El Presidente Perón era ODESSA.

Los juicios de Núremberg, las nuevas fronteras

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El Presidente Perón era ODESSA.

Mensaje por Blue_Max » Dom Abr 08, 2007 10:40 pm

Estimados compañeros,

El texto que a continuación transcribo es un estracto (realmente es la práctica totalidad) de un artículo publicado en la Revista, "La Aventura de la Historia" (Núm. 42. Abr. 2002), por el periodista Ricardo Herren, y como comentario al libro del también periodista argentino Uki Goñi "The Real Odessa. How Perón brought the Nazi criminals to Argentina" (Granta Books, London, 2002). En efecto no se trata de un artículo de elaboración personal pero, comoquiera que es posible que muchos de los compañeros del foro, por una razón u otra no tengan acceso al mismo, podría resultar, al menos, interesante para alguno de vosotros.
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Mensaje por Blue_Max » Dom Abr 08, 2007 10:42 pm

I.-

El novelista británico Frederick Forsyth imaginó en los años setenta la existencia de una organización clandestina nazi creada en 1.944, cuando la derrota alemana era un pronóstico seguro. El nombre en clave de esta organización imaginaria era “Odessa” y la novela se tituló “The Odessa File”, editada en 1.972 y que hasta la fecha ha vendido aproximadamente dos millones y medio de ejemplares. Sobre la base de dicha novela se realizó la película a que habéis hecho referencia en los aportes anteriores.

Según la ficción, y siguiendo el hilo conductor de la novela, la organización secreta se creaba, como hemos dicho, en 1.944 en una reunión realizada en Estrasburgo entre altos dirigentes del NSDAP y de las SS, poderosos industriales alemanes y banqueros suizos, siendo su objetivo inicial preservar el oro nazi y las vidas de los jerarcas del régimen, una vez derrotado el III Reich.

Pero la novela de Forsyth no era pura fantasía. No era una novela de ciencia ficción. Era popular el hecho de que gran cantidad de responsables del III Reich, y algunos de ellos considerados por las Potencias Vencedoras como criminales de guerra, así como algunos colaboracionistas de otras nacionalidades habían conseguido escapar a la justicia de los vencedores, probablemente con ayuda de algún tipo de organización. En lo esencial pues, la novela acertaba. Visto desde este punto de vista ODESSA existió, aunque lo cierto es que el nombre no es sino fruto de la fantasía de Forsyth.

En el mes de marzo del año 2.002 el periodista argentino Uki Goñi, presentó en Londres la publicación de su último trabajo hasta la fecha, probablemente la obra mejor documentada sobre el rescate de responsables del III Reich, titulada “The real Odessa”.

Goñi.U; “The Real Odessa. How Perón brought the Nazi war criminals to Argentina. London. Ed. Granta Books 2.002 (Desconozco si se ha editado en Castellano, aunque por su autor y el año de su publicación, he de dar por hecho que si)

En sus casi 400 páginas, el autor desmenuza la trama cuidadosamente pergeñada para poner a salvo a nazis tan conocidos como Adolf Eichmann, Erich Priebke y Joseph Mengele.

Lo cierto es que no fueron ni los nazis ni sus socios europeos los organizadores y sustendtadores de esta organización que denominaremos ODESSA (pero no olvidemos que tal nombre no es sino una mera ficción creada por un novelista de primer orden). Parece ser que la figura clave de esta organización no era otra que el Presidente argentino Juan Domingo Perón, en connivencia con la Iglesia Católica desde el Vaticano, y algunos funcionarios de ciertos estados Europeos.


II.-

El día 10 de marzo de 1.945 los ejércitos aliados, en su imparable avance, ocupan la ribera occidental del Rhin desde los Países Bajos hasta la ciudad de Koblenz. Sólo faltan siete semanas para que Hitler se suicide en su Búnker en Berlín, y ocho para que la rendición incondicional de Alemania sea una realidad.

Ese mismo día, aterriza en el Aeropuerto de Madrid (Barajas) un avión procedente de Alemania con un cargamento de obras de arte. En ese avión viajaba Carlos Horst Alberto Fuldner Bruener, nacido en Buenos Aires, capital de las SS y quien había combatido con el grado de teniente en la División Azul, cuyas funciones eran, entre otras, las de intérprete y enlace entre españoles y alemanes.

Una vez en España, se instala en la ciudad de El Escorial, a unos 50 Kilómetros de Madrid, protegido por sus antiguos compañeros de armas junto con el cargamento de obras de arte que acompañaba. Posteriormente se traslada a Madrid, a un piso en la Calle del Duque de Sesto, según informan los servicios de espionaje de los Alíados, que en vano intentan varias veces detenerlo para ponerlo a disposición de sus Tribunales de “justicia”. Pero Fuldner disponía de suficiente habilidad y recursos económicos, en parte fruto de las obras de arte que consigue vender, y sobre todo unas excelentes relaciones personales; entre los más destacados, Rafael Finat (Conde de Malladle), los hermanos Dominguín, el Vizconde de Uzqueta, Radu Ghenea, este último embajador del gobierno pro – germano de Rumania en Madrid. También se reúne asiduamente en el elitista restaurante Horcher de Madrid (propiedad del alemán Otto Horcher), con el belga Pierre Daye y con el francés Charles Lesca o L’Escat; todos ellos fugitivos de los aliados, así como con Branco Benzon, ex embajador de Croacia en Berlín y ahora residente en Madrid.

Pese a su situación como consecuencia de la derrota, Madrid es una verdadera “fiesta” para los huídos en el hundimiento del III Reich. El régimen del Generalísimo Franco, pese a su delicada situación internacional, trata de protegerlos, al menos en los primeros meses desde el final de la guerra, y mientras tanto, al menos en España se sienten relativamente seguros. Pero Franco, aislado, se ve obligado a resolver la situación que cada vez resulta más embarazosa. Tanto nazi refugiado en España es una carga molesta para quien ahora necesita hacer olvidar las pasadas connivencias con los derrotados.

La policía y autoridades españolas comienzan a presionar a ciertos dirigentes nazis, los más notables a fin de que abandonen el país.

Estos inicialmente se encuentran en una tesitura difícil pues no tienen dónde ir. Pero la solución se les ofrece cuando en 1.946 en Argentina, el General Perón obtiene la victoria en las elecciones democráticas de su país. En febrero, aún antes de asumir el cargo, el nuevo presidente nombra a Rodolfo Fraude secretario personal y jefe de la División e Informaciones de la Presidencia de la Nación (DIPD), su servicio personal de espionaje.

El nuevo funcionario es hijo del alemán Ludwig Fraude, uno de los hombres más ricos del continente, canalizador de las enormes contribuciones alemanas a la campaña electoral de Perón y, tras la forzada ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania en 1.944, embajador informal del III Reich en Buenos Aires.

