Tacticas suicidas japonesas en la batalla
Publicado: Lun Jun 06, 2011 12:43 am
FINAL CATACLÍSMICO
Durante el mes de julio continuaron los ataques kamikaze y kaiten contra objetivos alrededor de Okinawa. Los norteamericanos no se echaron atras. A mediados de mes, los buques estadounidenses estaban permanentemente frente a las costas de Japón, bombardeando las ciudades japonesas con sus grandes cañones. Olas de aviones con base en los portaaviones llenaban los cielos, y una y otra vez atacaban Tokio asi como las bases navales de Kure y Yokosuka. El ultimo buque de guerra nipon estaba anclado en Kure, esperando para salir y atacar a los invasores americanos en un ultimo gesto desesperado. Mientras esperaban, los aviones norteamericanos hundieron los portaaviones Amagi y Kaiyo, los acorazados Harusa, Ise y Hyuga, otros 3 portaaviones y un destructor. A Japon solo le quedaba ahora un acorazado, el Nagato. Gravemente averíado, era el unico acorazado japones que sobreviviría a la guerra.
Y, sin embargo, Japón estaba dispuesto a seguir luchando. En el pais había mas de 1.000.000 de soldados, con gran cantidad de armas y municion. Docenas de kaiten estaban escondidos en las costas de Kyushu, Shikoku y Honshu. Aun quedaban 10.000 aviones disponibles. Y lo mas importante: tenía gran cantidad de hombres dispuestos y ansiosos de morir por el emperador.
En Tokio se hicieron planes para la operacion ''Decision''. Sería un ultimo ataque general contra las fuerzas invasoras norteamericanas concentradas en Okinawa. Muchos de los aviones estaban anticuados y algunos eran viejos y lentos aparatos de instruccion, pero todos podrían usarse para ataques kamikaze. Cien nuevos submarinos de cinco hombres, llamados koryu, y 300 de dos hombres, los kairyu, estaban empezando a salir de las cadenas de produccion. Ambos estaban diseñados para llevar dos torpedos cada uno. En el ultimo momento, el kairyu se modificó. En lugar de torpedos, se adaptaron a la proa cabezas especiales de combate que contenían 450 kilos de explosivos. Al igual que los kaiten, el kairyu se utilizaría como arma suicida. Tambien estaba el shinyo, una motora pequeña, ligera y rapida, de unos 4,5 metros de longitud, concebida para estrellarse contra los buques enemigos por la noche a una velocidad de mas de 20 nudos. Algunos shinyo se enviaron a Okinawa, pero mas de 2.000 fueron diseminados en caletas y ensenadas a lo largo de la costa japonesa. Algunos fueron ocultados en los puertos nipones, donde podían atacar a los aliados cuando estos se consideraban a salvo, anclados en un puerto conquistado. Tambien alli los fukuyuru, vigorosos nadadores con minas atadas a la espalda, lanzarían sus ataques suicidas.
El Alto Mando japones había supuesto correctamente que los norteamericanos tratarían de establecer su primera cabeza de playa en la isla meridional de Kyushu. A contiuacion seguiría un segundo desembarco en la peninsula al este de Tokio. Se desplegaron tropas con antelación, con 3.000 aviadores kamikazes para apoyar las operaciones en la isla meridional, y 1.000 en la septentrional. Algunos politicos empezaban a hablar de la necesidad de acabar la guerra antes de que Japón fuera totalmente destruido. Pero los militares estaban decididos a luchar hasta el final. Para causar miles de bajas aliadas, se mostraban dispuestos a enviar a la muerte a cientos de miles de japoneses. Y estos a aceptar el sacrificio. En las zonas rurales los granjeros se habían armado con lanzas de bambu para enfrentarse a las tropas paracaidistas. Se colocaron consignas samurais en los lugares publicos; las emisoras de radio y los periodicos hacian emotivos llamamientos al fervor patriotico de los ciudadanos. Un millon de hombres habían muerto en las islas de Japon; 5 millones de casas fueron destruidas y mas de 9 millones de personas se encontraban sin hogar. La Marina Imperial ya no existía; el Ejercito estaba en una situacion deplorable, y la unica tactica que le quedaba a la Fuerza Aerea nipona era depender de los kamikazes. Todos sabían que la guerra iba en contra de Japón. Y, sin embargo, millones de japoneses estaban dispuestos a dar su vida en un desesperado intento de contener la avalancha.
