Desarrollo de la doctrina blindada alemana, 1919-1939

El impacto de la Gran Guerra en el pensamiento militar. Cambios y evolución en las doctrinas militares. Regulaciones de campaña.

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Desarrollo de la doctrina blindada alemana, 1919-1939

Mensaje por José Luis » Lun Ago 25, 2008 7:10 pm

¡Hola a todos!

La idea de abrir este topic (en realidad será un artículo) me viene de antiguo. Que yo sepa, sobre este tema específico no se ha publicado ningún trabajo en español, y no son muchos los publicados en inglés. Personalmente, tanto en la inmensa mayoría de la literatura militar que he leído sobre el ejército alemán como en los diferentes foros de debate de Internet que conozco, jamás he encontrado tantos mitos como los relacionados con la doctrina blindada alemana de entreguerras. Por poner sólo unos cuantos ejemplos: la inexperiencia del ejército del Kaiser en el empleo de los tanques, la creencia de que la doctrina blindada alemana de entreguerras fue una copia mejorada de la doctrina blindada británica, la creencia de que el liderazgo del Heeresleitung y Truppenamt (EMG) se opuso o fue un obstáculo para la creación del arma panzer y de una doctrina blindada, o, para acabar, la creencia de que Guderian fue el padre de la doctrina blindada alemana y del arma panzer. ¿Qué tienen de verdad estas creencias?

Es cierto que los alemanes llegaron con mucho retraso en el terreno de los tanques a la Primera Guerra Mundial. De hecho, no comenzaron a desarrollar una especie de doctrina blindada hasta principios de 1918, al tiempo que todavía estaban en curso de fabricación sus primeros y escasos tanques. Pero no es menos cierto que en el breve periodo en que los alemanes pudieron emplear sus tanques, entre marzo y noviembre de 1918, y durante el periodo que tuvieron que combatir a los tanques aliados, 1916-1918, el EMG alemán configuró una doctrina blindada, tanto en ataque como en defensa, que convierte en mito la creencia de su inexperiencia en el empleo de los tanques.

Del mismo modo, es cierto que las teorías y experiencias del blindaje en el campo británico tuvieron una gran influencia en el desarrollo de la doctrina blindada alemana, especialmente durante la década de 1920, pero es igualmente un hecho que los alemanes configuraron y adoptaron oficialmente -con su doctrina militar y un buen acoplamiento e innovación de la misma a las mejoras tecnológicas- su propia doctrina blindada, que, dejando a un lado la soviética que murió en 1936, no tuvo parangón en ningún otro ejército cuando comenzó la guerra en 1939.

También existe algo de verdad en que algunos jefes del alto mando y del EMG alemán tuvieron sus propias ideas sobre el futuro del blindaje, ideas que diferían en ciertos sentidos de las que defendieron otros jóvenes oficiales mucho más extremistas en cuanto a la organización y empleo futuro de las fuerzas blindadas. Pero esas diferencias, ya lo veremos en su momento, no significaron en ningún momento que los jefes militares del Reichswehr no concedieran una importancia crucial al blindaje, y, de hecho, sin sus decisiones a alto nivel sería impensable la creación de las primeras divisiones panzer en 1935.

¿Qué decir de Guderian? La creencia de que fue el padre de la doctrina blindada y del arma panzer está tan extendida que parece realmente difícil desmontar este mito. En principio me bastará decir que Guderian sólo comenzó a jugar un papel relevante en estos temas una vez que Hitler llegó al poder, siendo una figura irrelevante hasta entonces.

Así pues, a lo largo de este topic pretendo examinar, hasta donde me sea posible con detalle pero con brevedad, cómo se originó y cómo se desarrolló la doctrina blindada alemana en los años de entreguerras y cuáles fueron sus principales protagonistas. El asunto llevará su tiempo, pero valdrá la pena si su resultado aprovecha a alguien.

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Mensaje por José Luis » Lun Ago 25, 2008 9:22 pm

¡Hola a todos!

El primer manual que recogió las instrucciones oficiales del Estado Mayor General (EMG) alemán sobre el uso de tanques fue emitido por el general Ludendorff en enero de 1918 bajo el título de Guía para el Despliegue de Unidades de Asalto de Vehículos Blindados (1). El manual versaba sobre los problemas de mando, control, reconocimiento de terreno y tácticas de los tanques de acuerdo con la experiencia práctica del ejército alemán en la guerra desde 1916, cuando aparecieron los primeros tanques británicos y franceses en el campo de batalla.

El EMG alemán subordinó, en el nivel administrativo, los tanques directamente al Alto Mando del Ejército, en vez de subordinarlos directamente a la infantería o caballería, y cuando los asignó a un ejército, entonces los subordinó directamente al Comandante de las Tropas de Vehículos Motorizados. Esta autonomía burocrática de las unidades blindadas, independientes de las demás armas del ejército, es el precedente original que, en su evolución de posguerra, sirvió como modelo a la futura Wehrmacht para la organización de las fuerzas blindadas.

La doctrina sobre las tácticas de los tanques que recogía el manual de Ludendorff era similar a la de los aliados. La principal misión de los tanques era, “en la acción ofensiva, apoyar el avance de la infantería (a) arrollando y destruyendo los obstáculos enemigos, (b) eliminando a las tropas enemigas, en particular a las que ocupaban bases y nudos de ametralladoras, (c) rechazando los contraataques enemigos” (2). Los tanques no debían atacar el punto más fuerte del enemigo, sino el más débil, siguiendo las innovadoras tácticas de las tropas de asalto, para abrir, de esta forma sorpresiva, el camino a la infantería, que a continuación debía conseguir la ruptura. El manual concedía suma importancia al mantenimiento constante de un estrecho contacto entre los tanques y la infantería, pues aunque los primeros pudieran conseguir una ruptura táctica temporal, eran incapaces de mantener el terreno ganado sin el apoyo de la infantería.

A lo largo de 1918 el EMG alemán consiguió formar nueve compañías de tanques, una escuela de tanques, un cuartel general de tanques (equivalente al CG de una brigada), y varios talleres de tanques, aglutinando en total una fuerza de personal de unos 2.500 hombres (3). Esta fuerza blindada vio combate en doce ocasiones en 1918, siendo la batalla alemana más grande la que tuvo lugar en Villers-Bretonneux el 24 de abril de 1918, en donde los alemanes desplegaron trece tanques.

En un principio las unidades de tanques alemanas eran compañías independientes que constaban de cinco tanques cada una de ellas, montando el blindaje alemán un total de cuarenta y cinco tanques en el verano de 1918, con una reserva añadida de otros cuarenta y cinco tanques para reemplazar a los vehículos averiados o destruidos. Observando que la compañía de tanques era una unidad muy débil, el EMG alemán reorganizó su fuerza blindada en el otoño de 1918, levantando tres batallones de tanques de tres compañías por batallón.

De las experiencias de combates con tanques en 1918, los alemanes aprendieron que el tanque era una buena arma de apoyo a la infantería, aunque, como apuntó Ernst Volckheim, oficial tanquista, el mayor problema táctico del cuerpo de tanques era la carencia de comunicaciones eficaces con la infantería y artillería (4). Por ejemplo, en la confusión de la batalla del 31 de agosto, los alemanes perdieron dos tanques debido a su propio fuego de artillería cuando rompían contacto y una batería alemana cercana creyó que era víctima de un ataque británico (5). También extrajeron las lecciones de su ataque blindado en Rheims el 1 de junio de 1918, acción que fracasó frente a posiciones defensivas francesas bien atrincheradas y en terreno escabroso. De ahí la importancia crucial de un buen reconocimiento del terreno, y su elección, antes del comienzo de un ataque con tanques. Al norte de Cambrai, en el combate de tanques del 11 de octubre de 1918, los alemanes aprendieron el valor del tanque en las acciones defensivas. Volckheim consideró esta acción la “batalla de tanques alemanes más exitosa”, y en ella diez tanques alemanes consiguieron cerrar un agujero en la línea y detener la vanguardia blindada del avance británico (6).

Con el cese de las hostilidades del armisticio del 11 de noviembre de 1918 y tras la firma del Tratado de Paz de Versalles de 28 de junio del año siguiente se abrió un periodo de reflexión y debate en el campo militar alemán sobre las causas de la derrota de la guerra, en general, y la importancia del tanque en esa guerra y el papel que podía jugar en una guerra futura, en particular.

Notas:

(1) “Anleitung für die Verwendung von Sturm-Panzerkarftwagen-Abteilungen”, 18 de enero de 1918, BA-MA, PH 3/355; citado en Mary R. Habeck, Storm of Steel: The Development of Armor Doctrine in Germany and the Soviet Union, 1919-1939 (Ithaca, New York: Cornell University Press, 2003), 3-4.

(2) “Anleitung für die Verwendung von Sturm-Panzerkarftwagen-Abteilungen”, 18 de enero de 1918, BA-MA, PH 3/355, pp. 1-3, citado en Habeck, Op. Cit., p. 4.

(3) Ernst Volckheim, “Die deutsche Panzerwaffe” en Die Deutsche Wehrmacht, ed. Georg Wetzell (Berlin: E. Mittler und Sohn, 1939), 293-338, citado en James S. Corum, The Roots of Blitzkrieg: Hans von Seeckt and German Military Reform (Lawrence, Kansas: University Press of Kansas, 1992), p. 122.

(4) Volckheim, Op. Cit., 308-309, en Corum, Op. Cit., p. 123.

(5) Fritz Heigl, Taschenbuch der Tanks, Vol. 3: Der Panzerkampf. Ed. Panzerreg. Cpt. G. P. von Zezschwitz (Munich: J. F. Lehmanns Verlag, 1938): 147; citado en Corum, Op. Cit., p. 123.

(6) Heigl, Op. Cit., 150-153; y Volckheim, Op. Cit., 306, citados en Corum, Op. Cit., 123.

Continuaremos otro día.
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Mensaje por José Luis » Mar Ago 26, 2008 10:59 am

¡Hola a todos!

