Hola a todos;
Permítanme intervenir con algunos datos que leí en la revista Infantery Journal y que fué comentado por el Teniente Coronel Paul W. Thompson del ejército de los Estados Unidos, creo que iría bien aqui, de no ser así que la Administración disponga. (pense incluirlo en Tecnología)
Aunque creo que es tan sólo un pequeño resumen ordenado de la maravillosa exposicion de JL.
Thompson perteneció al cuerpo de ingenieros del Ejército de de los Estados Unidos, se graduó en la academia Militar de West Point en 1929 y luego obtuvo otros grados en las Universidades de Iowa y Tulane. En 1935 fué a hacer estudios complementarios en Alemania, becado por la Sociedad Norteamericana de Ingenieros. En 1937 y 1938 sirvió en el Cuerpo de Ingenieros del ejército alemán como observador comisionado por los Estados Unidos. Autor de Modern Battle, What the Citizen Should Know about the Army Engineer, y Engineers in Battle, obras publicadas en 1942 por primera vez. Las primeras dos obras publicadas por WW Norton y la tercera por la Military Service Publishing Company.
Entre los peritos militares era opinión arraigada que las fortificaciones de Eben Emael, clave de la línea belga de defensa, no podían tomarse por asalto. Podrían sitiarse y rendirse por hambre; pero ¿tomarlas en un trance de armas? ¡Imposible! Y sin embargo, menos de 36 horas después que los alemanes cruzaron la frontera belga, los 1400 soldados y oficiales que guarnecían esas fortificaciones salieron de sus reparos subterráneos y se entregaron.
Todo el mundo se quedó pasmado. La gente principió ya a pedir explicaciones del casi increíble suceso. No faltó quien publicara en los periódicos, como cosa ya establecida y comprobada, el cuento de un nuevo gas que había paralizado por completo a los defensores. Por doquiera pululaban las conjeturas y "teorías", y se enriqueció la lista de "invenciones secretas" de Hitler con un centenar de ellas, más o menos fantásticas. Pero los militares serios, que no se contentasn con suposiciones, se empeñaron en descubrir lo que en realidad había pasado, y al fin lo averiguaron.
Hagamos primero una breve descripción de las fortificaciones;
Se hallaban en una meseta desde la cual se dominaban todas las vías de acceso al río Mosa y al Canal de Alberto. Eran de los más moderno en construcciones militares. Se componían de 20 fuertes que ocupaban una superficie como de dos kilómetros y medio cuadrados. Estos fuertes, construídos de planchas de acero y de hormigón armado, estaban empotrados profundamente en la roca del suelo y se comunicaban entre sí por medio de galerías subterráneas. Cada uno tenía cañones de gran calibre para batir de lejos, y ametralladoras para el combate a corta distancia. Cada fuerte en particular, y el conjunto de fortificaciones, estaban defendidos por alambradas fuertes y tupidas e hileras de minas o bombas subterraneas.
Bélgica podía sentirse segura, protegida pòr aquellas defensas formidables. Pero los alemanes habían estado perfeccionando de continuo una nueva clase de unidades de ataque, fuertemente equipadas, que habían ideado a fines de la primera guerra mundial, los batallones asalto (
Stuermbataillonen-Boehm) Conocían todos los detalles topográficos de Eben Emael, y es probable que hasta hayan hecho un simulacro de embestimiento en alguna reproducción de tamaño natural de Eben Emael.
Al amanecer del 10 de Mayo de 1940, el poderoso rodillo alemán, sin aviso ni señal previa, cruzó las indefensas fronteras de los Países Bajos. Largas columnas de tanques rodaban amenazantes por los caminos de Luxemburgo hacia Sedán. Paracaidistas alemanes aterrizaban en Rotterdam. la infantería inundaba las carreteras. Los aeroplanos oscurecían el cielo. Por dondequiera se veía la actividad febril de los alemanes.
Un batallón mecanizado especial, al cual, aunque no era más que una hebra de la inmensa red, se le abría paso, dándole la preferencia, en todas las vías que conducían a la confluencia del Mosa y el Canal Alberto en Maestricht (la puerta falsa de Ebden Emael). Era un batallón de ingenieros, llamdos ingenieros de demolición, y estaba singularmente reforzado, pues lo acompañaban una compañía de infantería, una batería de cañones antiaéreos de 20 mm y un destacamento de especialistas en agresivos químicos.
Esta miscelánea formaba en realidad un instrumento de combate perfectamente integrado: los ingenieros demoledores, hábiles en el manejo del desvastador TNT, volaban primero los obstáculos; seguía la infantería, presta a avanzar y ocupar y conservar las posiciones enemigas; venían luego los cañones antitanques y antiaéreos, con su perfecta puntería y su potencia de perforación; y por último, los soldados especialmente instruídos para ser fabricantes de humo y de llamas.