A principios de agosto, el gobierno japones anunció a todo el país que la guerra había terminado. La declaracion tuvo escaso efecto porque los militares seguían dictando la politica nacional, aunque el general Hideki Tojo estaba fuera del poder y en desgracia. El general Anami, ministro de la guerra, hizo una declaracion al mismo tiempo que el gobierno. Y el pueblo japones se había acostumbrado a prestar atencion a las palabras del ministro de la guerra. Anami les instó a prepararse para una terrible lucha en suelo japones. Citó el ejemplo de Iyeyasu Tokugawa, el terrible shogun que fue una vez sitiado en su castillo por fuerzas enemigas superiores. Casi sin comida ni agua, Tokugawa ordenó que se abriera la puerta principal del castillo. De pie ante la entrada, invitó a sus enemigos a entrar. Pero sospecharon una trampa y se retiraron. Mas tarde, Tokugawa los conquistó. Esto, confirmaba Anami, era una analogía ideal. Si Japón aparentaba dejar entrar a los norteamericanos, tambien ellos serían derrotados. ''Debemos seguir luchando —dijo— ...aunque nos veamos obligados a comer hierba, roer arena y dormir en las colinas...''
Hacía falta un milagro para detener el baño de sangre nacional proyectado. El ''día de la doble aurora'', 6 de agosto de 1945, ocurrió el milagro con una explosion cataclísmica que sacudió Hiroshima. Tres días despues, una segunda bomba atómica destruyó Nagasaki. Fue una horrenda perdida de vidas, que finalmente doblegó el fanatico espiritu suicida de Japón. 75.000 personas murieron en Hiroshima y 45.000 en Nagasaki. Pero si la guerra hubiera seguido, el tributo de muerte y destruccion podía haber sido cinco o seis veces mayor.
Los anales de la guerra presentan muchos ejemplos de tacticas consistentes en desafiar la muerte. A lo largo de la historia se ha enseñado a los soldados de muchas naciones que el deber debe cumplirse a riesgo de la propia vida. Pero, a los ojos occidentales, la explotacion deliberada de la disposicion japonesa a morir por el emperador y la patria era el nadir de la brutalidad degradada.
Naturalmente, hay que distinguir los ataques suicidas con objetivos militares de otras formas de autoinmolacion recogidas en esta historia. El hara-kiri individual era un antiguo ritual japones concebido como un acto voluntario tras la perdida del prestigio. Era un medio de recuperar el honor y una silenciosa venganza contra las personas de la jerarquia gubernamental que estaban demasiado altas como para poder ser atacadas sin que el agresor perdiera respeto. El hara-kiri se concebía como un destino tragico que había que aceptar, parte de la forma de vida honorable en la que la culpa y la responsabilidad del individuo se expiaban con un ritual tradicional. Existe un codigo de honor comparable entre los militares alemanes y austriacos. Si se han comportado deshonrosamente, se les presenta una pistola cargada que equivale a una sugerencia y una orden: mátese.
La mayoría dee los suicidas de Saipan y Okinawa no tenían ninguno de los motivos que impulsan al hara-kiri. Eran ejemplos de una reaccion en masa que existe entre los animales. Frente al peligro, a veces las hormigas se rinden pasivamente a su destino y mueren. Lo mismo puede ocurrir con los seres humanos, y tales reacciones prevalecen en situaciones de panico. Cuando las personas fracasan como grupo y creen que no tienen futuro, se rinden en masa a la muerte. Plutarco describe la carnicería que surgió a la victoria de Vercella. Jenofonte relata una experiencia comparable que siguió al ataque de una pequeña colonia fortificada. La perdida de la libertad y la anticipacion de la tortura pueden conducir a reacciones catastroficas: la rebelion asesina o la muerte elegida por el propio sujeto. En Okinawa se observaron ambas reacciones.
