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Francis Currey
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Especial Simon Wisenthal

Mensaje por Francis Currey » Mié Sep 21, 2005 7:07 pm

Muere Simon Wiesenthal, un incansable “cazanazi”

Ayudó a capturar a cientos de criminales de guerra alemanes

VIENA (Por Ralph Blumenthal, para “The New York Times”).—Simon Wiesenthal, el superviviente de los campos de concentración que dedicó su vida a perseguir a los criminales de guerra nazis, murió ayer a los 96 años de edad. Wiesenthal nació el 31 de diciembre de 1908 en Buczacz, Galicia, que entonces formaba parte del antiguo imperio austro-húngaro y más adelante se convirtió en parte de Ucrania.

Tras escapar dos veces de la muerte, reponerse a dos intentos de suicidio y ser salvado de los campo de concentración de Mauthausen en Austria por las fuerzas estadounidenses en 1945, Wiesenthal persiguió un sueño durante el resto de su vida: recordar a los millones de judíos exterminados durante la guerra y llevar a sus culpables ante la justicia.

Un historial de entrega Su papel de detective respecto a “los enemigos de la historia”, como él los calificaba, ayudó a mantener la atención sobre un hecho el cual —decía—, “el mundo está olvidando”. “Soy el único que aún puede hablar. Después de mí, todo se convertirá en historia”.

Desde sus oficina en el Centro de Documentación Judía en Viena, Wiesenthal pasó años recolectando y transmitiendo pistas sobre criminales de guerra a través de una red de informantes, agentes de gobierno, periodistas, y hasta ex nazis. Wiesenthal, una figura voluminosa, de bigote recortado, persistió en su búsqueda de culpables a pesar de las críticas, las amenazas de muerte y los intentos de secuestro de su esposa e hija.

Llamándose a sí mismo “la mala conciencia de los nazis”, prometió continuar sus esfuerzos “hasta el día en que muera”.

“Mi objetivo —afirmaba—, no es la venganza, sino asegurarme de que los crímenes nazis salgan a la luz para que las nuevas generaciones no los desconozcan”.

Después de la guerra, casi tan pronto como pudo tenerse en pie, comenzó a recolectar evidencias de las atrocidades para la Sección de Crímenes de Guerra del Ejército de Estados Unidos. La captura más importante a la que ayudó Simon Wiesenthal fue la de Adolf Eichmann, quien jugó un papel decisivo en la deportacion y posterior asesinato de millones de judíos.

La captura final de Eichman, quien residía en Argentina desde el final de la guerra la llevaron al cabo clandestinamente, agentes secretos del Mosad, Servicio de Inteligencia israelí, en 1960. Eichman fue llevado a Israel donde fue acusado y ejecutado en 1961. Una larga trayectoria También intentó, aunque sin éxito, la captura del “Ángel azul”, el médico Yoseph Méngele, quien dejó rastros en países sudamericanos como Argentina, Paraguay y Brasil, donde murió ahogado.

Simón Wiesenenthal fue autor de libros como “Campo de concentración Mathausen” (1946), “Yo cacé a Eichman” (1961), “El Girasol” (1970), entre otros.

En cierta ocasión, cuando fue preguntado sobre el porqué de su afán por la “caza de nazis”, Simon Wiesenthal contestó: “Usted es un hombre religioso. Crée en Dios y en la vida después de la muerte. Yo también creo. Cuando lleguemos al otro mundo y nos reúnamos con los millones de judíos que murieron en los campos de concentración y nos pregunten qué hicimos, habrá muchas respuestas. Usted dirá: 'me hice joyero'. Otro dirá, 'construí casas'. Yo, sin embargo, contestaré: “Nunca te olvidé”.

Fuente: Diario Yucatan
Fecha: 21 de Septiembre de 2005

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Mensaje por Francis Currey » Mié Sep 21, 2005 7:10 pm

Muere Simon Wiesenthal, el cazador de nazis

Los Ángeles. Agencia

Simon Wiesenthal, el superviviente del Holocausto que ayudó a perseguir a numerosos criminales de guerra nazis tras la Segunda Guerra Mundial, falleció hoy a los 96 años de edad, tras pasar las últimas décadas de su vida luchando contra el antisemitismo y los prejuicios. Wiesenthal falleció mientras dormía en su casa de Viena (Austria), según el rabino Marvin Hier, dean y fundador del Centro Simon Wiesenthal en Los Angeles.

"Creo que será recordado como la conciencia del Holocausto. En un cierto modo, se convirtió en el representante permanente de las víctimas del Holocausto, determinado a llevar a los autores del mayor crimen ante la justicia", declaró Hier a Associated Press.

Wiesenthal, que era arquitecto antes de la Segunda Guerra Mundial, cambió su vida tras la guerra, dedicándose a intentar perseguir a los criminales de guerra nazi y a ser la voz de los 6 millones de judíos que murieron durante el Holocausto, entre ellos 89 de sus familiares.
Wiesenthal pasó más de 50 años persiguiendo a criminales de guerra nazis, hablando en contra de los neonazix y el racismo, y recordando la experiencia vivida por los judíos como una lección para la Humanidad. Gracias a su trabajo, decía, unos 1. 100 criminales de guerra nazis fueron llevados a los tribunales. "Cuando se mire atrás en la Historia quiero que la gente sepa que los nazis no fueron capaces de matar a millones de personas y huir como si nada", afirmó en una ocasión.

Su lucha comenzó cuando los estadounidenses liberaron el campo de concentración de Mauthausen, en Austria, donde Wiesenthal estaba recluido en mayo de 1945. En el momento de su liberación sólo pesaba 45 kilos y, según él, rápidamente se dio cuenta de que "no hay libertad sin justicia" por lo que decidió dedicarse "unos pocos años" a hacer justicia. "Al final se convirtieron en décadas", añadió.

