Introducción a la Estrategia: General Beaufre.

El impacto de la Gran Guerra en el pensamiento militar. Cambios y evolución en las doctrinas militares. Regulaciones de campaña.

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maxtor
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Introducción a la Estrategia: General Beaufre.

Mensaje por maxtor » Mié Sep 14, 2016 12:02 pm

Saludos cordiales a todos.

El general Beaufre tomó parte en la Segunda Guerra Mundial, que terminó como miembro del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército I francés; participó en las campañas de Indochina como adjunto al mariscal de Lattre de Tassigny, e intervino en la guerra de Argelia como jefe de una zona de Operativa y tuvo el mando del Cuerpo de Ejército francés en la expedición a Suez, posteriormente ocupó puestos elevados en el Estado mayor de la Otan. En su libro “Introducción a la Estrategia” (Ediciones Ejercito) efectúa un análisis teórico del concepto de estrategia que me ha parecido interesante.

Es una obra que incide sobre el papel la evolución del pensamiento militar durante un siglo, desde la publicación de la obra de Clausewitz hasta años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Una época donde se difuminó la distinción entre los conceptos guerra y lucha, y como consecuencia entre estrategia y política, a pesar, de las recomendaciones de Clausewitz de no perder nunca de vista la diferenciación entre los citados conceptos. El general Beaufre ofrece una concepción totalitaria de la estrategia, como concepto que lo abarca todo. Frente a la idea clausewitziana, que coloca la estrategia en radical subordinación a la política, Beufre viene a poner la política al servicio de lo que él llama estrategia. Cierto que afirma explícitamente que debajo de la Política se sitúa la “pirámide de las estrategias”, pero éstas, definidas por él, tienden a dominar a la política cuyo campo tradicional invaden. La idea de estrategia total de Beaufre incluye problemas en la estrategia que antes se consideraban problemas de la política. Reprocha a Clausewitz lo que llamada “tremendismo” en la guerra, con lo que se suma a los que acusan al prusiano de un supuesto totalitarismo.

Clausewitz trata de ser realista cuando dice, por ejemplo, que los que desvirtúan la naturaleza de la guerra con razonamientos humanitarios y legales están destinados a la derrota. No preconiza el extremo empleo de la violencia, sino que le reconoce como una tendencia de la guerra y pone la atención sobre el carácter inevitablemente “brutal” del fenómeno. En cierto modo, los argumentos del prusiano son una llamada de atención contra los que tienden a recurrir a la guerra irreflexivamente.

El pequeño libro de Beaufre no alcanza la condición de poder presentarla como una obra clásica, aunque es muy interesante por la época en la que fue escrita que refleja de forma clara la doble crisis; una general de la época y la particular de Francia, como nación militar. En su aspecto militar se trata más bien de una crisis psicológica. La clase militar francesa ha sido en los dos últimos siglos, probablemente, la más culta del mundo. En la preguerra era tal su prestigio militar francés en el orden intelectual profesional que sus reglamentos se traducían y adoptaron en muchos países sin crítica. Basta el hecho de que fuesen los franceses para que algunos lo consideraran lo mejor que en doctrina militar se podría producir. Naturalmente, al actuar así se cometieron errores; por un lado se olvidó la verdad clausewiana de que las doctrinas militares tienen que ser producidas por el ejército que las va a usar, y que, tal y como dijo Napoleón; la guerra es todo ejecución.

De ahí que el fracaso del ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial resultara en cierto modo inexplicable para muchos militares en el país vecino: El Ejército más inteligentemente mandado y que en valor no cedía ante nadie sufrió una derrota histórica, un fracaso práctico ante un enemigo al que los oficiales franceses se consideraban superiores. En la guerra de 1914 – 1918 la victoria final aliada había permitido correr un tupido velo sobre visibles deficiencias e incapacidades, pero en 1945 Francia se encontraba en la inconfundible situación de vencidos entre los vencedores. La consecuencia de su derrota fue que la que cinco años antes estaba considerada y se consideraba a sí misma como una potencia de primer orden terminó la guerra siéndolo de tercero y dependiendo de la benevolencia de sus aliados.
Hoy en día hablar de Estrategia puede parecer algo raro, dado que tras la Segunda Guerra Mundial con las armas nucleares, como en los tiempos actuales los actos de terrorismo parecen diluir dicho concepto de Estrategia, y parece una disciplina pasada de moda. El general Beaufre en su libro solicita que la Filosofía y la Estrategia vuelvan al ámbito político – militar, ya que por la falta de dicha idea general, de una filosofía militar clara, esto es, por carecer de una estrategia Francia ha sido incapaz de comprender las maniobras mediante las que trataron de reducir al país. De 1936 a 1939, Hitler progresó a saltos. Se le dejó hacer hasta que Francia respondió desencadenando una catástrofe dado que su sistema de guerra era falso y anticuado, basado únicamente en tácticas caducas. El restablecimiento de la situación de 1942 a 1945 es la obra de anglosajones, pertrechados con una filosofía y una estrategia.

El desafecto hacia la estrategia de los vencedores de 1918 provenía de que no se les había enseñado la estrategia como un método de pensamiento, y modulable respecto a cada situación particular, no es un Arte monolítico que se adapte a cualquier situación. Cualquier estrategia puede ser la mejor en una de las coyunturas posibles, y detestable en otras. Ahí está la verdad esencial. Incluso Alemania durante la 2GM sufrió dicha lección; con unas redes de carreteras buenas, distancias más cortas hasta los centros de aprovisionamiento, un sistema ferroviario similar al alemán, la guerra de movimientos era posible en Francia; pero en unas condiciones más cambiantes como las estepas rusas, con carreteras malas o inexistentes y enormes distancias, la guerra de movimientos era más dudosa.

