Los juicios de Nürnberg

Los juicios de Núremberg, las nuevas fronteras

Moderador: Francis Currey

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Vie Jul 08, 2005 8:04 pm

EL MARTILLO DE ROOSEVELT

La personalidad de los representantes de las potencias vencedoras llamados a juzgar a los criminales nazis.


Al entrar en la sala de audiencias, lo primero que se veía era la mesa de los ocho jueces. Cada uno de los cuatro países vencedores —Unión Soviética, Estados Unidos. Gran Bretaña y Francia— estaba representado por dos jueces, uno de los cuales era miembro del Tribunal Internacional y el otro su suplente. Esta distinción no tuvo ninguna importancia en la práctica.

Todos firmaron el veredicto y, durante los debates, todos tomaron parte con los mismos derechos. El presidente del Tribunal Internacional era lord Geoffrey Lawrence. Sexagenario de pequeña estatura, corpulento, calvo, las gafas se le bajaban continuamente hasta la punta de la nariz, y una sonrisa surgía a menudo en su rostro. Tenia sentido del humour. Sir Geoffrey Lawrence —que era miembro del Tribunal Supremo de Gran Bretaña— llevaba las riendas del procedimiento, mas lo hacía con extremada delicadeza, sin levantar nunca la voz. Parecía imperturbable. Pero, desde el principio, supo afirmar su autoridad tan bien que los abogados más indisciplinados y los acusados más insolentes tuvieron que conformarse con sus indicaciones sin replicar. La naturaleza le había dotado con las cualidades más importantes para un magistrado de gran altura. Pero el presidente del Tribunal debía añadir a estas cualidades el arte de dirigir y regular la marcha de las sesiones.

Imagen

Sir Geoffrey Lawrence

Había en la sala, aparte de los protagonistas del proceso, grupos de personas que con frecuencia era difícil mantener disciplinadas, como, por ejemplo, los periodistas. Sus reacciones ante cualquier réplica de las partes amenazaban con romper el curso normal de los debates y aquello que los jueces llaman solemnemente el procedimiento. En tales casos, lord Lawrence se encontraba siempre a la altura de la situación, sin recurrir a las atribuciones de su cargo para restablecer el orden. No tenía ni campanilla ni el martillo tradicional americano.

A propósito del martillo, al principio del proceso este "instrumento" se encontraba sobre la mesa delante del lugar del presidente. Lo había llevado el juez americano Francis Biddle y, por lo que se decía, era un martillo histórico: se había utilizado en la elección de Franklin Delano Rooseveit para el cargo de gobernador del Estado de Nueva York. Roosevelt conservó durante mucho tiempo este precioso recuerdo, y después se lo había regalado a Biddie. Albergando la secreta esperanza de ser elegido presidente del Tribunal Internacional, Biddle se lo había llevado consigo a Nuremberg. Pero cuando la presidencia fue confiada a lord Lawrence, el americano tuvo la amabilidad de ofrecerle su reliquia. Todo esto tuvo lugar antes de la apertura de la primera sesión, el 20 de noviembre de 1945. Sin embargo, el martillo permaneció sólo dos días en la sala. Periodistas —sin duda americanos— lo "sustrajeron" después de conocer sus orígenes. Biddle estuvo mucho tiempo inconsolable, mientras que Lawrence no mostró ningún pesar.

Imagen

Francis Biddle

Como presidente, lord Lawrence no dejaba traslucir sus pensamientos en el transcurso de la sesión, manteniendo justamente que no le faltarían ocasiones en el momento en que se decidiera la suerte de los acusados en la cámara de deliberaciones.

No se podía decir que en él prevaleciese el hombre político sobre el magistrado. Por el contrario, daba la impresión de ser un dogmático preocupado por hacer respetar la ley. Vigilaba que el estatuto y el reglamento del Tribunal fuesen respetados en los más mínimos detalles. Las críticas de los periódicos que reprobaban a los jueces su lentitud en examinar un asunto tan indiscutible, le dejaban completamente indiferente. Un periódico publicó una ilustración sobre el proceso de Nuremberg. Se veía al presidente sentado en la mesa de los jueces. Tenia una larga barba que atravesaba la sala de un extremo a otro. En el banco de los acusados no había nadie. Lord Lawrence daba un martillazo y anunciaba: "El proceso ha terminado. El último acusado ha muerto de viejo". Cuando lo vio, Lawrence se limitó a sonreír.

Las preguntas del presidente eran pocas y no dejaban traslucir sus pensamientos. Siempre correcto, a veces un poco irónico, no perdía nunca la calma. Sus puntuales observaciones dirigidas a los abogados, a los acusados, a los fiscales, demostraban mucho tacto. Un día llamó la atención con amabilidad a Siemens, el abogado de Raeder, por hacer preguntas a su cliente sobre hechos bien conocidos por el Tribunal. Siemens prometió no seguir por ese camino, pero continuó. El presidente demostró su habitual tolerancia. Y cuando Siemens anunció a Raeder: "Paso a la última pregunta", las gafas se resbalaron por la nariz de Lawrence, como presagio de una replica irónica que no se hizo esperar: "Doctor Siemens, es mas o menos la sexta última pregunta que hace".

Su horario era extremadamente riguroso. Por la noche, cuando los jueces soviéticos Nikitchenko y Volckhov se reunían para el estudio de los documentos del día siguiente, Lawrence se iba a pasear por el parque con su mujer. Trataba de no hablar del proceso durante las horas de descanso.

El polo opuesto de Lawrence, sir Norman Birkett, su suplente, era alto, de aspecto agradable y muy comunicativo. Su jovialidad le valía la simpatía de cuantos le rodeaban. No tenía nada del típico anglosajón. Cara expresiva, cabellos castaños que le caían sobre la frente, nariz larga y un poco aguileña, ojos castaños inteligentes y muy vivos, siempre amable, abierto e ingenioso, buen magistrado y político culto. Abogado de fama, había renunciado a una lucrativa carrera para hacerse juez. Era un brillante escritor. Cuando en Nuremberg se necesitaba redactar un documento con urgencia, generalmente era él quien se encargaba de ello. Lo hacia con la sorprendente facilidad de un brillante especialista. Sus textos eran escuetos y expresivos. El juez americano Francis Biddle era completamente distinto. Sólo se parecía a Birkett en la alta estatura. Los rasgos de su cara eran regulares, aunque pequeños. Sus cortos bigotes y una gran calva, le daban un aspecto un poco fatuo. Había sido ministro de Justicia en el gobierno Roosevelt. Era un hombre más político que jurista. Su carácter había sufrido la influencia de años de lucha política que, de vez en cuando, le abría o le cerraba el acceso a puestos oficiales en los Estados Unidos. Menos apegado que Lawrence a la letra de las leyes, se mostró muy activo durante el proceso, multiplicando las preguntas a testigos y acusados. Von Papen anotó en sus memorias: "Veíamos en Biddle y en su sustituto Parker la mejor garantía de un juicio justo". Y Doenitz dijo un día a propósito del juez americano: "Quiere oír realmente el sonido de la otra campana Me gustarla poder verle después del proceso".

Imagen

sir Norman Birkett

Junto al juez americano se sentaba el francés Donnedieu de Vabres, un sesentón de cabello cano, grueso bigote y gafas de concha oscuras. Jamás intervenía en el curso del proceso. Nunca dirigió una pregunta a un acusado o a un testigo. Escribía sin parar desde el principio hasta el final de la audiencia. Durante semanas, durante meses. Sus apuntes llegaron a formar un gran volumen. Antes de la guerra, De Vabres había publicado un buen número de volúmenes sobre derecho civil internacional.
Robert Falco, el sustituto de De Vabres, era un hombre simpatiquísimo, franco, con un carácter típicamente francés. Combatiente de la Primera Guerra Mundial, fue condecorado por su valor y en 1945 era miembro del Tribunal Supremo. Participó, en Londres, en las conversaciones para la elaboración del estatuto del Tribunal Internacional.

El juez soviético era el general de división jurídico J. T. Nikitchenko. Tenía entonces cincuenta años y una larga experiencia jurídica a la espalda. Presidente de un tribunal militar durante la guerra civil de 1918-1920, continuó después la carrera. Muy culto, educado y con tacto, en seguida supo establecer buenas relaciones con sus colegas occidentales. En el verano de 1945, antes de ir a Nuremberg, habia sido jefe de la delegación rusa en la conferencia de Londres de las cuatro potencias (Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) en la que se llegó al acuerdo sobre el juicio de los grandes criminales de guerra y sobre el estatuto del Tribunal Militar Internacional.
El sustituto del juez soviético Nikitchenko era el teniente coronel Aleksandr Volckhov, que antes de la guerra había trabajado en el Comisariado del Pueblo para los Asuntos Exteriores. Especializado en derecho internacional, durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en los tribunales militares.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Lun Jul 18, 2005 4:26 am

¡INOCENTE!

Así responden los acusados después del vano intento de la defensa por invalidar el proceso.

Se levanta a hablar el abogado Stahmer, defensor de Goering: "Quisiera presentar una moción en nombre de toda la defensa

Lawrence: "Puede hacerlo".

http://www.holocaustchronicle.org/Holoc ... 0008000112

Dr. Hans Marx, Dr. Otto Stahmer, and Dr. Fritz Sauter

La moción del letrado podría ser decisiva aunque no hay probabilidades concretas de que pueda ser aceptada. Intenta invalidar todo el proceso de Nuremberg, desde la constitución del Tribunal hasta la sentencia remisoria a otro juicio (si se puede llamar asi). El punto clave de la moción de Stahmer y de sus colegas es la antigua máxima jurídica: "nullum crimen, nulla poena sine lege". Si no existe antes una ley internacional que castigue la guerra de agresión, no es posible, en consecuencia, iniciar un procedimiento penal respecto a los actuales acusados.

En el silencio de la sala, apenas el abogado empieza a hablar dejando caer las frases con su voz aguda e incisiva, los acusados se apresuran a ponerse los auriculares. Solo Hess, impertérrito, ignora todo y continua leyendo, como si estuviera ido, su libro de viejas historias bávaras y de vez en cuando sonríe divertido, mientras Goering le lanza miradas de reprobación. Por su parte, el Tribunal escucha con gran atención a Stahmer, que subraya, después, corno el Tribunal de Nuremberg se aleja por otra característica de los principios generalmente reconocidos por los modernos procedimientos legales. Dice: "Los jueces de este Tribunal, de hecho, proceden solamente de los estados que durante la guerra estuvieron del otro lado de las trincheras. Así, la parte es el todo: autora de cargos, de la ley penal, acusadora y juez".

En el recinto de los acusados, Frank —que es abogado también— toma apuntes en una libreta y aprueba con la cabeza. Von Papen pone el selector de los auriculares en las traducciones inglesa y francesa. Al final de su intervención Stahmer presenta al Tribunal el texto de la moción que lleva solamente su firma y explica: "Ha sido coordinada por todos los colegas". La moción dice textualmente: "Dos espantosas guerras mundiales y los terribles golpes por los que la paz entre las naciones ha sido turbada en este período, entre inhumanos conflictos que han asolado la tierra, maduraron esta reflexión entre las atormentadas naciones: es imposible un orden real entre los estados, puesto que es derecho soberano de todos los estados hacer la guerra en cualquier momento y con cualquier fin. En los últimos diez años la opinión pública mundial se ha ido haciendo cada vez más contraria a la idea de que la decisión de entrar en una guerra esté más allá del bien y del mal. La opinión pública distingue entre la guerra justa e injusta. Esto requiere que la Sociedad de Naciones pida explicaciones a un estado que haya desencadenado una guerra injusta, y le niegue, en caso de victoria, los frutos de su delito. Pues bien, si esto es así, no sólo se requiere que el estado culpable sea condenado y castigado sino que, además, los hombres culpables de provocar una guerra injusta sean castigados por un Tribunal Internacional. Bajo este punto de vista todavía se va más lejos de los mismos cerebros más estrechamente jurídicos del alto Medievo. Tal idea es la base de primera de las tres acusaciones del cargo, los delitos contra la paz. La Humanidad desea que en el futuro este concepto sea algo más que un postulado, que se convierta en una eficaz ley internacional.