El primer debate acerca de cómo debería encarar su futuro el ejército alemán se originó en la primavera de 1919 en una serie de artículos bajo el título general de “Contribuciones a la Reconstrucción de Nuestro Ejército”. Aunque ninguno de esos artículos trataba directamente la cuestión de los tanques, dos de ellos, subtitulados “¿Todavía Necesitamos la Caballería?”, escritos por el general Max von Poseck, jefe del arma de caballería, mostraban los pensamientos del alto mando alemán sobre la guerra “mecanizada”. Los dos artículos de Poseck eran una respuesta a una serie de oficiales que argumentaban que la guerra en el Frente Occidental había acabado para siempre con la utilidad de la caballería, y que algún tipo de máquina debía reemplazar al caballo. Para refutar esas opiniones, Poseck examinó el papel de la caballería durante la guerra, especialmente en el Frente Oriental, concluyendo que el caballo había sido, y todavía era, indispensable, tanto para operaciones de reconocimiento como para el combate. Si bien Poseck aceptaba que la aplastante potencia de fuego de ametralladoras y artillería pesada había limitado la utilidad de la caballería en el Frente Occidental, la guerra móvil en el Frente Oriental, en cambio, había demostrado que la caballería era y seguiría siendo un arma fundamental en la guerra de movimientos. Por tanto, concluía Poseck, el EMG alemán no podía ignorar o desdeñar el entrenamiento de hombres a caballo en la reconstrucción del ejército (7).

Sin embargo, había otros oficiales, la gran mayoría de los cuales había combatido en el Frente Occidental, que discrepaban de la opinión de Poseck y creían que el Reichswehr Provisional (denominación oficial de las Fuerzas Armadas de la República de Weimar desde marzo de 1919 hasta enero de 1921) debía conceder mayor atención al desarrollo tecnológico. Tal como subrayó un oficial llamado Muths en un memorando dirigido al general Wilhelm Groener (que había reemplazado a Ludendorff), en resumen de Habeck, “la falta de comprensión de un entrenamiento y un interés en tecnología en el EMG, la exclusión de ingenieros civiles del equipo técnico del ejército, y una limitada inteligencia sobre el progreso tecnológico del enemigo, habían retardado el desarrollo de un tanque alemán. Recomendaba que el nuevo ejército incluyera entrenamiento técnico para oficiales para fomentar un interés en el tema entre las filas dirigentes del ejército” (8).

Pocos días después de aparecer publicados los artículos de Poseck, el mayor von Troschke, entonces un joven oficial de caballería, escribió un artículo donde recapitulaba que había sido el uso de la caballería en cooperación con los tanques el que había obligado a retroceder a los ejércitos del Kaiser en agosto de 1918. Según este oficial, el ejército había “subestimado considerablemente” el tanque; en cambio, británicos, franceses y americanos habían conseguido la manera de combinar máquinas y caballos para darle a la caballería sus antiguas capacidades de combate (9). Troschke apostaba por el camino de en medio entre los defensores de la caballería (Poseck) y los del blindaje (Muths).

Este tipo de debate no se circunscribió exclusivamente al campo alemán, sino que fue polémica crónica durante la mayor parte de la década de 1920 en los ejércitos británico, francés, estadounidense y soviético. Sin embargo, la persistencia de esta polémica en el campo alemán, a primera vista, podía parecer un poco absurda, toda vez que entre las condiciones del Tratado de Paz de Versalles de 1919 que establecían las prohibiciones del Reichswehr en cuanto a armamento estaba la del blindaje: el Reichsheer no podía tener tanques. Además, Alemania estaba padeciendo las consecuencias de la derrota de una guerra, de una “revolución”, y de un caos económico y social. Pero Hans von Seeckt, primer jefe del Truppenamt (10), concibió la reconstrucción del ejército en términos de futuro (pensando en una época, que no creía muy lejana, en la que Alemania ya no estuviera sujeta al Tratado de Versalles) y no en términos de presente.

Notas:

(7) Generalmajor v. Poseck, “Beitrag zum Wiederaufbau unseres Heeres: Brauchen wir noch Kavallerie?,” Militär-Wochenblatt, nos. 118 (1919): 2151-58; 119 (1919): 2177-86, citado en Habeck, Op. Cit., p. 6.

(8) Muths, “Denkschrift über die Technik im deutschen Heere,” BA-MA, N 46/132, pp. 21-28; citado en Habeck, Op. Cit., pp. 6-7.

(9) Major v. Trochke, “Kavallerie und Tanks,” Militär-Wochenblatt, no. 127 (1919): 2339-42; citado en Habeck, Op. Cit., p. 7

(10) Seeckt es citado con no poca frecuencia en parte de la literatura que toca de pasada el Reichswehr como su primer comandante en jefe (Chef der Heeresleitung). Esto es un error. El primer comandante en jefe del Reichswehr fue el general Walther Reinhardt, desde octubre de 1919 hasta marzo de 1920, tras el Putsch de Kapp, momento en el que Seeckt lo reemplazó. Hasta entonces, Seeckt fue el jefe del Truppenamt (literal y oficialmente, oficina de tropas, pero en realidad y extraoficialmente venía a ser el Estado Mayor General encubierto, pues el EMG había sido abolido conforme las estipulaciones del Tratado de Versalles. Siempre me dirijo al Truppenamt en masculino porque instintivamente estoy pensando en el EMG. Algo igual me sucede con el Reichswehr, que cito en masculino porque en realidad estoy pensando en el ejército de tierra -Reichsheer- que formaba el grueso de las fuerzas armadas, pues la fuerza aérea no existía y la marina de guerra era ínfima). Una buena cuenta de la carrera de Reinhardt, especialmente entre noviembre de 1918 y marzo de 1920, es William Mulligan, The Creation of the Modern German Army: General Walther Reinhardt and the Weimar Republic, 1914-1930 (New York: Berghahn Books, 2004).

Seguiremos.
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Mensaje por José Luis » Mié Ago 27, 2008 9:51 am

¡Hola a todos!

Seeckt era un firme partidario de la guerra móvil o guerra de movimiento (Bewegungskrieg), que fue la doctrina militar oficial que él mismo plasmó en la Heeresdienstvorschrift 487 (Regulación del Ejército 487), titulada Führung und Gefecht der verbundenen Waffen (Liderazgo y Batalla de Armas Combinadas), comúnmente abreviado “Das FuG”.

La guerra de movimiento tenía para Seeckt su máxima expresión en las operaciones ofensivas, y, por tanto, la ofensiva, según él, era la única estrategia que podía brindar una decisión en la guerra. Seeckt sólo admitía la defensa como una condición temporal y forzada desde la que había que pasar, lo antes posible, a la ofensiva. La movilidad lo era todo. La regulación táctica contenida en Das FuG se escribió entre 1921 y 1923. La Parte 1, capítulos 1-11, fue cursada por la Sección de Entrenamiento del Truppenamt y firmada por von Seeckt el 1 de septiembre de 1921. La Parte 2, capítulos 12-18, fue cursada en junio de 1923. En su introducción a la Parte 1, Seeckt ya aclara en qué términos está ideada esa regulación: “Esta regulación considera como norma la fuerza, armamento y equipo de una moderna y gran fuerza militar, no la del ejército alemán de 100.000 hombres especificado en el Tratado de Versalles” (11).

La Parte I de Das FuG sólo subraya el uso táctico de los tanques. Éstos debían atacar en grandes cantidades, en masse y con sorpresa, pero estaban sujetos a la velocidad de la infantería de a pie, con la que no podían dejar de mantener un estrecho contacto. Quizás por ello, Seeckt cambió el orden del despliegue de los dos típicos escalones de tanques en el ataque: en vez de permitir a los tanques ligeros que explotaran su mayor velocidad y movilidad, recomendó que la vanguardia del ataque fuera conducida por los tanques pesados, mucho menos rápidos, dando tiempo, de esta forma, a un avance conjunto con los infantes de a pie.

Seeckt había nombrado en 1919 al mayor Thümmel, y a los capitanes Wegener y von Eickstädt para realizar el estudio de tanques del EMG. Probablemente fueron estos tres militares quienes escribieron la sección dedicada a los tanques de la Parte 2 de Das FuG (12). Tanto las tácticas de los tanques como la organización de sus unidades descansaban en las experiencias ganadas por Alemania durante la guerra. El Truppenamt concibió dos tipos de tanques de batalla: uno ligero de entre 6 y 10 toneladas, con una tripulación de dos hombres, armado con una ametralladora pesada o un cañón de calibre pequeño, y uno pesado de 20 toneladas, armado con un cañón y varias ametralladoras. El máximo avance que podía alcanzar un tanque en un día de batalla, de acuerdo con la tecnología del momento, se estipuló en 20 kilómetros. En cuanto a la organización de las unidades de tanques se pensó hasta un tamaño máximo de regimiento. Los tanques pesados serían organizados en secciones de dos tanques; dos secciones constituirían una batería (mandada por un capitán en su propio tanque de mando), y tres baterías y una unidad de apoyo formarían un Abteilung. Tres abteilungen y una unidad de suministro/mantenimiento constituirían un regimiento. Por su parte, los tanques ligeros debían ser organizados en secciones de cinco tanques; tres secciones formarían una compañía, con un tanque para el comandante y un tanque con radio y personal de suministro/mantenimiento. Tres compañías constituirían un batallón, mientras que el regimiento vendría dado por varios batallones y formaciones de suministro/mantenimiento integrales (13).

En realidad, Das FuG recogió la opinión entonces común (a principios de la década de 1920) a la mayoría de los ejércitos y concibió el tanque como un arma de apoyo, para cualquier faceta, a la infantería en una guerra de movimiento. El Truppenamt consideraba al tanque como un arma fundamentalmente ofensiva, y no recomendaba, entonces, su uso en la defensa. Había que utilizarlo en el “punto decisivo”: “El alto mando empleará los tanques donde busque la decisión. Deben conseguir la sorpresa, ser usados en masa en un amplio frente, y empleados en columnas profundas para que puedan entrar en acción suficientes reservas” (14). Estaba contraindicado el uso de tanques en pequeños números o sobre un frente estrecho, pues de hacerlo así, lo único que se conseguiría sería proporcionar un objetivo directo al fuego concentrado del enemigo.

