Españoles al servicio de Berlín

Todo sobre el mundo de los espías durante la Segunda Guerra Mundial

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Erich Hartmann
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Españoles al servicio de Berlín

Mensaje por Erich Hartmann » Jue Feb 08, 2007 5:24 pm

Artículo de Michael Alpert aparecido en el número 100 de la revista La Aventura de la Historia

Españoles al servicio de Berlín

Espías de verbena

Durante la II Guerra Mundial, Alemania intentó valerse de españoles legalmente establecidos en Gran Bretaña para apuntalar sus débiles servicios de espionaje. MICHAEL ALPERT describe la actuación de aquellos aficionados, entre los que se hallaba Luis Calvo, el corresponsal del ABC

A fínales de junio de 1940, conquistada casi toda la Europa occidental por el incontenible avance de los Panzers alemanes, Inglaterra se preparaba febrilmente para la esperada invasión. Uno de los puntos más débiles de la operación que planificaba el Estado Mayor de Hitler era la falta de información sobre el Reino Unido, pues el Abwehr, los servicios de inteligencia a cago del almirante Canaris, estaba prácticamente ciego.

Ello se debía, por un lado, a que nunca estuvo sólidamente implantado y, por otro, a la eficacia del Servicio Secreto del Interior británico, el llamado MI5, que logró detener a casi todos los espías alemanes que se hallaban en el país antes del conflicto o que llegaron clandestinamente más tarde. No es extraño, entonces, que el Abwehr tratara de reclutar a los ciudadanos de la proalemana España, que se encontraban legalmente en Inglaterra.

Uno de ellos era Luis Calvo. Andaluz, corresponsal del diario ABC. Al regresar de una estancia en España, el 12 de febrero de 1942, Calvo fue detenido al bajar la escalerilla del avión que aquel día había efectuado el vuelo desde Lisboa a Bristol, al oeste de Inglaterra, única forma de viajar desde la Península a Gran Bretaña.

Mientras esperaba en la desnuda habitación en que fue encerrado, crecía la inquietud del periodista. ¿A qué se debía su detención? ¿Sería por los frascos de perfume, el brandy o el tabaco que traía para sus amigos? No. Su delito era mucho más grave.

Horas después llegó un militar, acompañado de dos sargentos de la Scotland Yard. Sin darle a Luis Calvo ninguna explicación, le obligaron a subir en un automóvil. Ya de noche, se dirigieron, con los faros oscurecidos según el reglamento de la defensa contra los bombardeos, hacia Londres, a 180 kilómetros de distancia. Antes de llegar a la capital, viraron hacia el sur, a lo largo del río Támesis por una carretera estrecha, serpenteante y bordeada de bosques, hasta llegar finalmente a un control, pasado el cual, el prisionero divisó los contornos de una grande y lóbrega casa de campo. ¿Dónde estaba?-se preguntaba Calvo-. ¿Qué le esperaba?

Un interrogador enérgico

Hoy en día, la carretera, que sigue los meandros del río hasta llegar al pueblo de Ham, ha cambiado poco. La casa, Latchmere House, construida en el siglo XIX, hospeda a reclusos que, casi cumplidas sus penas, se preparan para la reinserción social. Ya no rodean la finca densos bosques oscuros, sino un alegre barrio residencial. Sin embargo, en una oscura tarde de invierno, al espesarse la niebla, la casa todavía conserva un aire siniestro. Aquella noche de 1942 debió de infundirle un miedo indecible a Calvo, persona de intelecto listo, pero de ninguna manera preparada para resistir un interrogatorio en ese centro, llamado en aquella época Camp 020, y empleado por los servicios secretos.