Pero todavía no existe una ley internacional. Ni el estatuto de la Sociedad de Naciones, esta organización mundial contra la guerra, ni el pacto Briand Kellog, ni ningún otro tratado realizado después de 1918, en esta primera oleada de intentos para poner fuera de la ley la guerra de agresión, ha llevado a cabo esta idea.

Pero sobre todo el procedimiento de la Sociedad de Naciones en este punto ha sido absolutamente inequívoco en los ultimos tiempos. Repetidamente, la Sociedad se ha encontrado con tener que decidir sobre la legalidad o la ilegalidad de una acción violenta de un miembro de la Sociedad contra otro.

Pero la ley internacional no ha pensado nunca, ni mucho menos, en incriminar a hombres de estado, generales y financieros de ese estado, usando la fuerza y, menos todavía, llevando a estos hombres ante un Tribunal criminal Internacional.

Y cuando el verano pasado, en San Francisco, fue creada la nueva organización internacional para la paz, no se fijó ninguna norma de ley por la cual, en el futuro, un Tribunal internacional debiera castigar a los responsables de una guerra de agresión. Según el modo con que los delitos contra la paz están configurados, el presente juicio no tiene base legal alguna en el Derecho Internacional, sino que es un procedimiento basado en una nueva ley penal: una ley penal que ha sido formulada sólo después del acto.

Esto contraviene el principio de ley universal, que fue parcialmente violado por la Alemania hitleriana. Y esta violación fue solemnemente desaprobada dentro y fuera del Reich.

La norma jurídica que establece: 'El castigo es sólo posible si la ley que ha sido violada ya existía en el momento en que fue cometido el acto y si el castigo estaba ya previsto', es uno de los principios básicos de los estados y especialmente de las potencias firmantes del Acta Constiimiva de este Tribunal, de Inglaterra desde el Medievo, de los Estados Unidos desde su nacimiento, de Francia desde la Revolución Francesa y de la Unión Soviética.

Cuando la Comisión de Control para Alemania promulgó una reciente ley para el restablecimiento de este principio, se ordenó: 'Ningún castigo sin una ley que ya existiese cuando el acto fue cometido'. Este principio no es fruto del oportunismo, sino que está basado sobre el conocimiento de que todo acusado debe sentirse tratado injustamente si es castigado por una ley creada 'ex post facto'. Los defensores de todos los acusados hoy, en juicio, violarían su deber si soportasen en silencio el abandono de una ley internacional vigente y el rechazo de un principio de la moderna legislación criminal, universalmente reconocido.

No pueden dejar de aceptar lo que hoy es abiertamente reconocido como jurídicamente indiscutible, también fuera de Alemania.

Los defensores están unánimemente convencidos de que este juicio podrá servir al progreso del orden mundial en un grado incluso mayor, si el juicio no se separa de la ley internacional vigente. Mientras sean impugnados actos para los cuales no estaba establecido ningún castigo en el tiempo en que fueron cometidos, el proceso debería limitarse a una investigación comprensiva de lo que acontece.

En este sentido, la defensa, como auténtica ayuda del Tribunal, cooperará plenamente. Bajo el impulso de tales decisiones judiciales, la Sociedad de Naciones, sometida a la ley, podrá, después, formular una ley respecto a la institución de un castigo para aquellos individuos que en el futuro provoquen una guerra injusta.

Es más. La defensa es de la opinión que también otras reglas del acta se oponen a los principios del derecho: “nulla poena sine lege”.

La defensa, además, tiene que señalar desde ahora otra característica que se aleja de los principios generalmente reconocidos por el moderno procedimiento penal. Los jueces proceden de los estados que durante la guerra estuvieron del otro lado de las trincheras.

Así, la parte es el todo: autora de cargos, de la ley penal, acusadora y juez. Que esto no deba ser así, es, por excelencia, opinión legal general.

Los Estados Unidos han declarado siempre Solemnemente cuando se establece un juicio y una jurisdicción internacional que el Tribunal debe estar constituido por neutrales, o por neutrales junto a representantes de todas las partes, en litigio.

En el Tribunal Internacional permanente de La Haya este concepto, se ha llevado a cabo de un modo que no puede servir de ejemplo.

En consideración a la complejidad y a las dificultades de estos problemas jurídicos, el Colegio de la Defensa pide que el Tribunal desde ahora se asegure, consultando a expertos de Derecho internacional y de fama internacional, sobre la base jurídica de este juicio y las normas de este Tribunal. En nombre del Colegio de la Defensa


Doctor Otto Stahmer".



Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Lun Jul 18, 2005 5:44 pm

QUÉ ERA EL PACTO BRIAND-KELLOGG

El pacto Briand-Kellog, varias veces citado por el Tribunal de Nuremberg, era el acta de renuncia general a la guerra, firmada en París el 20 de agosto de 1928. Propuesto inicialmente por el ministro del Exterior francés, Aristide Briand, al secretario de Estado americano, Frank Kellog, como compromiso recíproco de los dos países a renunciar a la guerra como medio político, fue después considerado como pacto general extendido a todas las naciones y firmado inicialmente por 15 países (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, Irlanda, India, Alemania, Italia, Bélgica, Polonia, Checoslovaquia y Japón). La Unión Soviética se adhirió el 6 de septiembre de 1928. En conjunto se adhirieron casi todos los Estados entonces existente (57); 48 miembros de la Sociedad de Naciones y 9 Estados que no formaban parte de ella. Sólo se negaron a participar en el pacto Arabia Saudita, Yemen, Argentina, Bolivia y Brasil.

El pacto contenía un preámbulo y dos artículos principales que estipulaban: "1. Las Altas Partes contratantes declaran solemnemente, en nombre de sus respectivos pueblos, condenar el recurso a la guerra para la solución de las controversias internacionales y renunciar a ella como instrumento de política internacional en sus relaciones reciprocas.
2. Las Altas Partes contratantes reconocen que la solución de todas las controversias o conflictos, cualquiera sea su naturaleza y origen, que puedan surgir entre ellas, nunca deberá ser buscada más que por medios pacíficos
".


El Pacto Briand-Kellogg - 1928

Imagen

"El presidente del Reino Alemán, el Presidente de los Estados Unidos de América, S.M. el Rey de los Belgas, el Presidente de la República Francesa, S.M. el Rey de Gran Bretaña (…), S. M. El Rey de Italia, S.M.. el Emperador de Japón, el Presidente de la República de Polonia, el Presidente de la República Checoslovaca,

persuadidos de que ha llegado el momento de proceder a una sincera renuncia a la guerra como instrumento de política nacional, a fin de que las relaciones pacíficas y amistosas que actualmente existen entre sus pueblos puedan ser perpetuadas;

convencidos de que cualquier cambio en sus relaciones recíprocas no debe ser buscado sino por procedimientos pacíficos y ser realizado en orden y en paz, y de que toda potencia firmante que intentara en lo sucesivo desarrollar sus intereses nacionales mediante el recurso a la guerra deberá ser privada del beneficio del presente Tratado;

esperando que, alentados por su ejemplo, todas las demás naciones del mundo se unirán a estos esfuerzos humanitarios y, adhiriéndose al presente Tratado desde el momento en que entre en vigor, pondrán a sus pueblos en condiciones de aprovechar sus beneficiosas estipulaciones, uniendose de esta forma las naciones civilizadas del mundo en una común renuncia a la guerra como instrumento de su política nacional, han decidido concluir un Tratado(…):

Articulo 1º. Las altas partes contratantes declaran solemnemente, en nombre de sus pueblos respectivos, que condenan el recurso a la guerra para la resolución de los desacuerdos internacionales, y que renuncian a ella, en tanto que instrumento de política nacional, en sus relaciones recíprocas.

Articulo 2º. Las altas contratantes reconocen que el arreglo o la solución de todos los desacuerdos o conflictos, cualesquiera que puedan ser su naturaleza o su origen, que puedan surgir entre las mismas, no deberán jamás intentarse resolver sino por medios pacíficos.

El presente Tratado, una vez puesto en vigor del modo previsto en el párrafo anterior, permanecerá abierto tanto tiempo como sea necesario para la adhesión de todas las demás potencias del mundo. El instrumento de adhesión de cada potencia será depositado en Washington, e inmediatamente después de este depósito entrará en vigor el Tratado entre las potencias adherida y las demás potencias contratantes.

(…)

En fe de todo lo cual, los plenipotenciarios respectivos han firmado el presente Tratado"

París, 27 de agosto del año 1928.



Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Mar Jul 19, 2005 5:43 pm

El Tribunal rechaza la instancia de Stahmer reservándose el motivarlo, y el presidente Lawrence invita a los acusados a acercarse al micrófono y a declarar, segur procedimiento penal anglosajón, si se conocen culpables o no. Goering es primero en levantarse. Imponente, despacio, se mete una mano en el bolsillo con el aire desenvuelto del orador: “Antes de responder...", empieza. Junto micrófono se enciende una luz amarilla "Hable más despacio, por favor", advierten los traductores desde su cabina Goering permanece un instante silencioso, después empieza de nuevo: "Antes de responder a la pregunta que me ha sido formulada por el Tríbunal debo subrayar...".

Presidente: "El acusado debe responder a la pregunta del Tribunal. En su momento hará otras declaraciones".

Goering (seco): "Inocente, en el sentido de esta acusación".

Se levanta Schacht, ajustándose las gafas sobre la nariz. Dice, mirando a los jueces: "No soy culpable de ningún modo". Jodl se levanta de golpe y exclama con voz vibrante: "Inocente en todo que he hecho. Y de lo que he sido obligado a hacer, puedo responder con la cabeza alta ante Dios, ante la opinión pública y sobre todo ante mi pueblo".

Fritzsche declara precipitadamente "Ciertamente inocente de lo contenido en la acusación fiscal". Todos los demás dijeron solamente: "Inocente". Hess, llamado por Goering, deja caer el libro que tenia entre las manos, se levanta aferrardo el micrófono y grita: "¡No!".

Presidente (a los taquígrafos): "Debe registrar esta respuesta como 'no culpable'".

Al otro lado de la barandilla, en el espacio reservado a la prensa y a los fotógrafos se oye una risa e inmediatamente el presidente Lawrence abandona su escaño seguido del Tribunal: "Que no se repita más este incidente. De otro modo haré desalojar la sala. Se levanta la sesión".

Los jueces desaparecen, uno tras otro, por la puerta próxima al estrado. Los acusados, bajo los flashes de los fotógrafos y el objetivo de las cámaras de cine, hablan con sus abogados. Goering se vuelve hacia los otros acusados y exclama: "Quisiera que tuviésemos el valor de condensar nuestra defensa en pocas palabras: 'todo esto me importa un rábano'".


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Mié Jul 20, 2005 8:12 pm

TAMBIÉN SE DEBE JUZGAR A LA URSS

El abogado Seidl planteó una cuestión de procedimiento cuando acusó a la Unión Soviética de estar manchada por crímenes iguales a los que sus representantes en Nuremberg debería juzgar. La iniciativa tuvo una clara intención política, y sacudió realmente a la opinión pública. Seidl mantuvo que también algunos dirigentes de la URSS tendrían que haberse sentado en el banquillo de los acusados por la agresión a Finlandia. "Parece evidente —dijo Seidl— la absurda postura de ciertas naciones que se proponen juzgar a otras por delitos que ellas mismas han cometido". Después que la excepción fue denegada, Seidl comentó: "En un proceso penal ordinario, hubiera sido ciertamente un caso llamativo si un juez, en un procedimiento contra un asesino, hubiera dejado pasar por alto el testimonio respecto a la participación de un cómplice en el crimen porque el testimonio revelara que el mismo juez había sido cómplice. El hecho de que nadie en el proceso de Nuremberg haya considerado semejante silencio como algo insólito, demuestra lo lejos que estamos de lo que se puede llamar una 'soberanía del derecho' en los asuntos internacionales".


