El harakiri político-militar japonés

La guerra en el Pacífico

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Mensaje por José Luis » Lun Ago 03, 2009 9:18 pm

Mac_aco escribió:"Quizás el hecho más ilustrativo de la abismal diferencia del potencial que había entre ambas potencias, los aliados y Japón, es que los aliados sólo desplegaron el 5 por ciento de su potencia militar total en el Pacífico, lo que pone de relieve la importancia crucial del bloqueo económico marítimo en la derrota de Japón.

Fuente: Euan Graham, Japan's Sea Lane Security, 1940-2004. A matter of life and death? (Taylor & Francis e-Library, 2006). Véanse en especial pp. 77 y ss"

José Luis, esa cifra del 5% se explica en esa obra como se obtiene?
Gracias por anticipado.
Lamentablemente he metido la pata y todo por las prisas. Resulta que lo que realmente dice Graham, citando la fuente que he dado, es que con el manejo de sólo el 5 por ciento de la potencia militar total desplegada en el Pacífico, la derrota de Japón fue principalmente el resultado del bloqueo marítimo, una hazaña que es una de los hechos menos publicados de la historia. (p. 83).

Lamento mi metedura de pata y sólo puedo agradecer al compañero Mac_aco su intervención, que me ha hecho repasar el texto.

Sirva, pues, este mensaje de enmienda.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por José Luis » Lun Ago 03, 2009 9:21 pm

Eriol escribió: Pero hay algo que me gustaria aclarar.Espero estes de acuerdo conmigo.Y es que dudo que los submarinos americanos se encontrasen alguna vez con los "problemas" que se encontraban los submarinos alemanes al atacar los convoyes aliados;el mismo uso del convoy,el radar,la aviacion embarcada...es por eso que pienso es mui logica la mayor perdida en vidas de la los U-boote.
¿Que opinas respecto a eso?
Que estoy totalmente de acuerdo.

Saludos cordiales
JL
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Mensaje por Schwerpunkt » Lun Ago 03, 2009 11:50 pm

José Luis escribió:la derrota de Japón fue principalmente el resultado del bloqueo marítimo, una hazaña que es una de los hechos menos publicados de la historia. (p. 83).
Tal como expone Jose Luis, el bloqueo marítimo en su variante de guerra submarina norteamericana contra la flota mercante japonesa es uno de los hechos más desconocidos de la II Guerra Mundial y paradójicamente uno de los más decisivos. Para comprender la vulnerabilidad intrínseca del Japón voy a poner unas cuantas cifras:

- Japón era una nación insular dependiente por completo de importaciones de petróleo, caucho, cobre, molibdeno, manganeso, estaño, zinc y bauxita. Tenía una gran dependencia de mineral de hierro, carbón y molibdeno y alimentos.
- Gran parte de las importaciones al Japón metropolitano se realizaban en buques bajo otra bandera que la japonesa. Así en 1938 de las 62 millones de t que entraron en puertos japoneses, tan sólo 37 millones, o sea un 60% lo fue en buques de bandera japonesa. Esta proporción era inferior en las importaciones de petróleo debido a la escasez de buques tanque japoneses.
- Al entrar en guerra, la flota mercante japonesa desplazaba un total de 5.5 millones de t. Las cifras de construcción naval las podéis ver en la tabla anterior, pero el detalle fundamental es que en 1942 sólo se botaron unas 260.000 t de buques mercantes (77 barcos) y realmente no fue hasta bien entrado 1943 cuando se comenzó un programa acelerado de construcción naval como demuestran las cifras, aunque a años luz de las prodigiosas cifras norteamericanas.

... Programa de construcción naval que se demostró totalmente insuficiente para detener la sangría creada por la guerra submarina norteamericana. Y digo norteamericana porque la participación británica o de las fuerzas de la Commonwealth fue testimonial. Para ver las tremendas cifras de pérdidas mercantes por todas las causas -en su inmensa mayoría por submarinos- se pasó de 90.000 t perdidas mensualmente en 1942 a 152.000 t mensuales en 1943 y a 273.500 t en 1944. El mes de mayores pérdidas fue octubre de 1944 cuando fueron hundidas 512.000 t de desplazamiento. En octubre de 1944 a pesar del programa de construcción naval la flota mercante japonesa estaba reducida a 2.3 millones de t (apróximadamente el 40% de la flota de finales de 1941)

Una de las razones fundamentales fue la falta de voluntad para organizar convoyes y sobre todo para defenderlos adecuadamente. Hasta septiembre de 1943 no se instituyó un sistema de convoyes y éste no se generalizó hasta marzo de 1944. La protección de convoyes no tenía ninguna prioridad con lo cual sólo las peores unidades aeronavales eran asignadas a estas misiones con tripulaciones de escasa experiencia. En general la Flota Combinada absorbía las mejores unidades y tripulaciones, tenía prioridad en suministros dejando los restos de poca calidad a las escoltas.