Una de las primeras tareas de Rodolfo Fraude es enviarles un mensaje a los refugiados en Madrid, y en otras partes de Europa, manifestándoles que pronto les enviará órdenes que tendrán que ejecutar sin discutir, según delata un informe de inteligencia de la Embajada de Estados Unidos al Departamento de Estado, que el autor del libro, Goñi, rescata. Fraude es el coordinador del plan de rescate de alemanes y colaboracionistas urdido por Perón.

El General y nuevo presidente argentino está convencido de que está viviendo un intervalo entre la pasada guerra mundial y la próxima, que librarán muy pronto la Unión Soviética y Estados Unidos. Convencidamente anticomunista y pro – germano, Perón sueña con que la futura conflagración concederá a Argentina una posición hegemónica en América y en el mundo que se reconstruya sobre las ruinas de los contendientes en el Hemisferio Norte.

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Mensaje por Blue_Max » Dom Abr 08, 2007 10:48 pm

III.-

Poco después de las elecciones presidenciales argentinas de principios de 1.946, Antonio Caggiano, Obispo de Rosario (Argentina), viaja a Roma para recibir el capelo cardenalicio y, de paso, realizar una gestión confidencial ante la Comisión Pontificia de Asistencia , encargada de dar documentos de identidad a los refugiados, que igual que durante la guerra favorecía a los perseguidos por los nazis en Europa, ahora trata de ayudar igualmente a quienes tienen la condición de “perseguidos”.

Caggiano lleva, en nombre de Perón, la oferta a la Santa Sede, a través del Cardenal Tisserant – encargado de asuntos soviéticos del Vaticano – de refugio para los alemanes emigrados y colaboracionistas franceses huídos , en Argentina. Una oportuna gripe permite al Cardenal escapar de los ojos de la prensa que cubre su viaje, y dedicarse a cumplir esa misión que tenía encomendada.

Después de Roma, Caggiano se dirige a Madrid, donde se le tributa una recepción acorde con las simpatías que despertaba la tan necesitada ayuda que Argentina concedía a España en un momento tan crítico de su historia. En ambas capitales, las recomendaciones y las discretas gestiones de Caggiano resultan altamente eficaces para permitir a varios refugiados alemanes dar el salto al seguro refugio de Argentina.

El cardenal y sus acólitos embarcan en el “Cabo de Buena Esperanza”, en el puerto de Cádiz, de regreso a Buenos Aires el día 9 de marzo. A bordo, el Cardenal tiene como compañero de viaje a Emile Dewoitine, principal diseñador de aviones a reacción que trabajó para los alemanes durante la guerra, y que posteriormente sería condenado “in absentia” a 20 años de trabajos forzados por los tribunales franceses (supongo que la condena sería como consecuencia de su contribución a que el Mirage fuera una realidad). Emile Dewoitine había sido captado por agentes argentinos para trabajar en los proyectos de desarrollo aeronáutico y armamentístico de Perón, siendo este el primer caso documentado de un refugiado perseguido por la justicia de las Potencias Vencedoras que desembarca en Argentina.

En Madrid, mientras tanto, el franco – argentino Charles Lesca se mueve en el mismo sentido. Desde hace meses trata de poner a salvo la mayor cantidad posible de compañeros, lo que , ciertamente conviene a los intereses del régimen de Madrid. Con la colaboración de un agente español apellidado Peña, pronto fue capaz de proveer refugio y documentación necesaria para el viaje hacia Argentina


IV.-

Lesca era, al parecer, un viejo amigo de Perón. A finales de los años treinta se conocieron en Italia, cuando era ayudante del agregado militar de la embajada argentina y luego lo visito en Buenos Aires en varias ocasiones. Nacido en Argentina, pero afincado en Francia, donde poseía una considerable fortuna, había colaborado con los alemanes durante la guerra, por lo que posteriormente fue condenado a muerte “in absentia” en Francia.

Había llegado a Madrid, a finales de 1.944 con su capital personal, una importante suma de dinero, que iba a destinar a crear los canales necesarios para la evacuación sistemática de todos los agentes de inteligencia alemanes posibles. Y él mismo se instaló en Argentina, aprovechando las oportunas influencias del Cardenal Caggiano. El 10 de septiembre de 1.946, cuando hacía tres meses que Perón había asumido su cargo, embarco igualmente en el buque “Cabo de Buena Esperanza”, rumbo a Buenos Aires, llevando con el una gran cantidad de dinero.

Lesca viajaba en primera clase, acorde con su posición de acaudalado hombre de negocios, mientras que en las clases inferiores viajaban, con documentación española y visado para radicarse en Argentina, entre 150 y 200 alemanes requeridos por la justicia de los Aliados. Lesca mandaba el grupo, de acuerdo con la investigadora Beatriz Gurevich (de sospechoso apellido no ruso, sino “soviético”), de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades Nazis en Argentina (CEANA), creada en 1.997 por el Gobierno de Menem.

Con él viajaban otros refugiados, Fernand de Menou y Robert Pincemín que gracias también, a las recomendaciones de Caggiano llegan a Argentina con visados de turistas.

Lesca fue detenido en la escala de Montevideo, pero logró escapar de la policía uruguaya y llegar a Buenos Aires sano y salvo. EL 20 de enero de 1.947 el Gobierno francés pide su extradición, pero esta es denegada por el Estado Argentino.

Para esas fechas la red de salvamento tejida por Perón está en pleno funcionamiento. En julio de 1.946, pocas semanas después de asumir la presidencia constitucional, Perón puso en marcha su plan orgánico de reasentamiento de alemanes nazis en Argentina, tal y como lo denomina un informe oficial de CEANA.

Perón nombro director de Migraciones a Santiago Peralta, un antropólogo pro –germano y anticomunista convencido. Este, con un grupo de militares creo la Comisión del Potencial Humano bajo el paraguas del Consejo Nacional de Defensa cuyo objeto era diseñar el plan de migración.

A su alrededor, Peralta reunió un equipo de asesores confidenciales encargados de ayudarle a filtrar a los emigrados y colaborar en los planes de rescate de alemanes y colaboracionistas al mismo tiempo que evitaba la entrada al país de judíos. En el comité de Peralta figuraban, entre otros, el conde Guino Monti de Valsassina, crota, ex piloto de la Luftwaffe y espía alemán; Branco Benzon, ex embajador croata en Alemania; Radu Ghenea, el ya citado Menou y Leonard de Roover, de nacionalidad belga y perseguido por la justica de las potencias vencedoras.

Pero quien dirigía todo el entramado no era sino el mismo Perón. Pablo Diana, sucesor de Peralta al frente de Migraciones declaró en 1.949 que “la política inmigratoria la dirigía personalmente el presidente, no debiendo aceptar interferencias ni del señor ministro, de quien dependía exclusivamente desde el punto de vista administrativo”.

