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por Mg-34 » Lun Oct 24, 2011 12:09 am
Hace unos años, cuando saltó el tema de la placa en cuestión, un grupo de conocidos míos, aficionados a la WWII, decidieron investigar un poco el tema, la placa se ponía aprovechando la publicación del libro “El vuelo del Ibis”, el libro servía de excusa para la placa y la placa promocionaba el libro, y por decirlo finamente, las cuentas no cuadraban. Según ese libro, Leslie Howard era un importante espía británico que había venido a España a convencer a Franco de que no entrara en la WWII, y como el embajador británico no caía bien en El Pardo, lo enviaron a él, usando como llave para acceder a Franco a una antigua conocida de Hollywood, la actriz Conchita Montenegro, quien según parece se lo contó al autor poco antes de morir a la edad de noventa años. Posteriormente al regresar, los alemanes derribaron su avión en venganza.
Como el libro es demasiado largo, os adjunto un artículo publicado en el semanal de “El Mundo” el 5 de Octubre de 2008 por el autor:
“LA OTRA CRÓNICA | LESLIE HOWARD
Leslie, lo que Franco se llevó
El marido de Escarlata en "Lo que el viento se llevó" fue espía. Leslie vino a Madrid por encargo de Churchill a pedirle a Franco que no entrara en la II Guerra Mundial. Un libro revela cómo los alemanes derribaron su avión, y sus amores con una española.
JOSÉ REY-XÍMENA
Leslie Howard fue el amante de Escarlata O’Hara. Pero Leslie tenía muchos más misterios. No sólo fue uno los protagonistas de Lo que el viento se llevó. La realidad, en su caso, superó a la ficción. Aparte de ser una estrella de Hollywood, el actor fue espía del servicio de inteligencia británico. Sedujo o fue seducido por la donostiarra Conchita Montenegro (quien protagonizó romances con Chaplin, Buster Keaton, Edgar Neville, Charles Boyer,....). Sus andanzas lo llevaron a Madrid en 1943 con un mensaje secreto de Churchill al gobierno de Franco. Fue su última misión. El avión que lo llevaba de vuelta a Inglaterra fue derribado cerca de las playas gallegas de Cedeira por cazas alemanes. Así termina y comienza su leyenda.
Gracias a mis conversaciones con Conchita Montenegro, producidas poco antes de su muerte, he podido reconstruir su vida. Porque, tras las ráfagas de metralletas que derribaron su vuelo, se haría un largo y pesado silencio que dura hasta nuestros días. De ello nace un libro que acabo de publicar: El vuelo de Ibis, (Ediciones Facta).
Leslie Howard (Londres, 1893- Cabo Ortegal 1943) fue el más reconocido actor británico en los años 30, hoy injustamente olvidado en su país. En España pocos saben que su vida, o mejor dicho su muerte, está ligada a nosotros. Cuando, en agosto de 1939, negros nubarrones traían noticias preocupantes de Europa, con tambores de guerra retumbando por doquier, Leslie decidió volver a Inglaterra, «cegado por su inquebrantable lealtad a su Rey y a su Patria». Participa en el esfuerzo de la guerra con sus artes: sensibilidad, inteligencia y conocimiento de la industria del cine. Su misión primera será motivar a toda una acobardada nación con su palabra, utilizando las mismas armas que el enemigo, la propaganda.
El tiempo ha trastocado la realidad y ahora nadie es consciente de lo que era Europa al inicio de los 40. Alemania, en un abrir y cerrar de ojos, era la dueña de casi toda Europa.
El mariscal Rommel está a punto de expulsar a los ingleses de Libia y conquistar Suez. Entonces el Mediterráneo se convertiría en un mar germanicus. Estamos en el segundo año de una guerra total, interminable y cruel, en medio de una derrota general de los ejércitos británicos. Inglaterra agoniza. Los británicos están desmoralizados por sus derrotas, incapaces de hacer frente a unas unidades alemanas que parecen invencibles. Churchill duda de sus generales, comenta a su Secretario de Defensa, Anthony Eden, «..debemos tener malos generales».
