Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

Moderadores: José Luis, PatricioDelfosse

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Mar Feb 28, 2012 8:57 pm

¡Hola a todos!

Chicherin era consciente de la situación que le había comunicado Danishevskii, y ese mismo día escribió a Lenin que la reunión “privada” con los izquierdistas de la delegación polaca había dejado claro que sería fácil obtener un “acuerdo de paz” con Polonia. Los soviéticos debían escoger ahora entre realizar un cambio fundamental en su política hacia Polonia o romper las negociaciones. Si se optaba por este último caso, era esencial asegurarse de que “el odio caiga sobre los polacos”. Esta frase, a la luz del informe de Danishevskii, significaba un compromiso de acuerdo territorial en Bielorrusia a cambio del abandono del federalismo polaco, y especialmente de Petliura.

Lenin decidió abandonar los términos de paz soviéticos y continuar las negociaciones. Ya que no se podía dictar la paz a Polonia era necesario sustituir a Danishevskii por alguien con más experiencia para lidiar con las nuevas negociaciones. Además, como apuntó el propio Chicherin, un cambio en la composición de la delegación soviética “será un gesto simbólico de nuestra disposición a llegar a un acuerdo de paz, sin obligarnos de ninguna forma”.

También se evidenció la necesidad de cambiar el lugar de las negociaciones con la emisión de una orden a las tropas del Frente Occidental, firmada por Tukhachevsky y escrita por Smilga, el comisario del frente, que, en parte, rezaba así: “La delegación de paz polaca en Minsk está rompiendo la paz de la forma más innoble. Compuesta sin excepción de espías y miembros del servicio de contraespionaje, la delegación polaca está intentando usar su localidad para propósitos de inteligencia...Es obvio que la paz sólo puede concluirse en las ruinas de la Polonia Blanca; sólo con una completa y total derrota de la causa de los bandidos blancos seremos capaces de asegurar para Rusia una pacífica. Una ofensiva comenzada victoriosamente debe ser terminada victoriosamente. Vergüenza para quienes piensen en la paz. ¡A Varsovia!...El Frente Occidental es el frente de la revolución mundial...¡Ni un paso atrás! ¡Victoria o muerte!".

Danishevskii se quejó inmediatamente a Chicherin por esa orden, pero el mal ya estaba hecho. La delegación polaca protestó con firmeza ante Danishevskii. La orden fue, además, un grave error desde el punto de vista propagandístico si se tiene en cuenta la presencia de varios periodistas extranjeros que estaban en Minsk para cubrir las negociaciones de paz. Minsk ya no era un lugar pacífico y los periodistas podían ser arrestados en cualquier momento por agentes de la Cheka.

En vez de esperar una petición polaca para mover la conferencia de paz a un país neutral, Chicherin sugirió el 27 de agosto a Sapieha una ciudad estonia como lugar más aporpiado para las negociaciones. Por supuesto, Estonia fue el primer país que había firmado un tratado de paz con la Rusia Soviética, y Moscú no tenía mejores relaciones con ningún otro país “burgués”. Además, los soviéticos tenían una buena red de inteligencia en Estonia. Sapieha propuso al día siguiente que la conferencia de paz se celebrase en Riga, y, habiendo conseguido el acuerdo del gobierno letón, informó de ello a Moscú el 30 de agosto. Los soviéticos se vieron obligados a aceptar para no cargar con la culpa de obstaculizar la apertura de nuevas negociaciones, y el 1 de septiembre el Politburó aceptó Riga como nuevo lugar de la conferencia de paz. Al cierre de las negociaciones en Minsk el 2 de septiembre, se acordó que “tras llegar a Riga, las delegaciones continuarán el trabajo que han comenzado en Minsk”.

Las negociaciones de paz de Minsk fueron el resultado de una larga cadena de sucesos. En primer lugar, el fracaso final de la limitada ofensiva soviética en Bielorrusia mostró a Moscú que la única forma de introducir el comunismo en Polonia era mediante la invasión del país. También confirmó a los soviéticos en su convicción de que era necesario adquirir la cooperación militar de Lituania al precio de las regiones de Wilno y Grodno. Por la otra parte, los polacos, habiendo rechazado la limitada ofensiva sólo con gran dificultad, comenzaron a perder confianza. Mientras tanto, las políticas federalistas de Pilsudski en Bielorrusia y Ucrania no tuvieron especialmente éxito, aunque obligaron a los bolcheviques a contrarrestarlas presentando a la Ucrania Soviética como una república independiente de Moscú.

El relativo éxito de la ofensiva soviética en Ucrania obligó a Pilsudski a enviar todas sus reservas contra la caballería de Budennyi, lo que dejó sin esperanza a los polacos para repeler la inminente gran ofensiva soviética en Bielorrusia. Para salvar lo que se pudiera salvar de las zonas fronterizas, los polacos recabaron la ayuda de la Entente, a pesar de saber la actitud crítica de los aliados por la incursión polaca en la región. Comprendieron que bajo las circunstancias actuales debían abandonar todo proyecto federalista, para esperar que con la ayuda de la Entente pudieran al menos llevar a cabo el menos ambiciosos proyecto incorporacionista, esperanza que resultó frustrada cuando la Entente declinó apoyar cualquier reclamación polaca sobre las zonas fronterizas (a excepción de la región de Bialystok) o incluso de Galicia del Este.

La nota Curzon de 11 de julio de 1920, diseñada para detener el avance soviético dentro de Polonia y para llevar a ambas partes a una mesa de negociaciones, no satisfizo ni a soviéticos ni a polacos. Los primeros querían continuar su ofensiva al menos hasta la captura de Varsovia y el establecimiento de un gobierno polaco soviético en ella, como paso previo al camino de la revolución europea. Pero tampoco podían rechazar directamente la idea de unas negociaciones de paz, algo que vaciaría de contenido su propaganda de una Rusia Soviética amante de la paz que combatía una guerra defensiva contra la belicista Polonia. Mientras que la opinión pública en Occidente creyera esa propaganda, la Entente no podría intervenir militarmente, creían los soviéticos. Así que Moscú hizo todo lo que pudo para demorar las negociaciones al tiempo que estimulaba a sus tropas para redoblar sus esfuerzos.

Los polacos consideraban la línea Curzon completamente inaceptable como frontera oriental de Polonia, aunque no podían rechazarla para no enajenarse a los aliados. Con la intención de ganar un respiro para sus maltrechas fuerzas militares, intentaron acelerar las negociaciones del armisticio, mientras que al mismo tiempo demoraban las negociaciones de paz. Los soviéticos, no ignorando la táctica polaca, usaron su entonces posición de fuerza para obligar a los polacos a aceptar negociaciones simultáneas de armisticio y paz en Minsk.

Si en esos momentos los soviéticos hubieran moderado sus condiciones, centrándose sólo en la cuestión territorial, los polacos no tendrían más opción que aceptar la línea Curzon como su frontera oriental. Pero los soviéticos fueron más allá, buscando instalarse en Varsovia. Aunque el flanco septentrional del Ejército Rojo estaba seguro gracias a los tratados de paz con Lituania y Latvia, los soviéticos temían un ataque inspirado por la Entente en el sur, a cargo de Wrangel o de Rumania. Los términos de paz que propusieron, como el de una milicia obrera armada, buscaban incitar la revolución y asegurar que Polonia se convirtiera en una república soviética incluso en el caso de que no se pudiera instalar un gobierno polaco soviético por culpa de una repentina y hostil acción militar en el sur. Desde el punto de vista soviético, las negociaciones de Minsk fueron así simplemente un seguro contra este peligro.

Desde el punto de vista polaco, las condiciones de paz soviéticas para incitar la revolución y crear una Polonia Soviética, no fueron, paradójicamente, un inconveniente, pues aseguraban, aunque fuese de forma limitada, el continuado apoyo de la Entente a Polonia. La posición fundamental polaca en Minsk fue rechazar cualquier interferencia soviética en los asuntos internos de Polonia.

Durante la conferencia de paz de Minsk, la situación estratégica militar cambió completamente con el “milagro del Vístula”. En esos momentos, el componente izquierdista de la delegación polaca sugirió en una reunión “privada” que a cambio de un compromiso de solución territorial en Bielorrusia, Polonia consideraría abandonar a Petliura. Fue un momento crucial en las negociaciones de Minsk.

Retrospectivamente, la conferencia de Minsk no podía haber concluido en un acuerdo de paz, dadas las posiciones insalvables de ambas partes; la propia conferencia fue el resultado de la presión ejercida por la Entente sobre soviéticos y polacos. La victoria polaca en la Batalla de Varsovia creó una situación completamente nueva y la aceptación soviética provisional de las ofertas informales polacas de compromiso en las zonas fronterizas fue el resultado de esa nueva situación, habiéndose establecido así el camino hacia la paz.

Continuaremos.
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Mié Feb 29, 2012 8:06 am

¡Hola a todos!

Los polacos se prepararon para continuar su ofensiva tras la victoria de la Batalla de Varsovia. En el sur, la caballería de Budennyi fue rodeada por la caballería polaca cerca de Komarów, al sureste de Zamosé, el 31 de agosto-1 de septiembre. Budennyi consiguió romper una vez más, pero con su ejército tan castigado que dejó de ser un facor decisivo y nunca recuperaría su antigua fuerza. Tanto en Galicia del Este como en el Territorio del Suroeste, los polacos tomaron con firmeza la iniciativa y rápidamente forzaron la retirada soviética.

En el Territorio del Noroeste las tropas polacas necesitaban tiempo para reorganizarse y descansar en preparación de una gran ofensiva contra los soviéticos, que todavía mantenían Grodno y Wolkowysk. En el ínterin decidieron recuperar el área de Suwalki, incluyendo Augustów y Sejny, que habían sido tomadas por los lituanos a finales de julio. Creían tener el derecho moral y legal para esta recaptura, pues el área estaba habitada principalmente por polacos y quedaba en el lado polaco de la línea de 8 de diciembre de 1919. El 28 de agosto una brigada de caballería y un regimiento de infantería entraron en la zona con una entusiástica bienvenida de la población local, pero luego contraatacaron sucesivamente dos divisiones de infantería lituanas que tomaron Sejny el 13 de septiembre.

La ofensiva polaca contra el Frente Occidental soviético planeada para atacar en Bialystok y Brest-Litovsk, tenía como objetivo último asestar a los soviéticos “el golpe final y obligarlos a ofrecer condiciones favorables y concluir rápidamente la paz”. Rechazando el plan que había ideado el general Rozwadowski, que quería atacar al Frente Occidental soviético en su flanco meridional, Pilsudski decidió atacar el flanco septentrional.

El 22 de septiembre de 1920, dos ejércitos polacos, uno de ellos reforzado, atacaron a cuatro ejército soviéticos, dando comienzo a la ofensiva que fue conocida como la Batalla del Niemen. Los polacos se adelantaban de esta forma a los soviéticos, que tenían pensado lanzar su propia ofensiva unos días más tarde. El ataque polaco fue una sorpresa completa para Tukhachevsky, quien creía que las principales fuerzas polacas estaban operando en el sur contra Budennyi. La mayor sorpresa fue la maniobra de la fuerza polaca atacante compuesta por dos brigadas de caballería y dos divisiones de infantería. Superó rápidamente a los lituanos en Sejni y luego cruzó rápidamente el río Niemen usando un puente defendido por los lituanos en Druskienniki para entrar en territorio defendido por los soviéticos cerca de Lida, flanqueando de esta forma las defensas bolcheviques en Grodno. La maniobra era arriesgada porque las tropas polacas que habían avanzado por territorio lituano no podían ser reabastecidas hasta contactar con las principales fuerzas polacas en una conclusión victoriosa de la operación. Cuando tras un duro combate cayó Grodno el 26 de septiembre, la vanguardia atacante polaca consiguió cortar la mayor parte de la retirada del 3º Ejército soviético, asegurando así el éxito de la ofensiva. Los soviéticos se retiraron a lo largo de todo el frente y Baranowicze cayó en manos polacas el 30 de septiembre.

En la próxima intervención iremos a las negociaciones de Riga.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Jue Mar 01, 2012 8:30 am

¡Hola a todos!

En la reunión del Consejo de Defensa Estatal el 27 de agosto de 1920, una gran mayoría de sus miembros de mostró partidaria de la paz. Sólo Pilsudski, como de costumbre, advirtió que “los bolcheviques no ofrecen ninguna garantía de que mantendrán los términos de cualquier acuerdo. Hay que tener en cuenta esto y estar preparados para la guerra”. Sin embargo, los miembros aprobaron la propuesta del gobierno de que el acuerdo de paz con los soviéticos debía reconocer como polacos los territorios al oeste de las trincheras alemanas de 1915-1917 en el Territorio del Noroeste, y del río Horyn en el Territorio del Suroeste. Esto significaba que, en el Territorio del Noroeste, el territorio polaco acabaría justo al este de Nowogródek, Baranowicze y Pinsk.

Propuesta fronteras soviéticas septiembre 1920:
Imagen
Borzecky, 291.

En cuanto al territorio reconocido como lituano por el tratado de paz lituano-soviético, pero actualmente ocupado por los soviéticos, se decidió que fuese capturado por las tropas polacas. Asumiendo exitosa la planeada ofensiva polaca en el norte, Grodno y Lida pasarían a ser polacas. Además, el consejo decidió por aclamación que las tropas lituanas serían movidas, de ser necesario por la fuerza, del área de Suwalki. En el Territorio del Suroeste, la frontera sobre el Horyn daría a Polonia la Volhynia Occidental, incluyendo Luck, Równe, Dubno y Krzemieniec. Se decidió que al sur del Horyn la frontera discurriría a lo largo del río Zbrucz, significando que todo el territorio de Galicia del Este permanecería en manos polacas. En todas estas decisiones, el consejo ignoró conscientemente la continuada presión aliada para aceptar la línea Curzon como frontera polaco-soviética.

