Relatos de Dunkerque

La guerra en el oeste de Europa

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Relatos de Dunkerque

Mensaje por Francis Currey » Dom Abr 01, 2007 12:40 pm

En este topic pretendo ir recopilando historias personales que relaten sus experiencias vividas en Dunkerke. Espero que se anime algún otro compañero del foro.

Entiendo que a raíz de estos pequeños testimonios personales, será más fácil comprender que fue exactamente Dunkerke.

Saludos cordiales


Un artillero en Dunkerke

El siguiente relato nos cuenta la historia de Douglas Haig Hodge, desde su llegada a Francia, hasta su retorno a Inglaterra, pasando por su evacuación o su lucha en Dunkerke.

Publicado en inglés en Dundee Central Library con el número A3826938 ha sido traducido por mí al castellano. Esperando que sea del agrado de todo el mundo.

Imagen Douglas Haig en 1939 con su uniforme militar

Antes de que fuéramos a Francia, el rey vendría a inspeccionarnos en el cruce de Cookham, cerca de Aldershot, donde los cañones y los obuses de 4 pulgadas estaban almacenados en garajes. Yo era miembro del cañón-sub (una sub-sección que manejaba un cañón). En el momento de la inspección yo tenía laringitis y cuando salí del hospital, el viejo coronel del Cuerpo Médico de la Batería Real me dijo: “Un permiso de 7 días no te sirve para nada. Añadiremos otros 3 días, ¿te parece?”. Por supuesto conteste yo agradecido, a lo que él me respondió que yo era un “buen tipo”.

El mayor incoveniente era que la batería no te daba un justificante de viaje, ya que en los permisos por enfermedad, no se te asignaban ninguna dieta por lo que te las tenías que arreglar solo. El billete costaba 12 chelines (0.60 libras) y me recorrí toda la batería hasta conseguir el dinero necesario para comprarlo. El último tipo al que le pedí fue a Jack Coutts, quien me dio el último chelín que necesitaba. Fui desde Kings Cross hasta Dundee pero no había dinero para comer ni beber ni para nada. Todo lo que conseguí fueron preguntas sobre por qué había vuelto, aunque mi madre se quedó bastante impresionada conmigo.

Cuando regresé, me dieron órdenes de que me uniera a la batería en Francia. Practicaban los que se llamaba un “control de tráfico”. Cuando llegabas a la estación solo tenías que darles el nombre de tu regimiento y división y te decían qué tren debías tomar. Salimos de Dover y llegamos a Francia. Allí me dieron un billete de 100 francos y pensé que nunca más sería pobre en mi vida. Finalmente me uní al regimiento y nos dirigimos hacia la frontera en el área de Lille. Después, cuando “la falsa guerra” terminó al final de la primavera, vimos un combate aéreo en las alturas. Tomamos posiciones detrás de la frontera con Maginot y después avanzamos hacia Louvain (Leuven).

En nuestra división había 4 batallones de infantería, los propios escoceses del Border del Rey (K.O.S.B), los Guardias Granaderos, el Regimiento del Sur de Lancashire y el Regimiento del Este de Yorkshire. Nos dijeron, y yo me creo esta historia, que cuando los alemanes comenzaron a avanzar, los K.O.S.B les hicieron retroceder 3 millas. Después nos dieron órdenes de alto el fuego y de hacer ejercicios de calentamiento. Yo estaba patrullando la carretera cercana a los cañones cuando en la retirada llegó la artillería belga. Era transportada a caballo y sus cañones estaban decorados con bonitos grabados. Cuando alguien gritó aviso de gas, se armó la de San Qunitín al entrar en un estado de pánico tanto los caballos como los soldados. Debieron de haberlo muy pasado mal en el lugar de donde venían.

Volvimos a Louvain y estábamos esperando órdenes cuando vimos aviones volando por encima de la carretera y civiles siendo ametrallados. Les vi venir y vi las explosiones aunque era horrible, no podíamos hacer nada por ellos. Fuera de Bruselas, disfrutamos de un extraordinario paisaje, con los civiles belgas evacuando la zona en sus caravanas. Apenas dormimos, rara vez sabíamos dónde nos encontrábamos y a menudo estábamos en contacto con los alemanes. Algunos no podían soportar la tensión. Un sargento regular, que había sido abanderado, se asustó. Tenía los nervios destrozados y se propuso no levantar la cabeza cuando más le necesitábamos.
Última edición por Francis Currey el Dom Abr 01, 2007 12:53 pm, editado 1 vez en total.

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Mensaje por Francis Currey » Dom Abr 01, 2007 12:42 pm

Llegamos a Dunkerke en camiones de más de 700 kilos. Dejamos los cañones en un castillo en Tournai. Después de disparar unas cuantas veces, nos dijeron que vaciáramos el líquido hidráulico del culatazo para dejar los cañones inutilizables cuando los cogieran los alemanes. Al salir de Tournai, la carretera estaba llena de refugiados. En el momento en que los bombarderos bajaban por la carretera, yo estaba tumbado en una zanja y fue entonces cuando vi a una mujer con un niño pequeño. No sé qué les ocurrió exactamente pero desde ese instante comencé a odiar a los alemanes, odiaba el simple hecho de escuchar su nombre.

