Los juicios de Nürnberg

Los juicios de Núremberg, las nuevas fronteras

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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 8:00 pm

EL INTERROGATORIO DE HJALMAR SCHACHT Y FRANZ VON PAPEN

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En la figura de Schacht son acusados los financieros que permitieron el rearme del Ejército alemán.

Hjalmar Schacht Figura en el banquillo de los acusados como criminales de guerra, aunque efectivamente su colaboración con el nazismo había disminuido mucho de intensidad desde vísperas de la contienda. Pero este hombre ha sido siempre un sostenedor del régimen nazi y ha favorecido de todas las maneras la subida del Führer, cuidando especialmente las relaciones entre los nazis y las altas finanzas. Para el ex ministro de Hacienda y ex director del Reichsbank, todos estos precedentes parece que no tienen importancia.

Jackson: "En todo este tiempo, entre 1933 y 1935. ¿fue informado usted de la persecución religiosa y la destrucción de los sindicatos?".

Schacht: "La destrucción de los sindicatos había sucedido va en 1933

Jackson: "¿Y usted conocía todo esto?".

Schacht: 'No sabía todo, pero llegué a enterarme. Sabía lo que todos los alemanes sabían y lo que los mismos sindicatos sabían".

Jackson: "Para ser exactos, fue ésa una de las razones por las que usted y los industriales alemanes financiaron el partido nazi, ¿no es verdad?".

Schacht: "Oh, no; oh, no. De eso no se habló nunca".

Jackson: "¿Quiere decir que se celebraron reuniones de industriales y que, sin embargo, nunca fue mencionada una cosa tan importante para la industria como la destrucción de los sindicatos?".

Schacht: 'No lo sé. Le ruego mencione sucesos concretos".

Jackson: "¿Confiscaciones de propiedad? ¿Envió de dirigentes sindicales a los campos de concentración?".

Schacht: 'No lo oí mencionar. ¡Un momento! Que luego fueran llevados a campos de concentración no lo sé con exactitud...".

En esa época, Schacht trabajaba intensamente en un solo objetivo: encontrar los medios para rearmar a Alemania y reconstruir la Wehrmacht en violación del Tratado de Versalles. Querían dinero, dinero y más dinero. Hacían falta doce mil millones de marcos, y así nacieron los bonos "Mefo". Eran títulos emitidos por el Reichsbank y garantizados por el estado, que eran aceptados por todos los Bancos y descontados por el Reichsbank. Esta operación, que no aparecía en el presupuesto del estado y mucho menos en las cotizaciones, mantuvo en secreto el rearme alemán. Fue también Schacht quien sugirió, en un informe a Hitler, utilizar la Casa de la Moneda para financiar la primera parte del rearme, y servirse de los fondos confiscados a los judíos y de los depósitos bancarios extranjeros que habían sido bloqueados.

Jackson: "En el momento en que empezaron a emitirse los bonos 'Mefo', ¿no había fondos disponibles para financiar los armamentos?".

Schacht: "Exactamente".

Jackson: "Quiero decir medios financieros normales".

Schacht: 'No bastaban".

Jackson: "Pero además estaba usted limitado por las disposiciones estatutarias del Reichsbank".

Schacht: "Precisamente".

Jackson: "¿Y halló el medio de arreglárselas?".

Schacht: "Exacto".

Jackson: "¿Consistía este medio en crear un método por el que efectivamente el Reichsbank pudiera, mediante un subterfugio, prestar al gobierno fondos que normalmente, o sea legalmente, no habría podido prestarle?".

Schacht: "Exacto".

Jackson hojea un grueso legajo, extrae un acta y hace entregársela al acusado. Son las declaraciones de Schacht en sumario el 17 de octubre de 1945. A la primera pregunta: "¿No niega haber sido responsable en gran parte por el rearme de la Wehrmacht?", contestó: 'No, no lo he negado nunca". A la segunda pregunta: "Y siempre ha estado orgulloso de ello. ¿no?", ha replicado: "Orgulloso no, sino satisfecho". Schacht mira pensativo la hoja y la relee atentamente.

Jackson: "¿Confirma estas declaraciones?".

Schacht: "Querría añadir que el sistema 'Mefo' como método de financiamiento no existiría en tiempos normales... Por otra parte, debo decir que la cuestión fue tratada por todos los expertos legales del Reichsbank. Y por medio de tal subterfugio, como usted dice, se halló un camino de salida legalmente posible".

Jackson: "No soy yo quien lo ha dicho. Usted ha sido el primero en llamarlo subterfugio".

Schacht (sonriendo): "Ah, sí. Pido perdón".

Ahora el acusador Jackson muestra al Tribunal un ejemplar de la revista militar alemana "Militar Wochenblatt" del 22 de enero de 1937 donde, en un articulo que saluda los sesenta años del "mago de las finanzas", se escribe: "Las fuerzas de la defensa deben a la capacidad de Schacht y a su gran habilidad el que, a despecho de las dificultades financieras, hayan podido alcanzar la presente potencia partiendo de un ejército de cien mil hombres".

Jackson: "Con ocasión de su sexagésimo cumpleaños, el ministro de la Guerra, Von Blomberg, dijo: 'Sin su ayuda, querido Schacht, este rearme no habría sido posible de ningún modo'. ¿No es verdad?".

Schacht: "Si, pero son los usuales elogios que suelen hacerse en ocasiones semejantes. Por otra parte, hay una parte de verdad. Eso nunca lo he negado".

Jackson: "Es lo que me parece a mi también".

Schacht no parece muy turbado por estas contestaciones. Aunque Jackson le recuerda que durante un discurso en Augusta sobre el programa de rearme lanz». la famosa frase "o mantequilla o cañones" (exactamente dijo: "¿Para qué sirve la mantequilla sino para engordar?"), el "mago de las finanzas" insiste en repetir que él presentó la dimisión muy pronto, en 1937. Después de haber recurrido a los más impensados sistemas, hasta bordear la quiebra del estado, por asegurar el rearme de Alemania, Schacht constató que no se podía avanzar más, y su enemigo, Hermann Goering, fue nombrado ministro plenipotenciario de plan quinquenal, y prácticamente dictador de la economía alemana.

El ex "mago de las finanzas" no pierde nunca prontitud ni desenvoltura. No pestañea ante el testimonio de André Francois-Poncet, que fue embajador francés en Berlín, el cual refiere que Schacht, ambiciosísimo, pensaba que "si las cosas marchaban mal, podía incluso ocupar la sucesión de Hitler". Admite que preconizaba una restauración monárquica y que había sugerido a los conjurados sustituir al Führer, llegado el momento, por el primogénito del Kronprinz (heredero del Kaiser), el príncipe Guillermo. Sostiene que fue "iniciado" en la conjura del 20 de julio de 1944 y que a esto debe su detención en Moabit y su internamiento en el campo de concentración de Flossenburg hasta finales del conflicto. El acusado pierde la calma sólo cuando concluye su perorata en defensa propia. Grita que las naciones extranjeras son corresponsables con los alemanes por la dictadura ejercida por Hitler, ya que negaron toda ayuda a la Alemania democrática de la República de Weimar.

Jackson, en ese momento, interviene duramente: "Imagino que aprobaba el uso de esta fuerza por usted mismo creada"

Schacht levanta más la voz: "Lo desaprobaba, absolutamente".

Jackson: "¿Lo consideraba injusto?".

Schacht: "Seguro, completamente injusto".

Jackson: "Finalmente hemos encontrado algo en lo que estamos de acuerdo ¿Lo mismo con la campaña de Polonia?".

Schacht: "Lo mismo".

Jackson: "¿Un acto de incalificable agresión por parte de Hitler?".

Schacht: "Completamente".

Jackson: "¿Lo mismo con la invasión de Luxemburgo?".

Schacht: "Lo mismo".

Jackson: "¿Y de Dinamarca?".

Schacht: "Lo mismo".

Jackson: "¿Y de Yugoslavia?".

Schacht: "Lo mismo".

Jackson: "¿Y de Rusia?".

Schacht: "Lo mismo. Y también de Noruega y Bélgica, que ha omitido usted"

Jackson: "En conclusión, ¿todo el curso de la guerra fue una serie de agresiones?".

Schacht: "Ciertamente, y como tales han de condenarse".

Jackson: "Y el éxito de todas las agresiones fue debido a la Wehrmacht que usted tanto contribuyó a crear".

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Schacht, junto al MP norteamericano, atiende al proceso

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Winthrop Fanning ©Stars and Stripes
Nurnberg, Germany, April 15, 1947: Dr. Hjalmar Horace Greeley Schacht (left), Hitler's finance minister and a key figure in the rise of the Nazis, sits with lawyer Albert Schwamberger in a Nurnberg courtroom during his trial before a German denazification tribunal.


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Nov 06, 2005 11:09 pm

El interrogatorio a Franz Von Papen

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Franz von Papen, el aristocrático "Franzschen", como le llamaba afectuosamente Hindenburg, tiene sesenta y seis años. Capitán de Estado Mayor, fue agregado militar en la embajada alemana de Washington y en la legación de Alemania en Méjico durante la Guerra Europea. Con Hindenburg en 1932 ocupó el cargo de canciller. Poco antes de la muerte del "anciano señor de Neudeck" aceptó ser vicecanciller bajo Hitler, tuvo el cargo de embajador en Viena poco después del asesinato de Dollfuss, y el de embajador en Ankara durante la segunda contienda mundial. Von Papen es alto, delgado, seco, de pelo blanco. Tiene rasgos señoriales y su insospechada agilidad de movimientos revela al antiguo gentleman rider, el "caballero jinete" apasionado por la equitación. Siempre viste el acostumbrado traje marrón con grandes rayas blancas, y nunca le falta, en el bolsillo de la chaqueta, un inmaculado pañuelo. Ha renunciado a ponerse su hermosa pelliza, que ahora le sirve de almohadón en la celda. Muestra generalmente una calma y desenvoltura típicamente inglesas. Sólo se lamenta de que el coronel Andrus, después del suicidio de Robert Ley, le haya privado de su "querido e inseparable monóculo".

