Territorios ocupados, propaganda y nivelación. Visión global

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Territorios ocupados, propaganda y nivelación. Visión global

Mensaje por Eckart » Vie Jun 15, 2007 12:58 am

Voy a exponer un tema que he tratado, en su mayor parte, a partir de la que seguramente es la más completa obra sobre la Segunda Guerra Mundial que hasta la fecha se ha elaborado: Germany and the Second World War, a cargo de Bernhard R. Kroener, Rolf–Dieter Müller y Hans Humbreit. Concretamente, el texto que he preparado proviene de Germany and the Second World War. Volume 5: Organization and Mobilization of the German Sphere of Power. Part I: Wartime Administration, Economy, and Manpower Resources, 1939-1941. Clarendon Press-Oxford, 2000. La autoría de la parte de este volumen que he usado para mi redacción, titulada Towards Continental Dominion, corresponde a Hans Humbreit.

También me he servido, principalmente para los capítulos de los países del norte y del oeste, de El Tercer Reich. Volumen 31, Bajo el talón del conquistador (Primera Parte y Segunda Perte). Time-Life Rombo, 1996.


La esfera de poder alemana

Los vastos territorios logrados para sí por Alemania partir de 1938 estuvieron marcados profundamente por la ausencia absoluta de un plan previo para la configuración, administración y gestión, tanto global como interna, del “nuevo orden” europeo que pretendía implantar Hitler. Lejos de buscar una organización coordinada y mínimamente uniforme, a cada país y territorio conquistado o sometido se le asignó un estatus diferente dentro del marco global y un régimen administrativo o forma de gobierno distinta. Como veremos más adelante, la esfera de poder territorial nazi resultó en un informe conglomerado de protectorados, territorios anexionados, estados supervisados, regiones consideradas alemanas pero no anexionadas de hecho, distritos gubernamentales englobados en áreas ocupadas, etc. Sin embargo, este conglomerado no era para Hitler más que una configuración provisional, dispuesta improvisadamente a cada nuevo avance, destinada a revisarse y ajustarse definitivamente tras el supuesto final victorioso de la guerra.

La cada vez más obsesiva preocupación de Hitler por la dirección de la guerra le alejó de tomar decisiones relacionadas con la ordenación y administración de los distintos países ocupados, pese a la más que contínua aparición de choques y competencias problemáticas entre los administradores civiles o militares de las distintas zonas. En el momento de mayor expansión territorial del Reich, nos encontramos con tal cantidad de formas de administración y poder en las diferentes regiones bajo el yugo alemán, que cuesta creer que se encontraran bajo el control de un mismo poder central que aspirara a tener éxito en su empresa. Es ahí donde reside una de las causas principales de todos los problemas y fracasos que tuvo que afrontar el régimen nazi, principalmente en el este (y para muchos historiadores la causa en sí que llevó a la Solución Final, aunque eso ya es otro asunto), a la hora de intentar administrar beneficiosamente su amplia esfera de influencia: la falta total de uniformidad de criterio y medios de administración, sin duda necesaria para lograr los difusos objetivos generales de dominio y germanización que estaban en la mente de Hitler –que rara vez dictaba y acotaba claramente- y que daba pie a los distintos dirigentes de turno en cada región a actuar como considerasen necesario o pudiesen.

Hans Humbreit diferencia tres formas principales de administración de los territorios hasta finales de 1941, aunque, dice, los cambios propiciados por posteriores ocupaciones no hicieron variar sustancialmente esta clasificación:
  • 1. Prolongación de la administración del Reich con algunas provisiones especiales:
    • (a) los territorios formalmente anexionados, bajo Gobernadores del Reich (Reichsstatthalter) o Oberpräsidenten: Danzig-Prusia Oriental; Warthegau; Prusia Sudeste; este de la Alta Silesia;
      (b) Territorios bajo jefes de administración civil, progresivamente tratados como territorios del Reich pero no formalmente incorporados: Alsacia; Lorena; Luxemburgo; baja Estiria; las regiones ocupadas de Corintia y Krain; Bialistok.
    2. Establecimiento de administraciones civiles o cuerpos civiles supervisores para aquellos territorios que, de cuerdo con el tipo de ocupación, fueron tomados en consideración política, o en los que hubo un interés político concreto:
    • (a) estados cuya “protección” había asumido el Reich Alemán, bajo un plenipotenciario del Reich: Dinamarca;
      (b) estados con una población “germánica”, para convertirlos en parte del Gran Imperio Germánico bajo Comisionados del Reich: Noruega; Países Bajos;
      (c) áreas de futuro asentamiento alemán cuya “colonización” ya estaba planeada y comenzó durante la guerra: Protectorado de Bohemia y Moravia; Gobierno General (Polonia este); Comisariados del Reich Ostland (países bálticos y Bielorrusia) y Ucrania.