Sin nuestras armas estábamos catalogados como infantería y recuerdo haber leído en el periódico más tarde que fue de hecho nuestra novena, nuestro batería de Dundee, la que defendió el frente. Nos bombardearon con morteros y tuvimos unas cuantas bajas. El capitán Laird, comandante de la batería y florista en tiempos de paz en City Square, marchó como todo un oficial de infantería al frente de sus tropas. Él era un “verdadero guerrero” y en una ocasión le dije que solo me quedaba una bala y le pregunté qué tenía que hacer. “Fijar bayonetas y cargar” respondió sin vacilar. Mientras caminábamos por la carretera presenciamos terribles escenas, tales como ganado herido yaciendo en el campo con gran dolor. Cuando nos encontrábamos con multitudes de refugiados, la orden era pasar entre ellos lo mejor que pudiéramos. Nos bombardeaban con morteros pero llegabas a un punto en que ya no te importaba lo que sucediera después. El chico que estaba a mi lado, Jimmy Low de Dundee, estaba herido en la pierna y yo le dije que se quedara allí tumbado y que no le pasaría nada. El sargento Barnes, un empleado de oficina antes de la guerra, fue otro al que hirieron cerca de mí. De hecho, todos a mi alrededor fueron heridos excepto el capitán Laird, que aguantó lo indecible. Yo sentía tal indiferencia ante la situación que no me di cuenta de que estábamos luchando por nuestras vidas. No había ningún refugio excepto una pequeña zanja y el agua se colaba por la parte de arriba de las botas. Cuando regresé, descubrí que no llevaba mi par de botas pero no puedo recordar en qué momento perdí una de ellas.

Atravesamos algunas “ráfagas”, me refiero a aviones que nos atacaban, hasta que llegamos a la playa de Dunkerke. Teníamos rifles y descargamos contra los aviones, lo que les detenía en su trayecto. Llegamos a la playa y no sé cómo me separé del resto. Los alemanes nos estaban bombardeando y cuando los proyectiles impactaban, ¡Dios mío, qué explosiones! Acabé en una trinchera y allí encontré sentado a un chico inglés fumando su pipa. Lo primero que le pregunté fue si tenía un cigarrillo, una pregunta bastante irónica ya que estaban quemando a miles de ellos no muy lejos de nuestras posiciones . “Sí, escocés”, dijo y estuvimos charlando sobre el lío en que estábamos metidos y la tragedia que suponía para todos los implicados.

Nos unimos en grupos, creo recordar que éramos 30, y bajamos al Puerto de Dunkerke. Un barco hospital con rayas rojas a cada lado entró lentamente mientras las enfermeras nos saludaban. No recuerdo su nombre pero ese barco salvó nuestras vidas ya que el bombardeo nos estaba acorralando igual que hizo Montgomery con los alemanes en El Alamein.

Hay que reconocer lo que hicieron los pilotos alemanes, los aviones cambiaron el rumbo cuando vieron el barco hospital en el puerto.

1 En la Artillería Real, los cañones son considerados como honores de batalla del regimiento y solo bajo las más extremas circunstancias se abandonan intactos al enemigo. Si todo lo demás falla, los cañones son “pinchados” por medio de una explosión en la recámara o en el tubo, o usando otros ingeniosos métodos, como los que explica L/Bdr Hodge.

2 En inglés la palabra “fag” se puede referir tanto a “cigarrillo” como a un uso despectivo para nombrar a personas homosexuales, de ahí la ironía
.

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Mensaje por Francis Currey » Dom Abr 01, 2007 12:43 pm

Sigamos, una barca pesquera llamada Lord Inchcape vino a recogernos. Nosotros íbamos por el lado derecho del embarcadero de madera, y los franceses por el otro lado mientras seguían entrando más barcas. Había un compañero con un revólver que se aseguraba de que los franceses y los británicos se dirigieran a los barcos que les habían sido asignados. ¡No existía la mezcla de nacionalidades a estas alturas de la guerra! Así que embarcamos en el Lord Inchcape y allí había un cañón de 12 libras en el castillo de proa. Se alzó el grito: “¿Hay algún artillero?” Nos presentamos voluntarios para ocuparnos del cañón y nos dijeron: “Vamos, escoceses”. Llevábamos un buen ritmo de disparos, bang, bang, bang, contra los aviones pero nada de esto ocurrió antes de que el barco hospital zarpara.

Salimos de Dunkerke esa noche. Se dice que Napoleón fue la única persona capaz de dormir en pie pero nosotros estábamos tan cansados que dudamos si también hubiéramos sido capaces. El tiempo era bueno mientras cruzábamos el Canal y llegamos a Dover, donde desembarcamos detrás de los Guardias Granaderos, que formaban parte de nuestra división. Teníais que haberlos visto con las armas al hombro y su sargento mayor gritando a nuestro variopinto grupo durante todo el camino al tren. Dicen que nos sentíamos como un ejército derrotado pero nada estaba más lejos de la realidad. Algunos de nosotros conseguimos agujas y enhebramos y cosimos “B.E.F” (Cuerpo Expedicionario Británico) a modo de insignias en nuestros uniformes. La gente que nos encontraba en los pubs solía decirnos: “Os invito a una pinta”.