Teniendo en cuenta que hasta 1923 los tanques, en general, todavía adolecían de las limitaciones propias de una tecnología en ciernes, no es extraño que Das FuG estuviera sensiblemente influida, en ese aspecto, por esas carencias técnicas del tanque a la hora de considerar su organización y empleo en una guerra futura. Pero no pasaría un año de su publicación, cuando, debido a los primeras mejoras de posguerra en los tanques (especialmente fiabilidad y velocidad), Seeckt reconsideró sustancialmente su visión del asunto. Esto lo veremos más adelante. Sin embargo, Das FuG ya dejaba entrever sutilmente la que sería gran diferencia en el futuro entre la doctrina blindada alemana y el resto de doctrinas blindadas de los demás ejércitos a la hora de considerar los aspectos más importantes del tanque: mientras que, en general, los alemanes se centraron en la velocidad y capacidad de maniobra del tanque, el resto de los ejércitos, en general, se concentraron en la potencia de fuego y blindaje del tanque. Y ello era lógico, pues para Seeckt no había otra forma de hacer la guerra que la Bewegungskrieg, y aquí contaba más la movilidad y la velocidad que la potencia de fuego y la defensa.

Finalmente, y en coherencia con la Bewegungskrieg, Das FuG concedía suma importancia al coche blindado. A pesar de que, entonces, este vehículo tenía su uso limitado a la carretera, su velocidad y armamento le conferían una gran importancia para operar contra los flancos y áreas de retaguardia del enemigo. Cooperando con la caballería, las tropas en bicicletas, la infantería motorizada y la artillería, el coche blindado fue descrito como “un arma fundamental en la guerra de movimiento” (15). Era, para acabar, un arma de reconocimiento excelente.

Notas:

(11) Heeresdienstvorschrift 487, Führung und Gefecht der verbundenen Waffen (Berlin: Verlag Offene Worte, 1921, 1923, 1925), Parte 1, 3; citado en Corum, Op. Cit., p. 39.

(12) Heeresdienstvorschrift 487, Parte 2, 42-69. Véase Hans von Seeckt, Carta de 1 de diciembre de 1919, BA-MA, RH 2/2275, 35, citada en Corum, Op. Cit., p. 254.

(13) Ibid., para. 524-525, según resumen de Corum, Op. Cit., p. 125.

(14) Ibid., para 535; Corum, Op. Cit., p. 125

(15) Ibid., para 565; Corum, Op. Cit., p. 125

Continuaremos.
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Mensaje por José Luis » Jue Ago 28, 2008 7:05 pm

¡Hola a todos!

En 1923 apareció publicado el primer libro de Ernst Volckheim, Tanques alemanes en la Guerra Mundial, una obra sobre el blindaje que recogía la historia del cuerpo de tanques alemán durante la guerra (16). Volckheim fue el primer y más importante teórico y táctico del blindaje alemán. Había sido asignado al cuerpo de tanques en febrero de 1918, combatiendo en varias batallas de tanques hasta que fue herido el 11 de octubre de 1918. Tras la guerra, Seeckt lo seleccionó para su ejército como oficial de las tropas de transporte motorizado. A partir de 1923 (asignado en primer lugar al Inspectorado de las Tropas Motorizadas y luego al destacamento de evaluación de armas de Döberitz) se dedicó exclusivamente al desarrollo de las fuerzas blindadas, publicando hasta el año 1927 veinticuatro artículos firmados sobre guerra blindada para el Militär Wocheblatt, el periódico semioficial del ejército alemán, cuyo editor jefe, el general (ret.) Konstantin von Altrock, también publicó un suplemento especial de ocho páginas (Der Kampfwagen) entre 1924 y 1925, dedicado a los tanques, coches blindados y todas las cuestiones de la motorización del ejército; Volckheim escribió el artículo principal de cada edición. En 1924 publicó su segundo libro, El tanque en la guerra moderna, obra que el Heeresleitung aprobó como texto estándar sobre la guerra blindada (17), y al año siguiente salió Tanque y Defensa Antitanque, que se emitió a todo el ejército (18). En 1932-33 impartió lecciones de táctica en la escuela de tanques (Panzerschule) “Tama” de Kazan (Unión Soviética) y de 1937 a 1939 fue el responsable de escribir los manuales tácticos para las tropas blindadas.

Según Habeck, en Tanques alemanes en la Guerra Mundial, Volckheim trató de rescatar al tanque de la oscuridad en que había caído tras el final de la guerra, y predecir su evolución tecnológica y táctica. Describió el limitado éxito del tanque alemán A7V, subrayando las fallas técnicas del vehículo y la falta de atención que puso en los tanques el alto mando alemán como factores de esa limitación. Haciéndose eco del escepticismo general que todavía prevalecía sobre los tanques, comenzó a preguntarse si un tanque técnicamente más perfeccionado podía jugar un papel importante en futuras guerras. Contestó positivamente, basándose en tres razones: en primer lugar, eso era lo que creían los antiguos enemigos de Alemania, y, con tal fin, se estaban preparando para que el tanque fuese un arma importante en la próxima guerra. En segundo lugar, el Tratado de Paz de Versalles había prohibido al Reichswehr la posesión de tanques, y esto ya era un buen argumento para su importancia; y en tercer lugar, el progreso tecnológico que estaban experimentando los tanques apuntaba a que sería un arma decisiva en el futuro.

A diferencia del tanque de la pasada guerra, sólo adecuado para una guerra de posición, este prusiano predijo que los tanques del futuro serían empleados principalmente en la guerra móvil que defendía Seeckt. El tanque pesado, mucho más rápido que su predecesor, con mayor capacidad de alcance en su recorrido y mucho más preparado para superar obstáculos de todo tipo, combatiría en unidades independientes, pero apoyando estrechamente a la infantería. El tanque ligero, armado con ametralladoras y capaz de una velocidad de entre 50 y 60 kilómetros por hora, seguiría atado a las formaciones de infantería y caballería, y sería usado para reconocimiento táctico. El ejército en batalla, continuaba prediciendo Volckheim, según Habeck, desplegaría los tanques pesados en tres escalones, cada uno de ellos con una misión específica. El primero rompería las líneas enemigas y destruiría los puntos fuertes; el segundo combatiría la artillería y ametralladoras del enemigo que amenazaban al primer escalón; el último escalón operaría en estrecho contacto con la infantería. Volckheim subrayó repetidamente que sólo un tanque rápido y capaz de recorrer grandes distancias sin necesidad de reabastecimiento de combustible o averías sería capaz de combatir de esa forma. A su juicio, no eran tan importantes la potencia de fuego y otras mejoras del tanque como su velocidad y alcance de recorrido (19).

Notas:

(16) Ernst Volckheim, Die deutschen Kampfwagen im Weltkriege (Berlin: E. Mittler und Sohn, 1923), citado en Corum, Op. Cit., p. 127.

(17) Ernst Volckheim, Der Kampfwagen in der heutigen Kriegfuhrung (Berlin: E. Mittler und Sohn, 1924), citado en R. L. DiNardo, Germany’s Panzer Arm in WWII (Mechanicsburg, PA: Stackpole Books, 1997), p. 197.

(18) Ernst Volckheim, Kampfwagen und Abwehr dagegen (E. Mittler und Sohn, 1925). Según Corum, Op. Cit., pp. 127 y 235, se trata de un antiguo artículo (Wissen und Wehr) que fue reimpreso en forma de panfleto de 12 páginas. Este panfleto se conserva en la biblioteca militar del Primer Batallón del Decimosexto Regimiento de Infantería, Bremen, Alemania.

(19) Volckheim, Die deutschen…, 30-42, según Habeck, Op. Cit., p. 26

Continuaremos.
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Mensaje por José Luis » Vie Ago 29, 2008 6:20 pm

¡Hola a todos!

La rapidez con que Seeckt reconsideró sustancialmente la regulación que Das FuG recogía sobre los tanques se hizo patente en la introducción revisada de la edición de 1924, donde dedicó mayores elogios al tanque y declaró que las tácticas blindadas recogidas en Das FuG, Partes 1 y 2 (1921 y 1923) estaban ya desfasadas. El tanque estaba siendo continuamente perfeccionado y sus mejoras lo capacitarían para combatir tanto en guerra móvil como en guerra de posición (20).

En ese mismo año Volckheim publicó dos libros. En el primero, sobre el tanque y su uso, declaraba que el tanque seguía siendo un arma auxiliar subordinada a la infantería, pero advertía al mismo tiempo que su desarrollo técnico podía revertir esa situación en el futuro, quedando la infantería asignada a los tanques (21). El segundo libro (el ya citado Tanque en la guerra moderna) era una respuesta a los críticos del tanque. Escrito como un texto básico para la guerra blindada, el libro describía los modelos más conocidos de tanques ligeros y pesados (utilizó el Renault francés como ejemplo de tanque ligero estándar y el Mark V británico para el tanque pesado). Aparte de describir la organización para las unidades de tanques ligeros y pesados, la mayor parte del libro versaba sobre el empleo táctico de los tanques, la defensa antitanque y recomendaciones para una fuerza blindada moderna (22). Volckheim recordaba que las tácticas blindadas del momento eran las mismas que se habían utilizado en la Gran Guerra, pero subrayaba con gran énfasis que esas tácticas se habían concebido para el tanque limitado de la época, no para el tanque moderno del futuro (23). En su capítulo final teorizó sobre el futuro desarrollo técnico del tanque y la mejora de sus capacidades tácticas, señalando que los tanques del futuro iban a ser mucho más rápidos, más maniobrables, y con mayor potencia de fuego que los tanques del momento. Por ello, el “tanque del futuro” sería capaz de combatir independientemente de la infantería, artillería e ingenieros, acompañado por vehículos blindados construidos para cualquier necesidad táctica posible (24).

En octubre de 1925 Fritz Heigl completó su Taschenbuch der Tanks, publicado al año siguiente (25), obra que tuvo una gran influencia en el ejército alemán (y en la Unión Soviética la Academia Frunze lo adoptó como manual básico). Heigl era mayor retirado del ejército austríaco e ingeniero técnico. Había combatido en la guerra, primero como candidato a oficial y líder de sección en el 73º Regimiento de Infantería, y luego como teniente en el 9º Regimiento de Artillería de Campaña, siendo herido en varias ocasiones. En 1925 había publicado (Berlin: R. Eisenschmidt) un libro titulado Die schweren französischen Tanks, die italienischen Tanks, Mit einem Überblick über das Entstehen der italienischen und französischen Panzerwaffe (Los tanques pesados franceses, los tanques italianos, con un resumen del desarrollo del arma blindada italiana y francesa). Murió el 11 de diciembre de 1930 a los 37 años de edad, víctima de una enfermedad hepática (26).

