Guía de Relaciones Internacionales VII: Japón

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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gableleig
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Guía de Relaciones Internacionales VII: Japón

Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:23 pm

Muy buenas a todos,

Antes de nada quisiera felicitar el año a todos los foreros. Tras mucho tiempo sin pasar por aquí es grato ver que la actividad del foro sigue su curso. El siguiente capítulo de la mini-guía de Relaciones Internacionales en el periodo de entreguerras está dedicado a Japón y su política expansionista. En este punto debo hacer dos matizaciones:

1) Este post está dedicado en especial al compañero Hundi, sin cuyos ánimos no habría sacado tiempo de donde no lo tengo para proseguir con la guía. Es grato que valoren el trabajo de uno, aun cuando ese trabajo se hace con mucho gusto.

2) El tema de Japón tras la Primera Guerra Mundial ha sido tratado por un especialista del foro en la materia, Akeno, aquí:

viewtopic.php?f=59&t=7079&start=15

y también por otro “gigante” del foro, José Luis, aquí:

viewtopic.php?f=59&t=6422&start=0&hilit ... B3n+Taisho

El título del primer post es el de "La PGM: consecuencias para Japón", pero su desarrollo posterior, con aportaciones de otros foreros, incluyó parte del material que cabría en el capítulo de la mini-guía.

Para comprender las políticas internas y externas de Japón desde la restauración Meiji (1868) hasta la invasión formal de China en 1937 es importante tener claro la estructura del poder político del Imperio del Sol Naciente. Leyendo el libro que servirá de cabecera para este post (Breve historia de Japón, de Mikiso Hane, fallecido en 2003) recordé el post que había leído en el foro de José Luis sobre Japón (titulado “Japón: estructura del poder político”). Aún así, me atrevo a publicar un nuevo post sobre Japón por dos motivos:

a) porque con los enlaces a ambos topics (gracias, me habéis ahorrado parte del trabajo, sobre todo la ardua tarea de condensar lo leído y recopilado) y los pequeños aportes que yo haga aquí quedará visto para sentencia el capítulo dedicado a Japón en la mini-guía.

b) por no romper la cadena de topics de la mini-guía de Relaciones Internacionales.
Última edición por gableleig el Mié Ene 13, 2010 12:32 am, editado 1 vez en total.
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Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:33 pm

EL JAPÓN POSTERIOR A LA ERA MEIJI

Mediado el siglo XIX Japón se debatía entre dos opciones: convertirse en “otra China”, donde las potencias occidentales se disputaban derechos aduaneros y control político; o bien modernizarse y equipararse a los desarrollados países occidentales, para participar de las ventajas de su posición. La “restauración” o “revolución” Meiji (la devolución teórica del poder al emperador tras siglos de regencias consentidas por diferentes dinastías de shogunes, la última la Tokugawa) convirtió a Japón en una potencia industrial y moderna. Es muy importante que se entienda la importancia de contar con la autoridad imperial como garante del orden social, una autoridad imperial que había gobernado (de hecho o de derecho) el país desde tiempo inmemorial. El emperador o tenno es considerado un dios viviente, descendiente de la Diosa Sol. Por otro lado, el poder se mantendrá en manos de una élite económica y territorial, el Genro, la oligarquía que lidera el cambio político en el país.

La participación en la Primera Guerra Mundial de lado de la Entente proporcionó a Japón los territorios alemanes en el Pacífico y China, y convirtió a Japón en la tercera potencia naval del mundo. En este punto arrancamos.