CONVENCER AL DICTADOR
El gobierno británico necesita con urgencia enviar un mensaje secreto a Franco, garantizar su neutralidad. Y el embajador británico aquí, sir Samuel Hoare, no era precisamente el mejor interlocutor. Conspirador, llevaba años intentando restaurar la monarquía con el Conde de Barcelona, el hijo del último rey, Alfonso XIII. Conocía a Don Juan de cuando éste había sido guardia marina en la Royal Navy. Entonces Hoare era el Primer Lord del Almirantazgo. En el Madrid de postguerra estaba casi vetado desde El Pardo, la residencia del dictador. Y en esto apareció el galante caballero Ashley de Lo que el viento se llevó. Él sí podría hablar a Franco. Sus viejos amores jugaban a favor.
La persona clave era la actriz Conchita Montenegro, la primera estrella española que triunfó en Hollywood. Leslie actuó con ella en Prohibido, 1931, cuando él era un seductor cuarentón y ella una joven promesa de 19 años. Su incomparable belleza mediterránea sedujo al británico. La pasión se despertó en ambos a pesar de la diferencia de edad. Y aquello nunca terminó de morir del todo.
En 1943, Conchita tenía por novio a Ricardo Giménez-Arnau, un alto cargo franquista, que era el jefe de la Falange Exterior. Los servicios secretos británicos estaban al tanto de que esa relación le había dado a Conchita Montenegro las mejores conexiones con el Gobierno del dictador Franco. Su novio y futuro marido formaba parte de una familia influyente: los Giménez-Arnau.
Uno de los futuros cuñados de Conchita, José Antonio, es el jefe de prensa de la Falange. Otro, Enrique, es secretario del poderoso ministro Serrano Súñer (el cuñadísimo del dictador) y es uno de los 10 comensales invitados a la cena que Hitler ofrece a Franco en Hendaya en octubre de 1940.
En este entorno de relaciones pudo aterrizar el actor-espía. Hasta ahora su viaje a la Península Ibérica ha sido uno de los misterios sin desvelar de la Segunda Guerra Mundial. La razón oficial —que no la real— sí se supo siempre: pronunciar una conferencia sobre Hamlet en el Instituto Británico de Madrid. Llegó a la capital española el 10 de mayo de 1943 y se hospedó en el Hotel Ritz. No es difícil imaginar el revuelo causado por este famoso actor de Hollywood en el lúgubre Madrid de la posguerra. El salón de belleza del Hotel estaba dirigido por la hermosa condesa polaco-alemana Mechtild von Podewils, una Mata Hari al servicio de los nazis. Posiblemente ella fue la última relación amorosa del seductor Leslie Howard.
Leslie Howard se negó a participar en muchos de los actos organizados para su estancia en Madrid. El enfado del director del Instituto Británico, Walter Starkie, fue terrible. En los archivos británicos de Kew Gardens hay una carta de cuatro páginas de Walter Starkie quejándose a sus superiores de Londres de la poca disponibilidad de Leslie durante su estancia en Madrid. Porque Howard quería tiempo libre, mucho tiempo libre... para una misión secreta. A mí me fue desvelado el misterio por azares de la vida y el deseo de una bella mujer. Conchita Montenegro, la bella actriz que sedujo a Chaplin, Buster Keaton y muchos otros, no quiso irse del mundo sin desvelar el acto heroico de Leslie: gracias a él, en teoría, se consiguió que España no entrara en la guerra.
Conchita murió en 2007. Casada en su juventud (divorciada más tarde) con el actor Raoul Roulien, en España terminaría yendo al altar con Ricardo Giménez-Arnau. Llegaron a decir que era la Greta Garbo española. Me reuní con ella, meses antes de su muerte, a los 95 años, y me contó que el viaje de Leslie a España fue para hacer llegar un mensaje de Churchill a Franco, para asegurar la paz con Inglaterra.
Su estancia en Madrid, pese a las fiestas, tuvo también ciertos augurios nefastos. En un almuerto organizado por Walter Starkie con un grupo de residentes ingleses, se acercaron al club inglés Cork y después de tomar un jerez de aperitivo pasaron al comedor. Una vez sentados, Leslie de un salto se puso en pie y exclamó: «¡Somos 13 a la mesa!». El bueno y paciente de Starkie tuvo que localizar a un comensal más (sería el pastor anglicano Brown). Y a buen seguro que debió de pensar: ¡Qué cruz de gentleman!
