El "convoy de los 927"

Los Campos de la Muerte del Tercer Reich

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El "convoy de los 927"

Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:04 pm

JESUS TELLO GÓMEZ Y EL CONVOY DE LOS 927

Introducción

Angoulême (en español Angulema) es una ciudad y comuna del sudoeste de Francia situada a orillas del río Charente.

En 1939, en el marco del éxodo a Francia de los Republicanos españoles al final de la guerra civil, las autoridades francesas concentraron a los exiliados en diversos campos.

Uno de esos campos era Ruelle ubicado ar 7 km de Angulema.
Cuando estalló la guerra entre Francia y Alemania, los moradores de Ruelle fueron transferidos al centro de internación Alliers en Angulema.

La población concentrada estaba formada por civiles (hombres, mujeres, niños), reagrupándose las familias.

El 20 de agosto de 1940, muy poco después de la firma por Francia del armisticio del 22 de junio de 1940 con la Alemania nazi, partió desde Angulema un convoy de deportados republicanos españoles que llegó cuatro días después al Campo de concentración de Mauthausen. Es el llamado Convoy de los 927, por el número de personas que lo compusieron. Se trató del primer envío de deportados, de cualquier etnia o nacionalidad, procedentes de la Europa occidental, con destino a los campos nazis.

“El convoy de los 927”




DERRIBADOR. Tello, pasajero de aquel tren, sobrevivió. Agachado en lo alto de la muralla, ayuda a abatir el águila de Mauthausen


TODOS LOS PASAJEROS eran republicanos españoles, no judíos. Fue el primer tren de civiles enviado a los campos nazis. Montse Armengou, autora del documental «El convoy de los 927», desvela la desconocida historia.


El largo camino que llevó a Jesús Tello a derribar la estatua del águila que presidía amenazadora la entrada del campo de concentración de Mauthausen empieza en la ciudad francesa de Angulema. De allí partió, vía Munich, un convoy con 927 españoles.

Eran familias enteras, civiles refugiados en Francia que habían huido de Franco. Ellos inauguraron, el 20 de agosto de 1940, los trenes de la muerte con destino a un campo de concentración nazi.
Para los franceses eran indeseables; para los alemanes, enemigos del Reich; para los españoles, luchadores rojos. ¿A quién le importaba su destino?
Casi automáticamente asociamos esos trenes al holocausto judío. Pero en Europa occidental, los republicanos españoles tienen el triste honor de haber sido los primeros viajeros.

Ni un solo monumento honra su memoria en España, ni la más mínima conciencia de haber tenido ese macabro privilegio histórico. Ésta es su historia cuando ya se ha cumplido el 60 aniversario del final de la II Guerra Mundial y de la liberación de los campos de exterminio.

Jesús Tello y su familia, como muchos otros que huían de la caída de la República, pasó la frontera francesa y llegó a Angulema.

A la decepción por el mal recibimiento que encontraron en Francia (los españoles eran rojos indeseables), se unió el temor por la invasión nazi.

Angulema quedó en zona ocupada, bajo la autoridad del gobierno colaboracionista de Vichy.

“Un buen día, los alemanes cercaron el campo de Les Alliers, donde estábamos refugiados, y nos metieron en un tren”, recuerda Tello.

927 españoles, familias enteras, mujeres, niños, ancianos, población civil refugiada en estado puro, son metidos en ese tren. Ninguna explicación, solo rumores. Unos dicen que van a la zona libre de Francia, otros que a Rusia.

Pero todos tienen miedo: ¿les llevan a España, donde les espera la justicia de Franco en forma de cárcel o fusilamiento?

Por las estrechas rendijas del tren donde han sido tirados como animales, casi sin agua ni comida, se dan cuenta por el paisaje que se dirigen hacia el norte.

“Desde el mismo momento en que te encerraban en el vagón del tren, ya pedías tu personalidad, ya no eras libre. Ya hacían de ti lo que les daba la gana, ya no tenías nombre, ya eras un número”.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:12 pm

Y el 24 de agosto, después de cuatro días de penoso viaje, el tren se detiene en la estación de un pueblo llamado Mauthausen. El nombre no le dice nada a nadie. Estamos en 1940 y la fama del que sería uno de los campos más crueles del sistema de concentración y aniquilación del nazismo todavía no se conocía.

Tello, aún hoy, recuerda el ruido de los cerrojos y las puertas de los trenes que se abrían. Y gritos, los de las SS, los ladridos de sus perros.