El hombre que será señalado como "responsable más que ningún otro alemán de la subida de Hitler" y que el embajador francés en Berlín, André Francois- Poncet, describe como "superficial, atolondrado, insincero, ambicioso, vanidoso, astuto e intrigante", rechaza en bloque todas las acusaciones que el fiscal inglés, Sir David Maxwell-Fyfe, le dirige en el interrogatorio público. Para Franz von Papen, funcionario de carrera e industrial, el derrumbamiento de Alemania en 1918 y la llegada de la República de Weimar fueron sólo "un monstruoso desorden". Sus oídos de mezquino conservador no podían escuchar sin disgusto palabras como "democracia, parlamentarismo y soberanía popular". Hacía falta hacer algo "para restablecer el orden". Von Papen, por sus convicciones religiosas, estaba inscrito en el partido del centro, pero dado que los católicos apoyaban a la república, no tuvo medio de ejercer ningún papel importante en el seno del partido (ni siquiera era diputado) más que el del obstinado, pero ignorado, defensor de una política ciegamente conservadora.

Franz von Papen, ahora, tiene respuestas para todo. En una pausa de la sesión, hablando con su inseparable amigo

Schacht, le dice: "Mira, Sir David no tiene pruebas contra mí. Trata sólo de desacreditarme moralmente. Yo le he explicado que mi deber de patriota alemán me imponía continuar en el servicio diplomático, por penoso que me resultara", Al fiscal inglés le responde que si aceptó colaborar con los nazis lo hizo "para evitar un conflicto entre los partidos extremistas y en homenaje a Hindenburg, el último gran estadista alemán".


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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Nov 08, 2005 5:52 am

Rita Hayworth asiste al proceso

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En la segunda fila del recinto de los acusados, entre el joven Speer y el anciano Von Papen, Arthur Seyss-Inquart, con el brazo apoyado en la barandilla a sus espaldas, y lápiz y cuaderno sobre las rodillas, escucha atentamente la larga disertación del fiscal sustituto americano Thomas Dodd. De vez en cuando toma algunas notas, y con gesto característico le resbalan por la nariz las gafas, que cabalgan su nariz puntiaguda y rapaz.

Seyss-Inquart está tranquilo. Ha confiado a Von Papen que ninguna de estas acusaciones dará en el blanco y que sin duda deberán absolverlo los jueces. Hijo de un director de instituto, Seyss-Inquast ha nacido el 22 de julio de 1892 en Igiau, Moravia, por lo que tiene cincuenta y tres años. Como Hans Frank y Ernst Kaltenbrunner, es abogado. Durante la primera guerra mundial, mientras combatía con los cazadores imperiales tiroleses en los frentes ruso, rumano e italiano, se graduó en Derecho. Era 1917. Herido y cuatro veces condecorado, al final de la contienda se trasladó a Viena, y en 1921 abrió bufete. "No quería hacer política. Los programas de los partidos no me satisfacían", dice. "Sólo tenía una idea: la unión de Austria con Alemania. La Asamblea Nacional Provisional de la República Austríaca había proclamado ya en 1918 que Austria era una parte integrante de la república alemana. El Diktat de Versalles impidió la realización de esta aspiración, aunque sólo en el Tirol el 98 por ciento de los votantes se declararon en favor del Anschluss".

Dodd: "Querría saber de usted cuándo oyó por primera vez hablar de los numerosos austriacos muertos en los campos de concentración".

Seyss-Inquart: "¿Cuándo? Nunca. ¡Sólo aquí, en esta sala!"

La deportación de millares de judíos holandeses es la más grave acusación contra Seyss-Inquart. La ilustra al tribunal el fiscal sustituto francés, Dubost, con un documento terrible. Es el testimonio bajo juramento de Hildegarde Kunze, empleada en la oficina central de seguridad nazi: "Recuerdo que en un informe Seyss-Inquart sugirió esterilizar a todos los judíos autorizados a permanecer en Holanda por concesión especial".

Seyss-Inquart tiene un estallido de rabia: "Si se fían de la memoria de una mecanógrafa...", exclama. Y añade: "Esa Kunze no puede haber visto el informe por la sencilla razón de que nunca hice una propuesta semejante. El asunto se me había mencionado, sí, es verdad, pero por la policía, y se me había descrito como una medida ya llevada a cabo".

Dubost: "Sin embargo, la permitió...".

Seyss-Inquart (con vehemencia): "Sí, pero sólo por algún tiempo y en relación con los judíos de sexo masculino. Me habían asegurado que el procedimiento se realizaba sin amenazas ni presiones...".

La sesión es interrumpida por un inesperado movimiento de curiosidad en la sala. La puerta de la audiencia, al fondo, se ha abierto, y entra una muchacha de cabello rojo y un rostro conocidísimo para el mundo que vive fuera del proceso. Todos los fotógrafos militares dirigen hacia ella sus flashes. Los jueces toman los prismáticos y los apuntan hacia la muchacha. Es Rita Hayworth, que está realizando una gira por Alemania con un espectáculo para los soldados americanos destinados en Europa. Su aparición es breve. La actriz abandona la sala casi en seguida. Más tarde dirá: "Me ha parecido asistir a una larga y lenta muerte".

Seyss-Inquart deja la tribuna y vuelve al recinto de los acusados. Este hombre al que sus adversarios de otro tiempo (el presidente Miklas de Austria, y su canciller Schuschnigg) estimaban sólo porque era católico practicante como ellos e iba a misa todas las mañanas —aunque deba responder de la deportación de ciento veinte mil judíos holandeses, de su participación en la terrible "acción pacificadora central excepcional" de Polonia, y de la aniquilación de un pequeño estado libre—, está ahora "muy disgustado" (como confía en seguida a Von Papen) de haberse enterado en la sesión de que Hitler, en su testamento de abril de 1945, le había nombrado ministro del Exterior por "fiel servidor del Reich".

Su defensa consiste sobre todo en decir que no él sino Hitler, Himmler, Bormann y Heydrich son los únicos responsables de los delitos que se le achacan. Alegre y casi despreocupado, cuenta a Von Papen chistes y agudezas de Viena, repite que sin duda será absuelto, y ríe divertido, en una pausa del proceso, cuando Goering define a Von Ribbentrop como "el loro de siempre".


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Nov 09, 2005 6:35 pm

Dönitz: “Estoy en paz con mi conciencia”

La declaración de los dos Grandes Almirantes de la marina germana: Reader y Dönitz

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No se sabría cómo separar de modo claro los "casos" de los dos almirantes alemanes Erich Raeder y Karl Doenitz, ambos acusados en Nuremberg. Karl Doenitz, de cincuenta y cuatro años, para la historia será el efímero jefe de estado que fue designado por Hitler para recoger su sucesión, pero que en tal situación tendrá la tristeza y el amargo valor de reconocer la derrota de su país y poner término a las hostilidades mediante la capitulación.

Desde 1943, Doenitz era jefe de la marina (si se excluye, naturalmente, al Führer, que se había atribuido el mando supremo de todas las fuerzas alemanas). Este puesto había sido la recompensa a su actividad "submarina", actividad que ahora le vale el ser acusado de participación activa en la dirección de la guerra de agresión y en los crímenes de guerra.

Estos últimos se condensan en la orden de echar a pique inmediatamente y sin aviso previo a los barcos neutrales localizados en zonas de operaciones, y además la que dio personalmente de no observar los acuerdos internacionales en lo que respecta al salvamento de las tripulaciones naufragadas.

A esto replica la defensa que el advenimiento de la aviación ha desbaratado prácticamente "las reglas del juego" y hecho imposible el salvamento sin exponer al mismo submarino a los bombardeos aéreos. Un avión americano, por ejemplo, se encarnizó con los salvadores que acudieron en ayuda del barco inglés "Laconia", que transportaba prisioneros italianos, obligándoles a abandonar a los desgraciados a su suerte. Doenitz, cuando le fue comunicado el incidente, renovó la orden de no interesarse más por los náufragos.

El ejemplo del "Laconia" no impide finalmente a los jueces afirmar que el protocolo internacional mantenía todo su valor, y que un submarino no puede hundir un mercante si no está en disposición de poner a salvo a la tripulación. De otro modo deberá dejar pasar la nave sana y salva.

"Se me reprocha haber hecho hundir barcos sin aviso previo", dirá todavía Doenitz en el transcurso de su defensa (había declarado sonriendo, después de la primera lectura del pliego de cargos: "Nada de esto tiene que ver conmigo. Es humor yanqui"), "pero el comandante en jefe de la flota americana del Pacífico, almirante Chester Nimitz, ¿ no ordenó acaso que también sus submarinos atacaran sin aviso previo a los barcos japoneses después de Pearl Harbor?"...


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 12, 2005 3:20 am

Las astucias bélicas del Gran Almirante Raeder

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Creador de la Kriegsmaríne, la marina de guerra del Reich, el Gran Almirante Erich Raeder, de sesenta y nueve años, sólo tuvo el mando general hasta 1943, año en que le sustituyó Doenitz precisamente a propuesta suya. Es el primero en ser interrogado. Dice el acusador inglés Maxwell-Fyfe: "En 1940, Hitler no estaba inclinado a invadir Escandinavia, pero Raeder sostuvo que la marina tenia necesidad de aquellas bases si se quería llegar a una victoriosa conclusión de la guerra".

Raeder: "Fue una operación preventiva. Sabíamos que los ingleses pensaban desembarcar en Noruega".

Maxwell-Fyfe: "Acusado, ¿conoce usted al almirante Assmann?".

Raeder: "Ciertamente. Ha sido un excelente historiador de la marina alemana".