En Taschenbuch der Tanks, Heigl daba cuenta de las opiniones británicas y francesas de la época sobre el uso del tanque, para luego pasar a considerar sus capacidades tácticas. A su juicio, el tanque era un arma ideal para la guerra de maniobras, en la que, gracias a su velocidad y movilidad, podría representar el mismo papel que jugó la caballería durante las guerras napoleónicas. Ante el problema de buscar una solución para la coordinación de tanques e infantería, Heigl rechazó de plano reducir la velocidad de los tanques, que sería un “puro suicidio para el tanque”, prefiriendo buscar la manera de ayudar a la infantería para mantener el ritmo de su avance a la par de los tanques. Como la tecnología estaba progresando más rápidamente que las tácticas, Heigl aventuró como una posible solución dotar a la infantería con “tractores de infantería” (27).

Aunque hasta 1927 persistió el debate entre críticos y defensores del tanque, ganándolo finalmente estos últimos, 1925 puede considerarse el año a partir del cual el Heeresleitung apostó oficialmente a favor del tanque y el desarrollo de una doctrina blindada moderna. Ya en una orden secreta de agosto de 1924, Seeckt había ordenado a los distritos militares que en sus unidades y guarniciones se asignase un oficial como Oficial de Blindaje para responsabilizarse del entrenamiento práctico de las tropas en la guerra blindada. Se encargó al Inspectorado de las Tropas Motorizadas del seguimiento de todos los desarrollos blindados y de la recopilación de información y material de entrenamiento para su distribución. Las tareas del oficial de blindaje eran (1) impartir clases a oficiales y suboficiales tan a menudo como fuese posible; (2) distribuir material de entrenamiento a las tropas; y (3) servir como asesor del comandante en todos los asuntos relativos a vehículos blindados, actuando en los ejercicios como comandante de las unidades de tanques (simulados, pues todavía no tenían tanques auténticos) (28).

Seeckt insistió en que se representara a los tanques “en las maniobras y juegos de guerra tan a menudo como fuese posible” para que las tropas aprendieran a cooperar con ellos en ataques y practicaran la defensa antitanque. Las unidades que participaron en las maniobras divisionales de 1924 recibieron órdenes de construir maquetas de los tanques ligeros franceses (Renault) y de los pesados británicos (Mark V). El alto mando ordenó que todos los cuerpos del ejército debían realizar prácticas de fuego desde vehículos blindados en movimiento, tanto contra objetivos estacionarios como móviles. Otra orden secreta se cursó por el alto mando el 6 de octubre de 1924 a cada comandante de distrito militar. Se repetían las instrucciones de la orden secreta de agosto y se pedía a cada división involucrada en las maniobras de otoño que reportara a la Sección de Entrenamiento (T-4) del Truppenamt sobre las lecciones tácticas aprendidas después de operar con vehículos blindados simulados (29).

En 1925 el Truppenamt comenzó a publicar quincenalmente una colección de traducciones y resúmenes de artículos de fuentes extranjeras (30). Comenzaron a circular ampliamente las ideas sobre la guerra blindada de los ejércitos polaco, francés, británico y soviético. Se analizaron los manuales tácticos y las maniobras francesas y británicas a partir de artículos, informes de prensa y la observación de oficiales alemanes. La T-3 encargó a Ernst Volckheim el análisis de los tanques y entrenamientos blindados extranjeros. T-3 elaboró así un libro de unas 60 páginas que recogía todos los aspectos de la doctrina francesa.

El alto mando alemán se había mostrado muy crítico al analizar las maniobras francesas de 1922 y 1923, debido a la falta de flexibilidad de las tácticas francesas y a su preferencia por la guerra posicional defensiva. Al considerar los problemas de enlace y comunicaciones entre todas las armas de combate, en el análisis de las maniobras francesas de 1923, los alemanes criticaron igualmente los métodos franceses y el mando francés establecido en sus divisiones ligeras. Los franceses, afirmaron, “tenían una deficiente comprensión de las tácticas de sus propias armas y de las tácticas de armas combinadas”. Finalmente concluyeron que no era buena idea la mezcla de caballos y unidades mecánicas, y que la caballería estaba desfasada como arma estratégica debido a la guerra tóxica; los tanques debían ocupar su lugar (31). Esto levantó ampollas, como veremos en otra ocasión, entre los defensores de la caballería.

Notas:

(20) Einführung und Stichwortverzeichnis zu Abschnitt I-XVII von “Führung und Gefecht der verbundenen Waffen” (H. Dv. 487) (Berlin: Verlag “Offene Worte,” 1924), 47-49, citado en Habeck, Op. Cit., p. 49.

(21) Ernst Volckheim, Betrachtungen über Kampfwagen-Organisation und –Verwendung: Zu einer Abhandlung des englischen Majors Sherbrooke (Berlin: Mittler, 1924), 1, 5, 9, citado en Habeck, Op. Cit., p. 49.

(22) Corum, Op. Cit., p. 127.

(23) Habeck, Op. Cit., pp. 49-50.

(24) Ibid., p. 50

(25) Fritz Heigl, Taschenbuch der Tanks (Munich: Lehmanns, 1926), citado en Habeck, Op. Cit., p. 50.

(26) Franz Kurowski, Panzer Aces: German Tank Commanders of World War II (Mechanicsburg, PA: Stackpole Books, 2004), pp. 421-422.

(27) Heigl, Op. Cit., 300-305, 322-326, citado en Habeck, Op. Cit., p. 50.

(28) Corum, Op. Cit., pp. 132-33.

(29) Ibid., 133

(30) Kriegs- und militärorganisatorische Gedanken und Nachrichten aus dem Auslande. Este periódico quincenal se estableció en 1925 y fue publicado ampliamente, oficialmente por la Sección de Organización (T-2), pero en realidad por la Sección de Inteligencia (T-3) del Truppenamt. No se quería llamar demasiado la atención sobre la T-3. Corum, Op. Cit., pp. 131 y 235.

(31) T-3, Die französischen Herbstmanöver, 1922, 11 de agosto de 1923, BA/MA, RH 2/1547, y Die französischen Herbstmanöver, 1923, 10 de julio de 1924, BA/MA, RH 2/1547, 12-13, citadas en Corum, Op. Cit., pp. 131 y 236.

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Mensaje por José Luis » Lun Sep 01, 2008 11:00 am

¡Hola a todos!

Una de las primeras manifestaciones de la oposición a la mecanización de la guerra vino dada por el libro del Inspector de Infantería, Generalmajor Friedrich von Taysen, ¿Material o Moral? Contribución a la Valoración de los Principios de Batalla Prevalecientes en el Ejército Francés, publicado en 1923 (32). Según Habeck, esta obra levantó una gran controversia en el Reichswehr por su estilo provocativo y por ser una diatriba contra la acentuada preferencia (supuesta) del ejército francés por el material en contra del soldado y la moral (supuestamente). Taysen desarrolló en primer lugar la primacía del hombre, la importancia del espíritu de combate, y la necesidad de fuerzas no-tecnológicas (infantería y caballería) para conseguir la victoria como argumentos básicos frente a los recursos tecnológicos. Criticó a los franceses porque estaban reduciendo el personal del ejército mientras incrementaban las fuerzas aérea, de artillería y de tanques. En particular, concentró sus críticas en el blindaje, pues, según él, era en este terreno donde el peligro de sustituir hombres por máquinas era mayor. Subrayó las grandes fallas del tanque, tanto técnica como tácticamente, y utilizando su principal argumento contra el material, declaró: “Los soldados de a pie que están acostumbrados a la tónica del tanque siempre lo llamarán, y, si no está presente o es rechazado, sólo atacarán a regañadientes. Por encima de todo, también perderán su independencia, la voluntad de conseguir la victoria por ellos mismos mediante el coraje superior, el liderazgo habilidoso, y la utilización del terreno. De esta forma, la habituación al tanque puede conducir a la muerte del pensamiento ofensivo” (33).

El aumento de tanques y otras armas tecnológicas en el campo de batalla, argumentaba Taysen, obligaría a destinar un gran número de soldados para el transporte y mantenimiento de máquinas y municiones. Tampoco se reduciría el número de bajas en batalla, pues la competición entre blindaje y proyectiles llevaría a la creación de armas antitanque todavía más poderosas capaces de destrozar cualquier tipo de tanques. Taysen consideraba que los franceses, al concentrar sus esfuerzos en máquinas y tecnología, querían una batalla de material estacionaria, como en la guerra pasada. Concluía que si los franceses daban suma importancia al material era por ser ellos mismos una “nación estéril” que no podía contar con aliados para su próxima guerra con Alemania.

La primera respuesta semi-crítica a las opiniones de Taysen fue un artículo anónimo, titulado ¿Material o Moral?, publicado en el Militär-Wochenblatt a finales de 1925. Coincidía con Taysen en el valor superior de la moral, pero citaba parte de las regulaciones de servicio del ejército francés para refutar la opinión de Taysen en cuanto al desinterés de los franceses por el espíritu de combate o moral: “La disposición para realizar sacrificios y la voluntad para ganar son todavía los garantes del éxito final”. Por otra parte, señalaba el artículo, era una verdad indiscutible de la guerra moderna que el incremento de la potencia de fuego durante la última guerra había inclinado la balanza a favor del material, que no era una cosa tan mala como afirmaba Taysen, pues, por ejemplo, el material no tenía por qué destruir la moral de los soldados, sino por el contrario, debía incrementarla. Sólo la carencia de material podía mermar el espíritu de lucha de un ejército, como había sucedido inicialmente en la pasada guerra con los tanques. El autor finalizaba declarando que material y moral no eran términos incompatibles, y que el título del libro de Taysen debería ser reformulado como “Material y Moral” (34).

Un teniente coronel retirado entró en el debate posicionándose a favor de Taysen en su crítica al ejército francés, desarrollando el argumento de la esterilidad de la nación francesa (que debía recurrir a “tropas de color”), y su necesidad de recurrir a las máquinas (especialmente el tanque) para suplir esa carencia de hombres, algo que nunca podrían conseguir completamente: “La multitud de máquinas de guerra de tiempos antiguos y modernos nunca constituyeron el ejército en sí mismo, sino sólo y siempre vehículos auxiliares del combatiente individual, la infantería”. Por otra parte, el uso de tecnología moderna iba a provocar una mayor exigencia en entrenamiento que el requerido para las armas clásicas, y esto era otra buena razón para no temer a los franceses, puesto que “un fusil con recámara en manos de un infante alemán bien entrenado es algo completamente diferente que uno en manos de un negro” (35).