Los ataques suicidas de los pilotos kamikazes y kaiten eran de otra categoría. Lo que los distinguía de todo precedente historico no era la ausencia de posibilidades de sobrevivir, sino su continuacion sistematica. Estos ataques se prolongaron desde octubre de 1944 hasta agosto de 1945. No existe ningun paralelo en la historia. En otras guerras, situaciones desesperadas han exigido a veces remedios desesperados. Las crisis son seguidas de una respuesta rapida y repentina y los individuos afectados tienen poco tiempo para pensar en sus perspectivas. Ademas, normalmente los occidentales trataban de dejar alguna esperanza de supervivencia. La jerarquia militar japonesa cerró resueltamente la ultima posibilidad de escape. Se dijo a los oldados, marineros y aviadores que su honorable suicidio cambiaría el curso de la guerra, y que sus hazañas patrioticas les proporcionarían la inmortalidad. Para la mentalidad occidental, la aceptacion de esta idea y la fascinacion hipnotica del soldado japones con la muerte resulta increíble.
Hoy en dia, la opinion mas generalizada es que los japoneses que tomaron parte en cargas banzai, volaron en misiones kamikazes, pilotaron kaiten o shinyo, o sirvieron de minas humanas, eran todos fanaticos. Como muchas cargas banzai fueron ordenadas ante la urgencia del momento, no cabe duda de que había un algo de fanatismo en las operaciones del ejercito. Pero los kamikazes, kaiten y kairyu eran individuos consagrados cuya tranquila aceptacion de la muerte ilustra el impacto de la persuasion ideologica. Fanaticos o no, sus actos solo pueden comprenderse en relacion con las tradiciones japonesas, profundamente arraigadas, y con una estructura de gobierno tiranica. El fin de la guerra trajo a Japon una nueva forma de gobierno. Pero las tradiciones subsisten y, si la existencia de Japon se viera amenazada en el siglo XXI, probablemente no tendría mas dificultades para reunir hombres dispuestos a pilotar armas suicidas que las que tuvo en 1944 y 1945.
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Durante el mes de julio continuaron los ataques kamikaze y kaiten contra objetivos alrededor de Okinawa. Los norteamericanos no se echaron atras. A mediados de mes, los buques estadounidenses estaban permanentemente frente a las costas de Japón, bombardeando las ciudades japonesas con sus grandes cañones. Olas de aviones con base en los portaaviones llenaban los cielos, y una y otra vez atacaban Tokio asi como las bases navales de Kure y Yokosuka. El ultimo buque de guerra nipon estaba anclado en Kure, esperando para salir y atacar a los invasores americanos en un ultimo gesto desesperado. Mientras esperaban, los aviones norteamericanos hundieron los portaaviones Amagi y Kaiyo, los acorazados Harusa, Ise y Hyuga, otros 3 portaaviones y un destructor. A Japon solo le quedaba ahora un acorazado, el Nagato. Gravemente averíado, era el unico acorazado japones que sobreviviría a la guerra.
Y, sin embargo, Japón estaba dispuesto a seguir luchando. En el pais había mas de 1.000.000 de soldados, con gran cantidad de armas y municion. Docenas de kaiten estaban escondidos en las costas de Kyushu, Shikoku y Honshu. Aun quedaban 10.000 aviones disponibles. Y lo mas importante: tenía gran cantidad de hombres dispuestos y ansiosos de morir por el emperador.