Fuente: ABC
Fecha: 21 de Septiembre de 2005

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Mensaje por Francis Currey » Mié Sep 21, 2005 7:12 pm

Muere el «cazanazis» Simon Wiesenthal

Superviviente del campo de Mauthausen, logró la captura de más de mil criminales de guerra

Macarena Gutiérrez

Madrid- Ayer murió en Viena un héroe judío. Simon Wiesenthal, nacido el último día del año 1908 en el imperio austrohúngaro, logró llevar ante la justicia a más de 1.100 criminales de guerra nazis. A muchos de ellos tuvo ocasión de mirarles a los ojos en alguno de los doce campos de concentración en los que estuvo retenido. Durante sus cuatro años de encierro se dedicó a memorizar cada nombre y cada cara de los oficiales a los que tenía acceso. Cuando fue liberado por los estadounidenses en
por los estadounidenses en Mauthausen aparcó su profesión de arquitecto y dedicó su vida a buscar a los verdugos de millones de judíos.
En 1947 fundó el Centro de Documentación Judío para rastrear a los genocidas. No lo tuvo fácil. Su trabajo no era oficial, ni él lo había pedido ni nadie se lo había asignado. En los años de la Guerra Fría, cuando muchos países querían pasar la página de la Segunda Guerra Mundial, su centro fue cerrado. Fue tras la espectacular captura de Adolf Eichmann en Argentina en 1954 cuando recuperó una relevancia que le permitió reabrir su centro con donaciones de todo el mundo. El juicio del diseñador de la «Solución final» se emitió en directo en Israel.
La fundación Wiesenthal contaba con una inmensa red de colaboradores que no se conocían entre ellos y que arriesgaban mucho cada vez que pasaban información. Una vez localizada la presa, y con un sigilo digno del mejor servicio secreto, comunicaban el hallazgo al Gobierno de Israel del momento para que el Mossad actuara. Algunas voces críticas le acusaron de atribuirse demasiado mérito en capturas como la de Eichmann, a lo que él señalaba que «fue un trabajo de equipo. Muchas veces no sabía qué informes de los que enviaba a Israel eran utilizados».
Otro de sus sonados aciertos fue la captura de «Hermine Ryan», considerada culpable del asesinato de centenares de niños en el campo de Majdanek. Los sabuesos de Wiesenthal la encontraron en el barrio de Queens, Nueva York, donde actuaba como una ejemplar ama de casa. Fue condenada a cadena perpetua en Alemania en 1973.
Si hubo un asesino que se le resistió hasta el final ése fue Joseph Mengele, más conocido como el «ángel azul». Doctor en Medicina, Mengele dedicó los años del Holocausto a experimentar en su laboratorio de los horrores con hermanos gemelos. Se supo que pasó por varios países iberoamericanos hasta acabar sus días ahogado en aguas de Brasil.
Simon Wiesenthal dio por cumplida su misión años antes de su muerte. Pensaba que no hay libertad sin justicia y quería que los libros de Historia reflejaran que los nazis fueron castigados. Tras 58 años de trabajo, Wiesenthal anunció en abril de 2003 su retirada de la vida pública con el siguiente epitafio: «A los asesinos de masas que he perseguido los he encontrado y los he sobrevivido a todos». Será enterrado con todos los honores el viernes en Israel.
Sus capturas


Adolf Eichmann, ideólogo de la «Solución final»
>Este oficial nazi es su presa más famosa. Eichmann fue el cerebro de la macabra pero eficaz red de transporte de millones de judíos a los campos de exterminio. Oculto en Buenos Aires bajo el nombre de Ricardo Clement, fue apresado por el Mossad en plena calle, emborrachado con whisky y metido en un avión ante las sonrisas cómplices de los policías. Lo colgaron en Israel.

Franz Stangl, comandante del campo de Treblinka
>El escondite elegido por el jefe del campo de la muerte de Treblinka fue Brasil. En 1967 fue extraditado y juzgado en Alemania, donde falleció en prisión. También comandó con mano de hierro el campo de Sobibor, que junto al de Treblinka nunca fueron lugares de concentración. Ambos estuvieron concebidos desde el principio para matar al mayor número de judíos posible.

Karl Silberbauer, cerebro de la deportación de Anna Frank
>Wiesenthal decidió seguir el rastro de este policía austriaco cuando un joven le dijo que Anna Frank nunca existió. Silberbauer planeó el envío de la pequeña alemana al campo de concentración de Bergen-Bergen, donde murió. El «cazanazis» rastreó a su presa durante cinco años hasta que logró dar con su paradero en 1963. Demostró que el diario y su autora no eran ningún cuento.

Fuente: La Razón
Fecha:
21 de Septiembre de 2005

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Mensaje por Francis Currey » Mié Sep 21, 2005 7:15 pm

Borrel destaca que Wiesenthal creía en la Europa de la paz


El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, destacó que Simon Wiesenthal, fallecido hoy a los 96 años, creía en la Europa 'de la paz, de la reconciliación y los Derechos Humanos'.

Borrell indicó que 'gracias a hombres como él, Europa puso fin a sus desgarros y sus guerras fraticidas', según señaló en un comunicado.

Con la muerte de Wiesenthal 'un justo nos ha abandonado. Luchó toda su vida contra el olvido y en favor del deber de memoria.'Nunca más esto' decía. No lo olvidaremos nunca'.

El presidente de la Eurocámara dijo que su 'combate para encontrar a los criminales nazis no estuvo nunca teñido de un espíritu de venganza sino inspirado por una preocupación de Justicia'.