    3. Mantenimiento de una administración militar en vistas de las exigencias de la futura conducta de la guerra y por falta de interés político, bajo:
    • (a) comandos militares o de la Wehrmacht: Bélgica; Francia con las islas británicas ocupadas del Canal de la Mancha; el sureste (Serbia, Salónica-Egeo, sur de Grecia con la fortaleza Creta).
      (b) Comandos de grupos de ejército o ejércitos en las áreas de retaguardia (Heeres- y Armeegebiete): Unión Soviética.
Propaganda y nivelación cultural

Para alcanzar sus objetivos, las autoridades alemanas necesitaban de un activo aparato de propaganda que apareciese por todas partes y de una intervención directa en la vida cultural de los territorios. Ni qué decir tiene que ambos aspectos tendrían una profundidad e intenciones diferentes según qué regiones; sin embargo, los resultados serían, poco más o menos, los mismos en todas partes: prácticamente nulos.

En el ámbito de la propaganda, la provisión de elementos culturales para las tropas, la guerra psicológica en el plano militar y la presentación propagandística de la imagen alemana que se ofrecía al mundo, eran cuestiones que los jefes militares querían tener bajo su potestad. Todas esas tareas eran responsabilidad de un departamento especializado del OKW y de compañías de propaganda, creadas antes de la guerra, que estarían después en continuo crecimiento. Estas compañías se encargaron, tras el comienzo del conflicto, de informar desde el frente y de realizar trabajos contra las fuerzas enemigas empleando pasquines, altavoces, carteles etc., esto último de acuerdo con las agencias civiles de propaganda. Como no podía ser menos en un régimen con una organización enrevesada y caótica, pronto surgieron fuertes rivalidades y disputas entre las diferentes agencias de propaganda civiles y militares en los distintos territorios, amén de las interferencias que llegaban desde diferentes ministerios en Berlín.

El objetivo de la propaganda alemana fue la supresión y dominio cultural de las naciones ocupadas y la creación de un estado de cosas que asegurara la influencia alemana tras la guerra. No se trataba sólo de alcanzar el dominio militar y económico, sino también del establecimiento de una hegemonía cultural duradera. Para ello, el uso de la propaganda -considerada como la intrusión de la visión del mundo nacionalsocialista o de una actitud germanófila en los medios de difusión prensa, radio y cine- necesitaba además de una intervención directa por parte de las autoridades en la vida cultural e intelectual de las naciones ocupadas (siguiendo los pasos de la “nivelación” (Gleichschaltung) ya acometida en Alemania), lo que incluía el retiro de los docentes no dispuestos a bailar al son de la banda nazi y el adoctrinamiento de los sumisos o simpatizantes, la revisión de los temarios escolares y universitarios, la aplicación de la censura y la purga parcial o total de los libros presentes en las bibliotecas, tiendas y editoriales.

Sin pretender hacer un análisis exhaustivo, a continuación veremos algunos aspectos generales de la propaganda e intrusión cultural alemana en los diferentes países y regiones englobadas en la esfera de poder nacionalsocialista, cosa que nos ayudará a acercarnos de modestamente a tan amplio tema.
Última edición por Eckart el Lun Nov 12, 2007 5:27 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Eckart » Vie Jun 15, 2007 1:12 am

1. El este

El objetivo en los “territorios coloniales” del Gobierno General, Bohemia y Moravia, Ucrania y el Comisariado del Reich Ostland consistía en la gradual -pero total- eliminación de las estructuras sociopolíticas y culturales autóctonas para su sustitución por un severo régimen de retroceso cultural y el desarrollo de la pretendida germanización a medio plazo, principalmente en los territorios de Polonia, Ucrania y Rusia.