Maxwell-Fyfe: "El almirante Assmann llevaba un diario en el que anotaba las conversaciones que tenía usted con Hitler. Con fecha 26 de marzo de 1940 apuntó su entrevista con el Führer y la respuesta que le dio: 'Por el momento, un desembarco inglés en Noruega no se considera inminente por el comandante en jefe de la marina. El aconseja una operación para la próxima luna, el 7 de abril. El Führer accede'. ¿Se acuerda de esto?".

Raeder: "No, es absolutamente inverosímil que yo haya podido decir una cosa así en aquel momento, respecto a las intenciones inglesas sobre Noruega...".

Maxwell-Fyfe: "Pero, ¿no ha dicho usted que considera al almirante Assmann un jefe digno de crédito y un buen historiador en temas de la marina?".

Raeder: "No digo que sea un impostor. Sólo afirmo que no entiendo cómo ha podido anotar esta declaración que yo jamás he hecho".

Maxwell-Fyfe: "Pero la segunda parte, quiero decir, la segunda frase, ¿no es exacta? 'El comandante en jefe de la marina aconseja una operación para la próxima luna, el 7 de abril'. Esta es la fecha de la invasión. Su flota se hizo a la mar en esa fecha para llegar el 9, ¿no es verdad?".

Raeder: "Cierto. Yo era favorable a un desembarco en Noruega en el plazo más breve. De esto asumo la plena responsabilidad. Teníamos motivo para actuar así'.

Maxwell-Fyfe: "Bien, no seguiré discutiendo con usted. Sin embargo, la cuestión sigue abierta e inexplicable. Usted dice que el almirante Assmann tiene razón en la segunda frase (la fecha del desembarco), pero que está equivocado, equivocado de medio a medio, cuando cita la primera (las intenciones inglesas sobre Noruega). Para mi es increíble".

La "semana de Kiel", como se bautiza en Nuremberg a las siete sesiones dedicadas al interrogatorio de los dos jefes de la marina de guerra, Raeder y Doenitz, comienza con esta repulsa de la acusación. Erich Raeder no está siempre presente en la sala. Tiene ya sesenta y nueve años (nació el 24 de abril de 1876 en Wandsbeck, cerca de Hamburgo), y su carrera fue rápida porque a los cuarenta y seis años era ya contralmirante, y a los cincuenta y cuatro Grossadmiral (Gran Almirante, traducible por "Capitán General de la Armada") y jefe supremo de la marina. Bajo Hitler reconstruyó la flota de guerra, desde los grandes acorazados a los submarinos, y preparó el ataque a Noruega, "el único caso de una agresión militar alemana en que la marina tuvo una parte decisiva". Desde el comienzo de la operación fue considerada la posibilidad de que hubiese que sufrir graves pérdidas.

Las órdenes navales dictadas por Raeder determinaron, según las palabras de Sir David Maxwell-Fyfe "el engaño y el disfraz en la invasión de Noruega". Un documento secretísimo ilustraba las líneas a seguir para entrar por sorpresa en los puertos escandinavos: "Todas las naves deben navegar con luces apagadas... El disfraz de barcos ingleses debe ser mantenido el mayor tiempo posible. A todas las intimaciones de barcos noruegos debe responderse en inglés Como contestación, usen frases de este género: 'Vamos rumbo a Bergen para una breve visita. Ninguna intención hostil'. Al responder a los navíos noruegos, cada unidad alemana dará el nombre de un barco de guerra británico. Por ejemplo, el 'Köln' será el 'HMS Cairo', el 'Königsberg' será el 'HMS .Calcutta'. etc. Se dispondrá que las banderas inglesas de combate estén iluminadas. Para Bergen están fijadas las siguientes normativas si alguna de nuestras unidades se ve obligada a responder a un navío contrario. A la pregunta del nombre respondan 'HMS Cairo' (en el caso del Köln'). A la orden de detenerse: 1) 'Repitan por favor su última señal'; 2) 'No conseguimos entender su seña!'. En caso de que se haga un disparo de advertencia: 'Cesad el fuego. Navíos ingleses. Amigos'. En caso de que se pregunte el destino y la misión: 'Vamos a Bergen. Damos caza a buques alemanes'".

La respuesta de Erich Raeder a la lectura de este documento ("El disfraz de mis barcos fue una astucia de guerra a la cual, desde el punto de vista jurídico, no hay nada que objetar") cae torpemente en el silencio de la sala.

Toma la palabra otro acusador inglés, Elwyn Jones. Es joven, alto, distinguido. Tiene en la mano un papel con pocas lineas escritas a máquina, y lo agita dirigiéndose a Erich Raeder: "Tengo aquí, acusado, una prueba gravísima. Ya sabemos quién hizo hundir el 'Athenia'". Los periodistas ingleses y americanos saltan en pie tratando de acercarse al recinto de estrados del tribunal.

El 3 de septiembre de 1939, dos días después de la declaración de guerra, el vapor inglés "Athenia", con mil cuatrocientos pasajeros a bordo, navegaba a unas doscientas millas al oeste de las Hébridas. Llegada la noche, el barco disminuyó ligeramente la marcha. A las 21 horas, un submarino desconocido emergió a una milla de la proa del "Athenia" y lanzó tres torpedos. Uno de ellos alcanzó las calderas y las hizo estallar. El vapor se fue a pique en once minutos. Murieron ciento doce personas, con mujeres y niños, de las que veintiocho eran americanas. El 16 de septiembre, Erich Raeder llamó al ministerio de Marina al agregado naval americano, le declaró haber recibido los informes de todos los submarinos y que "según éstos se puede establecer de modo definitivo que el 'Athenia' no había sido hundido por un submarino alemán".

Elwyn Jones: "El 23 de octubre de 1939, el Vólkischer Beobachter', periódico oficial del partido nazi, anunció: 'Ha sido Churchill el que ha hundido el Athenia', y contó que el Primer Lord del Almirantazgo inglés había hecho colocar una bomba de relojería en las bodegas del transatlántico. El documento ahora en mi poder demuestra por el contrario que la nave fue torpedeada por el submarino alemán U-30, mandado por el teniente de navío Lemp. Uno de sus marineros, Adolf Schmitt, hecho prisionero en 1942 e internado en un campo de concentración en Canadá, ha hecho ahora una amplia declaración a pesar de que su comandante había prohibido de modo absoluto hablar del episodio. Esto es lo que dice Adolf Schmitt: 'Cuando atacamos al transatlántico Athenia, los primeros dos torpedos no dieron en el blanco. Fue lanzado un tercero que alcanzó de lleno la nave provocando una tremenda explosión'".

Raeder; "La verdad es que el vapor navegaba con las luces apagadas, y fue tomado por un crucero auxiliar británico".

Interviene Sir David Maxwell-Fyfe: "Usted, acusado, ante la mentira del 'Vólkischer Beobachter', ¿no pensó en protestar? ¿Permitió que se acusase al Primer Lord del Almirantazgo inglés de haber matado deliberadamente a un centenar de sus compatriotas?".

Raeder: "Hablé de ello con Hitler. Desgraciadamente no supe la verdad hasta mucho tiempo después. Me impresionó de modo tremendo pero, lo repito, era tarde para intervenir".

Maxwell-Fyfe: "Creo que usted no pensó más...".

Raeder: "¡Por favor! Pensé en ello muchas veces. Estaba indignado".

Maxwell-Fyfe: "Y esta indignación, ¿se tradujo en algún gesto?".

Raeder: "¿Cómo dice? ¿Qué gesto?".

El acusador inglés se sienta e invita a su colega ruso, el coronel Pokrovsky, a que tome la palabra, pero no sin comentar antes como conclusión: "Precisamente. ¿Qué gesto? Raeder no hizo nada, absolutamente nada".

Pokrovsky (a Raeder): "Podía usted presentar la dimisión. Pero esperó para hacerlo al 30 de enero de 1943, décimo aniversario de la subida al poder del partido nazi. ¿Por qué?".

Raeder: "No era posible ir a Hitler y presentar la dimisión. Lo habría considerado un acto de insubordinación. Por otra parte, yo era demasiado disciplinado para actuar así"'.

Raeder entregó su dimisión cuando se enfrentó con Hitler, el cual, según el Gran Almirante, subestimaba las exigencias de reforzamiento de la flota de alta mar y la necesidad de asegurarles bases navales de importancia estratégica. Raeder, que había insistido en vano también en que Alemania ocupase España, fue nombrado Inspector General de la Marina, un cargo totalmente inútil y desprovisto de mando.


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Donitz, Karl, 1891-; Goering, Hermann, 1893-1946; Hess, Rudolf, 1894-1987; Keitel, Wilhelm, 1882-1946; Raeder, Erich, 1876-1960; Ribbentrop, Joachim von, 1893-1946; Sauckel, Fritz, 1894-1946; Schirach, Baldur von, 1907

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Donitz, Karl, 1891-; Raeder, Erich, 1876-1960; Schirach, Baldur von, 1907


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El hombre que veía el mundo a través del periscopio

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Su cargo (el de Raeder) lo ocupó Karl Doenitz, "creador del arma submarina y estratega de la guerra sumergida". Ahora una película proyectada en la sala de Nuremberg muestra a Doenitz sonriente y complacido, en la base de Kiel, en medio de la tripulación de un U-Boot, cantando con un grupo de marineros: "Dame tu mano, tu blanca mano./Adiós, tesoro, adiós./Navegamos hacia Inglaterra...".

Mucho más joven que Raeder (tiene cincuenta y cinco años), de mediana estatura, delgado, duro y correcto, el ex Gran Almirante Doenitz, "el hombre que ha visto el mundo sólo a través de un periscopio", es sin duda el menos elegante de los acusados. Un periodista americano, William Shirer, lo describe así a sus lectores: "Con un traje adocenado, tiene aspecto de corredor de calzado".