Por regla general, los detenidos en el Camp 020 solían cantar sin que hubiera que ejercer grandes presiones. Nunca se empleó contra ellos la violencia física. El comandante del centro, el teniente coronel Stephens, reconocía que los malos tratos inclinarían a los espías a decir cualquier cosa, verdadera o no. Stephens vestía un uniforme impecable, con un monóculo que le daba el aspecto de feroz militar prusiano. Bastaba el primer interrogatorio formal del sospechoso, situado en pie ante un tribunal de media docena de militares uniformados, mientras Stephens le dirigía preguntas cortantes, subrayadas con intimidatorios golpes propinados en la mesa con su bastón de oficial, para convencer a la víctima que los interrogadores lo sabían todo y de que su vida estaba en grave peligro. Esa advertencia se les hacía a los interrogados desde el comienzo y no era amenaza vana, pues catorce de los varios centenares de sospechosos que pasaron por Camp 020 tuvieron cita con el verdugo.

El resultado es que casi todos los detenidos confesaron. La imagen del espía heroico, inasequible al cansancio, a las amenazas y al tormento, no era aplicable a la mayor parte de las personas empleadas por el Abwehr. El único prisionero que se negó a hablar fue precisamente un español, ex jugador del Atlético de Madrid, Juan Gómez de Lecube, quien, por cierto, fue devuelto a España sano y salvo al terminar el conflicto. Pero ese no era el caso del corresponsal del ABC.


Continuará...


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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Feb 08, 2007 9:18 pm

Un peculiar agregado de prensa

Luis Calvo había sido reclutado directamente por Ángel Alcázar de Velasco, camisa vieja de la Falange, instalado después de diversas peripecias en el Instituto de Estudios Políticos. En octubre de 1940, Alcázar fue reclutado por el Abwehr en Madrid, que acertó al suponer que el imaginativo falangista sería capaz de convencer al embajador sir Samuel Hoare de que, pese a las apariencias de su filiación política, era hostil a Alemania y de que éste recomendara a Londres que le aceptase como agregado de prensa de la embajada española.

Pero el Foreign Office no tardó en enterarse de la verdadera misión de Alcázar: el subsecretario permanente, sir Alexander Cadogan, informó, el 28 de enero de 1941, que el falangista era toda "una serpiente" introducida allí por Ramón Serrano Súñer. El MI5, que abría ilícitamente las valijas diplomáticas en las que Alcázar enviaba sus informes desde Londres al ministro de Exteriores y cuñado de Franco, advirtió al Foreign Office que aquél tenía la misión de "falangizar" la embajada, destituyendo a los funcionarios anglófilos de tradición monárquica.

Alcázar se comportaba con poca finura diplomática, visitando al subsecretario parlamentario del Foreign Office uniformado como cargo falangista, toda una provocación en un momento gravísimo para Inglaterra, que luchaba sola en contra del fascismo y del nazismo. Hubieran podido expulsarle del país, pero tal medida se estimó contraproducente, pues hubiera podido suscitar la represalia española y para Londres era fundamental que Franco permitiese residir en España a periodistas ingleses e, incluso, a agentes del MI5.

En consecuencia, el Gobierno inglés se veía obligado a permitir igual libertad a los equivalentes españoles en Inglaterra. Alcázar era, empero, peligroso, por lo cual se le vigiló y se leyeron sus mensajes a Madrid. Pero, para el contraespionaje británico, lo más importante era la red de agentes que el falangista pudiera estar reclutando y dirigiendo.

Los agentes de Alcázar de Velasco

Mientras tanto, en Madrid, los agentes ingleses consiguieron acceder a una caja fuerte perteneciente a Alcázar, en la que encontraron un dietario que contenía los apellidos de una cadena de agentes a su servicio. Pese a que concluyeron que muchos de dichos agentes eran ficticios y que la finalidad de la lista era sacarle dinero al Abwehr, era también verdad que Alcázar había enviado informaciones importantes en la valija de la embajada española en Londres, material que iba destinado al Abwehr.

El 21 de marzo de 1941, Alcázar viajó a España y el MI5 trató de impedir su regreso a Inglaterra informando al Foreign Office, que el descubrimiento de ciertos documentos del Abwehr en el Hotel Asturias de Madrid, demostraba que el falangista cobraba anualmente del Abwehr mil quinientas libras y, además, su familia, cuatro mil pesetas mensuales. Por otra parte, actuaba como administrador de dinero que el Abwehr le proporcionaba para pagar a su supuesta red de agentes en Inglaterra. Si tal red quizá no existía -al menos como lo que tradicionalmente entendemos por espías-, sí era cierto que Alcázar había reclutado a diversos cónsules españoles, destacados en puertos importantes, como Cardiff y Liverpool, para que le informaran del movimiento de barcos y sus cargamentos.

