Comandantes USA de Grupo de Ejércitos en la SGM

La guerra en el oeste de Europa

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beltzo
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Comandantes USA de Grupo de Ejércitos en la SGM

Mensaje por beltzo » Lun Ene 16, 2006 10:09 pm

Los Comandantes de Grupo de Ejércitos en la Segunda Guerra Mundial:Las Congojas y los Triunfos
Coronel Cole C. Kingseed, Ejército de EE.UU

Para llevar a cabo la guerra en los teatros europeo y del Mediterráneo, el Ejército de los EE.UU. adoptó una organización singular que se basaba en el modelo británico de un grupo de ejércitos. La misión esencial del comandante del Grupo del Ejércitos consistía en coordinar las operaciones de dos o más ejércitos. El Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, el general Dwight D. Eisenhower, quien al principio manifestó su disconformidad con semejante organización, posteriormente opinó que el arreglo era necesario para coordinar las acciones de los Ejércitos aliados que habían aumentado su potencial humano y recursos logísticos a tal grado que los mencionados ejércitos excedían las capacidades de mando y control de un sólo cuartel. Si bien los cuarteles generales del Grupo de Ejércitos florecieran en Europa, no ocurría lo mismo en el Pacífico, en donde el general Douglas MacArthur prefirió mantener el control personal de las acciones de sus respectivos ejércitos.

Durante los dos últimos años de la guerra, tres oficiales estadounidenses comandaron a los grupos de ejércitos. Junto con el Mariscal Sir Bernard L. Montgomery, quien estaba al mando del 21o Grupo de Ejército, los tenientes general Omar N. Bradley y Jacob L. Devers eran los principales subalternos del general Eisenhower en las campañas en Francia y en Alemania. El tercer miembro de este ilustre trío, el teniente general Mark W. Clark, prestó servicios en Italia bajo las órdenes del Mariscal de Campo británico Sir Harold Alexander. El general Clark, quien había ganado su buen nombre, ante todo por ejercer el cargo de comandante del Quinto Ejército, sólo llegó a desempeñar el cargo de comandante del grupo de ejércitos en los últimos seis meses de la guerra en el Mediterráneo.

El más sobresaliente entre los comandantes de grupo de ejércitos fue el general Bradley, comandante del 12o Grupo del Ejércitos. Al terminar la guerra, Bradley estuvo al mando de la fuerza terrestre estadounidense más numerosa en la historia, los cuatro ejércitos sumaban un millón y medio de hombres. No obstante, 50 años después del Día de la Victoria, el veredicto respecto a los méritos del generalato que ejerció Bradley es aún materia de controversia. ¿Era Bradley el "general de los soldados," a quien Ernie Pyle descubrió en Sicilia y de quién Eisenhower manifestó que era "el más eminente" entre los comandantes de las grandes batallas de esta guerra?

O, ¿los dos biógrafos que recientemente estudiaron las hazañas de Patton son más exactos al especular que si las misiones de Bradley y de Patton hubieran sido a la inversa en la Europa del noroeste, Alemania jamás hubiera sobrevivido a la catastrófica derrota en Normandía y la guerra muy bien podría haber terminado en el otoño de 1944?
El ascenso del general Bradley a los escalafones superiores de la estructura del mando del Ejército de los EE.UU. en Europa fue por mérito. Compañero de clase de Eisenhower en la Academia Militar de West Point, Bradley no tomó parte en las acciones bélicas de la Primera Guerra Mundial. Soldado de infantería, Bradley atrajo la atención de Marshall cuando este último ejercía el cargo de subcomandante de la Escuela de Infantería en 1930. Como jefe de la sección de armamentos, Bradley causó una impresión muy favorable y fue entonces cuando su nombre fue inscrito en el famoso "libro negro" de Marshall, del cual Marshall elegió a muchos de sus comandantes para la Segunda Guerra Mundial. Una década después, Marshall, en ese entonces subjefe del estado mayor, escogió al entonces teniente coronel Bradley para que formara parte de su secretaría personal.

La estrella de Bradley continuó en ascenso cuando, en febrero de 1941, fue el primero de la promoción graduada en 1915, de la Academia Militar de West Point, que fue ascendido al rango de general de brigada. Mientras ejercía el cargo de comandante de la Escuela de Infantería del Fuerte Benning en Georgia, Bradley continuó bajo el tutelaje del general Marshall. Tras ejercer el mando de dos divisiones de infantería en rápida sucesión en los EE. UU., Bradley recibió órdenes de unirse al general Eisenhower en África del Norte.