No todo el mundo era tan comprensivo. Estábamos caminando un día por el parque cuando un hombre mayor nos dijo: “¿Quién demonios os creéis que sóis?” Le miramos y vimos que era un coronel. “¿Dónde está vuestro sombrero o vuestro gorro o lo que sea que tuviera que estar en vuestra cabeza?”, dijo. “En Dunkerke”, contestamos, a lo que replicó: “Fuera de aquí, insidiosos escoceses”. Supongo que comprendió la naturaleza de nuestra difícil situación, ya que tenía todo el pecho cubierto de medallas de la Primera Guerra Mundial.

Nos subimos al tren y llegamos a Pembroke Docks. Había una señora mayor en una de las estaciones de camino, creo que su nombre era Yeovil, que dijo: “Si tuviera otra cocina, podría sacar una buena tanda de té”. Yo tenía un hornillo de queroseno que funcionaba con gasolina presurizada, así que le dije: “Yo tengo un extraño hornillo”, y ella me dijo: “Tú eres un auténtico escocés, ¿verdad?” Después tomé una taza de té que me sentó muy bien y esto fue todo. Había un servicio en el tren así que pensé que me lavaría la cara y acabé siendo la cara más limpia del vagón. Realmente no puedo recordar cuándo me lavé o me di mi último baño antes de esa vez

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Mensaje por Audie Murphy » Dom Abr 01, 2007 4:46 pm

perdona que te interrumpa el post amigo Currey pero justamente la BBC hizo en el 2004 un triple docudrama sobre Dunkerque

BBC.Dunkirk


Imagen

Retreat
Evacuation
Deliverance


imagen real mezclada con recreación de los hechos con actores, se puede conseguir por internet (mejor en torrent), me lo vi de pasada porque no tenía tiempo y ya no dispongo del mismo, pero hubo una historia que me chocó:

en los últimos días y casi aplastadas las defensas inglesas, un oficial pide permiso para retirarse pero un coronel dice que las órdenes dicen que nada de eso, para a continuación indicar las posiciones que no deben abandonar, "no quiero nadie por detrás de aquel árbol", luego acompañado de un soldado predica con el ejemplo y entre los dos matan con sus rifles a un soldado que había salido de su zona de combate

esto salía en el tercer programa ("deliverance"), que era el más interesante, quizás alargaron demasiado la cosa y eso se notaba a la larga haciéndose un poco pesada la historia

otras historias impactantes son la matanza perpetrada por las SS y la férrea disciplina y coraje que imprimieron los jefes de embarque de la Royal Navy, pistola en mano, en la zona de embarque

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Mensaje por Francis Currey » Dom Abr 01, 2007 9:44 pm

Sensacional aportación amigo sería genial poder ver las cintas, ¿están editadas en España?

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Evacuación desde Dunkirk

Mensaje por Francis Currey » Dom Abr 01, 2007 11:44 pm

Evacuación desde Dunkirk

La historia de Albert George Heath contada por su hijo

Batería 361 (5ª de Londres), Artillería Real del Regimiento de Campaña de Lewisham número 91 (4ª de Londres), con cañones de 25 libras, atrincherada en las cercanías de Lille el 21 de mayo de 1940. Nuestra posición sufrió un ataque directo de la artillería enemiga. Me destrozaron la pierna derecha por debajo de la rodilla y también me impactó un disparo en la parte de atrás del hombro. Los médicos de la batería me entablillaron la pierna; no había tratamiento para la herida de bala que estaba abierta y sangraba. Me evacuaron al puesto de ayuda del regimiento.

El puesto de ayuda del regimiento fue evacuado en la noche del 21 de mayo de 1940 antes de dejar el siguiente tratamiento que consistía en ¡media botella de coñac!

El 22 de mayo me examinaron las heridas en el hospital de campaña. Me las vendaron y me administraron pastillas de morfina para calmar el dolor. Comenzaron a aparecer los primeros síntomas de gangrena.

Entre el 22 y el 25 de mayo evacuaron el hospital de campaña. Durante este tiempo recibí otras heridas leves pero mi tratamiento ya solo consistía en 2 pastillas de morfina. El 25 de mayo me admitieron en otro hospital de campaña. La gangrena se estaba apoderando de la pierna derecha. Me amputaron la pierna por encima de la rodilla para evitar más complicaciones.

El tratamiento para las heridas entre el 26 y el 28 de mayo consistía en más dosis de morfina pero no me volvieron a cambiar las vendas. En este periodo de tiempo, finalmente llegué a Dunkirk. Mientras estaba en la ambulancia, en la zona del muelle, explotó una bomba por los alrededores. La metralla impactó en la ambulancia cortando mi brazo derecho, ¡después la ambulancia comenzó a arder! Los marineros franceses me sacaron de la ambulancia en llamas pero sufrí quemaduras en la cabeza y la cara. Me embarcaron en el Canterbury de las SS y otra bomba explotó en el agua cerca del barco, que salió volando por los aires y yo acabé en el puerto. ¡Esta vez la tripulación me sacó de allí!