Por órdenes de Perón, a fines de 1.946 se negoció secretamente un acuerdo de inmigración con la Santa Sede entre el Cardenal Giovanni Battista Montini (el futuro Papa Pablo VI), entonces Secretario de Estado del Vaticano y embajador en Argentina. Pío XII creía que Argentina era el único lugar donde los refugiados podían encontrar una solución satisfactoria a sus necesidades. El Papa, informaba el embajador, tiene interés en que los beneficios del acuerdo alcancen a los hombres encerrados en campos de prisioneros de guerra.

Para Perón, la evacuación masiva de perseguidos por la justicia en Europa era una tarea que excedía incluso a los recursos combinados del servicio secreto argentino y el grupo de ex nazis y colaboradores. Miles de alemanes, rexistas belgas, funcionarios del régimen de Vichy y otros ustashas croatas tenían que ser provistos con apodos, documentos de viaje, dinero, alojamiento, y un billete para Sudamérica. Sólo la Iglesia Católica pudo trenzar los hilos de tan gigantesco esfuerzo. Por ello que, casi todas las rutas de escape desde entonces pasaran por Roma.
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Mensaje por Blue_Max » Dom Abr 08, 2007 10:49 pm

V.-

A finales de 1.946, el gobierno argentino abrió en Roma la oficina principal de la DAIE, siglas de la Delegación Argentina para la Inmigración en Europa, poniendo al frente de la misa a un sacerdote, el salesiano José Clemente Silva, capellán militar y hermano de un amigo de Perón, el General Oscar Silva. Desde el comienzo la DAIE trabajó estrechamente con la Iglesia Católica en Italia enviando emigrantes “bona FIDE” y rescatando la mayor cantidad de refugiados posible.

Una de las figuras claves del plan de rescate fue el Obispo Alois Hudal, de origen austriaco, rector de Santa María dell’Anima en Roma y director espiritual de la comunidad alemana en Italia. Hudal nunca ocultó su simpatía por el III Reich paseándose habitualmente con el distintivo dorado del NSDAP prendido en la sotana y haciendo ondear en su coche oficial la bandera de la Gran Alemania, por lo menos hasta que las tropas del III Reich hubieron de abandonar Roma.

Después de 1945 – escribió en su Diario Romano, de 1.976 – “me sentí moralmente obligado a dedicar toda mi labor caritativa a los antiguos fascistas y nacional – socialistas, especialmente los denominados (por las potencias vencedoras) criminales de guerra”. Gracias a su colaboración con la organización, parece ser, pudieron alcanzar la seguridad relativa de Argentina, figuras conocidas como Adolf Eichmann, o el capital de las SS Erich Priebke, responsable de la matanza de 335 personas en las Fosas Ardeatinas, en Roma.

Pero el más famoso de los peones vaticanos en esta tarea fue el sacerdote croata Krunoslav Draganovich, íntimamente conectado con el régimen “Ustasha” del caudillo Ante Pavelic.

Su base de operaciones estaba en el monasterio croata de San Girolamo, Vía Tomacelli 42, en las afueras de la Ciudad del Vaticano. Sus accesos se encontraban fuertemente vigilados por agentes de la Ustasha, que protegían a los emigrados allí refugiados, mientras aguardaban los documentos que les permitieran partir hacia Argentina.

La primera expedición masiva de “ustashas” se produjo en 1.946 cuando Perón dio a Draganovich 250 permisos de inmigración. Con el apoyo de Cáritas Croata de Buenos Aires, estos permisos beneficiaron a 2.000 croatas más.


VI.-

En Escandinavia hizo el Presidente un esfuerzo paralelo, con el aparente objetivo de llevar a Argentina técnicos en el diseño de aviones a reacción. El joven Carlos Schulz, por cuenta de Friedrich Schlottmann, poderoso industrial textil argentino, viajó a Noruega con un militar de permisos de inmigración en blanco y con cartas de recomendación de Peralta. Para cumplir su cometido se disfrazó de representante de la Iglesia Evangélica y consiguió convencer a las autoridades para que liberasen a ciertos nazis a fin de permitirles emigrar a Argentina. Alrededor de un millar de éstos consiguió llegar al país austral. La denominada “ruta nórdica” fue cerrada en noviembre de 1.947, justo cuando se abría, en su sustitución, la “vía helvética”.

A finales de 1.947 viajó de Madrid a Buenos Aires, Carlos Fuldner. Poco después, este ex – capitán de las Waffen – SS reaparece públicamente en Europa como un influyente funcionario de la Dirección General de Inmigraciones y adscrito a la División de Informaciones que dirigía Rodolfo Fraude (El pasaporte de Fuldner decía de él: “Envíado especial del Presidente de la República Argentina”)

Fuldner debía encargarse de la operación de rescate de emigrados. Héctor Magistralli, secretario general de la Dirección de Migraciones argentina, declaró que la misión del germano – argentino era “buscar confidencialmente a esa clase de personas, que en la generalidad de los casos, eran sacadas subrepticiamente de Alemania y llegaban al país con documentación ajena, con conocimiento del Presidente de la Nación”.

Fuldner, con el beneplácito del jefe de la policía y del ministro de Justicia, estableció su centro de operaciones en Suiza. El interés del estado Helvético era similar al de Franco, es decir, quitarse de encima el compromiso de los refugiados alemanes. Aunque parte de la amabilidad suiza se debía a los sobornos que distribuían generosamente Fuldner y sus ayudantes por hacer la vista gorda o apoyarles en sus gestiones.

Con ayuda de Benito Llambí, compañero de armas de Perón y embajador en Berna, Fuldner consiguió crear rutas de escape pare los alemanes que habían quedado atrapados en su país una vez ocupado por los aliados. Para ello contó con la eficaz colaboración del Vaticano y de los agentes de la DAIE en Italia. Eichmann, Mengele, Priebke, Gerhard Bohne, Josef Schwammberger y otros nazis, utilizaron esta vía.

Los contactos de Fuldner fueron muy eficaces en la tarea de localizar a los nazis “ocultos”, y ofrecerles la vía de escape. Según informes confidenciales norteamericanos, en sólo dos semanas se produjeron diez entradas ilegales de alemanes en Suiza. Los billetes de la compañía holandesa KLM a Buenos Aires, eran pagados en muchas ocasiones por la legación argentina en Roma. Las operaciones de fuga, tenían además, otros patrocinadores que aportaban fondos. Según la policía suiza, poderosos industriales desde la propia Alemania y Austria.

En septiembre de 1.949, fue cerrada por las autoridades suiza la oficina de emigración argentina en la Marktgasse de Berna, pero su misión estaba cumplida: mas de 300 emigrados habían escapado ya a Argentina.