Antes de abandonar Inglaterra, Alcázar reclutó a Luis Calvo durante una cena celebrada en Casa Pepe, célebre restaurarte español de Londres. Le encargó varios trabajos a cambio de cincuenta libras mensuales, suma alta para la época, lo que indicaba la importancia que daban los alemanes a su misión.

El MI5 lo detectó enseguida, pero el problema era ¿cómo coger a Calvo con las manos en la masa?, lo cual justificaría su detención. El Foreign Office, aunque estaba preparado para soportar las inevitables protestas del embajador español, el duque de Alba, por nada del mudo quería enemistarse con él o, peor aún, que dejara la embajada, pues le consideraba anglófilo y sus informaciones a Madrid destacaban el vigor de la resistencia británica e insistían que el triunfo nazi era menos incontenible de lo que pretendía Berlín. Tales informaciones, tan verídicas como constatables, constituían un freno a las posibles veleidades del Régimen en sus aproximaciones al III Reich.

Alcázar regresó a Inglaterra el 15 de julio de 1941, pero volvió a España otra vez el 9 de septiembre. Su rápido retorno a Madrid pudo estar relacionado con la hostilidad demostrada hacía él en la misma embajada, escandalizada por su comportamiento. El exaltado falangista hablaba abiertamente de sus "agentes". Se presentaba en el Atheneum Club, uno de los centros más tradicionales de Londres, entre obispos y catedráticos, inoportunamente uniformado de falangista, con una vestimenta que recordaba a la de fascistas y nazis. Además, se sospechaba que había robado un cuadro del piso de una prostituta de postín. Quizá fuera este cargo lo que persuadió al estrafalario personaje a buscar aires menos turbulentos, dejando a Luis Calvo para dirigir la red de supuestos agentes.


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Mensaje por Erich Hartmann » Vie Feb 09, 2007 1:39 pm

Los nacionalistas galeses

Para desenmascarar a Calvo, el MI5 empleó a uno de sus agentes más eficaces, llamado GW. La asociación de GW con el Servicio Secreto había empezado años antes, en 1937, y estaba íntimamente vinculada con uno de los primeros agentes dobles ingleses, o mejor dicho galeses: Arthur Owens, alias Snow (Nieve). De la compleja historia de Snow lo que importa para este relato es que logró convencer al Abwehr de su ferviente nacionalismo galés. Efectivamente, en el País de Gales vivían elementos tan hostiles a Inglaterra que posiblemente se les pudiera instar a realizar sabotajes en aras de la independencia. Los alemanes, sin embargo, no comprendieron que unos pocos individuos no constituían un movimiento de envergadura política y que traicionar a Gran Bretaña a favor de Berlín repelería a casi todos.

La insistencia del Abwehr en que Snow reclutara nacionalistas galeses como saboteadores permitió al MI5 infiltrar un agente suyo. Se trataba de Gwilym Williams, señalado siempre como GW. Era un comisario de policía jubilado que vivía en Swansea, ciudad portuaria del sur de Gales. Para complementar su pensión se dedicaba, como detective privado, a investigar infidelidades matrimoniales. Snow y GW se reunieron en Amberes, en octubre de 1939, con un jefe del Abwehr. GW convenció al alemán de la autenticidad de su nacionalismo y de su interés por servir a Alemania, recibiendo a cambio libros de claves y detonadores con los que entrenar a los saboteadores.

Por radio desde Hamburgo, GW fue presentado a Federico y Pablo (Friedrich Knappe y Karl-Erich Kühienthal), agentes del Abwehr en Madrid, y éstos indicaron a Alcázar de Velasco que GW le sería útil. De todo esto GW informó detalladamente al MI5.