La introducción de Charles Zorgbibe (Historia de las Relaciones Internacionales, v. I) a la política exterior de Japón en el periodo de entreguerras me parece sumamente apropiada. Cito literalmente (en cursiva):

Es difícil comprender la sorprendente alteración del destino de Japón, un éxito que se transforma en desastre, durante el cuarto de siglo que sigue a la Primera Guerra Mundial. Para los marxistas japoneses, la explicación es simple: el Japón militarista y dictatorial estaba ya presente bajo el reinado Meiji; los éxitos de Japón estaban minados por las contradicciones de una clase dirigente y de una sociedad que continuaban siendo feudales. Para Robert Guillain, observador incomparable del Japón contemporáneo, que durante largo tiempo compartió las experiencias y dificultades del pueblo japonés, la explicación por el “pecado original” del feudalismo es demasiado simplista, pues también la calidad de los hombres interviene y la primera generación de la revolución Meiji no ha tenido sucesores; tras la guerra ruso-japonesa, burócratas sin perspectiva a largo plazo tomaron las riendas de una vida política que se había vuelto rutinaria. Las nuevas generaciones ya no estaban unidas por la aventura revolucionaria, sino divididas en clanes rivales y en ideologías distintas. Sobre todo el ejército había dejado de ser el crisol de una nación moderna para convertirse en una fuerza agresiva, tanto en el interior como en el exterior; en el tímido proceso democrático, los partidos políticos nacientes habían sido arrollados por el proceso de militarización.
Cuando ocurre el “incidente de Manchuria” en 1931, la democracia pierde la partida. Ahora bien, los problemas de la era “post-Meiji” son muy graves. Problemas sociales, nacidos de la industrialización precipitada. Inflación demográfica –los japoneses son 30 millones al principio de la era Meiji y serán 73 millones en 1940- que anula el crecimiento económico. La dependencia de Japón del exterior es extrema y se agrava con la modernización, puesto que las importaciones de materias primas no están aseguradas y las exportaciones chocan con el proteccionismo de las grandes potencias. Los militares pretenden aplicar sus propias soluciones a estos problemas: el servicio militar que reabsorbe el paro, la carrera de armamentos que vuelve a hacer funcionar la industria, el empleo de la fuerza que permite conquistas coloniales, las cuales proporcionan materias primas y mercados. La conquista de Manchuria abre la era de las agresiones japonesas en el continente asiático.


Una de las líneas maestras del pensamiento conservador japonés en la noción de fukoku kyohei, que significa “nación rica, ejército fuerte”. Este concepto, nacido durante el periodo Tokugawa (el anterior a la era Meiji) es tomado por varios sectores de la sociedad japonesa como una doctrina que hay que seguir para lograr la equiparación de Japón con las grandes potencias y, más adelante, lograr establecer la supremacía japonesa en el área asiática.
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Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:35 pm

HACIA UN ESTADO MILITARISTA

Shidehara Kijuro buscó la cooperación internacional de Japón durante sus años al frente de Exteriores (1924-1927 y 1929-1931). Shidehara renunció a las “21 Demandas” hechas a China en 1915 y al uso de la fuerza, pero suscitó la oposición de los militares, desde la década de 1920 se estaban organizando en sociedades secretas ultranacionalistas. Muchos de estos militares, oficiales que provenían del campo, veían en los dirigentes urbanos una suerte de aristócratas vividores y acaparadores, que no se preocupaban por el bienestar del pueblo y tan sólo buscaban su enriquecimiento personal. Mientras tanto, estos mismos oficiales luchaban y obtenían enormes éxitos (y múltiples ascensos) en Corea, Manchuria y China. Su visión de la política pasaba, inevitablemente, por un cambio en las coyunturas de poder.

La Conferencia de Washington entre diciembre de 1921 y febrero de 1922 ilustra la voluntad de Japón de incorporarse al concierto internacional. Dicha conferencia finalizó con la firma de tres tratados por parte de Japón:

