Anécdotas, curiosidades y mitos de la SGM

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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:37 am

En 1944 el general Charles de Gaulle anduvo entre los escombros de Stalingrado, y luego, durante una recepción en Moscú, un corresponsal le pidió sus impresiones de aquel espectáculo.

Ah Stalingrado – declaro el estadista francés-.¡ Que gente tan formidable!...¡Un pueblo realmente grande!

“El periodista asintió:

-Ah ,oui¡ Les russes...(“¡Ah, si¡ los rusos...”)

Pero de Gaulle lo interrumpió con impaciencia:

-Mais non, je ne parle pas des russes; je parle des allemands. Tout de meme, avoir poussé jusque la¡ (“No; no hablo de los rusos; me refiero a los alemanes.!Haber llegado hasta allí)


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:40 am

Imagen

El aparatito de la foto es un visor NORDEN, un dispositivo bastante caro y en el cual la fuerza aérea del ejército de los EEUU tenían puestas muchas expectativas, sus especificaciones y diseño eran de muy alto secreto.

Las tripulaciones de bombarderos tenían orden de destruir el visor ante cualquier eventualidad que propiciara que este cayera en manos enemigas, luego de cada mision los visores eran retirados de los aviones y puestos en bajo custodia hasta la siguiente, en fin, una seguridad que rayaba en la teatralidad a fin de mantener en secreto las caracteristicas de dicho ingenio.

Lo malo es que desde 1938 un trabajador de la planta de Norden en EEUU paso informacion a los alemanes sobre ese diseño, el sujeto se llamaba Herman Lang y era simpatizante de la causa alemana.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:41 am

A principios de 1945 la División 45 de la Infantería norteamericana invadió una cuartel general alemán, y entre el botín encontró un tambor del regimiento escocés Gordon Highlanders, perdido durante la retirada de Dunkerque.

El reintegro del tambor a sus dueños se hizo en una ceremonia llena de colorido, celebrada en Munich poco después del día de la victoria. Para recibirlo, los del Gordon Highlanders enviaron su magnifica banda ataviada con los toneles típicos escoceses. El tambor de la banda recibió el instrumento con un redoble, y los músicos, formados, tocaron sus estridentes gaitas. Uno de los oficiales del Gordon Highlanders recito la orgullosa historia del regimiento. En seguida desfilaron por el lugar varios batallones norteamericanos. En suma, fue una tarde digna de recordar... muy larga, de mucho polvo y mucho calor.

Cuando todo hubo terminado y los soldados se subían en sus camiones para volver a la base, se oyó que uno comentaba: “!Dios quiera que no se les vuelva a peder el maldito tambor¡”


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:42 am

En 1934 Douglas McArthur dijo refiriendose a Eisenhower, que entonces era subordinado suyo " Es el mejor oficial del ejercito, si vuelve a estallar otra guerra debería llegar a lo mas alto".

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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:43 am

El servicio en los submarinos alemanes atrajo a hombres de fuerte personalidad que tal vez no hubieran encontrado su sitio en la rígida estructura de la marina alemana. Uno de estos era, sin duda, Herbert “Parsifal” Wohlfart. Era conocido, entre otras cosas, por tener un sentido del humor tan irreverente que no había nada ni nadie que fuese lo suficientemente sagrado como para no ser victima de su humor.

En Enero del 41, Wohlfart sometía a las pruebas de rigor al U-556. Mientras lo sacaba de los astilleros de Blohm & Voss en Hamburgo se cruzaba en el camino de otro producto del mismo astillero, el acorazado Bismarck. Incapaz de resistirse, Wohlfart ordeno a su operador de radio emitir el siguiente mensaje:

De Capitán a Capitán: Que bonito barco tienes!”

La impertinencia tenia doble objetivo. Por un lado, Wohlfart, un simple Kapitänleutnant, tenia la temeridad de dirigirse al comandante del Bismarck, Kapitän zur See Enrst Lindemann, en igualdad de rango. Por otro, empleaba el termino “barco” en vez de “navío” o “buque”, lo cual era un insulto para cualquiera de la flota de superficie.

No hace falta decir que la respuesta del Bismarck era poco mas que agradable:

“¿Qué barco, patrón?”

Era justo la respuesta que emplearía un oficial superior con uno de menor graduación antes de informar de un caso de indisciplina o falta de respeto. Pero Wohlfart, sin inmutarse e ignorando la amenaza, respondió:

Yo puedo hacer esto ¿y tú?”

