aislacionismo americano
Publicado: Dom Jun 04, 2006 5:13 pm
He acabado la lectura del libro "19 semanas", de Norman Moss, y su lectura me ha traído a la cabeza la tampoco lejana lectura de la novela del magnífico escritor Philip Roth "Conspiración contra América". En esta novela "ucrónica", se relata, a través del testimonio de un niño judío de una familia de clase media-baja de New Jersey, una situación en la cual en noviembre de 1940 los norteamericanos, atemorizados ante la perspectiva de entrar en una guerra mundial contra un enemigo invencible (la Alemania de Hitler) eligen a un presidente "aislacionista" que les asegure la neutralidad, nada menos que el héroe de la aviación Charles Lindbergh. Esta inusitada situación política llevará a un desarrollo de una especie de "fascismo norteamericano", inevitablemente antisemita tanto como aparentemente amable y coherente con los ideales de la República.
El libro de Moss se refiere sobre todo a la situación de EE UU y GB durante el terrible verano de 1940 en que Hitler parecía tener la victoria al alcance de la mano. El libro contiene, por cierto, un relato de las deliberaciones del Gabinete de Guerra británico a finales de mayo de 1940, cuando se temía que el ejército británico fuera capturado al completo por los alemanes. Churchill consideró seriamente solicitar un armisticio, cediendo a los alemanes el control de Europa y devolviendo las colonias africanas perdidas en la guerra anterior. Pero en ese momento no se recibió ninguna oferta concreta de armisticio y el resultado final de Dunkerke cambiaría la situación moral.
En cuanto a lo principal, el aislacionismo americano, el libro de Moss no parece confirmar la especulación pesimista de la novela de Roth. El punto culminante, tanto en la novela como en el libro, es la convención del Partido Republicano en el verano de 1940 para designar el candidato que va a enfrentarse a los Demócratas (en teoría, no habría de ser Roosevelt, que había agotado ya dos mandatos).
Ciertamente, durante la Convención no fue nada fácil hallar un candidato. Los más conocidos sí que eran aislacionistas, pero, he aquí lo crucial, los acontecimientos bélicos del verano de 1940, con la derrota de Francia y la gran amenaza contra GB, no llevaron a una situación de temor, sino, según la interpretación de Moss, a una oleada de solidaridad americana por el pueblo británico...
De esa forma, aparece el abogado Wilkie, casi un amateur de la política, sin experiencia en cargos públicos, marcadamente pro-británico y, sorprendentemente, se impone a los aislacionistas. En cuanto a los demócratas, eligen a Roosevelt para un tercer mandato, algo sin precedentes, precisamente debido al peligro de la guerra. En suma, lejos de atemorizarse por las victorias nazis, los norteamericanos se movilizaron contra el totalitarismo y a favor de la Madre Patria.
En la novela de Roth, en medio de la trifulca entre aislacionistas y probritánicos de la Convención Republicana, aparece el héroe nacional Charles Lindbergh que se presenta – por sorpresa, pero con poderosos padrinos- como el hombre del consenso aislacionista. Es elegido por aclamación y por aclamación este hombre joven, dinámico, apuesto, representativo del sueño americano y comparable para la opinión pública a una estrella de Hollywood o de los deportes, arrasa al inválido Roosevelt, prometiendo la paz. Casi inmediatamente de ser elegido en noviembre vuela en su propio avión a Islandia, donde firma con Hitler un pacto de no-agresión.
Charles Lindbergh no era un ajeno total a la política. Era hijo de un congresista y cuando llega la guerra manifiesta opiniones políticas aislacionistas (que encubren su simpatía por el nazismo), aunque se rumorea que tiene aspiraciones políticas, nada de eso trasciende hasta después de las convenciones de verano de los partidos. La especulación de Roth no es disparatada si los grupos de presión y ciertos personajes influyentes se hubiesen movido en torno a Lindbergh con eficacia, en su momento.