LA DIVA Y EL MISTERIO
Hay fotos de Leslie con Conchita en varios lugares de Madrid como en unos estudios de cine donde ella protagonizaba en esos momentos la película Ídolos, en la terraza del Hotel Ritz o en la fiesta flamenca organizada en el Instituto Británico. Allí aparece una nueva señal oscura del destino.
Aquel jolgorio fue todo un acontecimiento social. En los salones del Instituto Británico, junto a la aristocracia, con el duque de Alba a la cabeza, estuvieron escritores, pintores como Zuloaga... Casi todo el Madrid de la época. Una anécdota que presagiaba el destino del actor tras ello sucedió en esa reunión. Había un grupo de gitanos allí. Entre ellos, una mujer de edad avanzada que miraba fijamente a Leslie. Walter Starkie se apercibe, y le pregunta si cantaba o bailaba. Ella le respondió de una manera misteriosa: «Esta noche ni canto, ni bailo, no necesito las cartas para leer su fortuna» y señala con la mirada a Leslie. Walter Starkie muy extrañado, más que nervioso le pregunta: «¿Qué quieres decir?», y la gitana le responde: «Tiene la muerte grabada en su cara, sólo veo su calavera», y permaneció en silencio toda la noche.
El cúmulo de malos presagios no impidió que Franco recibiera el mensaje de Winston Churchill por boca de Leslie. La excusa para el encuentro cara a cara fue el ofrecimiento del actor para representar a Cristóbal Colón en la gran pantalla, como un canto a la grandeza de España. Los servicios secretos, que sabían de los coqueteos de Franco con el cine (su intervención en la película La Malcasada, en 1926, y después al producir Raza), buscaron por ahí la manera de llegar a él.
Con la misión cumplida, Leslie emprendió la huida. No lo logró. Nunca volvió a Inglaterra. En la mañana del 1 de junio, en medio de una gran discreción, fue llevado al aeropuerto de Lisboa. Le esperaba un DC3, el Ibis. Y, otra vez, el número fatídico. Fue el propio Leslie quien cayó en la cuenta. Nervioso comprobó que en el avión van ¡13 pasajeros! Escalofrío. Cuando se acercan al Golfo de Vizcaya, los ánimos están encrespados como las olas de ese mar llamado Tenebroso.
El ataque sobre el Ibis, avión civil, se realizó sin clemencia, por pilotos que cumplían una orden asesina. ¡Nunca! ¡Jamás! quisieron hablar de ello. No dejaron testimonio, como a disgusto de ser recordados partícipes en tan gran deshonra: el asesinato de un actor (no sabían que era espía). Quedaron manchados. Ellos, miembros selectos de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana.
LA MUERTE
La escuadrilla de Junkers 88 despegó de una base cercana a Burdeos. Eran ocho grises aviones que llevaban la muerte grabada en las alas. Tenían como misión escoltar a los submarinos alemanes, y barrían todo el cielo bendito. La desarmada víctima, un avión de pasajeros, y los sanguinarios verdugos se aproximaban. Poco antes de regresar, en la lejanía del horizonte, un resplandor les atrae. Los Junkers han identificado a su presa. Jauría en los cielos.
El comandante Bellstedt comunica a la escuadrilla de Junkers: «Indio a las 11». Sigue la tajante orden «¡Derribadlo! ¡derribadlo!». Como lobos bien entrenados, dos Junkers atacan desde abajo, los otros seis desde arriba, y llega un último mensaje del Ibis: «Estamos siendo atacados por aviones enemigos». Después, se haría un largo y pesado silencio que dura hasta nuestros días.
El 1 de junio de 1943 el avión DC3, el Ibis, que llevaba de regreso a Inglaterra al conocido actor Leslie Howard, fue derribado por los alemanes al norte del cabo Ortegal, cerca de Cedeira, Galicia. El eco de las olas que le dieron cobijo, luego del derribo de su avión, parece que todavía no ha llegado a su Londres natal, donde ignoran la desgracia que aconteció a uno de sus hijos. Nunca se le reconoció como héroe, ni como espía.