Cuando nació Doenitz, el 16 de septiembre de 1891, en Berlín-Grünau, su madre lo vio tan débil que pensó que nunca llegaría a ser militar, como quería su padre. Pero en 1910, Doenitz estaba ya en la. marina imperial, y cuatro años más tarde, cuando tenia veintitrés, ostentaba ya grado de oficial a bordo del crucero "Breslau". Pasado a los submarinos a comienzos de la Primera Guerra Mundial, a las órdenes del legendario capitán de navio Forstmann, Doenitz fue capturado por los ingleses pero obtuvo la repatriación fingiéndose loco (y lo simuló tan bien que cuando volvió a Alemania querían encerrarlo en un manicomio). Comandante del crucero-escuela "Emden" en 1934, ascendido a capitán de fragata al año siguiente, tomó el mando de la primera flotilla de U-Boote entrada en servicio después del Tratado de Versalles. De los treinta y nueve mil marineros de sus tripulaciones durante la Segunda Guerra Mundial, más de treinta y un mil murieron, y entre éstos estaban también sus dos hijos, desaparecidos en el mar en 1944.

Elwyn Jones, acusador inglés, dice: "Quiero exhibir el acta de una reunión presidida por Hitler el 3 de enero de 1942. Estaban presentes los jefes de las tres armas, el acusado Ribbentrop y el embajador japonés Oshima. En esa ocasión, el Führer dijo: 'Los astilleros americanos producen muchos barcos, pero los Estados Unidos carecen de tripulaciones. Nuestra marina de guerra debe hundir todos los barcos mercantes sin ningún aviso. Cuando todos sepan que el torpedeamiento de un vapor significa la muerte para gran parte de la tripulación, los americanos tendrán gran dificultad en encontrar marineros dispuestos a embarcarse en los mercantes. Alemania lucha por su existencia y no puede ser detenida en su acción por principios humanitarios...'".

"Un año más tarde", prosigue Elwyn Jones, "estas normativas generales se concretaron en una instrucción escrita que el Cuartel General del acusado Doenitz transmitió por radio a todos los comandantes de submarinos: "Está prohibido el salvamento de las tripulaciones de los navíos echados a pique, es decir, recoger a los náufragos o distribuir víveres y agua potable. Porque el salvamento es contrario a las exigencias más elementales de la guerra en el mar. Es necesario ser implacables, y recordar que el enemigo bombardea nuestras ciudades. A esta normativa iba unida otra aún más terrible: 'Los convoyes enemigos comprenden generalmente un barco especial de dos mil o tres mil toneladas, encargado de recoger a los náufragos de los vapores torpedeados. Dado que nos interesa la destrucción de las tripulaciones, hundir este barco es de gran importancia'".

Y Elwyn Jones lee, un tremendo documento, un pasaje del diario de a bordo del submarino alemán U-37. Dice: "Torpedeado el mercante inglés 'Sheaf Mead'. El barco se hunde de popa, con la proa casi vertical. Estallan las calderas, hay cuerpos lanzados al aire, y la nave desaparece bajo el agua con gran estruendo. Los que no han podido refugiarse en las lanchas nadan desesperadamente. Un joven marinero en peligro está a punto de ahogarse. Grita: 'Help, please, help!' (Socorro, por favor, socorro). Nosostros seguimos nuestro rumbo".

El defensor de Karl Doenitz, el Flottenrichter (magistrado naval) Otto Kranzbühler, objeta que la orden dictada por el Gran Almirante vino a continuación del episodio del "Laconia", cuando un submarino alemán fue bombardeado por aviones enemigos mientras trataba de salvar a los náufragos del barco inglés que había hundido.

La tarde del 12 de septiembre de 1942, el vapor "Laconia", de veinte mil toneladas y enarbolando bandera británica, navegaba a doscientas cincuenta millas de la isla de la Ascensión, en el Atlántico meridional. A bordo había soldados ingleses y polacos, mujeres y niños, y mil ochocientos italianos tomados prisioneros en Libia. El submarino alemán U-156, mandado por Werner Hartenstein, alcanzó con dos torpedos al "Laconia", que comenzó a hundirse. Durante las operaciones de salvamento de los náufragos un avión americano bombardeó el U-Boot, dice el Flottenrichter Kranzbühler, "a pesar de la bandera de la Cruz Roja enarbolada en las chalupas de salvamento del 'Laconia'".

Interviene el prosecutor inglés coronel H. J. Phillimore.

"Un momento, señor presidente. Aquí está, a propósito del "Laconia', el texto de un mensaje de radio enviado al acusado Doenitz por el comandante de un submarino alemán, el 'Schacht', que había acudido en ayuda de los náufragos del barco. Es del 17 de septiembre de 1942. Dice: 'Ciento sesenta y tres italianos trasladados al Annamite. Oficial de ruta del Laconia y otro oficial inglés igualmente a bordo'. A este mensaje responde Doenitz el 20 de septiembre: 'Modo de proceder indicado en el radiograma del 17 erróneo. El barco estaba efectivamente destinado al salvamento de los aliados italianos, pero no al de los ingleses o polacos'". Concluye el prosecutor: "Es sólo un detalle, señor presidente, pero esa expresión 'estaba destinado'. alude al modo en que debería desenvolverse la operación de salvamento, incluso sin ese bombardeo perturbador".

Luego, la acusación documenta otros hechos. El del comandante de la quinta flotilla de U-Boote, capitán de corbeta Karl Mohrie, que había ordenado a sus oficiales subordinados ametrallar a los náufragos de los barcos torpedeados, así como el del capitán Heinz Eck, comandante del U-852, que hundió al mercante griego "Peleus" en las costas orientales de África y. encontrándose en aquella zona sin saberlo nadie, exterminó a los náufragos a cañonazos y ráfagas de ametralladora. A Karl Doenitz, que se jacta en una declaración de haber "guardado todos los documentos oficiales porque la marina alemana no tiene nada que reprocharse", le contesta Phillimore que fue Doenitz quien dio la orden de eliminar del diario de a bordo del U-Boot que había torpedeado al "Athenia" toda referencia que permitiese descubrir la verdad. Pero Doenitz está destinado a escapar a la soga. Su defensor pide al Tribunal, y obtiene, una declaración escrita bajo juramento por el almirante estadounidense Chester Nimitz para demostrar que los submarinos americanos operaban también bajo órdenes de "hundimiento sin aviso".

"Alemania —dice el Flottenrichter Kranzbühler— usaba los mismos métodos que el enemigo. La interpretación del tratado naval de Londres de 1930, que comprendía 'Leyes y usos para la guerra naval', llevó a un empleo sin restricciones de los submarinos americanos contra las naves japonesas en el Pacífico, así como al uso de abandonar las tripulaciones de los mercantes cuando las operaciones de salvamento implicaban peligro para los barcos de guerra".

Doenitz: "Considero legal el modo en que se ha llevado la guerra de submarinos alemanes y creo que he actuado siempre según mi conciencia como comandante supremo de la marina y como último jefe de estado".

Pokrovzky (acusador soviético): "¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué le eligió Hitler como sucesor?".

Doenitz: "Sí, y he concluido que, estando Goering en situación de arresto, era yo el militar más antiguo de un arma independiente. No tengo nada que reprocharme. Estoy en paz con mi conciencia ".

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Mensaje por Erich Hartmann » Lun Nov 14, 2005 9:14 pm

A propósito de Dönitz, algunas fotografías más:

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A su salida de Spandau

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Última edición por Erich Hartmann el Mar Nov 15, 2005 5:53 pm, editado 2 veces en total.

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Mensaje por Totemkopf » Mar Nov 15, 2005 4:22 pm

Señor Erich Hartmann simplemente::rev: :rev: :rev:
Las fronteras de los paises son las cicatrices de la historia

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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Nov 15, 2005 6:08 pm

Es el turno de Von Neurath

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En las semanas que siguen, después de la presentación de nuevos documentos de la acusación, es preguntado —y luego repreguntado por su defensor, el abogado Otto von Lüdinghausen— el barón de setenta y tres años Konstantin von Neurath (el acusado más anciano, pero más sereno), que ha sido ministro del Exterior bajo Hitler y Protector de Bohemia y Moravia. Nacido el 2 de febrero de 1873 en Klein Glattbach, Württemberg, tierra de suabos, donde su familia poseía en la Selva Negra castillos desmantelados y árboles genealógicos que llegaban al emperador Barbarroja, Von Neurath, ha dicho el juez Jackson en su exposición de apertura, es un hombre de equilibrio y moderación, que "puso su experiencia y el tacto de la vieja escuela diplomática al servicio del nazismo, preparó los primeros pasos en las relaciones con el exterior y calmó los temores de las futuras victimas". Cuando en 1932, Franz von Papen forma bajo Hindenburg el "gabinete de barones" que abrirá la puerta a Hitler y ofrece a Konstantin von Neurath, embajador alemán en Londres, el cargo de ministro del Exterior, la reina Mary de Inglaterra, que en su juventud ha sido buena amiga suya, le invita a Buckingham Palace y le sugiere: "Renuncia. Constantine, y quédate en Londres". Si hubiese aceptado el consejo, Von Neurath no habría terminado en el banco de los acusados en Nuremberg. Caído el "gabinete de los barones" y llegado Hitler a canciller, Hindenburg impone a Von Neurath en el nuevo consejo de ministros con la esperanza de tener bajo control al Führer y al nazismo. Pero a los cuatro años, este diplomático formado en el pleno esplendor de la Alemania bismarckiana y guillermina se da cuenta de que ha cruzado una frontera de la que no es capaz de regresar. El, que debería haber frenado a Hitler, se ha subido al carro del nazismo.

A Von Neurath se le abren los ojos el 5 de noviembre de 1937, en una reunión secreta en la Cancillería donde se debaten decisiones que serán conocidas como "los protocolos de Hossbach", del nombre del coronel de la Wehrmacht encargado de redactar el acta. Hitler anuncia que "Alemania no tiene nada que ganar de un largo período de paz" y que Austria y Checoslovaquia "deben ser conquistadas con golpes tan rápidos y fulmíneos que paralicen no sólo a las víctimas, sino también a sus garantes y aliados".