VII.-

Hacia 1.949, Perón decide retirarse de la operación. Los "asesore confidenciales" y otros nazis que frecuentaban al Presidente, sienten que éste les ha abandonado. Las comunicaciones entre Freude y su central se cortan abrupta y misteriosamente.

Las razones fueron varias. Perón empezó a tener dificultades económicas, lo que echaba por tierra sus planes sobre el desarrollo industrial y armamentístico del país, dirigido por técnicos alemanes (entre otras cosas, los más competentes ya estaban en Estados Unidos). A comienzos de 1.949, Argentina había agotado sus reservas de dólares, lo que obligó a Perón a acercarse a Estados Unidos. Sus esperanzas sobre que una Tercera Guerra Mundial pudiese afectar positivamente a Argentina adoptando una postura neutral entre ambos bloques, se había esfumado.


Fuente..- Ricardo Herren (Rev. La Aventura de la Historia. Núm 42. Abr. 2002


Para saber más.-

VV. AA Mengele, el Médico de los experimentos de Hitler, Madrid; "La Esfera de los Libros, 2.002"

Goñi, U: "The real Odessa. HOe Perón Brought the Nazi war criminals to Argentina London. Granta Books, 2.002

Martín Aceña, P: "El oro de Moscú y el oro de Berlín". Madrid, Ed. Taurus, 2.001.

Ziegler, J: "El oro nazi" Barcelona, Ed. Planeta. 1.997
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Mensaje por Johannes Steinhoff » Lun Abr 09, 2007 2:23 am

Interesantisimo el articulo y mis felicidades.

Aqui simplemente colocare unformacion extraida de la Web de La Casa del Libro por si alguien esta interesado en leer un poco mas sobre este tema tan interesante expuesto por Blue_Maxx

LA AUTENTICA ODESSA: LA FUGA NAZI A LA ARGENTINA DE PERON
de GOÑI, UKI
EDICIONES PAIDOS IBERICA, S.A.
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Rustica
ISBN: 8449313295

Precio 26 Euros

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Sinopsis:

Es sabido que Adolf Eichmann --el hombre que organizó las deportaciones de judíos de toda Europa a los campos de exterminio--, Josef Mengele --el médico de las SS en Auschwitz--, Erich Priebke --el oficial de las SS responsable de la matanza de rehenes italianos en Roma-- y muchos otros criminales de guerra hallaron refugio en Argentina. Entre ellos se incluían fascistas croatas, colaboracionistas belgas y pronazis franceses.

Pero ahora, por primera vez, un valiente escritor argentino revela de qué modo se organizaron los mecanismos de fuga, con el apoyo entusiasta del propio presidente Juan Domingo Perón.

Goñi describe el antisemitismo prebélico de la élite argentina y documenta los primeros contactos entre Perón y los nazis. Basándose en archivos inéditos de la inteligencia estadounidense, en documentos de archivos europeos recientemente descubiertos y en entrevistas con las personas implicadas, Goñi explica cómo en 1944 empezaron a llegar a Madrid agentes del servicio secreto de Himmler con el fin de preparar una ruta que permitiera la huida de Alemania a los nazis derrotados.

En 1946, el operativo se trasladó a Buenos Aires, donde actuó desde el palacio presidencial, extendiendo sus tentáculos hasta Escandinavia, Suiza e Italia. Entre otras revelaciones, el libro denuncia el papel del Vaticano, de la Iglesia católica argentina y del propio gobierno del país, cuando se alcanzó un acuerdo secreto en Roma para la fuga de criminales de guerra franceses y belgas a Argentina.

El autor revela que las autoridades suizas permitieron el tránsito ilegal de nazis a través de su territorio, y explica de qué modo el oro del tesoro público croata, en parte procedente del saqueo de las 600.000 víctimas judías y serbias del régimen, acabó en Argentina.

Los descubrimientos realizados en este fascinante libro, fruto de una meticulosa investigación, son, en definitiva, de una gran trascendencia.

Gracias

Saludos Cordiales

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Mensaje por Blue_Max » Lun Abr 09, 2007 12:52 pm

Gracias, estimado compañero,

No obstante mi "artículo", no quisiera dejar de disculparme ante Fangio por cuanto que ya hizo mención en otro topic anterior al libro de Uki Goñi en viewtopic.php?t=1844.

Considero que en honor a la correcta sistemática del foro, debí haber colgado mi escrito como respuesta en su tópic.

Un saludo y ruego disculpéis este error.
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Mensaje por 27Pulqui » Lun Mar 16, 2009 11:22 pm

Hace ya un tiempo que leí este artículo copiado por el compañero Blue Max. En su momento creí conveniente abrir un tema sobre la política inmigratoria argentina en la temprana posguerra, puesto que mucho de lo aquí mencionado es sólo una parte de dicha política, con frecuencia mal explicada. Después me incliné por otras temáticas así que abandoné la idea, no obstante ello, conservé la intención de aclarar algunas cuestiones. Ya con más ganas para esa tarea, me tomaré el espacio que considere necesario, aunque pueda parecer desproporcionado frente a la exigua información suministrada en este tema. La extensión de mi respuesta es consecuencia del sesgo del texto y las afirmaciones implícitas.

En primer lugar, el artículo desde el título transmite la orientación argumental de un libro (ubicado fuera del campo académico) que contiene verdades, medias verdades y falsedades completas, pero que llama la atención por las supuestas novedades hasta al punto de recibir el elogio hiperbólico del autor de la nota. Paradójicamente, el artículo menciona a la CEANA, comisión que abrió el debate y que, por el contrario del libro tomado como base, en sus documentos proporciona el contexto a los hechos y análisis más rigurosos.

En segundo lugar tiene algunos errores. Las informaciones incorrectas sumadas a la idea general que ofrece el texto (y el estilo que le imprime el autor condicionado por el libro comentado) inducen al lector a formarse una opinión sesgada, a formular a la par del autor conclusiones definitivas basadas en un éxito comercial que explota un viejo mito.

Veamos el siguiente párrafo:
Perón nombro director de Migraciones a Santiago Peralta, un antropólogo pro –germano y anticomunista convencido. Este, con un grupo de militares creo la Comisión del Potencial Humano bajo el paraguas del Consejo Nacional de Defensa cuyo objeto era diseñar el plan de migración.
Dejo de lado la ideología de Santiago Peralta (aunque merecería un comentario), pues más importante es el hecho de que la primera oración contiene un error: Peralta es designado director de la Dirección General de Migraciones (DGM) en noviembre de 1945, cuando Perón no estaba en la administración estatal (1). Aunque es posible argüir que Perón mantenía su influencia sobre el gobierno de Farrell, la información suministrada es incorrecta y se conecta con la deformación expresada a continuación, pues la segunda oración puede inducir a un error de interpretación. Pasaré a explicarlo en detalle.