El auténtico malvado de la novela no es Lindbergh, con su imagen a lo Kennedy, sino su vicepresidente, el personaje real del senador demócrata del Medio Oeste, Burton Wheeler. Cuando la acción de los movimientos pronazis y antisemitas norteamericanos (en un contexto de inquietud y casi paranoia públicas, por el estilo de la “caza de brujas” de la posguerra) lleva a estallidos de violencia, el presidente Lindbergh desaparece misteriosamente con su avión y el vicepresidente Wheeler intenta establecer un sistema autoritario de Estado de Excepción. Entonces, el pueblo democrático americano se subleva, liderado por el viejo Roosevelt y el alcalde de Nueva York, La Guardia. El parlamento depone a Wheeler y elige a Roosevelt. Norteamérica entra en la guerra (Rusia y GB aún no han sido derrotados) y el Mal es vencido. El avión de Lindbergh jamás será hallado...
Como digo, parece que Norman Moss no avala la idea de un aislacionismo americano, sino un profundo sentimiento probritánico a medida que la guerra avanzaba a favor de Hitler. Sin embargo, el deseo de ayudar a GB no quitaba que los norteamericanos no quisieran intervenir directamente en la guerra. Esta situación un tanto esquizofrénica, ¿hubiera podido ser alterada por la figura de Charles Lindbergh? Al fin y al cabo, a un héroe como él nadie podría acusarlo de ser un cobarde... Entre el cinematográfico (y americano) héroe Lindbergh y el extravagante (y extranjero) héroe Churchill, ¿cuál hubiese elegido la opinión pública americana en noviembre de 1940?
Después de las convenciones, cuando ya quedaba claro que el aislacionismo no sería parte de la campaña (los dos candidatos eran probritánicos, aunque los dos prometían que EEUU entraría en la guerra), es cuando se moviliza el comité Americans First, marcadamente aislacionista, cuyo portavoz más conocido será Charles Lindbergh (que se destapará como antisemita en algún discurso...) y donde estará también el senador Wheeler. Su efecto fue que hasta Pearl Harbour, las iniciativas contra la neutralidad de Roosevelt encontrarían siempre una fuerte resistencia tanto en el parlamento americano como en la opinión Pública. Es dudoso que Roosevelt hubiese podido declarar la guerra a Alemania. Recordemos que, tras Pearl Harbour, fue Alemania quien se la declaró a EEUU.
El libro de Moss se refiere sobre todo a la situación de EE UU y GB durante el terrible verano de 1940 en que Hitler parecía tener la victoria al alcance de la mano. El libro contiene, por cierto, un relato de las deliberaciones del Gabinete de Guerra británico a finales de mayo de 1940, cuando se temía que el ejército británico fuera capturado al completo por los alemanes. Churchill consideró seriamente solicitar un armisticio, cediendo a los alemanes el control de Europa y devolviendo las colonias africanas perdidas en la guerra anterior. Pero en ese momento no se recibió ninguna oferta concreta de armisticio y el resultado final de Dunkerke cambiaría la situación moral.
En cuanto a lo principal, el aislacionismo americano, el libro de Moss no parece confirmar la especulación pesimista de la novela de Roth. El punto culminante, tanto en la novela como en el libro, es la convención del Partido Republicano en el verano de 1940 para designar el candidato que va a enfrentarse a los Demócratas (en teoría, no habría de ser Roosevelt, que había agotado ya dos mandatos).
Ciertamente, durante la Convención no fue nada fácil hallar un candidato. Los más conocidos sí que eran aislacionistas, pero, he aquí lo crucial, los acontecimientos bélicos del verano de 1940, con la derrota de Francia y la gran amenaza contra GB, no llevaron a una situación de temor, sino, según la interpretación de Moss, a una oleada de solidaridad americana por el pueblo británico...
