Minado de Nápoles
Publicado: Lun Mar 24, 2008 12:33 am
Minado de Nápoles
Con el desembarco de los aliados, en Nápoles, las tropas alemanas se vieron obligadas a replegarse, no sin antes sembrar de explosivos retardados, algunos edificios emblemáticos en algunas zonas.
Varios días antes de que los alemanes abandonaran Nápoles el coronel Scholl, oficial al mando de la guarnición de Nápoles, da ordenes de evacuar a la población civil de una zona de unos 300 metros desde el paseo marítimo hacía el interior.
Los alemanes habían hecho creer a los napolitanos, que se esperaba un bombardeo naval seguido de un desembarco de los aliados de la ciudad. El verdadero motivo fue despejar la zona para poder minarla en secreto.
Los explosivos eran de acción retardada armados por centenares de minas enterradas en los sotanos y bajos de los principales edificios del paseo marítimo.
Norman Lewis en sus memorias Nápoles 1944, narra una de las explosiones:
Doble una curva y me encontre con una escena apocalíptica: una serie de edificios, entre ellos un banco, habían quedado pulerizados por una explosión terrible, que evidentemente acababa de producirse. Se veían cadáveres tirados por toda la calle, pero entre ellos, aquí y allá, se erguían los vivos tan inmóviles como estatuas, todos cubirtos de una gruesa capa de polvo blanco. Lo más impresionante de la escena, lo que hacía que se gravara en la mente y en la imaginación era la quietud y el silencio absoluto. El polvo caía del cielo como una levísima nevada. Vi a una mujer junto a un carro tirado por dos mulas, tan inmóvil como la esposa de Lot convertida en estatua de sal. Uno de los animales yacía como muerto, el otro permanecía tranquilamente a su lado sin mover ni una oreja. Muy cerca había dos hombres en la posición de los cadáveres sorprendidos por las cenizas de Pompeya y un tercero que seguramente los acompañaba, estaba de pie y se tambaleaba levísimamente, con los ojos cerrados.
Con el desembarco de los aliados, en Nápoles, las tropas alemanas se vieron obligadas a replegarse, no sin antes sembrar de explosivos retardados, algunos edificios emblemáticos en algunas zonas.
Varios días antes de que los alemanes abandonaran Nápoles el coronel Scholl, oficial al mando de la guarnición de Nápoles, da ordenes de evacuar a la población civil de una zona de unos 300 metros desde el paseo marítimo hacía el interior.
Los alemanes habían hecho creer a los napolitanos, que se esperaba un bombardeo naval seguido de un desembarco de los aliados de la ciudad. El verdadero motivo fue despejar la zona para poder minarla en secreto.
Los explosivos eran de acción retardada armados por centenares de minas enterradas en los sotanos y bajos de los principales edificios del paseo marítimo.
Norman Lewis en sus memorias Nápoles 1944, narra una de las explosiones:
Doble una curva y me encontre con una escena apocalíptica: una serie de edificios, entre ellos un banco, habían quedado pulerizados por una explosión terrible, que evidentemente acababa de producirse. Se veían cadáveres tirados por toda la calle, pero entre ellos, aquí y allá, se erguían los vivos tan inmóviles como estatuas, todos cubirtos de una gruesa capa de polvo blanco. Lo más impresionante de la escena, lo que hacía que se gravara en la mente y en la imaginación era la quietud y el silencio absoluto. El polvo caía del cielo como una levísima nevada. Vi a una mujer junto a un carro tirado por dos mulas, tan inmóvil como la esposa de Lot convertida en estatua de sal. Uno de los animales yacía como muerto, el otro permanecía tranquilamente a su lado sin mover ni una oreja. Muy cerca había dos hombres en la posición de los cadáveres sorprendidos por las cenizas de Pompeya y un tercero que seguramente los acompañaba, estaba de pie y se tambaleaba levísimamente, con los ojos cerrados.