Bradley fue enviado apresuradamente al cuartel de Eisenhower como consecuencia del desastre de Kasserine, y se convirtió en "los ojos y oídos" del general Eisenhower. Cuando el teniente general George S. Patton, Jr. tomó el mando del 2o Cuerpo de Ejército en marzo, pidió que Bradley fuera su segundo comandante. Al refinar sus conocimientos sobre el arte de la guerra bajo el asesoramiento de Patton, Bradley asumió el mando en abril, cuando Patton se alejó para preparar los planes para la invasión de Sicilia. Bajo el mando del general Bradley, el 2o Cuerpo de Ejército capturó Bizerta, y en la campaña que siguió a esta captura y que se desarrolló en Sicilia, Bradley de nuevo estuvo al mando del 2o Cuerpo de Ejército, con un exitoso desempeño. Con tales triunfos, Bradley confirmó la opinión que tenía de él Eisenhower en cuanto a que era "el líder en combate con mejores dotes de soldado". Aún más importante, Bradley confirmó lo que Eisenhower había afirmado, una gran habilidad para ejercer el liderazgo y un profundo conocimiento de lo que se necesitaba para el combate.

El general Bradley recibió el codiciado nombramiento que lo envió a Inglaterra para preparar a las tropas estadounidenses para la invasión de Normandía. Como la tarea implicaba la activación, formación y organización no sólo de un cuartel general del ejército sino también de un grupo de ejércitos, el oficial que el general Eisenhower escogiera sería el personaje más dominante en la invasión que estaba a punto de realizarse. Había muchas razones para realzar la figura del general Bradley. Este militar había demostrado que tenía el talento para manipular unidades en los encarnizados combates que se libraron en el terreno montañoso del centro de Sicilia, y jamás le había dado motivo de preocupación al general Eisenhower. La campaña confirmó que Bradley había madurado para convertirse en un jefe militar sumamente competente.

Por lo tanto a nadie le sorprendió que el general Bradley fuera el oficial a quien se le encomendó el mando del Ejército de los EE.UU. que desembarcó y asaltó las playas de "Omaha" y de "Utah" el Día D. Durante las primeras horas de la campaña, el general Bradley de nuevo demostró esa habilidad sobresaliente de líder, cualidad que lo llevó a que se le escogiera como comandante del Primer Ejército de los EE.UU. No obstante, fue en Normandía, donde Bradley fue objeto de severas críticas por la forma en que preparó la batalla. Atascado en los bosques silvestres y brezales que impidieron que su ejército utilizara las armas de mayor alcance y movilidad a su disposición, el general Bradley, audazmente concibió y ejecutó la Operación Cobra, ya bien avanzado el mes de julio. Esta operación, encabezada por el general de división Joseph L. (Lightning Joe) Collins al mando del 7o Cuerpo de Ejército, creó una oportunidad inigualable para destruir al Ejército alemán en Francia.

Habiendo roto una brecha en el frente por el avance del general Collins y con el recién activado Tercer Ejército bajo el msando del general Patton, el general Bradley, comandante del 12o Grupo de Ejércitos falló en cerrar la brecha Falaise-Argenton. Si bien Bradley más adelante aceptó responsabilidad total, al anunciar que prefería "un respaldo sólido en Argentan ante la posibilidad de romperse el cuello en Falaise", contaba con los recursos para cerrar la brecha y no lo hizo. Su error ocasionó la huida de unos 50.000 soldados alemanes y, aún más importante, un número substancioso de oficiales y cuarteles generales que se reorganizarían para combatir otro día.

¿Cómo podría haber ocurrido esto? La respuesta refleja el enfoque personal de la guerra que sostenía el general Bradley. Como soldado de infantería, Bradley tenía la tendencia de concentrarse en el combate cercano. Demostró ser más hábil para hacer planes para la formación de la cabeza de playa en Normandía y en alistar a su fuerza para irrumpir hacia Saint-Lo. Dada la fluidez del combate toda vez que se eliminaran las restricciones de movilidad, Bradley estaba fuera de su elemento. Mientras que el general Patton, con sus conocimientos como comandante de blindados, veía al combate como una serie de movimientos sobre las hojas de los mapas, Bradley veía sólo grillos. Para citar al cartaginense Amilcar Barca, cuando describió a Aníbal tras la batalla de Cannas, Bradley sabía cómo obtener una victoria, pero no sabía cómo hacer uso de ella.