Hay una cita de Hamlet, obra que también protagonizó por ser uno de los más respetados actores de su generación, que sirve para reclamar su injusto olvido: «¡Adiós, adiós, Inglaterra, recuérdame!». Fin de la tragedia de Leslie, el espía.
José Rey-Ximena acaba de publicar «El vuelo de Ibis» (ediciones Facta), sobre la historia secreta del actor”
Vamos por partes, de las versiones del derribo que por entonces se encontraron en distintas fuentes, las dos más verosímiles eran la que atribuía éste a un error de identificación en Lisboa, según esto, al acompañante de Leslie Howard lo habrían confundido con Churchill, y al actor con su secretario. La segunda versión opinaba que suponer que los servicios secretos alemanes podían cometer un error tan grande como se les atribuye en la primera versión, era dar por sentado que los alemanes eran tontos, entre otras cosas ya que sabían donde se encontraba Churchill en ese momento: en el Norte de África, lo que no sabían era cuando regresaba con exactitud, y es por eso que habrían dado ordenes, no de derribar ese avión en particular, sino de derribar todos los aviones que volaran desde el Sur hacia Inglaterra.
Bueno, si bien estas dos versiones, a mi humilde entender, me parecen más verosímiles que la del derribo por venganza, no dejan de ser meras hipótesis, ya que no se sustentan en ninguna prueba histórica. Me explico, según algunos artículos en páginas de Internet extranjeras, sólo hay un documento de lo que pasó ese día, se trata del informe del jefe de la escuadrilla alemana, según esto, la unidad que derribó el avión, tenía como misión principal la escolta de submarinos que salían o volvían de misión, como ese día no había ninguno, se les dio ordenes de patrullar la zona. Cuando avistaron el avión en cuestión, lo identificaron como enemigo, lo cual es lógico, era un DC-3, dividiendo la escuadrilla en dos, para atacar desde arriba y desde abajo. Acto seguido atacaron, siendo el primero el jefe, y según rebasaba el avión después de ametrallarlo, distinguió las marcas civiles, dando orden de alto el fuego, pero ya no se pudo hacer nada, dos JU-88 más ya habían atacado cuando recibieron el mensaje, y sólo pudieron asistir a como el aparato, seriamente tocado, con un motor incendiado, perdía altura hasta estrellarse en el mar, después de que tres personas saltaran, aunque sólo vieron abrirse dos paracaídas. Comunicaron el derribo para que se recogieran a los supervivientes y regresaron a la base en el Sur de Francia.
Después de la guerra hubo una comisión Aliada que investigó los hechos, aunque sólo fuera por la fama del actor muerto, el derribo era de dominio público, y ya por entonces empezaron las teorías de la “conspiración”. De las dos docenas de aviadores alemanes implicados, no había sobrevivido ninguno, con lo cual se interrogó a supervivientes de la unidad. En las declaraciones recogidas se constató que no se había intentado ocultar lo sucedido, los implicados informaron de lo que había ocurrido y protestaron por no haber sido informados de la presencia de un vuelo civil en su zona. La comisión Aliada zanjó el tema como derribo accidental por falta de pruebas. Pruebas que a día de hoy, por lo menos que yo sepa, no han aparecido, y que sin ellas, que el autor del libro califique a un grupo de combatientes como “asesinos”, me parece una bajeza.
La segunda parte de este asunto es la hipotética misión que traía Mr. Leslie Howard: convencer a Franco que no entrara en guerra.
