Anécdotas, curiosidades y mitos de la SGM

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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 19, 2005 4:08 am

El coronel Harry A. Flint era un oficial excéntrico. Loco, dirían algunos. Antiguo compañero de caballería del general Patton, un día se presentó al general Bradley, en su comando en Argel, para pedirle el mando de tropas de primera línea, donde, según él, "se peleaba de verdad".

-Por las campanas del infierno, Brad, me estoy oxidando, desperdiciando mis actitudes con estos coroneles de cama blanda en la retaguardia.

Cuando alguien solicitó, luego de la captura de Túnez, a un jefe para que levantara el ánimo del regimiento 39º que mostraba signos de moral baja, Paddy Flint fue designado como su comandante.

Su primera medida al llegar a Italia fue colocar en todos los cascos, camiones y elementos de combate de sus soldados la sigla "AAA-0". Cuando un comandante le preguntó por su significado, le contestó: "Cualquier cosa, en cualquier momento, en cualquier parte, sin excluir nada" [casi intraducible: "Anything, Anytime, Anywhere", y el guión como menos tachando un 0.]

El comandante comentó el hecho y poco tiempo después llegó una orden desautorizando poner inscripciones especiales en cualquier parte. Flint no obedeció porque, según él, "la ley debía ser anterior al hecho del proceso". El excéntrico oficial había estudiado algo de leyes en su ciudad natal, Vermont. Todo quedó allí.

Pero otras actitudes de Flint llamaban mucho más la atención. Dirigía a sus hombres desnudo hasta la cintura, con casco, una bufanda negra al cuello y revoleando un fusil. "Voy así para que mis soldados me reconozcan mejor" le respondió a un sorprendido periodista. Además, caminaba por las líneas del frente fumando y sin bajar la cabeza, incluso cuando el enemigo estaba a tiro. Es más, hacía gestos despectivos hacia las líneas alemanas y le gritaba a sus hombres "¡Vean a esos alemanes! No sabían tirar en la Primera Guerra Mundial. No saben tirar en ésta. ¿Cuando van a aprender? ¡Ni siquiera son capaces de matar a un viejo chivo como yo!"

Sus superiores se precupaban por eso y se lo transmitían:

-Algún día, Paddy -le dijo Bradley-, usted va a andar paseando así y lo van a matar. Entonces va a probar justamente lo contrario de lo que quiere enseñar a sus hombres.

Pero Flint estaba convencido de lo que decía, y miró a su superior con extrañeza.

-Por las campanas del infierno, Brad, usted sabe que esos alemanes no saben tirar...

Finalmente, sucedió lo dicho por Bradley: Paddy Flint murió en Normandía, cuando un francotirador alemán le dio un tiro en la cabeza. El general dijo acerca del asunto: "estoy seguro de que de ese tiro, él hubiera dicho que le acertaron de pura casualidad. Pero ni siquiera esa satisfacción tuvo, pues, si bien vivió algunas horas, la herida había afectado a la palabra. Paddy murió como un irlandés silencioso y con una sonrisa en el rostro."

Fuente: Casus belli


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 19, 2005 4:09 am

1944; los desembarcos estadounidenses en mil y un islotes del Pacífico se suceden todos los días. En uno de ellos, el cabo Johnny Spillane comparte con sus camaradas una situación desesperada: atrincherados en "The Old Lady", su barca de desembarco, están varados en la playa donde están siendo tiroteados por los defensores japoneses, a pocos metros solamente.

Johnny sabe que en la playa puede tener una chance: su agilidad y su destreza han hecho que dos grandes equipos de beisbol de las Ligas Mayores hayan querido incorporarlo a sus planteles. La guerra ha detenido temporalmente su carrera, pero cuando vuelva puede seguirla.

En la playa los tanques se detienen, destruidos por los proyectiles japoneses. Es un verdadero infierno. De repente, en el aire aparece una granada de mano. Todos se lanzan al suelo, tratando de protegerse con algo, sabiendo que dentro de unos segundos pueden estar muertos. Todos menos el cabo Spillane. Ha saltado y, atrapando la granada en el aire, la cambia rápidamente de mano y la devuelve. Otra granada: Spillane repite la operación y la lanza al mar. Sus compañeros lo miran con una mezcla de admiración, incredulidad y horror. Llegan dos granadas más y Spillane las sigue tomando en el aire y reenviándolas de la misma manera. Sus compañeros ahora aplauden, y gritan hurras por su héroe. Pero la sexta granada llega y le explota en la mano al candidato a las Grandes Ligas.