Fuente: EFE
Fecha: 20 de Septiembre de 2005

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Mensaje por Francis Currey » Mié Sep 21, 2005 7:17 pm

Simon Wiesenthal, el infatigable 'cazanazis'

En 1945 unos oficiales norteamericanos que le habían ayudado a salir -apenas podía andar- del recién liberado campo de Mauthausen le recomendaron que se volviera "a su casa" en la remota Buczacz en Galicia (hoy Ucrania) y que intentara rehacer su vida y olvidar la pesadilla de los cuatro años de agónico viaje de un campo de exterminio nazi a otro. Se negó. Toda su familia había sido exterminada, como lo había sido el mundo en el que había nacido allá en 1908 en el centro de la geografía cultural del judaísmo europeo oriental definitivamente convertido en humo.

Simon Wiesenthal, un joven arquitecto que había estudiado en Praga y Lemberg (la ucraniana Lvov), sabía que allá no le "quedaba ni un cementerio para llorar", como recordaría en sus memorias décadas más tarde. Y se quedó muy cerca de Mauthausen, primero en Linz y después en Viena, rodeado de una población que había sido fervorosamente nazi y que intentaba imponer una ley del silencio que garantizara impunidad a los criminales y evitara la mala conciencia a todos.

Nadie en aquellos duros años de las décadas de 1950 y 1960, ya en plena guerra fría y con el telón de acero en el patio trasero, toleraba bien por allí el recuerdo. Él convirtió la memoria en el lema de su vida y su lucha contra la impunidad del crimen nazi en una de las grandes gestas individuales de la segunda mitad del siglo XX.

Ya convertido en una leyenda como cazanazis, después de haber localizado a centenares de verdugos, grandes o medianos, carniceros como el jefe de Treblinka Franz Stangl o asesinos de despacho como Eichmann -después secuestrado por agentes israelíes en Argentina, juzgado y ejecutado en Israel-, Wiesenthal siguió insistiendo siempre en que no se veía como un vengador y se resistió con vehemencia a todo intento de culpabilización colectiva de alemanes o austriacos.

En una vieja casa de lo que fue el antiguo barrio judío vienés, frente al canal del Danubio y a un tiro de piedra del solar donde se alzó hasta 1945 el cuartel general de la Gestapo que dirigió el terrible Alois Kaltenbrunner, Wiesenthal recibía en un pequeño despacho repleto de ordenadores y ficheros que sólo él entendía y encontraba.

En su trabajo era inmensamente meticuloso, consciente del revés que suponía cada inexactitud o error porque sabía que tenía enfrente a toda una batería de medios de comunicación dispuestos a difamarle, a grupos revisionistas decididos a descalificarle y destruir su credibilidad y a una sociedad siempre tendente a verle no como un defensor de la dignidad humana sino como un agitador rencoroso y un ser vengativo insaciable.

Detestaba tanto a quienes intentaban ocultar crímenes y culpas como a quienes desde el fanatismo o la superioridad moral de la ignorancia vertían culpas colectivas o hacían acusaciones graves sin pruebas.

Volvió a demostrar su independencia cuando defendió al ex secretario general de la ONU y candidato presidencial austriaco Kurt Waldheim de las acusaciones de ser un criminal de guerra. Wiesenthal rechazó las acusaciones vertidas por el Congreso Mundial Judío y dijo que había que distinguir entre un oportunista ambicioso más o menos inmoral y despreciable y un criminal de guerra. Los enemigos de los matices no le perdonaron aquella intervención.

Si ya en Mauthausen había decidido apuntar y memorizar nombres de verdugos, víctimas y circunstancias, en estos 60 años y a través del centro que lleva su nombre y tiene hoy sedes en todo el mundo, Wiesenthal logró recopilar y ordenar millones de datos en su permanente combate contra el olvido. Nadie como él logró movilizar conciencias, voluntades y recursos para esta ingente tarea y nunca dudó en entrar en polémica, decidido como siempre estaba a que todas las infames campañas de desprestigio y difamación de las que fue objeto tuvieran respuesta.

Fue muy doloroso para él su célebre enfrentamiento con el gran socialdemócrata Bruno Kreisky, de origen judío también, pero por aritmética política muy interesado durante años en acallar a quienes denunciaban sus vergonzantes alianzas con antiguos nazis acomodados en el Partido Liberal (FPÖ). Los insultos a Wiesenthal constituyeron probablemente una de las páginas más tristes de la brillante biografía de aquel otro judío centroeuropeo tantos años canciller austriaco.

Nunca se dejó intimidar por aquel ambiente tan hostil como la Viena de la guerra fría. Nada más salir del campo de Mauthausen, ingresó en la Unidad de Crímenes de Guerra creada por las fuerzas de ocupación norteamericanas.

Pero el enfrentamiento entre los antiguos aliados antinazis -Moscú y Washington- hizo que pronto americanos y soviéticos se dedicaran más al pulso entre ellos en la Europa dividida que a la persecución de criminales nazis. Fue entonces cuando se independizó Wiesenthal y comenzó la empresa personal titánica que lo convirtió en leyenda y en una de las grandes personalidades de la segunda mitad del trágico siglo XX.

Wiesenthal ha muerto el martes en Viena y será enterrado en Israel. Se va a reposar con los suyos porque en Europa se quedó ya entonces sin camposanto. Ha sobrevivido a casi todos los verdugos que llenaban sus archivos y de los que hablaba, inclinado sobre sus ficheros, con una familiaridad cuasi científica. Su labor había concluido. Su vida ha sido un monumento a la dignidad del pueblo judío y de Europa.