Y finalmente el factor tecnológico: el radar japonés era muy inferior al norteamericano, prefiriendose la observación y exploración visual al radar propio. En septiembre de 1944 el almirante Nomura, comandante de la Gran Flota de Escolta, tuvo que ordenar que numerosos convoyes navegaran sólo por día debido a la superioridad total nocturna de los radares americanos. Por contra los submarinos americanos iban equipados por una radar centimétrico extremadamente preciso y que unido a dispositivos electromecánicos muy precisos de guía de torpedos hacía que la vida media de un carguero japonés fuera de meses. Las rutas indirectas para evitar aguas infestadas por submarinos americanos hizo que se doblara la singladura habitual entre algunos puertos importantes. Así la singladura desde Singapur a Japón pasó a requerir tres semanas en vez de los diez días habitales. Esto hacía que en la práctica el flete descendiera a casi la mitad.

Los japoneses además aumentaban sus propios problemas al no coordinar los servicios que presentaban rivalidades difíciles de comprender para los estudiosos de la guerra. Cada servicio contaba con una asignación de flete variable. En octubre de 1944 por ejemplo el ejército disponía del 18%, la marina del 22% y la economía disponía del 60% restante. Al no haber un organismo superior que coordinara y organizara el flete total se producía la paradoja de los buques asignados a los servicios militares que navegaban con suministros procedentes del Japón hacia las islas donde se encontraban y regresaban en lastre. ¡ Y eso en una economía que necesitaba flete desesperadamente !

Fuente:
One Day in a Very Long War. John Ellis (pág. 409-414). Pimlico 1999.

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Mensaje por cv-6 » Mié Ago 05, 2009 11:08 am

la derrota de Japón fue principalmente el resultado del bloqueo marítimo, una hazaña que es una de los hechos menos publicados de la historia.
Es que de cara a la propaganda (y a las películas) lo de hundir mercantes no es tan heroico ni tan espectacular como hundir barcos de guerra.
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Mensaje por Schwerpunkt » Vie Ago 21, 2009 12:59 am

cv-6 escribió:Es que de cara a la propaganda (y a las películas) lo de hundir mercantes no es tan heroico ni tan espectacular como hundir barcos de guerra.
Es que la guerra económica así como la humilde ciencia de la logística no tienen el glamour de otro tipo de batallas y sin embargo son las que especialmente en la II Guerra Mundial decidieron el signo de la contienda.

Al margen de la inferioridad industrial y técnica intrínseca del Japón, los militares japoneses no fueron capaces de integrar en una sólida organización económica la estructura industrial del país, así como no fueron capaces de ver las repercusiones que una guerra submarina podía tener contra su economía o contra la del contrario. No sólo no fueron capaces de instrumentar una defensa antisubmarina eficaz sino que renunciaron a librar la guerra submarina económica contra sus adversarios.

En 1941 la flota submarina japonesa era una de las mayores del mundo y podría pese a sus limitaciones técnicas haber puesto en aprietos las comunicaciones aliadas entre Norteamerica-Australia así como la navegación en el Indico en 1942. Aunque no hubieran podido cambiar el signo de la guerra desde luego hubieran podido dificultar el tráfico mercante en esos oceanos y retrasar el contraataque norteamericano al disminuir el ritmo de acumulación de pertrechos en las bases avanzadas americanas. Obsesionados como estaban por hundir buques de guerra olvidaron algo básico: que es mucho más fácil hundir buques mercantes que de guerra y que a veces los réditos de hundir un tonelaje mercante elevado son más elevados al paralizar al adversario.

No olvidemos que en las operaciones anfibias del Pacífico, las distancias a recorrer y los suministros a transportar eran del orden de veinte veces mayores que en Europa.

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Mensaje por Eriol » Vie Ago 21, 2009 2:42 am

Buenas camaradas!

Leyendote intuyo que los submarinos japoneses se centraron en atacar buques de guerra en vez de intentar hundir los mercantes.Pero sobre estos me viene las dudas...

a)¿podrias poner algun mapa de las principales rutas aliadas de suministro?
b)¿Navegaban los mercantes aliados en convoyes por el pacifico?
c)¿Tenian los submarinos japoneses alcanze para atacar las rutas de suministro principales hacia australia?