En Tokio se hicieron planes para la operacion ''Decision''. Sería un ultimo ataque general contra las fuerzas invasoras norteamericanas concentradas en Okinawa. Muchos de los aviones estaban anticuados y algunos eran viejos y lentos aparatos de instruccion, pero todos podrían usarse para ataques kamikaze. Cien nuevos submarinos de cinco hombres, llamados koryu, y 300 de dos hombres, los kairyu, estaban empezando a salir de las cadenas de produccion. Ambos estaban diseñados para llevar dos torpedos cada uno. En el ultimo momento, el kairyu se modificó. En lugar de torpedos, se adaptaron a la proa cabezas especiales de combate que contenían 450 kilos de explosivos. Al igual que los kaiten, el kairyu se utilizaría como arma suicida. Tambien estaba el shinyo, una motora pequeña, ligera y rapida, de unos 4,5 metros de longitud, concebida para estrellarse contra los buques enemigos por la noche a una velocidad de mas de 20 nudos. Algunos shinyo se enviaron a Okinawa, pero mas de 2.000 fueron diseminados en caletas y ensenadas a lo largo de la costa japonesa. Algunos fueron ocultados en los puertos nipones, donde podían atacar a los aliados cuando estos se consideraban a salvo, anclados en un puerto conquistado. Tambien alli los fukuyuru, vigorosos nadadores con minas atadas a la espalda, lanzarían sus ataques suicidas.
El Alto Mando japones había supuesto correctamente que los norteamericanos tratarían de establecer su primera cabeza de playa en la isla meridional de Kyushu. A contiuacion seguiría un segundo desembarco en la peninsula al este de Tokio. Se desplegaron tropas con antelación, con 3.000 aviadores kamikazes para apoyar las operaciones en la isla meridional, y 1.000 en la septentrional. Algunos politicos empezaban a hablar de la necesidad de acabar la guerra antes de que Japón fuera totalmente destruido. Pero los militares estaban decididos a luchar hasta el final. Para causar miles de bajas aliadas, se mostraban dispuestos a enviar a la muerte a cientos de miles de japoneses. Y estos a aceptar el sacrificio. En las zonas rurales los granjeros se habían armado con lanzas de bambu para enfrentarse a las tropas paracaidistas. Se colocaron consignas samurais en los lugares publicos; las emisoras de radio y los periodicos hacian emotivos llamamientos al fervor patriotico de los ciudadanos. Un millon de hombres habían muerto en las islas de Japon; 5 millones de casas fueron destruidas y mas de 9 millones de personas se encontraban sin hogar. La Marina Imperial ya no existía; el Ejercito estaba en una situacion deplorable, y la unica tactica que le quedaba a la Fuerza Aerea nipona era depender de los kamikazes. Todos sabían que la guerra iba en contra de Japón. Y, sin embargo, millones de japoneses estaban dispuestos a dar su vida en un desesperado intento de contener la avalancha.
A principios de agosto, el gobierno japones anunció a todo el país que la guerra había terminado. La declaracion tuvo escaso efecto porque los militares seguían dictando la politica nacional, aunque el general Hideki Tojo estaba fuera del poder y en desgracia. El general Anami, ministro de la guerra, hizo una declaracion al mismo tiempo que el gobierno. Y el pueblo japones se había acostumbrado a prestar atencion a las palabras del ministro de la guerra. Anami les instó a prepararse para una terrible lucha en suelo japones. Citó el ejemplo de Iyeyasu Tokugawa, el terrible shogun que fue una vez sitiado en su castillo por fuerzas enemigas superiores. Casi sin comida ni agua, Tokugawa ordenó que se abriera la puerta principal del castillo. De pie ante la entrada, invitó a sus enemigos a entrar. Pero sospecharon una trampa y se retiraron. Mas tarde, Tokugawa los conquistó. Esto, confirmaba Anami, era una analogía ideal. Si Japón aparentaba dejar entrar a los norteamericanos, tambien ellos serían derrotados. ''Debemos seguir luchando —dijo— ...aunque nos veamos obligados a comer hierba, roer arena y dormir en las colinas...''
Hacía falta un milagro para detener el baño de sangre nacional proyectado. El ''día de la doble aurora'', 6 de agosto de 1945, ocurrió el milagro con una explosion cataclísmica que sacudió Hiroshima. Tres días despues, una segunda bomba atómica destruyó Nagasaki. Fue una horrenda perdida de vidas, que finalmente doblegó el fanatico espiritu suicida de Japón. 75.000 personas murieron en Hiroshima y 45.000 en Nagasaki. Pero si la guerra hubiera seguido, el tributo de muerte y destruccion podía haber sido cinco o seis veces mayor.
