¡Hola a todos!
Miguel Panzerkorps escribió:En mayo de 1943 los aliados deciden que de seguir con la guerra en Europa sería una autentica sangría por lo que deciden hacer un armisticio con los Alemanes e Italianos, ante esta situación sera posible una victoria en el Frente Oriental por parte de la Wehrmacht utilizando su capacidad al 100 % y sin los efectos del bloqueo económico?
No suelo participar en este subforo de historias alternativas porque la mayor parte de las alternativas que se plantean carecen de realismo histórico y entran en el terreno de la fantasía. La historia que se plantea en este hilo no es necesariamente fantástica, salvo por la fecha. Sin embargo, antes de entrar a considerar un hipotético armisticio concreto entre Alemania y una parte de los aliados, debería analizarse si era posible desmarcarse del anuncio de "rendición incondicional" que Roosevelt anunció a la prensa el 24 de enero de 1943 tras la Conferencia de Casablanca. En esa reunión no estuvo presente Stalin, pero sí Churchill, que confirmó los términos de Roosevelt, aunque parece ser que tenía sus reservas. La opinión de Stalin al respecto de la rendición incondicional no fue iniciamente muy alentadora, pues, como muchos otros líderes políticos y militares, creía que esta imposición sólo serviría para unir más a los alemanes.
Los debates sobre las consecuencias de la rendición incondicional impuesta por los aliados a Alemania (y Japón) ignoran a menudo la posición crucial de Hitler, quien, pese a considerarlo fugazmente, era contrario a cualquier tipo de armisticio. Hitler y su entorno nazi criminal (todos aquellos que de una u otra forma habían participado en los genocidios nazis) habían roto todos los puentes para una posible salida negociada de la guerra desde el otoño de 1941. Un posible armisticio podría salvar a Alemania del desastre total, pero no los salvaría a ellos. Y desde antes de la guerra Hitler había unido el destino de Alemania a su propio destino. A mi juicio, la única posibilidad, por remota que fuese, de llegar a plantearse un armisticio conjunto con los aliados era la eliminación de Hitler y los principales líderes políticos nazis. Sin embargo, los conspiradores del 20 de julio de 1944 buscaban, con su intento de asesinar a Hitler y su subsiguiente
coup d'état, llegar a un acuerdo de armisticio con los angloamericanos para poder seguir combatiendo contra los soviéticos. No buscaban un armisticio conjunto, un acuerdo con los tres grandes (Roosevelt, Churchill y Stalin), sino uno parcial basado en el supuesto anticomunismo angloamericano. Salvo el asesinato de Hitler, este planteamiento encontraba eco entre la mayor parte del liderazgo político y militar nazi (salvo el propio Hitler). Pero no causaba ningún entusiasmo en el liderazgo político angloamericano, que rechazó siempre comprometerse con los conspiradores del 20 de julio, pese a saber perfectamente quiénes eran y qué pretendían.
El único argumento de peso que se podría introducir desde el bando aliado para plantearse la posibilidad de una rendición negociada de Alemania era evitar la muerte de decenas de miles de sus propios soldados, que era lo que sucedería de continuar manteniendo los términos de una rendición incondicional. Sin embargo, una rendición negociada aventuraba cuestiones difíciles de resolver. Había la firme resolución en el bando aliado occidental, especialmente entre los políticos estadounidenses, de no repetir el escenario que puso fin a la IGM. Estaban dispuestos a cortar de raíz el militarismo alemán, en general, y el prusiano, en particular. No querían bajo ningún concepto resucitar con una rendición negociada el fantasma de la
Dolchstoßlegende, la leyenda de la puñalada por la espalda de la IGM, y para ello había que derrotar completamente a Alemania. Estaban, además, los crímenes de guerra nazis y, especialmente, los genocidios, de los cuales tenían plena conciencia y buen conocimiento los líderes aliados. Y estaba la construcción de la Europa de posguerra, difícil en cualquier escenario. Y, por encima de todo, estaba la plena convicción de que tenían la guerra ganada, que su final era sólo cuestión de tiempo. Por último, pero no menos importante, estaba la delicada relación con los socios soviéticos, relación que podía agravar cualquier sondeo de armisticio, o su filtración, con los nazis. Todo esto junto a otros intereses económicos menos confesables llevaron al liderazgo político anlgoamericano a rechazar cualquier tipo de armisticio y a mantener implacablemente los términos de una rendición incondicional.
En lo tocante a los soviéticos, Stalin no mostró ningún interés en plantearse aceptar una hipotética rendición por separado de los nazis, aunque jugó inteligentemente con esa baza para presionar a sus aliados occidentales, principalmente para acelerar la invasión aliada. Stalin y la Unión Soviética tenían mucho más que ganar con una rendición incondicional que con una rendición negociada. Las bajas no eran un problema prioritario en este sentido.
En conclusión, la alternativa de un armisticio (sobre todo en 1944) a la rendición incondicional no es una quimera ni ciencia-ficción, pero su viabilidad era realmente difícil. En el bando angloamericano sólo encontró apoyo entre los jefes militares y en algún que otro político, pero no entre quienes tomaban las decisiones. Y en el bando soviético no era política, ideológica ni económicamente, es decir estratégicamente, ventajosa. Y en el bando alemán, está la insuperable circunstancia de Hitler, contrario a cualquier armisticio, y menos aún a partir del atentado que sufrió el 20 de julio de 1944. El propio hecho de que el pueblo alemán y las principales instituciones del Estado nazi (fuerzas armadas incluidas), en general, lucharon hasta el amargo final pese a la certidumbre de la catástrofe total es la prueba definitiva de que la posición de Hitler y su aparato de propaganda eran unos obstáculos insalvables para cualquier hipótesis de trabajo sobre una hipotética rendicición negociada. Desde los inicios de su vida política, Hitler siempre apostó al todo o nada, y mantuvo esa actitud hasta coronarla con su suicidio (y el del pueblo alemán).
Saludos cordiales
JL