Richard SORGE - por el SS-Brigadeführer Walter SCHELLENBERG

Todo sobre el mundo de los espías durante la Segunda Guerra Mundial

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fangio
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Richard SORGE - por el SS-Brigadeführer Walter SCHELLENBERG

Mensaje por fangio » Mié Nov 30, 2005 2:05 am

EL CASO SORGE POR WALTER SCHELLENBERG

Comando en Jefe del Ejército – Jefatura II Inteligencia
Manual de Informaciones
Espionaje – Selección de los casos mundiales más famosos del Espionaje mundial – Tomo 1 – 1979 – Bs As, Argentina.

OTRA VERSIÓN

En 1940 hube de intervenir en otro caso de espionaje ruso: el de Richard Sorge. Fue a instancias de von Ritgen, jefe del DNB (Oficina Alemana de Información). En aquella época Sorge trabajaba indirectamente para el DNB y, al mismo tiempo, para la Frankfurter Zeitung. Mantenía con von Ritgen una correspondencia personal que, aunque en forma de cartas, estaba constituida por informes muy importantes.


Por aquel tiempo el Partido Nazi, y sobre todo los organismos de éste en el extranjero, ponían todo género de obstáculos a Sorge por causa de su pasado político. Me rogó von Ritgen que echase un vistazo a los antecedentes personales de Sorge que figuraban en el Negociado III (SD, Interior) y en el Negociado IV (Gestapo), para ver cómo se podrían allanar esos obstáculos, pues él no podía prescindir de los informes de Sorge. Este último conocía perfectamente los problemas de Extremo Oriente y había estudiado principalmente el de las tensiones políticas existentes entre Japón, China y la URSS por una parte, y entre Estados Unidos e Inglaterra por otra. Según von Ritgen, las opiniones de Sorge siempre habían sido muy ajustadas a la realidad.

SOSPECHAS FUNDADAS

Leí los antecedentes, y lo que éstos decían no favorecían gran cosa a Sorge. Aunque no se tenía la prueba absoluta de que perteneciera al Partido Comunista alemán, resultaba imposible no creer que era, por lo menos, un simpatizante. Estaba probado que había mantenido estrechas relaciones con bastantes personas conocidas de nuestros servicios secretos por ser agente del Komintern, pero gracias a su amistad con personajes influyentes no le habían perjudicado tales rumores. Entre 1923 y 1928 sostuvo relaciones con los nacionalistas y con los grupos de extrema derecha, así como también con los nacionalsocialistas. El retrato de Sorge, que pintaba sus antecedentes personales, resultaba un poco oscuro.

Yo no compartía enteramente la opinión de von Ritgen. Sorge seguía siendo sospechoso a despecho de lo bien que conocía los problemas de China y Japón, a pesar de su colaboración con el General-Profesor Karl Haushofer –el geopolítico-, pese a los excelentes artículos que había publicado sobre los negocios internos de Japón: a von Ritgen le parecía que tales artículos eran lo mejor que se había escrito sobre el estado de tensión social de aquel país. Se podía sospechar de él, por ejemplo, a causa de las relaciones que sostuvo con Stennes, uno de los jefes de las SA (Sturm Abteilung), que en 1934 huyó de Alemania y estuvo en contacto con Gregor y Otto Strasser y también con otras facciones del Partido consideradas como prorusas. Por aquel tiempo Stennes residía en China y era uno de los consejeros militares de Chang Kai-shek.


SE SIGUE UTILIZANDO

Von Ritgen llegó a la conclusión de que, aún cuando fuese verdad que Sorge había tenido algunos contactos con los servicios secretos rusos, nosotros debíamos aprovecharnos de la gran experiencia adquirida por aquel hombre. Decidimos, al final, que yo protegería a Sorge de los ataques del Partido, pero con la condición de que nos suministrara informes confidenciales interesantes sobre la Unión Soviética, China y Japón. Oficialmente trabajaría sólo para eso con von Ritgen.

Expuse este proyecto a Heydrich, y éste lo aprobó, pero exigiendo que Sorge fuese sometido a estrecha vigilancia y que sus informes fueran comprobados, pues podría darse el caso de que en el momento decisivo intentara suministrarnos informaciones falsas. Me dieron orden de tratar de ese asunto con Jahnke.

En la práctica era muy difícil satisfacer la exigencia de Heydrich en lo tocante a la vigilancia. Los agentes que teníamos en Japón eran muy jóvenes y, en general, poco experimentados. No podía dar instrucciones por escrito a aquellos agentes, y por eso vacilaba en obrar antes que Sorge se hubiera puesto a trabajar para nosotros. He de confesar que cometí un error haciendo eso.

Cumpliendo las órdenes de Heydrich hablé con Jahnke sobre Sorge. Jahnke me dijo que sabía muy pocas cosas de la vida de Sorge –von Ritgen me había dicho que sabía muchas-, y no quise insistir.