Von Neurath dice ahora que reaccionó y se impresionó tan vivamente por tales perspectivas de guerra, que tuvo "varios graves ataques cardíacos". Trató también de que lo recibiera Hitler para exponerle sus ideas, pero el Führer "¡no quiso ni siquiera verme!". Zarandeado en constante incertidumbre entre el bien y el mal, entre el deber de conciencia y la tentación de conformismo, cuando tras la "noche de los cristales" los grupos antinazis le invitan a dimitir en señal de protesta, no lo hace. Sólo en vísperas del Anschluss encuentra Von Neurath el valor de contradecir a Hitler. "Cuando vi que, a pesar de todos mis argumentos, continuaba aferrado a sus ideas, le dije que tendría que buscarse otro ministro del Exterior". El 4 de febrero de 1938, Von Neurath es sustituido por Von Ribbentrop y es nombrado jefe del Consejo Secreto de Gabinete (Goering comenta: "Juro que este Consejo no se reunió jamás, ni siquiera un minuto... En realidad, jamás existió. Pero su nombre hacía buena impresión, y la gente se imaginaría que significaba quién sabe qué...").

Desde ese momento, y durante un año. Von Neurath estuvo en desgracia hasta el 15 de marzo de 1939, cuando, desmembrada Checoslovaquia, Hitler se acuerda de él y le "saca del congelador" para nombrarle Protector de Bohemia y Moravia.

Von Neurath: "Para mí fue una sorpresa. Al ocupar el puesto tuve malos presentimientos. Lo acepté porque Hitler me explicó que, con tal nombramiento, quería asegurar a Inglaterra y Francia que no intentaba desarrollar una política hostil para con Checoslovaquia".

Lo que sucedió en Checoslovaquia bajo el Protectorado lo explica así el pliego de cargos: "Von Neurath suprimió la prensa libre, los partidos políticos y los sindicatos. La industria checa fue incorporada a un sistema de producción bélica para Alemania. Los judíos fueron excluidos de todo puesto importante. En agosto de 1939. Von Neurath publicó un decreto sobre episodios de sabotaje anunciando que la 'responsabilidad de todo sabotaje no recaerá ya sólo sobre sus autores tomados individualmente, sino sobre toda la población'. Al estallar la guerra, la policía detuvo a ocho mil personalidades checoslovacas. Muchísimas murieron en los campos de concentración. En octubre y noviembre de 1939, los estudiantes checos organizaron una serie de manifestaciones. Las universidades fueron cerradas, centenares de estudiantes detenidos y nueve fusilados".

Rayinsky (acusador ruso): "En el diario del acusado Hans Frank se dice que las paredes de Praga fueron cubiertas de carteles rojos, que anunciaban el fusilamiento de los estudiantes. Frank añade que si hubiese tenido que hacer lo mismo en Polonia, no habría habido papel suficiente para preparar los carteles. Diga usted, Von Neurath: ¿Es verdad que Praga fue cubierta con millares de carteles con la noticia de la ejecución?".

Von Neurath: "Los carteles llevaban mi firma, es verdad. Pero fue sin mi conocimiento. Yo no los firme".

Como Rosenberg, también Von Neurath era un nazi a la antigua, fácilmente marginado por las nuevas "quintas" de los Kaltenbrunner, Heydrich y Eichmann.

En septiembre de 1941, descontento por su escaso pulso en la represión de los desórdenes e incidentes de Checoslovaquia, Hitler le dio un permiso indefinido por enfermedad. "Había tratado de oponerme al Führer con todas mis fuerzas...".

Juez Nikitchenko (soviético): "¿Usted era contrario al Anschluss de Austria?".

Von Neurath: "Si"'.

Nikitchenko: "Pero Austria fue anexionada".

Von Neurath: "Lo he dicho ya. Todo ocurrió en el último momento...".

Nikitchenko: "¿Usted era hostil a la incorporación de Checoslovaquia?".

Von Neurath: "".

Nikitchenko: "Pero Alemania se apoderó de Checoslovaquia".

Von Neurath: "Pero yo ya no era miembro del gobierno".

Nikitchenko: "¿Usted era contrario a la agresión a Polonia?".

Von Neurath: "Completamente".

Nikitchenko: "Sin embargo, Alemania ocupó Polonia".

Von Neurath: "Repito que ya no formaba parte del gobierno. Me enteré por la radio...".

Nikitchenko: "¿Sabia Hitler que usted era contrario a su política?".

Von Neurath: "Seguro, seguro. ¡Lo sabía desde 1938!".

Nikitchenko: "¿Sabia usted cómo se comportaba Hitler con la oposición?".

Von Neurath: "En el Reich, sí".

Nikitchenko: "Y sin embargo, ¿a usted no le sucedió nunca nada?".

Von Neurath: "No, pero siempre tuve miedo de que de un momento a otro pudiera sucederme cualquier cosa".


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A su salida de Spandau junto a su hija


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 19, 2005 4:00 am

Los "tratamientos especiales" de Ernst Kaltenbrunner

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El "hombre adecuado" —como había dicho Hitler— para gobernar el Protectorado de Bohemia y Moravia era "Ernie", es decir, Ernst Kaltenbrunner. Austríaco como Seyss Inquart, originario del valle del Inn como Hitler y Eichmann, este gigante de frente alta y plana, de ojos pequeños y oscuros, de mentón cuadrado, que subraya su mole maciza y bestial, es hijo del abogado Hugo Kaltenbrunner, descendiente de una antigua familia artesana, que transmitía de padres a hijos la fabricación de hoces. Nacido el 4 de octubre de 1903 en Riedl, cerca de Braunau, tuvo una infancia difícil. Para poder hacerse abogado hubo de trabajar en las minas en los turnos de noche. Amigo intimo de Seyss-Inquart, y expulsado del colegio de abogados por su actividad política en favor del Anschluss, Ernst Kaltenbrunner, en 1937, es jefe de las SS austríacas. Después de la anexión, Hitler le nombra SS Brigadeführer (general de brigada), y rápidamente, uno por uno, va subiendo todos los grados de la jerarquía nazi: de secretario de Estado para la Seguridad a teniente general de la policía de Viena y a jefe de la Gestapo. A comienzos de 1943, el RSHA (Reichssicherheitshauptamt. Negociado Central para la Seguridad del Reich) ha quedado sin jefe. Heydrich había muerto en junio anterior, herido de muerte en las calles de Praga por dos patriotas checos.

Himmler se acuerda de Kaltenbrunner y le llama para ese puesto, pero dejándole mano libre sólo sobre los negociados II y VI del RSHA, es decir, los de asuntos administrativos y económicos y de espionaje interior. En Berlín la vida de Kaltenbrunner se transforma. El oscuro jerarca austríaco, que hasta aquel momento había sido un "simple agente de transmisión de las órdenes de Himmler", lleva una existencia brillante y mundana, tiene relaciones con una condesa que le dará dos hijos, indaga sobre las relaciones íntimas de Hitler con Eva Braun y se entrega, como Heydrich, a las diversiones nocturnas. El cargo atribuye a Kaltenbrunner una parte primordial en el Anschluss de Austria, le considera responsable del fusilamiento de prisioneros de guerra, de detenidos políticos y de paracaidistas; de la aplicación del "Decreto Kugel" (Kugel significa "bala"), en virtud del cual los prisioneros de guerra evadidos y apresados de nuevo debían ser llevados a Mauthausen y fusilados, y de la "solución final" judía, pues bajo la dirección de Kaltenbrunner "grupos especiales recorrieron los territorios ocupados para buscar a los judíos y deportados a los lugares de exterminio".

Hablando con voz baja y ronca, Kaltenbrunner rechaza todas las acusaciones, y cuando su defensor, el abogado Kart Kaufmann. le pregunta en el interrogatorio publico si conocía la existencia de Auschwitz, el acusado no sólo niega, sino que afirma que si en cierto momento cesaron las matanzas, se debió a su intervención personal cerca de Himmler.

"La primera vez que oí hablar de Auschwitz fue en noviembre de 1943. Se me dijo que se trataba de un campo de internamiento. Hasta febrero o marzo de 1944 no admitió Himmler que en aquel Lager ocurrían matanzas. Yo protesté. Además de las razones humanitarias, expliqué al Reichsführer SS que ninguna potencia aceptaría jamás negociar con un país que se hubiera manchado con crímenes tan horrendos...".

Abogado Kauffmann: "¿Cuándo terminaron los exterminios de judíos?".

Kaltenbrunner: "En octubre de 1944".

Kauffmann: "¿Cree usted que fuera debido a su intervención cerca de Himmler?".

Kaltenbrunner: "Estoy firmemente convencido".

El acusado añade que él nunca se ocupó de los campos de concentración y de exterminio. "Mi oficio era el de policía. Sólo intervenía en los casos más graves, como el atentado contra Hitler del 20 de julio...".

Coronel Amen (acusador americano): "Me refiero a su actividad en general, no a sucesos excepcionales. ¿No inspeccionó usted nunca el campo de concentración de Mauthausen con altos funcionarios de las SS"?".

Kaltenbrunner: "Sólo estuve allí una vez".

Coronel Amen: "Le leo ahora esta declaración de Karwinsky, ex secretario de Estado austríaco con Dollfuss y Schuschnigg. Dice: 'Cuando Kaltenbrunner vino al campo de Mauthausen, yo estaba muy enfermo, tendido sobre la paja húmeda con centenares de otros enfermos, muchos de ellos agonizando. Los detenidos sufrían edemas y desórdenes intestinales gravísimos. En pleno invierno eran hospitalizados en barracones privados de calefacción. Hacia meses que los retretes y duchas eran inutilizables. Los enfermos morían diez y veinte por noche. Kaltenbrunner pasó por medio de los barracones con un brillante séquito de altos funcionarios de las SS, y lo vio todo".

Kaltenbrunner: "¡Ese documento es falso! .