Y ordenó una inmersión de emergencia, con lo cual el U-556 desapareció del camino del Leviatán que se aproximaba.

El incidente no añadió lustre a la carrera de Wohlfart, pero en su caso, la irreverencia y la habilidad eran la combinación ganadora. Para eliminar heridas, semanas después Wohlfart invitó a los oficiales del Bismarck a una cena, antes de dirigirse al Báltico para continuar el entrenamiento. En la cena, Wohlfart, siguiendo con su humor, regalo a los oficiales un certificado hecho a mano en el cual el U-556 apadrinaba al Bismarck y juraba protegerlo de cualquier peligro. En los dibujos, con proporciones exageradas, se representa a Parsifal en el U-556 protegiendo al Bismarck de un ataque aéreo empleando una espada. Curiosamente, uno de los aviones parece un Swordfish...Todo resultó bastante divertido, pero nadie podía predecir la ironía de los sucesos de meses mas tarde....


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:44 am

Después de su vuelta a Francia, Hartenstein se presentó ante Dönitz para hacer su informe. La patrulla había sido un éxito y Dönitz estaba de buen humor. “Hartenstein, ¿hay algo que pueda hacer por ti mientras estás en Paris?” “Señor, si solo tuviese un coche, me gustaría visitar los lugares de interés.” “Por supuesto, Hartenstein, mi coche personal esta a tu disposición.” Así, esa misma tarde, junto con Karlchen Thurmann, que había vuelto de patrulla al mismo tiempo, salieron en la limousine del Almirante.

En torno a las ocho, el Comandante en Jefe de la U-bootwaffe preguntó si su coche había sido devuelto. Su ayuda contestó: ”Señor, ¿puso usted el coche a disposición de los dos comandantes?” “Si, pero por supuesto por un poco de tiempo. Siempre es la misma historia. Ofreces a estos tipos un dedo pero agarran toda la mano.” Así, el Almirante tuvo que recurrir a un coche pequeño para ir a una visita programada con el Comandante de la ciudad de Paris. Cuando regresó al cuartel general sus primeras palabras fueron: “¿Dónde esta el coche?”. “Los dos comandantes no han vuelto aun”. “Tan pronto aparezcan, deben presentarse ante mí inmediatamente.”

Mucho después de pasada la media noche, Hartenstein y Thurmann finalmente aparecían, esta vez, con un conocimiento adecuado de los bares de Paris. “

“¡ Deben presentarse inmediatamente ante el Comandante en Jefe ¡.” El ayuda de Dönitz, viendo que los dos sujetos estaban bajo el efecto de la bebida, añadió: “Bien, supongo que esto puede esperar hasta mañana...”. Pero Hartenstein sintió de algún modo la llama de su Comandante. Sacó fuerzas de flaqueza, se puso su uniforme y se dirigió al cuartel de Dönitz. Este, que tenia el habito de trabajar hasta altas horas de la noche, estaba levantado y se quejo amargamente de que los dos comandantes hubiesen abusado de su noble gesto. Hartenstein escuchó la bronca sin inmutarse. Saludó a su comandante y, alterando ligeramente las famosas frases atribuidas al barón de Münchhausen, contestó: “ A muchas banderas tendí mi mano jurando lealtad en esta perversa guerra, a muchos almirantes he servido......” Después, simplemente se dió la vuelta y abandonó la estancia. A la mañana siguiente, Dönitz contaba la historia en el desayuno, para diversión de todo el mundo.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:45 am

En el verano de 1944, durante la campaña de Italia, una flotilla de lanchas torpederas inglesas (llamada MTB), dirigidas por oficiales de la Real Marina de Canadá, cuidaba a las tropas del ejercito canadiense, que se abrían paso hacia el norte costeando el Adriático italiano.
Las MTB operaban desde la isla yugoslava de Vis. Por las noches se lanzaban al adriático y atacaban a las unidades e instalaciones del enemigo a lo largo de la costa de Italia; después se refugiaban en la base que tenían en la isla.

Una noche en que las MTB regresaban triunfantes de un ataque, al capitán de una de las lanchas le pareció ver a lo lejos una unidad enemiga. La observo toda la noche, y al amanecer cayo en la cuenta de que era otra MTB. De inmediato le envió este mensaje: ”Tienen suerte. Les estuvimos apuntando toda la noche”.