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Mié Jul 27, 2005 3:54 am

UNA ACUSACIÓN DE 25.000 PALABRAS

Síntesis del documento de imputación presentado por la acusación pública contra los procesados de Nuremberg.

Veinticinco mil palabras. He aquí, en síntesis, el pliego de cargos contra los criminales nazis sentados en el banquillo de Nuremberg. Las imputaciones fueron reunidas en grupos definidos así:

a) Crímenes contra la paz, es decir, la dirección, la preparación, el desencadenamiento y el desarrollo de una guerra de agresión o de una guerra en violación de los tratados, de las garantías y de los acuerdos internacionales, o la participación en un plan concertado o en un complot para el cumplimiento de alguno de los actos previamente enumerados.
b) Crímenes de guerra, es decir, la violación de las leyes y usos de guerra. Estas violaciones comprenden "el asesinato, los malos tratos o la deportación para trabajos forzados, o cualquier otro fin, de poblaciones civiles de los territorios ocupados, el asesinato o malos tratos a prisioneros de guerra o náufragos, la ejecución de rehenes, el saqueo de bienes públicos o privados, la destrucción —sin motivo— de ciudades y pueblos, o la devastación no justificada por exigencias militares".
c) Crímenes contra la humanidad: el asesinato, el exterminio, la reducción a esclavitud, la deportación y todos los demás actos inhumanos cometidos contra las poblaciones civiles, antes o durante la guerra, o las persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos.

El articulo 6 del Estatuto del Tribunal Militar de Nuremberg establece también otro principio, gravísimo para los acusados en el gran proceso: los dirigentes, los organizadores, los provocadores o cómplices que han tomado parte en la elaboración o en la ejecución de un plan concertado o de un complot para cometer alguno de los crímenes enumerados anteriormente, son responsables de todos los actos cometidos por todas las personas o la ejecución de dicho plan. Es la responsabilización individual de los 24 acusados por los delitos colectivos cometidos por los alemanes.

El pliego de cargos se abre con la lista de los acusados, procesados individualmente como pertenecientes a una de las siguientes organizaciones: gobierno del Reich, clase dirigente del partido nazi, SS, SD, Gestapo, SA, el Estado Mayor General y el Alto Mando de las fuerzas Armadas alemanas.

La enunciación y descripción de los cargos, en hechos concretos, está articulada en cuatro partes que se basan —como se ha dicho— en principios morales y jurídicos establecidos por el Estatuto del Tribunal cuatripartito:

:arrow: Primer cargo. Plan concertado o complot. Es un documento de extraordinario interés histórico y ocupa catorce páginas del primer volumen de las actas oficiales del proceso de Nuremberg, publicado en 42 volúmenes e impreso en la misma ciudad en 1947. El interés histórico consiste en la reconstrucción de las vicisitudes de la Alemania minada por el nazismo desde 1920 hasta la declaración de guerra contra los Estados Unidos (11 de diciembre de 1941). Es una reconstrucción con datos de primera mano, revelados y utilizados inmediatamente después de acabar la Segunda Guerra Mundial para castigar a los principales responsables de la gran matanza.

Otro hecho importante es que ésta fue la versión en que Norteamérica, Rusia, Inglaterra y Francia —unidas en el entusiasmo por la victoria pero divididas por motivos ideológicos y de intereses materiales— lograron ponerse de acuerdo. El hecho cierto es que todos los historiadores del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial pudieron acceder, directa o indirectamente, a las valiosas informaciones del enorme cúmulo de actas oficiales del proceso de Nuremberg, especialmente en lo que se refiere a las largas declaraciones de los acusados y a los documentos sacados a la luz.

Según este cargo número 1, la gigantesca conspiración era congénita a la misma naturaleza del nazismo, a la siniestra mentalidad de Hitler, a la doctrina de que el "jefe" tiene un poder ilimitado, a la teoría de que las personas de "sangre alemana" forman una "raza de señores" que tiene el derecho de subyugar, dominar y exterminar a otras "razas" y pueblos; y al principio de que la guerra constituye para el alemán una actividad noble y necesaria.

Estas fueron las etapas del complot: en lugar la conquista del poder absoluto por parte de Hitler, aboliendo la libertad personal, de expresión, de prensa, de asociación y de reunión después del incendio del Reichstag el 28 de febrero de 1933 (Hitler había ocupado el cargo de Canciller de la República Alemana el 30 de enero del mismo año). Anulada por la fuerza y el delito cualquier oposición interna, Hitler y sus cómplices pasan al verdadero plan para desencadenar la guerra de agresión. Primero denuncian el Tratado de Versalles y sus restricciones de armamento y actividad militar alemana. Luego se apoderan del territorio perdido por Alemania a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, y de otros que los conspiradores nazis definen como "ocupados prevalentemente por alemanes de raza". Finalmente pretenden un Lebensraum, un "espacio vital", y desencadenan guerras de agresión, una detrás de otra, según designios cada vez más amplios.

Es una secuencia que pone en acción el engaño, la doblez, la amenaza, la intimidación, la "quinta columna" en los otros países, y luego las guerras de agresión y las guerras en violación de los tratados, pasando —dice el pliego de cargos— a través de estas fases: invasión de Austria (marzo de 1938) y ejecución del plan de invasión de Checoslovaquia (abril de 1938-marzo de 1939). Tales conquistas —sigue afirmando el documento de Nuremberg— aumentan la potencia militar de Alemania con nuevos recursos alimenticios y fronteras más fácilmente defendibles. El Reich está así en disposición de agredir a Polonia (1 de septiembre de 1939) y "para facilitar sus operaciones militares contra Francia y Gran Bretaña", aliadas de Polonia, Alemania extiende la contienda a una guerra general de agresión contra Dinamarca, Noruega. Bélgica. Holanda, Luxemburgo, Yugoslavia y Grecia (1939-1941). El pliego de cargos recuerda luego "la invasión del territorio soviético por parte de los alemanes el 22 de junio de 1941, en violación del pacto de no agresión de 23 de agosto de 1939" y la "colaboración con Italia y el Japón en la guerra de agresión contra los Estados Unidos".

En el cargo número 1 son también muy importantes las dos páginas sobre persecuciones nazis contra los judíos, "... con el uso de la violencia contra sus personas y sus bienes, la deportación, la esclavización, los trabajos forzados, el hambre, el asesinato y el exterminio en masa. De los 9.600.000 judíos que vivían en las regiones de la Europa ocupada por la dominación nazi, un cálculo moderado indica que 5.700.000 han desaparecido, la mayoría de los cuales ha sido deliberadamente llevada a la muerte por los conspiradores nazis". Estas cifras expresadas en el pliego de cargos de Nuremberg suscitan en el mundo una impresión y una conmoción enormes.

:arrow: Segundo cargo. Es el más breve (una sola página), y, sacando sus conclusiones de la descripción del complot en su desarrollo histórico (cargo anterior), establece cuáles fueron las guerras de agresión que quebrantaron criminalmente la paz: las guerras contra Polonia, Inglaterra y Francia, Dinamarca y Noruega. Bélgica, Holanda y Luxemburgo, Yugoslavia y Grecia, Rusia y, finalmente, los Estados Unidos. El anexo C —citado expresamente— enumera las violaciones de tratados, acuerdos y compromisos internacionales cometidas por parte de los acusados. Tales violaciones son veintiséis. La primera se refiere al quebrantamiento de la Convención de La Haya (29 de julio de 1899) para el regulamiento pacifico de los problemas internacionales. La 26.a trata de las falsas seguridades dadas por Alemania el 6 de octubre de 1939 de que no tocaría la neutralidad ni la integridad territorial de Yugoslavia.

:arrow: Tercer cargo. Contiene, a titulo de ejemplo, casos concretos de delitos de guerra, y abarca 25 páginas. He aquí algunos de los infames episodios citados: "En la región de Lvov los alemanes exterminaron a 700.000 ciudadanos soviéticos, entre ellos setenta personalidades del mundo del arte, de la ciencia y de la técnica, y ciudadanos de los Estados Unidos, de Gran Bretaña, de Checoslovaquia, de Yugoslavia y de Holanda, llevados a esas regiones desde otros Lager. En la región de Leningrado, más de 172.000 personas fueron fusiladas y torturadas, comprendiéndose en tal cifra más de 20.000 muertos en la ciudad de Leningrado por el fuego de barrera de la artillería y por salvajes bombardeos aéreos".


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Jue Jul 28, 2005 11:47 pm

El primer Lager se remonta a 1933

El cargo número 3 está plagado de terribles nombres: Buchenwald, Dachau, Lidice, las Fosas Ardeatinas... Cita, siempre a titulo de ejemplo, que los trenes de deportados franceses fueron 704, conteniendo cada uno de 1.500.a 2.500 personas: que en marzo de 1944 cincuenta oficiales de la RAF huyeron del Stalag Luft III y que a quienes fueron capturados se les envió a la muerte; que en Bélgica centenares de rehenes fueron ejecutados en el período de 1940 a 1944; que prisioneros americanos, oficiales y soldados, fueron muertos en Normandía en el verano de 1944 y en las Ardenas en diciembre de 1944; que los alemanes destruyeron en la URSS 426 museos y que impusieron en todas partes contribuciones (mil millones de francos tuvo que desembolsar la población judía de Francia a titulo de "reparación"); robaron materias primas, instituyeron el trabajo obligatorio para las poblaciones civiles, mataron, robaron, maltrataron, destruyeron y deportaron, llevando a cabo una "guerra total" que comportaba métodos de combate y de ocupación militar en contra de las leyes y usos de guerra.

Cuarto cargo. Está dedicado a los delitos contra la humanidad, cometidos "en los años anteriores al 8 de mayo de 1945 en Alemania, y después del 1 de septiembre de 1939 en todos los países y territorios ocupados por los alemanes, así como en Austria, Checoslovaquia, Italia y en alta mar". La acusación se refiere a la muerte y persecución de todos cuantos eran, o se suponía que eran, hostiles al partido nazi.

"El Ministerio Público —advierte el cargo número 4— se basará en hechos expuestos en el cargo número 3 (crímenes de guerra) que sean además crímenes contra la humanidad". En tres páginas son subrayados de manera especifica "las muertes, los exterminios, las esclavizaciones, las deportaciones y otros actos inhumanos cometidos contra las poblaciones civiles antes y durante la guerra". Se recuerda que el primer Lager (campo de concentración) de Alemania fue instituido en Buchenwald ya en 1933.

La segunda parte del cargo número 4 está reservada a las "persecuciones por motivos políticos, raciales y religiosos". "Los judíos fueron sistemáticamente perseguidos desde 1933...". "Desde el 1 de septiembre de 1939 se recrudeció le persecución de judíos. Millones de judíos de Alemania y de los países ocupados fueron enviados al Este para ser exterminados".

Además, los nazis asesinaron al canciller austriaco Dollfuss, al socialdemócrata Breitscheid y al comunista Thaelmann. Internaron en campos de concentración a numerosas personalidades políticas y religiosas; por ejemplo, al canciller austriaco Schuschnigg y al pastor Niemöller. El cargo recuerda también la famosa Kristallnacht, la "Noche de los Cristales": "En noviembre de 1938, por orden del jefe de la Gestapo... propiedades judías fueron destruidas, 30.000 judíos fueron detenidos y enviados a campos de concentración y sus bienes fueron confiscados". Y sigue: "Millones de judíos figuran entre las personas maltratadas o ejecutadas...". Algunas cifras: "60.000 judíos fusilados en una isla del Dvina cerca de Riga, 32.000 judíos fusilados en Sarny y 60.000 en Kiev y Dniepropetrovsk".

Muy interesantes, también desde el punto de vista histórico, son los apéndices al cargo. Son tres.