- En el Tratado de las Cuatro Potencias del Pacífico (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón) los signatarios se comprometieron a respetar los derechos de los signatarios en la región del Océano Pacífico, así como a zanjar todas las disputas en una conferencia entre las cuatro potencias.
- El Tratado Naval de las Cinco Potencias (EE. UU., Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón) otorgaba una proporción de 5, 5, 3, 1.75 y 1.75 del tonelaje naval máximo para EE. UU., Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón, respectivamente. Además, aseguraba el mantenimiento del statu quo en las fortificaciones y bases navales del Pacífico. Para Japón esto quería decir que no podía fortificar sus nuevas posesiones arrebatadas a Alemania durante la Gran Guerra. Volveremos sobre esto más adelante.
- El Tratado de las Nueve Potencias (los cinco anteriores más China, Bélgica, Países Bajos y Portugal) comprometía a los firmantes a respetar “la soberanía, independencia e integridad territorial y administrativa de China”, así como apoyar la política de puertas abiertas para asegurar a todas las potencias igualdad de oportunidades comerciales en China.

La política de cooperación internacional llevó también a la firma, en 1928, del Pacto Briand-Kellogg, que proscribía la guerra. El gobierno del general Tanaka firmó dicho pacto.

Sin embargo no todo eran vientos favorables para Japón: aparte de los problemas económicos, sociales y del militarismo creciente, sucesivas olas de un exacerbado nacionalismo se apoderaban del país tras sucesivos golpes de las potencias: la negativa a incluir una cláusula de igualdad racial en el Tratado de Versalles; las leyes de inmigración en Estados Unidos que llegaron a prohibir la entrada de japoneses en territorio estadounidense (Ley de 1924 que prohibía la entrada al país a todo aquel que no pudiera optar a la ciudadanía, derecho que se había denegado a los japoneses dos años antes). Era la concreción del inicio del enfrentamiento con Estados Unidos.

Los gobiernos se fueron radicalizando durante la década de los 20. Un logro tan importante como la implantación del sufragio universal masculino (1925) se vio contrarrestado por la puesta en vigor de la Ley de Conservación de la Paz, destinada a acabar con las “ideas peligrosas”. Estaba concebida específicamente para combatir a los comunistas y anarquistas, así como a aquellos partidarios de acciones revolucionarias. El gobierno del general Tanaka (1927-1929), pese a la firma del Pacto Briand-Kellogg, fue el que adoptó una política beligerante hacia China e inició acciones muy duras para suprimir las “ideas peligrosas”.
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Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:37 pm

Pese a todo, en 1921 tres políticas exteriores parecen posibles para Japón:

1) Una política de conciliación con los intereses occidentales, ilustrada por el general Tanaka (esto explica la firma del Pacto Briand-Kellogg).

2) Una política de autonomía regional, que unía las relaciones cordiales con Occidente con el derecho de Japón a disponer de una capacidad militar independiente y defender su preponderancia en Asia (política defendida por Shidehara Kijuro).

3) Una política de revisión del orden mundial, de transformación del statu quo internacional, donde Japón debe ser la cabeza del despertar asiático y liderar la federación mundial del futuro. Este escenario diplomático fue teorizado por el pensador político Okawa Shumei, quien compara Estados Unidos y Japón con Roma y Cartago, y sobre todo por Kitta Ikki, ideólogo nacionalista radical, que pasó de socialista a alabar la importancia del sistema imperial.

En los años 20 la actividad exterior de Japón osciló entre los dos primeros modelos diplomáticos, pero desde 1931 el tercer escenario se confirma claramente. A ello contribuye -además del pensamiento ultranacionalista, los militares y las sociedades secretas-, el nuevo tenno, Hiro Hito, emperador desde 1926 (aunque regenta el Trono del Crisantemo desde 1921 por incapacidad de su padre). Hiro Hito viajó por Europa, lo que le da una idea general del mundo. Es un nacionalista ilustrado, que utilizó el pequeño margen de maniobra del que disponía para hacerse con el control del aparato civil y militar. Es el inicio del periodo Showa.
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Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:40 pm

RUMBO A LA GUERRA

Durante el periodo Showa las tensiones internas se agravan, siendo fundamentales para comprender la deriva expansionista de Japón en el exterior:

1. Se combaten las “ideas peligrosas” mediante una educación rígidamente nacionalista, la censura y los métodos policiacos.
2. Se suprimen los partidos políticos (en 1940 se funda un partido único).
3. La crisis económica mundial (crack del 29) repercute en Japón (devaluación del yen, caída de las exportaciones). Se elabora entonces un plan para la creación de una gran área de expansión económica (conquista de mercados y fuentes de materias primas).
4. Tiene lugar un fuerte incremento demográfico y un exceso de mano de obra.
5. La actividad antidemocrática de Ejército y Marina (sucesión de atentados contra líderes políticos) culmina con un golpe de Estado en Tokio (golpe del 26-F).
6. El nacionalismo totalitario experimenta un importante auge debido a una serie de valores que podemos sintetizar en:
a. Concepto místico sobre la superioridad del carácter nacional japonés.
b. Singularidad del carácter único del sistema de gobierno nacional.
c. Santidad del sistema imperial.

Este último aspecto llega al paroxismo en los gritos de guerra de muchos soldados japoneses, cuando se lanzaban a las cargas suicidas con el grito de “¡Banzai! ¡Lealtad al Emperador!”.

Entendiendo lo anterior es más fácil comprender los giros de la política exterior japonesa. Sin entrar en valoraciones más profundas (ya lo han hecho Akeno y José Luis en los temas citados), citamos a continuación el memorándum del general Tanaka exigiendo una política de expansión: la hegemonía japonesa sobre los demás países de Asia. Los militares, huelga decirlo, apoyan esta política mediante incidentes provocados. Llegamos así al “Incidente de Manchuria” de 1931, la ocupación del territorio y la fundación del Estado de Manchukuo (imperio desde 1934, con Pu Yi, el último emperador manchú, como títere japonés. La realidad de la ocupación japonesa de Manchuria queda reflejada en el “Informe Lytton”, donde se denuncia la acción ilegal de Japón en Manchuria. El informe es adoptado por la Sociedad de Naciones, que es abandonada por Japón en 1933. Para hacernos una idea de la situación en la corte manchuriana, transcribo un fragmento del propio Pu Yi, escrito en Yo fui el último emperador de China, que saco a su vez del ya mencionado libro de Zorgbibe (lo he acotado un poco para hacerlo más explícito):

Las atribuciones de los poderes del “Regente” habían sido determinadas constitucionalmente en el “Estatuto de Organización de Manchukuo” y me otorgaban poderes legislativos, ejecutivos y jurídicos para dictar leyes de urgencias, determinar el sistema administrativo y nombrar funcionarios […] Pero en realidad, no podía determinar siquiera el momento de abandonar mi residencia.
Cada uno de mis ministros dependía de un viceministro japonés que era quien ejercía en realidad el poder. Manchukuo estaba gobernado por Komai Tokuzo, el jefe del “ministerio para Asuntos Generales”, que era todopoderoso y al que se daba abiertamente en los periódicos japoneses el título de primer ministro. Las dietas de los viceministros eran superiores a las de los ministros teóricamente situados por encima de ellos, puesto que como se me dijo, “no comían gaoliang (un cereal predominante en el Nordeste) como los manchúes, sino arroz caro y se merecían una compensación especial por su trabajo lejos de su tierra.
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Mensaje por gableleig » Lun Ene 11, 2010 2:43 pm

Finalmente, desde 1933 hasta 1937 Japón se dedicó a inmiscuirse en las relaciones internas de China, aprovechando que el país estaba dividido entre los señores de la guerra, el nuevo Partido Comunista de Mao Tse Tung y el gobierno del Kuomintang liderado por Chian Kai Shek. Japón trató de implantar gobiernos “autónomos” (controlados por Tokio) en las provincias chinas del norte.