En el ataque subsiguiente lanzado contra West Wall, el general Bradley de nuevo mostró su temperamento. No fue sino hasta cuando los alemanes atacaron inesperadamente en las Ardenas a mediados de diciembre, cuando volvieron a aparecer críticas sobre la manera en que Bradley respondió al ataque. En esta ocasión, le correspondió al general Eisenhower, ser el primero en darse cuenta de la gravedad y el alcance de la penetración alemana y previno al general Bradley para que enviara a dos divisiones de blindados para que reforzara a Troy H. Middleton y a su 7o Cuerpo de Ejército que a duras penas se sostenían. Por su parte, el general Bradley apreció erróneamente la intención del enemigo. Motivado personalmente por los comentarios sobre la falta de preparación del enemigo, un Bradley sobresaltado, si bien renuente, acató la decisión de Eisenhower de transferir al 1o Ejército bajo el mando del teniente general Courtney H. Hodges y al 9o Ejército bajo el mando del teniente general William H. Simpson a las órdenes del mariscal de campo Montgomery, del 21o Grupo de Ejércitos para así facilitar el mando y control de ambos sectores de las Ardenas. Bradley, quien tan sólo contaba con el 3o Ejército que mandaba el general Patton, concluyó posteriormente que su asentimiento fue uno de los más grandes errores que cometió durante la guerra. La subsiguiente eliminación del bolsón de las Ardenas que se efectuó bajo el mando de Montgomery y de Bradley sólo aumentó la frustración de Bradley, y su frustración crecía a pasos agigantados, por tener que trabajar a la par de aliados egoístas y subalternos tan difíciles.

Conocedor de la humillación que sentía Bradley como resultado de la entrega de sus ejércitos a Montgomery cuando el contraataque alemán estaba en su apogeo, a mediados de enero, el Jefe Supremo de los Ejércitos, Eisenhower, envió un cable a Marshall en el que le describía la brillante hoja de servicio de Bradley desde el momento en que se presentó al teatro de la guerra en febrero de 1943, servicio que ameritaba que se considerara a Bradley para el ascenso a general. Respecto al desastre que estuvo a punto de suceder en las Ardenas, Eisenhower acotó que la verdadera respuesta se encontraba en el liderazgo demostrado por el comandante al responder positivamente a situaciones difíciles e inesperadas. En este punto, Bradley se había conducido de manera admirable tras la primera ofensiva.

La manera en que Bradley dirigió al 12o Grupo de Ejércitos para que atravesara el río Rin, fue una acción que también mejoró su reputación. Bradley pudo reforzar rápidamente la cabeza de puente de Remagen y relevó a otro comandante de cuerpo de ejército de quien opinaba que actuó con demasiada cautela para ensanchar la cabeza de puente. Bradley actuó en forma intrépida y, a la par de Eisenhower, preparó una estrategia que al comienzo llevó a tender un cerco para destruir las fuerzas alemanas en el Rur, y desde ese lugar, lanzar la ofensiva final en dirección al Elba. Éste fue el momento culminante de la guerra en la carrera militar de Bradley.

Al terminar la guerra en Europa, Bradley fue indudablemente el comandante más destacado de Eisenhower y su subalterno más indispensable. Eisenhower solía describir a Bradley como un "líder tranquilo, no obstante, magnético; competente, capacitado, un comandante en campaña; decisivo e ingenioso; pero también, modesto." Si bien los historiadores de más adelante pondrán en tela de juicio la competencia táctica de Bradley, el general Eisenhower jamás la puso en duda. Eisenhower veía en Bradley a su asesor más confiable y a su comandante mejor capacitado. En una carta final antes que Bradley abandonara Europa para tomar el mando de su nuevo nombramiento como administrador de asuntos de los veteranos, Eisenhower envió a Bradley su agradecimiento personal por sus características de don de mando y su talento profesional, cualidades éstas que lo convirtieron en uno de los más grandes líderes y soldados de los EE.UU.

Al igual que Bradley, Mark Clark fue uno de los amigos y confidentes de Eisenhower. Salvo el general Patton, es posible que Clark haya sido el amigo más cercano de Eisenhower. La guerra sólo sirvió para fortalecer el vínculo personal y profesional que existía, sobre todo, porque Eisenhower debía gran parte de su éxito antes de la guerra, a su asociación con el oficial al que Winston Churchill más adelante le dio el sobrenombre de "El Águila Estadounidense".

Clark nació en Madison Barracks en el estado de Nueva York, el 1o de mayo de 1896. Siguió los pasos de Devers y de Bradley y asistió a la Academia Militar de West Point, donde se graduó en abril de 1917; durante la Primera Guerra Mundial, prestó servicios distinguidos en el 11o Regimiento de Infantería de la 5a División en Francia. Mientras ejercía el mando temporal de un batallón, Clark recibió heridas graves cerca de las montañas de los Vosgos; no obstante, se recuperó y se incorporó en el Cuartel General del 1o Ejército de los EE.UU. Con ese comando, tomó parte en las ofensivas de Saint-Mihiel y Mosa-Argonne, pero la fama y la gloria eludieron al joven y ambicioso oficial.