El 29 de mayo llegamos a Dover a las 4 de la mañana. Me montaron en un tren ambulancia con destino desconocido. Después me enteré que nos dirigíamos a Blackburn. Durante el viaje, un soldado que iba en la litera de abajo se quejó al personal del tren de que goteaba sangre de mi brazo. Me trataron por primera vez el brazo desde el accidente en la ambulancia en el puerto de Dunkirk. Usaron listones de una caja de embalaje a modo de tablillas. A la llegada a Blackburn me examinaron de forma exhaustiva las heridas y vieron que los listones de la caja de embalaje habían sido aplicados clavándolos en mi brazo.

Durante los 5 años siguientes mi padre se sometió a 31 operaciones importantes en su brazo y pierna. Hasta su muerte en 1985 a los 75 años de edad mi padre debió sentir repetidas veces terribles dolores por sus heridas pero nunca dejó que nadie lo advirtiese. Trabajó hasta su jubilación a los 65 años y llevaba una vida tan activa como le dejaba su minusvalía.

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Mensaje por Audie Murphy » Lun Abr 02, 2007 7:09 pm

Francis Currey escribió:Sensacional aportación amigo sería genial poder ver las cintas, ¿están editadas en España?

no sé si estarán disponibles aqui, porque cada vez que paso por un gran almacén me llevo una sorpresa con las novedades en DVD

tendrás que descargarlo para verlo, por desgracia ya había borrado los videos de modo que poco puedo aportar, aunque ahora he visto otro documental al respecto

I Was There..... Dunkirk


le echaremos un vistazo cuando lo tengamos completo



Imagen

WW2 in photograhps, edita el IWM p.62

Imagen

WW2 in photograhps, edita el IWM p.72
Última edición por Audie Murphy el Lun Dic 14, 2009 11:43 pm, editado 2 veces en total.

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Mensaje por Francis Currey » Lun Abr 02, 2007 11:50 pm

Gracias amigo a ver si podemos conseguirlo para completar el post

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Mensaje por Francis Currey » Lun Abr 02, 2007 11:55 pm

La experiencia del cabo Bob Bloom

El cabo Bob Bloom ingresó en la Royal Navy en 1938, donde permaneció durante 12 años. Hizo el curso de instrucción en Chatham Barracks, de donde fue transferido al Hospital de la Royal Naval de Gillingham para aprender enfermería, hasta el estallido de la guerra.

Él aún se encontraba en prácticas cuando comenzó la guerra y pasó a ser transferido al HMS Grenade en Harwich. Participó en la primera y segunda batalla de Narvik y en la evacuación de Namsos atendiendo a soldados que sufrían importantes quemaduras y otros hombres malheridos

Después de la experiencia de Noruega su barco recibió órdenes para viajar a un lugar llamado Dunquerque. Todos pensaron que este lugar se encontraba en Escocia en un principio, pues nadie fue informado del propósito del viaje - por ello no se hicieron preparativos para recibir a bordo a los heridos.

Durante los días siguientes realizó varios viajes a Dunquerque, cuidando de los heridos, lo mejor que pudo, hasta que su barco fue bombardeado. Él mismo sería herido gravemente, teniendo que luchar por su propia vida.

Terminada esta pequeña introducción presentamos el testimonio escrito de su puño y letra, sobre lo acaecido en Dunkerke

“¿Dónde demonios está Dunquerque?” Todos miraron en el mapa y dijeron: “¿Dónde demonios está Dunquerque?”. Y estaba en Escocia. Dijimos: “No puede ser acabamos de llegar de Escocia, no estuvímos en ningún lugar llamado así! Por fin alguien dijo: “No, no es Dunquerque de Escocia, es Dunquerque de Francia!”

Heridos

Yo estaba saliendo de la enfermería y bajaba la escalera cuando de repente, ¡Dios! salí volando por los aires. Mi casco de acero se debió quedar en la cabeza porque tengo un agujero y una abolladura en el cráneo, la metralla penetro por dentro del casco. Yo bajé y me caí de repente mientras corría el combustible porque los camiones cisterna habían sido alcanzados también por los bombardeos.

Y mientras la bomba desplegaba su efecto se incendio todo el petróleo y relampagueó delante de mí. Y así estuve, era como si me dieran latigazos. Y recé a Dios para que me llevara a casa rápido. Pero entonces alguien me levantó, me giró y me empujó.

Abandonar el barco

Me metí en la litera y comencé a temblar, después de repente las luces se apagaron y dije: “Vamos compañero, nos han dado, las luces se han ido”. Y él dijo: “¿Adónde vamos?” Yo le contesté: “Yo sé dónde voy, me vuelvo a la cubierta de arriba”. Cuando fui a subir las escaleras, todos los soldados bajaban. Yo les dije: “¡Parad, volved arriba, nos han dado!”

