Hola:
Hubo alrededor de 120 intentos de fuga. El más sonado se produjo el 22 de junio de 1942, 19 prisioneros se escaparon a través de un túnel de 40 metros que llevaban cavando tres meses.
Transcribo aquí uno de esos intentos.
La “gran evasión" del padre Le Meur.
Primavera 1944. Compiégne.
-¿Que tal, Gervais? ¿Está todo preparado?
-Todo.
-¡Hasta ahora, pues! ¡Voy a ver a Martin!
El padre Le Meur, con el rosario en la mano y el misal bajo el brazo, se dirige hacia otro grupo. Se le puede encontrar así desde el amanecer, yendo de un lado para otro en este campo de selección. Indudablemente el prisionero mas ocupado de Royallieu es él. El padre Le Meur está preparando la evasión de cincuenta detenidos.
Ya en el tren que lo conducía de París a Compiégne había querido saltar por la ventanilla. Clément Vanhoutte (1) se lo quitó de la cabeza:
-Aquí en pleno día... y en tales circunstancias. No tiene usted ninguna posibilidad.
-Perfectamente!nos prepararemos para hacerlo en Compiégne.
Sus compañeros fueron los que formaron el estado mayor para la gran evasión.
Las (2) tres semanas pasadas en Royallieu nos habrían permitido recoger un poco de material que podría servirnos para una evasión, ya que estábamos firmemente decididos a arriesgar el todo por el todo.
Martin, el del garaje parisino, había desmontado un cuchillo y afilado la hoja cuidadosamente. Con la ayuda de una lima que yo había tenido la suerte de descubrir, habia hecho unas pequeñas sierras. Por su parte Biaggi había logrado obtener de la cruz roja del campo un fragmento de sierra de metal.
Conseguir ese material, era cosa aun relativamente fácil, lo verdaderamente difícil era sustraerlo al registro que nos iban hacer a todos las víspera de nuestra salida a Alemania cuando nos llevaran al pabellón D. una vez hecha la repartición de piezas todos nos ingeniamos lo mejor que pudimos para esconder la que nos había tocado lo mejor posible… dentro del pan, debajo del cinturón o, ¿por qué no?, entre los muslos. Yo decidí envolverme la pierna con una venda, colocando previamente debajo la navaja suiza que me había tocado esconder.
Estamos en posición de firmes.
El registro tiene lugar sin incidentes.
Pero todavía nos falta correr un riesgo. En la distribución de hombres para los vagones del tren, nuestro grupo de futuros fugados puede ser muy bien dividido. A Dios gracias, tal contingencia nos es evitada, y nos encontramos todos juntos en el mismo vagón.
Antes de poner el candado en la puerta, un S.S. nos previene caritativamente que no se nos ocurra llevar a cabo ninguna tentativa de evasión porque no tendríamos ni una sola posibilidad de éxito. No sin trabajo conseguimos disimular una sonrisa socarrona, porque sabemos de muy buena fuente que en el curso del precedente transporte ha habido “cinco incidentes” en el camino. Delicado eufemismo para ocultar cinco evasiones. La nuestra, si tiene éxito desde luego, será algo verdaderamente sensacional.
Gracias a ciertas circunstancias favorables-entre otras un bombardeo de la aviación aliada- nuestro tren se detiene mucho y hace muchas maniobras, tanto que al caer la noche aun estamos el Lagny. Ese retraso resulta altamente favorable para nuestro proyecto de fuga, porque nos permitirá, llegada la noche, huir a través de tierra francesa.
Ya es de noche, nos preparamos para abrir la brecha a través de la cual tenemos que encontrar el camino de la libertad. Un poco antes el padre Le Meur nos dijo:
-amigos míos, esta noche en vez de rezar el padre nuestro como hacíamos en Compiégne, vamos a rezar juntos el rosario para pedir el socorro que tanta falta nos hace en estos momentos.
Y todos sin excepción, creyentes y no creyentes, encontramos en el fondo de nuestra memoria las palabras que acunaron nuestra infancia, y unimos nuestras voces a las del padre.Nos dábamos cuenta de la gravedad del momento que estábamos viviendo.
-y ahora!manos a la obra!
Siguiendo las instrucciones recibidas, primero empezamos por el suelo! Maldicion!, unas barras de hierro se cruzaban en aquel sitio precisamente…
Sólo quedaba un camino: la puerta.
En ese momento un compañero de vagón, ingeniero de una gran firma francesa de construcción electro-mecánica dice:
-Si intentáis escaparos, doy la alarma a los alemanes. No quiero sufrir represalias de su parte por vuestra culpa.
Biaggi y yo inmediatamente cogemos a aquel futuro delator y le decimos.
