó la Conferencia sobre Reclamaciones Materiales Judías Contra Alemania (Conference on Jewish Material Claims Against Germany). El fundador y primer presidente fue el Dr. Nahum Goldmann, quien al año siguiente, tras haberse establecido los primeros acuerdos de compensación entre la Conferencia y el estado de Israel con Alemania del Oeste, recibió una carta del premier israelí, David Ben-Gurion, en la que le comentaba:

"Por primera vez en la historia del pueblo judío, oprimido y saqueado durante cientos de años...el opresor y saqueador ha tenido que devolver algo del botín y pagar compensación colectiva por parte de las pérdidas materiales."*

Para más detalles, véase Gideon Taylor, Greg Schneider y Saul Kagan, "The Claims Conference and the Historic Jewish Efforts for Holocaust-Related Compensation and Restitution", en Carla Ferstman et al, Reparations for Victims of Genocide, War Crimes and Crimes against Humanity (Leinden & Boston: Martinus Nijhoff Publishers, 2009), pp. 103-104. * “For the first time in the history of the Jewish people, oppressed and plundered for hundreds of years … the oppressor and plunderer has had to hand back some of the spoil and pay collective compensation for part of the material losses.”

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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Mensaje por 27Pulqui » Mar Jun 15, 2010 2:44 pm

7. La definición en la ONU

Según Levavi, una fuente judía cercana a Frondizi le había anticipado que el jefe de Estado esperaba diluir el asunto en Naciones Unidas. Para un ex funcionario argentino, la reacción del Presidente fue favorable al reclamo nacionalista. Klich adhiere a la última interpretación, pero agrega que luego procuró cerrar el conflicto con cierta dosis de dignidad en una resolución del Consejo. El embajador Amadeo no reunía los antecedentes más adecuados, por el contrario, potenciaba el talón de Aquiles argentino. Enrolado en el nacionalismo católico, Amadeo fue partidario del Eje en la Segunda Guerra y acusado en el Libro Azul de Braden. El delegado pensaba que el Consejo de Seguridad era la llave para la toma de una medida ejemplarizadora contra la acción israelí. Presuntamente, Frondizi respetaba los conocimientos jurídicos de Amadeo, por ese motivo le confió la dirección.

El debate en el Consejo comenzó el 22 de junio. Amadeo, luego de una detallada exposición, introdujo un proyecto de resolución con dos puntos: (1) declarar que el hecho no podía repetirse por haber puesto en peligro la paz y seguridad mundial, y (2) que Israel proceda a una adecuada reparación. Un tema presentado por Amadeo había sido la admisión de los refugiados, concluyendo que los acusadores de la supuesta laxitud argentina se habían beneficiado de ella, en una aseveración poco feliz que englobaba a las víctimas con los victimarios. Expresado por Amadeo, esto reavivó las sospechas de su pasado antisemita y por añadidura la percepción de la Argentina como santuario descollante de criminales de guerra.

Meir participó en el foro sin voto pero con voz. En la sesión siguiente replicó los argumentos del delegado argentino. Consideró inaceptable la igualación de los refugiados. En referencia a la captura pidió que se considerara el caso Eichmann de carácter excepcional por tratarse de un genocidio, y negó la violación de la soberanía argentina de acuerdo con la versión de los activistas voluntarios. El representante de los Estados Unidos matizó el proyecto con dos puntos favorables a Israel, los que fueron aceptados por Amadeo. El delegado tunecino recordó que Israel no existía durante los crímenes que se le imputaban a Eichmann por sus acciones en Polonia y otros países, por lo cual el Estado hebreo se basaba en un precepto inquietante que extendía la soberanía en tiempo y espacio, diseminando los gérmenes de la discordia en el campo internacional. El representante soviético le preguntó a Amadeo si la Argentina mantenía la exigencia de la entrega de Eichmann. En una respuesta evasiva Amadeo dijo que su delegación no le proporcionaba a otro miembro del Consejo interpretaciones acerca de la resolución que adoptase el cuerpo.

Argentina no participó en la votación, la que arrojó ocho votos a favor del proyecto con las enmiendas estadounidenses, ningún voto en contra y las abstenciones de la Unión Soviética y Polonia. Esta última se había ofrecido entre los mediadores con una actitud comprensiva con la queja argentina, pero en la votación acompañó a la URSS. El voto a favor de Estados Unidos no trasluce el pedido inicial de Eisenhower para que se difiriese la sesión del Consejo y el apoyo anglo-norteamericano a modificaciones de la propuesta argentina y el poderío en alza del lobby proisraelí en los Estados Unidos. Al respecto de esto último, un estudio sobre la prensa norteamericana muestra la tendencia favorable a la Argentina al dispararse la crisis y el vuelco a la posición proisraelí a medida que avanzaba la misma.