Fuente: El País
Fecha: 21 de Septiembre de 2005

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ignasi
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Mensaje por ignasi » Mié Sep 21, 2005 8:43 pm

El azote de los nazis

• Muere el arquitecto judío que dedicó la vida a perseguir a los autores del Holocausto para entregarlos a la justicia
• Gracias a su labor fueron procesados 1.100 criminales


JOAN CAÑETE BAYLE
JERUSALÉN

Simon Wiesenthal, el arquitecto austriaco que dedicó su vida, tras sobrevivir a los campos de exterminio nazis, a perseguir a los verdugos del Tercer Reich para entregarlos a la justicia, explicaba con sencillez por qué se convirtió en el azote de los nazis que huyeron tras la guerra: "Cuando lleguemos al otro mundo y los millones de judíos que murieron en los campos nos pregunten '¿Y tú qué hiciste con tu vida?', unos dirán: 'Yo fui joyero'. Otro dirá: 'Yo construí casas'. Yo les diré: 'No os olvidé'."
Wiesenthal, de 96 años, murió ayer en Viena, y con él desaparece un hombre que luchó toda su vida contra el olvido, el antisemitismo y el racismo y a favor de la justicia.
"Busco justicia, no venganza. Mi trabajo es advertir a los asesinos del mañana de que nunca descansarán", solía aclarar Wiesenthal, cuya vida fue marcada a sangre y fuego por el Holocausto. El incansable cazanazis nació el 31 de diciembre de 1908 en Buczacz, entonces del Imperio austrohúngaro y hoy en Ucrania. El terror nazi lo atrapó a él y a su mujer, Cyla, en la localidad ucraniana de Lviv, de donde huyeron hasta que fueron capturados y enviados al campo de Janwska. Tras lograr documentación polaca para su esposa a cambio de colaborar con la resistencia, el matrimonio se separó en 1942 y Wiesenthal empezó un periplo de huidas y capturas que le llevó a una decena de campos hasta que las tropas estadounidenses lo liberaron en Mauthausen el 5 de mayo de 1945. Pesaba entonces menos de 50 kilos, y 89 de sus familiares habían sido asesinados.

Memoria del infierno
"Nunca te creerán si algún día cuentas esto", le dijo una vez un caporal nazi a Wiesenthal, que durante sus años de infierno empezó a memorizar los nombres de sus captores. Tras ser liberado, trabajó durante un tiempo en la Oficina de Crímenes de Guerra del Ejército de EEUU en la Austria liberada y en 1945 se reunió con su mujer, a la que creía muerta. En 1947, abrió en Linz (Austria) una oficina para recopilar información para futuros juicios. Pero la causa antinazi, en plena guerra fría, ya no era muy popular, y Wiesenthal acabó cerrando la oficina en 1954. Sólo se quedó un archivo: el de Adolf Eichmann, el ideólogo de la solución final.
Wiesenthal había entregado en 1953 información a Israel sobre el paradero de Eichmann en Buenos Aires, pero no sería hasta 1959 cuando el Mosad secuestró al nazi en Argentina y lo llevó a Israel, donde fue condenado a muerte en 1961. La captura de Eichmann animó a Wiesenthal, que reabrió en 1962 su Centro de Documentación Judío en un piso de 120 metros en Viena, donde estuvo trabajando, entre pilas de miles de documentos y sin un simple ordenador, casi hasta su muerte.
Fruto de su trabajo fue la detención de 1.100 personas acusadas de crímenes de guerra, entre los que destacan Karl Silberbauer (el oficial de la Gestapo que arrestó a Anna Frank en Amsterdam), Franz Stangl (el comandante del campo de Treblinka) y Hermine Ryan (una en apariencia inofensiva ama de casa del barrio de Queens en Nueva York que durante la guerra había supervisado el asesinato de centenares de niños en Majdanek). Eso sí, Wiesenthal siempre lamentó no haber capturado a Josef Mengele, el jefe médico de Auschwitz.

Los Balcanes y Ruanda
Pese a la indiferencia y hasta la animadversión que a veces encontraba --el Gobierno austriaco no lo vio nunca con buenos ojos--, Wiesenthal continuó con su trabajo, y creó sedes en Los Ángeles y Jerusalén, y denunció los crímenes de guerra en los Balcanes y Ruanda. Condecorado por gobiernos de medio mundo, en el 2003, tras morir su esposa, Wiesenthal dio por terminado su trabajo. Pero su fundación continúa trabajando en defensa de esa especie de justicia universal que Wiesenthal impulsó.
"Quiero que la gente sepa que los nazis no lograron matar a millones de personas impunemente", dijo una vez Wiesenthal, tal vez recordando uno de los pasajes más famosos de sus memorias. Poco después de ser liberado, se encontró en un hospital a un moribundo oficial de las SS que le pidió que le perdonara. Wiesenthal dio media vuelta y se fue. Porque "no hay libertad sin justicia".

FUENTE: EL PERIODICO DE CATALUNYA
FECHA: 21/09/05

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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 28, 2005 5:27 am

Aprueban pago a judíos húngaros

Una jueza en Miami aprobó el acuerdo mediante el cual el gobierno de Estados Unidos pagará US$25,5 millones en compensación a un grupo de judíos húngaros por la pérdida del llamado "tren del oro", incautado por el ejército estadounidense al final de la II Guerra Mundial.


A pesar de las objeciones de algunos de los sobrevivientes, la magistrada federal Patricia Sietz dijo que el acuerdo representa una oportunidad "histórica" de enmendar una injusticia cometida hace 60 años por tropas de EE.UU. y que nunca fue debidamente atendida por el gobierno federal.

Pero más de 350 personas objetaron formalmente el acuerdo después de que fue anunciado en marzo pasado.

Mediante el convenio, se calcula que unos 30.000 sobrevivientes de las víctimas judías húngaras que viven en la pobreza se beneficiarán del fondo millonario que será creado por EE.UU.

El dinero será repartido a través de agencias de servicio social judías en todas partes del mundo durante los próximos cinco años. Más de 40% del dinero irá a Israel, 22% a Hungría, 21% a Estados Unidos y 7% a Canadá.

El acuerdo además lanza un llamado al gobierno estadounidense para que emita una disculpa pública por las acciones de los soldados.


El "tren de oro"

El caso se remonta a los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis intentaron sacar de Hungría un tren cargado de propiedades robadas a los judíos.

El "tren de oro", que es como se le conoce, llevaba en sus vagones no sólo lingotes de oro, sino también obras de arte, monedas, colecciones de estampillas, plata, alfombras orientales, porcelanas y pieles que, según los demandantes, estaban valoradas entre US$50 millones y US$120 millones.

