- BOIXCAR Guerrilleros chinos asaltan un puesto japonés
Fuente: BOIXCAR “Rutas imperiales” en “Hazañas Bélicas” Ob.Comp. nº10 (Toray) p.28
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El Kuomintang contemporizó con la presencia japonesa pero después se plantó, Japón intentó acercarse diplomáticamente a China y Estados Unidos pero al final se radicalizó, en 1933 la resistencia no nacionalista en China-norte perdió y en 1936 venció, Alemania apostó por China y la Unión Soviética propuso un frente común contra el ascenso del fascismo. En Estados Unidos, la nueva administración Roosevelt se mantuvo en la línea de la diplomacia wilsoniana y defensa del “open door”, mientras el Congreso afianzaba la neutralidad del país con una serie medidas legislativas.
2. Del “Incidente de Mukden” a la Guerra Chino Japonesa (1931-1937)
Parte 2
Japón redefine su política
A finales de 1933 el gobierno japonés se propuso no tolerar más iniciativas militares que pudieran afectar su política exterior. Y respecto a esta, esperaba que la comunidad internacional aceptara el
statu quo sin necesidad de renunciar a los territorios ganados, y entendiera que no existía vulneración del Sistema de Washington. No lo consiguió, por lo que el “Incidente de Manchuria” significó el fin de la cooperación política que Tokio había mantenido tradicionalmente con las potencias occidentales. Y a nivel interno, la desaparición de los últimos vestigios democráticos para dar lugar al comienzo de un período de auge totalitario, militar y nacionalista que duraría hasta el final de la guerra.
El ministro de exteriores, Hirota Koki, hizo un intento de mejorar las relaciones con Estados Unidos, pero dentro de un marco pan-asianista. Así, propuso un pacto bilateral por el que este reconocerían el Pacífico oeste como una zona de influencia japonesa, y a cambio Japón reconocería el dominio estadounidense en la zona del Pacífico este. Pero la administración norteamericana, por un lado, no admitía que Japón ocupara esa posición, y por otro, rechazaba el llegar a acuerdos bilaterales, en aras de preservar el Sistema de Washington. Londres, en cambio, aunque no se sustrajo explícitamente de él, lo fue vulnerando paulatinamente, por ejemplo al buscar acuerdos bilaterales con Alemania y Japón, por lo que estaba claro que dicho sistema internacional tenía los días contados. Chamberlain propuso a su gabinete incluso el reconocimiento de Manchukuo, aunque fue rechazado. Gran Bretaña continuó con la estrategia de apaciguar a Tokio mostrando una cara amable, y no se decidió a sumarse a la iniciativa de Moscú del Frente Popular que veremos enseguida.
Y respecto a la China nacionalista, Hirota Koki intentó un acercamiento diplomático. Su propuesta era una “doctrina Monroe” asiática: hacer causa común para suprimir la influencia occidental en Asia. También ofreció unir fuerzas para frenar la amenaza comunista. Chiag Kai-shek contemporizaba, esperando su momento. Mientras, las hiperquinéticas fuerzas terrestres japonesas del continente, el Ejército de Kwantung y el Ejército de Tientsin (una fuerza japonesa que en virtud del Protocolo Boxer garantizaba la comunicación con Pekín y otras ciudades chinas con delegaciones extranjeras), no cesaban de torpedear esa actuación diplomática.
Roosevelt entra en escena
Cuando Roosevelt accedió a la presidencia a principios de 1933, dejó claro a sus colaboradores que pensaba continuar la línea que su predecesor respecto a China, es decir, velar por el cumplimiento de los tratados internacionales y rechazar cualquier idea de acomodación, y a la vez evitar la guerra con Japón. Con lo que Estados Unidos seguía apostando por la filosofía política internacional propuesta por Wilson. También el secretario de estado (allí equivalente a un ministro de exteriores), Cordell Hull, un acérrimo defensor del
statu quo, lo veía así. La importancia de lo último radicaba en que el presidente delegó en él (y los expertos en Asia del departamento de estado) gran parte de la delicada política exterior respecto a China y Japón, a pesar de no ser santo de su devoción.