A principios de septiembre de 1920, el general Rozwadowski preparó dos informes para el Consejo de Defensa Estatal sobre el asunto de la frontera polaco-soviética concluyendo que la línea Curzon era completamente inadecuada como frontera. Dada la proximidad a Varsovia y al corazón de Polonia, serían necesarias para defenderla costosas fuerzas militares. Teniendo en cuenta además la ausencia de una conveniente red ferroviaria para el transporte de tropas en esta área y la carencia de espacio para detener una ofensiva soviética antes de que pudiera alcanzar la capital polaca, al menos habría que matener preparado en esta frontera a la mitad del ejército polaco. La frontera deseable debía proporcionar al ejército el espacio suficiente para organizar una defensa eficaz al este de la misma Polonia. Con ello podría reducirse el ejército regular, pues la considerable distancia entre la frontera y la capital polaca proporcionaría el tiempo necesario para la movilización de tropas en caso de un ataque soviético. También era necesario, por razones estratégicas, mantener en manos polacas toda la red ferroviaria de Baranowicze y Równe que pasaba por Luniniec y Sarny, lo que facilitaría el transporte de tropas a lo largo de la frontera, especialmente a través de los Pantanos del Pripyat que dividían el Territorio del Noroeste del Territorio del Suroeste. La frontera debía trazarse de 30 a 50 km al este del ferrocarril, como “mínima e indispensable” demanda polaca desde el punto de vista militar. Rozwadowski también añadía la conveniencia de adquirir el ferrocarril que iba de Równe, vía Slavuta y Proskurov, a Kamenets-Podolsk. Este territorio a lo largo del ferrocarril constituiría un adecuado parachoques para la defensa de Galicia del Este. En general, una frontera trazada a lo largo de estas líneas sería considerada satisfactoria por el ejército.

Las recomendaciones de Rozwadowski fueron sólo parcialmente aceptadas por el gobierno, tal como se desprende de las “instrucciones políticas” que Sapieha dio a la delegación diplomática el 10 de septiembre de 1920. Consideraba deseable tener el control del ferrocarril Baranowicze-Luniniec-Sarny-Równe, pero rechazó la del ferrocarril Równe-Slavuta-Proskurov-Kamenets-Podolsk. Esta moderación en las demandas se debió principalmente a las “dudas u oposición” aliada hacia cualquier demanda territorial polaca al este de la línea de 8 de diciembre de 1919. Según razonaban en Varsovia, la Entente consideraba ese territorio legítimamente ruso y, pese a que todavía esperaba el colapso del régimen bochevique, no deseaba contrariar a los Rusos Blancos. Desde este punto de vista, era importante que Wrangel, el último de los generales rusos blancos, aceptara la frontera oriental polaca trazada por Sapieha. La aprobación aliada del programa territorial polaco en el este era vital para Varsovia porque todavía estaban pendientes las decisiones del Consejo Supremo sobre Danzig, Alta Silesia y Galicia del Este, asuntos todos ellos de vital importancia para Polonia, y que no debían comprometerse frustrando a la Entente con fronteras orientales demasiado ambiciosas. Al margen de eso, Polonia no estaba dispuesta a aceptar el gobierno lituano sobre las regiones de Wilno “habitadas por polacos”, a menos que Lituania entrara en algún tipo de especial y estrecha relación “constitucional” con Polonia.

En caso de un compromiso de paz, que todos los partidos políticos y la población polaca deseaban, las tropas de Petliura no serían desarmadas por los polacos, sino que se les daría la oportunidad de seguir luchando en su propia Ucrania Soviética, al este de la nueva frontera polaco-soviética. Este plan de acción fue elaborado junto con Petliura, “quien comprendió qu'a l'impossible nul n'est tenu”. Al mismo tiempo los polacos intentarían facilitar un acuerdo entre Petliura y Wrangel. Además, el 9 de septiembre Sapieha trasladó a Chicherin la voluntad de Petliura de negociar directamente con los soviéticos en Riga. Esperando que Moscú rechazara esta idea, Sapieha deseaba poner a la delegación polaca en posición de rechazar considerar cualquier demanda soviética para desarmar a las tropas de Petliura.

El Consejo de Defensa Estatal tomó la decisión final sobre las demandas territoriales polacas el 11 de septiembre. Pilsudski no participó en esa sesión, probablemente porque estaba ocupado preparando la ofensiva final polaca. Tal como revelan las discusiones, todos los miembros concordaron con Sapieha en que era necesario “encontrar mesura en las demandas”. Sólo había que proponer una frontera “que pudiera justificarse” y había que tomar “lo que fuese tomable y posible”. Pedir demasiado territorio no era aconsejable por tres razones principales: (1) la Entente acusaría a Polonia de “imperialismo”; (2) Rusia, ya la Roja o la Blanca, consideraría una frontera así deshonrosa y estaría sedienta de venganza; (3) la inclusión de muchos más ucranianos reforzaría el irredentismo y amenazaría Polonia con “luchas internas perennes”. En consecuencia, el consejo rechazó la sugerencia del EMG polaco de incluir el ferrocarril Równe....Kamenets-Podolsk en sus demandas territoriales. En cambio aceptó el río Zbrucz como frontera polaco-soviética en el mismo sur. Por tanto, no se reclamó nada sobre cualquier territorio ucraniano al este de Galicia. En Volhynia, la frontera dejaría Krzemeniec y Równe del lado polaco, y luego seguiría la línea trazada del EMG 30-50 km al este del ferrocarril estratégico Równe-Sarny-Luniniec-Baranowicze. Esta frontera propuesta por el consejo no se extendía al norte del Niemen, puesto que esos territorios habían sido reconocidos como lituanos por el tratado de paz soviético-lituano.

En esa misma sesión del consejo se establecieron las instrucciones para la delegación de paz, y se subrayó que la línea fronteriza adoptada sólo sería mostrada a los soviéticos después de alcanzar un acuerdo sobre varios principios que deberían gobernar el acuerdo fronterizo. El primero de estos principios era que la línea de armisticio sólo podía definirse después de que ambas partes llegaran a un acuerdo preliminar de paz. El acuerdo territorial entre Polonia y Rusia debía poner fin a siglos de luchas entre estos dos países mediante la reconciliación de sus intereses vitales. Los contenciosos debían resolverse con justicia, asegurando que las áreas nacionales compactas estuvieran unidas con sus principales territorios nacionales, y que sería tenida en cuenta la volutand de las poblaciones locales. También debía asegurarse la seguridad de ambos países.

Una vez que la delegación polaca obtuviese la aceptación soviética de esos principios, se pasaría entonces a las negociaciones de paz en una comisión mixta. Éstas tendrían como objetivo el establecimiento de una línea de armisticio y una frontera tan próxima como fuera posible a la línea adoptada por el consejo. Para evitar dar a los soviéticos cualquier pretexto para romper las negociaciones a causa de cualquier supuesta demanda territorial excesiva, era aconsejable establecer en primer lugar una línea de armisticio basada en la actual situación militar, y luego convertirla en frontera. Polonia renunciaría a sus derechos históricos sobre territorios al este de esa frontera, y Rusia tendría que reconocerla como su frontera occidental y abandonar cualquier reclamación territorial al oeste de la misma. Rusia también tendría que reconocer que las fronteras y la naturaleza de la relación entre Polonia y otros países en estos territorios debían ser definidas exclusivamente por las partes involucradas. En este contexto, la delegación polaca debía cuidarse para no reconocer, directa o indirectamente, el tratado de paz soviético-lituano. Sólo tras haber conseguido la aceptación soviética de la frontera deseada por Polonia, su “demanda más importante”, la delegación tenía permiso para reconocer oficialmente la Rusia Soviética y la Ucrania Soviética. Para mitigar este reconocimiento ante Petliura, la delegación declararía que Polonia reconocía el derecho del pueblo ucraniano a la independencia y a la libre elección de su régimen. Además, Polonia reconocería los derechos culturales, lingüísticos y religiosos de rusos y ucranianos en Polonia sobre la base de la reciprocidad. Finalmente, Polonia iba a abandonar a la Ucrania de Petliura a cambio del désintéressement de Moscú por el destino de Lituania y el tratado de paz soviético-lituano. Bielorrusia no fue mencionada expresamente en las instrucciones, pero Varsovia no excluía la posibilidad de una federación polaco-lituano-bielorrusa.

Seguiremos.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Sab Mar 03, 2012 9:38 am

¡Hola a todos!

La delegación polaca partió para Riga el 14 de septiembre y llegó cinco días después. Era una delegación de paz inusualmente numerosa. Presidida por Dabski, incluía nueve miembros: seis del parlamento (Stanislaw Grabski de los Nacional Demócratas, Norbert Barlicki del Partido Socialista Polaco, Wladyslaw Kiernik del “Piast”, Adam Mieczkowski de la Alianza Nacional Popular, Michal Wichlinski de la Democracia Cristiana, y Ludwik Waszkiewicz del Partido Nacional de los Trabajadores), el ministro para Estonia Leon Wasilewski y el chargé d'affaires en Riga, Witold Kamieniecki, representando al gobierno, y el vicejefe del Estado Mayor General, general Mieczyslaw Kulinski, representando al ejército. Alekxander Lados fue el secretario general. Cincuenta expertos civiles y militares, junto con otro personal técnico y administrativo, completaban la delegación polaca.

La delegación soviética estaba presidida por Ioffe, y sólo incluía tres miembros: Leonid L. Obolenskii, miembro del Colegio del Comisariado Ruso de Finanzas; Dmitrii Z. Manuil'skii, comisario ucraniano de agricultura; y Sergei M. Kirov, representante diplomático ruso en Georgia. El secretario fue Ivan L. Lorents. A diferencia de Dabski, que tenía que lidiar con las diferentes perspectivas de los miembros parlamentarios de su delagación, Ioffe ejercía el control total de su delegación, de acuerdo con la directriz establecida a principios de agosto por el liderazgo bolchevique.

El ministro de exteriores letón, Zigfrids Meierovics, apoyó las negociaciones, cubiertas por ochenta periodistas (principalmente británicos y americanos), e incluso abrió la primera sesión plenaria. A diferencia de lo ocurrido en Minsk, en Riga los miembros de las delegaciones y los periodistas podían moverse libremente por la ciudad sin temor al arresto. Además, las dos delegaciones podían comunicarse sin impedimentos con sus propias capitales, aunque en este aspecto los polacos disfrutaron de otras ventajas carentes para los soviéticos. Dadas las buenas relaciones entre los círculos militares de Latvia y Polonia, reforzadas durante su ofensiva conjunta en Latgalia, la inteligencia letona vendió al representante militar polaco en Riga, general Myszkowski, mensajes cifrados interceptados entre la delegación de paz soviética y Moscú. Pero no sirvió de mucha ayuda a los polacos, que no fueron capaces de descifrar los códigos soviéticos. Por otra parte, los soviéticos descubrieron esta falla de sus comunicaciones, y desde entonces enviaron sus mensajes importantes a Moscú vía correo diplomático en el ferrocarril Riga-Moscú. En cambio, los polacos no podían hacer lo mismo, toda vez que sus correos debían viajar por mar a través de la Ciudad Libre de Danzig, un largo y extenuante viaje. De todas formas, los soviéticos tampoco fueron capaces de interceptar los radio-mensajes polacos.

La primera reunión extraoficial entre Dabski y Ioffe había tenido lugar el 19 de septiembre, con las negociaciones comenzando oficialmente el 21, es decir la víspera de la ofensiva polaca en el Niemen. Los soviéticos llevaban preparando la reunión desde el primero de septiembre, cuando el Politburó confirmó oficialmente iniciar un compromiso de paz con Polonia. A tal fin decidieron enviar a Riga una nueva delegación presidida por Ioffe, al tiempo que ordenaba a Trotski inspeccionar el Frente Occidental para evaluar el progreso del trabajo en la reconstrucción de su fuerza militar. Trotski reportó sus resultados cinco días después, aparentemente en tono pesimista, pues en la misma sesión el Politburó nombró a los miembros de la delegación de Ioffe y decidió que los tratados de paz con Latvia y Lituania debían ser ratificados por el Comité Ejecutivo Central, en teoría el órgano estatal más alto de la Rusia Soviética.

Fue una etapa difícil para el liderazgo de Moscú y para Lenin en particular. Estaban tratando de comprender por qué su ofensiva contra Varsovia, cuyo éxito final se había tenido por seguro, había fracasado. Ahora había recriminaciones mutuas, especialmente entre los frentes Occidental y Suroccidental, y entre Trotski y Stalin. Había dentro del Comité Central e incluso en el Politburó quienes reclamaban una comisión de investigación para depurar las responsabilidades del fracaso militar. Sin embargo, la mayoría dentro del liderazgo bolchevique no estaba por la labor de proceder con una investigación que produciría gran enojo y ampliaría el distanciamiento entre los principales subordinados de Lenin, cuando no cuestionaría las propias decisiones de Lenin. Por tanto, se decidió centrar la atención en las negociaciones de Riga.