Los anales de la guerra presentan muchos ejemplos de tacticas consistentes en desafiar la muerte. A lo largo de la historia se ha enseñado a los soldados de muchas naciones que el deber debe cumplirse a riesgo de la propia vida. Pero, a los ojos occidentales, la explotacion deliberada de la disposicion japonesa a morir por el emperador y la patria era el nadir de la brutalidad degradada.
Naturalmente, hay que distinguir los ataques suicidas con objetivos militares de otras formas de autoinmolacion recogidas en esta historia. El hara-kiri individual era un antiguo ritual japones concebido como un acto voluntario tras la perdida del prestigio. Era un medio de recuperar el honor y una silenciosa venganza contra las personas de la jerarquia gubernamental que estaban demasiado altas como para poder ser atacadas sin que el agresor perdiera respeto. El hara-kiri se concebía como un destino tragico que había que aceptar, parte de la forma de vida honorable en la que la culpa y la responsabilidad del individuo se expiaban con un ritual tradicional. Existe un codigo de honor comparable entre los militares alemanes y austriacos. Si se han comportado deshonrosamente, se les presenta una pistola cargada que equivale a una sugerencia y una orden: mátese.
La mayoría dee los suicidas de Saipan y Okinawa no tenían ninguno de los motivos que impulsan al hara-kiri. Eran ejemplos de una reaccion en masa que existe entre los animales. Frente al peligro, a veces las hormigas se rinden pasivamente a su destino y mueren. Lo mismo puede ocurrir con los seres humanos, y tales reacciones prevalecen en situaciones de panico. Cuando las personas fracasan como grupo y creen que no tienen futuro, se rinden en masa a la muerte. Plutarco describe la carnicería que surgió a la victoria de Vercella. Jenofonte relata una experiencia comparable que siguió al ataque de una pequeña colonia fortificada. La perdida de la libertad y la anticipacion de la tortura pueden conducir a reacciones catastroficas: la rebelion asesina o la muerte elegida por el propio sujeto. En Okinawa se observaron ambas reacciones.
Los ataques suicidas de los pilotos kamikazes y kaiten eran de otra categoría. Lo que los distinguía de todo precedente historico no era la ausencia de posibilidades de sobrevivir, sino su continuacion sistematica. Estos ataques se prolongaron desde octubre de 1944 hasta agosto de 1945. No existe ningun paralelo en la historia. En otras guerras, situaciones desesperadas han exigido a veces remedios desesperados. Las crisis son seguidas de una respuesta rapida y repentina y los individuos afectados tienen poco tiempo para pensar en sus perspectivas. Ademas, normalmente los occidentales trataban de dejar alguna esperanza de supervivencia. La jerarquia militar japonesa cerró resueltamente la ultima posibilidad de escape. Se dijo a los oldados, marineros y aviadores que su honorable suicidio cambiaría el curso de la guerra, y que sus hazañas patrioticas les proporcionarían la inmortalidad. Para la mentalidad occidental, la aceptacion de esta idea y la fascinacion hipnotica del soldado japones con la muerte resulta increíble.
Hoy en dia, la opinion mas generalizada es que los japoneses que tomaron parte en cargas banzai, volaron en misiones kamikazes, pilotaron kaiten o shinyo, o sirvieron de minas humanas, eran todos fanaticos. Como muchas cargas banzai fueron ordenadas ante la urgencia del momento, no cabe duda de que había un algo de fanatismo en las operaciones del ejercito. Pero los kamikazes, kaiten y kairyu eran individuos consagrados cuya tranquila aceptacion de la muerte ilustra el impacto de la persuasion ideologica. Fanaticos o no, sus actos solo pueden comprenderse en relacion con las tradiciones japonesas, profundamente arraigadas, y con una estructura de gobierno tiranica. El fin de la guerra trajo a Japon una nueva forma de gobierno. Pero las tradiciones subsisten y, si la existencia de Japon se viera amenazada en el siglo XXI, probablemente no tendría mas dificultades para reunir hombres dispuestos a pilotar armas suicidas que las que tuvo en 1944 y 1945.
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