El cabo ya no puede soñar con volver a casa y tener una carrera o una vida normal. Pero ha salvado a sus compañeros: su sacrificio no ha sido en vano.


Fuente: casus belli


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 19, 2005 4:11 am

Principios de 1944, Birmania. Los japoneses avanzan hacia Imphal, y se suceden muchas escaramuzas entre compañías y pelotones aislados por la selva. Muchos hombres demuestran su valía esos días. Entre ellos destacan seis, que reciben cada uno la Cruz de la Victoria. La mayoría, sin embargo, lo hace póstumamente. Sus historias son una muestra de valor y coraje.

John Harman, cabo de los Royal West Kents, descubrió que los japoneses habían emplazado un nido de ametralladoras en una posición estratégica, que hacía peligrar la vida de los soldados de su batallón. Pidió a su sección que lo acompañara y atacó a solas. Mató con su bayoneta a los atacantes, luego la mostró a sus camaradas para que pudieran verla y se retiró. Murió cuando volvía a su puesto.

El sargento Victor Turner, al mando de un pelotón de 20 hombres del 1º West Yorkshires, rechazó un ataque japonés efectuando en solitario cinco ataques utilizando solamente granadas. Cuando regresaba a su puesto al sexto día, a buscar más granadas, resultó muerto.

El teniente Adbul Hafiz encabezó una un ataque contra los japoneses que por primera vez en toda la guerra huyeron corriendo. A causa de esto, la colina donde se sucedió el combate se llamó luego "colina de la huida". Sin embargo, Afiz resultó herido mortalmente, lo cual no le impidió tomar un arma de un ompañero herido y cubrir a sus camaradas hasta que murió.

El capitán Netra Bahadur Thapa, del 5º de fusileros gurkhas, recibió la orden de defender su posición hasta la última bala y el último hombre. No defraudó a sus superiores: lo encontraron muerto con su kukri tradicional clavado en la cabeza de un combatiente japonés.

Otro fusilero gurkha, Ganju Lama, con su muñeca izquierda quebrada, un balazo en la mano derecha y otro en una pierna, logró arrastrarse hasta estar a 28 metros de distancia de dos tanques japoneses. Con un PIAT (una nueva arma antitanques portátil) los detuvo y mató a sus tripulantes cuando estos salieron.

Otro cabo gurkha, Aganzig Rai, encabezó un nuevo ataque de su sección. El anterior había fracasado, pero en tres ataques sucesivos, la sección del cabo, reducida finalmente a tres hombres, mató al personal de un nido de ametralladoras, capturó un cañón antitanque y ocupó una casamata japonesa.


Fuente: Casus belli

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 19, 2005 4:12 am

1943, levantamiento de Varsovia. Frente a las tropas soviéticas que luchan ya en territorio polaco, el ejército secreto polaco intenta conquistar la capital antes que los comunistas. Están bien preparados, son muchos y tienen armas, pero los tanques alemanes son un inconveniente. Finalmente descubren una forma de detenerlos, lanzando granadas en manojo contra las orugas. Cerca del cuartel del coronel Radoslaw, se detienen así dos tanques alemanes "Tiger". El primer, con las orugas totalmente destruidas, no puede andar a menos que sea reparado, pero no hay ninguna clase de repuestos. El segundo, sin embargo, no tiene averías visibles. Las tripulaciones de los tanques no se niegan a dar datos técnicos, pero el sistema es tan complicado que ni siquiera ellos pueden repararlo. El primer tanque es utilizado como pieza de artillería, pero se sigue tratando de poner en marcha el segundo, que puede dar grandes ventajas tácticas al ejército polaco.

Un hombre viejo baja de un edificio cercano. Está vestido con ropa de trabajo y se ofrece como voluntario ante un oficial:

-Señor, conozco algo de este trabajo. Déjeme echarle un vistazo. Hasta el sábado pasado estuve trabajando en el taller de mantenimiento de vehículos militares.