Y se volvieron como si yo fuera un general. Se fueron directos hacia arriba. Y yo volví a la cubierta de arriba y allí había un destacado operador de radio ajeno a mi barco, no recuerdo su nombre, pero él me dijo: “Dios mío... doctor”, dijo, “quédate conmigo, yo cuidaré de ti”. Y puso su abrigo gris por encima de mis hombros.

Después lo siguiente que oímos fue: “¡Abandonad el barco!” Me quité el abrigo de los hombros y me dirigí a la rueda hidráulica de paletas del "Crested Eagle", que se levantaba y miré abajo, y había millas allá abajo. Pensé: “No puedo quedarme aquí” así que me tiré al agua. Y cuando estaba casi en la superficie alguien me empujó para abajo de nuevo.

Finalmente rescatados

... y aparecí, nadé de vuelta al río, y me encontré a dos soldados agarrados a una puerta de granero. Y les dije, porque aún podía ver: “Me estoy quedando ciego”, y me sequé los ojos, ya sabes, y dije: “¿Adónde creéis que váis?” Ellos respondieron: “Vamos a llevar a patadas esta cosa hasta Inglaterra”. Yo les dije: “Entonces la estáis llevando por el lugar equivocado, por aquí volvéis a la ciudad”. Así que cambiaron de rumbo por el otro lado de la puerta y yo con ellos.

Y después pasó a nuestro lado un ballenero y escuché a dos tipos, solo había dos hombres en el ballenero. Y uno de ellos dijo: “Dios mío, es nuestro joven doctor”. Me subieron a bordo y me llevaron a la proa y me cubrieron con una lona o algo parecido.
Ahora ya estaba ciego pero ellos me evitaron el choque con una estera, que es una gran red. Hicieron esto y alguien dijo... no, yo dije: “¿Dónde estoy?” Y alguien… ellos no, ellos me ignoraron y no contestaron, solo dijeron: “Llevadle a la sala de oficiales hacia la proa”. Me llevaron allí, donde me pusieron morfina bajo mi lengua y eso fue todo. Después perdí el conocimiento.

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Marceau Lantenois: un francés en Dunkerke

Mensaje por Francis Currey » Mar Abr 03, 2007 4:06 pm

Marceau Lantenois: un francés en Dunkerke

Marceau Lantenois se alistó en el ejército francés en la ciudad de Épinal en 1939, dejando atrás a su mujer y a su hijo de tres semanas. En 1940 le enviaron a Bélgica pero pronto su batallón tuvo que retirarse a Dunquerque.

Su unidad se encargaba de operaciones especiales, sobre todo de “volar puentes” como él decía y por lo tanto no luchó directamente contra los alemanes. Sin embargo, Lantenois pudo ver la situación desesperada de la gente que iba de camino a Dunquerque y durante la evacuación a Inglaterra.

Cuenta cómo él y sus compañeros fueron de los últimos en ser evacuados. Además de la lucha, recuerda una dificultad extra personal, el hecho de que nunca había estado en un barco en toda su vida y el mar le asustaba.

Una vez cruzado el Canal, si embargo, Lantenois recuerda la cálida bienvenida que recibieron los soldados franceses cuando llegaron a tierra inglesa.

El infierno de Dunquerque

En el ejército yo solo era un soldado más. Fui mobilizado a Épinal en Vosges. Después nos llevaron a través de Marne a Palenvi. Nos quedamos allí un tiempo y después marchamos a Bélgica. Cuando estábamos a punto de entrar en Bélgica, las tropas belgas estaban circulando hacia Francia, y un poco después también nosotros nos retiramos. Vi bombardeos allí, escondido en una cueva.

Después nos fuimos hacia Dunquerque y Malot. Íbamos en coche o a pie. También allí había constantes bombardeos, a lo largo de todo el camino. Fue horrible. Nos bombardeaban duramente. Perdí a algunos compañeros e incluso lloré allí en medio. Buenos compañeros que se quedaron en el camino.

Bueno, después creo que llegamos a Dunquerque. No, no era Dunquerque, era Malot, Malot-les-Bains. Recuerdo que era Malot porque nos escondimos en un casino mientras caían las bombas. Era un lugar triste Dunquerque. Todo había sido devastado, había humo y todas esas cosas. Incluso había una mujer llorando, se había vuelto loca a causa del bombardeo.

Nos metimos en el casino para protegernos de las bombas pero no sabíamos dónde ir. Y en la playa yacían los muertos. Algunos tenían agujeros en sus cabezas. Y en el mar era terrible. Las barcas se hundían por todos los sitios. De algunas solo se veían el mástil. Y los aviones caían al agua.

Vimos a un paracaidista caer. Había ametralladoras disparando, la batería anti-aérea... No sé si disparaban al aviador que estaba cayendo. No lo sé. Estaba completamente doblado ese aviador. Pero no sé si era inglés, francés o alemán. Vestía ropa oscura. Los alemanes… ¿los aviadores ingleses visten ropa oscura? O quizás pudiera ser un alemán. No sabría decir. Pero vimos varios aviones cayendo al mar, salpicando agua con fuerza. Bien, fue horrible. Fue horrible. Pero de todos modos salimos de aquello, eso es lo importante.