Coronel Amen: "Le hablaré ahora de Albert Tiefenbacher, internado en Mauthausen desde 1938 a mayo de 1945, y que durante tres años trabajó transportando cadáveres al crematorio. En su declaración, Tiefenbacher dice: 'He visto muchas veces a Kaltenbrunner en Mauthausen, al menos tres o cuatro veces. Pasaba a ver los hornos crematorios'. ¿Es verdad?".

Kaltenbrunner: "No. Es absolutamente falso".

Coronel Amen: "Tengo todavía otros documentos. Aquí está la declaración de Johann Kanduth, un austríaco de Linz, deportado a Mauthausen, que trabajó en la incineración de cadáveres en los hornos. Dice que usted fue a visitar el campo: 'Kaltenbrunner entró riendo en una cámara de gas. Luego, algunos detenidos fueron llevados a escondidas para ser muertos en su presencia. Fueron realizadas tres clases de ejecuciones: gas, ahorcamiento y disparo en la nuca. Después de la muerte por gas abrimos las puertas de la cámara y sacamos fuera los cadáveres. Las ejecuciones habían sido preparadas expresamente para aquel día. El jefe del crematorio, Roth. me había llamado a su despacho y me había dicho: Kaltenbrunner viene hoy a visitar el campo. Debemos preparar todo para realizar algunas ejecuciones. Nosotros limpiamos y encendimos los hornos".

Kaltenbrunner: "Es falso, todo falso".

Coronel Amen: "¿Sabe usted lo que significa la expresión 'tratamiento especial'?".

Kaltenbrunner: "La he oído en esta sala. No estoy seguro, pero creo que se trata de una expresión para indicar una condena a muerte no pronunciada por un tribunal".

Coronel Amen: "El ex funcionario del RSHA Joseph Spacil dice en esta declaración: 'En la reunión de jefes de sección, el teniente general Müller preguntaba con frecuencia a Kaltenbrunner si a este o aquel caso se le debía aplicar el tratamiento especial. Las conversaciones eran de esta clase: Müller preguntaba si para el caso B había que aplicar el tratamiento especial. Y Kaltenbrunner respondía sí o no. o bien decía que se dirigieran a Himmler. En estas conversaciones, tanto Müller como Kaltenbrunner citaban sólo las iniciales de los nombres, así que quien estaba en el despacho no sabia de quién se trataba'".

Kaltenbrunner: "Es falso, absolutamente falso".

Coronel Amen: "Tengo otra declaración, la de Joseph Nedermayer, jefe de la sección de celdas de castigo en Mauthausen. Dice: 'En diciembre de 1944 recibí el decreto llamado Kugel, firmado por Kaltenbrunner. Mil trescientas personas (entre trabajadores civiles extranjeros y oficiales y suboficiales rusos y franceses prisioneros de guerra) fueron encerrados en el bloque número 20 y, según las órdenes verbales dadas personalmente por Kaltenbrunner, fueron dejados morir de hambre'".

Kaltenbrunner: "Es falso".


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Kaltenbrunner, de pie, declara ante el tribunal.

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En su celda

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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 19, 2005 7:42 pm

Albert Speer, el cerebro más eficaz del Reich

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Según el pliego de cargos presentado por el magistrado Jackson al Tribunal de Nuremberg, Albert Speer fue sin duda "uno de los más eficaces cerebros organizadores del régimen hitleriano". Nombrado ministro de Armamentos y de las Municiones en febrero de 1942, como sucesor del doctor Fritz Todt, muerto misteriosamente en accidente aéreo, Speer, con catorce millones de trabajadores a su cargo, se convirtió en el "dictador de la economía alemana". Al cabo de dos años y medio, la producción bélica se triplicó. Speer fue también el único jerarca del Tercer Reich que vio claro el ineluctable destino de la Alemania nazi, pero no supo separarse más que con extremo retraso del yugo de la fascinación que le inspiraba Hitler. "Yo —dice— veía al Führer como al único hombre capaz de mantener unido al pueblo alemán".

Según la acusación. Albert Speer, en su calidad de jefe de la Organización Todt. que funcionaba en todos los territorios ocupados, se sirvió de los prisioneros de guerra también en las industrias bélicas, y aunque no tuvo parte directa en los malos tratos infligidos a la mano de obra esclava reclutada a la fuerza por Fritz Sauckel, conocía su existencia. El cargo recuerda que en una reunión del 30 de octubre de 1942, dijo Speer que muchos obreros que se declaraban enfermos eran sólo simuladores. 'Yo tengo nada que objetar —añadió— si la policía o las SS loman contra ellos medidas rigurosas y los mandan a campos de concentración". El se opuso y desobedeció sólo al final, cuando se enteró de la orden de Hitler que, por consejo de Goebbels, Ley y Bormann, quería dejar "tierra quemada", destruyendo instalaciones, fábricas, carreteras, puentes y ferrocarriles alemanes, para no abandonarlos en manos del enemigo. Entonces fue cuando Albert Speer, el tecnócrata puro incapaz de ver más allá de sus proyectos de arquitecto, se decidió a actuar. Primero, escribió a Hitler: "La guerra está perdida", y luego intentó matar al Führer y a sus colaboradores con un gas tóxico.

Una vez más, la fascinación de Hitler ganó la partida. Speer fue a confesárselo todo, y el Führer, conmovido, en vez de hacerlo fusilar, le dejó marchar libre. Hitler tenía sincero afecto a Speer. Veía en él al artista que él había querido ser en su juventud, y Speer proyectó y edificó durante doce años, según el gusto del Führer, palacios gigantescos, cuadrangulares, con inmensos salones e interminables escalinatas. Era un colosalismo para dar sentido de solemnidad, una liturgia de lo monumental y lo grandioso, que lindaba con la megalomanía. En Berlin debía levantar Speer un Palacio de Congresos que pudiese contener cien mil personas, y en Nuremberg, un estadio capaz para medio millón de plazas, con terreno donde pudiese evolucionar un millón de personas. La Königsplatz de Munich y la nueva Cancillería de Berlín fueron obras de Speer, el cual, en el fondo, no estaba muy orgulloso de ellas.

Habla el acusador soviético, general Rayinsky: "Usted, Speer, ha dicho que Goebbels, Ley y Bormann eran autores de la 'tierra quemada'. Entre los acusados que están en el banco, ¿hay alguno que haya sostenido el mismo punto de vista?"

Speer: "Que yo sepa, no. Mejor dicho, Funk protestó con violencia".

Rayinsky: "En suma, la 'tierra quemada' la querían sólo aquellos que se han quitado la vida o que no están presentes en el proceso".

Speer: "Podría ser que se hubieran matado precisamente por eso...".

Rayinsky: "Y después de haber recibido su carta, en que le escribía que la guerra estaba perdida, ¿no le consideró Hitler un adversario?".

Speer: "Durante la conversación que tuve con el Führer en el bunker de la Cancillería me dijo que no podía prescindir de mí por razones de política interior y exterior. Creo que él se había dado cuenta de haberme concedido demasiada confianza, porque en su testamento no me mencionó entre sus sucesores.

El abogado de Speer, Hans Plaeschner, interviene: "¿Cómo llegó a la idea de matar a Hitler con gas?".

Speer: "No deseo entrar en detalles. Sólo diré que actué solo, porque tras el atentado del 20 de julio de 1944 poquísimas personas podían acercarse a Hitler...".

Presidentes "El Tribunal desea, por el contrario, que el acusado Speer entre en detalles".

Speer: "En febrero de 1945, Hitler no abandonaba ya el bunker de la Cancillería y tenía muchas conversaciones con Ley, Bormann y Goebbels. Desde el 20 de julio, cualquiera que entraba en el bunker debía ser registrado por las SS. Yo conocía muy bien cómo funcionaba el sistema de ventilación del refugio subterráneo. Sabía que el filtro de protección estaba estropeado y pensé que seria fácil hacer penetrar por el conducto un gas mortal, que lentamente habría invadido todo el bunker, junto con el aire aspirado por los motores, matando a cuantos se encontraran en el refugio. Así estaban las cosas cuando, examinando el conducto de aspiración del aire, situado en el jardín de la Cancillería, me acordé de que pocos días antes Hitler había hecho construir alrededor un muro de cuatro metros de alto. Ese muro existe todavía hoy. Así que tuve que renunciar a mi plan ".

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Fotografía que muestra la detención de Speer, junto a Dönitz y Jodl

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Ficha de detención de Speer

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Última edición por Erich Hartmann el Dom Nov 20, 2005 5:45 pm, editado 1 vez en total.

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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Nov 20, 2005 5:41 pm

EL NEGOCIADO DEL EXTERMINIO

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Rudolf Höss, jefe de Auschwitz, explica a los jueces, en el transcurso de una escalofriante declaración, sus técnicas de muerte.

Entre todos los testimonios de cargo presentados en Nuremberg, el más turbador (y también el que más ata a los imputados a sus responsabilidades) es seguramente el de Rudolf Franz Ferdinand Höss. el ex jefe del campo de exterminio de Auschwitz, junto con los de Dieter Wisliceny, que fue colega de Adolf Eichmann; de Otto Ohlendorf, Jefe de los verdugos de los Emsatzgruppen o "grupos de garantía" en la URSS, y de los tres supervivientes de los campos de aniquilación políticos y raciales: Marie-Claude Vaillant-Couturier, superviviente de Auschwitz, el español Francisco Boix y el francés Maurice Lampe, librados de la muerte en Mauthausen.

Höss miembro de las SS, ya comandante (desde 1938) de los Lager de Dachau y de Sachsenhausen, había sido, desde mayo de 1940 hasta finales de 1943, jefe indiscutido —con derecho de vida y muerte— del más grande "negociado de exterminio" del Tercer Reich: el campo de Auschwitz-Birkenau, en Polonia.

El interrogatorio de Höss, sin embargo, es brevísimo —ante el Tribunal Internacional de Nuremberg— porque, según los principios constitutivos del procedimiento de este Tribunal, este verdugo deberá ser procesado por Polonia, ya que sus crímenes principales fueron cometidos allí. No obstante, los jueces de Nuremberg quieren oírle. Y esto sucede en las sesiones de abril de 1946. Su testimonio es rapidísimo y espantoso.

