NSDAP e Iglesia antes de 1933

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

Moderadores: José Luis, PatricioDelfosse

Responder
Avatar de Usuario
Eckart
Miembro fundador
Miembro fundador
Mensajes: 4624
Registrado: Sab Jun 11, 2005 9:07 pm
Ubicación: Valencia (España)
Contactar:

NSDAP e Iglesia antes de 1933

Mensaje por Eckart » Vie Ago 17, 2007 4:32 pm

Antes de recibir el cargo de Canciller y después de comenzar a tener cierta popularidad como político, Hitler y su partido eran observados con muchas reservas por la Iglesia y los partidos católicos, sin que duras críticas contra su doctrina y él mismo fueran ahorradas. He aquí unos ligeros apuntes:

A principios de los años 30 las publicaciones católicas denunciaban la brutalidad de Hitler, su belicismo y su desprecio por los derechos humanos, advirtiendo de que su doctrina contradecía claramente las enseñanzas del catecismo. El aire neopagano que envolvía al creciente culto a Hitler servía de refuerzo negativo para los cristianos a la hora de tomar en buena consideración al NSDAP. El llamado “culto al Führer” llevaba implícitas unas motivaciones pseudoreligiosas con un aspecto de fe secularizada ciertamente alarmante. El cardenal Bertram, de Breslau, declaró en su mensaje de año nuevo de 1931 que el nacionalismo extremista que glorificaba en exceso a la raza sólo podía conducir a despreciar la Revelación y los mandamientos divinos. "Evitemos las vanas entelequias de una sociedad religiosa nacional que ha de arrancarse de la roca de Pedro y a (sic) guiarse únicamente por las teorías raciales de una enseñanza ariopagana acerca de la salvación. Eso no es si no la falsa entelequia de unos falsos profetas". (1)

Otro motivo importante de rechazo por parte de los cristianos fue la publicación del libro de Alfred Rosenberg “El mito del siglo XX”, obra que convirtió a su autor en persona non grata y “detestable” para la Iglesia. Sin embargo, los nazis no estaban dispuestos a callar ante los ataques que sufrían desde distintos sectores de la Iglesia católica y se negaron el los Parlamentos provinciales a la introducción de unos concordatos para Baden y Prusia, alegando razones puramente políticas y no de diferencias religiosas.

Aun en 1932, durante las elecciones presidenciales, los partidos católicos seguían distanciados del NSDAP. Decidieron dar su apoyo a la candidatura de Hindenburg, llegando a descalificar a Hitler personalmente -en el caso de los oradores del Partido Popular Bávaro (Bayerische Volkspartei, BVP)-, por sus pobres orígenes sociales e intelectuales y por su falta de talla comparado con Hindenburg, “un héroe de guerra”, pues aquel había abandonado Austria huyendo del servicio militar.

Hitler era totalmente consciente de lo complicado que resultaba atraer a esa importante parte del electorado que era el católico para un partido cuyos jerifaltes repudiaban la Iglesia abiertamente, por lo que se dedicaron importantes esfuerzos a negar la condición anticristiana del movimiento y mostrarlo como un partido “positivamente cristiano” en regiones predominantemente católicas como Renania y Baviera. El miedo al marxismo, algo en lo que coincidían cristianos y nacionalsocialistas sin fisuras, era aprovechado por el NSDAP para ofrecerse como el único muro de contención posible contra él. Hitler pedía una y otra vez que católicos y protestantes permaneciesen unidos al NSDAP para hacer frente a las fuerzas del “comunismo internacional”.

Oficialmente, la postura de la Iglesia católica el 30 de enero de 1933 era de reserva. A excepción de unos pocos, los sacerdotes católicos no habían apoyado abiertamente al partido nazi, aunque sí un buen número de ciudadanos de la misma confesión. Con la Iglesia evangélica las cosas fueron distintas, ya que el nazismo era mejor aceptado por estos, sumidos en un periodo de dudas teológicas tras el desastre de la Gran Guerra y en la búsqueda de una nueva doctrina que fuera conservadora pero no anticuada, que resultase luterana pero no sujeta a los principios del siglo XVI y que, sobre todo, fuera alemana.

Fueron muchos los fieles que mantuvieron la ilusión de que los primeros ataques contra la Iglesia, los campos de concentración, la censura y las detenciones no eran más que medidas temporales, necesarias en una época revolucionaria, que se calmarían una vez establecido un gobierno fuerte y autoritario. Las reservas de la Iglesia católica comenzaron a remitir cuando a partir la primavera de 1933 las muestras de tolerancia que Hitler tuvo con ella y el posterior Concordato con la Santa Sede, vinieron a confirmar, aparentemente, la idea que permanecía en la mente de los obispos desde tiempo atrás: que en el fondo, en el nazismo había algo positivo y que, algún día, el NSDAP se libraría de todo aquello que en su programa chocaba con la Iglesia.

(1) Conway, J.S. La persecución religiosa de los nazis 1933-45. Barcelona: Plaza & Janes S.A. Editores, 1970. p. 46. Conway toma la información de Müller, H. Katholische Kirche und Nationalsozialismus. Munich, 1963.


Fuente:
CONWAY, J.S. La persecución religiosa de los nazis 1933-45. Barcelona: Plaza & Janés S.A. Editores, 1970.

Un saludo.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
Ian Kershaw

Responder

Volver a “Temas generales”

TEST