Una bienvenida cálida

Fuimos los últimos en ser evacuados. A las 11 de la noche estábamos entre los últimos. Nos fuimos en el último momento. Todavía quedaban algunos esperando detrás de nosotros. Después llegaron los alemanes. Sí. Pero al final los ingleses fueron amables con nosotros, en todos los sitios. Desembarcamos en Margate y después de eso en un puerto inglés, no lo recuerdo bien. ¿Plymouth? Era Plymouth. Y desde allí a Brest, a Francia.

Nos recibieron con los brazos abiertos en Inglaterra. Nos ofrecieron cigarros y galletas. Los niños nos pedían autógrafos. Sí. Fue una gran bienvenida. Es de agradecer. Sí. Con nosotros fueron muy muy amables. El tren tardó un día, más o menos, en llegar allí. Y el día después nos pusimos de nuevo en marcha. Cogimos un tren dirección a Francia. No nos quedamos. Algunos franceses se quedaron allí más tiempo pero nosotros solo nos quedamos un día. Nos necesitaban en Francia. Esa es la razón.

Nos llamaron para volar puentes y cosas de esas... las minas de tierra. Esa es la razón por la que no nos quedamos más tiempo en Inglaterra. Pero la bienvenida fue perfecta. No podemos decir lo contrario. Hay gente que ha dicho cosas malas pero no sé si son verdad. Pero quizá no les gustaran los ingleses. Quizá. No lo sé. Yo tuve una estupenda bienvenida. No pudimos tenerla mejor. De verdad. Sí, muy buena.
Miedo al mar

[Le preguntan si tenía miedo del mar] Sí. Porque nunca antes había estado en un barco. Ya tenía miedo al mar y se sumó el bombardeo. Eso es de lo que teníamos miedo. Estábamos un poco asustados. Aparte de eso, el mar estaba trankilo, muy trankilo. El mar estaba en calma. Nos llevó, no sé, quizá cuatro horas creo cruzarlo. Porque no estaba demasiado lejos.

No. Teníamos miedo sobre todo de las bombas. Pero no vimos a ningún alemán. Como nunca había estado en un barco antes tenía miedo de marearme. No sabía cómo iba a ser. Pero el mar estaba tranquilo. Por lo tanto todo fue bien.

Después a bordo nos abastecieron bien. Tuvimos una gran bienvenida. Allí todo fue bien. Estábamos contentos de pisar tierra en Inglaterra y después de eso de regresar a Fancia. A tu país. Pero tuvimos una gran bienvenida. Por eso uno puede agradecérselo a la nación entera.

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Tom Mitchell: Un miermbro de la Guardia Real en combate

Mensaje por Francis Currey » Lun Abr 09, 2007 5:14 pm

Tom Mitchell: Un miermbro de la Guardia Real en combate

Fui a Francia en el Canterbury SS. Fue un viaje agitado y atestado de gente, cada uno nos sentabas donde podíamos, en el suelo, en las entradas. La mayoría estaban mareados pero yo no, así que me ofrecí voluntario para llevar el té en un enorme recipiente. Amerizamos en Brest. Me perdí una maldita noche cerca de Lille y me encontré con este Gendarme. Me las arreglé para hablar un poco de francés... Le pregunté dónde estaba el cuartel general británico..., me indico que había sido instalado en un colegio. Me explicó cómo llegar allí. En esa ocasión había dos oficiales conmigo y les tenía que llevar a su Hotel, el Legarre,). Tuve que dejar allí a los oficiales y recogerles al día siguiente. Tenía que limpiar sus Sam Brown’s y sus zapatos. Me pusieron en el mismo hotel que ellos. Era libre de hacer lo que quisiera y esa noche recuerdo que me di una vuelta y me encontré a algunos soldados británicos de la misma división... la tercera división. Me lo pasé muy bien esa noche... Conseguí patatas fritas de un pequeño quiosco.

En Dunquerque nos bombardearon, ametrallaron, de todo, también caían proyectiles. Con suerte, a veces caían en el agua. Yo podía ver chorros de agua en los lugares donde caían los proyectiles. Pinché y dejé mi vehículo en Furnes. Vi que usaban camiones embarcaderos. En Dunquerque todo se pinchaba mientras que en África del Norte inutilizábamos las cosas casi siempre.

Vi cobardía en las playas, gente que se saltaba las colas, recuerdo a un oficial encogido en una profunda trinchera llorando. También había pánico... pero por supuesto no era su culpa. Algunos tenían miembros amputados... eso pasaba mucho en Francia en aquellos días, era tan fácil que te amputaran algún miembro y tenías que llevarlo lo mejor que pudieras. Nos quedábamos sin munición ni comida y si algo se te cruzaba por el camino agarrabas al hijo de *** y te lo cargabas como podías. Una vez un tipo se dio cuenta de que le estaban disparando desde la playa... le disparaban los malditos Stukas... bombardeaban y disparaban con metralletas a la vez, suficiente para cargarse a varios hombres. Había rumores que corrían por toda la playa. Uno de ellos era que Jerry estaba disparando a uno de cada cinco prisioneros.