La adhesión de Japón al Pacto Anti-Komintern y la denuncia de los Tratados de Washington y Londres (este tratado, firmado en 1930, prohibía la construcción de buques de guerra hasta 1936) agravan las tensiones con Estados Unidos. Japón consideraba los Tratados de Washington caducos, que además le impedían fortificar los archipiélagos que la nueva política exterior nipona consideraba fundamentales para garantizar la defensa del país (ver mapa).

Finalmente, el incidente del Puente de Marco Polo (intercambio de disparos entre soldados chinos y japoneses) constituyó el pretexto para iniciar la guerra chino-japonesa (1937-1945). En los siguientes años los roces con los EE. UU. aumentarán a marchas forzadas (proclamación del “Nuevo Orden” en Asia, 1938; denuncia del tratado comercial de 1911 por EE. UU., 1939), desembocando finalmente en la acción sobre Pearl Harbor de diciembre de 1941.

Imagen

Los proyectos de expansión japoneses

Fuentes y bibliografía:

ZORGBIBE, Ch., Historia de las Relaciones Internacionales, 1. Madrid: Alianza Editorial, 2005.
HANE, M., Breve historia de Japón. Madrid: Alianza Editorial, 2003.
KINDER, H. y HILGEMANN, W., Atlas histórico mundial, II. Madrid: Akal, 2006.
Mapa: KINDER, H. y HILGEMANN, W., Atlas histórico mundial, II. Madrid: Akal, 2006.

Un saludo para todos.
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Mensaje por gableleig » Mié Ene 13, 2010 7:17 am

Me ha parecido interesante comentar el mapa sobre los proyectos de expansión japoneses. Una de las diatribas que hubo entre los estados mayores de la Armada y del Ejército japoneses fue sobre la orientación que debía seguir la expansión japonesa.

El Ejército abogaba obviamente por una expansión terrestre, y una vez conquistada China (o incluso mientras se luchaba contra ella) la opción buscada era ir contra la URSS, con quien habían surgido roces debido a explotaciones forestales, minerales y petrolíferas en Siberia oriental, la cuenca del Amur y las islas al norte del archipiélago japonés (Sajalin). Las provocaciones del Ejército japonés llevaron a dos enfrentamientos con tropas soviéticas, en dos batallas que tuvieron lugar en 1938 (Lago Khasan) y 1939 (Nomonhan o Khalkhin Gol). Los resultados adversos, sobre todo los de la segunda batalla (donde los soviéticos, dirigidos por G. K. Zhukov, realizaron una sorprendente acción de guerra relámpago, combinando blindados, unidades motorizadas y aviación), convencieron al Alto Mando nipón de la necesidad de mantener tranquilas las relaciones con la URSS por el momento. Los japoneses comprobaron que las purgas de Stalin no habían afectado tan profundamente la eficacia del Ejército Rojo como ellos esperaron, de lo cual avisaron a los alemanes. Lo cierto es que en el mando del Extremo Oriente las purgas no afectaron a la cadena de mando y al oficialato soviético con tanta magnitud como lo habían hecho en las unidades occidentales.

La Marina, sin embargo, prefería una expansión al sur del Pacífico y, sobre todo, en el Sudeste asiático. Si observamos el mapa, el anillo de seguridad mínimo japonés comprendía Corea, Manchuria y toda la China costera, lo que justificaba la intervención japonesa en el continente. Por otro lado, ese "anillo de seguridad" mínimo debía ser protegido por una línea de defensa que estaba conformada por los archipiélagos del sur del Pacífico, la mayoría obtenidos de Alemania tras la PGM. En este punto es cuando se comprende el enfado de los mandos nipones con las claúsulas de los tratados que les impedían fortificar dichos archipiélagos, de los cuales hemos hablado en el hilo. La expansión al Sudeste asiático se justificaba por la necesidad de controlar las ingentes materias primas necesarias para Japón y su industria de guerra, principalmente el petróleo de las Indias Orientales Holandesas. He aquí parte de la explicación a la expansión japonesa en esas direcciones y sus políticas de los últimos años previos a la SGM.
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