Más suerte tuvieron ustedes” respondieron los otros. “Nosotros les lanzamos dos torpedos


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:46 am

Cuando el torpedero Trinidad, de la Armada de su Majestad Británica, escoltaba un convoy ártico a Murmansk (Rusia) en marzo de 1942 disparó un torpedo contra cierto destructor alemán que se puso a tiro. El proyectil avanzó contra el blanco a 40 nudos, pero luego – quizá porque el agua ártica congeló el mecanismo de dirección- viro en semicírculo y embistió al trinidad. El torpedo hizo blanco y puso al barco fuera de combate.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:47 am

En octubre de 1944, durante la invasión de Europa, la guarnición alemana que ocupaba Dunquerque se hallaba atrapada; por un costado estaba el mar y las tropas aliadas del otro. A los miembros de una Unidad Británica de Guerra Sicológica se les encomendó la misión de hablar a la guarnición para lograr que se rindiera.

Se colocó un camión equipado con poderosos altavoces, a la orilla de unos campos inundados, un poco afuera de la ciudad. Durante un día entero les estuvieron hablando, amenizando la propaganda con música clásica alemana…. Pero sin éxito. A las 7 de la noche, sin embargo, se vio aproximarse a dos civiles franceses. Pensando que era presagio de una rendición en masa, los de la Unidad Británica de Guerra Sicológica abrieron ávidamente el sobre que llevaban. La esquela decía: “Muy agradecidos por su Bach y su Beethoven, pero nos gustaría algo de Glen Miller, pues esta noche tenemos un baile en el Club de Oficiales”.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:49 am

Una tranquila mañana de noviembre de 1939, tres pilotos británicos despegaban con sus Hawker Hurricane de Vassincourt, un primitivo aeródromo de hierba a 85 kms. al sureste de Rheims, para lanzarse a perseguir un avión de reconocimiento de la Luftwaffe.

Como líder de la formación iba el oficial de aviación Cyril D. Palmer, uno de los 15 pilotos de la R.A.F. todos sin experiencia en combate, que habían volado a Francia con el 1º Escuadrón el 8 de septiembre de 1939, cinco días después de que Inglaterra y Francia hubiesen declarado la guerra a Alemania en respuesta a la invasión de Polonia.

Cuando volaban a 6000 metros de altitud, Palmer divisó el avión enemigo, un bombardero Dornier 17, fácilmente identificable por su característico fuselaje en forma de lápiz y morro bulboso. El piloto alemán se precipitaba hacia la frontera en un intento vano de huir, los Hurricanes eran casi 113 Km/h más rápidos y le dieron alcance.

Contra el fuego combinado de tres cazas de ocho ametralladoras pocas posibilidades de escapar ileso tenía el avión alemán. Uno de los motores del Dornier empezó a arrojar humo y llamas y el avión comenzó a perder altura. Palmer vio como el artillero y el navegante alemanes saltaban en paracaídas. Descendió en picado para asestar el golpe de gracia. Pulsó el botón de disparo. No ocurrió nada, se había quedado sin munición. Afortunadamente el Dornier parecía irremediablemente dañado. Acercándose por detrás Palmer pudo ver al piloto abatido sobre los mandos. La curiosidad llevo a Palmer a poner su avión al lado del averiado Dornier.

El piloto alemán Arno Frankenberger fingía estar muerto. Con una brusca sacudida, prácticamente detuvo los motores, reduciendo inmediatamente la velocidad, dejando al Hurricane de Palmer delante. Abandonando momentáneamente los mandos, se sentó en el puesto del navegante, puso en posición la ametralladora MG 15 y disparo una larga ráfaga.
Ante la andanada de balas, Palmer se agacho y empujo la columna de control para descender en picado y salir de la linea de fuego. Una bala había atravesado el fuselaje, había pasado rozando su cabeza y destrozado el parabrisas. La ráfaga de balas también había parado el motor.

Dejando una estela blanca de glicol de su sistema de refrigeración perforado, y con el tren de aterrizaje dañado, consiguió aterrizar sobre la panza del avión en un campo cercano. Frankenberger aterrizó el Dornier a escasa distancia de Palmer. Inmediatamente fue hecho prisionero por un pelotón francés.