El Ejército surgido en el intervalo entre las dos guerras puso al descubierto a oficiales talentosos listos para asumir las responsabilidades del mando en tiempo de guerra. Al egresar de la Escuela Superior de Guerra del Ejército en 1937, a Clark se le presentó la oportunidad que buscaba. Fue asignado al Cuerpo de Estado Mayor con el que prestaría servicios en la 3a División de Infantería en el Fuerte Lewis en Washington. De inmediato, Clark ganó la reputación de ser uno de los más destacados instructores del Ejército. En el Fuerte Lewis, Clark también atrajo la atención de George C. Marshall, quien estaba al mando de la 5a Brigada de la División cerca de los cuarteles de Vancouver. La evaluación que hizo Clark sobre la actuación de Marshall en un ejercicio de simulación fortaleció la impresión favorable que el futuro jefe de estado mayor tenía acerca de Clark. Los ejercicios subsiguientes que organizó Clark también lograron la aprobación de Marshall, y sólo fue cuestión de tiempo antes de que Marshall, en carácter de subjefe de estado mayor, llamara a Clark a Washington.

La llamada llegó rápidamente y Clark se unió al Cuartel General del Ejército de los EE.UU., en carácter de diseñador de planes de operaciones y como el principal ayudante del general de brigada Lesley J. McNair. De igual manera que hizo con Bradley, en julio de 1941, Marshall recomendó a Clark para un ascenso inmediato a general de brigada, obviamente, se había pasado por alto el rango de coronel. En 1941, las maniobras de Texas-Louisiana justificaron la confianza que tenía Marshall en la aptitud de Clark para desempeñar cargos de alta responsabilidad. Fue también por recomendación de Clark que Marshall asignó al general de brigada Eisenhower a la División de Planes de Guerra tras el desastre de Pearl Harbor. Desde entonces, los nombres de Eisenhower y de Clark estarían irrevocablemente ligados. Más adelante cuando Marshall asignó a Eisenhower al Teatro Europeo de Operaciones del Ejército de los EE.UU., simultáneamente nombró a Clark como comandante del 2o Cuerpo de Ejército, la principal fuerza invasora que condujo la Operación Torch.

A medida que se aproximaba la fecha de la invasión de África del Norte, Clark, quien se había convertido en el Subcomandante en jefe y el principal planificador de la Operación Torch, efectuó un reconocimiento peligroso de África, con el fin de ultimar los pormenores para el desembarco que se había planeado; asimismo, le dio mucha publicidad al reconocimiento mencionado. Evidentemente, Clark había demostrado su capacidad para ejercer el mando de un ejército, no obstante, su desmedida propensión a elogiarse a sí mismo predispuso mal a muchos de sus compañeros de armas, quienes ponían en duda si el nombramiento de Clark como suplente de Eisenhower era lo más acertado.

A principios de diciembre, Marshall nombró a Clark como comandante general del 5o Ejército, el primer Ejército estadounidense que entró en acción en el Teatro Europeo. Si bien se comentó que Patton estaba contrariado en vista de este nombramiento codiciado por muchos, fue una elección lógica. Clark era, según las palabras de Eisenhower, "como ninguno en materia de instrucción, organización y elaboración de planes que jamás hubiera conocido," y el 5o Ejército era esencialmente un cuartel general de adiestramiento a principios de 1943. A pesar de sentir que su lealtad hacia sus dos amigos estaba dividida, Eisenhower respaldó con entusiasmo la decisión de Marshall.

Al aceptar el mando del 5o Ejército, Clark perdió la oportunidad de mandar al Ejército de los EE.UU. que tomaría parte en la invasión de Normandía. Empero, "es mejor pájaro en mano que cien volando" y esta circunstancia era demasiado tentadora para dejarla escapar. Al evaluar a Clark, quien tenía grandes ambiciones, Eisenhower anotó lo siguiente: "El título de comandante de un Ejército era demasiado atractivo" y Clark había "rogado y pedido" ese título "desde hace algún tiempo." El máximo biógrafo de Clark ha sostenido que si Clark hubiera aceptado trabajar como asesor norteamericano de Churchill en lugar de comandante del 5o Ejército, podría haber recibido el nombramiento más codiciado en la guerra: el mando de la fuerza de invasión estadounidense en Normandía.