1.1 Protectorado de Bohemia y Moravia

Los sudetes chechos fueron incorporados al Reich en octubre de 1938. En marzo de 1939, Checoslovaquia cedía ante Alemania y las regiones de Bohemia y Moravia quedaron a disposición de Hitler como futuro territorio colonial. Estas regiones fueron las primeras en sufrir los mecanismos de germanización que debían conducir finalmente a la hegemonía cultural alemana en Europa.

Como “protectores” de la región, las fuerzas ocupantes actuaron con cierta contención hasta que empezó la guerra. Una vez comenzada, su supervisión se intensificó.

La Universidad alemana de Praga y las Universidades checas en Brno y Praga fueron tomadas por la administración de educación del Reich. Pusieron en funcionamiento a partir de entonces el sistema de educación alemán, emplearon profesorado desde Alemania y redujeron el número de escuelas checas. La alemana fue declarada segunda lengua oficial. Desde el verano de 1939, la correspondencia con las autoridades ocupantes tenía que ser únicamente en alemán. El conocimiento de ambas lenguas se convertía progresivamente en obligatorio en la vida pública, recibiendo el alemán preferencia, mientras que los funcionarios checos tenían que demostrar un conocimiento adecuado de esa lengua. Hitler quería reducir el checo a la categoría de dialecto en los siguientes 20 años.

El objetivo último era la “desnacionalización de los checos, combinada con el aislamiento de su anteriores líderes y su intelligentsia” (1). La vida política y cultural de la nación tenía que ser ahogada y los jóvenes tenían que ir a Alemania para cursar estudios superiores, aunque en el verano de 1941 no más de 33 checos los hicieron. Los profesores de Historia tuvieron que atender cursos en el Reich y la enseñanza del alemán fue ampliamente expandida.

La agencia de prensa checa CTK fue persuadida de dejar de difundir informes provinentes de agencias no alemanas. En otoño de 1941, las emisoras de radio todavía no estaban en poder de los alemanes fueron asignadas a la Corporación de Emisoras del Reich.

Desde Alemania se emitían un par de publicaciones periódicas, Der neue Tag y Unser Wehrmacht im Protektorat, que eran la correa de transmisión de la voz del poder ocupante. No faltaron los periodistas colaboradores y la gran ayuda prestada por el entonces coronel y futuro ministro de Educación y Propaganda Emanuel Moravec*, cuyos libros proalemanes, artículos periodísticos e intervenciones en la radio fueron altamente difundidos. Moravec, desde su posición, también se encargó de facilitar informes confidenciales a las fuerzas ocupantes.

A modo de experimento, se mostró a los checos los beneficios y ventajas que la “protección” alemana les había traído y lo que, comparando con otros países, se habían ahorrado.

1.2 Gobierno General

La Polonia ocupada en 1939 fue dividida en cinco regiones principales, cuarto de las cuales –las llamadas “nuevos territorios alemanes del este”- fueron anexionadas al Reich: Posen (en enero de 1941 llamada Wartheland), Danzig-Prusia Oriental, la Alta Silesia del este y la Prusia sureste. La cuarta y más grande región sería denominada Gobierno General. Tras el inicio de la Operación Barbarroja, un nuevo distrito en la antigua Polonia sería dibujado en el mapa y puesto bajo administración civil alemana, Bialystok, territorio fronterizo con Lituania, Prusia y el Gobierno General.

La región del Gobierno General fue puesto bajo el control del Gauleiter Hans Frank, con el cargo de Gobernador General. Todo lo que éste quería ofrecer a los polacos en el territorio por él administrado era una buena dosis de filmes presentando la grandeza de Alemania y boletines de noticias sirviéndose de altavoces por las calles (la posesión de aparatos de radio estuvo al principio permitida sólo a los alemanes y a las minorías favorecidas), y también unos pocos periódicos de mala calidad. Ese era el principio del camino hacia la disolución de la identidad polaca, mediante el estancamiento cultural forzoso y la simultánea implantación de la cultura alemana. Tras 1940, la política para con los polacos se tornó un poco más conciliadora y la situación en el sector de los medios mejoró. A mediados de 1942 había 9 diarios en lengua polaca y 30 publicaciones periódicas (con una circulación total de 700.00 ejemplares), una relativamente extensa prensa ucraniana e incluso para los judíos una Gazeta Zydowska, publicada tres veces a la semana en Cracovia.