La repercusión en la delegación platense no fue uniforme. Amadeo no quedó complacido con la resolución. Para otros funcionarios la gestión fue un éxito en vista de la debilidad de los soportes israelíes para evitar la sesión, o cuando Meir cuestionó la jurisdicción del Consejo. Frondizi, en una conferencia de prensa en París, se mostró favorablemente impresionado por el resultado. En Israel fue recibida como un triunfo moral. Meir le agradeció a los Estados Unidos su postura en el debate, en tanto Ben Gurion manifestó en La Haya que el aspecto más importante de la decisión, desde su punto de vista, era que no obligaba a devolver a Eichmann a la Argentina.


Imagen
David Ben Gurion dio la luz verde al Mosad.
El Consejo de Seguridad censuró el secuestro.

Fuente: http://www.mkm-haifa.co.il/schools/bgur ... _david.jpg" onclick="window.open(this.href);return false;

Continúa, próximo capítulo: La solución y el factor estadounidense.
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Mensaje por 27Pulqui » Mié Jun 16, 2010 3:08 pm

8. La solución y el factor estadounidense

El 28 de junio, el gobierno argentino cursó un pedido oficial a su par israelí para que éste aclarara que medidas se adoptarían para dar cumplimiento a la resolución del Consejo. En respuesta recibió el contenido de las cartas anteriores más testimonios contra Eichmann y propuestas de diferentes formas de disculpas con una posible visita de Golda Meir a Buenos Aires. Amadeo no pensaba ceder en sus aspiraciones, pretendía algo más que las manifestaciones de pesar israelí, en tanto el Ministerio de Relaciones Exteriores continuaba reclamando la devolución de Eichmann. De manera más realista Frondizi encauzó el cierre del conflicto, aunque para ello el 22 de julio declaró persona no grata al embajador Levavi ante las insuficientes demostraciones que repetía Israel. Según Rein, por las presiones que sufría, Frondizi con la expulsión del embajador dio un paso inevitable, pero tampoco avanzó más allá.

Una ruptura de relaciones con Argentina ponía en riesgo el vínculo de Israel con América Latina. Llegados a este punto, el gobierno de Ben Gurion se dirigió al Departamento de Estado solicitando a los norteamericanos que intercedieran para ponerle fin a la crisis diplomática entre Jerusalén y Buenos Aires. No fue necesaria la intervención estadounidense directa, a principios de agosto ya se había despejado el camino para la reconciliación, en parte por la persistente falta de unidad de la cancillería argentina para enfrentar el problema. El sector moderado operó para ponerle fin a la tensión y la salida del embajador Levavi fue la medida necesaria para luego normalizar las relaciones bilaterales. No hubo negociación sino movimientos de la parte argentina, a Israel le alcanzó con apenas modificar la versión de los voluntarios.

El 3 de agosto, una comunicación presentada simultáneamente en Buenos Aires y Jerusalén daba cuenta de la finalización de la crisis diplomática con una disculpa del Estado hebreo por los actos de nacionales israelíes en desmedro de la soberanía argentina. Sin embargo, se necesitaría más tiempo para superar los sentimientos desatados en diversos planos por el conflicto de intereses argentino-israelíes. Entre tanto, se descartó la visita de Meir dado el escaso lapso transcurrido desde la crisis, quedó sin ratificación un tratado de extradición (irónicamente firmado días antes del secuestro de Eichmann) y se canceló la posibilidad de abrir una ruta de la aerolínea El Al al país con la comunidad judía más grande de Latinoamérica.

Rein sostiene que los gobiernos argentinos manejaron sus relaciones con Israel, en gran medida, por la aspiración de estrechar los lazos políticos y económicos con Estados Unidos. No fue exclusividad de Perón la creencia del factor mágico para mejorar la imagen argentina ante la opinión pública norteamericana, también Frondizi cayó en la idea exagerada, si no completamente infundada, de la importancia del Estado de Israel en relación a los Estados Unidos. En el caso de Frondizi, en materia polìtica, el margen de libertad para definir el lazo con Cuba, y con ello la autonomía en asuntos exteriores, provocaba roces con Estados Unidos. En el rubro económico, el gobierno argentino procuraba el desarrollo con la radicación de inversiones extranjeras, en especial en materia petrolera. Desde la persepctiva platense, la relación con Israel podía ayudar a la anhelada buena imagen argentina en el país del norte.