En septiembre de 1943, Clark y el 5o Ejército lanzaron la Operación Avalanche, que consistió en invadir el territorio italiano. El enemigo aventajaba a la fuerza inicial de asalto de Clark, que constaba del 10o Cuerpo de Ejército Británico y el 6o Cuerpo de Ejército de los EE.UU. Una decidida resistencia alemana dejó a los estadounidenses "bastante averiados," y en el punto más álgido del combate, Clark tuvo la idea de replegar a su fuerza. Sólo la potencia de fuego estadounidense a la par de los refuerzos oportunos provistos por la 82a División de Paracaidistas bajo el mando del general de división Matthew B. Ridgway, evitó el desastre. El liderazgo demostrado por Clark a la par de su valentía fortalecieron la decisión angloamericana, y Clark fue un elemento vital en la derrota final de las fuerzas alemanas.

Durante la campaña de invierno que siguió, Clark sufrió nuevas frustraciones. No es sólo el hecho de que el comandante británico del 15o Grupo de Ejércitos haya menospreciado al 5o Ejército de Clark, pero la decisión de Hitler de defender el sur de Roma resultó en una guerra en que el terreno jugó el papel dominante en demorar el avance de los Aliados.

Nápoles cayó el 1o de octubre de 1943, pero el progreso era lento. Decidido a llegar a Roma tan pronto como le fuere posible, el Ejército de Clark se encaminó tenazmente hacia el norte en medio de una serie de líneas fuertemente defendidas.

El mes de enero de 1944 fue un mal mes para Mark Clark. Sus unidades de vanguardia avanzaban hacia el norte, pulgada por pulgada de terreno, cuando encontraron divisiones alemanas atrincheradas detrás del río Rápido. En una de las decisiones más controversiales de la campaña, Clark ordenó a la 36a División de Infantería, que estaba bajo el mando del general de división Fred L. Walker, que cruzara el río con el fin de aminorar la presión a causa de la invasión que estaba a punto de lanzar el general de división John P. Lucas en Anzio, y que estaba programada para el 22 de enero de 1944. Fue un desastre tremendo, ya que la división perdió casi 1.700 hombres. Clark aceptó un mínimo de la culpa, y dirigió su frustración contra Walker.

Al mismo tiempo, Lucas atacó a Anzio pero falló en avanzar hasta las colinas contiguas de Alban cuya captura interrumpiría severamente la línea alemana de comunicaciones y obligaría a Alemania a retirarse del sur de Italia. Lamentablemente, Clark falló en comunicar su intención a Lucas, quien a su vez falló en demostrar un liderazgo agresivo. Clark creía que el establecimiento de una cabeza de playa sería suficiente para debilitar a la línea alemana, pero se equivocó. En vez de replegarse, los alemanes contraatacaron con más vigor que en Salerno. De nuevo Clark contempló el repliegue y relevó al comandante del 6o Cuerpo de Ejército, y esta vez, designó al general de división Lucian K. Truscott Jr., quien se había distinguido en Sicilia, para que reemplazara a Lucas.

Durante varios meses, el 5o Ejército intentó unirse al abatido cuerpo de ejército de Truscott. Al mismo tiempo, Clark sufría nuevas frustraciones. Detenido durante semanas ante la abadía de los Monjes Benedictinos situada en la cima del Montecassino, las tropas de Clark sufrieron numerosas bajas cuando intentaron penetrar la línea "Gustav". Ante todo, lo que Clark necesitaba era una victoria, pero los alemanes no tenían ganas de obsequiársela. Finalmente, el 11 de mayo de 1944, el 5o Ejército, reforzado por el 8o Ejército británico, lanzó un ataque combinado con el 15o Grupo de Ejércitos. Las defensas alemanas se desplomaron, pero de nuevo Clark no logró destruir a las fuerzas alemanas. En 14 días apenas si logró avanzar 60 millas. Eventualmente, el 5o Ejército se unió a Truscott el 25 de mayo.

Con su ejército que aún se conservaba intacto, Clark no prestó atención a las instrucciones del general británico Alexander, que le ordenó cortar la carretera número 6 y destruir al Ejército alemán en retirada. Clark hizo todo lo contrario, lanzó la mayoría de sus fuerzas contra Roma con el afán de capturar a la primera capital del Eje que cayera en manos de los Aliados. En una ceremonia a la que se dio publicidad ilimitada, Clark y su 5o Ejército entraron a la capital italiana el 5 de junio. Los alemanes habían escapado con bastante tiempo de antelación, pero Clark tuvo su hora de gloria.