La necesidad de una solución pacífica al conflicto no fue reconocida claramente y en un principio por el liderazgo bolchevique. El 25 de agosto, Chicherin todavía insistía en que “tenemos suficientes locomotoras para llevar hombres al Frente Occidental, y tenemos suficientes hombres para llevar en esas locomotoras”. El problema era que esas tropas eran de segunda categoría y no todas ellas estaban dispuestas a combatir, circunstancias que debieron ser reveladas por el informe de Trotski de 6 de septiembre, al que nos hemos referido arriba. A mediados de septiembre debió ser evidente para Lenin que las tropas soviéticas “no eran suficientemente fuertes...para asegurar una victoria militar decisiva que pudiera haber desbaratado el tratado de Versalles”. Esta evidencia vino confirmada en un discurso secreto que Lenin dio el 20 de septiembre en la 9ª Conferencia del partido bolchevique: el Ejército Rojo estaba agotado y la moral era baja, algo que no podían cambiar ni la propaganda ni los comisarios políticos. Por tanto, era vital para Lenin entrar en la nueva ronda de negociaciones de paz con la iniciativa y un programa fácilmente comprensible para las tropas. Hacer una oferta de paz a Polonia basada en sustanciales concesiones territoriales, a ser aceptadas en sólo diez días, era una idea inteligente. Si los polacos aceptaban rápidamente, no se podría hacer ningún daño más a las tropas soviéticas en el campo de batalla, una importante consideración en víspera de la inminente ofensiva polaca en el Niemen, teniendo en cuenta además que los soviéticos, en vista de su planificada ofensiva final contra Wrangel, necesitaban preservar lo que les quedaba de sus mejores tropas y querían tener una situación clara en el frente polaco. Pero si los polacos la rechazaban o demoraban, entonces sería fácil explicar a las tropas que era Polonia la que deseaba continuar la guerra. De este modo, se organizaría entonces una nueva campaña de propaganda para movilizar al Ejército Rojo y a la población soviética para redoblar sus esfuerzos de guerra.

Seguiremos.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Dom Mar 04, 2012 8:54 am

¡Hola a todos!

El 20 de septiembre de 1920 el Comité Central creó una comisión especial para redactar una declaración oficial soviética sobre el tema de las negociaciones de paz con Polonia. La comisión incluyó a Chicherin, Lev Kamenev y Radek, y basó su redacción en el informe de Ioffe a Lenin sobre la actitud polaca hacia la paz, oportunidades de un acuerdo y probables condiciones de paz. Fue revisada por Lenin y remitida a la 9ª Conferencia del Partido el 22 de septiembre, es decir, el día que comenzó la ofensiva polaca del Niemen. La declaración fue aceptada por una clara mayoría de delegados y al día siguiente el documento fue enviado al Comité Ejecutivo Central, donde se vio sometido a “violentos debates”. Se oponía Bukharin, argumentando que crearía unas efímeras esperanzas de paz perjudiciales para el esfuerzo de guerra soviético. Radek fue el principal portavoz a favor de la declaración, aprobándose finalmente el documento por una mayoría de dos tercios.

La declaración constaba de dos partes. La primera parte, según Chicherin, estaba diseñada para “evitar cualquier intento de resucitar la política de Pilsudski” de federalismo, mientras que la segunda buscaba conseguir “un acuerdo rápido y realista con Polonia”. Así, la declaración comenzaba insistiendo que los soviéticos ya habían reconocido la independencia y soberanía de Polonia, Ucrania, Bielorrusia y Lituania. La base para la paz debería ser “una confirmación solemne e inmediata de Polonia y Rusia de la independencia de Ucrania, Lituania, Bielorrusia, y el reconocimiento de la independencia de Galicia del Este”. Además, Polonia y Rusia reconocerían las formas existentes de representación gubernamental, esto es los parlamentos o congresos de consejos (Soviets). En Galicia del Este sería aceptable organizar un “plebiscito” basado en “los usuales principios democrático-burgueses” para determinar la forma de este nuevo estado.

Sin embargo, considerando que la delegación de paz polaca, “a pesar de hechos obvios e indiscutibles”, probablemente iba a cuestionar la autodeterminación de Ucrania Soviética y Bielorrusia Soviética, haciendo así imposible cualquier acuerdo sobre la base de la autodeterminación, el Comité Ejecutivo Central proponía dejar a un lado el tema de la autodeterminación y basar el acuerdo en dos condiciones: (1) la revocación soviética de los términos de paz establecidos durante las negociaciones de Minsk, incluyendo la reducción del ejército polaco, la rendición de sus armas y el control soviético del ferrocarril Wolkowysk-Bialystok-Grajewo; (2) la disposición soviética a concluir un armisticio y paz preliminar basados en el reconocimiento de la frontera entre Polonia y Rusia Soviética “trazada considerablemente al este” de la línea de 8 de diciembre, y dejando Galicia del Este al oeste de esta frontera. Esta oferta soviética era válida sólo durante diez días, significando que Moscú se reservaba el derecho de retirar o cambiar estas condiciones si no se firmaba una paz preliminar al 5 de octubre. En general, la declaración dejaba claro que los soviéticos querían alcanzar la paz sobre la base de un compromiso territorial en las zonas fronterizas, cancelando así en gran parte sus anteriores planes para adquirir todo ese territorio junto con Galicia del Este.

Sin embargo, los soviéticos estaba preparados para jugar su carta bielorrusa soviética en el caso de que Polonia no aceptase su propuesta. El 16 de septiembre el Comité Militar-Revolucionario de Bielorrusia Soviética dio un mandato al jefe del comité, Aleksandr G. Cherviakov, para negociar en nombre del país con la delegación polaca en Riga. Más o menos al mismo tiempo, el Congreso de Consejos (Soviets) Bielorruso se reunió en Minsk y fue instruido por Chicherin de la necesaria condición de formar un gobierno bielorruso soviético para participar en política internacional. Los bolcheviques estaban preocupados al saber que el gobierno emigrado bielorruso de Lastouski, establecido originalmente con la ayuda de Lituania, había decidido cooperar con Polonia. Varsovia apoyaría financieramente este gobierno a cambio de “cuatro o cinco condados de la provincia de Grodno”. El 7 de septiembre Lastouski envió una nota oficial a Chicherin demandando que se permitiera a su representante unirse a la conferencia de paz de Riga. Ioffe temía que los polacos hiciesen la misma demanda. La situación se complicó todavía más por los Socialistas-Revolucionarios Bielorrusos; su representante, Markevich, se reunió con Chicherin en Moscú, pidiendo la participación bielorrusa en la conferencia de paz de Riga y el establecimiento de un gobierno bielorruso independiente en Minsk, representando a todos los partidos políticos bielorrusos, incluyendo los bolcheviques. Los soviéticos, naturalmente, no estaban por apoyar estas demandas, pero consideraron conveniente negociar con los Socialistas-Revolucionarios Bielorrusos, especialmente porque temían que Francia pudiera decidir finalmente aceptar la idea de una Bielorrusia independiente. Chicherin consideró que promover la Bielorrusa Soviética era la mejor manera de contrarrestar cualquier apoyo francés o polaco de un estado bielorruso independiente.

Los bolcheviques también intentaron tener preparada su carta de Galicia del Este. El representante del Comité Revolucionario-Militar de Galicia (Galrevkom), Mikhail Baran, fue enviado a Riga con el mandato de conducir negociaciones de paz en nombre del comité. Al igual que Cherviakov, Baran fue mantenido en reserva para ser usado sólo si los polacos rechazaban la declaración del Comité Ejecutivo Central e intentaban resucitar la idea del federalismo. Reconociendo la debilidad de esta carta, en vista del fiasco total que el Galrevkom había sufrido en Galicia del Este, los bolcheviques consideraron llegar a un acuerdo con la delegación de Galicia del Este enviada a Riga por el gobierno exiliado en Viena. Contando con el apoyo de Ernest Breiter, el miembro socialista de esta delegación, los bolcheviques esperaban ser capaces de formar una delegación de paz conjunta de Galicia del Este compuesta de representantes del Galrevkom y del gobierno emigrado.

Además, para subrayar la supuesta independencia de la Ucrania Soviética, los bolcheviques consideraron nombrar a Manuil'skii jefe del grupo ucraniano dentro de la delegación de paz conjunta ruso-ucraniana. Aun viendo la inconveniencia de tener dos delegaciones en una, Ioffe defendió esta solución teniendo en cuenta lo que percibía como “nuestra posición bastante débil sobre la cuestión ucraniana”.

Para fortalecer todavía más la posición de negociación soviética, Ioffe se reunió con el representante lituano en Riga, Dovas Zaunius, para recalcarle que “para Lituania, la única política sensible es la orientada hacia Rusia, porque la victoria de Polonia significa la destrucción de Lituania”. Para contrarrestar el esperado cuestionamiento polaco del tratado de paz soviético-lituano, los bolcheviques “pueden adelantar una confirmación de ese tratado por el actual gobierno con sede en Minsk. Sin embargo, para esto es necesario que Lituania nos apoye sinceramente”, subrayó. Luego aconsejó a Chicherin que “es posible y necesario colocar a Lituania de nuestro lado sobre esta base, tras haberlos convencido de que sólo a través de nuestra mediación pueden asegurar su frontera, aunque sea solamente en la provincia de Grodno”. Chicherin le respondió que el asunto ya estaba siendo tratado directamente por el representante soviético en Kaunas, Aleksandr E. Aksel'rod. “Ofrecemos a Lituania un entendimiento. Sin embargo, la posición del gobierno lituano es de vacilación. No llegó a un acuerdo con los polacos, pero teme concluir cualquier acuerdo definitivo con nosotros”. La situación era, pues, incierta.

En la próxima ocasión veremos el comienzo de las negociaciones.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Lun Mar 05, 2012 8:40 am

¡Hola a todos!

El 24 de septiembre de 1920, Ioffe presentó la declaración del Comité Ejecutivo Central a la delegación de paz polaca durante la segunda sesión plenaria. Con una gran publicidad dada al documento, los soviéticos pretendieron influenciar a la población polaca y a la propia población rusa. Dabski dio la bienvenida a la revocación soviética de los términos exigidos en Minsk y respondió leyendo una declaración oficial que había sido preparada con antelación, y que, por tanto, no tenía en cuenta lo dicho en la declaración soviética. En ella subrayaba que en Riga, como antes en Minsk, Polonia no buscaba unas condiciones de paz basadas en la mutable situación del frente militar. En realidad, deseaba una rápida y duradera paz basada en el compromiso. Los principales objetivos de Polonia en la guerra eran “asegurar su independencia, la seguridad y las fronteras”, mientras que la política exterior polaca perseguía también la “libertad general de las naciones” mediante el reconocimiento del principio de autodeterminación nacional, poniéndolo en práctica en las relaciones con las naciones vecinas de Latvia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania. Enumeraba, además, las condiciones específicas de paz, siguiendo de cerca las instrucciones recibidas previamente en Varsovia. En cuanto a la frontera, se enfatizaba que sería trazada “no sobre la base de reivindicaciones históricas, sino sobre la base de la reconciliación de los intereses vitales de las partes negociantes”, asegurando su seguridad mutua del ataque.

Los soviéticos recibieron favorablemente la declaración polaca. Ioffe se percató muy pronto de la indignación polaca por el “ultimátum de diez días” soviético. Queriendo saber más sobre cómo habían recibido los polacos la declaración soviética, Krichevskii se reunió con Barlicki el 25 de septiembre, y éste le aseguró que todos los miembros de la delegación polaca habían encontrado la declaración soviética esperanzadora, reforzando su convicción de que la delegación soviética en Riga, a diferencia de Minsk, deseaba realmente concluir la paz. La primera parte de la declaración mostraba que había ganado la facción de paz de Moscú, y la segunda indicaba que el camino a la paz estaba claramente determinado. “Las sospechas mutuas han desaparecido ahora definitivamente”, resumió Barlicki la situación después de las dos declaraciones. Aparte, añadió “categóricamente” que Francia no tenía influencia en la posición polaca en las negociaciones de Riga, y declaró que la cuestión bielorrusa no era un asunto de primera magnitud. En cuanto a Ucrania, las relaciones de Polonia con Petliura y sus obligaciones mutuas estaban, en ese momento, todavía en vigor porque sus tropas estaban en la línea del frente, y de otra forma no estarían allí. Polonia prefería la autodeterminación democrática en Ucrania, pero comprendía que esta solución era inaceptable para los soviéticos. De todas formas, a los polacos les gustaría ver alguna prueba de la legitimidad e independencia popular de la Ucrania Soviética. Veían, en cambio, por ejemplo, que las credenciales de la delegación ruso-ucraniana estaban firmadas en Moscú. Krichevskii comprendió de ello que la izquierda polaca necesitaba una prueba “para liquidar sus relaciones con Petliura”.

Los soviéticos tenían razón al pensar que la delegación polaca había recibido bien su declaración, aunque estaban descontentos con el término de “diez días”. Para los polacos, en vista de la falta de éxito en su ofensiva al este de Grodno, aceptar este ultimátum significaba conceder al Ejército Rojo una oportunidad para reagruparse, privándose así de sus principales medios de presión sobre los soviéticos. Por tanto, el Alto Mando estaba totalmente en contra, aunque un rechazo del mismo haría inevitable una difícil y arriesgada campaña de invierno. Mientras Francia aconsejaba a Polonia continuar combatiendo y formar una alianza con Wrangel, Sapieha se mantuvo imperturbable a la vista de la ausencia de una clara declaración aliada apoyando la continuación de las hostilidades. En general, el gobierno tendía a asumir que era posible lograr la paz en Riga sin ninguna presión militar adicional. Dabski sentía que los soviéticos no pondrían dificultades para reconocer como polacas áreas como Galicia del Este, Volhynia Occidental, y posiblemente partes de Bielorrusia. No obstante, no había consenso entre los miembros de la delegación en cuanto a los objetivos máximos polacos, que afloraban ahora debido a los éxitos más recientes del ejército polaco en Bielorrusia. En particular, la adquisición de Minsk, y, consecuentemente, la renovación del federalismo con respecto a Bielorrusia, ya no se podían descartar.