Recuerdo que disparaban a las vacas porque sufrían al no ser ordeñadas; esto era muy triste para muchos hombres, sobre todo para los que venían de granjas.

Veía a hombres bajar que nunca volvían, era como si tuvieran un lastre. Éramos 4 granaderos que nos quedamos juntos todo el tiempo y utilizamos nuestro maldito sentido común, éramos buenos compañeros y volvimos a Inglaterra juntos. Nos alejamos de todo el mundo y nos dedicamos a disparar a aviones que volaban bajo, casi rozando las malditas playas. Se vuelve muy efectivo cuando 4 o 5 disparan a la vez. Antes nos entrenaban en Inglaterra, en Surrey. Acción aérea era la orden que nos gritaba la persona que estaba al mando. Al oír esa orden todos apuntábamos con nuestros rifles al aire y disparábamos a la vez. Imagina que tienes 50, 80 0 100 hombres disparando a la vez... tan efectivo como una ametralladora. Nos entrenaron así mucho antes de la guerra... disparando a aviones en movimiento... tan efectivo como una ametralladora. Estábamos en una parte de la playa que se inclinaba como si fuera un sillón en el que tú te pudieras reclinar... nos reclinamos, los rifles en el aire y seguíamos al avión de derecha a izquierda y disparábamos a la vez. Ya no se atrevían a volver después de eso, te lo aseguro. Había otros pocos que disparaban en grupos de uno y de dos pero nosotros éramos miembros de la Guardia Real y disparábamos juntos debido a nuestro entrenamiento. Me gustaría creer que nuestros disparos eran efectivos. Recuerdo que era de noche... estaba oscuro... solíamos separarnos de los demás. Corrías más peligro de que te pillaran... como en mi caso. Éramos soldados regulares, no estúpidos.

Todos llevábamos cargadores de pistolas Bren con 30 balas en cada uno, llevábamos al menos 3 o 4 en una bolsa y también llevábamos algunos en nuestras mochilas. También llevábamos bandoleras.

Había munición por toda la playa, así es cómo la recpogí. Yo parecía un basurero en aquellos días. No podía soportar ver algo tirado por ahí sin que nadie lo cogiera. Recogí un precioso cepillo de pelo que habían tirado.

Un bote salvavidas nos llevó a un ballenero; me subieron a él cogiéndome por la parte de los pantalones que cubre el trasero. Nos llevaron a un Destructor (HMS Codrington). Sufrimos ataques desde los aviones y nos bombardearon desde las baterías de la playa pero no nos dieron. Yo tenía los bolsillos y el petate llenos de munición; no soportaba ver cómo se desperdiciaban las cosas, así que recogí un montón. La tripulación del Codrington recibió la munición muy agradecidos

Traducido del original: http://www.bbc.co.uk/ww2peopleswar/stor ... 0649.shtml

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Españoles en Dunquerque

Mensaje por Francis Currey » Sab Nov 10, 2007 8:36 pm

Españoles en Dunquerque

Los días que acontecieron al milagro de Dunquerque cerca de unos 20.000 españoles se encontraban repartidos por zonas cercanas, del norte de Francia y la frontera belga. Entre ellos los españoles de ocho Compañías de Trabajo los de la 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, y 118, la mayor parte de los españoles que integraban estos grupos de trabajo murió defendiendo las posiciones de Bray-les-Dunes, mientras los aliados ingleses y franceses se disputaban los puestos en las embarcaciones de evacuación.

De los aproximadamente 20.000 españoles se estima que solamente entre 8.000 y 9.000 lograron llegar hasta Dunquerque y que de ellos entre 1.000 y 2.000 consiguieron llegar hasta Inglaterra por sus propios medios

Desde el inicio de la operación el 26 de mayo de 1940 y hasta el 31 del mismo mes solamente tropas británicas estaban autorizadas a ser evacuadas a partir del propio día 31 se permitió el embarque de las compañías francesas y del resto de nacionalidades. Los españoles al no combatir en ninguna compañía especifica se les impidió subir a los barcos de rescate.

En palabras de Luis Massaguer : “Teníamos noticias de que las tropas británicas estaban preparando embarcaciones para regresar a su país y tratamos de confundirnos con ellas para escapar. Su trato fue cortés, en todo momento. Pero nos rechazaron. Con su rechazo los ingleses nos condenaban a un terrible destino”

Los pocos españoles que lograrían llegar a Inglaterra, por sus propios medios, casi siempre serían encerrados en cárceles junto con prisioneros de guerra alemanes. Y no pocos de ellos fueron devueltos a Francia, desembarcándolos en puertos de Bretaña, cuando las columnas de vanguardia alemanas ya penetraban por la parte oriental de la península bretona. Es el caso por ejemplo del sevillano Juan López López, perteneciente a la 118ª Compañía de Trabajo. En su testimonio refiere que los ingleses le remitían a los franceses y estos le repetían que buscara su unidad, una unidad que jamás había existido. “La cosa era para desternillarse. Vi el momento en que tendríamos que echar una instancia o una póliza, de a peseta para que nos hicieran caso” Ante esta perspectiva los españoles decidieron actuar por su cuenta, construyendo una precaria balsa, dejaron atrás el puerto en llamas de Dunquerque para poner rumbo a Inglaterra, mientras la aviación alemana hostigaba la pequeña embarcación.