La Estrategia debe ser total, y no basada únicamente en aspectos militares, ha de ser llevada en todos los ámbitos; políticos, económico, diplomático y militar. Este extremo plantea el problema de las relaciones entre Política y la Estrategia, y ello permite también comprender mejor el ámbito de cada una. De ahí que la estrategia no puede ser sólo feudo de los militares, y así lograr que la estrategia sea un cuerpo de conocimientos acumulativos que se enriquecen en cada generación, en lugar de ser un perpetuo descubrir de nuevo al azar de las experiencias por las que se ha pasado.

Si se parte del concepto antiguo de la estrategia militar, se diría que se trata del arte de emplear las fuerzas militares para alcanzar los resultados fijados por la política. Esta definición, que apenas se aparta de los términos de Clausewitz, es la que Liddell Hart formuló, es una definición que sólo concierne a las fuerzas militares y más bien habría que decir que es el arte de hacer que la fuerza concurra para alcanzar las metas de la política. La definición clásica se refiere al conjunto del arte militar, aunque tradicionalmente se subdividía dicho arte en estrategia y táctica, y más recientemente se ha admitido otra subdivisión, la logística. Si la estrategia no es la táctica ni la logística, ¿qué es?. La táctica es el arte de emplear las armas en el combate para conseguir su mejor rendimiento. La logística es la ciencia de los movimientos y los “abastecimientos”. Ambas se refieren a la combinación de las cosas materiales.

Siguiendo la frase de Napoleón comentado una cita de Lloyd, que oponía la “parte divina” a “la combinación de las cosas materiales”, la estrategia sería entonces “la parte divina”, aunque divina o no la estrategia ha de ser pensada y razonable. El juego de la estrategia yace en el juego abstracto que resulta de la oposición de dos voluntades. Es el arte que permite con independencia de toda técnica, dominar los problema que plantea en sí todo duelo, para permitir precisamente emplear las técnicas con la máxima eficacia. Es, pues, el arte de la dialéctica de las fuerzas, o el arte de la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver su conflicto. Esta definición que usa Beaufre es bastante abstracta pero es justo donde dicho autor quiere situarla al objeto de comprender su estructura mental.

La finalidad de la estrategia es alcanzar los objetivos fijados por la política utilizando lo mejor posible los medios de que se dispone. Ahora bien, estos objetivos pueden ser ofensivos (conquista, imponer la aceptación de condiciones), defensivos (protección del territorio o de tales o cuales intereses) o incluso pretender sencillamente el statu quo político. Fórmulas como “decisión mediante la batalla victoriosa”, no pueden aplicarse a todos los objetivos. La decisión final a lograr es que el adversario acepte las condiciones que se le quieren imponer.

En esta dialéctica de las voluntades, la decisión es un acontecimiento de orden psicológico que se quiere producir en el adversario: convencerle de que emprender o proseguir la lucha es inútil.
Naturalmente, tal resultado podría alcanzarse por la victoria militar, pero ésta, con frecuencia, no es indispensable e incluso es muchas veces completamente irrealizable (caso de los fel-laghas en Argelia, por ejemplo), en tanto que otros medios pueden ser eficaces. La estrategia es un sistema de pensamiento que nos sitúa al mismo tiempo tanto en la victoria militar como el resto de elementos posibles a adoptar (diplomáticos, políticos, económicos, disuasión….). Lenin, analizando a Clausewitz percibió claramente el elemento psicológico de la decisión: “retrasar las operaciones hasta que la desintegración moral del enemigo torna a la vez posible y fácil asestarle el golpe decisivo”. Pero pensaba en cuanto revolucionario y no veía más que la acción política actuando como una especie de preparación artillera de carácter moral. Era la inversa de la concepción romántica y militar de Clausewitz en la que la moral enemigo resultaba rota mediante una victoria militar. Así, Beaufre aporta, en la parte introductoria de su libro una definición sobre la Estrategia: “alcanzar la decisión creando y explotando una situación que acarree una desintegración moral del adversario suficiente como para llevarlo a aceptar las condiciones que se le quieren imponer”. Esta es precisamente la idea general de la dialéctica de las voluntades.

Posteriormente en el resto de su pequeño libro va desgranando los elementos de la "Estrategia".

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Juan M. Parada C.
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Re: Introducción a la Estrategia: General Beaufre.

Mensaje por Juan M. Parada C. » Sab Sep 17, 2016 2:12 am

Tal general galo también abogaría por la "estrategía total" que se componía de todos aquellos componentes (tanto de corte político,económico e idiológico) para propiciar así una respuesta contundente a las amenazas posteriores a la segunda guerra,como eran los conflictos de baja intensidad.Dado que Beaufre era partidario que los militares deben comprender los aspectos más relevantes que giran en un conflicto de esta naturaleza es menester acometer en su justa medida frente a los de corte clásico.

Saludos y bendiciones a granel.
"¡Ay,señor! Tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy.Si acaso te olvido por un instante,tu no te olvides de mi". Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edge Hill el 23 de octubre del año de nuestro señor de 1642

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