Pearl Harbor: cinco ocasiones perdidas

La guerra en el Pacífico

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gerkamp
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Pearl Harbor: cinco ocasiones perdidas

Mensaje por gerkamp » Dom Abr 10, 2011 8:12 pm

Traigo a ustedes un relato que explica como los estadounidenses desaprovecharon todos los indicios de que Japon pensaba atacar la base de Pearl Harbor. Hay gran controversia acerca de si estos indicios fueron malinterpretados sinceramente o si fueron ignorados con alevosía. Lo cierto es que Hawaii fue atacada y mas 3.000 personas murieron, ademas de que la armada estadounidense sufrió un duro reves. AH por cierto el relato es del libro ''Historias secretas de la segunda guerra mundial'', impreso por T. G. Arte y publicado en la revista Selecciones del reader's digest, España 1960
Pearl Harbor: cinco ocasiones perdidas
por Walter Lord

Desde el 7 de diciembre de 1941, los norteamericanos han estado discutiendo quien fue responsable del desastre de Pearl Harbor. Y con tazon, pues ese ataque sorpresa que llevaron a cabo 353 aviones japoneses fué sin duda una de las victorias militares menos costosas de la historia. Cuando terminó (solo duró dos horas) los 8 acorazados norteamericanos que se encontraban en el puerto habian sido hundidos o averíados, y muchos de los cruceros y destructores tambien fueron alcanzados por las bombas. Las seis grandes bases aereas de Oahu estaban arruinadas y casi todos sus aviones destruidos. Mas de 2400 vidas se habían perdido. Los japoneses, en cambio, de vuelta en sus portaaviones, comprobaron una perdida de tan solo 29 aviones y 55 hombres. Aunque tecnicos y expertos han dedicado mucho tiempo a estudiar el aspecto militar de este asunto, aun mas interesante es el papel desempeñado por las deficiencias inherentes a la naturaleza humana. Ellas fueron en realidad las que impidieron prevenir el desastre del 7 de diciembre; pues, dejando de lado la cuestion de si Washington envió o no envió la informacion suficiente sobre la situacion, como tambien si la del mando estadounidense de Hawaii hizo uso adecuado de sus propios informes y equipo militar, cabe subrayar que en las ultimas horas todavía se presentaron cinco magnificas oportunidades de evitar la tragedia. Debido a que los seres humanos son tan solo eso, seres humanos, las cinco oportunidades se desperdiciaron.

La primera se presentó a las 6:30 de la tarde vispera del ataque, cuando la flota japonesa se encontraba todavia a 800 kilometros de distancia. Mientras Honolulú gozaba de su ultima puesta de sol en tiempo de paz, el teniente coronel George Bicknell, oficial del servicio secreto, llevó apresuradamente al comandante en jefe, general Walter Short, un mensaje por demás interesante: El F.B.I. (oficina federal de investigacion) había interceptado una llamada telefonica de Tokio a un japones en Honolulú. Tokio pedía informacion sobre aviones, reflectores, barcos, el tiempo... y sobre flores. El interlocutor en Hawaii contestó: ''En la actualidad las plantas florecen menos que en cualquier otra epoca del año; sin embargo, los hibiscos y las flores de Pascua se han abierto ya''. Los dos oficiales se quedaron perplejos. ¿Por que razon iba alguien a gastar dinero en una costosa llamada a traves del Pacifico para hablar de flores? Por otra parte, si se trataba de espionaje, ¿Por que se utilizaba para la conversacion un medio tan facil de interceptar como el telefono?

Todavia hoy el sentido de aquella llamada permanece oscuro, aunque lo que ocurrió despues la hace aun mas sospechosa. En ese entonces los dos oficiales, despues de discutir durante una hora, llegaron a una conclusion muy humana: consultar el caso con la almohada, y volver a considerarlo al dia siguiente. Así paso la tarde, y llegó la noche, una noche apacible.
A las 3:42 de la mañana siguiente, cuando la flota japonesa estaba a 450 kilometros de distancia, el pequeño dragaminas ''Condor'' vió aparecer un periscopio cerca de la entrada de Pearl Harbor. Inmediatamente comunicó la novedad al destructor ''Ward'', que patrullaba esa zona. Este se acercó a toda maquina y escudriñó el mar por una hora, pero sin encontrar nada.

El ''Condor'' no avisó nunca a las autoridades lo que habia visto, porque su capitan pensó, muy humanamente, que si no se habia vuelto a descubrir el periscopio en una hora de busqueda, seguramente el se habría equivocado. El ''Ward'', por su parte, no avisó tampoco porque el ''Condor'' no lo hacía, y despues de todo era ese buque el que decia haber visto algo. La estacion naval radiotelefonica, que habia estado escuchando todo el tiempo, calló tambien, puesto que el ''Ward'' y el ''Condor'' callaban, y al fin era asunto de ellos. Asi, hombres bien intencionados, decentes, que luego supieron probar su valor, capacidad e inteligencia, dejaron perder esa oportunidad, pues el periscopio pertenecia realmente a uno de los micro-submarinos japoneses que se disponian a cooperar en el ataque aereo. Y mientras se cambiaban las ultimas señales entre el ''Condor'' y el ''Ward'', los primeros aviones enemigos despegaban ya desde sus portaaviones, a 370 kilometros de distancia.