Me pongo ahora mismo a intentar solventarlas por mi mismo.Espero respuesta.

Saludos camarada

EDITO: He encontrado este Link acerca de la campañas submarinas americanas y alemanas que es interesante.

http://www.militar.org.ua/militar/sgm/S ... canos.html
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Mensaje por Schwerpunkt » Vie Ago 21, 2009 12:22 pm

Estimado Eriol:

Me conformaré con intentar responder a tu primera pregunta con una traducción de un extracto del siguiente sitio web y que puedes leer en su totalidad:

http://www.combinedfleet.com/ss.htm

" Dado su tamaño, alcance, velocidad y torpedos, los submarinos japoneses consiguieron sorprendentemente poco. La razón Eso fue porque fueron empleados principalmente contra buques de guerra, los cuales son rápidos, maniobrables y están bien defendidos comparados con buques mercantes. La doctrina naval japonesa estaba erigida alrededor del concepto de luchar una sóla batalla decisiva como habían hecho en Tshushima 40 años antes. Pensaban que sus submarinos eran exploradores cuyo papel principal era localizar, encubrir y atacar las fuerzas navales aliadas. Este enfoque dió un dividendo significativo en 1942 cuando hundieron dos portaaviones de ataque, un crucero, unos pocos destructores y otros buques de guerra, así como dañar dos acorazados, un portaaviones de ataque (dos veces) y un crucero. Sin embargo a medida que la inteligencia, tecnología, métodos y números aliados mejoraban, los submarinos japoneses no lograron conseguir esa frecuencia de éxito. Por esta razón, muchos argumentan que la flota submarina japonesa hubiera sido empleada mejor en contra buques mercantes, patrullando las rutas marítimas aliadas que merodeando por las bases navales. Bagnasco asigna a la flota submarina japonesa con el el hundimiento de 184 navíos mercantes con un registro bruto de 907.000 t. Esta cifra es bastante menos que lo conseguido por los alemanes (2,840 buques mercantes con un registro bruto de 14.3 millones de t), los americanos (1.079 buques con un registro bruto de 4.65 millones t), y los británicos (493 barcos con 1.52 millones de t). Parece razonable que un ataque relámpago contra la costa occidental americana, el canal de Panamá, y las rutas a Hawaii, Nueva Zelanda, Australia e India hubiera causado más dificultades que las privaciones navales que sufrieron en realidad. El perder un número significativo de buques mercantes y la necesidad de esparcir las escasas defensas entre las dos costas hubiera tenido seguramente consecuencias sustanciales para los Estados Unidos en 1942.

Los japoneses realizaron por supuesto ataques a la marina mercante en los Oceános Pacífico e Indico, pero estas fueron una minoría de todas sus misiones. Frecuentemente esperaban apostados a flotas que nunca eran avistadas, apoyaban vuelos de reconocimiento espectaculares pero sin consecuencias o enviaban submarinos de bolsillo que raramente conseguían resultados en relación a los recursos invertidos en la flota submarina japonesa. O peor desde una perspectiva naval, eran empleados cada vez más en misiones de aprovisionamiento de guarniciones aisladas hambrientas en numerosas islas. Los japoneses realizaron cientos de misiones de este tipo cuando hubieran podido emplearse de una manera ofensiva contra el esfuerzo de guerra aliado. El flete de un submarino es muy inferior al del buque mercante más barato. Sin embargo, Japón era de una manera comprensiblel contrario a dejar guarniciones en islas que murieran de hambre. Adicionalmente se botaron muchos submarinos desarmados (unos 26 para el empleo del Ejército) construídos específicamente para la labor de aprovisionamiento, consumiendo recursos de producción al mismo tiempo."

Te sugiero te leas el resto del artículo que habla sobre las características técnicas, etc de los submarinos nipones.