En la siguiente sesión del 27 de septiembre, la delegación polaca no había sido capaz de negociar una respuesta formal a la declaración del Comité Ejecutivo Central. Dabski intentó aprovechar lo mejor que pudo la situación sugiriendo que las “genuinas propuestas” soviéticas fueran discutidas en comisiones cerradas a los periodistas y al público. Era una solución inteligente, teniendo en cuenta que los polacos no podían discutir abiertamente contra la línea Curzon, que habían aceptado en la conferencia de Spaa, y que Ioffe, siendo un diplomático mucho más hábil, tendría las de ganar en escaramuzas verbales con Dabski. Ioffe dio el visto bueno a esta sugerencia y también respondió a la declaración polaca de 24 de septiembre concurriendo con la idea de que “los términos de paz no pueden estar basados en el estado de los asuntos en el frente de batalla”, sino que deberían basarse en el compromiso, teniendo en cuenta los intereses vitales de ambos lados. También aceptó, en principio, la lista específica de condiciones de paz de Polonia, subrayando que las soluciones concretas deberían determinarse en negociaciones después de la firma del armisticio y la paz preliminar.

A seguir.
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Mar Mar 06, 2012 6:31 pm

¡Hola a todos!

El 28 de septiembre de 1920, en la primera reunión de la recién establecida Comisión Especial, Ioffe presentó su versión de la paz preliminar. Comenzó reconociendo la independencia y soberanía de Bielorrusia Soviética, Ucrania Soviética y Lituania, basadas en el principio de autodeterminación nacional. Reconocía, en principio, la independencia de Galicia del Este, mientras que el sistema de gobierno (democrático o soviético) debía ser elegido por la población local en referéndum democrático. Definió la frontera polaco-soviética como comenzando en la confluencia de los ríos Swislocz y Niemen, en la frontera lituana, tal como estaba trazada por el tratado soviético-lituano de 12 de julio de 1920; continuando al oeste de las localidades de Swislocz, Rudnia, Bialowieza, Kamieniec Litewski, Brest-Litovsk, Piszcza, Luboml, Wlodzimierz Wolynski y Hrybowice; y luego siguiendo la antigua frontera austro-rusa, o la frontera nororiental de Galicia del Este, hasta el río Dniester en la frontera rumana. Los restantes puntos de la versión de paz preliminar se referían a cuestiones como las de la prohibición de organizaciones que tuvieran por objetivo la lucha armada contra la otra parte, renunciación mutua de indemnizaciones de guerra, intercambio de prisioneros de guerra, una amnistía y un arreglo financiero.

Los polacos fueron nuevamente sorprendidos, aunque esta vez desagradablemente. La oficina de prensa de la delegación polaca emitió un comunicado declarando que las negociaciones fructíferas sólo podían continuar si los soviéticos retiraban sus demandas relativas a Galicia del Este y ofrecían a Polonia una frontera que garantizara su seguridad, entre otras cosas. Además, Sapieha anunció en Varsovia que las propuestas soviéticas de 28 de septiembre eran contrarias a la declaración del Comité Ejecutivo Central. Declaró categóricamente que bajo ninguna circunstancia los polacos negociarían con los soviéticos en la cuestión de Galicia del Este.

Tampoco estaba contento Chicherin con la versión de paz preliminar de Ioffe (que trazó la línea fronteriza por su propia cuenta, sin la aprobación de Moscú), que no la había consultado con el jefe de la diplomacia soviética. Habiendo recibido el texto solamente después de la reunión de la Comisión Especial, Chicherin indicó inmediatamente a Lenin la contradición entre el documento y la declaración del Comité Ejecutivo Central. La principal idea de este último era dejar a un lado la cuestión de la autodeterminación nacional, pero el texto incluía varios puntos relativos a este asunto, “abriendo”, de esta forma, “la puerta para reñir sobre este asunto”. Chicherin también creía que Ioffe se había equivocado al incluir en el texto un número de cuestiones, como las financieras, que probablemente provocarían largas discusiones. “Es extraño exigir la firma inmediata de un tratado consistente en un montón de los más variados temas. La declaración del Comité Ejecutivo Central abrevió el contenido de los preliminares en el máximo grado, mientras Ioffe, por el contrario, lo amplió extraordinariamente”, se lamentó Chicherin.

El día siguiente, un periodista polaco, probablemente enviado por Barlicki, hizo saber a la delegación soviética que sus homólogos polacos estaban “disgustados por la línea propuesta ayer por Ioffe, considerándola una línea Curzon, sólo con diferente ropaje”. Según informó, los polacos estaban dispuestos a esperar, “pues no pueden compromterse tomando la iniciativa sobre la cuestión territorial después de que [Wladyslaw] Grabski aceptara la línea Curzon en Spaa; verán lo que ocurre después del cinco [de Octubre]”. Alarmó, además, a los soviéticos al decirles que el “general Kulinski, el representante de Pilsudski, dijo ayer que hay un 70 por ciento de probabilidades de que la conferencia [de paz de Riga] será un fiasco”.

Preocupados, los soviéticos decidieron enviar a otro semi-periodista, Nikolai I. Iordanskii, a evaluar la situación en origen. El 29 de septiembre entrevistó a un grupo de tres socialistas: Barlicki, Wasilewski y Feliks Perl, este último un experto de la delegación. Comentaron en primer lugar que todos los partidos políticos en Polonia apoyaban actualmente la paz. La declaración del Comité Ejecutivo Central había causado una buena impresión, salvando el “ultimátum de diez días”. Pero esa acogida favorable se había desbaratado con la versión soviética de paz preliminar. Además de ciertas cláusulas inaceptables, los polacos no gustaban del método de negociación soviético. Preferían negociar asuntos concretos en las comisiones en vez de tener que preparar una crítica a todo el texto soviético y elaborar contrapropuestas. Este proceso consumía mucho tiempo porque, mientras que en el bando soviético todo era decidido por una única persona, en el bando polaco era necesario encontrar un consenso. En cuanto a los méritos, Galicia nunca había pertenecido a Rusia y, en consecuencia, no podía ser tema de negociaciones. La afirmación soviética de que Ucrania y Bielorrusia eran independientes y soberanas debía ser apoyada por la subyacente realidad, pues a los polacos no les gustaría ver a los burócratas de Moscú en el papel de representantes de esas naciones. Por su parte, Polonia no tenía obligación alguna de continuar combatiendo por la independencia de Ucrania; de hecho, el acuerdo de 21 de abril de 1920 la había obligado a dar al gobierno de Petliura, como el gobierno nacional ucraniano, ciertos territorios si podían ser adquiridos militar o diplomáticamente. Pero si no podían ser adquiridos, nada tenía que darse. Polonia no tenía ningún designio sobre la independencia lituana, pero no podía reconocer el tratado de paz soviético-lituano “porque por este tratado Rusia cedía a Lituania regiones puramente polacas”. La disputa territorial entre Varsovia y Kaunas debía resolverse exclusivamente entre ambas partes. Al margen de las ganas que tuviera Francia de remover a los bolcheviques del poder, quería una Polonia como un fuerte aliado contra Alemania y era consciente de los riesgos y devastación que suponía prolongar la guerra. En consecuencia, Polonia, intentando independientemente concluir la paz con la Rusia Soviética, no esperaba que Francia presionara en ello. Los socialistas polacos creían que o se concluía la paz en Riga, o los partidarios de la guerra, que ya estaban en conversaciones con los rusos anti-bolcheviques en Varsovia, asumirían el poder. En general, concluyeron, las posiciones fundamentales de ambos lados eran favorables, y romper las negociaciones sería “simplemente una estupidez”.

Chicherin estuvo de acuerdo con esta conclusión. Escocido por su crítica, Ioffe intentó exonerarse con Moscú explicando que el texto fue diseñado “para provocar a los polacos”, faltos de habilidad y experiencia como estaban, y que había estado trabajando duro “para comprometer definitivamente la política polaca y la diplomacia polaca”. Pero Chicherin le recordó que su tarea principal era conseguir rápidamente la paz. Para facilitar este objetivo, Ioffe iba a declarar a los polacos que, de acuerdo con la declaración del Comité Ejecutivo Central (CEC), los soviéticos estaban dispuestos a ignorar los primeros puntos del texto que hacían referencia a la cuestión de la autodeterminación. Debía dejar claro que toda la atención soviética estaba puesta en la frontera, y que todos los demás puntos eran irrelevantes.

En consecuencia, el 30 de septiembre Ioffe preguntó a Dabski, en una nota publicada, cuándo sería la próxima reunión de la Comisión Principal, pues estaba dispuesto a aceptar cualquier propuesta. La respuesta fue evasiva; Dabski quería ablandar a Ioffe haciéndole esperar. Con este objetivo en mente, los polacos también enviaron intermediarios con información varia a los soviéticos, pero no quisieron encontrarse directamente. Uno de los intermediarios informó que Dabski creía “un error fatal” de la diplomacia soviética el que todos los contenciosos dejados a un lado en la declaración del CEC habían sido incluidos en el texto de paz preliminar de Ioffe; otro intermediario advirtió a los soviéticos que no apoyaran la participación en la conferencia de paz de la delegación de Galicia del Este, que había llegado a Riga dos días antes, pues esto “causaría la caída del actual gobierno en Varsovia”. Otro más les informó que la delegación polaca estaba decidida a resucitar el concepto federalista en las zonas fronterizas, especialmente en Bielorrusia, donde se iba a realizar un plebiscito después de la retirada de ambos ejércitos. Consideraban la frontera citada por Ioffe que sería aceptable como la frontera entre Polonia y “una Bielorrusia autodeterminada”. Los dos entrevistados de la delegación soviética por este último mediador, Leshchinskii y Rozenberg, tuvieron la impresión de que los polacos no podían ellos mismos revelar sus demandas territoriales por culpa de Gran Bretaña, y que les estaban dando a entender que, si no les ofrecían una línea más ventajosa, sólo les quedaría como salida pública a la situación la política del federalismo.

Ante estas informaciones, Ioffe se reunió en secreto el 30 de septiembre con Stephen G. Tallents, el jefe de la misión británica para los países bálticos en Riga, con quien acordó que Gran Bretaña debería ejercer presión sobre Polonia. Ioffe también concibió un plan para, de no firmarse nada el 5 de octubre, acudir efusivamente a Moscú por unos cuantos días mientras la delegación permanecía en Riga. De esta forma, el jefe de la delegación soviética, percatándose de que había ido demasiado lejos con los polacos, hizo esfuerzos desesperados para reparar el daño.

Seguiremos.
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Jue Mar 08, 2012 7:28 am

¡Hola a todos!

Al anochecer del 30 de septiembre de 1920, mediante un intermediario, Dabski propuso a Ioffe una reunión confidencial que finalmente tuvo lugar 24 horas después. Los dos jefes de las delegaciones conversaron en alemán durante la misma, acompañados de sus dos secretarios generales, Lorents y Lados. Se habló, sin llegar a un acuerdo claro, de la línea fronteriza, de Ucrania, Bielorrusia y Galicia del Este, y ambas partes expusieron sus puntos de vista, inaceptables entre sí. Dabski no mencionó la alternativa bielorrusa (había propuesto que estaría dispuesto a discutir la retirada de ambos ejércitos de Bielorrusia y la creación de un estado bielorruso independiente con su frontera occidental en la línea Curzon y la oriental separándolo de Rusia, algo que Ioffe consideró inaceptable pero consultaría con Moscú) en sus memorias, y Lados aseguró, después de la muerte de Dabski, en una entrevista de prensa en 1936, que él, como secretario general, había presentado a Ioffe la siguiente alternativa: o una frontera directa entre Polonia y la Rusia Soviética, o la solución federalista con “la creación de Bielorrusa bajo protectorado de Polonia”, y que Ioffe había dicho que se podían discutir ambas propuestas, pero que tenía que pedir instrucciones a su gobierno. En la siguiente reunión, según Lados, Ioffe declaró que el gobierno soviético se inclinaba a favor del primer concepto, el de una frontera directa entre ambos países, y que la ausencia de un rechazo categórico a la solución federalista por parte de Ioffe suponía, según Lados, que de haber presionado a los soviéticos, los polacos podrían haber acordado ceder la región de Minsk a un recién creado estado bielorruso bajo protección polaca.

Pero el informe que Ioffe envió a Moscú difiere ampliamente del relato que Lados dio en una entrevista de prensa dieciséis años después de los hechos. Obviamente, hay que aceptar la versión de Ioffe como la verdadera. Además, resulta evidente de la respuesta de Lenin a Ioffe que incluso un estado bielorruso independiente, por no hablar de un protectorado polaco, era completamente inaceptable para él. Simplemente ignoró semejante posibilidad, dando a Ioffe instrucciones exclusivamente sobre cómo tratar con la primera opción presentada por Dabski, la de una frontera directa entre Polonia y Rusia Soviética.

En 1937 Lados dio todavía más importancia a su historia, afirmando, en un artículo sobre el papel de Wlasilewski en las negociaciones de Riga, que sobre la cuestión de Bielorrusia “todas las posibilidades estaban abiertas y la decisión dependía casi exclusivamente de la voluntad de la delegación polaca, pues los soviéticos, bajo la presión de las operaciones militares, estaban dispuestos a cualquier concesión”, incluida la anexión de Minsk a Polonia. Estas declaraciones, basadas exclusivamente en sus impresiones, crearon un mito en la historiografía polaca según el cual los soviéticos intentaron ceder a Polonia “al menos” todos los territorios bielorrusos al oeste de la línea Dvina-Berezina-Dnieper, pero que para gran asombro de Ioffe, la delegación polaca decidió no aceptar su oferta. Este mito también se encuentra en una versión más edulcorada; a saber, que los bolcheviques estaban dando Minsk a Polonia “sin regatear”, pero que la delegación polaca “rechazó” su oferta.