No hay herramientas a excepción de las del tanque, y no es agradable trabajar bajo el fuego enemigo. Las balas llueven, y en cualquier momento otros tanques alemanes pueden abrirse camino hasta ese lugar. Pero el oficial acepta.

Una hora más tarde, los nuevos tripulantes cargan las municiones y se iza la bandera polaca sobre el tanque. Luego de unos minutos, el motor comienza a funcionar. El viejo mecánico, con las manos llenas de aceite, se limpia el sudor de la cara y le dice al oficial:

-Señor, por dos días he estado pidiéndoles que me dejen pelear, pero todos se rehusan porque dicen que soy muy viejo. Y ahora, ¡mire!; ¡el viejo sirvió para algo! ¿No es cierto?

El oficial, todavía muy sorprendido, asiente:

-¿Cómo es su nombre?

-Jan Lumenski -contesta el viejo, antes de irse.



Fuente: Casus belli

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 19, 2005 4:13 am

1940. Francia está a punto de rendirse. Los últimos soldados británicos se apiñan en Dunkerque para escapar del exterminio. A veces deben esperar mucho sentados en las playas, aguardando la órden para abordar su barco. Entre ellos está el soldado Bill Hersey.

-¡Arriba toda la compañía! ¡En pie todos! ¡Rápido, volvemos a Inglaterra! -escucha mientras alguien lo sacude del hombro.

Debería estar muy contento. Pero tiene una gran incertidumbre; hay una gran duda en su mente. Sabe que nada puede perder en el intento. Se acerca al capitán Smith.

-Señor... ¿Puedo hacer algo por mi mujer?

El capitán lo mira fijamente. No hay barcos para todos. Los que se van son afortunados, porque tienen otra oportunidad antes del siguiente ataque de la aviación alemana. El capitán tal vez piensa en castigarlo, o en ignorarlo, o tal vez piensa en su mujer.

-Tráela...

El soldado Bill Hersey, del East Surreys, pedalea furiosamente hasta el poblado de Tourcoing. Son las 23:30, y se detiene frente a una casa pequeña.

-¡Augusta! ¡Augusta!

Una muchacha delgada y rubia sale; Hersey le dice, casi gritando:

-Toma tu ropa y ven. ¡Rápido, nos vamos!

El capitán Smith recorre las filas de sus soldados, que están a punto de embarcar. Hersey llega a su lado, respirando agitadamente.

-Mi capitán... Mi mujer está conmigo...

-Que suba a mi automóvil -le dice el oficial-. Pero antes es necesario que cambie de ropa...

La pequeña Augusta, con pantalón y camisa reglamentaria, casco y un fusil en la mano, salta dentro del automóvil que encabeza la columna que huye de los campos de batalla. El capitán Smith le dice algo al oído a su chofer y el vehículo arranca. Detrás de él, en doce camiones, van los soldados de la compañía East Surreys: entre ellos está el soldado Bill Hersey.

Augusta tenía 21 años, y no entendía inglés. El soldado Bill Hersey, sin saber francés, le había propuesto matrimonio utilizando un diccionario. Ella había aceptado. Seis semanas antes.


Fuente: Casus belli


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Mensaje por ignasi » Mié Oct 19, 2005 4:44 pm

El 10 de septiembre de 1940, en plena campaña del Blitz sobre Londres, una bomba impactó sobre el ala norte del Palacio de Buckhingam, residencia de los soberanos británicos.
Por irónico que parezca, lo cierto es que dicho ataque elevó la moral de los británicos, puesto que igualaba a todos los londinenses, fuera cual fuera su clase social, ante un enemigo común.
Como la misma reina afirmó: "Me alegro que nos hayan bombardeado. Ahora puedo mirar al East End a la cara"