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Mensaje por minoru genda » Sab Ago 22, 2009 1:14 pm

Los siguientes datos darán una idea del mal uso dado por los japoneses con el arma submarina así todos nos podremos hacer una idea de la "estupidez aplicada a dicho uso de la misma

Distancia a recorrer 11000 kms. aprox. desde Japón a la costa oeste de EEUU
Sumergibles japoneses con capacidad para acercarse a la costa oeste y permanecer unos días de patrulla.
KD1 y J2 Autonomía 20000 millas náuticas > 37000 Kms aprox.
Del tipo KD1, 1 unidad; Del tipo J2, 1 unidad
KD6, B1, B2 Autonomía 14000 millas náuticas > 25925 Kms. aprox.
Del tipo KD6, 8 unidades; del tipo B1, 20 unidades; del tipo B2, 6 unidades
J1 Autonomía 24000 millas náuticas > 44440 Kms. aprox.
Del tipo J1, 4 unidades
J1M Autonomía 24400 millas náuticas > 45185 Kms. aprox.
Del tipo J1M, 1 unidad
J3, C1, C2 Autonomía 14400 millas náuticas > 26665 Kms. aprox.
Del tipo J3, 2 unidades; del tipo C1, 5 unidades; del tipo C2, 3 unidades
C3, B3 y AM Autonomía 21000 millas náuticas > 38888 Kms. aprox.
Del tipo C3, 3 unidades; del tipo B3, 3 unidades; del tipo AM; 2 unidades
A1 Autonomía 16000 millas náuticas > 29629 Kms. aprox.
Del tipo A1; 3 unidades
A2 Autonomía 22000 millas náuticas > 40720 Kms. aprox.
Del tipo A2, 1 unidad
D1 Autonomía 15000 millas náuticas > 27777 Kms. aprox.
Del tipo D1, 12 unidades
Sentoku Autonomía 37500 millas náuticas > 69444 Kms. aprox.
Del tipo Sentuku, 3 unidades
Como se puede ver los tipos citados tenían suficiente autonomía como para atacar el tráfico mercante de la costa Oeste de EE.UU y uno, concretamente el tipo Sentoku, podía atacar y operar en cualquier lugar de cualquier océano o mar.
En total los submarinos con capacidad para atacar el tráfico mercante en aguas de la costa oeste estadounidense eran 78 de los cuales al menos un tercio podían prermanecer en la zona los dos tercios restantes se encontrarían en transito o en la metrópoli realizando tareas de reparaciones y avituallamiento
Hubo otros sumergibles de gran autonomía pero insuficiente para operar desde puertos metropolitanos, por lo cual deberían hacerlo desde alguna base avanzada en alguna de las islas dominadas por los japoneses y aún así tendrían el tiempo de permanencia limitado fueron:
KRS Autonomía 10500 millas náuticas > 19435 Kms. aprox.
Del tipo KRS, 4 unidades
KD2, KD3, KD5 Autonomía 10000 millas náuticas > 18520 Kms. aprox.
Del tipo KD2, 1 unidad; del tipo KD3, 8 unidades; del tipo KD5, 3 unidades
KD4 Autonomía 10800 millas náuticas > 20000 Kms. aprox.
Del tipo KD4, 3 unidades
Todas estas unidades suman 19 sumergibles que operando desde la isla de Truk o avituallándose en algún punto seguro del Pacífico entre Japón y EE.UU podrían colaborar con los de mayor autonomía, lo que supondría un total de 97 sumergibles japoneses, incluso estarían capacitados para operar entre EE.UU y territorios insulares aliados hostigando las rutas de suministro a dichos territorios, otras unidades de menor autonomía que no alcanzaban las 10000 millas podían ser utilizadas en el Pacífico Occidental para hostigar las posesiones insulares de EE.UU, Australia,...etc.
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Mensaje por Eriol » Sab Ago 22, 2009 10:25 pm

Y me imagino que ,como al comienzo de la ofensiva alemana contra la costa este americana, los submarinos japoneses se podrian haber pegado un festin.

Saludos
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Mensaje por minoru genda » Dom Ago 23, 2009 11:26 am

Eriol escribió:Y me imagino que ,como al comienzo de la ofensiva alemana contra la costa este americana, los submarinos japoneses se podrian haber pegado un festin.

Saludos
Sí eriol los japoneses se podían haber pegado un festín con solo haber usado los sumergibles de un modo más racional.
Una guerra debe ser total, el fin de una guerra por parte de los contendientes es conseguir la victoria y para el caso de una contienda larga como fue el caso de las dos guerras mundiales, esa solo se consigue estrangulando las vías de comunicación del enemigo, evitando que las materias primas lleguen a las cadenas de producción o en su defecto consiguiendo que los suministros sean insuficientes.
Los aliados lo hicieron casi perfecto, de los paises del eje solo los alemanes tenían claro cual era el objetivo y el uso más racional de los recursos disponibles.
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Mensaje por Schwerpunkt » Jue Abr 29, 2010 1:58 am

Quisiera hacer un apunte que revela la creciente esquizofrenia en la que vivían los militares japoneses que regían el país.