El 2 de octubre Lenin dio instrucciones a Ioffe para aceptar una línea fronteriza que daría a Polonia “el ferrocarril Lida-Baranowicze, bajo la condición de que la paz (y la tregua) se firmara con certeza en el tiempo más breve posible (aproximadamente tres días)”. La rapidez de Lenin para hacer esta concesión fue probablemente el resultado de la determinación soviética de evitar cualquier resurgimiento de federalismo polaco, y su aversión a la idea de una Bielorrusia independiente. Por otra parte, los continuos éxitos militares polacos en el frente compromtetían cada vez más a los soviéticos a firmar ante la cercanía del plazo dado de 5 de octubre.

El 2 de octubre Dabski informó a la delegación polaca se su reunión confidencial con Ioffe. Los miembros de la delegación tenían que resolver ahora sus propias diferencias y alcanzar un consenso respecto a la frontera. No fue difícil con respecto al Territorio del Suroeste, donde se concluyó que cualquier adquisición de territorio realizada al este de la línea trazada por el acuerdo de 21 de abril de 1920 con Petliura tenía que ser cedida a este último. Pero fue más difícil el acuerdo relativo al Territorio del Noroeste, donde la más reciente victoria polaca en el Niemen parecía abrir nuevas posibilidades imprevistas cuando la delegación recibió sus instrucciones en Varsovia. Mal informados por el Segundo Departamento de que los soviéticos estaban dispuestos a hacer cualquier concesión en Bielorrusia, el bando federalista argumentó que era deseable adquirir Minsk, la capital del país. Este bando federalista incluía a los tres delegados nombrados por el gobierno: Wasilewski, Kamieniecke y Dabski, así como al representante del parlamento, Waszkiewicz. Técnicamente una minoría en la delegación, este bando estaba reforzado por la presencia de varias voces federalistas entre los expertos, especialmente de los militares. Sin embargo, no dejaban de ser miembros nombrados por el gobierno, representantes del gobierno y no de los votantes. Sólo Waszkiewitcz, de este bando, era miembro del parlamento, pero no era un político destacado, y su partido, lejos de ser popular, no apoyaba el federalismo. Pero más importante, Dabski, cuya posición como jefe de la delegación entrañaba el papel de mediador, no quería involucrarse demasiado en la disputa y, como se verá, apoyó la causa federalista de manera poco entusiasta.

Wasilewski encabezó el bando federalista. El anti-federalista estaba compuesto por cinco miembros del parlamento que estaban en contra de la adquisición de Minsk. Su posición era fuerte, pues podían afirmar creíblemente representar la “soberanía” parlamentaria ante la que era responsable el gobierno según el sistema político polaco. Este bando estaba encabezado por Grabski, un destacado Nacional Demócrata y profesor de economía en la Universidad de Lwow, a quienes algunos veían como el “personaje decisivo” y de “superior inteligencia” a la de sus colegas en la delegación. Grabski razonó que la población cristiana ortodoxa, dominante en la región de Minsk, estaba más identificada con Rusia, Blanca o Roja, que con Polonia. La adopción del sufragio universal, inevitable en un estado democrático, pareja al progreso en educación entre los campesinos, llevaría inevitablemente a la pérdida de la influencia tradicionalmente disfrutada en esta región por la minoría polaca. Dada la pronunciada debilidad del sentimiento nacional bielorruso entre los habitantes locales, un estado bielorruso, aunque inicialmente federado con Polonia, podría escoger en el futuro cambiar hacia Rusia. Además, puesto que Minsk era el principal centro de la Ortodoxia en Bielorrusia, y el clero ortodoxo apoyaba la idea de la unidad de “toda-Rusia”, su anexión significaría la inclusión de un fuerte centro de nacionalismo ruso.

La minoría federalista fue fácilmente persuadida de la necesidad de adquirir la parte oriental de la región de Wilno en manos soviéticas, especialmente porque conectaría Polonia con la amistosa Latvia. El gobierno polaco, si bien no apoyaba particularmente esta idea, no se opuso a ella. De esta forma, el único punto en que no había acuerdo dentro de la delegación polaca era Minsk. Al final se decidió resolver la discrepancia mediante una votación.

Decisivamente, el general Kulinski, pese a haber recibido instrucciones del Alto Mando para apoyar la solución federalista, se abstuvo en la votación. De haber votado Kulinski con los federalistas, el resultado final habría sido de empate, con cinco votos a favor y cinco en contra. Y en caso de empate habría decidido el voto del jefe de la delegación, ganando la causa federalista. Pero Kulinski se abstuvo y resultó ganador el bando anti-federalista. Aunque la abstención del general contravino las instrucciones del Alto Mando, su actitud no fue un acto de insubordinación; de hecho, fue perfectamente lógica. Siendo de Galicia, no estaba familiarizado con Bielorrusia y encontraba difícil juzgar el asunto de Minsk individualmente. Como antiguo militar profesional austriaco, le parecía impropio, como representante del ejército, tomar partido en una discusión estrictamente política. Su abstención vino solamente después de que la delegación de paz hubiera decidido que “el Delegado Militar está subordinado al jefe de la delegación, y por tanto cualquier instrucción del Alto Mando contraria a sus instrucciones no es vinculante para él”. Al parecer, Dabski instruyó a Kulinski para que votara conforme a los dictados de su conciencia. La propia posición del jefe de la delegación era ambigua. Aunque personalmente apoyaba la solución federalista, comprendió que sólo se podía llegar a un consenso sobre la base de la propuesta de Grabski. Y además, tras su primera reunión confidencial con Ioffe, Dabski debió darse cuenta de que sería relativamente fácil alcanzar la paz basada en su propuesta, mientras que el concepto federalista probablemente sería rechazado por los soviéticos, a pesar de las sugerencias sobre lo contrario del Segundo Departamento.

El bando federalista aceptó lealmente la victoria del anti-federalista. En consecuencia, en el norte la delegación aceptó la propuesta de Grabski de crear un corredor que uniera Polonia con la amistosa Latvia y que separara el estado soviético de Lituania. Además, el corredor daría a Polonia la parte oriental de la provincia de Wilno que estaba en gran parte habitada por polacos, según el entendimiento y los datos estadísticos polacos. Habiendo separado Lituania de la Rusia Soviética, los polacos creían que sería posible para Polonia retomar de algún modo la ciudad étnicamente polaca de Wilno, bajo gobernanza lituana desde el 26 de agosto de 1920. La línea fronteriza deseada discurría desde la frontera letona a lo largo del Dvina hasta el este de Dzisna, luego este de Wilejka, oeste de Minsk y este de Luniniec, Sarny y Równe, y luego a lo largo de la frontera oriental de Galicia en el río Zbrucz hasta la frontera rumana en el río Dniester. El ferrocarril estratégico de Baranowicze-Luniniec-Sarny-Równe caía del lado polaco.

Frontera Riga 1921:
Imagen
Bordezki, 293.

Seguiremos
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Sab Mar 10, 2012 5:36 pm

¡Hola a todos!

Al anochecer del 2 de octubre de 1920, durante su segunda reunión confidencial, Dabski presentó su propuesta de frontera a Ioffe, subrayando que la línea representaba el consenso de todos los partidos políticos de Polonia y que debía ser aceptada en su totalidad, pues no estaba en disposición de negociar sobre la misma. Si los soviéticos aceptaban esta línea fronteriza, “lo demás discurrirá sin problemas” y sería posible firmar los preliminares “de tras a cuatro días”. Los preliminares estarían basados en la versión de Ioffe, siempre que no se mencionara Galicia del Este; como concesión al bando soviético, los polacos estaban dispuestos a reconocer la independencia de la Ucrania Soviética y la Bielorrusia Soviética. Ioffe le respondió diciendo que la demanda territorial polaca estaba más allá de lo que él podía conceder según sus instrucciones, pero consultaría con Moscú.

En su informe de 3 de octubre a Lenin y Chicherin, Ioffe presentó su opinión de lo que él llamó “el ultimátum polaco”. Declarando insuficiente su conocimiento sobre la situación del frente para juzgar si la frontera propuesta era aceptable o no, ofrecía importantes consideraciones. Por una parte, dijo que “hubo un tiempo en que nosotros propusimos peores condiciones” que las actualmente demandadas por Dabski. Por otra parte, su aceptación envalentonaría a los polacos para exigir mayores concesiones sobre otras cuestiones, incluido el arreglo de paz. La impresión general de Ioffe de sus negociaciones con Dabski confirmaba que “sin duda, ellos desean la paz y no quieren una campaña de invierno, como tampoco nosotros; están incluso dispuestos a liberarse de algún modo de la influencia francesa y entregarnos a Wrangel y Petliura, pero todavía no desean utilizar su favorable situación militar y lograr una paz que podía ser suficientemente ventajosa para ellos”. Ioffe veía la demanda de los polacos para el corredor de Grabski como un intento, conveniente también para ellos mismos, de hacer un tratado de paz polaco-soviético más agradable para Francia, “pues satisfacía la idea fija francesa de separarnos de Alemania”. También consideraba que un factor constante en cualesquiera negociaciones con los polacos era “la vieja tragedia polaca: falta de unidad y tantas políticas como hombres de estado prominentes”. Sin embargo, esta vez parecía que el programa territorial presentado por Dabski era el resultado de un consenso, quizás temporal. El hecho de que los Nacional Demócratas se hubieran impuesto en Polonia significaba que los partidarios de la paz habían ganado a los partidarios de la guerra. Por tanto, el viaje propuesto de Sapieha, un Nacional Demócrata, a Riga era visto como un factor que incrementaba las oportunidades de paz. En general, Ioffe dijo que su ultimátum no era categórico en absoluto, y que en caso de llegar a la decisión de aceptarlo, lo mejor sería no revelarla de inmediato, sino gradualmente.

Y eso fue lo que hizo Ioffe en la siguiente reunión confidencial del 4 de octubre, intentando conseguir algunas concesiones. Primero dijo que todavía no había recibido ninguna respuesta de Moscú, y que el asunto todavía se debatía. Tenía la impresión de que se concedería el ferrocarril estratégico, pero no el corredor de Grabski, y la reunión siguió de este tenor.

La reunión confidencial final tuvo lugar el 5 de octubre, y el día anterior Ioffe ya había decidido poner las cartas boca arriba: o se firmaban los preliminares no más tarde “del jueves”, 7 de octubre, o él saldría para Moscú en busca de instrucciones. Ahora en la reunión, alteró un poco el asunto: o se hacía una declaración pública conjunta de que, en vista del acuerdo en los principales puntos, los preliminares y el armisticio se firmarían en breve, o su declaración unilateral que “en modo alguno facilitaría el entendimiento”. Enfrentado con esta opción, Dabski preguntó si había sido aceptada su línea fronteriza. Ioffe respondió que sí, pero a condición de que: (1) los polacos aceptaban firmar los preliminares y el armisticio el 8 de octubre; (2) el tratado no sería formulado como “un ultimátum impuesto”; (3) la demanda de Polonia de su parte en el oro del Tesoro Imperial sería reemplazada for una fórmula general para saldar cuentas; (4) Rusia adquiere el derecho de libre tránsito comercial para Lituania y Alemania a través del corredor de Grabski. Tras consultar con los miembros de la delegación, Dabski dio esencialmente su acuerdo a todas estas condiciones. Al anochecer del mismo día, Ioffe y Dabski firmaron una declaración conjunta de que ambas partes habían alcanzado un acuerdo en todas las cuestiones esenciales y firmarían el armisticio y la paz preliminar no más tarde del 8 de octubre.

La firma de la declaración conjunta causó plena conmoción entre periodistas y diplomáticos por igual. Los representantes diplomáticos británicos y franceses en Riga, por ejemplo, enviaron inmediatamente hasta veinte páginas de mensajes codificados, y los periodistas que cubrían las negociaciones gastaron esa noche hasta 1,3 millones de rublos letones en servicios de telegrafía. Dabski dijo que la declaración conjunta “convertía el entendimiento polaco-soviético en un hecho político frente a todo el mundo; no podría ser retirado ni eliminado”. Chicherin consideró el entendimiento de 5 de octubre como “una auténtica firma de paz”, y sólo quedaban detalles técnicos.

La declaración fue el último clavo en el ataúd del concepto federalista que una minoría influyente en Polonia, y la mayoría entre los círculos del ejército, todavía habían esperado realizar, aunque sólo fuese parcialmente. Los expertos militares de la delegación polaca, animados por las recientes victorias polacas en el frente de batalla, estaban particularmente sorprendidos y decepcionados.

Seguiremos.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Lun Mar 12, 2012 9:42 am

¡Hola a todos!

En la Batalla del Niemen el ejército polaco había capturado el territorio al sur de Wilno y sus alrededores. El 26 de agosto los soviéticos entregaron la ciudad a Lituania y los polacos se enfrentaron a un gran dilema para recuperar esa ciudad. Declarar la guerra a Lituania no era una opción toda vez que Polonia había renunciado a Wilno en el acuerdo de Spaa con la Entente. Pero Pilsudski, manteniendo su posición del todo conciliadora con Lituania, quería recuperar las ciudades de sus connacionales, Wilno y Grodno. Con tal motivo, el 30 de septiembre sugirió al general Lucjan Zeligowski, nativo de la región de Wilno, que la única forma de “rescatarla” pasaba por su conducción contra la ciudad de una unidad de voluntarios de entre los soldados polacos originarios de la región. Sólo así sus habitantes se levantarían con toda probabilidad contra la guarnición lituana.