La captura de Roma fue el triunfo más grande de Clark, pero no el último. A finales de noviembre, cuando las fuerzas aliadas progresaban en el norte, Clark asumía el mando del 15o Grupo de Ejércitos. Al mismo tiempo, Alexander, que había sido ascendido a mariscal de campo, reemplazó al mariscal de campo Sir Henry M. Wilson como Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas del teatro de operaciones del Mediterráneo.

El ascenso de Clark, según su biógrafo, se debe en parte al resultado del aprecio y admiración que le profesaba Winston Churchill desde 1942. El 10 de marzo, Clark fue ascendido a general de cuatro estrellas.
Clark no desilusionó a Churchill. Bajo su comando, el 15o Grupo de Ejércitos reanudó su ofensiva tan pronto cesaron las lluvias de primavera y apenas llegaron los reemplazos para llenar las agotadas filas del 5o Ejército. A mediados de la primavera, Boloña y el Valle del Río Po cayeron en manos de Clark. El 2 de mayo, un día después que Clark cumplió los 49 años, embajadores plenipotenciarios alemanes en Italia firmaron los instrumentos de rendimiento incondicional. Tres días después, elementos del 5o y del 7o Ejército tomaron contacto en el Paso de Brenner cerca de Innsbruck. La guerra en el teatro del Mediterráneo había terminado. Para Clark, ésta fue su hora máxima. Un teniente coronel en 1941, quien, al terminar la guerra en el Mediterráneo era general de cuatro estrellas; y quien, después de Eisenhower, Bradley y Patton, fue el general estadounidense más conspicuo y altamente elogiado en el teatro europeo.

Si bien Clark había desempeñado una misión de líder en la victoria de los Aliados en Italia, su liderazgo siguió siendo objeto de controversias. Sus órdenes para atacar y atravesar el río Rápido, su relevo de los dos comandantes, su bombardeo contra Montecassino, y su decisión de capturar a Roma y montar un desfile de la victoria en lugar de atrapar a los alemanes que salían en estampida sembró dudas en cuanto a su genio táctico y operacional. Tampoco tuvo tanto éxito como Eisenhower en dominar el arte del mando de coalición. Además, la paranoia de Clark acerca de una conspiración británica para negarle a él y a su 5o Ejército el lugar que según Clark, le correspondía, lo marcó como uno de los comandantes de las fuerzas aliadas más cascarrabias. Empero, fue Clark quien estampó el sello imborrable de su personalidad en la campaña italiana. Según Eisenhower, el "más hábil, astuto y competente," Clark ocupaba el quinto lugar en su lista de comandantes de mayor jerarquía con más méritos.

A la inversa de Bradley y de Clark, Jacob L. Devers jamás disfrutó una relación personal muy cordial con el Comandante Supremo. No obstante, sus aportes a la victoria iban a la par de los aportes hechos por sus famosos contemporáneos. Devers nació en Nueva York, en 1887, y egresó de la Academia Militar de West Point en 1909, al mismo tiempo que George S. Patton Jr., Robert L. Eichelberger y William H. Simpson. Durante los siguientes 30 años, Devers prestó servicios en una diversidad de destinos de artillería de campaña y en el estado mayor y personal docente de la Academia Militar de West Point. De junio 1939 a julio de 1940, fue jefe de estado mayor del Departamento del Canal de Panamá. En el otoño de 1940, Devers tomó el mando en el Fuerte Bragg en Carolina del Norte, y de la 9a División de Infantería. También supervisó un intensivo programa de adiestramiento para reclutas y tropas de la Guardia Nacional, al igual que un intenso programa de construcciones debido a que el Ejército crecía en vísperas de la entrada de los EE.UU. a la guerra. Su destino más notable antes de combatir en la Segunda Guerra Mundial fue el de jefe de la fuerza de blindados en el Fuerte Knox de Kentucky, donde fue el instrumentador de la movilización y del entrenamiento de las tropas que combatieron decisivamente en África y en Europa. Bajo el liderazgo dinámico de Devers, la fuerza de blindados aumentó de cuatro a 12 divisiones de blindados en 20 meses.