Como sabemos en 1937 los japoneses que ya estaban ocupando Corea y Manchuria provocaron un incidente para poder penetrar en China. No quiero extenderme sobre este importantísimo acontecimiento -que espero tratemos en otro topic- sino en las razones que lo provocaron... En fín, los militares japoneses desde el final de la I Guerra Mundial habían llegado a la conclusión de que el país necesitaba ser autosuficiente en materias primas. Eran conscientes de que incluso con unas fuerzas armadas terrestres y aéreas poderosas así como una gigantesca marina de guerra, no tendrían ninguna posibilidad contra adversarios de la talla de los EE.UU., el Imperio Británico o la Unión Soviética si no tenían un territorio capaz de suministrar materias primas y alimentos a las fuerzas armadas y a la economía civil. En particular les preocupaba que esos países rivales presionaran con embargos o bloqueos de materiales estratégicos.

La guerra en China en 1937 se justifica desde esta óptica para conseguir un gran espacio territorial de un vecino envuelto en una tremenda inestabilidad y guerra civil. Este territorio suministraría si no todas, al menos gran parte de las materias primas necesarias de las que el Japón carecía. La operación planeada por los optimistas japoneses planteaba una campaña rápida, de no más de tres meses con unas tres divisiones que destruirían al grueso del ejército chino en el área Pekin-Tiensin, ocuparían esa y otras zonas claves y aguardarían a que Chiang-Kai-Chek firmara una paz reconociendo la situación.

La realidad es que un año después, los japoneses se encontraban empantanados en una guerra a gran escala y teniendo ya una veintena de divisiones enzarzadas. Por si fuera poco, toda la economía había entrado en crisis debido a los fortísimos desembolsos para mantener a ese gran ejército y al incremento de materias primas que esas fuerzas planteaban. Lejos de encontrar materias primas con las que alimentar la economía, el Japón se encontraba que tenía que dedicar una gran parte del acero producido, del petróleo importado y un sinfín de materias más a formar nuevas divisiones y enviarlas al teatro chino. En vez de disminuir su dependencia del exterior, el país la aumentaba al tener que incrementar las importaciones de petróleo y gasolinas, chatarra para fabricar acero, metales ferrosos para aleaciones con el inconveniente que la alteración provocada por la guerra dañaba las industrias exportadoras de las cuales el Japón dependía para conseguir las preciosas divisas para pagar las crecientes importaciones.(1)

La presión sobre la economía era tal, que el Japón no podía producir el material de guerra ni los pertrechos suficientes para el creciente número de tropas en China, forzando a cancelar ofensivas por escasez de combustible, munición u otros suministros.

Y el número de bajas aumentaba. Así entre 1937 y 1941 las tropas japonesas sufrieron unos 180.000 muertos y 400.000 heridos en China.(2) Puede que para los mandos japoneses ésto no supusiera razón suficiente para encontrar una solución política al conflicto, pero no cabe duda de que indicaba la intensidad de la lucha, lejos del paseo militar que se pensaba iba a ser.

En vísperas de Pearl Harbour, en noviembre de 1941 de las 51 divisiones del Ejército japonés, nada menos que 28 estaban enzarzadas en la guerra en China o desempeñando tareas de guarnición y otras 13 se encontraban en Manchuria y Corea guardando la frontera contra la Unión Soviética. Unas 5 se encontraban en las islas del Japón metropolitano pero varias de ellas estaban recién formadas y de escasa utilidad en combate. Las 11 divisiones con las que el Japón iba a ocupar gran parte del Pacífico y el Sudeste asiático serían en gran medida detraídas de China (unas cinco) No se podían utilizar más sin desbaratar por completo el transporte marítimo mercante, gran parte del cual había sido en la práctica requisado para la aventura militar. Asimismo se contaban con unas 59 brigadas independientes de las cuales tan sólo 4 serían usadas, estando gran parte del resto en tareas de guarnición y combate antiguerrilla en China. (3)

... Continuará...

Fuentes:
(1) Michael A. Barnhart: Japan prepares for total War: The Search for Economic Security, 1919-1941. (Pág. 91-102) Cornell University 1987.
(2) Gordon L. Rottman: Japanese Army in World War II: Conquest of the Pacific 1941-42. (Pág. 8) Osprey Publishing 2005.
(3) Gordon L. Rottman: Japanese Army in World War II: Conquest of the Pacific 1941-42. (Pág. 13) Osprey Publishing 2005.

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Mensaje por José Luis » Lun Dic 06, 2010 2:20 pm

¡Hola a todos!