Un espía novato

Mientras, Alcázar comunicaba las señas de GW al primer compatriota que envió a Londres como informador: Miguel Piernavieja del Pozo. Este llegó a Inglaterra en octubre de 1940 para que, como representante del Frente de Juventudes Falangista, estudiara la organización de los Exploradores o Scouts británicos.

El MI5, por su parte, sospechó desde el principio que el verdadero motivo del viaje era suministrar información a los alemanes en vistas de una posible invasión de las Islas Británicas. Por tanto, Piernavieja del Pozo fue recibido amablemente y acomodado en un piso de lujo en Piccadilly. El último día del año 1940, el novel agente envió unos informes a Alcázar que destacaban la voluntad inglesa de resistencia. Además, el Ministerio inglés de Información intoxicó al joven e ingenuo espía en cuanto a la potencia militar inglesa y luego presionó a los directores de la prensa británica para que publicaran unos artículos de Piernavieja favorables a Inglaterra, textos que fueron leídos por los alemanes al llegar los diarios ingleses a Lisboa.

Al instalarse en su piso, debidamente equipado por el MI5, con dispositivos de grabación de conversaciones, y con el teléfono pinchado, Piernavieja -a quien los funcionarios del MI5, en aras de la brevedad, llamaban POGO-, contactó con GW, a quien creía ferviente nacionalista galés y activo agente de los alemanes, entregándole 3.900 libras en billetes, e indicando que esta impresionante suma debía distribuirse entre Snow y el grupo de nacionalistas galeses que el Abwehr creía ya reclutado. A cambio, POGO le pidió a GW informes semanales sobre la productividad de las fábricas situadas en Gales.

En la reunión siguiente, POGO formuló a GW exigencias más precisas. Necesitaba saber qué fábricas manufacturaban repuestos de aviación militar, si se estaba descargando aluminio en el puerto de Swansea, qué tipos de aviones llegaban desde EE UU, información sobre centros militares y las unidades destinadas allí y la ubicación de las bases de aviones de bombardeo. Visita tras visita y a cuentagotas, GW le iba comunicando a POGO los datos pedidos, redactados con cuidado por el MI5 para no proporcionarle al Abwehr información verdaderamente valiosa e inaccesible por otras vías. Piernavieja enviaba estas informaciones escasamente útiles como si fueran secretos vitales, escribiéndolas con tinta simpática entre las líneas de sus crónicas sobre los Scouts.

De repente, en febrero de 1941, POGO regresó a Madrid, donde fue detenido, posiblemente porque Alcázar sospechaba que su agente había sido sobornado por el MI5 o bien porque corría el riesgo de serlo por alguna mujer, ya que este joven, con aspecto de estrella de cine y con una cartera llena de billetes, estaba disfrutando plenamente de la alegre vida nocturna del Londres en guerra.

Algunas de las reuniones entre POGO y GW se celebraron en la embajada española. El MI5, que tenía informadores -criados o empleados dentro del edificio del 24 de Belgrave Square- estaba convencido que la embajada constituía el centro de la red de actividades clandestinas.


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Mensaje por Erich Hartmann » Vie Feb 09, 2007 4:47 pm

Calvo muerde el anzuelo

Pero ¿quién sustituía a POGO? Al visitar GW la embajada, el 23 de mayo de 1941, buscando a su contacto, el portero, Segundo Berdasco, cuyo papel no está del todo claro, indicó que quizá Luis Calvo podría serle de utilidad. GW redactó una carta para Calvo, en la que le decía: "Llevé a cabo algunas investigaciones de naturaleza confidencial para (...) Piernavieja del Pozo (...) Me pidió que continuara realizando más indagaciones del mismo tipo, que él recibiría a su vuelta de España (...) Estoy impaciente por reanudar el contacto y para mí sería una gran ayuda si usted pudiera informarme de su dirección actual (...) Si usted prefiere hablar personalmente sobre esta cuestión, para mí sería un placer".