El primero contiene datos sobre la carrera y las responsabilidades criminales de cada uno de los 24 acusados: a Goering se le dedicaban 22 líneas (siempre en la densa letra de los 42 volúmenes que contienen las actas oficiales del proceso de Nuremberg); a Keitel. 17; a Krupp, 18; a Rosenberg, 23.

El segundo apéndice enumera y define "Los grupos y organizaciones de carácter criminal" como las SS, la Gestapo, el gobierno del Reich, el Estado Mayor General y los Altos Mandos de las fuerzas armadas germanas, precisando los grados y cargos que, entre febrero de 1938 y mayo de 1945, tuvieron una importante parte de responsabilidad en los crímenes alemanes.

El tercer apéndice enumera, como ya se ha dicho, las violaciones a los tratados. El pliego de cargos se deposita en el Tribunal en tres ejemplares: uno en lengua inglesa, otro en francés y otro en ruso,"y cada uno de estos textos da fe igualmente". Las firmas son de Francois de Menthon por el gobierno provisional de la República Francesa: Robert H. Jackson, por los Estados Unidos de América; Hartiey Shawcross, por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y R. Rudenko, por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Está fechado en Berlín, el 6 de octubre de 1945. Berlín sigue siendo el símbolo de la unión en la victoria contra el nazismo.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Vie Jul 29, 2005 6:29 pm

GOERING EN EL BANQUILLO

Imagen

El Número Dos del nazismo se considera aún el alemán más importante después de Hitler.

PARTE I

El primer acusado que es interrogado después de la lectura del pliego de cargos. la larga y detallada exposición de motivos de Jackson, y la presentación de la fundamental moción de la defensa colegiada, basada en la ilegalidad del procedimiento, y que ha sido rechazada es, naturalmente, el Número Dos del nazismo, el ex Mariscal del Reich y ex mariscal del aire Hermann Goering. Le interrogará el mismo Jackson (el cual, obviamente, se interesará sólo por los acusados más importantes, dejando otros, como Speer, Keitel y Pritzsche, al grupo de procuradores soviéticos e ingleses). Goering, más delgado, con uniforme claro sin galones ni condecoraciones, se sienta en primera fila, en la esquina donde hay colocado un micrófono y un MP monta continuamente la guardia. Nunca cambiará de sitio. Ha escogido como defensor al abogado Otto Stahmer, de Kiel, muy anciano pero uno de los mejores. Hacia los otros acusados Goering mantiene una actitud distante. Su iglesia es la luterana, pero no tiene intención de seguir los oficios religiosos. Sin embargo, acaba tomando parte. "Sí, voy a la iglesia yo, que soy el acusado más importante, todos los demás me seguirán. Y, además, para salir de mi celda iría hasta al infierno".

Durante las sesiones es siempre Goering el que comenta, se agita, escribe, pasa notas a su abogado, levanta la voz, protesta por el frió de la sala, discute. Muchas veces se pelea con los otros. De Hess, que sufre un desvanecimiento, dice sarcástico: "Ea, que se pone malo nuestro diplomático". A Von Papen le murmura: "¡Viejo conejo!". Al general Bach-Zelewski, que atestigua sobre las intenciones de Himmler de exterminar en Rusia "al menos treinta millones de eslavos", le grita: "¡Cerdo!".

Cuando el general Lahousen, ex ayudante de Canaris, revela que Keitel había dado orden de marcar al rojo en las nalgas a los prisioneros de guerra soviéticos, Goering se inclina hacia Von Ribbentrop y le dice: "¡Ese Lahousen es uno de los que nos dejamos escapar el 20 de julio!".

En su celda lee "La vida de Beethoven" y "Veinte mil leguas de viaje submarino''. Tiene conversaciones con los psiquiatras Kelley y Gilbert, y les declara:
"Me alegro de que Hitler haya muerto. No habría podido soportar el verle comparecer delante de un Tribunal de extranjeros. Además, si se le hubiera procesado, habría sido el primero en levantarse y decir: 'Yo he dado todas las órdenes y yo asumo todas las responsabilidades'".

Cuando en la sala le interroga Jackson, Goering acaba de saber que su mujer y su hija, internadas por los americanos en Staubing, han sido puestas en libertad y que pronto le escribirán. Reanimado y optimista, responde con prontitud, no escatima los sarcasmos, e incluso hace perder la calma al olímpico acusador.

Duarante los catorce dias en que se discutirá su "caso" en la sala de Nuremberg, Goering pronunciará en propia defensa no menos de ochenta mil palabras, y tampoco abandonará el papel de "hombre más importante y poderoso después de Hitler", como lo confirma su respuesta la primera pregunta que le hace en el interrogatorio el acusador americano.

Jackson: "Creo que usted se dará cuenta de que es el único hombre vivo capaz de explicar al mundo los verdaderos principios del partido nazi y el funcionamiento íntimo de su suprema dirección".

Goering (satisfecho): "Estoy perfectamente al corriente del asunto".

Goering está de pie junto al micrófono, con la cabeza ligeramente inclinada a un lado y la mano derecha metida en el bolsillo. Dentro de pocos meses cumplirá cincuenta y tres años, pero parece mucho mayor a causa de su rostro fláccido, céreo, enfermizo. Un sustituto de la defensa exhibe al Tribunal las copias fotostáticas de un libro autobiográfico de Goering, "Alemania renacida", un volumen lujoso con encuadernación dorada, impreso en papel especial, donde se cuenta su vida desde el nacimiento hasta su nombramiento como Mariscal del Reich.

El libro muestra entre líneas al verdadero Goering: el niño pendenciero que se habia hecho expulsar de todas las escuelas bávaras, el brillante y audaz cadete de Karlsruhe, el as de la aviación de caza en la Primera Guerra Mundial que durante ella derribó veintiún aviones ingleses, recibió de manos del Kaiser la máxima condecoración alemana, la medalla Pour le mérite, y fue nombrado jefe de la famosa escuadrilla del capitán barón Von Richthofen (el "Barón Rojo"); el veterano que vuelve a Alemania sin un céntimo y para sobrevivir se ve obligado a marchar como emigrante a Escandinavia y a realizar demostraciones aéreas; el joven de veintisiete años que se enamora a primera vista, en un castillo sueco, de Karin Fock von Kantzow, madre de un niño de siete años, la convence de que pida el divorcio, se casa con ella y vuelve a Alemania, donde se va arreglando con el dinero de la dote de su esposa.

En "Alemania renacida" se transparenta también el ex oficial Goering que odia a la república democrática porque el gobierno de Weimar respeta el Tratado de Versalles; el rebelde y fanático nacionalista que conoce a Hitler durante un mitin de protesta un domingo de noviembre de 1922; el político que se afilia al partido nazi con la misión de reorganizar las SA; su aventura de Munich, la huida de Alemania gracias a la ayuda de una familia judía, e! exilio de cuatro años en Austria. Suecia e Italia, donde conoce a Mussolini: el regreso a Munich en 1927 gracias a una amnistía, la reconstrucción del partido nazi con Hitler, Streicher y Rosenberg: la elección a diputado en 1928. la muerte de Karin, destrozada por la tuberculosis; el nombramiento de presidente del Reichstag, la victoria de Hitler, su nuevo matrimonio con la fascinante Emmy Sonnemann, divorciada de un actor; los fastos del poder, el nacimiento de la Gestapo. Es precisamente esto último, el nacimiento de la policía secreta, uno de los primeros temas que la acusación de Nuremberg trata en el interrogatorio del ex Mariscal del Reich. El 17 de febrero de 1933, Goering, dirigiéndose a la policía, prusiana, había ordenado "no dudar en disparar donde haga falta. Todo agente debe convencerse de que la inercia es una culpa más grave que cualquier error en la ejecución de las órdenes recibidas". Y había proclamado: "Todo proyectil que salga de una pistola de la policía es mi proyectil. Si eso os parece un asesinato, yo soy el asesino, porque yo soy quien lo ha ordenado y quien doy mi apoyo. Asumo esta responsabilidad y no me da miedo". El 3 de marzo, en otro discurso, había subrayado también este concepto: "No estoy aquí para hacer justicia. Mi misión es destruir, exterminar, y nada más...".

Jackson: "¿Sus métodos de gobierno necesitaban la ausencia total de oposición por parte de los otros partidos políticos?

Goering: "Entendámonos. La oposición ha durado mucho tiempo. Luego ha llegado el momento en que se debía construir, y no criticar ni poner obstáculos".

Jackson: "¿Por eso, al subir al poder, decidió suprimir todos los demás partidos?".

Goering; "Nos pareció necesario no permitir oposiciones".

Jackson: "Además, suprimió las oposiciones individuales...".

Goering: "Ninguna oposición, por parte de ningún individuo, fue tolerada".

Jackson: "¿Así que creó una policía secreta?".

Goering: "Existía ya una policía política. Nosotros simplemente la potenciamos y ampliamos".

Jackson: "Y para eliminar toda oposición construyeron los campos de concentración".

Goering (estallando): "¡Hay que distinguir! Los que habían cometido actos de alta traición contra el nuevo estado eran entregados a los tribunales. Pero aquellos de quienes podía esperarse un acto de traición fueron puestos en custodia preventiva y mandados a los Lager".

La pregunta que Jackson va a hacer al acusado es importante para los cargos. Los jueces escuchan con atención, y el presidente anota en seguida la respuesta.

Jackson: "Esta custodia preventiva, ¿significaba la detención de personas que no habían cometido ningún delito pero que ustedes consideraban que podían cometer alguno?".

Goering: "Precisamente".

Jackson: "En Alemania no era un secreto el hecho de que la Gestapo era una policía política, que detenía a la gente con fines de custodia preventiva y que tenia campos de concentración; Cierto?".

Goering: "Certísimo".

Goering responde, rápido y seco, a las preguntas de la acusación. Constata con placer que también los jueces están impresionados por su seguridad. Lord Birkett escribe en su diario: "Goering demuestra ser hombre habilísimo, capaz de intuir el íntimo significado de cada pregunta casi en el mismo momento en que le es formulada... Ciertamente Goering no es el hombre acabado que todos esperaban o profetizaban". El ex Mariscal del Reich es consciente de ello. Cuando se vuelve hacia los otros acusados y nota que le están mirando casi admirados, no puede ocultar una abierta sonrisa de satisfacción.

Imagen

Saludos cordiales
Última edición por Erich Hartmann el Mar Dic 13, 2005 4:53 am, editado 1 vez en total.

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Sab Jul 30, 2005 7:12 pm

Parte II

El incendio del Reichstag

Jackson: "Querría preguntarle ahora algo a propósito del incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933. A consecuencia de tal incendio muchas personas fueron detenidas y muchas muertas, ¿no?".

Goering se ensombrece de golpe. Dice, escogiendo las palabras con cuidado: "No recuerdo ningún caso en que una persona haya sido muerta, con ocasión del incendio, sino por sentencia judicial. Hubo detenciones, pero no muy numerosas. Se trataba de comunistas, pero la decisión de meterlos en la cárcel había sido tomada ya antes. El incendio, simplemente, aceleró la fecha de la detención".

Jackson: "Pero las detenciones fueron realizadas apenas estalló el incendio, ¿no es verdad?".

Goering: "Yo hubiera preferido retrasarlas algunos días y hacerlas cumplir por la policía ordinaria, pero el Führer quiso que fueran efectuadas aquella misma noche".

Jackson: "¿Usted y Hitler se encontraron en el lugar del incendio?".

Goering: "".

Jackson: "Y la mañana siguiente fue presentado al presidente Hindenburg el decreto que abolía las libertades constitucionales, ¿verdad?".

Goering: "Me parece que sí".

Jackson: "¿Fue usted el responsable del incendio?".

Goering tiene un nuevo estallido: "¡No, le digo que no! ¡Lo he dicho ya mil veces!".