Roosevelt estaba incómodo con los asuntos asiáticos, y mantuvo hacia los mismos hasta Pearl Harbor una actitud notablemente inhibida, en contraste con el interés que le suscitaba la política exterior europea, y en comparación con otros estadistas de su época, como Hitler y sobre todo Stalin, siempre encima de todas las áreas de la política exterior. Sin embargo, a pesar de dejar sobre sus hombros esa responsabilidad, Cordell Hull no era una elección de Roosevelt sino un compromiso con los sectores sureños del Partido Demócrata, y el presidente tenía por él poca empatía; algún autor incluso ha escrito que lo consideraba falto de experiencia y capacidad para la compleja situación asiática (Costello p.48).
Aunque algunos sectores de la administración estadounidense, decepcionados por la falta de soporte de las otras potencias al sistema de estabilidad internacional, consideraron aceptar la situación en Manchuria en aras de estabilizar la región, a Roosevelt no le convencía esta opción, inclinándose por un acercamiento a Moscú. Así, el reconocimiento de la Unión Soviética y el establecimiento de relaciones diplomáticas en noviembre de 1933, debían servir de advertencia ante la política expansionista de Tokio.
Estados Unidos legisla su neutralidad
A lo largo de los años 30 los aislacionistas y no-intervencionistas promovieron la aprobación de una legislación para asegurar que Estados Unidos no volviera a intervenir en conflictos ajenos. En el fondo yacía la convicción de que la participación en la PGM había sido un error y obedecido a intereses de los fabricantes de armas. Para la administración supuso una limitación en su política exterior, privándola de la posibilidad de establecer alianzas.
En 1935 el Congreso rechazó la petición del Departamento de Estado para que el presidente pudiera aplicar embargos de forma selectiva. La Neutrality Act de ese año establecía que el embargo de armas o equipo militar sería general para cualquier país en guerra. La de 1936 prohibió la concesión de préstamos a beligerantes, pero quedaron excluidos los de guerras civiles (lo que permitió a Franco comprar por valor de 100 millones de dólares) y en 1937 quedaron incluidas las guerras civiles, pero países señalados por el presidente podían comprar armas si se hacían cargo del transporte y pagaban en caja: el “cash and carry”.
Alemania y Extremo Oriente
A diferencia de otras potencias, Alemania no tenía que ir con tanto cuidado de no herir la susceptibilidad nipona por lo que accedió a la petición china de asesoramiento militar. Le interesaba China por sus potencial comercial, y Japón por el comercio también y en particular como factor de debilitamiento de Gran Bretaña y Francia, pero en la elección entre ambas potencias asiáticas, se inclinó por China, que ofrecía la ventaja de su gran riqueza en materias primas y ser un mercado mayor.
Invasión pro-japonesa de Chagar (China norte, 1933)
En el tramo final de la invasión de la provincia de Jehol (Operación Nekka), las fuerzas japonesas y manchús habían penetrado la vecina de Chahar (Mongolia Interior), donde fortificaron la ciudad de Dolonnur, al sur. Después intentaron crear al oeste una zona tampón, pero al no poder hacerlo directamente en virtud de la Tregua de Tungku, emplearon fuerzas chinas colaboracionistas, fomentando movimientos de independencia. No hubo reacción por parte de Chiang Kai-Shek, pero surgió un movimiento de oposición formado por milicias locales y de la vecina Jehol, apoyado por chinos residentes en el extranjero, a partir del cual se formó el Ejército Popular Antijaponés de Chahar que llegó a reunir unos 100.000 soldados. Las fuerzas pro-japonesas contaron con el apoyo de la aviación y artillería japonesas y aunque gozaron de una etapa inicial favorable, tras una serie de duros combates fueron expulsados.
A Chiang Kai-shek la presencia de esa fuerza fuera de su control no le hizo gracia y albergaba la sospecha errónea de que estuviera dominada por elementos comunistas. Se propuso debilitarla; por un lado ordenó cortar sus líneas de suministro, y por otro fomentó las disensiones internas y la división mediante sobornos, órdenes de asesinato, promesas, falsos rumores, etc. Lo logró y Japón lo aprovechó y en agosto (1933) invadió la provincia de nuevo, consiguiendo esta vez permanecer en ella.