En diciembre de 1946, Perón asumió la presidencia en junio de ese año, el Poder Ejecutivo crea la Delegación Argentina de Inmigración en Europa (DAIE) con sede en Roma, y la Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI), como organismos dependientes del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). En el diagrama estatal la CREI tenía a su cargo “todo lo relacionado con la recepción de inmigrantes en la República” (Decreto 23112/46). La DAIE debía “organizar, proveer y dar ejecución en Europa a todo lo relacionado con la Inmigración... conforme a las directivas e instrucciones que sean impartidas por intermedio del IAPI (Decreto 20707/46)” (2).

Según Galante, “En este novedoso esquema institucional, ¿dónde quedaba la DGM?. Su Director sólo sería uno de los nueve integrantes de la CREI, ‘con carácter consultivo’. A su vez, el Director de la DGM debía delegar (igual que Cancillería) funciones específicas a la DAIE para la emisión de documentación necesaria para ingresar al país. Más aún, ese decreto subrayaba en los considerandos que ‘la política inmigratoria no debe regirse con criterios anacrónicos’. ¿Había allí una indirecta alusión descalificatoria de la orientación vigente en la DGM?. Lo había, sí, en los hechos: se institucionalizó una estructura paralela a cargo de la promoción y control de los importantes flujos inmigratorios europeos, en clara marginación del rol y funciones tradicionales de la DGM” (3).

Continúa Galante, “De ese modo lo interpretó Peralta. Así surge de una serie de documentos compilados bajo el título ‘Copia del Proyecto del Plan Inmigratorio y sugestiones afines, preparado por la Sub-Comisión Técnica, a consideración de la Comisión de Estudios Nº 6 (Potencial Humano) del Consejo de Defensa Nacional’. El Plan fue elaborado como respuesta al Decreto 20.707, cuestionando especialmente los artículos que menoscababan las funciones de la DGM” (4).

Paso a la conclusión, “Los documentos que Peralta y sus aliados militares elevaron el 27/12/1946 –a sólo 10 días de fundada la CREI- buscaban infructuosamente torcer el rumbo que iba tomando la política inmigratoria, que colocaba a la promoción europea en el centro de la misma así como los requerimientos de la estructura social del trabajo en desmedro de la selectividad étnico-racial excluyente” (5).

En otras palabras, había una disputa dentro del gobierno, el esquema institucional previsto por el Poder Ejecutivo había recortado poderes a la DGM, es decir a Peralta, quien pese a contar con aliados en los militares finalmente deja el cargo en junio de 1947. El Plan diseñado por Peralta no marcaba la política inmigratoria. Nada de esto es advertido (¿tampoco conocido?) por el autor, la información presentada en un párrafo escueto sumada a la idea general que va transmitiendo el artículo puede dar lugar a un error de interpretación, mejor dicho, a profundizar un mito en el público poco o mal informado.

Notas:

(1) Miguel Alberto Galante, “La construcción de las políticas migratorias en tiempos de transición y consolidación del primer peronismo: del nacionalismo racista a la planificación económico-social y la promoción de la inmigración”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. XV, Nº 30, Año 2005, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, Facultad de Ciencias Económicas (UBA), p. 252.

(2) Op.cit., p 255.

(3) Ibíd.

(4) Op. cit., p. 256.

(5) Ibíd.


Continuaré en otra oportunidad.
La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa.
Eric Hobsbawm

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Mensaje por 27Pulqui » Mar Mar 17, 2009 3:11 pm

En el párrafo siguiente dice el artículo:
A su alrededor, Peralta reunió un equipo de asesores confidenciales encargados de ayudarle a filtrar a los emigrados y colaborar en los planes de rescate de alemanes y colaboracionistas al mismo tiempo que evitaba la entrada al país de judíos. En el comité de Peralta figuraban, entre otros, el conde Guino Monti de Valsassina, crota, ex piloto de la Luftwaffe y espía alemán; Branco Benzon, ex embajador croata en Alemania; Radu Ghenea, el ya citado Menou y Leonard de Roover, de nacionalidad belga y perseguido por la justica de las potencias vencedoras.
Peralta no tuvo poder ni tiempo para montar un importante equipo de “rescate”. Por otra parte, redes de envergadura ya operaban para los Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y Francia, potencias que reclutaban a servidores del III Reich de a centenares sino de a miles. En cuanto a la política restrictiva hacia los judíos, como dije arriba, este funcionario estaba perdiendo el conflicto interdepartamental meses antes de su salida en julio de 1947. Esto no significa que las prevenciones al ingreso de personas de religión judía estuvieran por desaparecer, esa situación había sido heredada y el gobierno peronista marcó un avance en la recepción de israelitas. Esto merecería una explicación más detallada, quedará para otra oportunidad. Por ahora, a modo de mención muy somera, a fin de contextualizar la política del gobierno peronista, hay que recordar estos hechos:

a) como consecuencia de las leyes restrictivas al ingreso de extranjeros de otros países en la primera posguerra (Estados Unidos en 1921 y 1924, Canadá en 1923, Australia en 1924 y Nueva Zelanda en 1920), un renovado flujo llegó a la Argentina procedente del centro, este y sudeste de Europa, reforzando las dudas acerca de la asimilación de estos grupos (6);
b) ideas contrarias a la admisión de judíos existían en un país sin leyenda negra como Canadá, el funcionario Francis Blair, director de migraciones del primer ministro Mackenzie King, tenía el lema “uno [un judío] es demasiado” (7);
c) los obstáculos que encontraban los judíos para el ingreso en la Argentina no eran mayores que los presentados por otros países de América Latina, que a excepción de la República Dominicana, no se hallaban precisamente entre los más interesados en recibir inmigración judía, y su renuencia para actuar de manera diferente se hallaba en las señales contradictorias de los Estados Unidos (8);
d) de hecho, pese al alineamiento, Brasil mantuvo políticas limitativas al menos hasta mediados de 1947, situación reconocida por Haim Shoskes, representante neoyorquino de la organización mundial de ayuda a los inmigrantes judíos, el HIAS: “el más grande aliado de los Estados Unidos se rehusaba a modificar sus medidas restrictivas al ingreso de judíos”, pero en cambio –decía- “el profascista Perón relevó de sus funciones al director del Departamento de Inmigración, el antisemita Santiago Peralta” (9);
e) otro caso demostrativo es la Venezuela del intachable proaliado Rómulo Betancourt, quien prohibió durante el período 1945-1948 la entrada de inmigrantes y visitantes judíos (10).

Notas:

(6) Carolina Biernat, ¿Buenos o útiles?. La política inmigratoria del peronismo, Buenos Aires, Biblos, 2007, pp. 38-39.

(7) Ronald Newton, “Refugiados y criminales de guerra en Estados Unidos y Canadá”, en Carlos Escudé y Beatriz Gurevich (editores), El genocidio ante la historia y la naturaleza humana, Buenos Aires, Universidad Di Tella-GEL, 1994, p. 385.