El 16 de mayo de 1945, en un túnel a 96 kilómetros al sur de Salzburgo, Austria, soldados de la III División de Infantería del Ejército estadounidense capturaron el tren que transportaba el tesoro saqueado por los alemanes y el gobierno húngaro pro nazi a los judíos.

La mayor parte de la propiedad a bordo fue robada.

Después de la guerra, los militares estadounidenses subastaron parte del botín.

El acuerdo logrado en marzo había sido presentado ante la jueza federal en Miami, Florida, para que le diera su aprobación para que tuviera validez.



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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 28, 2005 5:32 am

El submarino que hundió Hitler


Rescate. El joven puertorraleño de 26 años Manuel Pacheco pereció en el sumergible republicano C-3 donde ejercía como suboficial auxiliar de torpedos. Casi setenta años después se pretende reflotar los restos de aguas malagueñas


puerto real. El 12 de diciembre de 1936 a cuatro millas de la costa de la ciudad de Málaga el submarino alemán U-34 hundió al sumergible español C-3, el cual, tras la sublevación del 18 de julio permaneció fiel a la República formando parte de su armada. Como consecuencia de ello, 37 marinos murieron en aquel ataque, uno de ellos puertorrealeño, el joven de 26 años suboficial auxiliar de torpedos, Manuel Pacheco López.
Las investigaciones realizadas apuntan a que el marinero nació en el seno de una familia asentada en Puerto Real desde pleno siglo XVIII, parte de la cual tenía una estrecha vinculación con la Armada al menos desde mediados del siglo XIX. También su padre, Manuel Pacheco Falcón, era torpedista de la Armada a comienzos del siglo XX, pasos que seguiría su primer hijo varón, Manuel, nacido en 1910 en la por entonces calle Reyes Católicos.

La pronta muerte de su padre, en 1920, convirtió al joven Manuel en uno de los pilares que sustentaban a su familia, su madre y sus hermanas María, Carmen y Antonia. Pronto entró al servicio de la Armada, y con apenas 25 años ya era auxiliar de electricidad y torpedos, estando destinado como suboficial en Cartagena en el momento del levantamiento de las tropas franquistas del Norte de África, como integrante de la dotación del submarino C-3, quienes, pese a la inicial presión de sus mandos, permanecieron leales a la República y por la cual terminarían por dar sus vidas.

Hay que indicar que este hecho histórico ha permanecido varias décadas en el ostracismo, ya que a pesar de que los días siguientes al hundimiento, las autoridades republicanas enviaron buques a la zona para descubrir su posición, la cual se balizó en 1937, tras la toma de Málaga por las fuerzas nacionales, el interés por el C-3 se perdió y nunca más se volvió a investigar.

Incluso, los vencedores de la guerra ocultaron el ataque alemán, intentando hacer creer que el sumergible hundido era el italiano Archimede y que el C-3 había desertado.

Hace algunos años, en 1997, el abogado malagueño Antonio Checa supo del C-3 por casualidad, investigó el tema y tras varias inmersiones con ROVs dotados con cámaras de vídeo se obtuvieron las primeras imágenes del pecio, así, en el mes de octubre de 1998 la Marina Española destacó al buque de investigación y salvamento Mar Rojo con un equipo de buceadores que consiguieron identificar los restos como pertenecientes al C-3.

Las familias de los desaparecidos en el C-3 pretenden recuperar los restos de sus familiares, dados por desaparecidos durante décadas, y si es posible, el reflote del sumergible, aunque un estudio llevado a cabo por Defensa a petición del por entonces ministro Federico Trillo en febrero de 2003 indicaba que el submarino estaba muy deteriorado, con gran cantidad de incrustaciones, pérdida del doble casco y probablemente partido por la mitad, situación que indicaría que, al menos a corto plazo, debía desestimarse su reflotación.

No obstante, otras opiniones aseguran que el rescate es viable, y que no se hace por su alto coste y dificultad, pero que habría quien hiciera frente al coste económico del reflote y la posterior restauración, porque la intención es mostrarlo en el puerto de Málaga y que a los 37 militares que hay en su interior se les devuelva el honor que durante décadas se les ha querido robar a través del silencio y el olvido, ofreciéndoles al menos un digno entierro, evitando el abandono en el cual aún se encuentran, acaso el expolió que actualmente sufre este panteón submarino, convertido en lugar ocasional de visita por submarinistas, más o menos respetuosos con lo que esta nave y sus ocupantes significan. De igual modo, también se pretende divulgar el valor de las personas que murieron en el citado sumergible, que dieron sus vidas por salvaguardar la libertad, la democracia y la legalidad política.

En cuanto al episodio de su hundimiento, se señala que a las 14 horas del 12 de diciembre el submarino navegaba en superficie. Minutos más tarde, según la visión de algunos testigos, pesqueros que faenaban por la zona, el C-3 se inclinó violentamente de proa y ligeramente caído a estribor. Una llamarada y una densa nube de humo blanco había precedido este hecho. De forma casi inmediata el submarino se hundió dejando a flote sólo al capitán García Viñas, que se encontraba en la torreta y a los marineros Isidoro de la Orden y Asensio Lidón quienes vaciaban restos de comida por la popa. Tan rápido sucedió que ningún otro hombre pudo salir. Así, 37 marinos españoles encontraron la muerte a pocas millas del puerto de Málaga donde sus restos reposan hoy a 70 metros de profundidad.