La Unión Soviética propone el Frente Popular
La aprobación oficial de la tesis del Frente Popular en el 7º Congreso del Comintern (julio-agosto de 1935) significó una vuelta de la Unión Soviética a la escena internacional. Con una cara ahora distinta, sin el revestimiento revolucionario y radical de otros tiempos, daba un paso al frente para una causa tan elevada como la defensa de la paz y el orden mundial. Se trataba de una alianza de las fuerzas democráticas y antifascistas de todos los países contra la amenaza que suponía el fascismo de Alemania, Italia y Japón. Al definirla en términos dicotómicos, aportaba claridad conceptual a una situación internacional hasta entonces dominada por la incertidumbre y las contradicciones. Mediante el refuerzo militar de su frontera del Pacífico, Moscú enviaba también un mensaje a las demás potencias del valor que podía tener como un aliado.
Pero ni Estados Unidos ni Gran Bretaña querían enfrentarse de forma tan explícita a las potencias revisionistas, como quedó de manifiesto cuando les dejó hacer, por ejemplo tras la invasión italiana de Etiopía, la ocupación alemana de la zona desmilitarizada al este del Rin, y mantuvieron una decisiva -para el desenlace- neutralidad durante la Guerra Civil Española mientras Alemania e Italia apoyaron la insurgencia fascista. Gran Bretaña, por su parte, ayudó a China a restablecer su sistema financiero con la expectativa de que a cambio esta reconociera la situación de Manchuria. En contraste con la actividad de la política exterior británica, la norteamericana mostró poca iniciativa. No se sumó a la iniciativa del Frente Popular, pero tampoco quiso hacer ninguna concesión a Japón, ni en el tema de Manchuria ni en el de la paridad naval.
En ese momento Japón tuvo una oportunidad de salir del aislamiento internacional, pero no la aprovechó. Una facción de las fuerzas armadas que se habían alarmado con el refuerzo militar soviético en la frontera del Pacífico y también con la iniciativa del Frente Popular estaba en contra de la apertura hacia las potencias occidentales. Los militares japoneses se hallaban divididos entre unos que defendían la postura de prepararse para una guerra contra la Unión Soviética, y otros que abogaban por una estrategia para una “guerra total” en la que toda la sociedad habría de movilizarse para una previsible guerra general. Los defensores de la primera postura eran manifiestamente anticomunistas, en cambio los de la segunda estaban menos definidos ideológicamente y sus planteamientos tenían un cariz más científico. Del nivel de beligerancia entre ambas facciones, y de cómo respiraba la política japonesa en general, da idea el que los primeros asesinaran en 1935 al líder de los segundos, y que en 1936, en una nueva intentona golpista, asaltaran con una fuerza de 1.400 soldados mandados por jóvenes oficiales el Ministerio de Guerra y el Estado Mayor General, así como varias otras oficinas gubernamentales, asesinando a varios ministros. Fue el “Incidente del 26 de febrero”.
En Japón, la invalidación de facto de los acuerdos navales y la victoria de la facción de las fuerzas armadas partidaria de prepararse para la “guerra total” llevó a que el gobierno aprobara un plan de política exterior que contemplaba mantener la posición ganada en China, resistencia frente a la Unión Soviética, y expansión hacia el sur. Con lo que quedaban definidos los que iban a ser sus enemigos en una eventual guerra futura: Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña y China. La confirmación de esta política fue su entrada en el Pacto Anti-Comintern (25.11.1936). Aunque este pacto teóricamente se planteó como una colaboración contra la subversión comunista, estipulaba secretamente las condiciones de cooperación en caso de guerra con la Unión Soviética, y debía advertir a Washington y Londres.
Invasión pro-japonesa de Suiyan (China norte, 1936)
En abril de 1936 Japón contactó con elementos de la aristocracia mongola para fomentar, no ya la creación de un estado independiente, sino nada menos que la refundación del Imperio Mongol. El Ejército de Mongolia Interior resultante, formada por milicias, bandidos y mercenarios, constituía un grupo heterogéneo, indisciplinado, de frágil moral de 10.000 hombres. Junto con el Ejército Justo del Gran Han (6.000 hombres) invadieron en noviembre la provincia de Suiyan. Allí fueron detenidos por fuerzas chinas del general Fu Zuoyi, hombre ajeno tanto a nacionalistas como a comunistas. Aprovechando el caos en las filas invasoras, este contraatacó con un movimiento de flanqueo y las derrotó. La victoria tuvo en China una amplia resonancia y animó decisivamente la resistencia contra Japón. Se le ha considerado un detonante del “Incidente de Xian” que veremos continuación.
