José Luis escribió: ↑Mié Ene 07, 2009 2:25 pm
¡Hola a todos!
Así titula Robert Mallet su estudio sobre la política exterior de Mussolini entre 1933 y 1940 (
Mussolini and the Origins of the Second World War, 1933-1940. New York: Palgrave Macmillan, 2003). ¿Hasta qué punto fue determinante la política exterior de Mussolini para posibilitar el estallido de la IIGM? Este tema es muy interesante (y apasionante). Voy a traducir en unos cuantos mensajes el primer capítulo de Mallet (
Contrasting Interpretations of Mussolini and the Origins of the Second World War), que es una excelente introducción a la materia.
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La discusión académica sobre los antecedentes inmediatos de la Segunda Guerra Mundial se ha concentrado extensamente en dos elementos claves: la reemergencia del expansionismo alemán tras la subida de Hitler al poder en enero de 1933, y la respuesta que dieron a ello las principales potencias europeas, Francia y Gran Bretaña.
Como observa Philip Bell, tras la Primera Guerra Mundial, Europa, y en particular Europa oriental, se encontraba en una “condición profundamente inestable”. Alemania, cuya deriva expansionista había llevado al estallido de la guerra en 1914, “fue golpeada pero no destruida”, y en la Alemania de entreguerras “persistía la voluntad de tratar de conseguir de nuevo la dominación de Europa, que casi fue lograda en 1914-1918”. Este dominio, como Hitler anotó en
Mein Kampf, debía ser expresamente afirmado en Europa central y oriental. Las principales democracias y potencias imperiales europeas, Francia y Gran Bretaña, inicialmente “apaciguaron” el régimen de Hitler, y aceptaron la expansión nazi en la Renania (1936), Austria (1938) y la región de los Sudetes de Checoslovaquia (1938), antes de que determinaran gradualmente, en 1939, detener este expansionismo, incluso si ello resultaba en una segunda grave guerra europea. Los cálculos de Hitler, alimentados por las opiniones de su ministro de Exteriores, Joachim von Ribbentrop, de que los gobiernos británico y francés no intervendrían tras el ataque alemán sobre Polonia a principios de septiembre de 1939, se demostraron incorrectos. El resultado fue el estallido de un segundo mayor conflicto global.
Se ha dedicado considerablemente menos atención académica al papel de la Italia fascista en los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el debate mismo se ha mostrado a menudo profundamente dividido. Fuera de Italia, los académicos están de acuerdo en general en que Mussolini tenía su propia agenda expansionista. Sin embargo, dadas las inherentes debilidades de la infraestructura militar y la economía nacional italianas, la realización de las aspiraciones imperialistas del fascismo en el Mediterráneo y África estaba supeditada al apoyo de una Alemania considerablemente más poderosa. Y Hitler, determinado a hacer de Alemania la potencia líder de Europa, consideraba a Italia, como máximo, como un “socio subalterno”.
Mientras tanto, el debate dentro de Italia ha estado dividido por líneas políticas. En líneas generales, los escritores de la “izquierda” están de acuerdo con las opiniones de los académicos extranjeros en cuanto a las intenciones abiertamente agresivas de Mussolini, mientras que los de la “derecha”, representados fundamentalmente por Renzo de Felice y su escuela, niegan categóricamente que la Italia fascista planificara nunca una expansión territorial de gran escala. Del mismo modo, niegan que Mussolini hubiera forjado una alianza política y militar con el Reich de Hitler diseñada para conseguir los objetivos imperialistas del dictador.
Aunque la división intelectual no es exactamente infrecuente entre los académicos, el profundo nivel de desacuerdo que impregna la actual historiografía del fascismo italiano, y en particular el papel de su
Duce en los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial, es tan intenso que merece una atención especial. Sólo analizando estrechamente las interpretaciones existentes del papel de Mussolini en los cruciales hechos que marcaron el descenso de Europa hacia la guerra -la subida de Hitler y la reemergencia del expansionismo alemán, la crisis italo-etíope, y las otras crisis internacionales de 1936-40- se vuelve claro el verdadero alcance de la discrepancia.
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A seguir,
Saludos cordiales
José Luis