Zeligowski aceptó, pero insistió en que, para el éxito de la operación, se uniera a la unidad de voluntarios en su marcha contra Wilno toda la División Lituano-Bielorrusa. Además, dos ejércitos polacos flanquearían a Zeligowski. En su flanco izquierdo, el ejército del general Sikorski tomó el 3 de octubre el nudo ferroviario crucial de Orany, lo que imposibilitaba a los lituanuos una rápida transferencia de fuerzas hacia Wilno desde el norte de Suwalki, donde estaba desplegado el grueso del ejército lituano. La posesión polaca de Orany fue reconocida por el acuerdo sobre la línea de demarcación polaco-lituana firmado en Suwalki el 7 de octubre de 1920. Al día siguiente, en el flanco derecho de Zeligowski, el ejército del general Smigly-Rydz comenzó su marcha de 120 kms sobre Swieciany, noreste de Wilno. Y en ese mismo día el general Zeligowski avanzó hacia Wilno encontrando alguna oposición al sur de la ciudad. Sin embargo, las tropas lituanas se vieron forzadas a evacuar la ciudad al día siguiente debido al levantamiento de los habitantes polacos. De esta forma, las tropas de Zeligowski entraron pacíficamente en la ciudad el 9 de octubre, siendo recibidas con gran entusiasmo por los polacos locales. Toda la operación se llevó a cabo, aparentemente, sin el conocimiento y la aprobación del estado polaco.

Tres días más tarde, Zeligowski proclamó la región de Wilno como un estado independiente que debía ser llamado Lituania Central. El nombre sugería un intento no sólo de “rescatar” Wilno para Polonia, sino también para “restaurar la Lituania histórica”. De hecho, Pilsudski quería restaurarla como un estado compuesto de tres “cantones” autónomos: uno de dominación polaca, con Wilno; otro de dominación lituana, con Kaunas; y otro de dominación bielorrusa, con Minsk. En todo caso, el territorio de Lituania Central (incluyendo Wilno, Troki, Oszmiana y Swieciany) cubría unos 10.000 km2 y estaba habitado por unas 530.000 personas. Estaba gobernado por la Comisión de Gobierno Provisional, nombrada por Zeligowski, quien a su vez asumió el puesto de Comandante Supremo de sus fuerzas armadas. La comisión estaba dominada por los políticos polacos locales que apoyaban la idea de federalismo, e incluía a dos miembros de la Rada Suprema Bielorrusa.

El 9 de octubre de 1920 los polacos comenzaron su ofensiva final en el Territorio del Noroeste, a pesar de que los comandantes de uno y otro bando ya conocían la firma del entendimiento de Riga de 5 de octubre. Al parecer, creían que la frontera todavía podía revisarse a cuenta de los últimos acontecimientos en el campo de batalla. El general Smigly-Rydz, en su orden escrita a su ejército, pedía a sus tropas un último esfuerzo para avanzar ampliando las fronteras de Polonia. Del lado soviético, Kamenev intentó recalcar a Tukhachevsky que aunque la frontera ya había sido “trazada al oeste de tu actual posición, puede ser fácilmente cambiada si durante estos últimos días pierdes territorio”.

Sin embargo, sólo las tropas polacas respondieron a las exhortaciones de sus comandantes, avanzando hasta 60 km diarios. Molodeczno fue tomada el 12 de octubre, el mismo día en que se firmó la paz preliminar. El combate continuó después de esta firma; Wilejka fue capturada el 13 de octubre y los polacos no se detuvieron hasta que capturaron Minsk dos días después; sin embargo, pronto tuvieron que retirarse a la línea fronteriza al oeste de la ciudad, pues el armisticio comenzó oficialmente en la noche del 18-19 de octubre.

En el Territorio del Suroeste, conocido el entendimiento del 5 de octubre, los polacos hicieron cuanto pudieron para avanzar más allá de la nueva frontera con el objetivo de crear una extensa cabeza de puente para las tropas de Petliura, que intentaba continuar combatiendo a los soviéticos por sus propios medios. Petliura también ordenó a sus tropas que avanzaran cuanto pudieran en dirección este. Como resultado de esta cooperación la línea del frente quedó a unos 130 kms al este del río Zbrucz en la noche del 18-19 de octubre.

Aunque los polacos ganaron decisivamente la última campaña de la guerra, sería inexacto decir que habían conseguido destruir a las fuerzas soviéticas, ya al Frente Occidental ya al Frente Suroccidental, pues aunque habían sido seriamente dañados, ambos frentes continuaban operativos. El Frente Occidental fue rápidamente retirado al este, y los polacos no podían perseguirlo más allá del Territorio del Noroeste, tanto por razones políticas como militares. Polonia no tenía reclamación alguna sobre ninguna parte de la propia Rusia, y la opinión pública polaca habría reaccionado en contra de una aventura tal. Por otra parte, el ejército polaco no estaba preparado para operar en un gran frente en territorio ruso contra un oponente decidido. Una retirada forzada del Territorio del Noroeste no produciría en Moscú ningún asomo de capitulación, considerando que los soviéticos ya habían pasado por situaciones peores.

Al mismo tiempo, preparar otra ofensiva mayor en el Territorio del Suroeste hubiera requerido cuatro semanas como mínimo, pues la mayor parte de las fuerzas polacas estaban concentradas ahora en el Territorio del Noroeste. Con ello la operación no podría comenzar antes de noviembre y no podría ser concluida antes de la llegada del invierno. La guerra tendría que reanudarse en la primavera de 1921 y extenderse durante otro año. Una perspectiva así era políticamente inaceptable, pues los polacos ya estaban cansados de la guerra. Además, los bolcheviques habrían aprovechado la pausa invernal para reorganizar y reforzar sus tropas en preparación de la campaña de primavera.

Por otra parte, el potencial militar ruso era mucho mayor que el polaco. Mientras que Rusia, por tamaño y población, podía permitirse perder toda una campaña, Polonia no sobreviviría a la pérdida de una gran batalla, tal como hicieron entrever los acontecimientos del Vístula. La Rusia Soviética tenía una importante industria de guerra, y el Ejército Rojo contaba con unos 5 millones de hombres en el otoño de 1920. En cambio, el Ejército Polaco no pasaba del millón de hombres por esas fechas, y Polonia no producía armas ni equipo militar, teniendo que comprarlos en Francia, que ya no iba a apoyar ninguna ofensiva polaca más. Otra marcha sobre Kiev habría producido, sin duda, una reacción todavía más violenta en Occidente contra el “imperialismo” polaco que la causada en mayo de 1920. Así que, en general, conseguir una paz favorable o victoriosa con los soviéticos era la mejor solución en las circunstancias dadas.

Desde el punto de vista bolchevique, las condiciones militares también aconsejaban ofrecer a Polonia una paz favorable. Las pérdidas militares soviéticas en Varsovia y el Niemen dejaron al Ejército Rojo difícilmente capaz de emprender operaciones ofensivas en el frente polaco. Se había perdido la campaña de 1920 y con ello la deseada y buscada expansión de la revolución a Polonia y el resto de Europa. En las circunstancias actuales, un compromiso de paz cediendo a Polonia la parte occidental de las zonas fronterizas era la solución más adecuada para los bolcheviques.

Seguiremos
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Mar Mar 13, 2012 8:24 am

¡Hola a todos!

La firma del armisticio y paz preliminar, tras el entendimiento de 5 de octubre, estuvo precedida de una “batalla” de temas colaterales librada en comisiones mixtas, incluyendo una de carácter económico-financiero, presidida por Grabski y Obolenskii, y una de naturaleza militar, presidida por Kulinski y Kirov.

El asunto más polémico fue la parte polaca de las reservas de oro del antiguo Banco Estatal Imperial. Los polacos querían que fuese proporcional a la parte de los ingresos recaudados por el imperio del territorio que estaba ahora formalmente cedido a Polonia. El estado polaco asumiría una parte proporcional de todos los créditos extraordinarios del estado ruso. En base a estas consideraciones y según sus cálculos, la delegación polaca reclamó que su parte de las reservas de oro rusas era de 296 millones de rublos.

A Ioffe casi le da un infarto; esperaba que los polacos pidieran unos 30 millones de rublos, cantidad que ya le parecía demasiado alta. El 8 de octubre declaró con gravedad que era “inevitable” la ruptura de las negociaciones y filtró a la prensa la demanda polaca, Los polacos pidieron, “en el último momento”, una reunión “privada” para resolver el problema. El día siguiente pidieron un adelanto de 50 millones de rublos y concesiones de madera. Los soviéticos no aceptaron adelantar más de 10 millones de rublos, pero estuvieron de acuerdo en mencionar las concesiones de madera en un protocolo adjunto a los preliminares. Los polacos rechazaron finalmente aceptar un adelanto de 10 millones de rublos.

El otro asunto contencioso estaba relacionado con los términos del armisticio. Los polacos querían que el cese de las hostilidades comenzara seis días después de la firma, y el armisticio denunciable a las 48 horas de su notificación. Los soviéticos rechazaron “categóricamente” esos términos, insistiendo en el cese de las hostilidades a los cuatro días de la firma, con mucho más tiempo de aviso para la terminación del mismo. Los soviéticos querían, comprensiblemente, evitar que las tropas polacas avanzaran todavía más hacia el este; también pretendían transferir sus tropas lo más rápido posible desde el frente polaco al frente de Wrangel, por lo que necesitaban un tiempo de notificación mucho más amplio para la denuncia del armisticio (evitando así que los polacos reanudasen las hostilidades demasiado pronto, en 48 horas). Ninguna de las partes cedía en sus posturas y las negociaciones corrían el riesgo de romperse.

Para deshacer este punto muerto de las negociaciones, Ioffe intentó convencer a un receloso Chicherin de que la democrática Polonia, habiendo firmado la paz, sería incapaz de renovar las hostilidades. También informó a Chicherin que los términos polacos estaban basados en su temor de que en Moscú podían ganar en cualquier momento los partidarios de la guerra, y que los soviéticos usarían el armisticio para derrotar rápidamente a Wrangel y volcarse a continuación contra los polacos. Chicherin se dejó convencer finalmente por Ioffe y los soviéticos aceptaron los términos polacos del armisticio a cambio de una rápida retirada de las tropas polacas desde la línea del frente a la propia frontera.

El último punto de fricción fue la petición polaca de establecer un plazo de dos meses para la paz definitiva. Ioffe se opuso a cualquier tipo de plazo, argumentando que eso podía convertirse en una fuente más del conflicto. Al final no se adoptó ningún plazo.

Por todas estas discrepancias no fue posible firmar los preliminares y el armisticio el 8 de octubre, a pesar de que, como dijo Ioffe, las dos delegaciones trabajaron “día y noche”. Además, había dificultades puramente técnicas. Pero no hay duda de que también los polacos demoraron conscientemente la firma por propio interés, puesto en los progresos de las tropas polacas.

La redacción final de la paz preliminar y el armisticio se completó el 11 de octubre. A la mañana siguiente, Dabski recibió dos cables de Varsovia. Sapieha señalaba que sería inapropiado firmar el tratado sin consultar con la Entente sobre la precisa terminología de la redacción final, y, en consecuencia, urgía a Dabski a demorar la firma. Por otra parte, Witos lo urgía a firmar: “¡Firma”...Tu paz es muy buena”.

Seguiremos
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Jue Mar 15, 2012 8:39 am

¡Hola a todos!

A las 7:30 p.m. del 12 de octubre de 1920 se firmó la paz preliminar y el armisticio en la espaciosa Cámara Blanca del Salón de la Melngalvju nams (Casa de las Cabezas Negras). A la ceremonia asistieron unas doscientas personas, incluidos todos los cuerpos diplomáticos acreditados en Riga, destacados funcionarios letones y periodistas.

Según los términos de los preliminares, Polonia reconocía la independencia de Ucrania Soviética y Bielorrusia Soviética basada en el principio de la autodeterminación nacional. La línea de frontera, definida como una “entre Polonia de un lado y Ucrania y Bielorrusia del otro”, fue trazada a lo largo de la línea Dabski. Creaba un corredor entre Lituania y el estado soviético conectando Polonia con Latvia, dejando del lado polaco el ferrocarril estratégico Baranowicze-Luniniec-Sarny-Równe, y reconocida toda Galicia del Este como polaca (véase el último mapa colgado). Una importante cláusula estipulaba que en la medida en que al oeste de esta frontera había territorios impugnados por Polonia y Lituania, el asunto debía resolverse exclusivamente entre esas dos partes.

Polonia y el estado soviético juraban respetar mutuamente su soberanía y abstenerse de interferir en sus asuntos internos. También prometían incluir en el tratado de paz definitivo una obligación de no apoyar organizaciones que persiguieran la lucha armada contra la otra parte, o a socavar su orden político y social. Desde el momento de intercambio de los documentos de ratificación, ambas partes quedaban mutuamente obligadas a no apoyar hostilidades de terceras partes contra la otra parte.

Con la firma de los preliminares iban a crearse comisiones mixtas para asegurar (1) la inmediata liberación de rehenes, (2) el intercambio inmediato de prisioneros civiles, internados y, de ser posible, prisioneros de guerra, y (3) el regreso de exiliados, refugiados y emigrantes. Debía concluirse sin demora un acuerdo especial sobre estos asuntos.

Inmediatamente después de la firma, debían emitirse ordenanzas especiales suspendiendo todo tipo de acción legal contra, y deteniendo las ejecuciones de las penas con respecto a, prisioneros civiles, internados, rehenes, exiliados, emigrantes y prisioneros de guerra. Estas personas tenían el derecho de rechazar su regreso a casa y sus autoridades locales tenían el derecho a no aceptarlas.