Klich, al igual que Rein, encuentra plausible el testimonio de un funcionario de la cancillería que trabajó en la reconciliación: la voluntad argentina de poner fin rápidamente a la crisis entraba en contacto con la expansión de la guerra fría en América Latina y la pertenencia mutua con Israel al campo anticomunista. Sin embargo, no concuerda en el mismo grado respecto de la importancia del factor norteamericano en la solución. Al respecto, sugiere algunos vacíos a explicar en la secuencia de los hechos y menciona una visión retrospectiva norteamericana que ubica a mediados de 1960 el inicio del deterioro de las relaciones con el gobierno de Frondizi.

Continúa, próximo y último capítulo: Epílogo.
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Mensaje por 27Pulqui » Vie Jun 18, 2010 11:03 pm

9. Epílogo

Los sinsabores sufridos por Israel en el Consejo de Seguridad fueron levemente compensados con las modificaciones de la propuesta argentina, que suavizaron la posición inicial de Amadeo. Aun así, las potencias cercanas a Israel, concretamente Estados Unidos y Gran Bretaña, censuraron la operación subrepticia. El tiempo demostró que Israel había comprendido la oposición internacional a los secuestros, y el Estado hebreo evitó repetirlos en Argentina y demás países. No obstante, es legítimo suponer que hubo un cambio en los métodos ilegales en vista del asesinato en febrero de 1965 en Montevideo de Herbet Cukurs, acusado de ser verdugo en el ghetto de Riga.

Las palabras del delegado de Túnez en el Consejo parecen tener por fondo el conflicto árabe-israelí. Con las primeras noticias del secuestro de Eichmann, la prensa árabe reflejó la hostilidad hacia el “enemigo sionista”. Un aspecto a tener en cuenta es la presencia de alemanes en la industria bélica árabe, quizás algunos de ellos susceptibles de una captura ilegal de haber sido convalidado el acto del Mosad.

El embajador Amadeo no fue la mejor carta argentina en el Consejo. Una figura con mejores antecedentes y de rango similar al de la canciller Meir le hubiera dado otro peso a la representación argentina. En esta materia Frondizi repitió algunos errores de Perón, debido a las alianzas tejidas en sus gobiernos ganaron espacios personajes de pasado gris o más oscuro. Según el primer canciller de Frondizi, la relevancia concedida a Amadeo en el debate en el Consejo se debe a presiones de los militares. El factor castrense merece varias consideraciones, las he dejado a propósito para el final.

En la presidencia de Frondizi el ambiente militar empezó a tomar contacto con la represión de la guerrilla y la subversión interna. En 1958, los asesores franceses describieron en la Argentina su experiencia en Indochina y las nuevas teorías en la lucha contra la guerrilla subversiva. Esto muestra que hay que leer con sumo cuidado las versiones que buscan en los ex nazis recibidos por la Argentina en la temprana posguerra la causa de los métodos criminales de la dictadura de los años setenta. Pero aun si tuviera algún asidero dicho vínculo, debe tomarse en cuenta otro aspecto, no fue en la Argentina donde los nazis adquirieron semejante importancia. Al finalizar la Segunda Guerra, Francia admitió (según el historiador Ronald Newton) a 14.000 veteranos de las SS, muchos fueron destinados al derroche de sangre en el sudeste asiático. A la vez, la apreciable cantidad de ex miembros de las SS reclutados por Francia muestra la poca solidez de las versiones que presentan, sin comparación alguna, a Argentina como el más importante receptor de nazis.

El Presidente Frondizi salió debilitado del incidente Eichmann. El malestar castrense puede verse en un frustrado golpe durante la crisis. Sin embargo, Frondizi caería en 1962 por razones más fuertes. En política exterior el factor principal de la inquietud militar sería el contacto con Cuba, en especial una entrevista del presidente con Ernesto Guevara. En cuanto a la política nacional, aquí estaría el motivo más relevante, la cuestión peronista sería decisiva. En la semidemocracia bajo control militar, Frondizi intentó incorporar al principal partido, hasta entonces excluido del sistema político. En 1962, la victoria electoral de los candidatos peronistas a gobernador en las principales provincias movilizó un golpe militar, que luego fue encauzado en una salida institucional tutelada por las Fuerza Armadas. Frondizi gobernó ensombrecido por la figura de Perón, y la salida forzada se debe en gran medida a que su fuerza política no derrotó a los seguidores del líder populista. A modo de símbolo, el caso Eichmann afrontado por Frondizi pertenece al legado de Perón.