Calvo mordió el anzuelo. El día 27 de mayo el periodista convidó a GW a visitarle en su piso, en el número 21 de Chesham Street. Al telefonear para fijar la cita, GW le mencionó a Calvo que era un nacionalista galés, a lo que Calvo contestó: "Entiendo lo que quiere decir".

Los dados estaban en el aire.

El 24 de junio de 1941, Calvo y GW dieron un paseo en Hyde Park. GW concluyó que Calvo no sólo ofrecía una vía segura para que sus informaciones engañosas llegasen a Madrid, sino también que el corresponsal de ABC estaba al tanto de que Piernavieja había actuado de conducto de sus informaciones para el Abwehr. Por otra parte, Calvo le dijo que él mismo había transmitido informaciones sobre fábricas de aviones y añadió: "Encontraré el modo de trabajar con usted como lo hacía Piernavieja. Puede tener absoluta confianza en mí".

Y hubo nuevas reuniones. El 25 de julio, Calvo recogió a GW en el Hotel Imperial, en Russell Square, llevándole a la embajada, casi vacía por las vacaciones. Si habían existido dudas sobre el papel de Calvo, a partir de este momento ya no quedaba ninguna. Calvo instó a GW a recoger información sobre convoyes, fabricación de aviones y mucho más. Acto seguido, Calvo invitó a Alcázar, recién vuelto de España, a que pasase desde otra sala a saludar a GW, a quien el agregado de Prensa entregó cincuenta libras, prometiéndole más.

Informaciones peligrosas

GW insistía que su bando de nacionalistas, en realidad ficticios, prefería realizar sabotajes a hacer espionaje. La dificultad para introducir material explosivo, fusibles, temporizadores, etc. a Inglaterra permitía las evasivas del ex policía galés, que, sin embargo, si quería mantener el artificio, debería proporcionar algunas informaciones que satisficieran al Abwehr en Madrid. En cierto momento, por ejemplo, comunicó, ligeramente tarde para que los alemanes pudieran actuar, la noticia de la salida de un convoy para Malta, punto clave del Mediterráneo, pero es también posible que el hundimiento del portaaviones Ark Royal cerca de Gibraltar por un submarino alemán, el 12 de noviembre de 1941, se debiera a una filtración de información de GW. Por las razones que fuera, el buque atravesó la zona más tarde de lo previsto y permitió la actuación del submarino alemán.

Sea como fuere, en diciembre de 1941 Alcázar temía que el MI5 anduviera tras los pasos de Calvo y de Brugada Wood (el agente doble Pepperminf), por lo cual les indicó que volvieran a España. El MI5 aprovechó el viaje, ordenando a Brugada que empleara su estancia en la capital española para enterarse de quiénes eran los contactos de Calvo y de Alcázar. En Madrid, Calvo se entrevistó con Serrano Súñer, quien le dijo que siguiera enviando crónicas favorables a Inglaterra y a la vez cumpliera su misión de recoger informaciones útiles para los alemanes. En esa ocasión, Alcázar le presentó a Calvo a Kühienthal y a Knappe, los agentes del Abwehr en Madrid, que le explicaron detalladamente las informaciones preferidas. Había llegado el momento de detenera Calvo a su regreso a Inglaterra. A la vez, el MI5 recomendó la expulsión de algunos otros españoles de quienes se sospechaba transmitían informaciones de importancia militar.

Cuando salió de su casa de la calle López de Hoyos en Madrid, aquella mañana de febrero de 1942, Luis Calvo no sospechaba el peligro que corría. Incluso cuando habló por los codos en el Camp 020, no parece que sospechara que su descubrimiento hubiera sido facilitado por GW. En esto. Alcázar, como director de las operaciones de espionaje en Inglaterra, había demostrado tanta simplicidad como inexperiencia. Si hubiera hecho seguir a GW tras las reuniones con Calvo, le hubiera podido observar entrando en uno de los elegantes clubes de caballeros, de los que el ex policía por cierto no era socio, y donde se reunía con los jefes del MI5.