(8) Ignacio Klich, “Perón, Braden y el antisemitismo: opinión pública e imagen internacional”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. II, Nº 2, Año 1992, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, Facultad de Ciencias Económicas (UBA), p. 16.

(9) Leonardo Senkman, “La política inmigratoria del primer peronismo respecto de los refugiados de la postguerra: una perpectiva comparada con Brasil, 1945-1954”, en Escudé y Gurevich (eds.), op. cit., p. 267.

(10) Ignacio Klich, “La inmigración judía a la Argentina: una perspectiva jerosomilitana”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, Nº 30, agosto de 1995, Buenos Aires, Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, p. 526.


Continuaré en otra oportunidad.

Editado para corregir el apellido del presidente venezolano
Última edición por 27Pulqui el Jue Mar 19, 2009 4:58 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Blue_Max » Mar Mar 17, 2009 8:17 pm

Hola a todos!

Vaya por delante, compañero Pulqui27 que sólo me he limitado a trascribir el texto que apareció publicado en la citada revista, sin que haya tenido hasta el momento elemento de juicio alguno para poder hacer una valoración de los hechos tal y como se exponen en el libro que en dicho artículo se cita. Ahora bien, tus comentarios son de lo más interesante y esclarecedor.

Un saludo y gracias.
"Si vas a Esparta caminante, diles que cumpliendo la Ley, hemos caído"

"Austria es sin duda el pueblo más inteligente de toda Europa; nos hizo creer que Mozart era austríaco y Hitler alemán "(En algún sitio escuché esto)

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Mensaje por 27Pulqui » Mié Mar 18, 2009 3:27 pm

Hola Blue Max, en realidad debo agradecerte, ya que has dado pie a la mención de bibliografía sobre el tema en donde los autores (a veces desde perspectivas contrastantes) aportan más elementos de juicio al lector. Eso puede brindar una idea del consenso historiográfico en la materia, y eso es mucho más relevante que mis apreciaciones sobre el texto que has copiado en el foro. Saludos.

Luego de sobrevalorar la función de Peralta, el articulista ubica a Perón en el centro de la escena:
Pero quien dirigía todo el entramado no era sino el mismo Perón. Pablo Diana, sucesor de Peralta al frente de Migraciones declaró en 1.949 que “la política inmigratoria la dirigía personalmente el presidente, no debiendo aceptar interferencias ni del señor ministro, de quien dependía exclusivamente desde el punto de vista administrativo”.
Los tres párrafos conforman un sofisma, con referencias indirectas Perón es vinculado con el nazifascismo para después señalarlo como el jefe de un entramado. En concreto, después de dejar implícita la etiqueta de agente nazifascista aplicada a Perón, la nota dice que a la política inmigratoria la manejaba el presidente, el mismo que echó a Peralta, le faltó decir al reseñador.

No fue en la gestión de Peralta al frente de la DGM sino en la de Pablo Diana que los asesores presidenciales alcanzaron su apogeo (11). El recorte del 2º párrafo omite que entre ellos había representantes de varios colectivos: la Iglesia Ortodoxa Rusa y el Hogar Ortodoxo Ruso, la Organización Israelita Argentina (OIA), la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la Sociedad de Protección de Inmigrantes Israelitas y el Comité Serbio, el último en ocasiones con mayores cuotas de ingreso que el Comité Croata. Asimismo, enviados por el International Refugee Organization (IRO) de la ONU, hasta fines de 1949 ingresaron al país 32.172 refugiados (12).

Respecto del Comité Croata, es mencionado un asesor de las autoridades inmigratorias, se trata de Branko Benzon, ex-diplomático ustasha en Bucarest y Berlín. Conocemos un dato significativo de este personaje, Ante Pavelic lo denunciaba como un infiltrado comunista a principios de la década de 1950 (13). Esto podría indicar que Benzon oficiaba de canal entre el gobierno argentino y el de Tito. Al respecto, Klich sostiene en su reseña del libro en cuestión: “As for missing data, Goñi’s narrative concerning Branko Benzon, a former pro-Nazi Croatian ambassador to Berlin, avoids any reference to postwar US documents showing that Ustasha leader Ante Pavelic, who lived in Argentina until 1957, denounced Benzon as a communist. Thus, a disquieting question arises: an intimate friend of Perón (p. 126), was Benzon in the service of Tito or of Pavelic? This is a crucial issue because of his role in the Argentinean Society for the Reception of Europeans (SARE), uncovered by CEANA senior researcher Diana Quattrocchi-Woisson. SARE’s consultative status with the immigration authorities allowed Benzon to recommend landing permits for fellow Nazis and collaborationists” (14).

Respecto de las funciones desempeñadas por Horst Fuldner y Rodolfo Freude, éstas eran conocidas desde bastante antes de la publicación del libro reseñado, y fueron investigadas con más profundidad a partir de la desclasificación en 1995 del material de la Secretaría Técnica de la Presidencia de la Nación. Por otra parte, el estudio pionero de Holger Meding ya había abierto líneas de exploración sobre las cadenas migratorias, incluyendo en ellas al ingreso de fugitivos. Con la apertura del citado archivo, los investigadores ampliaron el estudio de los aspectos institucionales. Como complemento del comentario sobre el ingreso de israelitas, sea de mala o buena gana, la Argentina se destacó entre los países receptores, al respecto Meding afirma, “en relación con su población, el Estado platense acogió a más inmigrantes judíos que cualquier otro país, a excepción de Palestina” (15).

Notas:

(11) Biernat, op. Cit., p. 131 y 132.

(12) Leonardo Senkman, “Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949: un caso de cadena migratoria”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, Nº 31, diciembre de 1995, Buenos Aires, Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, pp. 693-694.

(13) Ignacio Klich, “La contratación de nazis y colaboracionistas por la Fuerza Aérea Argentina”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. X, Nº 19, Año 2000, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, Facultad de Ciencias Económicas (UBA), p. 205 (ver nota 100 de ese artículo).

(14) Un balance de los altibajos del libro está disponible en http://www.tau.ac.il/Anti-Semitism/asw2002-3/books.htm" onclick="window.open(this.href);return false;

(15) La edición alemana es de 1992. Hay una versión en castellano, Holger Meding, La ruta de los nazis en tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé, 1999. Una síntesis apretada del estudio de este autor es el artículo “Refugio seguro. La emigración alemana de la postguerra al Río de la Plata”, en Escudé y Gurevich (editores), op. cit..


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Mensaje por 27Pulqui » Jue Mar 19, 2009 5:06 pm

Aclaración: hice una corrección a la palabras de Meding en el mensaje anterior, por error había copiado mal la última parte.