Jackson se refiere a un testimonio que acusa explícitamente a Goering por la quema del Reichstag. Es del general Franz Halder, ex jefe del Estado Mayor, destituido en 1942, quien, declarando en el sumario, ha dicho: "En 1942, en una comida por el cumpleaños del Führer, la conversación recayó sobre el palacio del Reichstag y su valor artístico. Oí con mis propios oídos a Goering que, interrumpiendo la conversación, gritó: '¡El único que sabe de verdad algo sobre el Reichstag soy yo, que le prendí fuego!'. Y se dio una palmada en el muslo".

Jackson: "¿No se le ha ocurrido nunca jactarse de haber incendiado el Reichstag, sólo por broma?".

Goering: "No. Bromeé una vez, si a eso es a lo que alude, cuando dije que con ese incendio hacía la competencia a Nerón, y que probablemente la gente había dicho en seguida que, vestido con toga roja y con una lira en la mano, yo miraba el incendio y tocaba, mientras el Reichstag estaba quemándose. Esto sí fue una broma. Pero poco faltó para que perdiese la vida entre las llamas, lo que habría significado ciertamente una gran desgracia para el pueblo alemán, ¡pero también una gran suerte para sus enemigos!".

Arrogante, desenvuelto, rápido en la réplica jocosa que a veces provocaba la risa en la multitud de periodistas al otro lado de las barandillas, Hermann Goering se "interpretó" a sí mismo como un consumado actor. Cuando tuvo que escuchar las acusaciones —porque tomaron la palabra el americano Ralph Albrecht, luego los testigos llamados por la defensa, Bodenschatz, Milch y Kórner, y finalmente los fiscales Rudenko, ruso, y Sir David Maxwell-Fyfe, inglés—, el ex Mariscal del Reich habló en voz baja, gruñó, maldijo, tomó apuntes, se puso y se quitó los auriculares, y se volvió hacia los fotógrafos haciendo señas de inteligencia. Cuando hablaba, no quería ser interrumpido. Hess, en cierto momento, le tiró de la chaqueta, y Goering, en voz alta, le dijo: "¡No me fastidies! ¡Sé muy bien lo que debo hacer'.".

El acusado refleja cierta agitación apenas el interrogatorio de Jackson, después de los temas de la toma del poder y del incendio del Reichstag, se extiende a la muerte de Roehm y sus SA, la famosa "Noche de los Cuchillos Largos". En el invierno de 1933 a 1934, en Munich, un grupo de milicianos del Estado Mayor de las SA había desfilado por las calles cantando una vieja canción revolucionaria. Las primeras lineas del himno decían: "Afilaremos nuestros largos cuchillos/en las piedras de las aceras", y asi, con la expresión "Noche de los Cuchillos Largos" se denominó la "purga de sangre" desencadenada por Hitler el 30 de junio de 1934, cuando Hindenburg, las derechas y sobre todo la Wehrmacht, preocupados por la potencia que iban adquiriendo las formaciones de Sturmabteilungen (compañías de asalto, con camisa parda), pidieron a Hitler en un verdadero ultimátum, del que se hizo diligente eco el vicecanciller Von Papen, que pusiera fin a aquella situación.

Jackson: "¿Por qué razón fue muerto Roehm?".

Goering: "Quería provocar una revolución dirigida a matar al Führer y destruir el ejército y otras organizaciones consideradas reaccionarias".

Jackson: "¿Tenían pruebas de todo esto?".

Goering: "Teníamos suficientes".

Jackson: "Pero Roehm no fue procesado por ningún tribunal donde podría haber explicado sus razones, ¿verdad?".

Goering: "Exacto. El Führer consideró mejor sofocar inmediatamente el intento de revolución sin perder el tiempo en un proceso".

Jackson: "¿Fueron publicados los nombres de las personas muertas en esa ocasión?".

Goering: "No todos".

Jackson: "Entre los muertos estaban Von Schleicher y su mujer, que eran sus rivales, ¿no?".

Goering: "Exacto".

Jackson: "¿Y también Erich Klausener, ex jefe de la Acción Católica, y Gregor Strasser, ex lugarteniente de Hitler?".

Goering: "Ambos fueron muertos".

La "Noche de los Cuchillos Largos" tuvo escenas tremendas en Berlín, donde, por instrucciones directas de Goering, comenzaron las detenciones e interrogatorios dirigidos por el mismo Goering en su palacio de Leipzigerplatz, asistido por Himmler, Heydrich y por su ayudante, Paúl Körner, que pertenecía a las SS. "Lacayos de librea servían emparedados mientras hombres arrancados de sus casas o de las calles y arrastrados a la residencia de Goering, esperaban en la antesala mudos y aterrorizados. Cuando se anunciaba el nombre de cada nuevo llegado, la voz de Goering aullaba: '¡Fusiladlo! ¡Fusiladlo!'. Y el desgraciado era arrastrado a la academia de cadetes de Lichterfelde, donde los hombres de la 'Landespolizei' de Goering actuaban de pelotón de ejecución ".

Abogado Stahmer (defensor del acusado): "Pero usted, Herr Goering, ¿intentó convencer a Roehm?".

Goering: "Conocía bien a Roehm. Le dije francamente lo que me habían dicho. Le recordé, nuestra lucha común y le pedí que se mantuviera incondicionalmente fiel al Führer. El me aseguró que, naturalmente, no tenía intención de emprender nada contra el Führer...".

Stahmer: "¿No fue usted mismo quien pidió a Hitler que suspendiera las ejecuciones?".

Goering: "Aquella tarde supe que habían sido muertas otras personas, gente que no tenía nada que ver con la revuelta de Roehm. El Führer llegó a Berlín esa misma noche. Yo me enteré ya cuando fui a verle a las doce del mediodía. Le pedí que ordenara inmediatamente la suspensión de cualquier ejecución en la circunstancia que fuera, de modo que dos personas implicadas quedaron vivas, a pesar de algunas ejecuciones como la de Kari Ernst, asumo la responsabilidad. Era un intento de golpe de estado. La decisión de Hindenburg del día siguiente lo confirma".

Uno de los puntos clave del interrogatorio de Goering se refiere a los mecanismos secretos que entraron en acción en el Tercer Reich en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Se sabe que en 1930, Hitler no dudó en desguarnecer la frontera alemana entre Silesia y el Vístula. Pero constituyó una fuerte ala izquierda, a la que confió la misión de atravesar el pasillo hacia Thorn y Graudenz, superar la Prusia Oriental y caer sobre la retaguardia polaca. La maniobra de Miawa, la toma por la espalda de Varsovia, pertenece a Hitler. Esta fue su primera intervención de estrategia.

Von Brauchitsch y su equipo se llevaron su trabajo corregido por el maestro, y rehicieron desde el principio su composición. Durante esta reunión, Hitler fijó la fecha de la guerra. "El ataque", dijo, "comenzará el 25 de agosto". Respecto a lo que tardaría en vencer, el Führer se lo indicó a Ciano con ocasión de la reunión del 12 de agosto. Calculaba catorce días para destrozar la fuerza combativa del enemigo, y cuatro semanas como máximo para concluir la operación, de modo que esperaba haber terminado la campaña antes de la estación en que el otoño transforma la llanura polaca en un mar de fango.
El acuerdo germanosoviético fue anunciado en Moscú el 21 de agosto. Al día siguiente, Hitler convocó en Obersalzberg a los principales mandos alemanes. Se reunieron, dice Keitel, quince o veinte, todos grandes "señores de la guerra" jefes de ejército y de agrupaciones aéreas o acorazadas.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Dom Jul 31, 2005 5:57 pm

Parte III

"Ese 'cabeza hueca' del rey de Italia"

¿Cuáles fueron los verdaderos términos del discurso de Hitler aquel día? Jackson presenta a Goering una versión que el acusado, cada vez más indignado, rechaza como falsa, o bien, cuando no puede hacer otra cosa, dice que ha olvidado un detalle u otro. El texto del discurso de Hitler que Jackson hace leer a uno de sus ayudantes es el siguiente:

"Mi decisión de atacar Polonia fue tomada la pasada primavera. Al principio temía que la situación política me obligase a combatir a Inglaterra, Francia, Rusia y Polonia al mismo tiempo. Había buenas razones para tomar también en consideración este riesgo".

Goering: "No recuerdo esas palabras. Esa no era la opinión de Hitler".

Ayudante: "Después del otoño de 1938, habiendo comprendido que el Japón no intervendría y que Mussolini estaba amenazado por ese 'cabeza hueca' de su rey y ese tunante traidor de príncipe heredero, decidí llegar a un acuerdo con Stalin".

Goering: "No me acuerdo, pero es posible que Hitler lo dijera".

Ayudante: "En último análisis, en el mundo hay sólo tres hombres de Estado: Stalin, Mussolini y yo. Mussolini es el más débil, porque no ha sabido romper la oposición de la Corona y de la Iglesia. Por esto he decidido llegar a un acuerdo con Stalin. Dentro de algunas semanas tenderé la mano a Stalin sobre la nueva frontera común a Alemania y Rusia, y comenzaré con él la nueva distribución del mundo".

Goering: "No admito esa expresión de 'la nueva distribución del mundo'. En 1938, Hitler no pensaba en una alianza con Rusia. Yo fui quien se la aconsejó para poner fin al aislamiento de Alemania".

Ayudante: "Nuestra fuerza está en nuestra velocidad, en nuestra rapidez. Gengis Khan exterminó millones de mujeres y niños con premeditación y sin darle importancia. Sin embargo, la historia ve en él sólo un fundador de imperio. Lo que una debilitada civilización occidental pueda decir de mi me deja indiferente".

Goering: "Hitler era un apasionado de las comparaciones históricas. Con frecuencia citaba a Gengis Khan. ¡Pero no de esta manera, no!".

Ayudante: "He decidido, y enviaré ante el pelotón de ejecución a quien se atreva a una palabra de critica, que los fines de nuestra guerra no consistirán en alcanzar esta o aquella línea, sino que miran a la destrucción física del enemigo".

Goering: "Quizá más tarde hablara Hitler de pelotón de ejecución. ¡Pero no en ese momento!".

Ayudante: "Por consiguiente, he dado orden a mis tropas de la Calavera (las SS) que exterminen sin piedad ni miramientos a hombres, mujeres y niños de raza y lengua polaca. Sólo así conquistaremos el espacio vital de que tenemos necesidad. Después de todo, ¿quién se acuerda hoy del exterminio de los armenios?".

Goering: "¡Es falso'. ;Es absurdo! Hitler quería conquistar a los generales para sus ideas, y sabía bien que le habría sido imposible con semejantes teorías".

Ayudante: "El capitán general Von Brauchitsch ha prometido conquistar Polonia en pocas semanas. Si me hubiera hablado de dos años, o de un año, no daría la orden de avanzar. Me habría aliado con Inglaterra contra Rusia, porque no estamos en condiciones de sostener una guerra larga".

Goering: "Es falso. Calculábamos que la guerra contra Polonia seria más larga de lo que fue en realidad".

Ayudante: "En Munich me he hecho mi idea sobre esos miserables charlatanes de Daladier y Chamberlain. Son demasiado blandos para atacar. No irán más allá del bloqueo, y con las materias primas que nos suministrará Rusia seremos autosuficientes".

Goering: "Ese era el pensamiento de Hitler, pero no creo que esas fueran palabras suyas".

Ayudante: "El ataque para la aniquilación de Polonia empezará el sábado por la mañana. Señores, les espera una cosecha de gloria como nadie ha recogido en siglos. Sean duros, y no tengan piedad. Actúen rápida y brutalmente. Los ciudadanos de Europa occidental deberán estremecerse de horror al enterarse de lo que hayan hecho ustedes. Es la manera más humana de hacer la guerra, porque la acorta.

Goering: "¡Es falso, falso, falso!".

Ayudante: "Polonia será despoblada y colonizada. Más tarde pasará lo mismo con Rusia. Después de la muerte de Stalin, demoleré la Unión Soviética, y el alba de la dominación alemana habrá nacido".

Goering: "¡Falso y absurdo!". .