En el Camp 020, Calvo fue sometido a una incomunicación absoluta hasta que los acontecimientos bélicos anularon cualquier información que poseyera. En adelante, el periodista del ABC fue un detenido obediente y tranquilo, encargado de la treintena de libros en castellano que contenía la biblioteca del centro.

Las confesiones de Luis Calvo eran importantes. Demostraron el papel de Serrano Súñer y de Alcázar de Velasco en la dirección de la red de espías; confirmaron que Piernavieja del Pozo y Alcázar enviaban informaciones escritas en tinta simpática, empleando la valija diplomática de la embajada de España, y que la valija traía instrucciones desde Madrid para el empleo de una radio que Alcázar depositó en la caja fuerte de la embajada.

El valor de las informaciones comunicadas al Abwehr en Madrid no era importante porque, en gran parte, habían sido proporcionadas por el mismo MI5. La importancia principal del caso Calvo residía en que, mientras éste aceptara las informaciones proporcionadas por GW, no buscaría otras en fuentes no controladas por el MI5, por lo cual el periodista español no representaba un peligro.

Por otra parte, las investigaciones permitieron la expulsión o detención de algún importador de fruta y dos o tres cónsules. Lo más importante y quizás el verdadero fin de esta actividad del MI5 fue advertir, con claridad, a las embajadas de países neutrales, y a la de España en especial, que se abstuviesen de espiar a favor de Alemania.


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Mensaje por scarface » Sab Mar 29, 2008 3:31 pm

Leyendo el artículo de Michael Alpert que reproduces, creo que éste está extraido casi en su integridad del libro "Madrid Londres Berlín, espías de Franco al Servicio de Hitler", editado hace unos tres años por Temas de Hoy. No sé si se recoge la fuente en el artículo de Alpert pero es evidente que la información procede de ese libro, que leí en su momento.
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Mensaje por LOBO AZUL » Sab Nov 29, 2008 5:49 am

Buscando información sobre Calvo di con el siguiente enlace el cual habla de los espías españoles pro-nazis:

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q= ... 0839,d.d2s

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Información sobre Angel Alcazar de Velasco es que el por sus labores fue condecorado por Hitler y también viajó a un homenaje a Japón en su honor por su labor como espía.
En el siguiente enlace esta una pequeña biografía de Calvo pero no nombran su trayectoria como espía:

http://books.google.com.ec/books?id=0cu ... &ct=result

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Re:

Mensaje por Audie Murphy » Lun Dic 02, 2013 12:40 pm

Erich Hartmann escribió:Los nacionalistas galesesLa asociación de GW con el Servicio Secreto había empezado años antes, en 1937, y estaba íntimamente vinculada con uno de los primeros agentes dobles ingleses, o mejor dicho galeses: Arthur Owens, alias Snow (Nieve). De la compleja historia de Snow lo que importa para este relato es que logró convencer al Abwehr de su ferviente nacionalismo galés.
Una historia muy curiosa la suya, realizó un doble juego durante la guerra que le sirvió las sospechas mutuas de alemanes e ingleses. Como dirigía una compañía que producía baterías para barcos era un contratista civil de la Royal Navy que tenía también acceso a los astilleros alemanes en la preguerra, es por ello que los servicios ingleses le contactaron en 1936. En 1938 recibe una invitación germana del agente Nikolaus Ritter para que espié para Alemania. A la vuelta cambió de idea en el Reino Unido y se confesó ante el gobierno inglés. Entonces decidieron empezar un doble juego pero las intenciones de Owens nunca quedaron muy claras, salvo que trabajaba por dinero y no le importaba quién pagara. Finalmente como medida de seguridadfue internado por los ingleses en la prisión de Dartmoor en la primavera de 1941.
http://en.wikipedia.org/wiki/Arthur_Owens

su historia se cuenta en el libro:
Snow: the double life of a world war II spy, by Nigel West and Madoc Roberts
http://gerrycan.wordpress.com/2012/01/0 ... c-roberts/

este otro tomo narra también historias de agentes dobles galeses
Spying for Hitler: The Welsh double cross
http://www.wales.ac.uk/en/NewsandEvents ... cross.aspx
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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