De esa forma, aparece el abogado Wilkie, casi un amateur de la política, sin experiencia en cargos públicos, marcadamente pro-británico y, sorprendentemente, se impone a los aislacionistas. En cuanto a los demócratas, eligen a Roosevelt para un tercer mandato, algo sin precedentes, precisamente debido al peligro de la guerra. En suma, lejos de atemorizarse por las victorias nazis, los norteamericanos se movilizaron contra el totalitarismo y a favor de la Madre Patria.
En la novela de Roth, en medio de la trifulca entre aislacionistas y probritánicos de la Convención Republicana, aparece el héroe nacional Charles Lindbergh que se presenta – por sorpresa, pero con poderosos padrinos- como el hombre del consenso aislacionista. Es elegido por aclamación y por aclamación este hombre joven, dinámico, apuesto, representativo del sueño americano y comparable para la opinión pública a una estrella de Hollywood o de los deportes, arrasa al inválido Roosevelt, prometiendo la paz. Casi inmediatamente de ser elegido en noviembre vuela en su propio avión a Islandia, donde firma con Hitler un pacto de no-agresión.
Charles Lindbergh no era un ajeno total a la política. Era hijo de un congresista y cuando llega la guerra manifiesta opiniones políticas aislacionistas (que encubren su simpatía por el nazismo), aunque se rumorea que tiene aspiraciones políticas, nada de eso trasciende hasta después de las convenciones de verano de los partidos. La especulación de Roth no es disparatada si los grupos de presión y ciertos personajes influyentes se hubiesen movido en torno a Lindbergh con eficacia, en su momento.
El auténtico malvado de la novela no es Lindbergh, con su imagen a lo Kennedy, sino su vicepresidente, el personaje real del senador demócrata del Medio Oeste, Burton Wheeler. Cuando la acción de los movimientos pronazis y antisemitas norteamericanos (en un contexto de inquietud y casi paranoia públicas, por el estilo de la “caza de brujas” de la posguerra) lleva a estallidos de violencia, el presidente Lindbergh desaparece misteriosamente con su avión y el vicepresidente Wheeler intenta establecer un sistema autoritario de Estado de Excepción. Entonces, el pueblo democrático americano se subleva, liderado por el viejo Roosevelt y el alcalde de Nueva York, La Guardia. El parlamento depone a Wheeler y elige a Roosevelt. Norteamérica entra en la guerra (Rusia y GB aún no han sido derrotados) y el Mal es vencido. El avión de Lindbergh jamás será hallado...
Como digo, parece que Norman Moss no avala la idea de un aislacionismo americano, sino un profundo sentimiento probritánico a medida que la guerra avanzaba a favor de Hitler. Sin embargo, el deseo de ayudar a GB no quitaba que los norteamericanos no quisieran intervenir directamente en la guerra. Esta situación un tanto esquizofrénica, ¿hubiera podido ser alterada por la figura de Charles Lindbergh? Al fin y al cabo, a un héroe como él nadie podría acusarlo de ser un cobarde... Entre el cinematográfico (y americano) héroe Lindbergh y el extravagante (y extranjero) héroe Churchill, ¿cuál hubiese elegido la opinión pública americana en noviembre de 1940?
Después de las convenciones, cuando ya quedaba claro que el aislacionismo no sería parte de la campaña (los dos candidatos eran probritánicos, aunque los dos prometían que EEUU entraría en la guerra), es cuando se moviliza el comité Americans First, marcadamente aislacionista, cuyo portavoz más conocido será Charles Lindbergh (que se destapará como antisemita en algún discurso...) y donde estará también el senador Wheeler. Su efecto fue que hasta Pearl Harbour, las iniciativas contra la neutralidad de Roosevelt encontrarían siempre una fuerte resistencia tanto en el parlamento americano como en la opinión Pública. Es dudoso que Roosevelt hubiese podido declarar la guerra a Alemania. Recordemos que, tras Pearl Harbour, fue Alemania quien se la declaró a EEUU.