Ayudante: "Los pequeños estados no nos dan ningún miedo. Después de la muerte de Kemal Ataturk, Turquía ha sido gobernada por medio idiotas. Carol de Rumania está completamente dominado por sus apetitos sexuales. El rey de Bélgica y los reyes nórdicos son mudos, y dependen de la buena digestión de sus pueblos enervados".

Goering: "¡Falsificaciones!".

Ayudante: "Debemos esperarnos la defección del Japón. El emperador es una réplica del último Zar: débil, indeciso, sin energía. Puede caer como victima de una revolución".

Goering: "Todos los que asistieron confirmarán que eso es falso".

Ayudante: "Tened mentalidad de dueños del mundo y disponeos a no ver en los pueblos más que monos que piden ser azotados".

Goering: "Es cada vez más absurdo".

Ayudante: "La situación no es favorable. Mi único temor es que Chamberlain o cualquier otro estúpido pueda venirme en el último momento con una propuesta de conciliación".

Hermann Goering está satisfecho. Hasta ahora las preguntas de Jackson no le han puesto nunca en dificultad seria. Sus respuestas han sido casi plausibles. Pero la aparente desenvoltura de Goering vacila y se derrumba cuando Jackson esgrime el argumento decisivo: la lucha contra los judíos. El abogado Stahmer ha advertido a Goering que será un momento difícil, especialmente porque la acusación ha logrado hacerse con un documento excepcional, el acta de la reunión del Consejo de Ministros del 12 de noviembre de 1938, después de la Kristallnacht, la "Noche de los Cristales". La reunión ministerial tuvo lugar en el ministerio de Aviación, estando presentes Goering (presidente), Goebbels, el ministro del Interior Frick, dos altos funcionarios de la policía política, Heydrich y Daluege, el ministro de Economía, Funk, y el de Hacienda, Schwerin von Krosigk. A continuación se exponen los principales puntos del documento.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Mié Ago 31, 2005 4:13 am

Bueno, continuamos con el tema, para situarse en contexto de esta parte, leer la última del anterior mensaje:

La "Noche de los Cristales"

Goering: "En casi todas las ciudades alemanas han sido incendiadas las sinagogas. Los terrenos en que estaban edificadas podrán ser utilizados de diversos modos. Algunas ciudades quieren construir allí jardines, y otras, casas".

Goebbels: "¿Cuántas sinagogas han sido incendiadas?".

Heydrich: "Han sido incendiadas ciento una sinagogas, y setenta y seis demolidas, y destruidas siete mil quinientas tiendas".

Goebbels: "Me parece que estos hechos nos darán la ocasión de hacer desaparecer las sinagogas. Todas las que no han quedado perfectamente intactas deberán ser demolidas por los mismos judíos. Los judíos deberán cargar con los gastos de demolición. Estoy dispuesto ha hacerlo aquí, en Berlín... Esta deberá ser una norma válida para todo el Reich. Además, me parece necesario dictar una orden que prohíba a los judíos frecuentar teatros, cines y circos alemanes. La situación actual nos lo permite. Los teatros se llenan de todas maneras. Es difícil encontrar entradas. Opino que no es posible dejar que los judíos se sienten en las salas de espectáculo junto a los alemanes. Luego podrá ponerse a su disposición uno o dos cines donde serán proyectadas películas judías. Es también indispensable que desaparezcan totalmente de la circulación en los medios públicos de transporte, pues causan un efecto provocador. Hoy, por ejemplo, todavía es posible a un judío usar el mismo departamento que un alemán en los coches cama. El ministro de Comunicaciones debe promulgar una orden según la cual se establezcan departamentos especiales para los judíos, que se pondrán a su disposición sólo cuando los alemanes estén sentados, a fin de evitar roda promiscuidad. Si no tienen sitio, deberán quedar de pie en los pasillos".

Goering: "Me parece mas lógico asignarles departamentos reservados".

Goebbels: "Pero no basta que el tren esté completo...".

Goering: "Un momento. ¿ Por qué no se pone un solo departamento para judíos y, si éste se completa, los demás tendrán que quedarse en casa?".

Goebbels: "¿Y si, por ejemplo, no hubiera en el rápido de Munich suficientes judíos, y los otros departamentos estuvieran llenos? Un par de judíos tendrían así a su disposición un entero departamento especial. Entonces habría que decir: los hebreos podrán sentarse sólo cuando todos los alemanes tengan asiento".

Goering: "No hace falta decirlo expresamente. Si el tren está lleno, estad seguros de que no habrá necesidad de ninguna ley. El judío será echado fuera y podrá pasarse todo el resto del viaje en el retrete".

Goebbels: "Otra orden deberá prohibir a los judíos frecuentar las estaciones termales, las playas y los sitios alemanes de veraneo. Me pregunto si no seria también necesario impedir que los judíos entren en los bosques alemanes. Actualmente los judíos van de paseo en manadas al Grünewald (el bosque de Berlín). Es una continua provocación y continuamente ocurren incidentes. Todo lo que hacen los judíos es tan molesto y provocador que surgen riñas continuamente".

Goering: "Estupendo. Pondremos a disposición de los judíos una parte de los bosques. Alpers (un funcionario) se ocupará de enviar allí las distintas especies de animales que se parecen exactamente a los judíos. El ciervo, por ejemplo, tiene la nariz como ellos".

Goebbels: "Luego hay que impedir que los judíos se paseen pavoneándose por los jardines públicos alemanes... Pienso que será necesario poner a disposición de los judíos algunos jardincillos, no los más bonitos, y anunciar: 'Aquí los judíos tienen derecho a sentarse en los bancos'. Estos tendrán un letrero especial en el que estará escrito: 'Reservado para judíos'. Luego hay que ocuparse de otro asunto. Todavía hoy sucede que niños judíos asisten a escuelas alemanas. Me parece intolerable. Me resulta imposible que un hijo mío esté sentado en un instituto junto a un judío mientras se enseña historia alemana. Es absolutamente indispensable alejar a los judíos de las escuelas alemanas. y dejar que se ocupen ellos mismos, en sus comunidades, de educar a sus hijos...".

Heydrich y Daluege comentan los saqueos realizados durante la "Noche de los Cristales" en las joyerías y tiendas judías de Berlín. Joyas por millones de marcos han desaparecido.

Goering: "¿Dónde han terminado esas joyas?".

Heydrich: "Es difícil decirlo. Una parte ha sido tirada en la calle y recogida por no se sabe quién. Lo mismo con las pieles. La multitud se arrojó sobre nutrias, cibelinas, etc. Será difícil recuperar alguna cosa. Con frecuencia han sido los niños quienes, jugando, se han llenado los bolsillos. De ahora en adelante no se debe recurrir a los jóvenes hitlerianos".

Goering: "Habría preferido que quitarais de en medio doscientos judíos antes que destruir valores de ese género...".

Heydrich: "En lo que respecta al aislamiento (de los judíos), querría hacer algunas propuestas de orden estrictamente policial pero importante por el efecto psicológico que tendrán en la opinión pública. Por ejemplo, hará falta identificar a los judíos. Cada uno de ellos deberá llevar un distintivo especial...".

Goering: "¡Un uniforme!".

Heydrich: "Una señal... Propongo además que se retire a los judíos toda clase de concesión personal, como, por ejemplo, las matriculas de coche. Que se les prohíba tener automóviles, porque un judio no tiene derecho a amenazar la vida de los arios. Que sea limitada su libertad mediante prohibiciones de residencia o estancia... Igual para los hospitales. Un judío no puede ser curado en el mismo hospital en que se trata a un ario".

Goering: "Ahora, otra pregunta, señores. ¿Qué dirían si hoy se proclamase que será impuesta a los judíos una reparación de mil millones a título de contribución?".

Goebbels: "Me pregunto si los judíos no tendrán la posibilidad de evitarlo ocultando el dinero...".

Goering: "Propongo la siguiente fórmula: 'A los judíos alemanes, a titulo de castigo por sus odiosos delitos, se les impone globalmente el impuesto de mil millones'. ¡Será para morirse de risa! ¡No recomenzarán tan pronto esos cerdos! Y dejadme que os lo repita una vez más: no me gustaría ser judío en Alemania... Es evidente que si pronto el Reich ha de verse envuelto en un conflicto exterior, deberemos aquí en Alemania arreglar cuentas con los judíos a gran escala...".

La enumeración de crueldades, de vejaciones, de violencias, es leída por la voz lenta de Jackson: judíos obligados a declarar ineludiblemente todos sus bienes con vistas a la confiscación general; las leyes de Nuremberg, que privaron a los judíos de la ciudadanía alemana; la obligación de los judíos de tomar solamente el nombre de Sara para las mujeres y de Israel para los varones; la colocación de la letra J (Jude, judío) en pasaportes y tarjetas de identidad; la construcción de ghettos; el desencadenamiento de las primeras ejecuciones. Goering escucha enojado, y de vez en cuando hace gestos negativos, enérgicamente, moviendo la cabeza.

Jackson: "Leo en el acta de la reunión del Consejo de Ministros estas palabras suyas: 'Habría preferido que quitarais de en medio doscientos judíos antes que destruir valores de ese género...'. ¿Es verdad? ¿Lo dijo?".

Goering (de mala gana): "S¡, lo dije; pero en momentos de excitación y mal humor".

Jackson: "¿No era sincero?".

Goering: "No lo pensaba seriamente. Era sólo la expresión de un momento de rabia causado por los sucesos y por la destrucción de objetos valiosos...".

El acusado hace una pausa, y luego vocifera:

Claro, que si usted, señor acusador, tiene la intención de repetir todas las palabras dichas en veinticinco años, yo mismo podría darle ejemplos de expresiones aún más fuertes!".

Luego se sienta pesadamente, se seca el sudor y gruñe un comentario despectivo. Ha perdido su seguridad. Ya no es el Goering del comienzo, tranquilo, rápido, a veces mordaz. Tampoco presta atención a la parte del pliego de cargos en que se habla de la rapiña de obras de arte realizada en toda Europa y recibidas por él en su principesca mansión de Schorfheide, junto al lago de Wacher, a unos cincuenta kilómetros de Berlin.

Su residencia, llamada Karinhall en recuerdo de su primera mujer, estaba en el centro de una propiedad de 47.000 hectáreas, con una reserva de caza en que vivían en libertad gamos, búfalos, alces y caballos salvajes. A la entrada de la casa, de tradicional arquitectura alemana, estaba su blasón: el puño de un guerrero blandiendo una maza. "La idea", cuenta un testigo, "le vino cuando recibió de Hitler el bastón de Mariscal del Reich". En Karinhall, Goering tenía un gimnasio subterráneo donde se entrenaba en disparar con pistola, metralleta y fusil. En el ático (una sala de veinticinco metros de larga) había hecho montar un tren en miniatura que podía manejar desde su butaca sirviéndose de mandos eléctricos. Hasta había un avioncito que arrojaba sobre los trenes pequeñas bombas de madera. Cuando los Duques de Windsor le visitaron en Karinhall en 1937, Goering los recibió llevando un kimono azul y calzando zapatillas guarnecidas de piel, con un puñal de oro en la cintura y valiosos anillos en todos los dedos, de las manos. Luego les invitó a jugar a todos con el tren eléctrico.

Jackson recuerda también a Goering que el acusado Schacht le ha definido en el sumario como "un amoral", y ha dicho que "el poder político representaba para él sólo un medio de enriquecerse y permitirse una vida cómoda. El éxito de los demás le llenaba de envidia, su codicia no conocía limites, y su afición a las joyas y a los vestidos lujosos era inimaginable... En su actitud personal era tan teatral que sólo se le podía comparar con Nerón. Una señora que fue a tomar el té con su segunda mujer, contó luego que en cierto momento apareció Goering con una especie de toga romana y sandalias guarnecidas de piedras preciosas, y con los dedos de las manos literalmente cubiertos por numerosos anillos, la cara maquillada y los labios pintados".