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Stalin borrachin

Mensaje por sepp dietrich » Dom Oct 30, 2005 11:57 pm

Queridos Kamaras, esta anécdota me pareció curiosa y por eso os la voy a dar a conocer. El tema es que Stalin no quería que se conociese su adicción al alcohol y quería que se guardara su secreto. Durante el pacto nazi-soviético en Moscu, la noche del 28 de Agosto del 39, Stalin propuso un brindis con un magnifico vino, en el que curiosamente él se sirvió de una botella especial. En el momento que levantaba su copa para el brindis, el ayudante del fotógrafo Heinrich Hoffmann le hizó una fotografía, sin estar autorizado a hacerlo. Hoffmann se dió cuenta del error y extrajo el carrete, entregándoselo a Stalin. Aún así hoffmann solicitó a Stalin que le permitiese quedarse con ese testimonio como recuerdo personal, dándole su palabra de honor de que jamás sería publicada. Increíblemente Stalin confió en él y le dovolvió el carrete.
Más adelante cuando ambos países se estaban enfrentando, Joseph Goebbels reclamó al fotógrafo la foto para darla a conocer y tirar por los suelos la imagen pública de Stalin. Hoffmann se negó aduciendo a su palabra empeñada aquella noche. Ante las protestas de Goebbels, Hitler dió la razón al fotógrafo y no se volvió a mencionar el tema. La foto no salió nunca de los archivos de Hoffmann.
Un saludo Kamaradas
"El futuro será mejor mañana".

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Ejecutadas con la Guillotina

Mensaje por Liberation1944 » Lun Oct 31, 2005 6:33 pm

Algunos espias fueron ejecutados con la Guillotina en agosto de 1942, estos formaban parte de la red de espias la "orquesta roja" o "Capilla roja" era una organizacion de la resistencia formada por 46 personas, los espias masculinos fueron ahorcados y las espias femeninas las ejecutaron con el metodo frances de la guillotina.

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El Regimiento 51 de Highlanders y la zona encantada

Mensaje por Liberation1944 » Lun Oct 31, 2005 6:37 pm

Al teniente John Scollay le costaba mucho perder el dominio de sus nervios, pero en aquel momento el brigada estaba a punto de hacerle estallar. Atrapado en un bosquecillo de las afueras de Dunkerque, Scollay se esforzaba por mantener unidos sus efectivos, acosados por el fuego esporádico y eficaz de los francotiradores alemanes. Demasiados escoceses habían caído entre la maleza durante ese fatídico día de junio de 1940. Ahora, próxima ya la noche, las absurdas palabras del suboficial colmaron su paciencia.

“¿Qué diablos quiere usted decir con eso de encantado? -espetó sarcástico.

¡Si este bosque está encantado, será por los boches, amigo mío! ¡Y déjese ya de tonterías! '"

No obstante, el brigada siguió porfiando: "Este bosque está encantado, mi teniente -susurró-. Los hombres y yo estamos seguros. ¡Por el amor de Dios, mi teniente, no nos asustan los alemanes! Si es menester, avanzaremos o nos abriremos camino por un flanco... ¡pero no podemos pasar otra noche en este lugar!".

Pese a lo absurdo de la argumentación, Scollay no podía desdeñarla por completo. Su compañía llevaba cuarenta y ocho horas atrapada en la espesura. Los alemanes, atrincherados en los campos circundantes, aguardaban la llegada de sus carros de combate para acabar con el reducido grupo de escoceses. En los dos últimos días, los bravos montañeses habían peleado con su acostumbrada bravura, abatiendo enemigos con el fuego de las ametralladoras ligeras y descargando sus fusiles contra cualquier sombra que se moviera. Sin embargo, estaban perdiendo la moral... ¡algo insólito en el Regimiento 51 de Highlanders! ¿Y todo por culpa de unos espectros?.

"Es algo muy raro, mi teniente -explicó el brigada-, pero todos lo hemos notado. Es una especie de fuerza que nos aplasta. Contra esto no se puede luchar, mi teniente".

El regimiento, y con él la compañía de Scollay, acabó por replegarse, uniéndose al resto de las fuerzas expedicionarias británicas en su desastrosa retirada de Dunkerque, En cuanto dejaron atrás el "bosque encantado", los hombres de Scollay recobraron su combatividad, aunque poco podía hacerse contra los carros y los bombarderos. Casi todos murieron o cayeron prisioneros en los médanos de Dunkerque.