Por qué Japón decidió ir a la guerra contra USA es una pregunta recurrente en la historiografía sobre la Guerra del Pacífico. Su planteamiento viene motivado por la aparente irracionalidad de la decisión japonesa de atacar Pearl Harbor a finales de 1941, iniciando con ello una guerra contra USA que Japón nunca podía ganar. Por ello los historiadores se han preguntado una y otra vez cuál fue la razón que llevó a Japón a iniciar una guerra sin esperanza de victoria final en diciembre de 1941.

En noviembre pasado, Potomac Books Inc. publicó un libro del profesor de estrategia Jeffrey Record titulado A War It Was Always Going to Lose: Why Japan Attacked America in 1941. No he tenido ocasión de leerlo, pero sin duda está basado en el estudio previo de Record “Japan's Decision for War in 1941: Some Enduring Lessons”, publicado en febrero pasado por el Strategic Studies Institute, U.S. Army War College, 122 Forbes Ave, Carlisle, PA 17013-5244, disponible en la misma página del instituto:
http://www.strategicstudiesinstitute.ar ... ?pubID=905" onclick="window.open(this.href);return false;

El libro debe ser una ampliación del estudio a tenor de su extensión, 184 páginas contra las 80 del estudio. Sea como fuere, tras la lectura de este último me ha parecido interesante reanudar este hilo haciendo un resumen de la introducción que presenta Record en las primeras páginas de su estudio y que titula “A 'Strategic Imbecility'?”.

El ataque japonés a Pearl Harbor, comienza diciendo Record, continúa produciendo perplejidad. El historiador naval americano Samuel Eliot Morison tildó la decisión japonesa para este ataque contra Estados Unidos como “una imbecilidad estratégica”. A mediados de 1941, “enfangado militarmente” en China y “considerando seriamente una oportunidad” para hacer la guerra contra la URSS, ¿cómo podía Japón pensar siquiera en otra guerra más, esta vez contra un “lejano país” cuya superioridad industrial era diez veces la de Japón? USA no era sólo más fuerte que Japón, sino que además se encontraba “más allá del alcance militar de Japón”. USA podía superar a Japón en la producción de cualquier tipo de armamento y podía construir armas, como el bombardero de largo alcance, que no podía construir Japón. Aunque Japón pudiera hacer la guerra en Asia del Este y el Pacífico Occidental, no podía, en cambio, amenazar el territorio americano. Al atacar Pearl Harbor, Japón eligió combatir una guerra geográficamente limitada contra un enemigo capaz de llevar a cabo una guerra total contra las propias islas japonesas.

A continuación se pregunta el autor si Japón reconoció las probabilidades que tenía en contra, y qué le había llevado a una acción tan imprudente como el ataque a Pearl Harbor. “¿Fatalismo?”. “¿Razonamiento ilusorio?”. “¿Locura?”. “¿No había una alternativa aceptable a la guerra con Estados Unidos en 1941?”. Y si no la había, “¿cómo esperaba Tokyo obligar a Estados Unidos a aceptar la hegemonía japonesa en Asia del Este?”. “¿Tenían los japoneses un concepto de victoria, o al menos para evitar la derrota?”. O como declaró el congresista de New York, Hamilton Fish, el día siguiente al ataque de Pearl Harbor, ¿eran los japoneses simplemente una gente “rematadamente loca” que, al atacar a Estados Unidos, había “cometido un suicidio militar, naval y nacional”?

La Guerra del Pacífico surgió como consecuencia del empeño de Japón en una gloria nacional y en una seguridad económica por medio de la conquista de Asia del Este, por una parte, y la creencia de la administración Roosevelt de que podía controlar la intentona japonesa de un imperio asiático mediante “sanciones comerciales y despliegue militar”, por la otra. Japón buscaba liberarse de su dependencia económica con USA, mientras que USA buscaba utilizar esa dependencia para contener las ambiciones imperiales de Japón. Tokyo quería acabar con el status quo territorial en Asia; Washington, preservarlo. Dado el alcance de las ambiciones japonesas -que incluían la expulsión del poder e influencia occidentales del sudeste asiático, y dada la alianza de Japón con la Alemania nazi (que tenía en contra la alianza táctica de USA con Gran Bretaña)- la guerra con USA “era probablemente inevitable a finales de 1941”, aunque las posibilidades japonesas “de ganar una guerra con Estados Unidos eran mínimas”.