Más adelante es mencionada la DAIE:
A finales de 1.946, el gobierno argentino abrió en Roma la oficina principal de la DAIE, siglas de la Delegación Argentina para la Inmigración en Europa, poniendo al frente de la misa a un sacerdote, el salesiano José Clemente Silva, capellán militar y hermano de un amigo de Perón, el General Oscar Silva. Desde el comienzo la DAIE trabajó estrechamente con la Iglesia Católica en Italia enviando emigrantes “bona FIDE” y rescatando la mayor cantidad de refugiados posible.


El general Oscar Silva (a quien los investigadores califican como ultranacionalista) es otro desplazado ya temprano del gobierno. En este tipo de literatura es una constante la referencia a los “amigos” de Perón para indicar el supuesto carácter filonazista y antisemita del personaje, en tanto se prefiere ignorar, por ejemplo, al Dr. Dubrosky, amigo personal del presidente, médico, dueño de un sanatorio, dirigente de la DAIA que realizaba gestiones para conseguir el permiso de desembarco, radicaciones definitivas y libertad de pasajeros clandestinos de origen judío (16).

Ya expliqué el origen de la DAIE y su dependencia del IAPI. La elección de la sede en Roma no obedece a un plan perverso, la política inmigratoria se dirigía en primer lugar a las fuentes tradicionales, Italia y España, de donde provenían los migrantes más asimilables de acuerdo con el cánon de la época. El P. salesiano Silva es una de las cabezas de la Delegación en Europa, la relevancia de la Iglesia consistía en su funcionamiento como principal vía de recomendación para potenciales migrantes, pues el personal eclesiástico era considerado como el más capacitado para garantizar la ausencia del peligro subversivo que se suponía (y esta suposición era muy antigua) podía infiltrarse en el movimiento migratorio. El canal de recomendación privilegiado de figuras de la Iglesia excedía con mucho el marco de los potenciales refugiados (dicho al paso, refugiado no significa criminal ni prófugo), era, más generalmente, parte de una política de selección migratoria en la que parecían coincidir también empresas y empresarios, que no dejaban de utilizar dichos canales o recomendaciones a la hora de proveerse de mano de obra (17). En mi opinión, esta selección tendiente a garantizar la ausencia de inmigrantes de ideología comunista no iba en contra sino en correspondencia con el clima de Guerra Fría que iba instalando el gobierno de Washington y la adecuación del continente americano al nuevo orden internacional.

A continuación el texto menciona a Alois Hudal. Este obispo no pertenecía a la DAIE y hasta el momento no hay pruebas que vinculen al P. Silva con Hudal respecto del escape de criminales de guerra. Por otra parte, Hudal recomendaba inmigrantes a varios destinos, tenía contactos con el IRO de la ONU y enviaba comunicaciones y solicitudes a diferentes países, no sólo a la Argentina (18).

Notas:

(16) Biernat, op. cit., p. 136.

(17) Fernando Devoto, “Inmigrantes, refugiados y criminales en la “vía italiana” hacia la Argentina en la segunda posguerra”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. X, Nº 19, Año 2000, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, Facultad de Ciencias Económicas (UBA), p. 158.

(18) ver el artículo de Matteo Sanfilippo, “Los papeles de Hudal como fuente para la historia de la migración de alemanes y nazis después de la Segunda Guerra Mundial”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, Nº 43, diciembre de 1999, Buenos Aires, Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos.


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Mensaje por 27Pulqui » Dom Abr 12, 2009 4:49 pm

Luego de Hudal en el artículo aparece otro clérigo católico de importancia en las redes de salida de Europa.
Pero el más famoso de los peones vaticanos en esta tarea fue el sacerdote croata Krunoslav Draganovich, íntimamente conectado con el régimen “Ustasha” del caudillo Ante Pavelic.
Su base de operaciones estaba en el monasterio croata de San Girolamo, Vía Tomacelli 42, en las afueras de la Ciudad del Vaticano. Sus accesos se encontraban fuertemente vigilados por agentes de la Ustasha, que protegían a los emigrados allí refugiados, mientras aguardaban los documentos que les permitieran partir hacia Argentina.
La primera expedición masiva de “ustashas” se produjo en 1.946 cuando Perón dio a Draganovich 250 permisos de inmigración. Con el apoyo de Cáritas Croata de Buenos Aires, estos permisos beneficiaron a 2.000 croatas más.
Así dicho pareciera que el sacerdote obedecía directamente a la autoridad del Vaticano y a Perón en persona. El autor de la reseña omite un dato que figura en el libro, Draganovich oficiaba de contacto múltiple. La asistencia proporcionada a la administración peronista es sólo una arista de los intereses en juego y la Argentina uno de los sitios de destino, no el único, de hecho al menos un integrante del gabinete ustasha se dirigió a los Estados Unidos. Como si se tratara de demostrar la imposibilidad de reducir situaciones complejas a instantáneas en blanco y negro, según un documento de inteligencia estadounidense de la década de 1980, el padre Draganovich “era uno de los principales factores en la ruta de las ratas” del Cuerpo de Contrainteligencia del Ejército de los Estados Unidos (CIC) en Austria “que operó aproximadamente entre los años 1948 y 1951, o posteriormente”. A renglón seguido, el mismo documento norteamericano se refería a Draganovich como “un jefe de la ruta de las ratas del CIC en Italia”. Sin ignorar la importancia del papel cumplido por este personaje para el CIC, es necesario agregar que Draganovich además lucraba de sus actividades exigiendo en ocasiones dinero a los interesados en salir de Europa (19).

Notas:

(19) Klich, “La contratación…”, p. 190


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Mensaje por 27Pulqui » Jue Jun 11, 2009 10:06 pm

En el artículo a continuación se insiste con Horst Fuldner, así en un párrafo es señalado como:
Fuldner debía encargarse de la operación de rescate de emigrados. Héctor Magistralli, secretario general de la Dirección de Migraciones argentina, declaró que la misión del germano – argentino era “buscar confidencialmente a esa clase de personas, que en la generalidad de los casos, eran sacadas subrepticiamente de Alemania y llegaban al país con documentación ajena, con conocimiento del Presidente de la Nación”.
No difiere del papel desempeñado por otros ex-nazis para las potencias aliadas en el reclutamiento de ex-servidores del III Reich. El conocimiento de Perón de estas actividades no era distinto del que tenía Truman en los Estados Unidos, país donde la llegada de tal inmigración (incluyendo a criminales) fue declarada de “interés nacional” bajo la égida de la operación Paperclip (20). Aunque podría argüirse que esta operación tomó los debidos recaudos para impedir el ingreso de criminales, los que así habrían entrado en cantidad reducida en el grupo de científicos cooptados, lo cierto es que John Loftus ha documentado el reclutamiento norteamericano de criminales por medio del Departamento de Estado con apoyatura militar (21).