“Iban vagón por vagón preguntando: wie alt, wie alt, que quiere decir qué edad tienes. A la que pasabas de los 10 años ya te decían, raus, raus, y nos sacaban fuera del tren .No podías ni despedirte de la familia”.
Comienza la selección y las escenas que se producen en esa estación son terribles. Mujeres agarradas a sus maridos, a sus hijos, brutalmente separados. Ninguna súplica es atendida. 470 personas, hombres y casi niños, enfilan el camino de su propia tragedia.

Los 457 restantes, mujeres y niños menores de 13 años, iniciaron un largo recorrido de vuelta. A la desesperación de ver como los hombres habían sido arrancados de sus brazos se añadía la incertidumbre de no conocer su destino final. La parada en un campo de concentración femenino (que podría haber sido Ravensbrück) hacía temer lo peor.

Finalmente, y después de 18 días de viaje en condiciones infames, las mujeres y los niños llegaron a la estación de Irún, donde fueron devueltos a la España de Franco, el lugar del que habían huido al acabar la Guerra Civil. Allí les espera prisión, persecución y la angustia de no poder saber de sus familiares dejados en Mauthausen.

A los que se quedaron, en pocas horas los desnudan, los duchan, les pelan la cabeza, les dan un traje de rayas, un número (el de Tello el 384142) con un triángulo azul con una gran S de “spaniers” (con el triángulo azul se identificaba a los apátridas), los que han sido vendidos por el régimen de Franco y su inefable ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, al decirle a Hitler que puede hacer con esos rojos lo que quiera porque la nueva Patria no los considera españoles.

Su suerte estaba echada: la cantera de Mauthausen necesita esclavos para la construcción de ése y de otros muchos campos.

El convoy fue el primer tren de deportados de toda Europa occidental, cargado con familias enteras con destino a un campo de exterminio nazi.

Población civil, refugiados en estado puro, que serían considerados "apátridas" cuando el ministro de Franco, Ramon Serrano Suñer decidió desatenderse de ellos. Hay documentos que prueba que, en cuatro ocasiones, las autoridades nazis preguntaron a sus homólogos españoles que debían hacer con los "dos mil rojos españoles de Angouleme". No se molestaron nunca en contestar, a pesar que sabían que la mitad de los pasajeros fueron a parar a Mauthausen. Algunos documentos tienen una nota manuscrita al margen en la que se pide que se archive el asunto, "puesto que no parece oportuno hacer nada al respecto". La historia de este convoy ha quedado escondida bajo el olvido y el silencio generalizado que envuelve a las víctimas del franquismo. Además, la potencia del recuerdo de colectivos como el judío, ha acabado de arrinconar la tragedia de estos españoles que murieron en los campos de concentración alemanes.

De las 927 personas hacinadas en el tren, el destino de 470 fue Mauthausen, donde el 87% (409) murieron. Los se salvaron, 61, no pudieron volver a la España de Franco o lo tuvieron que hacer callando.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:13 pm

”Piedra a Piedra”

”El muro principal de la entrada lo han hecho piedra a piedra los republicanos españoles”. Tello recuerda esos 182 empinados escalones de la cantera, miles de prisioneros haciendo ese viaje una y otra vez cargados con piedras inhumanas de soportar para cuerpos mal vestidos, mal calzados, sin alimento.

“Si uno no podía más y soltaba el pedrusco, caía sobre el que estaba atrás, y éste sobre el otro. Moría mucha gente. Los SS empujaban a los más débiles desde arriba del todo de la cantera, por el precipicio. Yo he visto morir a mucha gente así, con el salto del paracaidista que le decían. Mauthausen era un campo de exterminio. Primero tenías que dejar tus fuerzas y luego, a la basura”.


En el primer invierno, el de 1940 a 1941, mueren buena parte de los españoles que han viajado en el tren. Las condiciones de vida son durísimas, las diversiones de los SS aún más.

“Nos hacían formar durante horas, de madrugada, tanto si llovía como si nevaba. Más que el frío era la humillación. Ellos con abrigos, botas de suela gruesa, y yo con unas chanclas rotas y sin calcetines. No merecías ni el nombre de perro”.

Tello aún sabe contar hasta 25 en alemán. De esos detalles dependía la vida.

“Te ponían en un caballete que ya habían hecho especial para ese castigo, te bajabas los pantalones y tenías que contar los golpes de vergajo que te daban: ein, zweit, ... Y, ay que te descontases, que volvían a empezar. A muchos se les gangrenaron las heridas”».