El desastre que aguardaba a Japón en su guerra con USA tenía sus raíces en un fatal exceso de ambición de poder. Estas ambiciones imperiales -que incluían territorio soviético en el nordeste asiático, China y el territorio bajo control occidental en el sudeste asiático- estaban más allá de la capacidad material de Japón, que quería ser una gran potencia del nivel de USA, Gran Bretaña o Alemania, pero que carecía de la base industrial y de la capacidad militar para poder lograrlo. Además, Japón buscaba tanto un imperio continental sobre la ingente población del territorio asiático como un imperio marítimo en el Pacífico suroccidental, “una difícil tarea dado el creciente nacionalismo de China y la superioridad naval global de Gran Bretaña y Estados Unidos”.

La presunción de la irracionalidad japonesa, sigue Record, es natural dada la aguda sobredimensión imperial japonesa en 1941 y la enorme disparidad de la base industrial y capacidad militar entre Japón y USA. El entonces Subsecretario de Estado para Asuntos Económicos, Dean Acheson, declaró antes de Pearl Habor que “ningún japonés razonable podía creer que un ataque contra nosotros acabaría en otra cosa que desastre para su país”. El Secretario de Guerra, Henry L. Stimson, creía que los japoneses “no obstante sus perversas intenciones, tendrían el buen sentido de no involucrarse en una guerra con los Estados Unidos”. El almirante Yamamoto tenía ciertamente buen sentido. En octubre de 1940 advirtió que “combatir a los Estados Unidos es como combatir al mundo entero....Sin duda, moriré a bordo del Nagato. Mientras tanto, Tokyo será reducida a cenizas tres veces”. Apenas dos meses antes de Pearl Habor, Yamamoto predijo:

Es obvio que la guerra japonesa-americana se convertirá en una guerra prolongada. Mientras que los vientos de la guerra soplen a nuestro favor, Estados Unidos nunca dejará de combatir. Como consecuencia, la guerra continuará durante varios años, durante los cuales [nuestros recursos] materiales se verán agotados, barcos y armas serán dañados, y sólo podrán ser reemplazados con gran dificultad. A la larga no seremos capaces de competir [con Estados Unidos]. Como resultado de la guerra, se tornará indigente el sustento del pueblo.....y es difícil no imaginar [que] la situación se volverá fuera de control. No debemos comenzar una guerra con tan poca posibilidad de éxito”.

Las valoraciones de posguerra son igualmente condenatorias. Raymon Aron escribió en 1966: “La apuesta japonesa, en 1941, fue absurda, ya que sobre el papel el Imperio del Sol Naciente no tenía posibilidad de ganar y sólo podía evitar perder si los americanos fuesen demasiado perezosos o cobardes para conquistar”. Gordon Prange, el gran historiador de Pearl Harbor, llamó al ataque el comienzo de “una guerra insensata que [Japón] no podía ganar”. Edwar N. Luttwak, en su Strategy: The Logic of War and Peace, sostuvo que los japoneses no tenían opciones de victoria después de Pearl Harbor aparte de “una invasión de California, seguida de la conquista de los mayores centros de la vida americana y culminando con una paz impuesta dictada a algún gobierno de colaboración en Washington”. Luttwak reconoce que semejante estrategia estaba fantásticamente más allá del poder de Japón, donde además ningún líder propuso jamás tal aventura de invadir USA. Así que la mejor opción que tenía Japón tras Pearl Harbor, concluye Luttwak, era buscar la paz negociando con USA cualquier reconocimiento que le pudiera hacer a cambio de que Japón no recurriera a su capacidad de resistir la derrota final durante unos años, evitando así que USA combatiera por la victoria. Para el estratega Colin Gray, la Guerra del Pacífico de 1941-1945 fue “un conflicto que el Japón Imperial siempre iba a perder. Permanece como un rompecabezas cultural y estratégico por qué tantos líderes políticos y militares japoneses refrendaron la decisión de ir a la guerra en 1941 a pesar de conocer ese hecho”. Roberta Wohlstetter, en su pionero Pearl Harbor: Warning and Decision, denunció el descabellado pensamiento japonés que había detrás de su decisión de ir a la guerra: “Lo más irreal fue su suposición de que Estados Unidos, con 10 veces el potencial militar y una reputación de hacer la guerra hasta la rendición incondicional, aceptaría tras una corta lucha la destrucción de una parte considerable de sus fuerzas aéreas y navales y el conjunto de su poder en Extremo Oriente”. Quizá la acusación más feroz es la de Haruo Tohmatsu y H. P. Wilmott:

A ningún estado o nación jamás se le ha concedido inmunidad de su propia estupidez. Pero la derrota de Japón en la IIGM fue formidable. La coalición de potencias que levantó contra sí mismo, la naturaleza de su derrota por todo un océano, y la manera en que la guerra terminó representaron un asombroso y notable, aunque no buscado, logro por parte de Japón”.