El propio Scollay pasó toda la guerra en un campo alemán, donde tuvo tiempo de sobra para meditar sobre las palabras pronunciadas por el brigada aquella noche de junio. Finalizada la contienda, regresó al "bosque encantado". Su investigación en una biblioteca de Dunkerque reveló un hecho significativo: en el verano de 1415, meses antes de la batalla de Azincourt, franceses e ingleses habían librado un combate en esa misma espesura.

¿ Regresaron los espíritus de los guerreros muertos entre aquellos matorrales, para rondar a sus sucesores, quinientos años más tarde? ¿O acaso se cernía sobre la comarca una atmósfera de muerte y desolación, percibida por los escoceses a los dos días de su llegada? Aunque nadie había visto jamás un espectro por esos parajes, tal vez la fuerza psíquica permaneció en estado latente durante cinco siglos, para despertar con el estímulo de nuevas violencias.

Scollay ignora qué fuerza era ésa, pero no duda de su existencia: "Nadie podrá negar el coraje de aquellos hombres, demostrado en diversas ocasiones. Pero algo les asustó, y no fueron los fusiles alemanes."

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Mensaje por Audie Murphy » Mar Nov 01, 2005 9:59 pm

Son comunes tales historias referentes a antiguos campos de batalla, mismamente se cuenta que años después del raid de Dieppe los lugareños se despertaron con el estruendo de un combate en la costa

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El primer canadiense

Mensaje por Francis Currey » Mié Nov 02, 2005 5:29 am

El primer canadiense

El primer canadiense muerto en la guerra fue el Sargento Piloto Albert Stanley Prince, quien perdió la vida en el primer bombardeo británico contra la base naval de Wilhelmshaven el 4 de Setiembre de 1939

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Mensaje por ignasi » Jue Nov 03, 2005 3:24 am

Imagen

Durante la Batalla de Inglaterra cayeron sobre Inglaterra miles de octavillas en las que aparecía una foto de Churchil tomada de un periodico, en la que el Primer Ministro probaba una ametralladora durante una inspección de tropas.
Los alemanes borraron todo, salvo a Churchil con la metralleta y sus eternos sombrero y cigarro, con todo el aspecto de un gangster de Chicago.
Pero los esfuerzos de Goebbels esta vez fueron en vano, puesto que lo único que consiguió fue aumentar la popularidad del Primer Ministro

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Mensaje por beltzo » Sab Nov 05, 2005 2:20 am

La conocida aversión de Hitler hacia el tabaco, le llevó al extremo de intervenir personalmente ¡para que Stalin no apareciese en las fotografías de la prensa fumando!

El dictador soviético era un gran bebedor de alcohol, aunque siempre lo ocultó. Durante la cumbre de Yalta, en la que se decidió el futuro de Europa, empleó un truco para mantenerse sobrio en esos momentos decisivos. Durante los inacabables brindis que hubo aguaba sistemáticamente sus vasos de vodka.

Tras el ataque sorpresa a Pearl Harbor en 1941, los americanos tomaron medidas para evitar nuevos bombardeos aéreos, como el oscurecimiento de los núcleos habitados o la orden de recubrir los edificios emblemáticos con una pintura negra especial, fácilmente extraíble una vez pasada la alerta. Otros edificios simbólicos sí se ennegrecieron pero, cuando se iba a proceder a cambiar la cara de la Casa Blanca, Roosevelt dio marcha atrás.

Saludos

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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:29 am

No sé dónde leí que el 7 de diciembre de 1941 Hitler estaba reunido con su "camarilla" habitual en Berlín cuando llegó la noticia del ataque japonés a Pearl Harbor. Todo se felicitaron, se dieron la mano e inculso se abrazaron en su alborozo. Pero llegó un momento en que alguien preguntó: ¿dónde está Pearl Harbor? Diablos, nadie lo sabía en la sala... :lol:

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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:32 am

Inmediantamente despues del ataque a Pearl Harbour (7/12/41) el presidente de Costa Rica Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia le declaró la guerra a Japón y a Alemania. Esta declaración de guerra se dio incluso horas antes que la de los Ustados Unidos. Hitler cuando se dio cuenta de ello, empezó a buscar en los mapas el pequeño país centroamericano para castigar su insolencia, pero no pudo hacer nada ya que no lo pudo encontrar. Hay algunos maliciosos que aseguran que Hitler no la encontró porque había una mosca en el mapa...

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