Höss, pequeño, fornido, de mirada bestial, muestra arrogancia e indiferencia. Mejor dicho, quiere mostrar espíritu de colaboración y repite varias veces, cuando sus trágicas afirmaciones levantan murmullos de incredulidad entre abogados, jueces y público, una frase habitual:

"Deben creerme, señores. Digo la verdad. Quiero decir la verdad".

Höss, nacido en 1900 en Baden-Baden, hijo de un comerciante que había querido que fuera sacerdote, por el año 1919 había ingresado en los Freikorps o "cuerpos francos", y en 1923 había tomado parte en un delito político: el asesinato del profesor Walter Kadow, realizado en complicidad con Martín Bormann. En la sala le interroga Kart Kauffman, defensor de Kaltenbrunner, y él le confirma que en Auschwitz fueron muertos "centenares de miles de seres humanos", añadiendo una vez más:

"Usted sabe que puede creerme. Yo no niego nada. Sabe lo sincero que soy".

Dos días antes, con su voz firme y monótona, ha explicado a Gustave G. Gilbert, el psicólogo americano de la cárcel de Nuremberg, todos los detalles "técnicos" del exterminio en masa, mostrando un interés objetivo, casi profesional, en la evocación de las matanzas. "¿Y respecto al aspecto humano?", le ha preguntado Gilbert. "Eso no cuenta lo más mínimo", ha replicado fríamente Höss.

Kauffmann concentra ahora sus preguntas en los métodos de exterminio. En una declaración jurada a los comisarios del Tribunal de Nuremberg, el comandante de Auschwitz ha explicado el papel que ha jugado personalmente en el "perfeccionamiento" de los instrumentos de muerte.

Comienza su corta declaración, Höss:

En el verano de 1941, no puedo recordar la fecha exacta, yo fui convocado repentinamente ente Reichsfuhrer SS, directamente por la oficina de su ayudante. El contrario a su costumbre generalmente, Himmler me recibió sin su ayudante que no estaba presente, como era habitual y me dijo:

"el Fuhrer ha pedido que la cuestión judía esté solucionada de una vez por todas y que nosotros, los SS, debemos poner esa orden en ejecución.

-Los centros existentes de exterminio en el este no están en disposición para realizar las grandes Aktionen se avecinan. Por lo tanto he destinado Auschwitz para este propósito, debido a su buena posición en lo que concierne a comunicaciones y porque puede ser aislado y camuflado fácilmente. Al principio había pensado en llamar en un oficial mayor de los SS para este trabajo, pero he cambió de idea para evitar dificultades referentes a los términos de referencia. Ahora he decidido confiar esta tarea a usted. Es difícil y onerosa y llama a una dedicación completa a pesar de las dificultades que pueden presentarse. Usted aprenderá otros detalles de Sturmbannfuhrer Eichmann de la oficina principal de la seguridad del Reich que le visitará en un futuro inmediato.

-Los departamentos referidos serán notificados por mí a su debido tiempo. Usted tratará esta orden con un absoluto secreto, al margen de sus superiores. Después de que usted hable con Eichmann me remitirá inmediatamente los planes para las instalaciones proyectadas.

-Los judíos son los enemigos jurados del pueblo alemán y deben ser suprimidos. Cada judío sobre el que podamos poner nuestras manos deberá ser destruido ahora durante la guerra, sin excepción. Si no podemos ahora borrar la base biológica del judaísmo, los judíos un día destruirán al pueblo alemán."

Tras la recepción de estas graves instrucciones, regresé inmediatamente a Auschwitz, sin su divulgación a mi superior en Oranienburg.

Poco tiempo después Eichmann vino a Auschwitz y me comunicó los planes para las operaciones mientras que afectarían a varios países. No puedo recordar la orden exacta en la cual debían ocurrir. Primero estaban por venir los judíos de la parte del este de Silesia superior y las partes vecinas del territorio polaco bajo regla alemana, entonces, dependiendo de la situación, simultáneamente de judíos de Alemania y de Checoslovaquia, y finalmente de los judíos del oeste: Francia, Bélgica y Holanda. Él también me dijo el número aproximado de transportes que estaban por llegar, pero solamente yo conserve en mi recuerdo algunos datos.

Discutimos los medios de efectuar el exterminio. Esto podría ser hecho solamente mediante gas, puesto que habría sido absolutamente imposible mediante fusilamientos masivos, y habría puesto una carga demasiado pesada en los hombres de los SS que tuvieran que llevarla a cabo, especialmente debido a que había mujeres y niños entre las víctimas.

Eichman me habló sobre el método de matar a la gente con los gases de escape en camiones, que había sido utilizado previamente en el este. Pero no era posible poder utilizar esto para las ingentes cantidades de judíos que debían llegar a Auschwitz. La matanza con las duchas del monóxido de carbono mientras los judíos se bañaban, como fue hecho con los pacientes mentales en algunos lugares en el Reich, habría necesario también muchos edificios y era también muy dudosa porque era difícil obtener tanto gas para un número tan ingente de personas. Dejamos la materia sin resolver. Eichmann decidiría a intentar encontrar un gas que me fuese de utilidad y que no exigiera las instalaciones especiales para su uso, y a informarme cuando él hubiera hecho todo esto. Examinamos el área para elegir un punto probable. Decidíamos que una granja campesina, situada en la esquina del noroeste qué más adelante se convirtió en el tercer sector del edificio en Birkenau, sería el más conveniente. Fue aislado y defendido por vallas de madera y por los setos, y no estaba tampoco lejos del ferrocarril. Los cuerpos podían ser colocados adentro en hoyos largos, profundos cavados en los prados próximos. No teníamos en aquellas fechas todavía un crematorio para quemar lo cadáveres. Calculábamos que después del gaseamiento, según las premisas entonces disponibles, sería posible matar a cerca de 800 personas simultáneamente con un gas conveniente. Estas tareas fueron llevadas más adelante en la práctica.

Eichman no podría entonces darme la fecha en la que comenzaría la operación porque todo todavía estaba en las etapas preliminares y el Reichsfuhrer SS todavía no había publicado las órdenes necesarias.

Eichman volvió a Berlín para narrar nuestra conversación al Reichsfuhrer SS.

Envié algunos días más adelante al Reichsfuhrer SS por el mensajero un plan de la localización y una descripción detallada de la instalación. Nunca he recibido un reconocimiento o una decisión sobre mi informe. Eichmann me dijo más adelante que el Reichsfuhrer SS estaba de acuerdo con mis ofertas...


Pasado un rato, Höss prosigue:

"La solución final del problema judío significaba el completo exterminio de todos los judíos de Europa. Un vez me fue dada la orden, en junio de 1941, de crear en Auschwitz instalaciones para ese exterminio, comencé mi labor. En aquel tiempo, en el Gobierno General de Polonia existían ya otros campos de exterminio: Belzec, Treblinka y Wolzek... Hice una visita al de Treblinka para ver cómo se procedía al exterminio. El comandante del campo de Treblinka me dijo que había liquidado 80.000 personas en el transcurso de un semestre. Había sido encargado de liquidar primero a todos los judíos procedentes del 'ghetto' de Varsovia. El usaba monóxido de carbono. Pero yo no consideraba que sus métodos fueran muy eficaces, por lo que, cuando en Auschwitz organicé los locales para el exterminio, usé Zykion B, ácido prúsico en cristales que era vertido en la cámara de la muerte por una pequeña abertura. Para matar a los que allí se encontraban bastaban de tres a quince minutos, según las condiciones atmosféricas. Sabíamos que estaban muertos cuando cesaban los gritos. En general, esperábamos una media hora antes de abrir las puertas y llevarnos los cadáveres. Luego nuestros 'comandos' especiales les quitaban los anillos y las muelas de oro. Aventajando a Treblinka, otro progreso nuestro fue la construcción de cámaras de gas que contenían dos mil personas a la vez. ¡Mientras que en Treblinka las diez cámaras de gas del campo podían servir sólo para doscientas personas cada una..."

La orden era llevar a cabo el exterminio en secreto, pero el horrible hedor nauseabundo procedente de la continua quema de cadáveres invadía toda la zona y la gente que vivía en los alrededores acabó por saber que en Auschwitz se practicaba el exterminio…



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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Nov 20, 2005 5:48 pm

Breve reminiscencia actual del proceso:

Alemania conmemora los juicios de Núremberg en su 60 aniversario

22 jerarcas nazis fueron juzgados por crímenes contra la humanidad

Alemania conmemora con diversos actos y durante varios días el 60 aniversario de los juicios de Núremberg en los que, en un proceso sin precedentes, 22 jerarcas nazis fueron llamados ante la justicia por sus crímenes contra la humanidad. Simposios, actos en las escuelas de Núremberg y la publicación de nuevos libros sobre el tema son algunos de los acontecimientos que recuerdan los juicios sesenta años después de la derrota de los nazis.

Desde el punto de vista formal, las bases jurídicas del proceso eran dudosas porque los crímenes que se juzgaban no estaban tipificados antes del año 1945 y hasta ese momento eran estados, y no personas individuales, quienes solían ser responsabilizados por lo ocurrido en una guerra.

Los responsables

Sin embargo, el 25 de octubre de 1945 el primer ministro británico, Winston Churchill, había declarado que era necesario castigar a los responsables de los crímenes del III Reich, con lo que había sentado las bases del juicio de Núremberg. Esa decisión significó un viraje con grandes consecuencias pues se pasó a exigir responsabilidad penal por crímenes de guerra, lo que posteriormente se continuaría con la creación del Tribunal Penal Internacional de La Haya.

El dictador Adolf Hitler fue el gran ausente en los juicios, porque se suicidó en las últimas horas de la guerra. Heinrich Himmler, el jefe de la Gestapo, también se suicidó antes de ser sometido a juicio; y Robert Ley antes de que comenzara el proceso, mientras que Martin Bormann fue juzgado como reo ausente pues logró escapar de las fuerzas aliadas y refugiarse en un lugar indeterminado.