En cuanto a la educación y la cultura, Frank no deseaba para los polacos más que cierto aprendizaje en conocimientos prácticos. Se despidió a los profesores “indeseables” y se consideró suficiente la continuidad de escuelas primarias y profesionales y de algunas escuelas técnicas. La enseñanza se vio entorpecida por la ocupación de numerosas instalaciones por parte de la Wehrmacht. Las universidades y escuelas superiores, así como la Academia de Ciencias y los museos, quedaron cerradas. A los estudiantes de medicina y de otras disciplinas especializadas que estaban a punto de acabar sus estudios, se les dio la oportunidad de examinarse.

Frank pronto se dio cuenta de que no podría hacer nada sin la cooperación de la población, por lo que una política de acercamiento se hizo aconsejable. A partir de 1940 se les permitió a los polacos una limitada vida cultural y el aprendizaje avanzado en disciplinas médicas y tecnológicas. Con la población de etnia ucraniana, el Gobernador General fue más flexible. Permitió escuelas superiores y pensó hasta en conceder una universidad. La intención táctica tras este hecho era la de intentar ganarse a los ucranianos e incitarlos contra la mayoría polaca.

La lengua oficial en el Gobierno General era el alemán. El polaco y el ucraniano (este en Galitzia) estaban permitidos. Destaca el hecho de que los decretos alemanes eran traducidos al ucraniano.


1.3 Rusia y los Comisariados del Reich Ostland y Ucrania

Los países bálticos y Bielorusia quedaron englobados en el denominado Comisariado del Reich Ostland, Ucrania fue constituida también en Comisariado del Reich y las tierras que fueron conquistándose en Rusia fueron puestas provisionalmente bajo administración militar.

En los territorios ocupados del este, la propaganda contra el Ejército Rojo y Moscú fue muy intensa, primando el uso de panfletos –más de 100 millones durante los primeros meses-, el uso de la radio y camionetas con altavoces. Los noticiarios alemanes semanales doblados al ruso y los filmes fueron considerados la “mejor arma de propaganda”. Para hacer la tarea propagandística de Moscú más difícil, los aparatos de radio fuero confiscado en Rusia y la propaganda alemana fue difundida mediante altavoces por las calles.

Respecto al Comisariado de Ucrania, las opiniones dentro de la jefatura nazi diferían. Hitler pensaba en dar a aquellas gentes sólo un mínimo de educación (leer y escribir). Erich Koch, el Comisario del Reich para Ucrania, consideraba la enseñanza del alemán como no desebale; a los ucranianos había que garantizarles sólo “su cultura, lengua, escuelas e Iglesia”, lo que implicaba el mantenimiento de las escuelas primarias y algunas secundarias. Los centros de educación superior todavía existentes fueron clausurados en enero de 1942 y la idea de Alfred Rosenberg de establecer una universidad sería abandonada por la insistente negativa de Hitler.

El trato para con los habitantes del Comisariado Ostland fue más beneficioso, incluyendo a los bielorrusos, pero excluyendo a los polacos lituanos. Sus necesidades y peculiaridades culturales recibieron mayor consideración, aunque esto se combinaba con la supresión de cualquier aspiración nacional y el alineamiento de los países bálticos con el Reich. Una vez depurados, los museos y bibliotecas pudieron abrir de nuevo. Se imprimió un diario alemán: el Deutsche Zeitung im Ostland. Los estudios superiores estuvieron limitados, al principio, a materias prácticas –medicina, agricultura, ciencia y tecnología-. Los estudiantes de otras disciplinas pudieron hacer sus exámenes finales. El plan a largo plazo era transferir las universidades a manos alemanas y, de igual modo, suprimir progresivamente la lengua rusa y sustituirla por el alemán. Se oficializó su uso y el empleo de las lenguas locales sólo estuvo permitido en la correspondencia entre las autoridades nativas.