Bajo las aguas, el submarino alemán U-34, con base en Wilhemshaven y la mando del Kaptanlutnant Harald Grosse, se alejaba de la zona poniendo rumbo al Estrecho. Esta intervención de los submarinos alemanes en apoyo del eje Nacional se inscribía dentro de la denominada Operación Úrsula, una operación diseñada como unas maniobras, mediante la cual se enviaban a las costas españolas dos submarinos, pensando que la acción sería un buen entrenamiento para los buques pensando en una futura posible guerra franco-alemana. Los submarinos asignados, tras continuas peticiones de los sublevados, fueron el U-33 y el U-34. El 20 de noviembre ambos buques salieron del Elba, no debían ser avistados, incluso por barcos alemanes, borrando los elementos de identificación y arriar las banderas hasta su vuelta. La tripulación debía guardar el secreto de por vida, bajo pena de muerte.

Manuel Izco es Licenciado en Historia.



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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Sep 29, 2005 6:30 pm

Hitler quiso quemar 'El grito' y otras 81 pinturas de Munch

La nueva biografía del creador relata cómo las obras fueron rescatadas y vieron la luz tras la caída del Reich

C. VILLA MIR/ESTOCOLMO

En 1938 Adolf Hitler ordenó a su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, que organizara una exposición modélica con las obras de los pintores y escultores de «moral baja y estilo pernicioso». Con esa muestra, que se organizó en Berlín y fue titulada 'Contra el arte degenerado', el tirano quería denunciar «corrientes diabólicas creadas por individuos con bajos instintos». Según los planes de Hitler, una vez terminado el periodo de la exposición, se haría una hoguera con todos los cuadros. En la colección había 82 obras de Edvard Munch y entre ellas se encontraba 'El grito', en paradero desconocido desde hace ya un año, después de que fuera robado del Museo Munch de Oslo.

Cuenta la nueva biografía del pintor, 'Munch, behind The Scream' ('Munch, tras El grito'), de Sue Pridaux (Yale University Press), que Adolf Hitler odiaba a Munch y toda su obra y que tampoco soportaba el movimiento expresionista, por encontrarlo «degenerado y pernicioso».

Por eso decidió destruir todas las obras expresionistas que había en Alemania, obras que las hordas nazis robaron de los museos y galerías de Suecia y Noruega.

Según la historiadora anglonoruega, autora de la nueva biografía, al conocerse en el reino nórdico los planes de Hitler, un grupo de valientes decidió «salvar» el destino de las pinturas. Thomas Olsen, tío abuelo de la autora, recibió un encargo «del más alto nivel» para organizar el viaje a Berlín.

Contrató a seis jóvenes que viajaron con él por carretera a la capital alemana con la misión, casi imposible, de recuperar los cuadros. Recibieron los medios económicos necesarios para llevar a buen fin su difícil cometido.

La operación de rescate se coronó con éxito, aunque la misión fue muy arriesgada y el grupo expedicionario se jugó la vida en varias ocasiones. Lo que no cuentan esos textos es si los noruegos compraron los cuadros; si pudieron sobornar a Goebbels o a algún empleado de la pinacoteca para que se los entregara; o si se los agenciaron de forma poco académica dando un 'golpe' al filo de la ley.

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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Sep 29, 2005 6:31 pm

Crónicas del hombre que entrevistó a Hitler

Periodista Digital / Europa Press

Sábado, 17 de septiembre 2005

Ni él ni nadie preveían el holocausto que se gestaba cuando el periodista catalán Eugeni Xammar llegó a Berlín en 1922. Quizá por eso el tono de sus crónicas, en su mayoría publicadas por el diario ’Ahora’ hasta que fue clausurado con el inicio de la Guerra Civil española, sea principalmente irónico. La recopilación de sus artículos en un libro acercan a los españoles la realidad de la Alemania pre-nazi, antes de saber lo que se venía encima.

Sus crónicas, publicadas entre 1922 y 1936, ofrecen su particular mirada a la gestación del nazismo, la llegada al poder de Hitler y el boicot a los judíos, entre otros acontecimientos. Los libros ’El huevo de la serpiente’, y ’Crónicas desde Berlín’, son ya un "testimonio impagable de los vaivenes políticos y de la vida cotidiana de entonces", según su editor, Jaume Vallcorba.

Uno de los momentos más "sorprendentes" del libro es la entrevista que Xammar realizó a Adolf Hitler junto a su amigo Josep Pla en Baviera en 1923, donde "ya se prefiguraba el holocausto", a pesar de que la vida de los ciudadanos alemanes "apenas se veía alterada".
Biografía de un desconocido


Eugeni Xammar (Barcelona 1988-L’Ametlla del Vallès, 1973) forma parte de una generación de periodistas que surgió en España en los años 30, un grupo de burgueses liberales que vieron truncada su carrera profesional con el inicio de la Guerra Civil.

Fue corresponsal en Berlín desde 1922 a 1936, donde conoció a su amigo Josep Pla, y el desenlace de la Guerra Civil le mantuvo en el extranjero, hasta que regresó a Cataluña para encerrarse en su casa de L’Ametlla del Vallès, donde falleció en 1973.

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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Oct 02, 2005 8:13 pm

De héroe a mendigo

Luis Lavín, el último superviviente de los ochos vascos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial en la aviación soviética, vive de la caridad en Castellón

JOSU GARCÍA/BILBAO

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EX COMBATIENTES. Luis Lavín y su esposa, Svetlana, lucen sus numerosas condecoraciones. / J. G.

En 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, un piloto del Ejército Rojo recibía varias condecoraciones por sus heroicas acciones en el transcurso de la contienda. El aviador había nacido en Bilbao, desde donde huyó en 1937 hacia la URSS junto a otros 1.700 niños vascos de la guerra. En la actualidad, un anciano acude cada semana a las dependencias de Cáritas en Nules (Castellón) para recibir comida. En realidad, el as de los combates aéreos y el hombre que ahora busca muebles y ropa entre la basura son la misma persona: Luis Lavín Lavín, 80 años, el único superviviente de los ocho vascos que combatieron en la aviación soviética.