Lo primero será revisar brevemente la situación en España y la de Franco. Por un lado tanto los alemanes como los aliados se plantean la invasión de el país o parte de él, por el otro, se están fraguando dos golpes de estado apoyados desde el exterior por los bandos enfrentados, generales monárquicos pro-aliados y generales, simpatizantes de Falange principalmente, pro-alemanes. Según lo que haga Franco puede ocurrir cualquier cosa, es por eso que cualquier acción o discurso se deba contemplar en un contexto muy amplio, ya que cualquier hecho que parece desequilibrar la balanza hacia un lado es inmediatamente compensado con un gesto hacia el otro. Por ejemplo la crisis interna desatada por el “Incidente de Begoña”, por un lado se sustituyó al General Varela (pro-aliado) por el General Asensio (pro-alemán) en el Ministerio de Defensa, y por el otro se cambiaba a Serrano Súñer (falangista) por el General Gómez Jordana (anglófilo y monárquico) en Exteriores. Esto ocurre a principios de septiembre de 1942. Lo primero que hace Jordana al hacerse cargo de su Ministerio es concertar una entrevista con el embajador norteamericano Hayes, e indicarle que pensaba trabajar para que España adoptara una posición de neutralidad. A finales de Diciembre, durante un discurso en la Escuela Superior del Ejército, Franco vincula el futuro de España a una victoria alemana, al mismo tiempo, Jordana está en Lisboa negociando un pacto de neutralidad.
En Marzo de 1943 diversos informes, tanto aliados como alemanes, confirman que España está pasando de la “no beligerancia” a la neutralidad, en concreto, el informe para Berlín del consejero de la Embajada Gardemann dice que: “había pasado el tiempo en que España podía haber sido arrastrada a la guerra. Octubre (1942) fue la última oportunidad.” Por último, y para no aburrir, os dejo parte del informe del Agregado Militar de Su Majestad en Madrid, el General de Brigada W.W.T.Torr, fechado el 21 de Abril de 1943: “Tras la larga y difícil lucha de casi los tres años últimos, durante los que parecía que España se uniría a los alemanes o sería invadida por ellos, siento ahora, por primera vez, alguna confianza en profetizar , primeramente, que España no entrará en la guerra al lado del Eje, y, en segundo término, que si Alemania decidiera invadir España, esa España resistiría y su Ejército combatiría al invasor.”
Mr. Leslie llega a Madrid el 10 de Mayo de 1943, a esas alturas, por todo lo anteriormente expuesto, yo no me creo que ya nadie pensase que Franco tuviera intención de entrar en guerra, además, había canales más seguros a través de las Embajadas Británica y Norteamericana para hacer llegar el mensaje que la rocambolesca historia del actor y la actriz.
La tercera parte sería la situación de la guerra en ese momento. Según el autor del libro:
“El tiempo ha trastocado la realidad y ahora nadie es consciente de lo que era Europa al inicio de los 40. Alemania, en un abrir y cerrar de ojos, era la dueña de casi toda Europa.
El mariscal Rommel está a punto de expulsar a los ingleses de Libia y conquistar Suez. Entonces el Mediterráneo se convertiría en un mar germanicus. Estamos en el segundo año de una guerra total, interminable y cruel, en medio de una derrota general de los ejércitos británicos. Inglaterra agoniza. Los británicos están desmoralizados por sus derrotas, incapaces de hacer frente a unas unidades alemanas que parecen invencibles. Churchill duda de sus generales, comenta a su Secretario de Defensa, Anthony Eden, «..debemos tener malos generales».
CONVENCER AL DICTADOR
El gobierno británico necesita con urgencia enviar un mensaje secreto a Franco, garantizar su neutralidad.”
Bueno, si mis libros no me engañan, las tropas del Eje, cuando Mr. Leslie llega a Madrid el 10 de Mayo de 1943, no están camino de Suez, sino cercadas en Túnez, y se rendirán 3 días más tarde (225.000 prisioneros). En el frente del Pacífico a principios de Febrero ha terminado la batalla de Guadalcanal. En el frente Oriental, el 31 de Enero el Sexto Ejercito Alemán se ha rendido a los soviéticos (250.000 bajas).
Ante esta situación, que no tiene nada que ver con la que describe el autor, el suponer que Franco, que no entró en guerra cuando el Eje iba de victoria en victoria, piensa hacerlo ahora, cuando el Eje no es que vaya de derrota en derrota, sino que va de desastre en desastre, es, en mi modesta opinión, de coña.
Para finalizar, comentar que la ubicación del derribo, según un compañero que la buscó en un plano con los datos aportados por los alemanes, estaría a 300 Km de la costa gallega donde dice el libro que fue derribado, más cerca de la costa británica que de la española, lo cual me lleva a lo que comenté al comienzo, el libro justificaba la placa y la placa promocionaba el libro. Mucho marketing y poca Historia.