El resto de la cúpula nazi estuvo en el banquillo de los acusados empezando por el sucesor de Hitler, el almirante Karl Doenitz; y siguiendo por el ministro de Exteriores Joachim von Ribbentropp. El jefe de las SS, Ernst Kaltenbrunner; el ministro de Armamento, Albert Speer; el comandante supremo del Ejército ,Wilhelm Keitel; y el segundo de Hitler en los primeros años, Rudolf Hess, y su sucesor, Hermann Goering, que se suicidó antes de que se ejecutara la condena a muerte en su contra.


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Mensaje por Erich Hartmann » Lun Nov 21, 2005 6:54 pm

Seguimos:

Las declaraciones de los deportados

Mientras el ex comandante de Auschwitz termina su declaración, algunos de los principales imputados consultan con sus abogados. El testimonio de Höss es de vital importancia para la acusación, y los imputados lo saben. Ha venido después del dramático relato de los ex deportados de los Lager y ha quitado a los jueces toda duda, si alguna vez la tuvieron sobre la veracidad de los relatos hechos en Nuremberg por Marie-Claude Vaillant-Couturier, superviviente de Auschwitz, y por el español Francisco Boix y el francés Maurice Lampe, huidos de Mauthausen.

Lampe sube al estrado de los testigos el 27 de enero de 1946. Tiene cuarenta y seis años y es diputado comunista. Lampe está seguro de que la población alemana de la ciudad cercana al Lager está al corriente del exterminio. El campo, dice a los jueces, estaba en una meseta, y de noche se podían ver humear desde lejos las chimeneas de los hornos crematorios. En Mauthausen, recuerda, "la vida fue un largo ciclo de torturas y de sufrimientos".

Ante el Tribunal recuerda el asesinato de 47 prisioneros de guerra, oficiales de aviación americanos e ingleses. "Esta tragedia sucedió en el campo de Mauthausen en agosto de 1944. Obligaron a los oficiales prisioneros a marchar a la cantera y cargarse a la espalda grandes piedras, y subir así los 108 escalones toscamente tallados en la roca. Habían recibido la orden de realizar esa subida de muerte con los pies descalzos y a paso ligero. Llegados a la cuna de la escalinata trágica, los prisioneros debían soltar sus cargas y descender en desesperada carrera aquellos escalones, mientras SS y 'kapós' precipitaban desde arriba las rocas hacia abajo de las gradas. Al mismo tiempo subían otros prisioneros igual cargados. Los que no eran alcanzados debían recomenzar la prueba... Este 'juego de la muerte' no terminó hasta que los supervivientes, uno tras otro, morían todos con brazos y piernas destrozados...".

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Los 108 escalones

Otra matanza quedó impresa en la memoria del ex deportado, también en Mauthausen, en febrero de 1945. Las victimas son 400 prisioneros de guerra rusos. El comandante del Lager, Dachmeier, cuenta Lampe, "ordenó que los hombres fuesen despojados, desnudados completamente, con un frío de 18 grados bajo cero. El entumecimiento atacó en seguida a algunos de ellos, pero los SS consideraron que las cosas no marchaban demasiado de prisa. Tres veces seguidas durante la noche hicieron pasar a los detenidos bajo la ducha, por tres veces una media hora bajo el agua helada, y volvían sin haberse siquiera secado. La mañana después, cuando las secciones salieron hacia el trabajo, los cadáveres yacían sobre el suelo... Los últimos fueron acabados a hachazos...".

Pocas horas después declara Boix. En el Lager de Mauthausen, por orden de las SS, ha fotografiado centenares de ejecuciones. Ahora muestra a los jueces algunas imágenes, evocando las lúgubres ocasiones en que fueron tomadas. "Esta fue una 'fiesta' con un austríaco que se había evadido. Trabajaba en el garaje y logró esconderse en un camión. Fuera ya del campo fue descubierto y devuelto. Fue echado en una carreta de las que servían para llevar los cadáveres al crematorio. Un alemán dijo lentamente: 'Todos los pájaros van a dormir al palo'. Y ante los 10.000 deportados formados, mientras la banda gitana tocaba 'J'attendrai', fue ahorcado. Cuando ya no se movió, los gitanos atacaron 'El barril de cerveza'".

"Este es un judío ruso. Se colgó con los cordones de los zapatos. Pero no fue un suicidio. Le obligaron con palizas y trabajos penosos".

"Este es otro judío. No sé de qué país. Estaba en el pabellón de la cuarentena, para los judíos. Fue metido en un barril de agua, y luego golpeado hasta casi morir. Finalmente, le dieron diez minutos de plazo para ahorcarse. Utilizó el cordón de los calzones. Sabía lo que le esperaba si no lo hubiese hecho".

"Estos son dos judíos holandeses. Vean la estrella roja en la espalda. Al parecer, habían intentado fugarse. Nada más lejos de la verdad. Los SS los habían empujado a pedradas hasta el alambre de espino y allí les habían disparado, porque había un premio por cada prisionero muerto".

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2 imágenes de Francisco Boix

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Nov 23, 2005 4:17 am

Se encaraban con la muerte cantando "La Marsellesa"

La mañana del lunes 28 de enero es el turno de una mujer, Marie-Claude Vaillant Couturier, treinta y cinco años, diputada de la Asamblea Nacional Constituyente. Detenida por la GESTAPO en París el 9 de febrero de 1942, se negó a firmar una declaración diferente de la que había dicho en el interrogatorio. Los funcionarios alemanes no habían insistído. "No sabe lo que ha hecho", le dijo el intérprete. "Saldrá para un campo de concentración. De allí no se vuelve". El 23 de enero de 1943, Marie Claude había salido para Auschwitz en un convoy de 230 personas.

"En el Lager", dice a los jueces la testigo, "estaba también conmigo Annete Epaux. No la olvidaré en toda la vida. Un día, pasando ante el bloque 25, tuvo piedad de aquellas mujeres que gritaban de la mañana a la noche en todas las lenguas: 'Agua, agua, agua, dadnos de beber'. Por eso volvió a nuestro bloque para tomar un poco de infusión, pero en el momento en que la pasaba a través de la reja de la ventana, una vigilante alemana la vio, la cogió por el cuello de la ropa y la arrojó al bloque 25... Dos días después, subiendo al camión que la llevaría a la cámara de gas, tenía abraza- da contra sí a otra francesa, la anciana Lina Porcher, y en el momento en que el camión se puso en marcha, me gritó: 'Piensa en mi hijo si vuelves a Francia'. Y luego se puso a cantar 'La Marsellesa'".

Uno de los fiscales sustitutos, el francés Charles Dubost, pregunta a la Vaillant si además del gas había otras formas de muerte lenta en Auschwitz. "Otra causa de mortandad y de epidemias", responde la mujer, "era el hecho de que daban de comer en unas gamillas rojas que sólo se enjuagaban con agua fría tras cada comida. Como todas las mujeres estaban malas y no tenían fuerzas para ir de noche a la zanja que servía de letrina y cuyo aspecto era indescriptible, usaban estas gamellas para una utilización a la que no estaban destinadas. La mañana siguiente se recogían las gamellas, que eran llevadas a un montón de basura de donde, durante la jornada, otra sección venía a recuperarlas, las pasaba bajo agua fría y las devolvía a la circulación...".

"Mientras Marie-Claude contaba", escribió más tarde Arkady Poltorak, secretario de la delegación soviética en Nuremberg, "había tal silencio en la sala del Tribunal, que se sentía claramente el rasgueo de las plumas de los taquígrafos".

"Había en el campo", continúa la mujer, "una muchacha de nombre Marie. De los diez miembros de la familia, sólo quedaba viva ella. Su madre y todos los hermanos y hermanas habían sido ya exterminados en la cámara de gas. Antes de ser a su vez enviada a la muerte, Marie fue obligada a desnudar a los condenados que luego entraban en un edificio semejante a los establecimientos de baños. Uno de las SS observaba por una mirilla, y después de cinco o seis minutos hacia una seña. Hombres con máscaras antigás (reclusos también) abrían la puerta, entraban en el edificio y sacaban fuera los cuerpos, aferrados unos a otros en el espasmo de la muerte. Entonces llegaba otra sección que quitaba a los muertos las coronas de oro de las muelas y las dentaduras postizas. La búsqueda de oro seguía hasta después de la cremación de los cadáveres. Las cenizas eran tamizadas cuidadosamente...

Cuando llegaron a Auschwitz los judíos de Salónica, los SS entregaran a todos tarjetas postales para que las enviaran a sus parientes, escribiendo de su puno y letra este texto: 'Estamos instalados cómodamente, tenemos trabajo, los alemanes nos tratan bien y nos dan de comer en abundancia. Esperamos vuestra llegada'. Debajo estaba ya escrita la dirección del remitente: Waldsee, una localidad que en realidad no existía. Sé que en Grecia y en Eslovaquia, familias enteras, tras haber recibido las postales, se presentaban en las oficinas alemanas de reunión pidiendo poder marchar con sus familiares. Recuerdo a un profesor de Filología de Salónica. Estaba con nosotros en Auschwitz, y un día vio llegar al Lager a su padre. El pobre anciano había venido 'voluntariamente', para estar con su hijo. Había creído a las postales...".

El testimonio de los ex deportados y la alucinante confesión de Hoss, constituyen en Nuremberg los pilares de la acusación más grave a los principales procesados: delitos contra la humanidad.

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Algunos enlaces sobre la declaración de Marie-Claude Vaillant Couturier:

http://memoire-vive.ibretagne.net/BIOGRAPHIE/31685.html
http://www.fndirp.asso.fr/temoigmcvc1.htm
http://www.anti-rev.org/temoignages/Vai ... turier96a/
http://www.law.umkc.edu/faculty/project ... ttest.html

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