Los periodistas se ríen, y una sombra de hilaridad pasa por el rostro de los mismos jueces. Furibundo, Goering lanza una larga y penetrante mirada a Schacht, que está en la segunda fila, a su espalda, y gruñe:

"Este no es lugar apropiado para referir una cosa de esa clase, aunque fuese verdad. No sacará ninguna ventaja. No logro entender por qué lo ha hecho...". Todos miran a Schacht, pero el ex mago de las finanzas, inclinado sobre su cuaderno de notas, se hace el distraído y sigue escribiendo tranquilamente.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Mié Ago 31, 2005 10:01 pm

"No sabía nada de los campos de exterminio"

No han terminado las humillaciones para Goering. El testigo Schellenberg dice que "a finales de 1943, Goering había perdido toda apariencia de autoridad y de respeto" y que se reprochaba abiertamente el no haber logrado destruir en 1940 con la Luftwaffe a las fuerzas inglesas encerradas en la bolsa de Dunkerque, así como el fracasado aprovisionamiento por vía aérea del ejército de Paulus, cercado por los rusos en Stalingrado en enero de 1943. Goering, en 1939, se había jactado de que ningún bombardero inglés aparecería nunca en el cielo del Ruhr. "Si sucede, podéis llamarme Meier" (que es uno de los apellidos de origen judío más difundidos y comunes en Alemania), había dicho en una reunión militar de Hitler. En 1943 todos le llamaban Herr Meier, el mismo Führer definía a la Luftwaffe como "el ejército Meier", y cuando en agosto de 1943 Goering visitó el mercado general de Berlín casi destruido por los bombardeos ingleses, la muchedumbre lo abucheó gritándole: "¡Herr Meier!". El fin de la Luftwaffe llegó el 6 de junio de 1944. En el momento del desembarco angloamericano en Normandia, sólo tenía cien aviones de caza. Los acusadores inglés y soviético, Sir David Maxwell-Fyfe y el general Rudenko, entran a fondo en el tema de los campos de exterminio. En vano Goering trata de demostrar que estaba a oscuras sobre ellos. Los documentos recogidos por el Tribunal son aplastantes.

"Sabía muy poco de todo ello", afirma Goering. "Tenía demasiadas ocupaciones para poder seguir, detalle por detalle, todas las operaciones".

Maxwell-Fyfe: "¿Quiere decir que usted, el segundo hombre del Reich, no sabia nada de los campos de exterminio?".

Goering: "Estoy tratando de decir que no sabía lo que hacían allí ni los métodos que usaron más tarde".

Maxwell-Fyfe: "Las pruebas recogidas demuestran que en Auschwitz fueron exterminadas cuatro millones de personas...".

Goering: "Eso he oído decir aquí en la sala, pero lo considero absolutamente infundado. Quiero decir que la cifra...".

Maxwell-Fyfe: "Admitamos, pues, que se trate sólo de un millón. ¿Y sostiene usted ante este Tribunal que un ministro de su influencia podía ignorar una cosa semejante?".

Goering: "Lo sostengo. Y puedo añadir que, a mi juicio, ni siquiera Hitler estaba al corriente de ciertos excesos".

Maxwell-Fyfe: "Perdone, pero, ¿no podía leer usted la prensa extranjera, no tenia acceso al departamento de prensa de su ministerio, no podía escuchar las radios de fuera? Mire, existen pruebas de que en conjunto, y contando judíos, rusos y otros, mataron ustedes a sangre fría diez millones de personas, aparte de las que murieron en combate. ¿Comprende? Diez millones de personas.

Goering: "Ante todo, la cifra de diez millones no está establecida con seguridad. Luego, durante todo el periodo de la guerra no leí nunca prensa extranjera porque la consideraba pura propaganda. Además, aunque tuviese el derecho de escuchar las emisiones de las radios extranjeras, no lo hice simplemente porque no quería escuchar la otra propaganda... Así como no escuchaba la propaganda interna..,".

El acusador soviético, general Rudenko, insiste también en los campos de exterminio. "Si usted pensaba posible una colaboración con Hitler —dice a Goering—, ¿admite que, como segundo hombre de Alemania, fue responsable de la organización de millones de delitos, independientemente del hecho de que tuviese más o menos conocimiento de ellos? Responda si o no".

Goering: "No. No, porque yo no sabía nada y no fui su causa".

Rudenko: "Quiero subrayar de nuevo mi frase, independientemente del hecho de que usted tuviese más o menos conocimiento de ellos".

Goering: "Si yo no estaba al corriente, no me puedo considerar responsable".

Rudenko: "¿Era su deber conocer esos hechos?".

Goering: "Pensaré en el asunto".

Rudenko: "Estoy haciéndole una pregunta. Respóndame. ¿Era su deber conocer esos hechos?".

Goering: "¿De qué manera era mi deber? O se conoce una cosa o no se conoce".

Rudenko: "Usted debía conocerlos mejor. ¿Millones de alemanes sabían la existencia de delitos que se estaban perpetrando y usted no tenia ni idea?".

El general Rudenko, con un gesto de ira, arroja la carpeta sobre la mesa y hace una seña a sus ayudantes. La luz de las grandes lámparas se atenúa sensiblemente, y se empieza a oír el zumbido del proyector de cine. En la pantalla aparece una imagen cabeza abajo porque los operadores se han equivocado al colocar la cinta. Goering ríe nerviosamente. La voz de Rudenko anuncia: "Esta es una película muda filmada por los nazis en los campos de exterminio". Ante las imágenes de los muertos, de pilas de cadáveres, de cuerpos destrozados, Goering mantiene los ojos bajos. Funk y Frank lloran. Speer y Fritzsche están descompuestos. Sólo se escucha la voz de Rosenberg: "No lo creo". Von Ribbentrop, Von Neurath, Schacht y Von Papen vuelven deliberadamente la cabeza. Julius Streicher y Seyss-Inquart, impasibles, observan la pantalla. Goering gruñe:

Cualquiera puede hacer un film de atrocidades sacando cadáveres de las tumbas y mostrando un tractor que vuelve a echarlos dentro!".

Pero el silencio de la sala es glacial. Lord Lawrence se seca la frente con un pañuelo blanco. El film dura veinte minutos, y aunque es mudo, no necesita de comentario. "Se levanta la sesión", dice con voz ronca el presidente. Goering se dirige a Streicher, quien al salir de la sala le precede algunos pasos: "Era una tarde tan agradable hasta que nos han hecho ver esta horrenda película que lo ha estropeado todo".

La defensa de Goering ha establecido sus preguntas para el 8 de marzo de 1946, pidiendo al tribunal que sean convocados los prisioneros de guerra alemanes que han de refutar con sus declaraciones la acusación formulada por los soviéticos según la cual los nazis han exterminado en el bosque de Katyn a mas de 10.000 militares polacos.

Después de la exposición de la tesis de la defensa por el abogado Stahmer, se ha llamado como primer testigo al general Bodenschatz, el cual ha dicho que Goering empezó a caer en desgracia cuando la ofensiva aérea aliada contra Alemania se hizo irresistible.

El general dice después que Varsovia fue bombardeada porque la capital polaca se había convertido en una fortaleza. Pero las bombas, añade, no fueron arrojadas hasta después de inducir a sus habitantes a la evacuación.

Entonces Jackson ha preguntado inesperadamente: "¿Era quizá una ciudad fortificada Coventry?".

Bodenschatz responde: "No, pero esa ciudad era la clave de la industria aeronáutica proveedora de la RAF. La Luftwaffe tenía orden de bombardear sólo los objetivos industriales, y sifué alcanzada también la ciudad, se debió a un 'error de puntería'".

Interrogado a propósito de los incidentes fronterizos germanopolacos que precedieron inmediatamente al conflicto del 39, el general admite que él mismo los consideró "montados por la Wehrmacht".

El general Bodenschatz, agregado político de Goering en el seno de la Luftwaffe, ha sido muy vago en sus precisiones sobre lo que ocurrió al principio de aquel agosto fatal, cuando Goering se reunió en suelo alemán, cerca de la frontera danesa, "con seis u ocho ingleses que formaban parte del gobierno británico".

Afirma que Goering informó a sus interlocutores extranjeros de que las relaciones políticas eran bastante tensas y que Alemania tenía interés en la supervivencia del Imperio británico. Estaba usando su influencia para mantener la paz, y les pidió que lograran la paz en Londres. Como intermediario de Goering cerca de Hitler, Bodenschatz recuerda que el creador de la Luftwaffe perdió el favor de Hitler en 1943, a continuación de los éxitos de las fuerzas aliadas sobre Alemania, y "no volvió a recuperar su influencia a pesar de sus vigorosas tentativas".

El general ha afirmado que Goering dejó la sala de la Conferencia de Munich, donde se había aceptado el desmembramiento de Polonia, exclamando con alegría: "¡Esto es la paz!".

Añade que su jefe se declaró en contra de la invasión hitleriana de la Unión Soviética en cuanto que era una violación de los principios de "Mein Kampf", contrarios a una guerra simultánea en dos frentes, y porque proporcionaba a los británicos la posibilidad de incrementar su producción de aviones.

Jackson pone en un brete a Bodenschatz. rebatiendo su aseveración de que Goering estaba engañado por Himmler sobre las condiciones de los campos de concentración, que ignoraba completamente lo que sucedía, y que incluso trató de salvar judíos de los campos de exterminio.
Lord Halifax. embajador inglés en Estados Unidos, ha hecho llegar al tribunal una declaración escrita según la cual Goering habría mantenido a Alemania alejada de la guerra si hubiese podido.

En respuesta a una pregunta sobre la sinceridad de Goering en las gestiones realizadas —según la defensa— para evitar la guerra, Lord Halifax escribía: "No tengo duda alguna de que Goering habría preferido esta solución si hubiese tenido la posibilidad".

Goering intentó inútilmente hacer comparecer en persona a Lord Halifax como testigo. En el documento presentado al tribunal, el embajador británico expresó el deseo de no presentarse.

Interrogado sobre sus contactos con Goering, bien personalmente, bien mediante el ingeniero sueco Birger Dahierus, Halifax dijo que, mientras se encontraba en el estudio de Goering en Karinhall en noviembre de 1937, éste le dijo que la paz dependía "muchísimo de Inglaterra", pero que ningún gobierno alemán consideraría el territorio de los Sudetes. la anexión de Austria y el pasillo de Danzing como parte de su política. Halifax dijo que Dahierus le refirió en agosto de 1939 que Goering frecuentaba el ministerio del Exterior tratando de evitar la guerra. Respecto a la conversación con Dahierus, añadió: "Las discusiones mismas giraban sobre la grave amenaza a la paz europea que se derivaba de las peticiones alemanas a Polonia".

Preguntado si el entonces embajador inglés en Alemania le había dicho alguna vez que "Goering estaba realizando todo el esfuerzo posible para impedir el estallido de la guerra", Halifax respondió: "No".

El defensor de Goering habla durante varios días, sin decir nada nuevo en el fondo. A su vez, el mismo Goering ha tomado la palabra tratando de justificarse sobre diversos puntos de la acusación. Cuando habla de la agresión contra Austria, hecho por el que Goering –que hasta ahora ha tratado de justificarse echando la culpa a Hitler— ha asumido plena responsabilidad, declara:

"En aquella ocasión asumí personalmente la iniciativa, sin preocuparme de las objeciones que habría podido poner Hitler. Sin que Hitler lo supiera fue como pedí a Schuschnigg que abandonara el poder, y cuando mi petición fue ignorada, pasé decididamente a la acción, considerando que había ya llegado el momento histórico ideal para el Anschluss. Había una sola posibilidad de complicaciones —continúa Goering—: Italia. Italia había concentrado notables contingentes de tropas en la frontera austriaca. Pero, afortunadamente, el estallido de la guerra italoabisinia impidió al gobierno de Roma toda acción ulterior en defensa de Austria".

En ese punto Goering declara que Gran Bretaña y Francia ofrecieron a Alemania determinadas ventajas si Berlín se unía a las sanciones económicas contra Italia:

"Pero tampoco valía la pena hablar de ello desde el momento que los anglofranceses rehusaban prometer a cambio que se desinteresarían de la cuestión austríaca.