Palmer salvó la vida pero su curiosidad pudo costarle cara. La noche siguiente el piloto alemán compartía mesa con los pilotos británicos, haciendo estos gala de una caballerosidad más propia de la I Guerra Mundial que de la guerra total que estaba por llegar.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Nov 05, 2005 2:51 am

En al India un chit es una recomendación dada a una persona por servicios prestados, o por haber efectuado alguna venta. Todos, incluso el barrendero, lo solicitan.

Un día se acerco un buhonero a un turista queriendo venderle un chal, pero el guía le advirtió:

-No se fíe de este viejo, porque lo engañará

-No es verdad –dijo el mercader ambulante -. Tengo un chit excelente de un norteamericano.

Diciendo eso le paso un papel doblado mil veces, grasiento y con las esquinas raídas. Al leerlo el turista vio que estaba fechado en 1944, cuando las fuerzas estadounidenses del teatro de la guerra en China, India y Birmania habían tenido por aquellos contornos un campamento de descanso. El escrito decía:

A quien le pueda interesar: Afzai Medí es persona a quien recomendaría con gusto a mi casero, a mi suegra, a mi sargento mayor o a cualquier subteniente del Ejercito de los Estado Unidos”.


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Mensaje por ignasi » Sab Nov 05, 2005 4:18 am

Cuando los Estados Unidos entraron en guerra con Alemania, las normas sobre el oscurecimiento no eran muy populares, y menos que en ningún sitio en Florida, lugar de veraneo para los americanos.
Los hosteleros aducian que sus negocios se resentirian al apagar las luces que adornaban las fachadas de sus hoteles, y los submarinos de Dönitz se encontraban los barcos americanos perfectamente silueteados para atacarles.
Y con un cierto aspecto sádico, los veraneantes se acercaban al puerto para ver arder los barcos torpedeados.

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Mensaje por Francis Currey » Lun Nov 14, 2005 10:08 pm

El Mariscal Erwin Rommel solia premiar con acordeones a las unidades que segun su criterio trabajaban eficientemente en la contruccion de las defensas del Muro Atlantico .Tambien era tal su empuje por construir obstaculos que mando a la 21 acorzada a plantar Esparragos de Rommel

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El duelista Mussolini

Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 15, 2005 5:43 pm

El duelista Mussolini

La siguiente información extraída de la biografía del Duce, realizada por la que fuera su esposa Doña Raquel, nos presenta una faceta desconocida para muchos hasta ahora; la de un joven Mussolini que resolvía todas sus disputas mediante duelos, en una época en la que ya eran perseguidos por la justicia.

La primera vez que Mussolini hubo de vatirsen duelo, no contaba con experiencia alguna a la hora de empuñar una espada, unas pocas clases del maestro Ridolfi, le bastarón para convertirse en un diestro espadachín, encontrando en la esgrima un agradable descanso de sus quehaceres diarios.

Su primer duelo fue con el Coronel Beseggio, al que siguieron los duelos con el socialista Ciccotti, el abogado Merlín, con Salvemini, con Missiroli y con el ex-director del diario "Avanti", Trebes. Sin duda el duelo más sangriento de todos fue este último en el que Benito perdió un trozo de oreja mientras que Treves resulto herido en la axila por una estocada que le hizó perder mucha sangre..

Al estar prohibidos los duelos Mussolini se batió, siempre al amanecer, en los lugares más insospechados: bajo un puente,en la orilla de un río, incluso en una habitación alquilada al efecto.

Los duelos llegaron a ser tan habituales en casa de los Mussolini que el Duce, que habían establecido un lenguaje coloquial para hablar de ellos, Mussolini al salir de casa, si había de batirse en duelo ese día, le decía asu señora: "Hoy tenémos spaghettis" tras finalizar el duelo telefoneaba a casa con la siguiente consigna: "Ya puedes tirar los spaghettis a la basura"

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Mensaje por Kurt_Steiner » Mar Nov 15, 2005 7:08 pm

El ejército de caballería más grande de la historia fue empleado por los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial: cuando las condiciones del terreno eran tan difíciles que dificultaba el avance de la infantería que apoyaba a los tanques, la caballería pasaba a ocupar su lugar. Numerosos fuerzas de caballería eran respaldadas por unidades de blindados y ayudaban a evitar infiltraciones alemanas por los bosques. Este ejército estaba integrado por unos 600.000 jinetes con sus cabalgaduras, y causaron gran caos en ciertas partes del frente este.

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