Una carta de un oficial (sin nombrar) al jefe del T-1 (36), Oberstleutnant Joachim von Stülpnagel, fechada en marzo de 1925, comenzaba reconociendo que la tecnología, como la táctica, era una parte necesaria de la guerra moderna, pero advertía que el alto mando del ejército estaba yendo demasiado lejos en dirección de la tecnología. En su opinión, se había sobrestimado el valor de la tecnología, como en el caso del fusil semiautomático. Y también con el tanque: “¿No había fallado también nuestra tecnología en este campo? ¿Y ha sido tan enorme el progreso realizado en este campo –y en los otros terrenos técnicos- en los seis años y medio transcurridos desde la guerra?”. Una cosa era el avance tecnológico de la ciencia, y otra muy diferente su aplicación en el campo de batalla. Confiarse exclusivamente al trabajo realizado en los laboratorios era algo cuestionable. La tecnología no había brindado ninguna pieza mágica que pudiera haber salvado a Alemania en la última guerra, y lo mismo sucedería en el futuro. La clave, a juicio de este autor, seguía estando en el espíritu nacional, y la tecnología no pasaba de ser una ayuda, importante, pero secundaria (37).

Notas:

(32) Friedrich von Taysen, Material oder Moral? Ein Beitrag zur Beurteilung der im französischen Heere herrschenden Kampfgrundsätze (Charlottenburg: Verlag “Offene Wort,” 1923), en Habeck, Op. Cit., p. 52.

(33) Taysen, Op. Cit., 27-28, citado en Habeck, Op. Cit., pp. 52-53.

(34) “Material oder Moral?” Militär-Wochenblatt, no. 28 (1925): 824-827, en Habeck, Op. Cit., pp. 53-4.

(35) Oberstleutnant a.D. Rath, “Mensch und Material,” Das Wissen vom Kriege, no. 19, suplemento del Deutsches Offiziersblatt 30 (1926): 73-75, en Habeck, Op. Cit., p. 55.

(36) Quizás sea útil que explique el organigrama del Alto Mando del Ejército (Heeresleitung). El Chef der Heeresleitung (que estaba subordinado directamente al ministro de Defensa) contaba con cuatro oficinas principales bajo su mando: la Allgemeine Truppenamt (Oficina de Tropas), la Allgemeine Heeresamt (Oficina General del Ejército), la Heerespersonalamt (Oficina de Personal del Ejército), y la Heeres-Waffenamt (Oficina de Armamento del Ejército).

Como ya he comentado, la Truppenamt era, en realidad, el antiguo Estado Mayor General (Generalstab), que había sido abolido (al igual que la Academia de Guerra -Kriegsakademie-) como consecuencia de las prohibiciones impuestas por el Tratado de Paz de Versalles. Sus oficiales, antes llamados Generalstaboffiziere, se denominaban ahora Führerstabsoffiziere. Seeckt fue el primer jefe del Truppenamt, sucediéndole los generales Wilhelm Heye (1920-23), Otto Hasse (1923-25) y Wilhelm Wetzell (1925-27), para estos primeros años que estamos tratando.

Inicialmente, el Truppenamt constaba de cuatro departamentos o secciones: T-1, Departamento del Ejército (Heeresabteilung), que era en realidad la antigua sección de Planificación y Operaciones del EMG; T-2, Departamento de Organización (Organisationsabteilung); T-3, Departamento Estadístico (Statistische Abteilung), en realidad la antigua Sección de Inteligencia del EMG; y T-4, Departamento de Entrenamiento (Lehrabteilung). Más tarde se añadiría el T-7, Departamento de Transporte (Transportabteilung). En 1924-1925, los tenientes coroneles Joachim von Stülpnagel, Erich von Bonim, Friedrich von Boetticher y Werner von Blomberg eran los jefes de los T-1, T-2, T-3, y T-4, respectivamente.

El oficial de estado mayor que escribe la carta a Stülpnagel, obviamente, intenta influir en él para que a su vez influya en el jefe del ejército, Seeckt.

(37) “Aus einem Brief ans Stülpnagel”, 29 de marzo de 1925. BA-MA. N221/40; también, “Taktik und Tchnik, Moral und Material”, Heerestechnik, no. 1 (1925): 20; en Habeck, Op. Cit., p. 56.

Continuaremos.
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Mensaje por José Luis » Mar Sep 02, 2008 10:51 am

¡Hola a todos!

La defensa de Volckheim a favor de la tecnología y, especialmente, del tanque en un artículo de 1925 (38) fue contestada, poco después de su publicación, por el artículo de un oficial anónimo que argumentó que de las tres armas modernas –gas, aviones y tanques-, los últimos eran con diferencia los menos valiosos. Para este autor los aviones y el gas podían atacar la retaguardia, donde se encontraban indefensas mujeres y niños, mientras que “el tanque sólo será una amenaza en el frente, donde la gente mejor entrenada para la batalla, física y moralmente, resistirá: hombres con fuerte voluntad y armamento de hierro” (39). Otros oficiales criticaron el poder cada vez mayor que estaban adquiriendo especialistas como Volckheim dentro del ejército. Por ejemplo, en el artículo ya citado de “Hombres y Material”, Rath identificaba el auge de la influencia de los técnicos con la caída del poder de la infantería, lo que supondría, en su opinión, que el ejército pasaría a estar gobernado por la tecnología y el material, destruyéndose de esa forma el concepto de batalla de aniquilación.

Los oponentes de la tecnología no perdieron la oportunidad de criticar igualmente las ideas de autores extranjeros entonces en boga en el terreno del blindaje, como el británico Fuller y el francés Soldan. Las ideas de Fuller fueron despachadas, en general, como puras fantasías que no merecían siquiera una refutación seria. El autor de un resumen de sus libros se mofaba de su doctrina de la guerra y del “hipermoderno ejército de Fuller” (40). A Soldan lo criticaron todavía con más dureza, tildándolo no sólo de tener ideas equivocadas, sino peligrosas (41).

En general, los oficiales que se oponían a la preponderancia de la tecnología, y el tanque en particular, lo hacían por intereses de sus propias armas, bien porque vieran amenazado su protagonismo (infantería), o porque simplemente veían en peligro su supervivencia (caballería). Utilizaron toda clase de argumentos contra el tanque; Taysen subrayó sus fallas técnicas, su vulnerabilidad a las ametralladoras y al fuego de artillería, su “ceguera”, su fragilidad, su pesadez y torpeza. Otros, como Frentsch y y Czimatis (42), añadieron a esos inconvenientes la enorme organización logística que requerían los tanques y su vulnerabilidad a las contramedidas defensivas que ningún avance tecnológico podía evitar. Incluso un antiguo oficial del cuerpo de tanques declaró que “la idea del carro de batalla está desfasada” (43). Por otra parte, creían que el tanque y otro tipo de material conducirían fatalmente a una guerra posicional, algo contrario a la guerra móvil defendida por toda la oficialidad del ejército. Finalmente, manejaron el inconveniente económico, argumento que nadie podía objetar, y menos en una Weimar que a duras penas estaba recuperándose del colapso económico de posguerra y que tenía otras prioridades en sus partidas presupuestarias. La motorización y mecanización de un ejército, argumentaban, era algo que sólo se podían permitir las naciones ricas.

A todas esas críticas respondió en sus libros y artículos Ernst Volckheim, señalando que una de las razones más importantes para que algunos oficiales alemanes considerasen el tanque como innecesario era como la fruta verde: el Reichswehr no tenía tanques y, por tanto, los tanques no podían ser decisivos. Esta opinión debía cambiar radicalmente, pues el blindaje iba a ser decisivo en la guerra futura. Aunque el factor más importante de un ejército continuase siendo su moral, ésta se vería mucho más fortalecida por el uso correcto del armamento tecnológico. El constante desarrollo y perfeccionamiento del tanque lo convertiría en un arma capaz de cruzar casi cualquier tipo de terreno, combatir de noche, disparar con precisión y tener mejores capacidades de observación. Volckheim creía imposible reunir todas estas características en un “tanque universal”, por lo que era necesario construir diferentes tipos de tanques de acuerdo con sus misiones tácticas.

En realidad, la característica principal que diferenciaba a los detractores del tanque de sus defensores, aparte de sus intereses de armas, era la escasa confianza que los primeros depositaban en el desarrollo tecnológico, creyendo que la tecnología no habría de avanzar mucho más de lo que ya lo había hecho. Las maniobras británicas de 1926 confirmaron los argumentos de los defensores del tanque y fueron el toque de gracia para la desaparición de los reaccionarios que había en la caballería.

Notas:

(38) Ernst Volckheim, “Die Waffe des Zukunftskrieges,” Militär-Wochenblatt, no. 14 (1925): 465-68, en Habeck, Op. Cit., p. 56.

(39) “Zum Wesen der Waffen des Zukunftskrieges,” Militär-Wochenblatt, no. 18 (1925): 622-23, Habeck, p. 56.

(40) Frentsch, “Gegenwartsgedanken zu ‘Die Zukunft des Landkrieges’”, Das Wissen vom Kriege, no. 19, suplemento al Deutsches Offiziersblatt 30 (1926): 75, en Habeck, p. 57.

(41) Oberstleutnant a.D. Müler-Loebnitz, “Der Mensch und die Schlacht der Zukunft” Deutsches Offiziersblatt 19, no. 34 (1925); Generalmajor a.D. v. Vorries, “George Soldan: Der Mensch und die Schlacht der Zukunft,” Das Wissen vom Kriege, no. 1, suplemento al Deutsches Offiziersblatt 30 (1926); Alexander Rühle von Lilienstern, “Schlacht der Zukunft,” Militär-Wochenblatt, no. 40 (1926); en Habeck, p. 57.

(42) Oberleutnant Czimatis, “Die Waffen des Zukunftskrieges,” Militär-Wochenblatt, no. 18 (1925): 620, en Habeck, p. 57

(43) Oberleutnant d.R. a.D. Larsen, “Als Tankkommandant,” Militär-Wochenblatt, no. 42 (1926): 1533, en Habeck, p. 57.

Seguiremos.
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Mensaje por José Luis » Mié Sep 03, 2008 11:33 am

¡Hola a todos!