Inyecciones de benzina en el corazón, fusilamientos al son de la música de orquesta, prisioneros devorados por diversión por los perros, hornos crematorios echando humo todo el día, “un carro que a diario recogía con unas tenazas a los muertos y los metía como sardinas en lata”, la alambrada electrificada de 5.000 voltios como única salida para los más desesperados. Y la soledad más absoluta.

A los españoles se les aplicó el decreto Nacht und Nebel (noche y niebla), eufemismo inspirado en una ópera de Wagner para decir que nadie tenía que salir vivo. Y mientras agonizaban, estuvieron casi tres años sin poder escribir ni recibir noticias. La suerte que hubieran podido correr sus mujeres, sus hijos o hermanos más pequeños, los que quedaron en el tren, les consumía casi tanto como las penalidades del campo. No sabían entonces que, después de un peligroso acercamiento al campo de concentración femenino de Ravensbrück, el tren terminó regresando a España, donde todos tuvieron persecución y cárcel.

Los españoles, expulsados de España por su ideal republicano, vendidos por Francia por ser indeseables y aprovechados por Alemania como carne de cañón, son los primeros en pagar las consecuencias de la ira de los nazis: a Mauthausen aún no habían llegado los judíos ni los comunistas para descargar su locura exterminadora. Pero los que sobrevivieron no callaron. Tello y algunos compañeros más forman parte del comando Poschacher.

Por su juventud y por haber sobrevivido a la gran mortandad de los primeros años, algunos de los chicos más jóvenes que viajaron en el convoy de Angulema, salen cada día de Mauthausen para ir a trabajar a una cantera exterior. Cada día aprovechan para secar los negativos que el fotógrafo catalán Francisco Boix sacaba del laboratorio del campo y que luego fueron pruebas definitivas de las atrocidades nazis en el juicio de Nuremberg.

Ante la magnitud de la tragedia judía, será difícil recordar que fueron los republicanos los que colgaron aquel cartel: “Las fuerzas antifascistas españolas saludan a los aliados”. Y quién se acordará de que Tello fue uno de los que derribó el águila nazi.

Aquel día empezó también su auténtica derrota. Los aliados nunca liberaron su país.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:15 pm

Actuación de los Gobiernos

En una carta que la embajada alemana envió al ministerio de Asuntos Extranjeros español, de fecha 20 de agosto de 1940 se pide al gobierno franquista si quiere hacerse cargo de los 2.000 rojos españoles que se encontraban en aquellos momentos internados en Angoulême.

En una segunda carta del 28 de agosto, la embajada alemana,

además de insistir sobre los mismos refugiados, se interesa también por los más de 100.000 rojos que se encuentran en los campos del sur de Francia y notifican que en el caso de que las autoridades españolas se negasen a acogerlos, los nazis tenían el propósito de alejarlos de Francia.
Otras dos 2 notas más, del 13 de setiembre y el 3 de octubre de 1940, redactadas en idénticos términos demuestran el abandono del gobierno franquista para los refugiados españoles.

El día 13 de septiembre de 1940, Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior y de Gobernación entre el 30 de enero de 1938 y el 15 de octubre de 1940, y ministro de Asuntos Exteriores del 16 de octubre de 1940 al 3 de septiembre de 1942, se trasladó a Alemania y se entrevistó con Hitler. Hitler solicitó un encuentro de la cumbre.

La entrevista de Franco con Hitler en la frontera francesa, el 23 de octubre, generalizó esos envíos. Los franquistas preferían dejarlos en manos de los nazis, pensando probablemente que de esta forma nadie sabría ni dónde ni cómo habían desaparecido millares de antifascistas españoles.

Han de tenerse en cuenta también las palabras del jefe del campo de Mauthausen, Franz Ziereis, quien en el interrogatorio al que fue sometido tras ser detenido por el ejército norteamericano, y siempre según el testimonio del fotógrafo Francisco Boix, dijo:

“Para los españoles recibí órdenes especiales; no podían escribir y nadie debía saber que se encontraban en el campo, dado que eran prisioneros de guerra franceses; habían tenido problemas con el gobierno de Vichy; para librarse de ellos se había creado una comisión de liquidación en Berlín por orden de Serrano Suñer, Ministro de Relaciones Exteriores de España. La cesión data de 1941. Los españoles ya no debían existir. El comienzo había sido exitoso, pero estos españoles no eran tan fáciles de matar como los polacos, porque se trataba de voluntarios que se resistían a las órdenes de los SS e incluso a veces se rebelaban contra los prisioneros alemanes de derecho común, que provocaban siempre refriegas, pero los SS no querían saber nada”.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:18 pm

Testimonios

Jesús Tello


Cuando te encerraban en el vagón del tren, ya perdías tu personalidad, ya no eras libre. Ya hacían de ti lo que les daba la gana, ya no tenías nombre, ya eras un número.