La mayoría del resto de artículos listaban los asuntos que debían tratarse en el tratado de paz definitivo. El más importante de ellos era el Artículo X, que estipulaba, entre otras cosas, que el tratado definitivo preveía (1) tener en cuenta la participación activa de Polonia en la vida económica del antiguo Imperio Ruso; (2) mutuas reevacuaciones y retorno de la propiedad mueble -perteneciente a cuerpos del estado, cooperativas, instituciones, individuales y corporativas- tomada o evacuada desde el 1 de agosto de 1914; (3) el regreso de los archivos, bibliotecas, obras de arte, reliquias del pasado, etc., llevadas de Polonia a Rusia desde las particiones de Polonia; (4) acuerdo de reclamaciones de personas privadas y grupos colectivos de cada parte contra el gobierno y las instituciones de la otra parte; y (5) garantía del estado soviético a Polonia y sus ciudadanos de concesiones de gran alcance con respecto a las restituciones de propiedad e indemnizaciones por las pérdidas sufridas durante la Revolución y la Guerra Civil en Rusia y Ucrania. Además, el tratado definitivo daría derechos de tránsito mutuos a ambas partes.

La paz preliminar debía ratificarse no más tarde de quince días a partir de la firma. El intercambio de los documentos de ratificación tendría lugar en Liepaja, una ciudad porteña en el norte de Latvia, no más tarde de 21 días después de la firma, es decir, no más tarde del 2 de noviembre. Los preliminares eran legalmente vinculantes desde el momento del intercambio de los documentos de ratificación.

Seguiremos.
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Vie Mar 16, 2012 11:38 am

¡Hola a todos!

Un protocolo secreto adicional servía de explicación detallada de los artículos X a XII de los preliminares. Declaraba que la participación activa de Polonia en la vida económica del antiguo Imperio Ruso incluía su participación en la creación de las reservas de oro del Banco Estatal imperial. A cuenta de sus obligaciones monetarias hacia Polonia, el estado soviético haría un adelanto consistente en oro, materias primas y concesiones de madera en bosques de propiedad estatal convenientemente situados cerca de la frontera polaca. La cantidad del adelanto iba a ser determinada por una comisión mixta especial creada dentro del mes siguiente al cambio de los documentos de ratificación.

Además, el estado soviético tenía que devolver a Polonia, o indemnizarla por, la propiedad, de cualquier naturaleza, confiscada por las autoridades soviéticas cuando ocuparon las instalaciones de agencias polacas en territorio soviético. Finalmente, el protocolo declaraba que las mercancías transportadas a través de Polonia hacia el estado soviético, y viceversa, no estarían sujetas a ningún gravamen especial de tránsito. Sin embargo, Polonia era libre de regular las condiciones de tránsito de mercancías procedentes de Alemania y Austria.

Agregado a los preliminares iba el armisticio. El cese de las hostilidades debía ocurrir a los seis días de la firma; es decir, a medianoche de la noche del 18-19 de octubre. La línea del armisticio seguía la línea del frente al sur de Nieswiez, esto es, en los sectores medio y sur. En el sector norte, la línea de armisticio discurría a lo largo de la línea de frontera, lo que significaba que las tropas polacas tenían que retirarse de Minsk antes del cese de las hostilidades. La zona neutral en ese sector iba a ser creada mediante la retirada de las tropas soviéticas quince km al este de la línea del armisticio. Tras el cambio de los documentos de ratificación, las tropas polacas y soviéticas en los sectores medio y sur tomarían posiciones a lo largo de la frontera, pero no más cerca de 15 km de ella. Así se crearía una zona neutral de 30 km. Una comisión militar especial mixta de armisticio sería creada y encargada de la implementación del acuerdo de armisticio.

El armisticio se concluyó para 21 días; durante ese periodo era denunciable a las 48 horas de su notificación previa. Después, la tregua se extendería automáticamente hasta la ratificación de un tratado de paz definitivo; luego sería denunciable con un aviso de 14 días.

Tras la firma del 12 de octubre, polacos y soviéticos buscaron ratificar el acuerdo lo más rápidamente posible. Sin embargo, el liderazgo bolchevique no estaba por la labor de convocar otra sesión plenaria extraordinaria del Comité Ejecutivo Central (CEC) para ratificarlo, quizás por temor a que los preliminares, como la declaración previa del CEC, provocaran la crítica de la facción proguerra. Sea como fuere, el Politburó creó una comisión especial compuesta por Chicherin, Petr Stuchka y A. S. Enukidze “para estudiar cuidadosamente desde el punto de vista legal si sería suficiente ratificar la paz polaca por el SNK [Consejo de los Comisarios del Pueblo] y el Presidium del VtsIK [CEC]”.

La respuesta de la comisión a esta cuestión fue aparentemente negativa, pues una sesión plenaria extraordinaria del CEC tuvo lugar el 23 de octubre. En sus comentarios de apertura, Chicherin describió la paz preliminar como “un compromiso” por el cual se cambiaban concesiones territoriales soviéticas por la renuncia polaca del federalismo. A pesar de algunas discrepancias y recelos, el CEC ratificó por aclamación la paz preliminar. El parlamento polaco había debatido los preliminares un día antes y ratificado el acuerdo por aclamación.

Los documentos de ratificación fueron debidamente intercambiados en Liepaja el 2 de noviembre; la paz preliminar se convirtió, de esta forma, en legalmente vinculante, y la guerra soviético-polaca finalmente se acabó.

Las negociaciones continuaron con un conjunto de problemas, discusiones, rupturas y reanudaciones que solo se solventaron en un acuerdo de paz firmado finalmente el 18 de marzo de 1921 en la misma Cámara Blanca del Hall de la Casa de las Cabezas Negras. Esta fase y el acuerdo de paz ya me parecen temas que sería excesivo seguir tratando en este hilo, y más propios de otro dedicado exclusivamente al Tratado de Paz de Riga.

Tan pronto pueda, prepararé la prometida exposición del affair Stalin-Thukachevsky y su debate posterior en la Rusia soviética.

Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Sab Mar 17, 2012 7:57 pm

¡Hola a todos!

Al analizar la ofensiva soviética del Vístula y las decisiones tomadas a diferentes niveles de mando en el Ejército Rojo, destacan, a mi juicio, tres factores principales que, en su conjunto, explican la derrota del Frente Occidental de Tukhachevsky en la llamada Batalla de Varsovia y, por extensión, en su campaña contra Polonia: uno político en la conducción de la guerra, otro de coordinación en la conducción de la campaña, y otro de disciplina militar. Los tres factores ya han sido comentados en el resumen que he realizado de Borzecki, pero ahora me gustaría destacar lo siguiente.

Cuando las tropas del 4º Ejército soviético llegaron al Bug, su comandante (Sergeev) decidió que había llegado el momento de conceder a su ejército, debido a la condición de sus tropas, una pausa operacional de dos semanas para resolver los problemas logísticos y dar descanso y reforzar a sus unidades. Pensaba que esta pausa permitiría a Tukhachevski reorganizar sus ejércitos y reforzar el Frente Occidental. Además, creía que esa pausa frente a las fronteras étnicas perjudicaría los esfuerzos polacos encaminados a formar nuevas unidades al eliminar, al menos temporalmente, la amenaza de una nueva dominación rusa, la que sin duda encendería los ánimos nacionalistas polacos para defender a su patria contra su secular enemigo ruso.

Tukhachevsky decidió de otra forma, ordenando la continuación de la ofensiva. Dos años más tarde escribiría que su decisión había sido la correcta. Admitiendo que sería preferible hacerlo con un buen sistema logístico y las unidades a plena fuerza, sin embargo razonó que esas ventajas podrían ser compensadas explotando las otras ventajas que ofrecía la continuación de la ofensiva, tales como la desmoralización de las tropas polacas y el espíritu derrotista reinante en el Alto Mando polaco. En estas circunstancias, seguía Tukha, una pausa operacional sólo jugaría a favor de los polacos, dándoles el tiempo necesario para reorganizar su situación militar, saliendo reforzados, además, por la ayuda británica y francesa. Además, Tukha creía que tenía al alcance de sus manos la posibilidad de destruir el mundo capitalista no sólo en Polonia sino también en Europa. Bajo tales circunstancias, concluyó, “teníamos el derecho y teníamos que continuar nuestra ofensiva”.

Aquí tenemos ya dos puntos de vista diferentes cuyo ámbito de decisión queda limitado, en principio, al Frente Occidental soviético. Tanto Tukha como Sergeev tenían buenas razones para argumentar sus conclusiones sobre cómo continuar la ofensiva; Tukha apoyó su conclusión en el momento psicológico reinante, en la moral de las tropas y de sus líderes, creyendo que los polacos estaban a un solo empujón del colapso militar. Sergeev basó su consideración en un razonamiento mucho más realista y acorde con la ortodoxia militar. Ambos extrajeron conclusiones políticas en el bando polaco probablemente sin disponer de los elementos de juicio necesarios para sostenerlas. Tukha dio por hecho algo que realmente estaba lejos de cumplirse: el refuerzo de la ayuda aliada a Polonia; Sergeev supuso, sin mucho acierto a mi juicio, que una pausa, necesaria por otra parte, calmaría el fervor patriótico polaco que, en cambio, levantería la continuación de la ofensiva. Al final, obviamente, prevaleció la opinión y la decisión del comandante del Frente Occidental, Tukhachevsky.

Lo peor aún estaba por producirse, y no en el seno del mando del Frente Occidental, sino en el alto mando del Ejército Rojo y en el mando del Frente Suroccidental. Meses antes, cuando los polacos habían lanzado su ofensiva de abril en Ucrania capturando finalmente Kiev, el comandante en jefe del Ejército Rojo, Sergei Kamenev, había decidido que tenía que buscar la decisión estratégica en Bielorrusia, pues ofrecía la ruta más directa para penetrar en la propia Polonia a lo largo del eje Smolensk-Minsk-Varsovia. En una conversación que mantuvo con Yegorov, el comandante del Frente Suroccidental, Kamenev le informó que el Frente Occidental constituiría la “principal dirección”, mientras que el Suroccidental jugaría un importante papel de apoyo a lo largo del eje Berdichev-Rovno-Kovel'-Brest. También le informó que debido a las grandes distancias involucradas y a la presencia de los Pantanos del Pripet, que dividían el teatro occidental en dos, Moscú ejercería la coordinación de los dos frentes soviéticos.

Dicha coordinación no entrañaba mayores dificultades en tanto en cuanto los Pantanos del Pripet mantuvieran separados a los dos frentes soviéticos. Ahora bien, cuando ambos frentes perdieran la protección de flanco que brindaba los Pantanos del Pripet, la coordinación comenzaría a ser una tarea mayor. Y eso sucedió efectivamente a finales de julio, sólo que la coordinación de los dos frentes se resquebrajó. Ignorando su papel de apoyo a la “principal dirección” del Frente Occidental, Yegorov y Stalin (comandante y comisario del Frente Suroccidental), movieron sus ejércitos hacia el suroeste contra las tropas polacas en Lwow en vez de dirigirlos hacia el noroeste en la dirección general de Lublin y Varsovia. Kamenev, aparentemente extasiado por los recientes éxitos del Ejército Rojo, aceptó esta subversión de su plan original.

Pero también Tukhachevsky pareció actuar cegado por el éxito y la ambición. A pesar de los problemas que tenía delante (flanco expuesto, logística quebrada y carencia de refuerzos), exhortó a sus tropas a continuar avanzando creyendo que los polacos estaban ya al borde del colapso. Orientó el grueso de sus fuerzas hacia el noroeste de Varsovia y el 10 de agosto ordenó a las fuerzas de su flanco derecho (ejércitos 4º, 15º y 3º) cruzar el Vístula río abajo desde la capital y voltear el flanco polaco. Por su parte, el 4º Ejército también debía empujar hacia el oeste y cortar el corredor polaco por donde los polacos recibían suministros de la Entente. Este plan era irreal porque sobreestimaba las capacidades soviéticas y esparcía, en vez de concentrar, las fuerzas de ese ejército lejos del principal campo de batalla en un momento decisivo. Además, esta especie de fijación de Tukha con el norte de Varsovia probablemente desvió su atención de la situación en su flanco izquierdo, donde unas unidades escasas de fuerzas cubrían la unión de su frente con el Frente Suroccidental. El gran teórico soviético Isserson, entonces en la 18ª División de Fusiles del 4º Ejército, definió esta situación del flanco izquierdo como “el Talón de Aquiles del plan de Tukhachevsky”.

La guida a este cúmulo de decisiones controvertidas y divergentes se puso en la forma de una serie de actos de clara insubordinación militar. Por poderosas que fueran las razones que tenían Yegorov, Stalin y Budennyi para discrepar de las órdenes que habían recibido, su desobediencia no estuvo justificada. El 11 de agosto Kamenev ordenó a Yegorov y Stalin que pusieran a dos de sus ejércitos bajo el control del Frente Occidental, moviéndolos hacia el noroeste en la dirección general de Lublin y Zamosc con la intención, no expresada explícitamente por Kamenev, de conseguir un doble envolvimiento de las fuerzas polacas en Varsovia. En el peor de los casos, aunque el doble envolvimiento no hubiese sido la intención real de Kamenev, la llegada a tiempo de estos ejércitos al área de Lublin habría asegurado el flanco izquierdo de Tukha. Pero Yegorov y Stalin demoraron una y otra vez la partida de esos dos ejércitos hasta que fue demasiado tarde.

¿Quién o quiénes tuvieron la culpa de la debacle que siguió en la ofensiva del Frente Occidental? En mi opinión personal, todos tuvieron su parte de responsabilidad, comenzando por Lenin y acabando por Budennyi, aunque el grueso de la misma yo lo cuelgo a las espaldas de Tukhachevsky, pues al fin y al cabo él era el comandante del Frente Occidental que había decidido forzar en exceso su maquinaria militar en pos de unos objetivos demasiado ambiciosos para los medios a su disposición. Naturalmente, si su ofensiva hubiese acabado en éxito, no estaríamos hablando así, miremos adonde miremos para buscar a los culpables de la derrota.