Una parte de los evadidos españoles que llegaron a Inglaterra y no fueron repatrianos a Bretaña ni encarcelados se alistaron en el ejército británico, donde tomarían parte de la Batalla de Creta.

Víctimas de aquella vergonzosa retirada fueron también aquellos españoles abatidos por los gendarmes que presos de pánico, los confundieron con paracaidistas alemanes.

Fuente: Secundino Serrano, "La última Gesta" Santillana 2006

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leytekursk
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Mensaje por leytekursk » Dom Nov 11, 2007 2:26 am

"Cuando la Royal Navy quiso expropiar la motonave "Bee", de 70 toneladas, excluyendo a su tripulación, el maquinista Fred Reynard protestó tan violentamente que fue llevado a presencia del Almirante Sir William James, Comandante en Jefe de Portsmuth.

_Perdone Usted señor Almirante -le dijo Fred- ¿Pero qué saben sus jóvenes oficiales de motores suecos?...Yo vengo lidiando con ellos desde 1912.

-Es que no podemos garantizarle el regreso...le respondió el Almirante.
¿ Sabe usted lo que es estar bajo fuego enemigo?

A lo que Fred respondió...¿No ha oído hablar de Gallipolli?

El Almirante se dio por vencido y Fred Reynard y su tripulación zarparon rumbo a Dunkerque."

Fuente: Las Arenas de Dunkerque de Richard Collier. Plaza & Janes 1965

Saludos...
Última edición por leytekursk el Jue Nov 15, 2007 7:16 pm, editado 1 vez en total.

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Mensaje por leytekursk » Dom Nov 11, 2007 3:29 am

"A despecho del apuro en que se hallaban, y los rumores alarmantes que corrían por un frente de 160 kilómetros, los flemáticos ingleses no permitieron que el pánico los desconcertara. Al amanecer del lunes, 600 hombres del Segundo de East York que se retiraban por el Este de Waterloo, recibieron del cielo una lluvia de hojas sueltas invitándoles a rendirse.

En las hojas había dibujado un mapa que mostraba la posición del ejército británico dando la espalda al mar y encerrado en una monstruosa herradura. El texto era para poner los pelos de punta: "¡Soldados británicos...mirad este mapa en que está graficada vuestra verdadera posición! Estáis completamente cercados. ¡Es inútil seguir peleando!"

El Mayor Eric Pippingille, después de analizar la situación, preguntó: -Bueno muchachos...¿Qué vamos a hacer con esto?

Alguien propuso servirse de aquellas hojas de una manera práctica. Y, como hacía largo tiempo que la compañía carecía de papel higiénico, la proposición fue recibida con una aprobación unánime.

Alentados con este incidente, los soldados continuaron su marcha.

Fuente: Op. Cit.


Saludos...

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Mensaje por leytekursk » Jue Nov 15, 2007 7:13 pm

"...Sin embargo, la moral y la disciplina apoyaron en todo instante la dignidad de las tropas, elevando a miles de aquellos hombres a insospechadas esferas de espiritualidad. El Batallón de Infantería Ligera del regimiento Duke of Cornwall, al mando del comandante Hubert Joslen, decidió que Dunkerque era un lugar más seguro que las playas y marchó hacia la ciudad en perfecta formación. Con un gaitero al frente, entonaban el himno del regimiento y el sargento mayor "Sticky" Hill dirigía con voz firme el paso de los hombres, como si, en realidad, desfilasen por el patio del los cuarteles de Bodmin en Cornwall.

Algunos mostraban gran interés en mantener los usos tradicionales de su Cuerpo, y en hacer cumplir las ordenanzas con absoluta minuciosidad. El coronel "Nipper" Armstrong marchaba por las playas al mando de sus hombres. Un soldado sucio y barbudo se acercó a saludarle. Separado de su unidad, aquel hombre solicitó al coronel que le acogiese en su regimiento de los East Surrey. Armstrong acogió su petición no sin antes soltarle una larga narración acerca de las tradiciones y los hechos heroicos de la unidad, que debían mantenerse. También dispuso, para su aceptación un lavado y afeitado completo.

Había quien demostraba una indiferencia que rayaba con lo sobrehumano. El hecho de encontrarse atrapados entre la Luftwaffe y el mar, no autorizaba a nadie para dejar de comportarse como un caballero. El coronel Arnold Cazenove, del regimiento de Coldstream, de pie sobre las dunas y en pleno ataque aéreo, procedía a afeitarse. Su ayudante, que le sostenía el espejo ante su rostro, ni siquiera fruncía el ceño ante las cercanas explosiones.

Unos pasos más allá, el capitán John Hay Drummond, de los Royal West Kent, se encontró con su asistente a quien había perdido de vista hacía varios días. El hombre se disculpó. Había realizado una marcha de 30 kilómetros en busca de su capitán, llevando en la mano los pantalones perfectamente planchados que ahora, por fín podía entregar.

Op. Cit. pag. 277


Saludos...

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