CRIMINALES PROTEGIDOS

Fui a ver también, para hablarle de Sorge, al jefe de inspectores Meissinger. Estuve en su despacho el día antes de su partida para Japón. Meissinger era uno de los peores individuos de la banda de asesinos a sueldo de Heydrich. Había desempeñado un papel siniestro en los sucesos del 30 de Junio de 1934 (“Noche de los Cuchillos Largos”) y también en el caso de los Generales von Blomberg y Fritsch. Meissinger era también jefe de la oficina especial para los Bienes de los Judíos, un organismo cuya importancia seguía creciendo desde el año 1938. Al parecer era amigo íntimo de Müller, el jefe de la Gestapo, pues ambos habían empezado su carrera como policías en Baviera. En el fondo era enemigo encarnizado de Müller y sólo estaba esperando el momento de poder quitar el puesto al otro.

Era un ser que daba miedo: un hombre de cara muy ancha, horrorosamente feo. Sin embargo, como muchos individuos de su calaña, poseía cierta simpatía, energía y una especie de inteligencia exenta de todo escrúpulo. Siempre se mostraba amabilísimo conmigo y jamás me apeaba el tratamiento. Solamente una vez creyó que me había vencido. Yo me encontraba en una situación embarazosa por haber cometido el error de proteger a un hombre que al final resultó culpable. Meissinger me amenazó con contárselo todo a Heydrich. Me defendí a mi manera, dejando pasar el tiempo necesario para poder resolver el asunto a conveniencia y fabricando a la vez mis redes en torno de él. Yo había recibido de Varsovia muchísimos informes sobre Meissinger; formé con ellos un importante expediente, del que se deducía que era un ser brutal, corrompido e inhumano. Entregué el expediente a Müller, diciéndole que había venido a parar a mis manos mientras trabajaba en otro asunto. Se abrió una investigación y se descubrieron tantas atrocidades cometidas por Meissinger, que Himmler ordenó que el autor de ellas fuese juzgado por un Consejo de Guerra. Pero intervino Heydrich, porque Meissinger sabía demasiadas cosas. Heydrich impidió la celebración del juicio y salvó a aquella fiera. Sigo ignorando lo que hizo Heydrich para lograr eso.


INVESTIGACIÓN A FONDO

Con el fin de alejar a Meissinger se acordó –el acuerdo fue una torpeza que tuvo malas consecuencias- mandarlo a Tokio en calidad de agregado de Policía. Su capacidad para beber litros de sake y fumar veinte cigarros seguidos en tanto hablaba jovialmente era la única aptitud que poseía para desempeñar ese cargo. Sin embargo debo reconocer que, gracias a su larga experiencia de policía, sabía muchas cosas acerca de las actividades y los métodos del Komintern. Desde 1933 era el brazo derecho de Müller y había contribuido a la destrucción de diversos organismos clandestinos del Partido Comunista. Conocía a mucha gente y tenía numerosas relaciones entre los elementos de los organismos internacionales. Iba a ser el jefe de los representantes de nuestra Policía en Tokio. Antes de su marcha le hablé del caso de Richard Sorge. El me prometió que haría una investigación a fondo y nos tendría al corriente de la misma por teléfono. Lo hizo; pero generalmente conversaba con Müller. Los dos hablaban con fuerte acento bávaro, y yo no los entendía. Era aquello una clave excelente. Si no recuerdo mal, los informes que dio Meissinger sobre Sorge fueron todos favorables a éste. Según Meissinger decía, Sorge era una persona grata en la Embajada de Alemania y mantenía muy buenas relaciones con el gobierno japonés.

continuará...

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fangio
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Mensaje por fangio » Mié Dic 07, 2005 1:59 am

2da y última parte...

INTERVIENEN LOS JAPONESES

Por el momento yo estaba tranquilo, porque los informes que suministraba Sorge a von Rittgen eran muy útiles y de un género que excluía toda responsabilidad de engaño. Pero en la primavera de 1941 recibí el primer golpe. Se hallaba en Berlín una comisión de la Policía japonesa. Durante la conversación me preguntó el jefe de esa comisión si Meissinger vigilaba a ciertos súbditos alemanes en Tokio. Contesté que no en seguida; pero el japonés, con naturalidad, indicó que si el hecho era cierto, Meissinger saldría ganando si colaboraba con la Policía japonesa. Meissinger, como es de suponer, negó que hubiera hablado mal de Sorge delante de la Policía japonesa; pero era evidente que, por haber obrado con torpeza, hizo que los japoneses se fijaran en Sorge, por lo que habían aumentado las sospechas que a éstos infundía nuestro agente.