Imagen
Pese al rictus exagerado en Perón, la tapa de la revista Time
tiene un acierto, Frondizi no pudo resolver el problema peronista.

Fuente: http://www.coverbrowser.com/image/time/2041-1.jpg" onclick="window.open(this.href);return false;

Fin.

Volviendo al dato aportado por José Luis, aviso que cambié en el mensaje del capítulo 4 la parte que decía “A lo más, el contacto Fuldner-Eichmann ocurrió en la Argentina…” por “Menos distante de la certeza se puede decir que el contacto personal de Fuldner con Eichmann ocurrió en la Argentina…”. La acertada intervención del compañero me recordó los cuidados que deben guardarse en la redacción, aun cuando se trata de abreviar, para no dar a entender algo distinto de lo que se quiere presentar. Dejo para otro mensaje la respuesta al asunto del papeleo de Eichmann y otras consideraciones.
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Mensaje por 27Pulqui » Dom Jun 27, 2010 5:27 pm

Quedaba pendiente la respuesta sobre el papeleo de Eichmann. Hace más o menos diez día le pregunté por privado a José Luis si el autor David Cesarini había tomado la información de un libro de Uki Goñi. El compañero tuvo la deferencia de contestarme al instante, así que la demora corre por mi cuenta pero debido a que intenté hallar más elementos.

En este hilo, el 5to párrafo del capítulo 3 comienza diciendo “Schneppen le dedica un buen espacio a un libro ubicado fuera del campo académico…”; precisamente se trata del libro de Uki Goñi, cuya primera versión (publicada en 2002 en inglés) es The Real Odessa: How Perón Brougth the Nazi War Criminals to Argentina. El historiador Heinz Schneppen disecciona algunos errores de calibre grueso de la primera versión y la compara con una posterior publicada en alemán en 2006. Por mi parte revisé la última edición publicada en Argentina (aclaro que ya había visto hace unos años la primera edición argentina).

En opinión de Schneppen, también de otros académicos, Goñi no consigue demostrar el vínculo directo entre Perón y el ingreso de criminales. Es cierto que trata de establecerlo por medio de Fuldner, el supuesto salvador de criminales de guerra hoy muy renombrados, pero es a Perón a quien Goñi dirige las acusaciones sobre la base del nazismo y antisemitismo que le imputa reiteradamente a lo largo del volumen. Goñi persiste en una caracterización que atrasa cuarenta años, propia de las luchas políticas de aquella época, que nadie (o de seguro casi nadie) valida hoy en el campo académico. Es por dicha interpretación monocausal y vetusta que hay que tomar con pinzas las afirmaciones de Goñi, incluso hay que ser muy cuidadoso antes de dar por ciertos a los documentos. No tengo elementos para analizar el papeleo de Eichmann, pero del trabajo anterior de Goñi conocido en inglés por Perón and the Nazis, en Argentina intitulado Perón y los alemanes, puedo decir, por ejemplo, que repite falsificaciones que han sido rechazadas por la historiografía científica (como una falsa proclama del GOU) y que deforma los estudios de otros investigadores para demostrar el nazismo y antisemitismo que cree hallar en Perón. Por lo tanto, soy de la idea de tomar con sumo cuidado sus libros. No sé si Cesarini valida por alguna razón interesante las afirmaciones de Goñi o si las repite acríticamente, así que no diré nada en este sentido.

En cuanto al permiso de libre desembarco datado en 1948, Goñi dice haberse documentado de la lista de pasajeros del barco (cita el material hallado por él en el archivo de la Dirección General de Migraciones). Se lo imputa a Fuldner, lo cual está muy lejos de demostrar. Es más, está muy lejos de demostrar que las actividades de Fuldner en Europa tuvieron por finalidad rescatar a criminales de la talla de Eichmann (dicho sea al paso, Eichmann era un desconocido en 1948, la relevancia que hoy tiene se debe al juicio de la década de 1960). Dedido a las deformaciones groseras en el primer libro, este autor me despierta gran desconfianza. Prefiero esperar que otro investigador llegue a dicha lista, que haga la valoración de las fechas, la vigencia del permiso del libre desembarco y si acaso no fue necesario renovarlo antes del viaje de Eichmann de 1950 y después de la partida de Fuldner de Europa (según entiendo, esos permisos necesitaban renovarse con cierta frecuencia).