La trayectoria vital de Lavín responde a una desdichada sucesión de lealtades, traiciones, amargas casualidades y daños colaterales. Una historia trágica que supera con creces a un guión de cualquier película. Un drama que actualmente le obliga a «malvivir» con una pensión mínima -450 euros-, junto a su esposa Svetlana, veterana también de la Segunda Guerra Mundial, donde sirvió como enfermera en la cruenta batalla de Stalingrado.

Su regreso a España en 1993, como el de tantos otros niños de la guerra, ha terminado por convertirse «en un infierno». «Nos han engañado, no nos han dado lo prometido. Hubiera sido mejor quedarnos en Rusia. Todos los políticos hablan de recuperar la memoria histórica y a todos se les llena la boca con palabras, pero nadie hace nada por nosotros. Pasamos mucha necesidad», denuncia.

La cita con Lavín tiene lugar en la estación de tren del pueblo levantino de Nules. Son las cuatro de la tarde y el día es despejado. Un anciano vigoroso espera de pie en medio del andén. El sol cae a plomo. Ojos claros y pelo blanco. Es Lavín, que esboza una tímida sonrisa, dejando entrever un diente de oro y un ápice de melancolía. Su voz está cargada de tensión dramática: «Nos gustaría viajar, pero no salimos de aquí porque no tenemos dinero».

El humilde piso donde vive se encuentra ubicado en un enorme edificio de viviendas sociales. Una colmena de ladrillo rojo rodeada de descampados y paredes repletas de pintadas y suciedad. Sentados en su pequeño comedor, el ex aviador del Ejército Rojo y su esposa comienzan a desgranar los pormenores de su peripecia vital.

Lavín nació en Bilbao el 10 de marzo de 1925. Hijo de un conocido militante comunista, su madre era amiga de Dolores Ibarruri, 'La Pasionaria'. «Mi padre regentaba la taberna Cantabria, que estaba en la calle San Francisco. Vivíamos en el Casco Viejo. El bar tenía una amplia trastienda donde pasábamos películas rusas y se hacían reuniones clandestinas del partido. Había un ventanuco por el que se podía escapar si había redada», recuerda entre sonrisas burlonas.

La contienda española iba a cambiar su vida para siempre. Lavín recuerda la noche en que vinieron a buscarle para embarcar hacia la URSS. «Fue tres días antes de que cayera Bilbao (junio de 1937). Nos metieron en un coche y nos llevaron hacia el puerto». A partir de entonces, el silencio: «No volvimos a recibir noticias de nuestra familia hasta el año 57».

Entrenamiento militar

Tras hacer escala en Francia y capear una «durísima» tormenta, el buque repleto de exiliados desembarca en Leningrado. Un rápido traslado a Crimea permite a los pequeños disfrutar de la infancia que la guerra les ha hurtado. «Lo pasábamos en grande. Todo el día jugando, bañándonos en el Mar Negro y haciendo excursiones», recuerda Lavín, que por primera y única vez se entusiasma con la historia que está narrando.

Las vacaciones no duran mucho. En octubre, los niños son enviados a Moscú para iniciar sus estudios. Los próximos tres años los pasan entre lecciones y entrenamientos militares. Entretanto, la República se desmorona y las posibilidades de retorno a Euskadi se esfuman. La Segunda Guerra Mundial acecha a la vuelta de la esquina. Unos 40 'niños' vascos -algunos tienen ya 20 años- se presentan como voluntarios para ingresar en el Ejército del Aire.

Pero los soviéticos no admiten pilotos españoles, ni siquiera a los que acaban de luchar en los cielos peninsulares. Es entonces cuando el destino sonríe por primera vez a Lavín. Por mediación de Antonio Uribe, hermano de un ex ministro de la República, la academia de pilotos de Kiev acepta a los jóvenes vascos. Lavín falsifica sus documentos y añade dos años de un plumazo a su edad.

El 22 de abril del 41, con sólo 16 primaveras, el piloto bilbaíno comienza su preparación. «Sólo terminamos el curso ocho compañeros: Aguirregoicoa, el propio Uribe, Prieto, Cianca, Lekumberri, Suárez, Larrañaga y yo». Los ocho vascos cumplen así su sueño de volar. «Es una sensación maravillosa. Cuando te sientas en un caza las piernas no paran de temblar, pero tan pronto como das gas los nervios desaparecen», apunta Lavín.

Misiones aéreas

Destinado en la localidad ucrania de Voronezh, la desbandada del Ejército Rojo en los primeros días de ofensiva germana lleva la línea del frente hasta donde se encuentran los vascos. Curiosamente, el primer combate de Lavín no va a ser aéreo, sino cuerpo a cuerpo. El piloto bilbaíno y Aguirregoicoa participan en una emboscada contra una columna de blindados germanos. «Nos encontramos con un hospital de campaña de los nuestros arrasado. Habían matado a todos: enfermeras, médicos, heridos... Aquello era horrible», recuerda con el gesto duro.

Los autores de la matanza pronto regresarían, así que la veintena de soldados soviéticos mina la zona. Una gran explosión, «casi me quedo sordo», acaba con los blindados. Los rusos rematan a los heridos supervivientes. «Ellos habían sido unos salvajes. En esa guerra no hubo piedad», comenta con extrema frialdad.

Lavín no volvería a disparar un fusil; el resto de la guerra lo pasó cumpliendo peligrosas misiones aéreas. «En varias ocasiones me ametrallaron, pero nunca lograron derribarme». Sin embargo, la muerte le sobrevoló por dos veces, en sendos aterrizajes espantosos. «En uno de ellos casi me abraso, me cayó parte del combustible en el rostro y el cuerpo». Hoy lo puede contar.

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Mensaje por elricame » Lun Oct 03, 2005 3:35 pm

increible la historia... y menuda injusticia la situación actual de estas personas...