Durante ese tiempo los informes que nos mandaba Sorge eran cada vez más interesantes para nosotros, porque en 1941 deseábamos saber cuanto fuese posible acerca de los planes de Japón para atacar a Estados Unidos. Sorge nos predecía ya –militarmente hablando- que el Pacto Tripartito tendría muy poco valor real apara Alemania. Después de haber comenzado nuestra campaña en la URSS nos previno que en ningún caso denunciaría Japón su pacto de no agresión con la Unión Soviética. Por otra parte, ese pacto había sido una sorpresa muy grande para nosotros.

Sorge nos comunicó igualmente que los ejércitos japoneses de tierra poseían reservas de carburantes para los seis meses siguientes y que su flota disponía de más grandes provisiones aún. Suponía Sorge, que los nipones iban a trasladar dentro de poco tiempo sus mayores esfuerzos al Pacífico, donde efectuarían operaciones navales, dejando más o menos paralizadas las operaciones terrestres en el continente asiático.

LA DETENCIÓN DE SORGE

Los japoneses detuvieron a Sorge en el verano de 1942. No cabe duda de que había espiado por cuenta de los rusos hasta un extremo inaudito. Había revelado a los soviéticos la fecha exacta de la invasión alemana y que Japón no tenía el propósito de declarar la guerra a la URSS. Esos informes habían permitido a los rusos retirar sus divisiones de Siberia en el momento crucial para contener la ofensiva alemana. Meissinger nos comunicó en seguida la detención de Sorge. Durante la investigación que siguió se puso en claro que estaba comprometido en aquel asunto el embajador de Alemania en Tokio, general Ott, quien había sido antes agregado militar de nuestra Embajada en aquella capital. Ott y Sorge eran buenos amigos y el primero cometió la ligereza de revelar al segundo algunos secretos. El propio Sorge confesó que su amigo le había suministrado informes muy interesantes. Obrando de manera tan irreflexiva, Ott no solamente causó graves daños a Alemania, sino que trabajó en favor de la URSS y en contra de Japón. Por consiguiente Ott fue declarado “persona no grata”.

EL PROBLEMA DE HIMMLER

Durante una larga y desagradable conversación con Himmler hube de justificar nuestra colaboración con Sorge –después de la muerte de Heydrich me vi obligado a abandonar esta fuente de información, porque Himmler no quería asumir la responsabilidad de ello delante de Hitler. Himmler no sabía qué decisión tomar, porque por una parte deseaba disculparme, y por otra se aferraba a su punto de vista personal de que su deber era decir al Führer lo que había sucedido.

Además las pruebas que poseían los japoneses eran concluyentes. Osaki, ex secretario particular del príncipe Konoye, dio detalles asombrosos del trabajo de espionaje que él y Sorge habían realizado juntos.

Se dijo que en noviembre de 1944, dos años y medio después de haber sido detenidos, Sorge y Osaki fueron ahorcados por los japoneses; pero aunque éstos, en 1947, afirmaron que había sido cumplida la sentencia, corrían rumores de que Sorge vivía en la Unión Soviética. El retrato de Sorge trazado por los japoneses era semejante en todo al que figuraba en le legajo de ese agente que guardábamos en nuestros archivos; era el retrato de un hombre que trabajaba solo y que creía de buena fe que cumplía con su deber. Su madre era rusa y su padre había residido muchos años en Rusia. Sorge deseaba que hubiese una reconciliación entre Alemania y la URSS. Se podría decir que la URSS era su madre patria y él consideraba a la URSS, como un país de posibilidades ilimitadas, pues creía que la nueva forma de sociedad que se desarrollaba allí conduciría al bienestar, a un estado feliz de la humanidad. En principio, era enemigo del nazismo y del fascismo, y siempre que le era posible combatía estas dos formas de gobierno.

EL CAMBIO ESPIRITUAL DE SORGE

Al parecer su carácter sufrió la influencia de la inseguridad en que transcurrió su infancia y de la decepción que le causó el pueblo alemán después de la I Guerra Mundial. Experimentó una especie de vacío intelectual que había ido degenerando lentamente en un nihilismo espiritual, hasta que encontró una nueva fe y una misión en la vida trabajando y viviendo para la Unión Soviética.

Me he preguntado siempre, y no me lo he podido explicar, por qué razón los rusos habían dejado obrar tan libre e individualmente a Sorge, puesto que generalmente someten a sus agentes a una disciplina rigurosa. Poseía Sorge protectores influyentes en la 4ta División del Servicio de Inteligencia Militar (GRU) o eran sus jefes lo bastante realistas para –juzgándole como buenos psicólogos- comprender que prestaría mejores servicios si le dejaban obrar con libertad individual, ¿con esa libertad individual tan despreciada por ellos como por él? Los rusos le perdonaban sus numerosas aventuras con las mujeres, sus orgías o sus indiscreciones irreflexivas, y en el momento crucial le amparaban y ayudaban discretamente, facilitándole los medios necesarios para que pudiera efectuar un nuevo y provechoso trabajo.