Las estaciones de radio de los dos Comisariados estuvieron bajo control del Ministro para los Territorios Ocupados del Este. La literatura judía y la comunista fueron retiradas de las librerías y el “arte degenerado” lo fue de los museos. Se suprimió incluso la interpretación de música rusa. Como contrapartida, el poder ocupante facilitó clases de alemán y trató de asegurar el suministro de libros e, incluso, música alemanes.

1.4 Los Balcanes

Yugoslavia (que al principio no era un objetivo para Hitler, sólo ciertas circunstancias políticas motivaron su invasión), fue descuartizada en abril de 1941 y repartida a cuatro bandas. Hungría, Bulgaria e Italia se apoderaron de determinados territorios del antiguo país a la vez que se establecía el estado de Croacia. El Reich se anexionó pequeñas tierras del norte con población germana y tomó bajo control administrativo la región de Serbia.

La propaganda alemana se dirigió por separado a los diferentes grupos étnicos. Los croatas y los griegos recibieron el favor oficial (“No tenemos nada contra vosotros” [2]), los eslovenos fueron reafirmados en sus resentimientos antiserbios y la población serbia fue tomada como la única cabeza de turco.

El nuevo estado de Croacia no fue considerado territorio ocupado, simplemente Italia y Alemania dividieron el país en dos áreas de interés, aunque poco a poco Croacia se convirtió en un protectorado italiano.

En Serbia, el modesto objetivo de la propaganda alemana y del “cuidado cultural” fue mantener a la población “capaz y deseosa de trabajar” (3), es decir, educarlos para la colaboración. Además, la influencia en la vida intelectual tenía que establecerse permanentemente: para el departamento de propaganda de Belgrado, esta era un disputado centro de “aspiraciones culturales y energía” que era importante mantener para el futuro. Los libros de texto fueron revisados y un instituto de investigación alemán ayudó al ministerio serbio de educación a difundir la enseñanza del alemán en las escuelas.

El Ministro de Exteriores alemán, Ribbentrop, se apresuró a tomar el control de las emisoras de Belgrado y Semlin, adelantándose así a su ministro rival Goebbels. La emisora de Semlin –emisora que el gobierno croata tenía permitido utilizar- fue empleada principalmente para lanzar propaganda contra el este, y la de Belgrado para emitir programación para los soldados de la Wehrmacht. Con la intención de orientar lo que se debía publicar en la prensa, el departamento de propaganda alemán puso en funcionamiento el Belgrader Schnelldienst (Servicio rápido [de noticias] de Belgrado). También se lanzó un periódico alemán que recibió el nombre de Belgrader Zeitung, aunque este fue reemplazado al cabo de un mes por el Donau Zeitung.

A pesar de una considerable disposición de medios financieros y un número suficiente de colaboradores nativos, el efecto de la propaganda alemana, como las autoridades ocupantes bien observaron, fue leve. Los alemanes eran de por sí impopulares, la credibilidad de su política de información era cuestionada y por ello cualquier fuente de noticias retenida o reactivada tras la ocupación se convertía en sospechosa. Los noticiarios semanales alemanes eran, cada vez más, boicoteados, con la audiencia ausentándose de las salas hasta el inicio de la representación principal.

Un informe del comando militar alemán en Serbia para el periodo 31 de agosto – 30 de septiembre de 1941 consideraba que:

[El carácter nacional serbio, con su mezcla de obstinación, romanticismo incomprendido, solidaridad familiar, nepotismo y corrupción, es algo tan único que el poderoso colorido emocional de sus pensamientos y acciones no puede ser alcanzado por los métodos de la propaganda (enlightenment)]

Sólo el propio personal de propaganda todavía creyó, durante un tiempo, en el éxito de sus esfuerzos.

_____________________________________________________________

* Emmanuel Moravec sería nombrado Ministro de Educación y Propaganda por R. Heydrich a principios de 1942. En los países donde los asuntos culturales quedaron en manos de autoridades nativas, el poder ocupante se encargó de controlar el personal de esos ministerios y oficinas.

(1). Germany and the Second World War. Volume 5: Organization and Mobilization of the German Sphere of Power. Part I: Wartime Administration, Economy, and Manpower Resources, 1939-1941. Clarendon Press-Oxford, 2000. Informe del representante del Ministro de Exteriores con el Protector del Reich en Bohemia y Moravia para el Ministro de Exteriores, 19 de agosto de 1940.

