Yo creo que no, que la exagerada precaución y temores de Stalin (inmediatamente antes del ataque, durante e inmediatamente después) fueron más de orden psicológico que de astucia diplomática. Stalin había rechazado (y condenado) todos los informes de inteligencia y movimientos alemanes de frontera y bla, bla, bla, como diabólicas maniobras para provocar un conflicto armado entre la URSS y Alemania; el aceptar que estaba equivocado tuvo que ser un proceso en cierto modo paralizante (como no queriendo aceptar la realidad). Diplomática y legalmente, Japón no "podía" atacar a la URSS en virtud del pacto de neutralidad que había firmado en abril de 1941; su artículo segundo estipulaba que "en el caso de que una de las partes contratantes se convierta en el objeto de operaciones militares por una tercera potencia o varias, la otra parte contratante observará la neutralidad durante la duración de todo el conflicto" (Slavinsky, 55). Claro que entre esos caballeros un acuerdo bilateral valía sólo en la medida que sirviera a sus propios intereses.Grossman escribió: Pero eso Stalin no tenía porqué saberlo, por lo que sería viable la hipótesis de que cuando extremó su contención tras el ataque alemán y retrasó más allá de lo razonable la respuesta militar, no lo hizo solo para asegurarse de que no fuera una falsa alarma, sino también para evitar que el conflicto adquiriera una forma que obligara a Japón a implicarse, en virtud del susodicho pacto ... ¿no?
Saludos cordiales
JL