LA LABOR ANTIJAPONESA

Richard Sorge, con su labor de espionaje, ocasionó perjuicios considerables a los japoneses. Por ejemplo: solamente en 1940 envió a Moscú numerosísimos mensajes cifrados –la suma total de palabras de estos mensajes fue de treinta mil-. Su operador, Max Klausen, había sido adiestrado en Moscú en esa clase de trabajo. El servicio de radio de contraespionaje japonés hacía mucho tiempo que conocía la existencia de la estación clandestina de Sorge, pero no había podido descifrar los mensajes ni localizar el emisor, lo que era una prueba de lo bien que enseñaron el oficio a Klausen los rusos. Este solía emitir desde un pequeño velero que cambiaba constantemente de posición. Es muy digno de notar el hecho interesante de que Sorge jamás confesó haber trabajado para Berlín; nada dijo de esto ni en sus declaraciones ni durante el tiempo que estuvo preso. Este silencio no tiene otra explicación que la amistad que le unía a von Rittgen, pues un hombre de su temple de ningún modo podía querer que eso lo supiera Moscú. Yo llegué a esa conclusión después de examinar detenidamente los informes que nos había mandado, porque en ningún momento intentó inducir a error a los servicios secretos alemanes.*

* Esta reflexión de Schellenberg nos demuestra que Sorge se habría desempeñado como un auténtico “agente doble” (de la Redacción).

LAS SECUELAS DEL CASO

Meissinger hizo cuanto pudo para procurar la perdición de Ott. Sin embargo, tras atento examen de las declaraciones, quedó demostrado muy claramente que, aunque Sorge explotó a conciencia la amistad de Ott, éste jamás había sido cómplice en trabajos de espionaje. Partiendo desde este punto de vista defendí a Ott enérgicamente ante Himmler y Ribbentrop. Este nunca llegó a entender la clase de contactos que nosotros habíamos tenido con Sorge; no le habían dicho nada de eso Himmler ni Hitler, y ¡yo menos aún!

Durante una conversación privada con Himmler, Hitler reconoció que no se podía censurar al servicio secreto en aquel asunto. Sin embargo, Himmler no consiguió nunca deshacer los recelos y la profunda desconfianza que inspiraba a Hitler la conducta de Ott. El Führer partía del punto de vista de que un hombre que desempeñaba el cargo de Ott jamás debía revelar informes políticos confidenciales ni a amigos ni a persona alguna, por muy digna de confianza que le pareciese. Gracias a esta manera de pensar –tan objetiva- de Hitler se salvó Ott. Este fue destituido, y aunque Meissinger recibió orden de buscar más pruebas contra él, como no encontró ninguna, no se tomó ninguna otra medida disciplinaria contra el embajador.

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Mensaje por Jan Kubis » Jue May 13, 2010 11:22 pm

No hay ninguna foto de Sorge?
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Mensaje por Grossman » Dom May 16, 2010 1:53 am

Jan Kubis escribió:No hay ninguna foto de Sorge?
Si, en viewtopic.php?f=51&t=953" onclick="window.open(this.href);return false;
Espérame y yo volveré, pero espérame mucho
Espérame cuando las tristes lluvias lleguen, y cuando el calor llegue no dejes de esperar
Espérame y yo volveré para que la muerte rabie
No comprenderán jamás los que jamás han esperado, cómo tú del fuego me salvaste
Es que sencillamente me esperaste como nunca nadie me esperó
****************** Konstantin Simonov ******************

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Mensaje por Jan Kubis » Jue May 20, 2010 1:14 am

Gracias Grossman. Me lo imagina más fachero por lo que había leído sobre él como conquistador de damas niponas.
saludos
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Re: Richard SORGE - por el SS-Brigadeführer Walter SCHELLENB

Mensaje por Audie Murphy » Jue Jun 12, 2014 11:11 am

fangio escribió:Expuse este proyecto a Heydrich, y éste lo aprobó, pero exigiendo que Sorge fuese sometido a estrecha vigilancia y que sus informes fueran comprobados, pues podría darse el caso de que en el momento decisivo intentara suministrarnos informaciones falsas. Me dieron orden de tratar de ese asunto con Jahnke.
Ese ayudante, llamado Kurt Albert Jahnke, tuvo una larga carrera como espía alemán en la anterior guerra cuando actuaba en EEUU. Por ejemplo estuvo involucrado en la gran explosión del depósito militar de Black Tom (Jersey). Fue de tal magnitud que incluso algunos materiales salieron volando a más de 1km de distancia e incluso dañaron la antorcha de la Estatua de la Libertad.En abril de 1945 cayó en manos de los rusos de la SMERSH, fue interrogado y ejecutado
http://en.wikipedia.org/wiki/Kurt_Jahnke
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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