-Muchacho, si te mueves lo mas mínimo te estrangulamos ahora mismo.
-Pero…
-Ni pero ni nada al menor movimiento no lo cuentas. ¿Comprendido?
Debíamos cara de malas pulgas, y de hecho así era porque estábamos completamente decididos a hacer lo que decíamos si hubiera sido necesario. El tipo calló. Durante ese tiempo Martin dedicó su atención al tabique.Habiamos tenido la precaución de trazar una serie de señales alrededor del sistema de cierre.
A Martin se le cae la sierra…
-¡Por Dios!
-Buscadla.
-Está aquí.
Respiramos aliviados.
Los otros ocupantes, ignorando o despreocupándose del drama que se prepara, duermen.
Es mejor así. Así no molestan. Estarán de mejor forma para pegar el salto hacia el desconocido.
-¡Por fin!
El tabique ha sido sacado.todo va bien.
-¡Atención!
El tren se para bruscamente.
-¿Qué ocurre?
- ¡Mirad!
Volvemos a poner el tabique en su lugar rápidamente-
-Se oyen unos pasos…, atención!
Descubrirán la brecha que acabamos de abrir.
-¡Los pasos se alejan!
No han visto nada.El tren emprende de nuevo la marcha. Esperamos que alcance la velocidad necesaria.
Miro al exterior y le hago a Martin la señal de que hemos salido de la ciudad. Como un relámpago, nuestro compañero arranca el alambre de la puerta, mientras el padre Le Meur manipula diestramente la cerradura. La puerta se desliza sobre su gozne y se abre ante la negra noche.
El padre murmura:
-Pronto amigos. Ha llegado el momento…
El orden en que habrá de saltar ha sido previsto hasta en sus mínimos detalles. Martin es el primero que salta, pero lo hace hacia delante y se hiere en el rostro…
-¡Hay que tenderse en el estribo!
Uno a uno van tendiéndose en el estribo con los pies dirigidos hacia la locomotora. Después se dejan caer de lado al suelo.
Algunos caen rodando
Ahora me toca a mí. De pronto veo que se enciende uno de los faros de la locomotora...Estamos en una curva
-¡Sube otra vez!, ¡aprisa!
Cerramos la puerta el faro se apaga. Salto al vacío.
El contacto con el suelo es muy fuerte. El tren sigue su marcha con un ruido de tormenta. Se aleja, desaparece. Silencio.
Me palpo todo el cuerpo. Perfecto…nada roto.
La pierna derecha un poco dolorida, una mano con rasguños. Sigo inmóvil aun, esperando…! Levanto la cabeza! Nada .ya puedo levantarme. El tiempo que he perdido esperando que apagaran la luz lo han aprovechado muy bien los compañeros que me han precedido en el salto. Son cinco que ya se han encontrado y se dirigen al pueblo más próximo.
Habíamos decidido que los que lograran evadirse, después de saltar del tren irían a las casas rectorales. Estábamos seguros de poder encontrar allí una ayuda eficaz, fuera resistente o no el cura que habitara. La idea resulto excelente y, gracias a la ayuda de los sacerdotes de la region, nuestra tentativa tuvo un éxito completo.
El padre Le Meur fue el ultimo en saltar, fue el cuarenta y seis (3). Tres heridos graves fueron ocultados por los sacerdotes del a región. Dhuy entró a formar parte de un grupo de resistentes de Paris. Otros prefirieron los maquis.
De los cuarenta y seis evadidos sólo volvieron a coger a uno.
(1)-Resistente (grupo jade) arrestado el 18 de febrero de 1944 en Toucoring. Su manuscrito inédito: Par- delà le calvario, me ha permitido poder redactar este capitulo.
(2)-Relato de Jacques Dhuy, recogido por C. Vanhoutte.
(3)-El padre Le Meur, en diciembre de 1944, se encargo de la dirección sacerdotal general de los prisioneros de guerra del eje. Organizó los auxilios religiosos para los prisioneros alemanes e italianos: unos doscientos mil hombres a principios de 1945 y setecientos cincuenta mil a finales del mismo año. Fundó el seminario de las Alambradas en Cartres y confió la dirección del mismo al padre Franz Stock, ex capellán en Fresnes. Fue allí donde se conocieron y trabaron una fuerte amistad.
Los brujos de cielo .Christian Bernadac
Editions France. Empire 1969
Circulo de amigos de la historia, S.A.
ISBN. 84-225-01414-4(Volumen X)
D.L. SE-81-1977
Saludos.
Conocer el pasado,comprender el presente,conquistar el futuro...
El hombre nace libre,responsable y sin excusas. Jean Paul Sartre