El problema fundamental de la Fuerza Aérea Japonesa -y por extensión del resto de las Fuerzas Armadas- era el escaso desarrollo industrial del país en comparación con sus enemigos. No sólo la base industrial era mucho menor que el Japón de posguerra sino que debido a lo reducido del tejido industrial y personal técnico las posibilidades de ingeniería eran menores lo que se traducía en grandes dificultades materiales de todo tipo. Cuando examinamos el armamento japonés, podemos ver como en general se produjo un estancamiento de desarrollo de material nuevo. Los carros de combate seguían siendo los modelos ligeros de los años treinta, la artillería antiaérea ligera seguía teniendo como base el ya anticuado 25 mm diseñado años antes de la guerra. La artillería de campaña eran modelos ligeros de los años veinte en incluso anteriores sin que prácticamente hubiera evolución. Ya habéis comentado el atraso de la aviación pero esto es extensible a la producción de aparatos de detección electrónica, radar, de aparatos de radiocomunicaciones, de sistemas de dirección de tiro lo que causaba una creciente obsolescencia entre todo el equipamiento.
Veamos una analogía con una industria de ingeniería básica como la automovilística. En 1937 los EE.UU., que por cierto estaban todavía sufriendo una fuerte crisis económica, fabricaron 4.800.000 vehículos de todo tipo. Alemania 331.000, Italia 71.000 y Japón tan sólo 26.000. Nombres que ahora asociamos a gigantes industriales como Toyota, Honda y Datsun fabricaron en 1938 las insignificantes cifras de 458, 1.242 y 2.908 vehículos respectivamente (1). El pequeño tamaño de las producciones además impedía el aprovechamiento de economías de escala, dicho de otra forma, es mucho más caro diseñar motores o mecanismos nuevos con lotes de 3.000 unidades que cuando se fabrican 300.000.
La otra causa de la que se habla menos es la capacidad de mantener operativas a las unidades aéreas, navales y terrestres. No sólo fabricaba el Japón muchos menos aviones, menos potentes y más desfasados que su enemigo sino que era incapaz de conseguir las tasas de operatividad, mantenimiento técnico del que hacían gala los norteamericanos. Esto se puede ver en la "cola logística" de cada ejército. En el Pacífico los japoneses tenían por cada combatiente otro militar en unidades de apoyo, ingeniería, suministro, mantenimiento, etc. Ahora bien, los norteamericanos tenían por cada combatiente, ¡nada menos que diecisiete hombres !
minoru genda escribió:Básicamente esas son las causas principales del fracaso de la fuerza aérea japonesa, pero el tema puede dar para largo si se debate a fondo pues una cosa que no se entiende es la falta de coordinación entre la Imperial Japanese Army Air Force y la Imperial Japanese Navy en algunas acciones.
Y aquí tenemos la otra causa poco estudiada y que se resume en el total fracaso del sistema de gestión japonés de la economía de guerra. No sólo imperaba un caos entre los diversos servicios que hacía que cada arma tuviera su propia fuerza aérea sin prácticamente cooperación entre sí, sino que no había ningún organismo superior que asignara los escasos recursos disponibles. Tanto el Ejército de Tierra, la Marina como los grupos industriales libraban una guerra casi tan intensa entre sí como la que sostenían contra los aliados. Se llegaba hasta el extremo de ocultarse información en el desarrollo de proyectos (2). Entre los altos militares había una incomprensión total de lo que suponía la gestión de una economía industrial, se daban órdenes como si fuera un cuartel pero no había criterios de productividad y de gestión eficiente. Y por si fuera poco no había un flujo de información veraz de todo tipo lo que se traducía en una tremenda descoordinación sobre las decisiones a tomar.
Una situación casi surrealista como la que transcribo a continuación da una idea del caos organizativo en el que se movía la economía nipona:
viewtopic.php?f=6&t=8782&start=15
"Los japoneses además aumentaban sus propios problemas al no coordinar los servicios que presentaban rivalidades difíciles de comprender para los estudiosos de la guerra. Cada servicio contaba con una asignación de flete variable. En octubre de 1944 por ejemplo el ejército disponía del 18%, la marina del 22% y la economía disponía del 60% restante. Al no haber un organismo superior que coordinara y organizara el flete total se producía la paradoja de los buques asignados a los servicios militares que navegaban con suministros procedentes del Japón hacia las islas donde se encontraban y regresaban en lastre. ¡ Y eso en una economía que necesitaba flete desesperadamente !
Fuente:
One Day in a Very Long War. John Ellis (pág. 409-414). Pimlico 1999."
(1) Richard Overy: Why the Allies Won (pág. 275). Ed. Pimlico 2006.
(2) Max Hastings: Némesis: La Derrota del Japón (pág. 67-70) Ed. Crítica 2007.