A partir de 1927, el alto mando del ejército alemán decidió avanzar por un camino sin retorno hacia el blindaje. Varios fueron los factores que influyeron para la toma de esta paulatina decisión, siendo los más importantes el desarrollo de un nuevo tanque rápido, las experiencias del ejército británico, que en 1926-29 contaba con las ideas más avanzadas sobre el empleo de tanques, las ideas de los teóricos y especialistas alemanes y austríacos sobre el tanque, el avance de la colaboración militar germano-soviética, la estabilización política y económica de Weimar y la coyuntura diplomática internacional. Quedaba el debate sobre el papel que debía jugar el tanque y su organización, pero esto lo veremos más adelante.

En 1922 se firmó el Tratado de Rapallo entre los representantes de Exteriores de Alemania y la Unión Soviética, por medio del cual ambos países renunciaban a sus reclamaciones territoriales y financieras derivadas del Tratado de Brest-Litovsk de marzo de 1918. Como anexo secreto al mismo, también se firmó un acuerdo para el establecimiento de unas bases militares en la Unión Soviética, donde, a cambio de ayuda tecnológica, el Reichswehr (y el Ejército Rojo) podía desarrollar, técnica y tácticamente, su nuevo armamento, en especial tanques y aviones. Este pacto secreto era la culminación de las conversaciones que en Prusia del Este en 1920 había iniciado Seeckt con el antiguo ministro de Guerra turco, Enver Pasha, quien viajó a Moscú para sondear al gobierno soviético sobre la posibilidad de una cooperación militar con el Reichswehr (44).

A principios de 1926 se acordó, entre el Reichswehr y el Ejército Rojo, la creación de una escuela de tanques, cuyo lugar había de ubicarse cerca de Kazan. Recibió el nombre de “Kama” (por el río Kama) y su construcción comenzó en el mismo año, aunque se paró en 1927 por filtraciones en la prensa inglesa sobre la colaboración germano-soviética en armamento, asunto que se aireó en el Reichstag (desconocedor del pacto). La Panzertruppenschule Kama abrió finalmente en 1928, con una plantilla de 40 técnicos alemanes y 60 asociados rusos, pero sin tanques. Hasta 1929 Kama operó con unos cuantos tanques británicos importados, hasta que llegaron en ese mismo año seis Grosstraktor diseñados y construidos por Krupp en Alemania. Al año siguiente, llegaron cuatro Kleintraktor de la misma fuente. La misión de Kama no era entrenar a los tanquistas, sino producir un pequeño cuerpo de expertos completamente educados en todo lo relacionado con tanques, desde el desarrollo y evaluación hasta operaciones y empleo. Debían probarse y evaluarse los prototipos de tanques alemanes. Los cursos consistían en un verano dedicado a las máquinas, un invierno a la teoría, y un verano a ejercicios de campaña. Los alemanes, pensando en términos de un pequeño ejército profesional, deseaban dar una instrucción intensiva a una docena de oficiales a un tiempo; los rusos, sin esas limitaciones, intentaron colocar el máximo número de oficiales: 25 en 1930, 40 en 1931, y 100 en 1932 (45).

En el terreno práctico el desarrollo del programa de tanques del Reichswehr en la década de 1920 era forzosamente lento. A pesar de que el primer pedido de prototipos de tanques se realizó en mayo de 1925, éstos no estuvieron listos en Kama, como hemos visto, hasta 1929. Las razones de esta lentitud eran varias: el alto secreto con que debía realizarse el desarrollo, cuyos fondos presupuestarios también debían ocultarse. Los componentes del tanque tenían que ser construidos por un pequeño grupo de trabajadores y diseñadores sujetos a juramento de secreto, trabajando en talleres clandestinos, todo para escapar al control de la Comisión de Control Militar Interaliada. Además, los tanques no podían ser probados en Alemania, sino que tenían que viajar en secreto hacia Kazan, donde no estaban los diseñadores y constructores para observar las posibles deficiencias y retornarlos inmediatamente a fábrica para realizar las modificaciones pertinentes (46). El secreto envuelto en estos procesos produjo algunos casos de auténtico cine (47).

Los principales organismos involucrados en el desarrollo de armas en el Reichswehr eran el Truppenamt (especialmente, T-1 y T-2), las Inspecciones, el Heereswaffenamt y, lógicamente, la industria concernida. Las secciones de Operaciones y Organización del Truppenamt se encargaban de determinar las necesidades generales del ejército en armamento de acuerdo con la doctrina militar, las necesidades estratégicas y los planes de guerra. Los diferentes Inspectorados eran responsables del estudio de los problemas tácticos de su propia arma y de desarrollar los conceptos y requerimientos para que las armas se adecuasen a las tácticas. Cada Inspectorado contaba con una sección especial dentro del Heereswaffenamt que lo asesoraba en cuestiones técnicas. Así, el Inspectorado de las Tropas Motorizadas (IN-6) tenía su sección correspondiente (WA-6) en el Heereswaffenamt. Por ejemplo, el IN-6 establecía los requerimientos generales para un tanque, mientras que los expertos técnicos e ingenieros del WA-6 traducían esos requerimientos en especificaciones técnicas exactas que incluían peso, tamaño, etc. (48).

Notas:

(44) Para una descripción de la colaboración germano-soviética recomiendo John Erickson, The Soviet High Command: A Military-Political History, 1918-1941 (London: Frank Cass Publishers, 2001), en concreto su Parte Dos, Capítulo VI: “Towards Collaboration with the Reichswehr”, pp. 144-163; también, Earl F. Ziemke, The Red Army, 1918-1941: From Vanguard of World Revolution to America’s Ally (London: Taylor & Francis Books, 2004), en concreto su Capítulo 11: “The Red Army and the Reichswehr, pp. 169-185; el trabajo más completo sobre el tema, sólo lo conozco por referencias, parece ser Manfred Zeidler, Reichswehr und Rote Armee, 1920-1933: Wege und Stationen einer ungewöhnlichen Zusammenarbeit (Munich: Oldenbourg, 1993).

(45) Ziemke, Op. Cit., p. 176.

(46) Walter J. Spielberger, Die Motorisierung der deutschen Reichswehr, 1920-1935 (Stuttgart: Motorbuch Verlag, 1979), 299 y 315-316, citado en Corum, Op. Cit., p. 229.

(47) La que sigue es una de mis anécdotas favoritas sobre el tema. Gustav Krupp, por consejo del Heeresleitung (es decir, Seeckt), decidió retirar a un grupo de sus diseñadores de Spandau para trasladarlos a un edificio de oficinas en el mismísimo corazón de la capital alemana. Esa decisión parece ser que se convirtió en uno de los secretos mejor guardados de la década de 1920. Los trabajadores berlineses de las otras plantas del edificio no tenían la más ligera idea de lo que estaba teniendo lugar en la oficina de Krupp; no lo sabían ni siquiera las mujeres de los hombres de Krupp. El 1 de julio de 1925 una furgoneta aparcada en la Plaza Potsdam estaba siendo descargada por unos trabajadores que trasladaban diverso material de oficina a una oficina de la planta alta de un edificio. Esa tarde, diecinueve hombres, vestidos a la usanza de los ejecutivos de la época, ocuparon las habitaciones e instalaron una nueva cerradura. Abajo, una pequeña placa metálica identificaba la firma como: KOCH UND KIENZLE (E), Primus Palast, 4 Potsdamer Platz. El nombre de Koch y Kienzle podía parecer el de un dúo comediante, pero la letra (E) era la inicial de Entwicklung (desarrollo). La firma quedaba a un corto paseo de la Oficina de Inspección para Armas y Equipamiento (IWG), adonde iban y de donde venían constantemente los diseñadores de armamento y material de esa firma encubierta de Krupp. Uno de ellos era Fritz Tubbesing, quien tres años más tarde se convertiría en el jefe de la oficina de construcción de artillería. Fritz recordaba: “Nadie se fijaba en nosotros, nadie nos molestaba, e incluso nadie llamaba a nuestra puerta. Allí estábamos, prácticamente en lo alto del Reichstag, y ellos no lo sabían”. Pero aunque no lo supiera el Reichstag, sí lo sabían el Reichswehr y su IGW que mantenía bajo llave un libro en clave de Krupp, donde se traducían los nombres en clave usados en Koch y Kienzle. Por ejemplo, el primer tanque se llamó “tractor de agricultura” (landwirtschaftlicher Ackerbau Schlepper); el tanque ligero, “tractor ligero” (leichter Schlepper), el tanque medio, “tractor medio” (mittel-schwerer Schlepper), y el tanque pesado, “tractor pesado” (schwerer Schlepper). Esos hombres de la décima planta habrían de desarrollar ocho tipos de artillería pesada, obuses, cañones de campaña ligeros, el mortero móvil de 21cm, y la familia de los tanques. William Manchester, The Arms of Krupp: The Rise and Fall of the Industrial Dinasty that Armed Germany at War (New York; Back Bay Books, 2003), pp. 349-350.

(48) Corum, Op. Cit., p. 100.

Continuaremos.
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Mensaje por José Luis » Mié Sep 03, 2008 5:11 pm

Fe de erratas:
José Luis escribió: Al año siguiente, llegaron cuatro Kleintraktor de la misma fuente.
Error de mi parte, al traducir al alemán el "tanque ligero" citado en inglés por Ziemke, cuya denominación correcta es Leichttraktor, que es el que se envió a Kama en 1930. El Kleintraktor es diseño posterior.

Ciao
JL
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José Luis
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Mensaje por José Luis » Jue Sep 04, 2008 5:06 pm

¡Hola a todos!

A finales de 1926, el nuevo Chef der Heeresleitung, Wilhelm Heye, concordó con su predecesor (Seeckt fue “cesado” en octubre de ese año por cuestiones políticas) en que “el continuo perfeccionamiento técnico del tanque, sobre todo en velocidad y radio de acción, también dará como resultado una variación en el empleo táctico de esta fuerza”. Impresionado por las maniobras británicas de ese año, Heye ya no aceptaba como idea válida la de que la principal misión del tanque era el apoyo directo al avance de la infantería. En dichas maniobras el tanque había tenido objetivos distantes y se había empleado para realizar grandes giros sobre los flancos del enemigo, acompañado por otras tropas móviles, como la caballería, infantería motorizada y artillería. Heye concluyó que “otros desempeños del tanque en ejércitos extranjeros en el año pasado también han mostrado que los tanques modernos, cooperando con fuerzas móviles o en unidades independientes, están en posición de llevar a cabo misiones con objetivos más remotos, contra los flancos y retaguardia del enemigo, y también para combatir rápida y exitosamente y en el punto decisivo de la batalla” (49).