[2]. Íbid. Directriz del OKW para la propaganda activa, 8 de abril de 1941.

(3). Íbid. Comando Militar en Serbia/Sección de Propaganada “S”. Informe de situación y actividad para el periodo 1-25 de mayo de 1941.
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Mensaje por Eckart » Vie Jun 15, 2007 1:18 am

2. El norte

El trato que los estados ocupados del norte -Dinamarca y Noruega- y sus ciudadanos recibieron, excepto los judíos, no fue nada comparable al sufrido por los pueblos del este.

2.1 Dinamarca

Dada su rápida rendición ante el ultimátum de Hitler en abril de 1940, la relación entre las autoridades danesas y las alemanas no pudo ser más llevadera. El rey, el gabinete y el parlamento pudieron seguir desempeñando sus funciones con normalidad. Hitler designó un plenipotenciario para Dinamarca, el cual respondía directamente ante el Ministro de Exteriores Ribbentrop. Tanto las relaciones entre los dos países como la influencia y supervisión alemana se desarrollaron por los cauces diplomáticos. De semejante estatus se beneficiaron ambos países: los daneses no sufrieron una ocupación y sometimiento en toda regla y los alemanes podía presentar a Dinamarca a ojos del mundo como un ejemplo de “protectorado modelo”, que contrarrestaba ante los países neutrales la sensación de que el trato recibido por Polonia era la consecuencia lógica de la ocupación alemana.

En Dinamarca, los alemanes trataron de que la prensa y la radio no fueran rechazadas inmediatamente como propaganda alemana. Aunque de entrada sólo la información militar estuvo sometida a censura, los daneses no pudieron evitar una progresiva influencia nazi en sus medios de comunicación. Cada vez con más frecuencia, la embajada alemana se ponía en contacto con las redacciones de los periódicos para sugerir en qué noticias había que poner el acento y orientar sobre la nomenclatura oficial.

Como era natural, tras su subyugación militar y económica, la gente deseaba al menos mantener su independencia cultural. Ni el nacionalsocialismo ni el carácter alemán, fueron lo suficéntemente atractivos para ganar muchas simpatías para el poder ocupante, salvo de parte de pequeños grupos de descontentos y arribistas.

En 1943, cuando la derrota del Eje ya era una posibilidad evidente, una serie de protestas y huelgas civiles pusieron en jaque al gobierno noruego, el cual se negó a aceptar una serie de exigencias de parte de Ribbentrop. Entonces el gobierno fue disuelto, se puso al rey bajo custodia, se desarmó al ejército y la armada y se impuso la ley marcial. Desde noviembre de 1943 el país estuvo gobernado por hombres de Hitler y Himmler y comenzó a derivar hacia un estado policial.

2.2 Noruega

La invasión alemana comenzada en abril de 1940 propició la huida del rey fuera del país. Joseph Tervoben, un nazi alemán, fue nombrado Comisario del Reich para Noruega y tomó las riendas de la administración, sobre la que tenía amplios poderes para reformar el gobierno y hasta para gobernar por decreto, aunque no los tenía en el ámbito militar. Durante ese primer verano emprendió una importante reforma en el gobierno noruego y en septiembre estableció un nuevo parlamento con ministros proalemanes.

En Noruega, las emisoras de radio no fueron tomadas y los alemanes se conformaron con una determinada cuota de emisiones para las unidades de la Wehrmacht estacionadas en el país. Por otra parte y en general, las autoridades alemanes se encontraron con una gran falta de comprensión para con el Nacional Socialismo y la “comunidad social del pueblo”.

En enero de 1942, Tervoben nombró Ministro Presidente a Vidkun Quisling, el líder fascista noruego, confiando en que la presencia de un nativo en semejante puesto (que no dejaba de ser testimonial a pesar de ser envestido teóricamente con todos los poderes que antes tenían el rey, el gobierno y el parlamento) sería favorable para mejorar las relaciones del nacionalsocialismo con los ciudadanos. Quisling se autodenominó Fuhrer tras su nombramiento, palabra que Goebbels prohibió que se publicara en Alemania cuando se hablase de él. Unos días más tarde, el propio Quisling afirmó públicamente que ostentaba todo el poder en Noruega, a pesar de tener por encima de sí a Tervoben. Goebbels entonces ordenó a la prensa alemana hacer hincapié en las palabras del noruego para dar la imagen –la falsa imagen- al mundo de una Noruega con alta independencia (4).