China 1933-1936
elaboración propia
Secuestro de Chiang Kai-shek y cambio en la política nacionalista
En China varios acontecimientos llevaron a un cambio de actitud hacia la ocupación. Por un lado, la opinión pública era cada vez más antijaponesa, y por lo tanto la postura de apaciguamiento más criticada, provocando incluso una insurgencia separatista en Cantón, y por otro, el país se había reforzado en el plano financiero gracias a la ayuda británica, y militar por el asesoramiento alemán, por lo que, con una posición mejorada, no estaba dispuesta a seguir aceptando los humillantes términos del acuerdo previo. También el desenlace de la campaña pro-japonesa en Suiyan había dejado una sensación de confianza en las posibilidades propias.
En diciembre de 1936 Chiang Kai-shek se encontró en Xian con el joven jefe militar manchú aliado Zhang Xueliang (o Chang Hsüeh-liang, el hijo de Zhang Zuolin, el jefe militar asesinado por el Ejército de Kwantung en 1928) y favorable a la tesis del Frente Popular. Este quiso persuadirlo para que cesara en su guerra contra los comunistas y en su lugar hicieran causa común contra el invasor. El líder nacionalista no estaba por la labor; consideraba que una China fragmentada, con presencia importante de jefes militares independientes y fuerzas comunistas no sería capaz de hacer frente a Japón, por lo que había que esperar a que el país estuviera unificado bajo su mando.
En vista de que no lograba convencerlo, Zhang lo secuestró, junto a su plana mayor. Después estableció contacto con los comunistas. Estos estaban divididos; muchos, y entre ellos Mao, a favor de su ejecución. Pero intervino Stalin que valoró que esta resultaría perjudicial para la resistencia y contrario a los intereses soviéticos, y recomendó aprovechar la situación para una negociación ventajosa, presionando a Mao (que necesitaba la ayuda soviética) para que se aviniera a un acuerdo. Al secuestro se le conoce como el “Incidente de Xian”.
Chiang fue liberado y el Kuomintang y los comunistas dejaron de combatir entre ellos y unieron sus fuerzas contra Japón, por lo que China fue el primer país que suscribió la nueva tesis del Comintern. Como contrapartida, la Unión Soviética firmó con los nacionalistas un tratado de no agresión.
Japón: radicalización del poder civil
El cambio de la postura china alertó a algunos sectores en Japón, civiles y militares, que propusieron reorientar la política exterior ante el temor de que adquiriera una dinámica fatal irrefrenable. Frente a la postura favorable a un imperio autártico mediante conquistas militares, había quien proponía solventar el problema demográfico japonés apostando de nuevo por el libre comercio, para lo que Japón debía hacer marcha atrás, integrarse en el sistema de cooperación internacional y sacar partido de su capacidad industrial y comercial. Uno de ellos era el ministro de exteriores Sato Naotake, pero ni él ni el primer ministro, el general Senjuro Hayashi, lograron resistir la oposición tanto de las facciones más radicales del ejército como de la opinión pública. De la debilidad de su posición da idea la breve duración de su gobierno: de enero a mayo (de 1937).
El primer ministro sucesor fue el príncipe Konoe Fumimaro. Portavoz de las posturas más revisionistas, partidario entusiasta de la acción militar en Manchuria, su nombramiento y el del titular de exteriores en la persona de Hirota Koki (lo vimos antes: primer ministro en 1933, defensor del pan-asianismo), tras unos meses en que civiles y militares estuvieron divididos entre los que estaban por la integración en el sistema político internacional, y los partidarios de un nuevo orden en el este asiático dominado por Japón, representó una vuelta de tuerca en la radicalización y el aislamiento de Japón. Con esta designación quedaban retratadas, además, las preferencias o la debilidad del emperador y el Consejo Privado imperial.
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Saludos
Fuentes:
■ COSTELLO J Ibid. p.47-52
■ HEINRICHS W “Threshold of War. Franklin D. Roosevelt & American Entry Into World War II” Oxford University Press (1988) p.18-20
■ IRIYE A Ibid. p.21-39
■ SHINICHI KITAOKA “Diplomacy and the Military in Showa Japan” en GLUCK C “Showa. The Japan of Hirohito” W.W.Norton&Co (1992) p.163-5
● Campaña de Mongolia Interior:
http://en.wikipedia.org/wiki/Actions_in_Inner_Mongolia_(1933
● “Incidente del 26 de febrero”:
http://en.wikipedia.org/wiki/February_26_Incident
● “Incidente de Xian”:
http://en.wikipedia.org/wiki/Xi'an_Incident