Al anochecer del 10 de Mayo, el cuerpo de demoledores llegó al pie de la meseta donde se alzaban las fortificaciones de EE. Los aviones de bombardeo en picado las habían estado batiendo desde la mañana. A las 12 del medio día, una escuadrilla de aviones de transporte había dejado caer como 50 paraaidistas, que se parapetaron en los embudos abiertos por las bombas y se pusieron al habla con el batallón de asalto por medio de la radio.
Esa noche los belgas se sentían ya un poco desconcertados, mas de ningún modo desalentados. Las fortificaciones se habían construído precisamente para resistir ataques de esa clase, y el daño que habían sufrido era insignificante. Todo lo que había hecho el bombardeo había sido volar algunos obstáculos, hacer estallar muchas minas colocadas cerca de la superficie y llenar el terreno de hoyos.
El 11 de Mayo, al rayar el día, los ingenieros alemanes principiaron a avanzar cuesta arriba. La operación era difícil y muy arriesgada. Los cañones belgas vomitaban fuego sin cesar. A no mediar una circunstancia, hubiesen tenido que perecer todos los asaltantes apenas hubieran puesto el pie en la meseta fortificada. Y era que el bombardeo del día anterior, aunque no había causado daño a las fortificaciones, había dejado el suelo cubierto de hoyos relativamente profundos y grandes. Los alemanes se refugiaron en ellos, y esto los salvó.
Luego principio la operación decisiva de todo el plan: el asalto. Lo primero que había que hacer era ayudar a los ingenieros a llegar a ciertos fuertes, ya escogidos. Para protegerlos en su avance, los cañones antitanques y antiaéreos rompieron el fuego a quemarropa contra las aspilleras de los fuertes para dejar "ciego" a EE. Las unidades de químicos se encargaron de tapar la vista de los fuertes adyacentes con nubes de humo. La infantería, disparando con rifles y ametralladoras sobre las aspilleras, estaba constantemente lista para avanzar y consolidar las posiciones que los ingenieros ganaran.
El peligro era para los asaltantes sin duda muy grave, y la empresa sumamente arriesgada. Los ingenieros avanzando a saltos y a gatas de hoyo en hoyo, tuvieron muchas bajas. Estos hombres semejaban arsenales ambulantes. De las botas y por entre los botones de la chaqueta les asomaban granadas de palo. De la nuca llevaban colgada una bolsa de cañamazo con tres kilos de TNT.
Cada uno llevaba una carabina o un fusil-ametralladora. Muchos de ellos arrastraban tablas angostas de casi cinco metros de largo en los cuales iban asegurados varios bloques de TNT; otros llevaban unos cucharones de madera con largos mangos, como varas, para colocar explosivos, y otros arrastraban lanzallamas.
Las tablas cargadas con TNT se empleaban como en la primera guerra mundial para abrir brecha en las alambradas. Cada una abría una brecha como de seis metros de ancho y además destruía las minas que hubiese en las cercanías.
De una y otra parte, los cañones se disparaban con tanta rapidez como podían cargarse. De cuando en cuando se oía una detonación más estruendosa que las otras, pues era uno de los ingenieros con su bolsa de TNT que había volado por los aires, pero los demás seguían adelante hasta que al fin llegaban al pie de las fortificaciones. Allí estaban relativamente seguros; pues el límite próximo del sector de fuegos de una fortaleza principia a cierta distancia de la misma.
Queda siempre una pequeña zona adyacente a la que sus piezas no pueden batir. Les es imposible hacer blanco en objetos o lugares situados por debajo del nivel de sus bocas.
Tras estas operaciones preliminares comenzó la acción principal. Los lanzallamas asestaron sus chorros de fuego a las aspilleras. los ingenieros prepararon sus bloques de TNT y empezaron la demolición sistemática de las partes más vulnerables: aspilleras, troneras, torrecillas, juntas, puertas. Donde podían, colocaban el explosivo con la mano, graduaban la espoleta, y se emparaban detrás de algún contrafuerte o en uno de los hoyos. En otros casos se valían de una espoleta de acción más rápida y lanzaban el explosivo a las aspilleras, como granadas de mano, o colocaban donde fuere con los cucharones de mango largo que describí antes.
En las primeras horas del 11 de Mayo, la fortaleza de EE se entregó. La había vencido no una nueva arma desconocida, sino un arma vieja esgrimida con nueva y demoledora eficacia.
La escena fué una de las más "fogoneras" , fuego encarnizado por todos lados, humo y explosiones y el resultado final ¿Una de las operaciones más bien planeadas y ejecutadas? ¿No?
Gracias por estar