Luisa Ramos

Yo creo que los franceses sabían dónde nos llevaban. Ellos eran responsables de nosotros desde el momento que nos acogieron en su país y dejaron que se nos llevaran como animales. ¡Por Dios bendito, que había muchos niños!. En el tren íbamos hacinados como bestias. Nos metieron en ese vagón y no podíamos salir ni para hacer las necesidades.

Felix Quesada

Al llegar a Mauthausen, Frank Ziereis, el director del campo, nos dijo a todos los que estábamos allí que no saldríamos por la puerta, que saldríamos por la chimenea del crematorio.

Joaquim Valcells

Su familla entera fue deportada desde la ciudad de Angulema a Mauthausen el 24 de agosto de 1940. Francisco y Bautista ingresaron en el campo mientras que el resto de la familia, la madre, las hijas y Joaquín (con 13 años) regresaron en aquel interminable viaje que los devolvió a España.

Describe el momento de la separación, en la estación de Mauthausen, entre las madres con los hermanos pequeños y los padres con los hermanos mayores:

Cuando el tren se pone en marcha otra vez, abandonando a los hombres en Mauthausen, el clamor que hay de llantos y gritos es una cosa que no se puede describir. Cada vez que lo pienso, tiemblo.

Ramiro Santiesteban

La cantera donde trabajábamos estaba en un agujero. Había un despeñadero que debía hacer más de 50 metros de alto. Los SS despeñaban presos por ahí. Cuando uno duerme en una barraca, como yo he dormido, enfrente del crematorio, y durante toda la noche ves salir las llamas por la chimenea, la moral está muy baja.

José Alcubierre

Cuando llegó el convoy de Angulema a la estación de Mauthausen, el comandante Ziereis ya lo esperaba con un comando de SS. Mandó que las mujeres y las criaturas continuasen en el vagón y que los hombres bajasen. Había aproximadamente una cincuentena de adolescentes y Ziereis les dijo que eligiesen con quien querían ir con el padre o con la madre. Muchos decidieron ir con el padre, quizá porque no le querían dejarle sólo, quizá porque querían hacerse “el hombre”. La mayoría de estos adolescentes habrían de ver, al cabo de pocos meses, cómo morían sus padres sin poder hacer nada.

A su padre Miguel le dieron el núm. 4.218 y a José el 4.100 y, con 14 años asistió al deterioro físico de su padre quien falleció el 23 de marzo de 1941 en el campo de Güsen, tras ocho meses de internamiento. En el campo central, José, estuvo destinado a limpiar las calderas de la cocina, un trabajo privilegiado pues les permitía complementar su alimentación con los restos que quedaban en las enormes calderas donde se preparaba la comida de los prisioneros y de los SS.

Posteriormente fue destinado a la cocina del Kommando César (Voecklabruck) y cada día salía escoltado del campo arrastrando un carro hacia el pueblo para buscar hielo. Los niños austriacos le tiraban piedras y le hacían burla porque lo confundían con un payaso por las rayas de su vestido.

Más tarde, en 1944, fue encuadrado en el Kommando Poschacher, formado por una treintena de jóvenes republicanos.


¿Sabe usted lo que es acostarse con uno, estar hablando con él: "¡Ay, estoy cansado, tal y cual", y al día siguiente decirle: "¡Venga despierta!" y encontrarle muerto?

Jesús Ramos

Al llegar a Asturias tuvimos un recibimiento en la estación de la gente de derechas esperando que bajáramos del tren diciendo: "¡Aquí llegan los rojos, ahí llegan los asesinos!" Éramos mujeres y niños. Si esto tiene explicación yo no la entiendo.

Pablo Escribano

Es una página de la historia de España. España no ha hecho nada con sus hijos. No necesitamos monumentos por todos los sitios, pero sí un reconocimiento por nuestra lucha por la libertad. Y eso no se ha hecho todavía.

Lázaro Nates

Sólo hablan de los judíos, pero antes de que llegaran ellos ya habían muerto en Mauthausen el 75% de los españoles deportados.