En la posguerra las discusiones y los debates sobre estos sucesos no cesaron en años. Aunque tengo para mí que el fondo de los mismos perdió su carácter militar hasta acabar convirtiéndose en una competición de reproches y recriminaciones de claro trasfondo político. Y cuando Stalin consolidó su poder a finales de los veinte, estaba claro que Tukhachevsky iba a ser el chivo expiatorio de la derrota soviética contra Polonia.

Quien sentó cronológicamente la línea de interpretación anti-Tukhachevsky fue Saphoshnikov en su En el Vístula de 1924. De opinión contraria fue el gran teórico Triandafillov, aunque su visión sobre el asunto fue parada en seco por órdenes superiores. En un artículo de 1925 titulado “La Coordinación entre los frentes Occidental y Suroccidental durante la Ofensiva de Verano del Ejército Rojo en el Vístula en 1920”, Triandafillov señaló que el mando del Frente Suroccidental, al no cooperar con el Frente Occidental, aumentó la distancia que lo separaba de él cada día más, y al conducir una ofensiva excéntrica contra Lwow puso al Frente Occidental en una posición crítica en el Vístula. No pudo seguir hablando de ello. Yegorov en su Lwow-Warsaw 1920. La Coordinación de los Frentes (1929) intentó justificar la preocupación de su frente con Lwow, y atribuyó la derrota del Frente Occidental sólo a los errores de Tukhachevsky. Budennyi, cuya insubordinación como comandante del Primer Ejército de Caballería también jugó su parte en la debacle del Frente Occidental, también culpó a Tukha.

Melikov ofreció un punto de vista más equilibrado. En El Marne-1914, El Vístula-1920, Smyrna-1922 (1928) argumentó que habría sido más sensato por parte de Tukha detener la ofensiva del Frente Occidental en el Bug a principios de agosto para dar tiempo tiempo a la llegada de sus servicios de retaguardia y refuerzos. Esta pausa permitiría a Tukha reanudar la ofensiva desde una posición más favorable, con una buena oportunidad de victoria sobre los polacos, que no tendrían tiempo suficiente para recuperarse. El punto de vista de Melikov sobre la necesidad de una “pausa operacional” se convertiría en uno de los componentes principales de la teoría militar que estaba emergiendo en el Ejército Rojo.

A finales de la década de 1920, la interpretación de la campaña en contra de Tukha se había convertido en la versión oficial de los hechos. Tukha tuvo la oportunidad de replicar a sus críticos en un debate de 1929 patrocinado por la Sociedad Histórico-Militar de la Academia de Guerra. Aquí Tulkha sólo dejó caer de puntillas el fatídico papel jugado por el Frente Suroccidental en la campaña, evidentemente para no calentar más los ánimos. Pero se mostró mucho más decidido al atacar la noción de una pausa en el Bug, que entonces tenía bastante aceptación en la academia. Dijo que la idea de una “pausa operacional” era “inaceptable” y no justificada por la situación. Añadió que la misma noción de “pausa operacional” era “decadente” bajo las circunstancias de la guerra civil y comparó su propagación dentro de la academia a una canción “plañidera” del popular cantante emigrado Aleksandr Nikolaevich Vertinskii. Picado, Melikov se revolvió diciendo con sarcasmo, “¿Quizás quieres una banda militar, también?”. En ese momento el auditorio quedó envuelto en un ensordecedor tumulto que dio paso a un debate caótico sin ningún resultado claro.

En 1930 se publicó el famoso libro de Triandafillov titulado El Carácter de las Operaciones de los Ejércitos Modernos, lo que dio pie a otro acalorado debate en el Ejército Rojo sobre la campaña polaca. Tomaron parte, entre otros, Gamarnik, que acababa de ser nombrado jefe del Directorado Político del RKKA, Tukhachevsky, Yegorov, Budennyi, Uborevich, el gran teórico Varfolomeev, y Eideman, el jefe de la Academia Militar Frunze. Discutiendo sobre el papel que jugaría la caballería en la guerra del futuro, una parte, con Budennyi de figura destacada, abogó por la prevalencia de la caballería, mientras que la otra, con Tukha en cabeza, predijo su sustitución por los tanques y la infantería mecanizada. La posición de Tukha levantó la ira de uno de los participantes en el debate, quien señaló, buscando defender la continuidad de la caballería, cuán útil se había probado ésta en la guerra con Polonia. Y añadió que si no hubiera sido por las órdenes de Tukhachevsky, el Primer Ejército de Caballería habría capturado Lwow. Y acto seguido le espetó en la cara a Tukhachevsky: “¡Deberías haber sido colgado por lo de 1920!”. Todo el auditorio quedó atrapado en un “silencio mortal” y el rostro de Tukha “se tornó pálido”. Gamarnik, que presidía la reunión, se levantó en ese instante y abandonó el auditorio, suspendiéndose la conferencia hasta su vuelta. Al poco tiempo regresó, tras haber hablado con Voroshilov, y anunció que la conferencia se reanudaría otro día, pero ese día nunca habría de llegar.

En enero de 1932, Tukhachevsky, entonces vicecomisario de Defensa responsable del programa de rearme de las fuerzas armadas, remitió un memorando a Stalin en el que se quejaba de la “incorrecta enseñanza” de los sucesos de la Guerra Soviético-Polaca en la Academia Frunze y señalaba a Melikov como el principal culpable. El memorando fue remitido posteriormente a Voroshilov, quien realizó una serie de comentarios en los márgenes del memorando sobre Melikov. Este último se enteró del memorando y escribió una respuesta a Stalin en la que señalaba ladinamente que la posición de Tukha afectaba a la propia reputación de Stalin como comisario político del Frente Suroccidental en 1920. Esta guerra de correspondencia acabó poco después cuando se anunció que se celebraría en la academia una discusión pública de la campaña polaca. De esta conferencia dijo Isserson que había sido una conspiración contra Tukha, y que Eideman y Melikov habían sido llamados a la oficina de Voroshilov para recibir instrucciones sobre cómo debían dirigir el debate. Tukhachevsky no fue invitado a participar. De quienes hablaron en la conferencia, sólo "uno o dos", aparte de Isserson, defendieron a Tukhachevsky,

Y con esto finalizo mi intervención, no sin detallar la fuente de la información suministrada en este mensaje: Richard W. Harrison, Architec of Soviet Victory in World War II. The Life and Theories of G. S. Isserson (McFarland & Company, Inc., Publishers, 2010), pp. 60-64.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9912
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Las "Zonas Fronterizas" polaco-rusas

Mensaje por José Luis » Dom Mar 18, 2012 11:32 am

¡Hola a todos!

Esta es otra breve digresión con la intención de dar una pincelada a la política de los nuevos estados resultantes del Tratado de Paz de Riga de 1921. Esos estados fueron perdiendo sus regímenes pluralistas (democracias) a lo largo de 1926-1934 a favor de regímenes autoritarios gobernados por sistemas dictatoriales de corte derechista.

El régimen Sanacja, moderadamente autoritario, de Pilsudski, producto del golpe de estado de 1926 que derrocó el gobierno parlamentario de Wojciechowski, discriminó a los ucranianos y bielorrusos que, en conjunto, representaban sobre el 20 por ciento de la población de Polonia, pero que predominaba en sus provincias orientales, las menos desarrolladas del país y donde las tensiones étnicas y agrarias eran endémicas. Aunque los polacos eran una minoría en esas provincias, representando alrededor del 30 por ciento de su población, eran propietarios de la mayor parte de la tierra. Con el objetivo de intentar polonizar esas áreas orientales, el estado polaco patrocinó el asentamiento de veteranos de guerra polacos (osadniks) en sus mejores tierras para servir de puntos fuertes en esos territorios, creando un estado similar al de los cosacos en la Rusia Imperial. La intrusión de 200.000 polacos privilegiados agravó todavía más las ya difíciles relaciones étnicas de esta zona geográfica. En vísperas de la IIGM, el 47 por ciento de la tierra de las regiones con predominio ucraniano pertenecían a los terratenientes, un 80 por ciento de los cuales eran polacos, mientras que el 16 por ciento de la población rural eran trabajadores agrícolas sin tierra. De todos los propietarios de tierras, el 76 por ciento tenía menos de 2 hectáreas, lo que se consideraba inadecuado para mantener a una familia. La escasez de tierras entre ucranianos y bielorrusos provocó frecuentemente grandes disturbios e incluso la insurgencia contra los terratenientes y osadniks polacos.

El gobierno polaco intentó asimilar a las minorías y fue cerrando gradualmente las escuelas que enseñaban en sus lenguas nativas. Desde 1922 a 1938 el número de escuelas de secundaria ucranianas en Galicia disminuyó notablemente, de 2.426 a 352, y en Volhynia de 443 a 8. No existía ninguna universidad ucraniana en Polonia. Esta desigualdad económica y social se vio incrementada con la política de polonización, provocando la hostilidad de las minorías hacia el gobierno y hacia los polacos, y la resistencia que polarizó las comunidades eslavas entre izquierdistas y nacionalistas.

En Volhynia, la Unión de Trabajadores y Campesinos, una alianza de partidos de izquierda y una organización del ilegal partido comunista, reivindicó la redistribución de las tierras al campesinado ucraniano sin compensación a sus propietarios. Fue el partido más popular de la región a principios de los treinta. También el partido comunista mantuvo puntos fuertes durante toda la década de 1930 en las regiones con predominio bielorruso. En el lado opuesto del espectro político, la Organización de los Nacionalistas Ucranianos emergió en 1929 con jóvenes radicales frustrados ante la incapacidad de los partido políticos convencionales para defender los intereses de la comunidad ucraniana. Esta organización era un grupo revolucionario clandestino que buscaba unir todas las tierras pobladas por ucranianos para formar un estado ucraniano independiente. Estuvo involucrada en una campaña de asesinatos contra funcionarios polacos para provocar disturbios políticos y radicalizar a los ucranianos para que se levantaran contra el estado polaco.

En las regiones del Báltico el sistema menos autoritario era el del presidente Konstantin Päts en Estonia, y el más autoritario el del dictador Antanas Smetona en Lituania. La mayoría de los bálticos políticamente activos apoyaba o toleraba el autoritarismo que traía estabilidad política y crecimiento económico (la agricultura dominaba la economía). En Lituania los granjeros constituían el 76 por ciento de la población total en 1939-1940, y en Estonia y Latvia el 66,4 y 64,8 por ciento, respectivamente. Se implantaron reformas agrarias en el periodo de entreguerras para reducir la desigualdad en la propiedad de las tierras, con mayor éxito en Latvia y Estonia que en Lituania. En este último país, en 1939 el 2,6 por ciento de los agricultores más ricos (con más de 50 hectáreas) era propietario del 16,1 por ciento de la tierra agrícola, mientras que el 49,5 por ciento de los más pobres (menos de 10 hectáreas) era propietario del 17,2 por ciento.

En la región del Báltico, un lote de 10 hectáreas era lo que se consideraba el mínimo suficiente para mantener a una familia, pero en 1940 la mitad de los campesinos lituanos y un tercio de los letones y estonios todavía tenían lotes más pequeños y sobrevivían solamente trabajando como aparceros. Los campesinos sin tierra representaban el 21,3 por ciento de la población trabajadora rural de Lituania; en Latvia la reforma agraria había reducido la proporción de campesinos sin tierra del 61,2 al 18 por ciento entre 1920 y 1937, pero no eliminó el uso de tierra arrendada.

Los tres estados mantuvieron guardias nacionales (Sauliu Sajunga en Lituania, Aizsargi en Latvia y Kaitseliit en Estonia). Eran milicias armadas voluntarias que se convirtieron en los baluartes del autoritarismo. Sus miembros procedían principalmente de las clases media y baja, y estaban mandadas por oficiales de la reserva. A finales de los treinta, la Sauliu Sajunga tenía unos 50.000 miembros; la Kaitseliit unos 42.600, y la Aizsargi unos 42.000.

Cuando los soviéticos comenzaron su expansión hacia el Oeste, las minorías étnicas de Polonia fueron más amistosas hacia los soviéticos que hacia los bálticos, en parte porque las tensiones sociales en Polonia oriental eran mayores que en la región del Báltico, en parte porque pocos miembros de estas minorías se asociaban con el estado polaco y lamentaban su desaparición, y en parte porque las barreras culturales entre ucranianos y bielorrusos en Polonia oriental y sus homólogos en la Unión Soviética eran menores que las existentes entre eslavos y bálticos. La existencia de sentimientos izquierdistas en partes de Polonia oriental ayudó a los soviéticos a establecer su autoridad. Los campesinos establecieron comités revolucionarios de propia iniciativa y los soviéticos dividieron la Polonia oriental entre las repúblicas de Ucrania y Bielorrusia, entregando la región de Wilno a Lituania.

Tal como habían hecho en la Revolución de Octubre, los soviéticos introdujeron rápidamente reformas agrarias radicales, dando a los campesinos más pobres y a los trabajadores tierras que habían confiscado a terratenientes y a la Iglesia. Redujeron el desempleo urbano y promocionaron la cultura étnica local, haciendo del ucraniano y bielorruso lenguas oficiales. Reformaron el sistema escolar, introduciendo la educación secundaria obligatoria con un currículum en ucraniano y bielorruso. Se "ucranianizó" la universidad polaca de Lwow y se mejoró considerablemente la sanidad. Pero los soviéticos, lejos de perseguir la igualdad étnica, discriminaron a los polacos, prohibiendo su idioma en la educación secundaria y universidades, y vetando su entrada en la administración.

Si para ucranianos y bielorrusos la invasión soviética supuso simplemente un cambio de amos, para los bálticos supuso la pérdida de su independencia, si bien una parte considerable de minorías rusas y judías recibieron favorablemente a los soviéticos.

Fuente: Alexander Statiev, The Soviet Counterinsurgency in the Western Borderlands (New York: Cambridge University Press, 2010), p. 35 y ss.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Responder

Volver a “Temas generales”

TEST