En mayo de 1943, Devers, quien había sido ascendido a teniente general, asumió el mando del Teatro de Operaciones Europeo, donde representó a los EE.UU. para preparar los planes que les permitirían cruzar el canal e invadir Normandía, y supervisó la concentración del Ejército de los EE.UU. en las Islas Británicas. En tales funciones, Devers se encontró en aprietos con Eisenhower en lo referente a la ubicación de los aviones que darían apoyo a las operaciones de Eisenhower en el Mediterráneo. Cuando Bradley llegó a Inglaterra en septiembre de 1943, la presencia de Devers resultaba innecesaria. Pero daba lo mismo, porque Bradley, a quien ya se le había designado una misión prominente en la invasión que estaba por realizarse, encontró que Devers era "demasiado parlanchín, egoísta, superficial y demasiado inclinado a expresarse precipitadamente y sin fundamento". A principios de febrero, Patton hizo eco de lo que había manifestado Bradley, cuando dijo que Devers se comportaba como un arma "de calibre 22". Eisenhower demostró estar de acuerdo con tales juicios, porque prefería oficiales que se habían fogueado en el combate y no a Devers porque los primeros "estaban acostumbrados a sus puntos de vista acerca del combate", mientras que Devers aún tenía que hacer frente a los rigores del combate. Haciendo frente al mayor reto de su carrera, Eisenhower optó por escoger al personal proveniente del círculo de oficiales que combatieron en el Mediterráneo y que se habían conducido tan bien en África del Norte y en Sicilia cuando invadieron Europa del Noroeste. No fue sorpresa que Devers recibiera un nuevo destino tan pronto Eisenhower llegó al Reino Unido para asumir el mando de la Fuerzas Aliadas Expedicionarias.

Trasladado al Mediterráneo, Devers sirvió como subcomandante del mando aliado supremo del teatro de operaciones del Mediterráneo bajo las órdenes de Wilson. La responsabilidad principal de Devers consistía en planear la Operación Anvil (también conocida como operación Dragoon), y que consistía en la invasión de la región meridional de Francia. En julio de 1944, a sólo un mes de la fecha de ejecución de la operación Anvil, Eisenhower envió una carta a Marshall en la que Eisenhower manifestaba que Devers gozaba de su respaldo y que eliminara todo rumor que Marshall pudiera haber oído de que Eisenhower abrigaba cierta reserva respecto a Devers como comandante de la operación. A la vez, Eisenhower informó a su jefe que él no tenía nada personal contra Devers y que los informes positivos que había oído en el teatro de operaciones tendían a descartar esa "sensación de preocupación" que otrora abrigó con respecto a Devers.

Anvil comenzó el 15 de agosto de 1944, con el 6o Ejército de Alexander Patch que se lanzó hacia la costa, encontrando muy poca oposición. El 15 de septiembre, por un acuerdo entre Eisenhower y Wilson, las fuerzas francesa y estadounidense que habían participado en la invasión pasaron a órdenes del Cuartel Supremo de las Fuerzas Aliadas Expedicionarias (SHAEF) y se incorporaron al 6o Grupo de Ejércitos, que comenzó a realizar operaciones en esa misma fecha, bajo el mando de Devers. El mando de Devers se componía del 7o Ejército de Patch y el Primer Ejército Francés bajo el mando del general Jean-Marie de Lattre de Tassigny. En la campaña subsiguiente, Devers condujo al 6o Grupo de Ejércitos con el acostumbrado vigor; sin embargo, se encontró con una tenaz resistencia alemana en la región de la cadena montañosa de los Vosgos, a la par de una logística sobreextendida, que impidió su avance. La escasez de reemplazos de infantería también evitó que Devers cumpliera con su promesa de acabar con el enemigo al oeste del Rin. Si bien Devers llegó al Rin antes de la fecha programada, era evidente que había causado el descontento en las SHAEF. Tampoco estaba el comandante supremo contento con que los alemanes aún sostuvieran un bolsón muy profundo al oeste del Rin en la cercanía de Colmar.

Una vez que los alemanes lanzaron su ofensiva en las Ardenas el 16 de diciembre de 1994, Devers sdetuvo su propia ofensiva y relevó a Bradley al oeste del río Mosela para facilitar el ataque que lanzaba Bradley contra el sector meridional de los Bolsones. Con un frente que casi excedía a los 300 kilómetros, Devers esperó el contraataque inevitable que los que trabajaron en la Operación Ultra (descifraron y tradujeron el código alemán) habían pronosticado que sería lanzado del 1o al 3 de enero de 1945. El asalto alemán al que se le dio el nombre codificado de Nordwind, comenzó cerca de la medianoche en la víspera de Año Nuevo. Pasando por alto las recomendaciones de Eisenhower de que abandonara Estrasburgo y el territorio circundante con el fin de acortar y fortalecer su línea, Devers preparó una defensa adelantada. Fue casi el último intento para el Comandante Supremo, la gota que rebasó el vaso.