Bautista Valsells Casarús

Internado con 16 años con el núm. 4.117, fue encuadrado posteriormente dentro del Kommando Poschacher, época a la que corresponde la fotografía (1944) y así pudo sobrevivir hasta la liberación del campo en 1945.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:21 pm

Billete de ida para el infierno

Extraído de http://www.lne.es (artículo de Saul Fernández)

Lucinda Fernández un día se encontró a Galo Ramos en el parque del Muelle y le contó qué le había pasado a su padre allá en Mauthausen.

Lucinda Fernández, viajó con su padre, Robustiano Fernández, un pescador de Candás, en el convoy de los 927, el primer transporte organizado por los nazis de presos con destino a los campos de exterminio. Aquel tren de la muerte partió de la estación de Angulema, en Francia, el 24 de agosto de 1940. Viajaban a bordo casi un millar de refugiados políticos españoles, poco menos de un centenar eran de Asturias: la familia del avilesino Galo Ramos casi al completo, además del propio Galo, quien escribiría años después sus recuerdos en «Sobrevivir al infierno. Memorias de una víctima del nazismo» (Nardo Villaboy, 2002).

Me dijo que había muerto en los hornos. Yo no había vuelto a saber de mi padre desde entonces, desde que los soldados le pusieron en una fila y desapareció. [...]

[...] Galo Ramos, un hermano mayor y su padre entraron en el campo y cuando cruzaron la puerta, según se lee en «Sobrevivir al infierno», les recibieron con la frase más terrible: «Habéis entrado por la puerta, pero saldréis por las chimeneas», en clara referencia a los hornos crematorios donde después de las cámaras del gas, acabaron hasta seis millones de personas, las que recuerda el Museo del Holocausto de Jerusalén, que ayer recibió en el teatro Campoamor el premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia. [...]


[...] El padre pescador de Lucinda Fernández, después de que su hijo Juaco Fernández, militante de UGT, conociera la tortura en sus carnes, «sintió miedo» tras la entrada de los nacionales en Asturias. «No era político. Salía a la mar y llegaba a casa, cosía redes y nasas y volvía a la mar; ésa era su vida», recuerda ahora su hija en su domicilio avilesino.

Lucinda había nacido en Candás en 1922 y salió de allí huyendo de la guerra, tras quince meses de contienda.

Mi padre, una hermana y una cuñada con sus hijos embarcamos en El Musel y llegamos a Burdeos. Luego terminamos en Cataluña, en el pueblo de Senguín. Cuando los soldados nacionales llegaban por Lérida nos evacuaron de nuevo a Francia y ahí fue lo del tren. [...]

[...] La candasina y su padre, Robustiano Fernández, después de mil peripecias entre Francia y España, terminaron como refugiados en el campo de Les Alliers, en las cercanías de Angulema. Allí coincidieron con Galo, con su hermana María Luisa Ramos y con otros asturianos.

Los alemanes nos mandaron ir al pueblo, a Angulema y después, de ahí, a la estación del tren -recuerda también María Luisa.

Nadie sabía de las pretensiones de los alemanes, nadie sabía por qué les subían a aquel tren de ganado que aguardaba en los andenes con sus tripas abiertas, dispuesto a consumirles para siempre.Tras cuatro días por media Europa el convoy donde viajaban Lucinda y los demás españoles recaló en las puertas de Mauthausen.

Yo me salvé (dice Lucinda. Fernández). Era mujer y sólo querían hombres.

Allí vio por última vez a su padre. No supo de su final hasta aquella tarde en el parque del Muelle.
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Mensaje por TMV » Mar Dic 11, 2007 6:23 pm

Algunos de los que no se salvaron

Benedicto Arrufat Bosch

Benedicto ingresó con el núm. 3.969 y permaneció en el campo central hasta el día 24 de enero de 1941 fecha en que fue trasladado a Güsen (núm. 9.020) donde falleció el 19 de junio de 1941 a los 55 años de edad, tras haber permanecido en el campo de exterminio casi 10 meses.

Francisco Valsells Bielsa

Tenía 53 años de edad e ingresó con el núm. de matrícula 3.835. El 24 de enero del año siguiente fue trasladado a Güsen (núm. 10.943) donde falleció el 31 de julio de 1941.