A las 6:45 de la mañana (la flota aerea nipona estaba a 290 kilometros), el ''Ward'', que todavia patrullaba esa zona, vió frente a Pearl Harbor la torre de mando de un submarino extranjero. Marchó sobre él a toda velocidad; hizo fuego, arrojó cargas de profundidad, y consiguió hundirlo. Un avion de la armada se unió al ataque y dejo caer algunas bombas tambien. Tanto el ''Ward'' como el avion enviaron radiogramas a las bases de costa, avisando que un submarino habia sido hundido en aguas prohibidas. Reaccionado en forma muy humana, los oficiales superiores comenzaron a consultarse por telefono. ¿Qué significaba esto? ¿Sería verdad? ¿No lo sería? Llegaron a la conclusion de que probablemente lo que el ''Ward'' habia visto era una boya. Peor aun seria que hubiesen hundido un submarino estadounidense por equivocacion. Enviaron un destructor de servicio en ayuda del ''Ward'' y decidieron, obrando en forma demasiado humana, esperar nuevos acontecimientos.

A las 7:00 los aviones japoneses estaban a solo 220 kilometros, y dos soldados norteamericanos que atendian la estacion de radar de Opana descubrieron en la pantalla mas manchas de las que jamas habian visto; tantas, en verdad, que pensaron que el aparato se habia descompuesto. Pronto se dieron cuenta de que ese no era el caso, y de que se trataba de una enorme formacion aerea que avanzaba hacia las islas. Telefonearon al centro de informacion, el cual estaba a cargo de un joven subteniente que solo habia desempeñado estas funciones una vez y que no sabia nada respecto al radar. Ninguno de sus superiores estaba ese dia de servicio, y los suboficiales se habian ido a desayunar. Asi, pues, todo dependió en ese momento de un joven oficial que se hallaba en realidad tan impotente como un soldado raso: ningun superior ni inferior a quien consultar, y un desconocimiento absoluto del problema. Por desgracia recordó que al venir a tomar su guardia, que era de cuatro a ocho de la mañana, habia oido en el aparato de radio de su automovil discos hawaianos transmitidos por la estacion KGMB. Y tambien recordó que cuando llegaban aviones de California, esa estacion transmitia toda la noche para orientarlos, indicandoles su posicion. Creyó, por tanto, que se trataba de aviones norteamericanos; no bien llego a la conclusion mas logica, comunicó a los soldados de la estacion de radar, procediendo en forma muy humana, que no debian preocuparse. Los soldados continuaron viendo acercarse los aviones. A las 7:15 estaban a 148 kilometros; a las 7:25 a 100 kilometros. Hasta que por ultimo, a las 7:39, dejaron de verlos en la pantalla, pues ya estaban demasiado cerca para que el radar los registrara.

Aproximadamente a esa hora, un mandadero, Tadao Fuchikami, salía de la oficina telegrafica de la R. C. A. en Honolulú, con un telegrama dirigido al general en jefe. El mensaje habia sido redactafo una hora y media antes en Washington por el general George Marshall, quien acababa de enterarse que lo japoneses se disponían a romper finalmente las negociaciones diplomaticas con EEUU, y que a la una de la tarde asi lo informarían a Cordell Hull, secretario de estado. Era obvio que a la una, hora de Wahington, algo iba a ocurrir, y en ese momento, se´rian las 7:30 am en Pearl Harbor, hora ideal para un ataque aereo sorpresa.

El general no tuvo mas que un pensamiento: dar aviso del peligro. Inmediatamente redactó un mensaje, pero no tomó el telefono que estaba al alcance de su mano; penso muy logicamente que, aunque ese aparato se conectaba con Honolulú mediante un circuito directo, con un sistema especial de proteccion, la llamada podía, sin embargo, poner en peligro la seguridad de su sistema de comunicacion. Prefirió que el mensaje fuese enviado por radio, lo que teoricamente era casi tan rapido. Esa mañana las condiciones atmosfericas eran malas. Como esto podia impedir la recepcion del mensaje, que era demasiado importante para correr el riesgo, un oficial, creyendo hacerlo mejor, optó por la via del cable comercial.
La medida resultó fatal. Desastrosa.

El cable llegó a Honolulú hora y media despues que el general Marshall lo redactara, y en ese momento eran las 7:33. El sobre no tenia indicacion alguna de que fuera urgente, y Tadeo Fuchikami, que salía con el en la mano, se entretuvo unos minutos con otros muchachos en la zona de estacionamiento que estaba al otro lado de la calle. Por fin subió a su motocileta Indian, de dos cilindros, y la hizo arrancar. En ese momento vió alzarse espesas nubes de humo negro sobre Pearl Harbor, y proyectiles antiaereos agujerear el cielo matinal. Era demasiado tarde; el ataque habia comenzado.
Todavia hoy se discute el asunto. Sin embargo, aparte de lo que el alto mando hizo o no hizo en Washington y en Pearl Harbor, la verdad es que existieron esas posibilidades de evitar el desastre. Oportunidades que se perdieron, no por maldad o incompetencia, sino porque los seres humanos son, despues de todo, seres humanos. Y siempre ha sido asi. En la India, antes de estallar la rebelion de los ''Sepoy'' en contra de los ingleses, flechas inflamadas atravesaron el cielo nocturno, dando aviso de que se aproximaba la catastrofe. En el caso del ''Titanic'', se recibieron a bordo seis mensajes radiotelefonicos anunciando que habia tempanos de hielo en las inmediaciones.

Quien estudie la naturaleza humana y advierta la forma extraña en que suele comportarse la gente, se inclinará a pensar que la solucion no esta en perfeccionar los métodos o la estrategia. La mejor manera de evitar un desastre es en realidad muy simple: debemos aprender a reconocer las señales de peligro cuando se presentan a nuestra vista.
FIN

Consecuencias del ataque a Pearl Harbor
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Saludos cordiales :sgm120:
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''Si vis pacem, para bellum''

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