Heye no estaba sólo en sus opiniones en el alto mando; antes al contrario, había un consenso general sobre esa manera de entender la guerra tecnológica moderna. El mayor Friedrich von Rabenau, entonces asignado al T-1, escribió un largo memorando a finales de 1926 donde iba más lejos que Heye. Declaraba que solamente el uso extensivo en combate de vehículos a motor brindaría la posibilidad de conseguir el sueño de Schlieffen: sorpresa y un completo envolvimiento, culminando en un golpe sobre los flancos y retaguardia del enemigo (50). Aunque debieron suceder bastantes cosas hasta 1940, el sueño de Rabenau sobre el sueño de Schlieffen, si se me permite el giro, se hizo realidad en el “Corte de Hoz” ideado por Manstein, pero se convirtió en una pesadilla en el asunto de la motorización del ejército, que fue el mayor fracaso del Inspectorado de las Tropas Motorizadas y del Heereswaffenamt.

En enero de 1927, el T-1, entonces bajo mando de Werner von Fritsch, concluyó oficialmente que las fuerzas blindadas iban a tener un gran impacto en las operaciones, no sólo a nivel táctico, y que los tanques podían formar unidades independientes, como las brigadas blindadas. “Los tanques blindados y moviéndose rápidamente se convertirán muy probablemente en el arma ofensiva decisiva (schlachtentscheidende Angriffswaffe). Desde una perspectiva operacional esta arma será más efectiva si se concentra en unidades independientes como brigadas de tanques” (51). El mayor Ludwig Ritter von Radlmaier fue uno de los primeros en proponer la organización de tanques en diferentes unidades mecanizadas y motorizadas, rechazando la idea de mantenerlos atados a la caballería o infantería, y afirmando que el tanque era el arma suprema de batalla, a la que debían adecuarse todas las demás.

Por tanto, a principios de 1927 el Truppenamt (ahora bajo el mando de Blomberg) tenía diseñadas las líneas básicas sobre el modo en que deberían combatir los tanques en una futura guerra: concentrados en unidades independientes que, operando en coordinación con el resto de fuerzas, atacarían al enemigo en sus flancos y retaguardia. Sin embargo, las tácticas todavía eran vagas y se necesitarían más años de trabajo y ejercicios antes de clarificarse.

En 1927 se publicó la segunda edición del libro de Fritz Heigl (52), que revisaba los adelantos acontecidos con el tanque y exponía sus nuevas tácticas. Su mayor velocidad y movilidad operacional lo capacitaban ahora para un papel más importante que el de simple comparsa de la infantería en un ataque frontal. Ahora los tanques estaban en disposición de atacar los flancos y las líneas de comunicaciones de retaguardia del enemigo, y realizar maniobras de giro de gran alcance. Heigl propuso tres opciones para un ataque blindado: con los tanques solos pero masificados, en cooperación con la caballería y artillería montada, o con artillería motorizada e infantería en camiones. Consideraba la primera opción la menos peligrosa, la segunda problemática (pues dudaba que la caballería pudiera mantener el ritmo de los tanques, y además caballos y jinetes constituían objetivos muy vulnerables para el fuego enemigo), y la tercera la más adecuada, aunque debía solventarse la amenaza del ataque aéreo enemigo y mejorarse los tractores para la artillería y los camiones para la infantería. Concluyó que la guerra futura pertenecía a los tanques acompañados de artillería motorizada e infantería en vehículos blindados ligeros todo-terreno. Pero hasta que no se dispusiese del suficiente parque motorizado, tanques e infantería de a pie necesitaban operar conjuntamente en el campo de batalla, permaneciendo el problema de cómo coordinar ambas armas. Heigl presentó dos posibles soluciones: en la primera la infantería avanzaría en cabeza para ser rebasada poco antes del contacto con el enemigo por los tanques llegando a toda velocidad desde retaguardia; de esta forma, la infantería de a pie, aprovechando la confusión causada en el enemigo por la irrupción de los tanques, aseguraría los objetivos del ataque. La segunda opción pasaba por dividir a los tanques en dos escalones, uno avanzando en vanguardia para clavar al enemigo, mientras que el otro, llegando desde atrás, alcanzaría a la infantería para atacar simultáneamente las posiciones defensivas enemigas (53).

Uno de los puntos esenciales de las ideas anteriores de Heigl, su tercera opción para el ataque blindado, pasaba por un ejército completamente mecanizado y motorizado. Pero eso estaba fuera del alcance de Weimar, aun con su ejército de 100.000 hombres, y ni siquiera los presupuestos bestiales de Hitler, cuando se hizo con el poder absoluto de Alemania, podían superar los obstáculos de semejante empresa. Hablaremos de eso en su momento, pero es tiempo de indicar, más allá de la imposibilidad práctica de tal ambición, el gran error que impidió al Inpectorado de las Tropas Motorizadas y al Heereswaffenamt conseguir, al menos, un ejército medianamente motorizado. Apunta Corum que en vez de seguir el concepto original de utilizar la tecnología civil, adaptando los vehículos civiles a las necesidades del ejército (que fue la base del gran éxito del programa de motorización del U.S. Army), esas dos agencias se acercaron a la adquisición de los vehículos a motor con los mismos parámetros utilizados para la adquisición de armas. La Waffenamt estudió las necesidades tácticas de todos los cuerpos del ejército, presentando una larga lista a la industria del motor junto con las especificaciones detallas de peso, movilidad campo traviesa, etc. “En vez de estudiar la disponibilidad de vehículos a motor civiles y escoger unos pocos tipos sólidos y sencillos para uso militar, que habrían abaratado los costes y facilitado el mantenimiento, el ejército presionó a la industria del motor para desarrollar una amplia gama de vehículos” (54).

Notas:

(49) Memorando de Heye, “Betr. Darstellung neuzeitlicher Kampfwagen,” HL IV Nr. 601.26 geh., In 6 (K), 10 de noviembre de 1926, BA-MA, RH 39/155 Teil I, p. 58, citado en Habeck, p. 73.

(50) Michael Geyer, Aufrüstung oder Sicherheit: Die Reichswehr in der Krise der Machtpolitik, 1924-1936 (Wiesbaden: Steiner, 1980), 93-94, en Habeck, p. 73.

(51) Michael Geyer, “German Strategy in the Age of Machine Warfare, 1914-1945”, en Makers of Modern Strategy: From Machiavelli to the Nuclear Age, ed. P. Paret, (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1986), p. 559.

(52) Fritz Heigl, Taschenbuch der Tanks, Ergänzungband 1927: Räder-Raupenfahrzeuge, Moderne Tank-taktik, Neue Tanks (Munich: Lehmanns, 1927), en Habeck, p. 75.

(53) Heigl, 140-148, en Habeck, p. 75.

(54) Corum, Op. Cit., p. 121.

Continuaremos.
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José Luis
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Mensaje por José Luis » Lun Sep 08, 2008 9:52 am

¡Hola a todos!

El gran problema de la coordinación entre tanques e infantería que preocupaba a los teóricos del Reichswehr pudo experimentarse en las maniobras de 1928 gracias a la mejora realizada en las maquetas de tanques, motorizados y más rápidos. Los viejos tanques de simulación consistían generalmente en maquetas de madera montadas sobre bicicletas, artificio que difícilmente podía dar a los oficiales del ejército un panorama aproximado de lo que sería realmente un combate blindado. Las nuevas maquetas motorizadas, fabricadas por Hanomag, tenían una excelente capacidad campo traviesa y mayor velocidad.

Una de las primeras maniobras realizadas con estos nuevos tanques simulados tuvo lugar en Grafenwöhr en mayo de 1928, dirigida por el jefe de las tropas motorizadas, Otto von Stülpnagel. Fue la primera vez que los alemanes utilizaron sus maquetas de forma innovadora, desplegando la táctica y cooperación con la infantería reservadas para los tanques rápidos de una guerra futura. Alfred von Vollard-Bockelberg, Inspector de las Fuerzas Motorizadas, diseñó el plan del ejercicio, dividiendo las unidades blindadas en tres escalones de ataque. Los dos primeros debían penetrar el frente del enemigo y buscar directamente sus zonas de ametralladoras y posiciones artilleras. El tercer escalón debía avanzar más despacio, para posibilitar la cooperación de la infantería, incluso retrocediendo para ayudarla si se quedaba rezagada. Tanto el comandante divisional como el comandante en jefe del ejercicio comentaron a Stülpnagel y Bockelberg sus discrepancias con las tácticas utilizadas, sugiriendo en especial que la infantería debía seguir inmediatamente detrás del primer grupo de ataque de tanques en vez de esperar por el tercer escalón. Esperando a esta tercera ola de tanques, argumentaron, las armas de la infantería pesada que debían prestar cobertura de apoyo a los tanques que combatían contra las posiciones defensivas enemigas no podían acercarse lo suficiente para llevar a cabo su misión. Además, las restantes fuerzas del enemigo podían cubrirse hasta la llegada de la infantería, momento en que irrumpirían para dirigir su fuego contra los infantes de a pie.

Cuando finalizó el ejercicio, Stülpnagel escribió a Bockelberg para dar su valoración de las tácticas que este último había diseñado, y comunicarle igualmente las críticas de los dos comandantes de campo. A su juicio, la segunda crítica no se sustentaba, pues el tercer escalón de tanques podía proporcionar cobertura a la infantería contra las bolsas de resistencia. Pero no se podía descartar la objeción realizada contra el despliegue de las armas de la infantería pesada.

Bockelberg respondió una semana más tarde haciendo una valoración sobre los dos tipos de tanques, el lento tipo Renault y el rápido tipo Vickers, y su utilización en una guerra moderna. En su opinión, la misión del tanque lento era dar apoyo directo a la infantería, pero este tipo de tanques estaba destinado a desaparecer y ser sustituido por tanques más rápidos, cuya misión sería combatir en la profundidad de las posiciones enemigas, y no, como norma, acompañar a la infantería. Sería entonces cuando se haría patente el pleno efecto de los tanques, efecto que debía explotar la infantería, de la forma en que lo hacía con la artillería. Por ello, el comienzo del ataque de la infantería y su posterior avance dependían del efecto conseguido por los tanques, y no de un intervalo que pudiera ser rígidamente predeterminado (55).