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 05, 2005 4:17 am

Descubren gran fosa común de Segunda Guerra en aeropuerto alemán

Miércoles 21 de September, 2005 11:31 GMT

BERLIN (Reuters) - Restos que podrían ser de 30 judíos confinados a realizar trabajos forzados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial fueron encontrados por trabajadores de la construcción en el aeropuerto de Stuttgart.

Los esqueletos fueron hallados el lunes cerca de la entrada de una base aérea militar de Estados Unidos que rodea al aeropuerto, dijeron en un comunicado conjunto las oficinas del fiscal de Stuttgart y de Baden-Wuerttemberg de investigación.

Chequeos médicos sugirieron que los cuerpos fueron quemados hace unos 60 años y que probablemente se trata de los restos de prisioneros judíos del cercano campo de trabajos forzados de Echterdingen, que habían muerto de hambre a fines de 1944 y principios de 1945, agregó el comunicado.


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Mensaje por Eckart » Mié Oct 05, 2005 4:57 am

Charles Chibitty, el último indio comanche de la II Guerra Mundial

BEN FENWICK
OKLAHOMA CITY (EEUU).- El último superviviente de los comanches 'code talker', los soldados indios que comunicaban en su lengua madre, que participaron en la Segunda Guerra Mundial, Charles Chibitty, murió el 20 de julio a los 83 años en una residencia de ancianos en Tulsa, Oklahoma. Chibitty era uno de los 14 miembros de una tribu de Comanche que transmitieron mensajes de radio durante la invasión de Normandía en 1944.

"Me pregunto lo que Hitler pensó al oír aquellas voces extrañas cuando invadimos la Playa de Utah en el Día D", afirmó Chibitty durante una entrevista en 2002.

Además, recordó que llamaban a Adolfo Hitler "posah tai vo", que quiere decir "el loco blanco".

"Los 'code talker' fueron muy importantes en el Día D, y él era el último", comenta Jolene Schonchin, un portavoz de la tribu.

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En la reserva india donde Chibitty se crió, los comanches estaban obligados a hablar inglés. "Querían convertirnos en pequeños muchachos blancos, esto es lo que nos decían siempre. Pero cuando estalló la guerra, comenzaron a buscar a los comanches que podían hablar su idioma con soltura", comentó en 2002 al periódico 'La Gaceta de Oklahoma'.

Chibitty se alistó en 1941, cuando el Ejército estadounidense empezó a reclutar a comanches y navajos.

El 6 de junio de 1944, su unidad participó en el desembarco de Normandía en la playa de Utah, bajo el mando del general Theodore Roosevelt Junior. Pero se equivocaron de lugar.

Uno de los 'code talker' envió el primer mensaje en el mismo Día D: "La playa derecha, mal sitio". "Perdimos a muchos hombres allí", recordó Chibitty.

En 1999, fue homenajeado por el Pentágono con el 'Premio de Knowlton' por sus servicios en la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: Diario "El Mundo"

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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Oct 06, 2005 2:43 am

La justicia alemana busca en Dénia a un médico nazi de un campo de concentración

Heim realizó crueles experimentos en Mauthausen, donde hubo españoles deportados

Una de las pocas pistas que existen sobre el médico nazi Aribert Heim lo sitúan en algún lugar entre Dénia y Calpe. La policía alemana cree que está vivo y quiere llevar a este criminal ante los tribunales para que sea juzgado por los cientos de asesinatos que cometió en el campo de concentración de Mauthausen.
R. A./DÉNIA

Si Aribert Heim está vivo, y es posible, tiene 91 años y, posiblemente, disfruta de una plácida vejez bajo el sol mediterráneo. Pero este anciano nonagenario es el segundo nazi más buscado del mundo. La Policía alemana sigue ahora una pista que lo ubica en algún lugar de la Costa Blanca, entre Dénia y Calpe.

La búsqueda de Heim se reabría después de que la justicia alemana hallara una cuenta corriente en Berlín a su nombre con un millón de euros. Ninguno de sus hijos ha reclamado este dinero, ni tampoco han presentado un certificado de defunción que les permita heredar, y es mucho dinero para tenerlo parado.

Por este motivo, la justicia alemana cree que sigue vivo y oculto. Numerosas pistas señalan la Costa Blanca como posible paradero del médico nazi para pasar sus últimos años de vida.

Heim está considerado como uno de los más crueles nazis de la historia, sólo superado por su colega, el doctor Mengele, con quien se le compara a menudo. Este médico austríaco está acusado de dar muerte a cientos de personas durante su estancia en el campo de concentración de Mauthausen, en 1941.

Supervisor
Al parecer, sólo permaneció allí como médico jefe durante siete semanas. Fueron suficientes para que supervisara el asesinato de los reclusos en la cámara de gas y practicara con sus víctimas los más crueles experimentos médicos. Los testimonios de quienes le conocieron y sufrieron son escalofriantes.

Tras su paso por el campo de concentración, trabajó como médico para el ejército nazi, lo que impidió que se le identificara como uno de los peores asesinos de la historia. En 1947 fue apresado por los aliados, pero salió libre y sin ser juzgado por sus crímenes.

Posteriormente, se trasladó a Bad Nauheim, donde ejerció como ginecólogo. No obstante, en los años 60 fue identificado y se emitió una orden de captura contra él. Heim se esfumó, y desde entonces se encuentra en paradero desconocido.

De Uruguay a Egipto
Aunque se le ha buscado en Uruguay y Egipto, las principales pistas apuntan a España, en concreto al norte de la provincia de Alicante, aunque tampoco faltan testigos que aseguran haberlo visto en Ibiza.

La fiscalía de Stuttgart ofrece 130.000 euros por información útil para localizar a Heim. Ha podido cambiar de nombre y tiene dinero como para seguir escondido.

Vicente Catalana, Francisco Girara, Florentino García o Joaquín Capell son algunas de las miles identidades que Heim anotó en el libro de operaciones de Mauthausen, lugar donde fueron confinados la mayoría de los deportados españoles.



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