Desesperado con su comandante del 6o Grupo de Ejércitos, Eisenhower ordenó al Jefe de Estado Mayor del SHAEF, el teniente general Walter B. Smith que "llamara a Devers y le dijera que no estaba haciendo lo que se le había ordenado." Aunque Devers se detuvo y eventualmente aniquiló el ataque alemán, se ganó lo que el historiador Russel Weigley llamó la "frialdad inusual" del Comandante Supremo durante el período restante de la guerra. Parte del problema tenía que ver con el hecho que Eisenhower y sus amigos del 12o Grupo de Ejércitos jamás aceptaron a Devers como un comandante formado en el rigor del combate. Para Bradley y para sus comandantes de ejército, Devers no había "ganado sus espuelas" en combate antes de tomar el mando del grupo de ejércitos. Nada más lejos de la verdad, pero la existencia del bolsón de Colmar continuamente fue un tábano bajo la montura de Eisenhower por la cual culpó a Devers. Por consiguiente, las relaciones entre Eisenhower y Devers se deterioraron cada vez más, pero a Eisenhower, que siempre mantuvo presente que Devers era el favorito de Marshall, jamás consideró seriamente relevarlo una vez que la guerra entró en su etapa final.

Al arribar el mes de enero, el 6o Grupo de Ejércitos se hallaba de nuevo lanzando un ataque para limpiar la importante ciudad de Colmar. Teniendo a la delantera al ejército de Lattre, Devers finalmente arrasó el bolsón a un costo de 18.000 bajas. En el proceso, el grupo de ejércitos sur destruyó a siete de las ocho formaciones divisionales alemanas. No obstante la victoria, Devers se mantuvo alejado del círculo de asesores más cercanos a Eisenhower. El Comandante Supremo informó a Marshall a mediados de enero que aún no estaba dispuesto a recomendar a Devers para un ascenso a general de cuatro estrellas, aunque Devers ya desempeñaba el cargo de comandante de grupo de ejércitos.

Eisenhower acotó que el Comandante del 6o Grupo de Ejércitos no inspiraba confianza ni seguridad, cualidades que eran vitales para el triunfo continuo. Maldiciéndolo con un débil elogio, Eisenhower describió a Devers como "entusiasta, pero a menudo inexacto en sus expresiones y evaluaciones; leal y enérgico". Marshall, obviamente en desacuerdo, ascendió a Devers a general el 8 de marzo de 1945, antes de ascender a Bradley, Patton y a Clark.

El resto de la guerra añadió más brillo a la estrella de Devers. El 27 de marzo cruzó el Rin y avanzó rápidamente en dirección al sur y al sudeste. Sus órdenes especificaban que debía proteger el flanco derecho de Bradley y de avanzar para reunirse con los rusos en el Valle del Danubio.

El 6 de mayo de 1945, sus unidades de vanguardia habían capturado a Munich, llegado al Paso de Brenner y atravesado la frontera austríaca. Ese mismo día, Devers recibió la rendición incondicional del Grupo G del Ejército alemán, que se componía de todas las fuerzas alemanas en Austria—casi un millón de hombres. Entre los prisioneros se encontraba German Goring, Albert Kesselring y (Karl R.) Gerd von Rundstedt. Fue un final culminante para el "que llegó de afuera" y quien había servido a su Comandante Supremo y a su país tan bien.

Bradley, Clark y Devers desempeñaron un papel significativo en la máxima derrota de Alemania. Elevados a una posición de mando para la que no tenían ni experiencia ni entrenamiento, cada uno superó los obstáculos iniciales y se desenvolvió razonablemente bien. Parte de sus dificultades, anotó el historiador Charles B. MacDonald, fue que la experiencia militar estadounidense no especificó con claridad cuáles serían las normas de conducta por las que se debía gobernar un comando de grupo de ejércitos.

Salvo por las etapas finales de la Primera Guerra Mundial, donde Pershing prácticamente había tomado ese puesto de comando para él mismo, los comandantes estadounidenses jamás habían desempeñado en niveles más altos que el de Comandante de Ejército. Con esta nueva jerarquía, el cuartel general del grupo de ejércitos en esencia era un comando de cuerpo de ejércitos incrementado, pero sin tropas directamente asignadas y con una función logística adicional.

De qué manera estos grupos de ejército organizaron sus cuarteles respectivos era en gran parte, una función individual de los comandantes. Al afrontar ese desafío, Bradley, Clark y Devers llegaron a ser indispensables para la victoria.

Publicado en: http://usacac.leavenworth.army.mil/CAC/ ... 9/king.htm
Devers podría haber cruzado el Rin unos cuantos meses antes de que sucediese en Remagen, tal vez incluso se habria acortado la guerra pero Ike no le le dejó hacerlo, parece ser que por enemistad https://www.docdroid.net/TNxtmiZ/genera ... 018-02.pdf
"Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero sino, los franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy judío". Albert Einstein

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