El de Quisling no pasó de ser un gobierno títere bajo supervisión del Comisario del Reich, pero tuvo tiempo de crear un grupo juvenil del tipo de la Hitlerjugend y decretar su obligatoriedad para todos los jóvenes entre 10 y 18 años. También decretó que todos los profesores se unieran al Frente de Profesores de su partido, el Nasjonal Samling, recibiendo el rechazo como respuesta general. Quisling se ganó una impopularidad grandísima entre los noruegos.

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(4) Diario. Joseph Goebbels. Plaza & Janés Editores, 1960.
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Mensaje por David L » Lun Jun 08, 2009 4:13 am

Muy interesante post Eckart. Hay tanto por leer en el foro que aunque sea con retraso siempre se puede aportar algo al mismo.

Está claro que ni los propios dirigentes del Tercer Reich confiaban en encontrarse en la situación de la que disponían en 1941, al menos no de una manera tan rápida como la lograda hasta ese momento. Todo fue bastante improvisado, se trabajaba sobre la marcha y, además, siempre teniendo en cuenta las luchas de poder interno que todo gran imperio siempre ha padecido. El Tercer Reich no fue una excepción. Yo me imagino que pasar a dirigir, burocráticamente hablando, una extensión de terreno que comenzaba en el Atlántico y llegaba hasta el Caucaso, todo esto en menos de 2 años, debió ser tarea más que difícil para los jerarcas del Reich. Eso no quiere decir que no se plantearan decididamente cómo afrontar tal reto, el problema residía en cómo hacerlo de una manera que pudiera ser viable desde la capital de Alemania, Berlín. Hitler, una persona sumamente individualista y poco amigo de papeleos y de burócratas, fue uno de los responsables, sino el que más, de que la descoordinación y la duplicación administrativa de Alemania fuera una carga a la hora de manejar este enorme trasatlántico que se había convertido el Tercer Reich. El nombramiento de gauletiers sin excesiva preparación y con el único, en algunos casos, bagaje de ser hombres de partido fieles a Hitler, hizo que estos sólo tuvieran que dar cuenta sobre sus actos al propio Fuhrer, saltándose por encima a cualquier organismo central, llamase ministerio de AAEE o de Interior por poner algún ejemplo, a la hora de dar forma legal a su política “quasi ducal”. En definitiva, estos hombres se comportaban como virreyes sin más autoridad que la suya propia. Por supuesto, estos casos se dieron sobre todo en las zonas del Esté, lugares en donde la administración alemana estaba omnipresente.

Otra cosa muy distinta era como actuar en la Europa occidental. Aquí se dilucidaba una doble cuestión entre los administradores alemanes: mano dura o colaboración. Para unos era indispensable, caso de Francia, utilizar unas formas de gobierno basadas en emplear, sin destruir la organización administrativa nativa, la colaboración más directa con el gobierno de turno, aprovechando y fomentando que éste trabajara en la dirección alemana, sin verse atrapado en una vigilancia excesiva que pudiera alterar esa colaboración que debía funcionar siempre en dirección favorable hacia los intereses alemanes. Para otros, el tema no era la contemplación, sino la imposición de medidas que obligaran y minimizaran el sentimiento nacional del país ocupado. Había que trabajar en dirección del Fuhrer evitando todo nacionalismo, o al menos, cualquier intención de “contradecir” el poder omnipresente de Alemania.

Los Imperios que se han mantenido a lo largo de años o siglos se han mantenido a veces bajo el poder coercitivo de las armas, pero es una equivocación, al menos eso pienso yo, intentar mantener o querer explotar ese mismo imperio atropellando desmedidamente a sus habitantes hasta límites insoportables para éstos. Hitler apostó por la represión salvaje de todo lo que no cuadrara en su concepto de germanización del mundo.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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