Lucas Tello Monterne

Padre de Jesús Tello. Le correspondió el núm. 3.840 al ingreso en Mauthausen. Fue trasladado al campo de Güsen con su hijo el 24 de enero de 1941, donde le asignaron el número 9.732. Unos meses más tarde, el 28 de agosto, Lucas encontraba la muerte en el fatídico campo

Fuentes consultadas:

El convoy de los 927. Montse Armengou, Ricard Belis. ISBN: 978-84-01-37926-0
Museo de la Resistencia y deportación de Angulema (musee.delaresistance.free.fr)
Association d'Immigrés Espagnols à Angulema
Amical de Mauthausen
aragoneses.webcindario.com
http://www.tvcatalunya.com/p30minuts/30 ... eportatges

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Mensaje por TMV » Vie Dic 14, 2007 10:51 am

Pero ese transporte no fue el único...

El transporte del 24 de agosto de 1940, no fue el único que transportó ciudadanos españoles a Mauthausen.

Ese transporte fue el primero en trasladar población civil a Mauthause, pero no fue el primero en trasladar a españoles a ese campo.

Al transporte del 24 de agosto le precedieron 4 más, empezando por el 6 de agosto de 1940 que llegó al campo el primer contingente de españoles, provenía del Stalag XIIIA, situado en Moosburg, cerca de Munich y transportaba a 392 republicanos españoles, hasta el cuarto que llegó el 22 de agosto de 1940, portando 3 españoles entre los deportados del tren.

El último transporte que llegó a Mauthausen, conteniendo españoles entre “la carga” lo hizó el 16 de abril de 1945.

Desde el inicio de los transportes hasta el final de los mismos, un total de 143 convoys, portando a 7.685 españoles, llegaron a Mauthausen, procedentes la mayoría de Alemania, Francia y Austria

El desglose de los transportes es el siguiente:

1940

Un total de 15 transportes llegaron a Mauthausen. El primero llegó el 6/08/1940 y el último el 13/12/1940. Ese año, fueron deportados un total de 2.279 republicanos españoles.

1941

Fue el año que más transportes llegaron al campo. Un total de 64 trenes con deportados españoles iniciados el 16 de enero y finalizados el 20 de diciembre.

Un total de 4.582 españoles ingresaron en el campo.

En ese mismo año, el 27 de enero, llegó el convoy portando al mayor número de republicanos, 1.506.

1942

En total de 368 deportados llegaron al campo en 28 transportes que se iniciaron el 2 de enero y finalizaron el 28 de noviembre.

Del total de los 28 transportes, en 15 solo solo iba un español.

1943

Junto con 1945, fue el año en que menos trasportes conteniendo a españoles llegaron a Mauthausen, 12. El primero de los mismos lo hizo el 6 de febrero y el último el 18 de septiembre. En total ingresaron en el campo 237 deportados españoles.

1944

El primer transporte llegó al campo del 25 de febrero y el último el 27 de octubre. En total fueron 13 transportes los que llegaron ese año a Mauthausen, portando a 199 republicanos españoles.

1945

En la recta final de la Segunda Guerra Mundial, aún llegaron deportados españoles a Mauthausen. Fueron 20 españoles repartidos en 12 transportes.

El primer transporte lo hizo el 27 de enero portando dos españoles, y el último llegó el 16 de abril. Este último transporte portaba a un español que estaba recluido en el Larger Maria-Lazendorf.


7.685 españoles llegaron a Mauthausen en los 143 transportes entre 1940 y 1945, de ellos, únicamente 2.421sobrevivieron a las barbaries nazis de Gusen, Mauthausen y el centro de Euthanasia de Hartheim (donde murieron 431 españoles (38 de ellos víctimas de experimentos médicos)).
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Shindler
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Mensaje por Shindler » Mar Dic 18, 2007 12:11 am

Impresionate el informe amigo TMV déjame aportar un enlace de la lista de víctimas Andaluzas en Mauthausen en formato PDF pinchar Aqui


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
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Mensaje por Nomada_Karpetano » Sab Dic 22, 2007 7:31 pm

Hace unos meses empece a leer el libro. Me parecio muy interesante, con bastantes entrevistas y como meses antes habia coincidido con Jose Alcubierre en Mauthausen, más cercano se me hizo el libro.
Estoy para sacar un hueco y ver el documental e ilustrarme un poco más.
Lo que más me llama de este transporte fue que se hizo desde una ciudad,campo de concentración francés, (con engaño se reunio a la gente) y no desde Stalags. Tampoco entiendo porque escogieron a mujeres y niños, para luego devolverlos a la frontera española.
Para todos los que se quedaron en Mauthausen, este viaje fue un mal aperitivo para una inimaginable comida en el horror y la barbarie.

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