Una autora se acerca a la línea de las imputaciones a Fuldner, pero lo hace con muchas precauciones. En el informe de la CEANA, Beatriz Gurevich señala evidencias para hipotetizar sobre el rol de Fuldner (y otros) en el refugio a criminales de guerra, pero no avanza más allá y, sobre todo, no cae en las acusaciones infundadas a Perón. Por último, como no lo dije en el resumen cuando presenté a Meding dentro del consenso historiográfico, conviene agregar aquí que Meding encuentra en Perón la voluntad de salvar a perseguidos por la justicia de los aliados, pero no por el supuesto nazismo y antisemitismo del personaje sino porque -de acuerdo con Meding- él suponía que había una persecución de los vencedores sobre los vencidos, interpretación no exclusiva de Perón, por ejemplo el jurista alemán Hans Kelsen, de convicciones liberales, hizo una severa crítica al tribunal de Nuremberg porque –a su parecer- se trataba de la continuación de las hostilidades, inspiradas en deseo de venganza, pero bajo forma en apariencias judiciales.
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Mensaje por 27Pulqui » Mié Jun 30, 2010 12:52 am

Por si no he sido claro, un par de notas sobre mi mensaje anterior:
27Pulqui escribió:En opinión de Schneppen, también de otros académicos, Goñi no consigue demostrar el vínculo directo entre Perón y el ingreso de criminales. Es cierto que trata de establecerlo por medio de Fuldner, el supuesto salvador de criminales de guerra hoy muy renombrados, pero es a Perón a quien Goñi dirige las acusaciones sobre la base del nazismo y antisemitismo que le imputa reiteradamente a lo largo del volumen.
Schneppen da cuenta de la intención de Goñi que yo remarco, pero omití que en relación a Fuldner opina que dicho autor por la falta de pruebas "asombrosamente no puede nombrar a deudor concreto alguno" de las gestiones en Europa a favor de los que (supuestamente) le "deben" la vida al enviado. Por lo tanto, Goñi sólo presenta presunciones sobre el quehacer de Fuldner y su "organización" o supuestos hechos insustanciados
27Pulqui escribió:Por último, como no lo dije en el resumen cuando presenté a Meding dentro del consenso historiográfico, conviene agregar aquí que Meding encuentra en Perón la voluntad de salvar a perseguidos por la justicia de los aliados...
No lo había mencionado por razón de espacio y porque en ese capítulo preferí enfatizar el consenso académico. Sería un poco largo desmenuzar cómo argumenta Meding su aserto, no obstante quiero decir que en mi opinión lo hace con referencias de tercera mano, por eso no me resulta convincente.

Queda planteado el tema, quizás demasiado amplio tal como lo imaginé en la introducción, pero con el deseo que sea interesante.
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Mensaje por Audie Murphy » Lun Ene 17, 2011 11:33 pm

27Pulqui escribió:9. Epílogo
El tiempo demostró que Israel había comprendido la oposición internacional a los secuestros, y el Estado hebreo evitó repetirlos en Argentina y demás países. No obstante, es legítimo suponer que hubo un cambio en los métodos ilegales en vista del asesinato en febrero de 1965 en Montevideo de Herbet Cukurs, acusado de ser verdugo en el ghetto de Riga.
Documental

Cazadores de Nazis: 1- Herbert Cukurs
http://www.documaniatv.com/historia/caz ... 732d1.html


Herbert Cukurs es un oficial de las Fuerzas Aéreas letonas y el piloto más famoso de su país. Pero, tras la invasión nazi, se une a los fascistas y se gana el sobrenombre de verdugo de Riga. El sádico Cukurs arrebata bebés de las manos de sus madres, prende fuego a sinagogas abarrotadas de gente, y es responsable de la exterminación de 30.000 judíos de Letonia. Veinte años después, Cukurs lleva una vida tranquila en São Paulo (Brasil), hasta que la unidad de eliminación del servicio secreto israelí consigue localizarlo. En una de las misiones más audaces de su historia, los agentes del Mosad deciden ejecutar a Cukurs sin un juicio público, enviando así el mensaje a todos los criminales de guerra nazis del mundo de que deben temer por sus vidas.
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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