Finalmente, sentencia el autor del artículo:
Hacia 1.949, Perón decide retirarse de la operación. Los "asesore confidenciales" y otros nazis que frecuentaban al Presidente, sienten que éste les ha abandonado. Las comunicaciones entre Freude y su central se cortan abrupta y misteriosamente.
Las razones fueron varias. Perón empezó a tener dificultades económicas, lo que echaba por tierra sus planes sobre el desarrollo industrial y armamentístico del país, dirigido por técnicos alemanes (entre otras cosas, los más competentes ya estaban en Estados Unidos). A comienzos de 1.949, Argentina había agotado sus reservas de dólares, lo que obligó a Perón a acercarse a Estados Unidos. Sus esperanzas sobre que una Tercera Guerra Mundial pudiese afectar positivamente a Argentina adoptando una postura neutral entre ambos bloques, se había esfumado.
No son las condiciones económicas ni tales cambios en el cuadro mundial las causas del “abandono”, en realidad ya no era necesario continuar con el secreto en la cooptación. Hacia 1949 fueron levantadas las restricciones impuestas por los Estados Unidos a la salida de alemanes de Europa, y con el inicio de la Guerra Fría los vencedores occidentales y en particular los Estados Unidos alentaron la emigración no sólo de alemanes sino también de ciudadanos de países satélites del régimen nazi. La secuencia se inicia en 1947 cuando el Secretario Adjunto de Estado para Áreas Ocupadas, General John Hilldring, emitió la primera luz verde en torno a la libertad de las repúblicas americanas para resolver la cuestión de los desplazados. Más importante, en 1949, el Subsecretario de Estado Dean Acheson anunciaba internamente que no existían más obstáculos para la emigración de alemanes a la Argentina, de hecho la restricción se mantuvo solamente para la salida hacia España y los países comunistas. Para diciembre de 1951, las autoridades militares norteamericanas estaban seriamente interesadas en promover “la utilización de especialistas y técnicos alemanes en América del Sud” (22).

El hilo argumental de este tipo de literatura, que pone a Perón como el eje de una supuesta organización Odessa, parece desconocer que el reclutamiento en la Argentina tenía diversos canales; además de los militares interesados en el desarrollo de la industria del armamento, las autoridades de las universidades nacionales procuraban la contratación de especialistas alemanes aunque fuesen ex-miembros del NSDAP. Atribuir la captación argentina de algunos cerebros del Tercer Reich exclusivamente, o de manera preponderante, a las ilusiones neutralistas y pro-Eje de una pequeña pero influyente sección de los militares que llegaron al poder en junio de 1943, o a las propias inclinaciones progermanas de Perón, no sólo requeriría pasar por alto en silencio los esfuerzos de los Aliados por contratar expertos alemanes, sino también olvidar o ignorar una parte considerable de la historia argentina, en particular la admiración de las elites por la ciencia y tecnología alemanas desde fines de la década de 1860. Entonces, es legítimo pensar que la idea de importar talento alemán no representó una innovación por parte del gobierno de Perón, aún cuando sus predecesores no estuvieran obligados a recurrir a subterfugios para incorporar a expertos alemanes (23).

Notas:

(20) Ver tema Operación Paperclip

(21) John Loftus es un agente del gobierno que en sus estudios aportó elementos sobre el reclutamiento por la División de Proyectos Especiales que luego pasó a ser la Oficina de Coordinación Política, la oficina creada por el Departamento de Estado con el fin de cumplir misiones específicas ejecutadas por los militares. Datos básicos de este autor y sus libros en http://en.wikipedia.org/wiki/John_Loftus" onclick="window.open(this.href);return false;

(22) Ignacio Klich, “El ingreso a la Argentina de nazis y colaboracionistas”, en Ignacio Klich y Mario Rapoport (editores), Discriminación y racismo en América Latina, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social-GEL, 1997, pp. 413-416. Ver tema El blanqueo de un científico del III Reich

(23) Ignacio Klich, “La pericia científica alemana en el amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrantes judíos”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 10, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras-UBA, 2º semestre de 1994, p. 83.

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Mensaje por 27Pulqui » Vie Jun 12, 2009 3:38 pm

Al final del artículo hay sugerencias para saber más, una de ellas es:
Ziegler, J: "El oro nazi" Barcelona, Ed. Planeta. 1.997
En el número 19 de la revista Ciclos (mencionada en las notas 13 y 17) encontramos un comentario del libro escrito por el político suizo Jean Ziegler. Aunque se refiere a la edición publicada en la Argentina por Planeta en 1998, por tratarse del mismo estudio copio un fragmento que sintetiza la conclusión del reseñador Matteo Sanfilippo (autor citado en la nota 18): “Sin lugar a dudas, la obra de Ziegler es un trozo de periodismo, enervado por una ira potente y democrática. Al haber tomado precedencia el político por sobre el académico, sus imprecisiones, distorsiones y omisiones han ido quedando al descubierto en virtud de las investigaciones de, entre otros, la Comisión Independiente de Historiadores suizos y el Departamento de Estado norteamericano. Lamentablemente, la honestidad del autor lo conduce a veces a plantear soluciones un tanto lineales.”

Para concluir, no es mi intención emitir aquí un juicio de valor sobre el proceder del gobierno argentino de la inmediata posguerra. Tampoco opinaré puntualmente acerca de Perón, quien en esta literatura es presentado de manera unilateral, desde una lectura que pretende mostrar el supuesto filonazismo del personaje desde un sector de su entorno, a la vez que se sugiere cierta originalidad en la captación de alemanes nazis y colaboracionistas sin revisar su pasado, dicho sea al paso: quizás la etiqueta "era Odessa" le queda mejor al presidente Truman, dado el rol que desempeñó su admnistración en el reclutamiento y reubicación de los despojos del régimen nazi y sus satélites...

Me limité a señalar el carácter tendencioso del texto y a contraponer bibliografía. El libro reseñado, aun con su evidente sesgo, puede ser un aporte para un lector avezado, para quien puede contrastarlo con las líneas abiertas por la historiografía de los últimos veinte años, las que desde una perspectiva procesual han matizado una imagen arraigada en el público. Al lector no especializado le ratifica la versión más difundida en los medios, y probablemente le refuerza los prejuicios adquiridos.
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Re: El Presidente Perón era ODESSA.

Mensaje por 27Pulqui » Mié Jul 01, 2009 9:23 pm

Ampliación del vínculo de Draganovic con la inteligencia del ejército de los Estados Unidos en el tema que acabo de abrir:
viewtopic.php?f=32&t=10695

Aprovecho para hacer una corrección. Dije respecto de la documentación argentina:
27Pulqui escribió:...fueron investigadas con más profundidad a partir de la desclasificación en 1995 del material de la Secretaría Técnica de la Presidencia de la Nación.
En realidad la desclasificación de los documentos de la STPN comenzó en 1992.
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