Bockelberg diseñó entonces una idea modificada sobre el ataque de tanques ideal. Se ejecutaría igualmente en tres escalones: el primero buscaría las armas defensivas y artillería de la profundidad enemiga; el segundo acompañaría a la infantería, y el tercero actuaría como reserva, dispuesto para limpiar cualquier bolsa de resistencia. El primer escalón explotaría a tope su velocidad para neutralizar el fuego enemigo sobre su infantería, o, en caso de que la artillería enemiga rehusara el contacto, intentaría alcanzarla y destruirla. En su opinión, esta táctica modificada resolvía las objeciones planteadas por los dos oficiales.

Esas maniobras de mayo de 1928 (y otras similares) fueron observadas, en calidad de invitados, por tres comandantes soviéticos que más tarde, a su regreso a Moscú, reportaron a Voroshilov sobre sus impresiones. El Reichswehr, escribieron, estaba concediendo gran importancia a los tanques y estudiando de cerca las experiencias británicas y francesas. Creían que los tanques, incluso en el estado actual del desarrollo técnico, eran capaces de llevar a cabo operaciones independientes a gran escala, especialmente cuando se combinaban con unidades motorizadas de infantería y artillería. Refiriéndose específicamente al ejercicio dirigido por Stülpnagel y diseñado por Bockelberg, indicaron que los alemanes, cuando usaban tanques contra posiciones fortificadas, desplegaban dos olas de ataque, una buscando directamente la retaguardia y artillería, y la segunda, compuesta de varios escalones, atacando a la infantería y posiciones defensivas de vanguardia. El ataque sorpresa debía realizarse en masa, involucrando la estrecha cooperación de infantería, artillería y aviones (56).

Notas:

(55) Stülpnagel a Bockelberg, 27 de junio de 1928, BA-MA, RH 53-5/101, 85-86, y Bockelberg a Stülpnagel, 5 de julio de 1928, BA-MA, RH 53-5/101, 87-88, citados en Habeck, Op. Cit., p. 86.

(56) Informe de Uborevich, Eideman, y Apoga a Voroshilov, [principios de 1928], RGVA, p. 33987, op. 3, d, 329, ll. I-101, citado en Habeck, Op. Cit., p. 87.

Continuaremos.
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Mensaje por José Luis » Vie Sep 12, 2008 6:37 pm

¡Hola a todos!

¿Cómo deberían organizarse las fuerzas blindadas y cómo deberían combatir? En 1929 el coronel Friedrich von Cochenhausen, jefe de la Sección de Entrenamiento del Ejército (T-4), actualizó la última edición del Truppenführung que reflejaba la respuesta oficial a esas preguntas. Se preveía dividir los tanques entre la infantería, asignando una compañía de tanques a cada batallón de infantería. Ambas armas combatirían coordinadamente, pero la mayor velocidad de los tanques modernos también les permitiría combatir de forma independiente, con envolvimientos o alejados de la infantería (57).

En el otoño de ese mismo año, Bockelberg ordenó una modificación de la organización del blindaje prevista por Cochenhausen, adoptando una postura más radical, que apoyaba la creación de formaciones más grandes, completamente mecanizadas y motorizadas. Fue el primer paso serio que daría como resultado las divisiones panzer de 1935. Como resultado de sus órdenes, las tres compañías del 6º Batallón de Transporte a Motor fueron transformadas en una compañía de motocicletas, una compañía de reconocimiento blindado (maquetas), y una compañía de tanques (maquetas). Al mismo tiempo se planificaba desarrollar un batallón de infantería motorizada levantado con compañías de fusiles transportadas en coches con capacidad campo traviesa. También se ordenaba la transformación de las fuerzas motorizadas resultantes en unidades combinadas de coches blindados, tanques, defensas antitanque y motocicletas. Como ejemplo, en octubre de 1929 se reorganizó bajo esos parámetros la 3ª Compañía del 7ª Batallón (Bávaro) de Transporte a Motor (58).

Notas:

(57) Oberst Friedrich von Cochenhausen, Die Truppenführung: Ein Handbuch für den Truppenführer und seine Gehilfen, 5th ed. (Berlin: Mittler, 1929), 274-75, citado en Habeck, Op. Cit., p. 100.

(58) Lista de cambios planificados organizacionales, 1 de octubre de 1929, BA-MA, RH I/V. 14, pp. 166, 169, en Habeck, p. 102.

A seguir.
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Mensaje por Stalker » Vie Sep 12, 2008 6:54 pm

Buen articulo Jose Luis. Con esto podrias escribir un libro sobre la doctrina de las fuerzas panzer al estilo de Guderian
La guerra es la continuacion de la politica por otros medios.

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Mensaje por José Luis » Sab Sep 13, 2008 11:54 am

¡Hola a todos!

La década de 1920 fue un periodo muy fructífero para el debate y desarrollo de las ideas sobre el blindaje en el Reichswehr. Atado por el TdV y la prohibición de tener tanques, el alto mando alemán sólo pudo iniciar su doctrina blindada en sus experiencias de la IGM, en las experiencias de las maniobras de los ejércitos francés y, especialmente, británico, en sus propias maniobras con tanques simulados y, finalmente, en las experiencias de su escuela de tropas blindadas en Kazan. Junto con el estudio de las mejoras foráneas conseguidas en el desarrollo técnico de los tanques, el liderazgo militar alemán acabó esta década convencido de que el tanque jugaría un papel muy importante en una futura guerra, combatiendo de forma totalmente diferente a como lo había hecho el antiguo y lento tanque de la Gran Guerra. Se había tomado ya la decisión de organizar los vehículos, junto con otras fuerzas motorizadas, en formaciones mecanizadas independientes, es decir, se iniciaba el camino de lo que sería la esencia de la futura división panzer: una formación de combate de armas combinadas. Sin embargo, quedaban por resolver algunos problemas serios que constituían la base argumental de los detractores del tanque: el problema de la coordinación de tanques e infantería, cuya solución idónea, la motorización y mecanización del ejército, presentaba un desafío económico, tecnológico, industrial y político que estaba fuera del alcance práctico de la Alemania de Weimar; el problema de si el tanque sería capaz de superar las armas antitanques, que algunos creían que tenían más futuro tecnológico que los tanques; el problema de si las unidades blindadas serían capaces de mantener el terreno conquistado, y aquí había una opinión mayoritaria negativa entre la oficialidad del ejército, y era el argumento central para quienes se oponían a que el blindaje fuese un arma independiente, abogando en cambio su dependencia de la infantería. Estos y otros problemas (logística y suministros, consumo, mantenimiento, etc.) centraron el debate blindado de la década de 1930, que iremos viendo en próximas intervenciones.

En la parte técnica, mayo de 1925 fue la primera vez que el Heereswaffenamt cursó las especificaciones para el primer tanque alemán de posguerra. Se contrataron a las firmas Daimler, Krupp y Rheinmetall para la construcción de seis tanques (dos por firma) con las siguientes especificaciones: 16 toneladas de peso, velocidad máxima de 40 kilómetros por hora, capaz de salvar una trinchera de dos metros y obstáculos de un metro de altura, protegidos contra gases, motor de 260-280 caballos de fuerza, montados con radio, y capacidad anfibia con 4 kilómetros por hora de velocidad. Armados con un cañón de 75 mm y tres ametralladoras. Espesor de blindaje general de 14 mm y tripulación de seis hombres: comandante, conductor, radio, y tres cañoneros (uno para la torreta trasera). Este tanque se codificó como Grosstraktor, y el capitán Pirner fue el oficial del proyecto nombrado para el programa por el Heereswaffenamt (59).

Las especificaciones para el siguiente modelo de tanque, el Leichttraktor, se cursaron en julio de 1928 a las mismas firmas y con las mismas cantidades que el Grosstraktor, aunque finalmente sólo se construyeron cuatro tanques al quedar fuera la Daimler. Se pretendía un vehículo con un chasis multiuso para funcionar como tanque y vehículo de reconocimiento blindado. Armado con un cañón semiautomático de 37 mm y una ametralladora, velocidad media de 25-30 kilómetros por hora y velocidad campo traviesa de 20 kilómetros por hora. Protección de blindaje para resistir proyectiles de 13 mm, capaz de salvar una trinchera de 1,5 metros, con un radio de acción de 150 kilómetros; con radio y, si era posible, capacidad anfibia, a prueba de gases, no excediendo su peso total de 7,5 toneladas (60).

El tercer modelo de tanques de la década fue un diseño especial de Krupp que no fue encargado por el ejército, sino a iniciativa privada del teniente coronel Oswald Lutz, quien de 1924 a 1927 fue líder de sección (Sección 6) para desarrollo de vehículos en el Heereswaffenamt, siendo asignado en 1928 al Inspectorado de Tropas Motorizadas, del que se hizo cargo en 1931. Lutz se convertiría en el primer comandante de las tropas blindadas y fue una figura clave en el desarrollo del blindaje alemán hasta 1938, cuando cayó con las purgas de Hitler. La idea era un vehículo blindado que combinara la velocidad de carretera de un coche blindado con la capacidad campo traviesa de un tanque. El vehículo fue diseñado por el ingeniero O. Merker en la planta de Krupp en Essen, construyéndose seis prototipos en 1928. Cada tanque tenía una torreta sobre la que iba montado un cañón completamente automático de 37 mm, llevando además una ametralladora en la parte trasera. Tres tanques llevaban un motor Benz de 50 caballos de fuerza, y los otros tres un motor NAG de 70 caballos. El peso total del vehículo era de 5,3 toneladas, su velocidad máxima sobre ruedas era de 46 kilómetros por hora, y sobre orugas de 23 kilómetros por hora. Lutz quería un tanque que fuera capaz de pasar de ruedas a orugas en un minuto, sin necesidad de que el conductor abandonase el vehículo. Según Corum, era más de lo que la tecnología de 1928 podía producir. El proyecto fue, finalmente, un fracaso completo (61).

Notas:

(59) Corum, Op. Cit., p. 112.

(60) Ibid., p. 116.

(61) Ibid.

Seguiremos.
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