En vísperas del Anschluss —prosigue Goering— tuve que discutir con Hitler respecto al modo en que el golpe de mano debería efectuarse. Hitler sostenía la oportunidad de proceder a marcha gradual sobre Viena según cuanto le había sugerido Seyss-Inquart. Pero yo puse de relieve la necesidad de ocupar todo el territorio austríaco en cuestión de pocas horas, afín de evitar que otras naciones colindantes no pudieran aprovechar la situación para apoderarse de un solo pueblo austríaco. Después del Anschiuss, presenté la dimisión de todos mis cargos y me fui a la Riviera, donde pasé un largo período de reposo. Volví a Berlín en 1939, y entonces el Führer me informó de que la situación en Europa central se había agravado a causa de la actitud de Checoslovaquia, y que tenia intención de eliminar a ese país, ya que constituía un peligro para la paz del mundo".

El acusado expresa después su profundo pesar por la muerte de personas que nada tenían que ver con la conocida revuelta capitaneada por Roehm, y describe cómo se desarrollaron los hechos que llevaron al asesinato del ex canciller Von Schleicher y su mujer. Afirma además que el número de victimas que hubo en aquella circunstancia ha sido exagerado, y concreta que en realidad fueron 77 personas.

A propósito de la aviación alemana, Goering declara: "Soy responsable del rearme aéreo, del entrenamiento y del espíritu de los hombres de la Luftwaffe. He hecho todo lo posible por organizar una potente aviación alemana".

Hablando a sus jueces aliados como a escolares que escuchan la lección, Goering afirma después que Hitler tomó el poder en 1933 para "liberar a Alemania".

Glorificando fanfarronamente su propia importancia en el ejercicio del control sobre el partido nazi, proclama que un Putsch del ejército contra Hitler fue impedido a duras penas pocas horas antes de que el primer gobierno de Hitler prestase juramento.

Las mejillas de Goering se inflan pomposamente mientras declara que "los nazis asumieron el poder legalmente... con elecciones desarrolladas bajo la tutela de la ley". Pero añade inmediatamente que él se unió al Führer "con la decisión de mantener el poder en cualquier circunstancia. No por amor al poder, sino porque ello era necesario para libertar a Alemania".

Con gesto de condescendencia, Goering explica "a beneficio de este alto tribunal" que los nazis habían salvado a Alemania del desorden político, cuando "no menos de 37 partidos concurrían a las simples elecciones del Reichstag”.

Los jefes nazis no podían abandonar Alemania al Juego de intereses electorales ni de mayorías parlamentarias. De todos modos, teníamos la mayoría. Los otros partidos que no quisieron disolverse los disolvimos nosotros. Nadie podía tener la menor duda de que queríamos acabar con los comunistas. Estábamos convencidos de que si los comunistas subían al poder, seríamos quitados de en medio".

Admite plácidamente su responsabilidad en haber dado comienzo a los primeros campos de concentración después de la detención de millares de comunistas en Prusia, "porque no podíamos olvidar qué necesario había sido esto durante largo tiempo, ni cómo había crecido su número".


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Jue Sep 01, 2005 4:49 pm

"Por qué quería yo la amistad de la URSS"

Goering dice que en cierta ocasión pidió a Hitler que ayudara al generalísimo Franco durante la guerra civil de España. Le aconsejó que Alemania apoyase al dictador español para impedir la difusión del comunismo, pero también "para probar prácticamente nuestro joven ejército aéreo". Afirma además que Franco pidió a Alemania ayuda "especialmente de fuerzas aéreas".

Goering explica al tribunal que la falta de aluminio y las exigencias técnicas le obligaron a abandonar el desarrollo de la construcción de bombarderos cuatrimotores de largo alcance. En sus planos para las fuerzas aéreas debía tener presentes a sus posibles enemigos, entre los que daba el primer puesto a Rusia, pero tenía que "considerar igualmente a Inglaterra, Francia e Italia.

La Luftwaffe venía desarrollando antes de la guerra el sistema de propulsión a chorro", dice, y añade orgullosamente: "Soy el único responsable del rearme aéreo bajo todos los aspectos".

Se jacta de que a la Luftwaffe correspondió el éxito de la rápida conquista alemana de Polonia, y asegura al tribunal que asumía la responsabilidad por cualquier decreto antisemita que llevara su firma. Asumía tal responsabilidad a pesar de las instrucciones que a este propósito le había dado Hitler. Confirma luego que pidió la construcción de un bombardero capaz de volar hasta los Estados Unidos y regresar, para el caso de
que entrara en guerra Norteamérica.

Volviendo a la salida de Alemania de la Sociedad de Naciones y al rearme alemán, dice que era necesario actuar así desde el momento que las otras potencias demostraban claramente que no querían el desarme, y Rusia iniciaba un "rearme inaudito".

Goering trata luego de justificar la invasión alemana de los Países Bajos. Según él, el Estado Mayor francés estaba de acuerdo con los belgas para ocupar el país, y los holandeses no podían mantener la neutralidad contra "las presiones británicas.

La neutralidad de Holanda y de Bélgica fue siempre cosa dudosa, desde que las escuadrillas de bombarderos que procedían de Inglaterra dirigidos contra Alemania empezaron a sobrevolar los dos países.

Cuando Francia cayó, encontramos documentos comprobando que Gamelin y Darlan habían pedido la ocupación de Bélgica para seguridad de Francia".

Goering sostiene haberse opuesto a la ocupación de Checoslovaquia en 1939, pero admite haber puesto buena cara a la creación de un estado eslovaco separado.

Actuó personalmente para evitar una agresión nazi contra Suecia al estallar la guerra, y justifica la invasión de Noruega como un paso precautorio, porque a su modo de ver los ingleses "intentaban ocupar aquel país como base de operaciones contra Alemania".

Más preocupado, al parecer, de evitar la sensación de que es un estratega de pacotilla que de rebatir las imputaciones contra él, Goering explica al tribunal las razones por las que Alemania atacó a Rusia. El ex mariscal del Reich revela que fue él quien animó a Hitler a buscar la manera de azuzar a la URSS contra Inglaterra. Cuando Molotov visitó Berlín en 1940, Goering propuso a Hitler cuatro puntos:

1) Un pacto de mutua asistencia entre Rusia y Bulgaria.

2) Renuncia a los intereses alemanes en Finlandia.

3) Discusión sobre los intereses rusos en los Dardanelos.

4) Eventual agresión rusa contra Rumania a través de Besarabia, y garantía de una salida rusa al Mar Báltico.

Pero Hitler, dijo Goering, pensaba que Rusia quería reforzar su posición en Finlandia hasta el punto de poder cercar a Alemania desde el norte y en la proximidad de las minas suecas.

Goering compartía la opinión de Hitler según la cual Rusia representaba una amenaza y estaba organizando un enorme ejército. "Rusia había bajado su nivel de vida en ventaja del rearme".

Tres sesiones enteras del proceso son las dedicadas en total al interrogatorio de Goering. Las declaraciones del Mariscal del Reich tienen valor histórico. El pesado y lento procedimiento inspirado por los juristas anglosajones ha tenido como resultado permitir al mayor nazi superviviente formular un último mensaje al pueblo alemán. El nazismo, como doctrina y como práctica política, ha hablado por boca de Hermann Goering.

Goering ha afirmado su fidelidad a Hitler hasta el final, y ha repetido que nada podría haberlo hecho renegar de su juramento ni, si hubiese tenido poder, persuadirlo a intentar un arreglo con el enemigo. Hitler fue mal informado por Martín Bormann cuando creyó en una traición de su segundo. Remontándose a los orígenes del nazismo, el Mariscal del Reich ha reafirmado su convencimiento de que el movimiento nazi siguió el camino adecuado para Alemania, el Führerprinzip (el "principio del caudillaje", según se tradujo en la España de los años cuarenta), mientras que la democracia es perjudicial.

Se entiende que para imponer estos principios es necesario emplear medios violentos. "Un revolución —dice Goering— es ilegal en tanto no ha vencido". Y admitido esto, se justifican la policía politica, las represiones, las detenciones, los campos de concentración ("No son inventos nazis, sino necesidades de la política"). El, personalmente, desaprobaba la violencia y la brutalidad en los campos, y una vez hizo llevar a su despacho al líder comunista Thaelmann, que había sido maltratado, para decirle: "Probablemente si los suyos hubiesen vencido yo no habría sido golpeado, sino que habría perdido la cabeza". Después le invitó a que le hiciera llegar sus protestas si era nuevamente maltratado.


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Vie Sep 02, 2005 5:03 pm

Fue Goering quien convenció al Führer

Más importantes fueron sus afirmaciones respecto a la política de agresión. Se adjudicó la mayor responsabilidad en la invasión de Austria. Hitler dudaba, pero él le animó a actuar. Por el contrario, su parte fue menor en el asunto checo. Estaba en la Riviera. Cuando se decidió la invasión, pocos meses después de Munich, intervino sólo en el epilogo, y admitió haber amenazado al presidente Hacha con hacer bombardear Praga si las condiciones alemanas no eran aceptadas.

"Nadie tuvo más influencia sobre Hitler que yo", dijo Goering, pero añadió, intentando disminuir la responsabilidad del Alto Mando, que las decisiones supremas eran tomadas siempre por el Führer bajo su propia responsabilidad. El "sucesor" de Hitler justificó con razones militares, ignorando las objeciones de orden moral, todas las empresas militares que eran achacadas al gobierno alemán, al Mando Supremo y a él personalmente: la invasión de países neutrales y los bombardeos de Varsovia, Rotterdam y las ciudades inglesas. Expuso las razones ideales que, según él, movían a los nazis. En una palabra, la necesidad de espacio vital (el famoso Lebensraum). "Comprendo que países que poseen las tres cuartas partes del mundo no se den fácilmente cuenta de esta necesidad de Alemania".


Saludos cordiales

Avatar de Usuario
Erich Hartmann
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 3644
Registrado: Lun Jun 13, 2005 4:15 am
Ubicación: Deutsches Reich
Contactar:

Mensaje por Erich Hartmann » Dom Sep 04, 2005 7:08 pm

EL CARCELERO DE NUREMBERG

Imagen

El Mando Supremo Aliado confió la responsabilidad de la prisión de Nuremberg al coronel del ejército americano Burton C. Andrus, que había preparado ya la cárcel para los criminales nazis en Mondorf-les-Bains. Andrus trató de no privarles de cuanto necesitaban para su defensa y para comunicar con sus familiares. Incluso dijo a sus colaboradores que "los detenidos debían ser tratados no como se merecían, sino con métodos en consonancia con las tradiciones de las potencias aliadas de las que eran prisioneros". El coronel especificó mucho el tema del trato a los jefes nazis: "... reservamos a los prisioneros un trato benévolo, garantizando su protección física y ofreciéndoles toda posible ayuda espiritual y material". En cuanto a la ayuda espiritual, dijo que "dado que entre los prisioneros había católicos y protestantes, naturalmente busqué capellanes de ambas confesiones... Las conquistas espirituales entre los criminales fueron proporcionadas a los esfuerzos realizados por los capellanes". Así, "Frank volvió a la fe católica, se arrepintió sinceramente y rezó con devoción", mientras que "el capellán me dijo que había quedado sorprendido al encontrar al feldmariscal Keitel ocupado en leer la Biblia". Según Andrus, "no había habido antes de 1945 un Tribunal tan moderado y tan imparcial en el trato a los prisioneros". Durante el proceso causó mucho asombro el sistema de traducción simultánea. A este propósito hay un episodio curioso: "Los traductores eran expertísimos y sólo un representante de la acusación tuvo ocasión de lamentarse de su trabajo, pero es que se trataba de un orador muy veloz. La primera vez que se dirigió al Tribunal, la luz roja se encendió tantas veces que tuvo que frenar de golpe".

Saludos cordiales

Responder

Volver a “La posguerra”

TEST