Record se pregunta si la decisión japonesa de ir a la guerra en 1941 fue un “asunto de estupidez”, y si puede desecharse como un rompecabezas cultural, si está más allá de la comprensión. Con estas preguntas prepara el autor su introducción del antecedente conceptual histórico sobre el cual edificará su tesis. Así trae a colación al gran historiador y militar ateniense Tucídides, quien explicó que “miedo, honor e interés” estaban entre “tres de los motivos más grandes” del deseo de la antigua Atenas de retener su imperio. Si normalmente los teóricos de la política internacional se concentran en los cálculos de poder e interés como los impulsores principales que guían a un estado, en cambio tienden a descartar otros factores, como la ideología y el orgullo, que distorsionan el análisis “racional” de riesgos y recompensas. Y son estos últimos factores los que Record considera cruciales para la comprensión del comportamiento internacional de muchos estados, incluyendo Japón de 1931 a 1945. Razona que para muchos estados, incluyendo el Japón imperial y la Alemania nazi, la ideología y el interés nacional eran inseparables. De hecho, la influencia de la ideología en la toma de decisiones de la política exterior de las grandes potencias del siglo XX, especialmente la Alemania imperial, la Rusia soviética, la Alemania nazi, el Japón imperial, la China comunista, y -sí- los Estados Unidos, merece más escrutinio académico del que ha recibido.

Y entonces asienta Record: “Es la conclusión central de esta monografía que la decisión japonesa para la guerra contra los Estados Unidos fue dictada por el orgullo japonés y la amenazada destrucción económica de Japón por los Estados Unidos”. Esta conclusión no excusa, por supuesto, ni el ataque japonés sobre Pearl Harbor ni la estupidez de la gobernanza de Tokyo en la década de 1930 al colocar a Japón en una situación donde la guerra, la rendición o el empobrecimiento eran las únicas opciones políticas disponibles. Ni tampoco excusa la tesis de esta monografía el comportamiento salvaje de los japoneses en Asia del este durante las décadas de 1930 y 1940, o la falta de voluntad de los gobiernos japoneses de posguerra de reconocer y reparar esa conducta.

No quiero completar la descripción de los asuntos que Record adelanta en este capítulo del que he resumido su primera parte, y que luego desarrolla en los siguientes (como sus críticas a Estados Unidos). Me parece suficiente lo que he expuesto para abrir el apetito de quien esté interesado en su lectura, y, de todas formas, como una aportación más al muy interesante tema que en su día planteó Schwepunkt con este hilo.

Saludos cordiales
JL
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El harakiri político-militar japonés

Mensaje por Schwerpunkt » Sab Dic 18, 2010 3:06 am

¡ Saludos a todos antes de que las parrandas navideñas se nos echen encima !

Para dilucidar las causas y razones del ataque japonés a las potencias occidentales a finales de 1941 hay que analizar una miríada de cuestiones políticas, económicas y sociales. Hago hincapié en el ataque a las “potencias occidentales” porque aunque fuera menos aireado, el Imperio Japonés entró en guerra simultáneamente contra EE.UU., el Imperio Británico y las colonias holandesas. Ya había practicado el chantaje militar y lo volvería a cometer contra las colonias francesas de la Indochina...

En suma, se trató de una declaración de guerra en toda regla contra unas potencias que claramente superaban al Japón en capacidad económica como eran EE.UU. y el Imperio Británico. No quisiera que estas consideraciones se convirtieran en un post enciclopédico pero hay que entender que el Japón luchaba esencialmente por cambiar el status quo del Asia desde el siglo XIX. Ese intento de forzar el equilibrio político existente venía dado por la constatación de su pobreza en materias primas y su dependencia de los poderes anglosajones.

La paradoja es que el Japón en su búsqueda de la autarquía económica mediante de políticas de agresión contra sus vecinos fueran la Rusia zarista, la China sumida en la anarquía o posteriormente las colonias o territorios dependientes de las potencias occidentales, no sólo no consiguió esa autarquía sino que incluso aumentó la dependencia de sus rivales ya fuera en forma de suministros de petróleo, metales o tecnología.

La falta de comprensión de los mecanismos económicos así como de las implicaciones de una política industrial autárquica fueron decisivos en el largo proceso que llevaría al Japón a embarcarse en su funesta apuesta a la guerra total. Los militares que planeaban, presionaban e incluso en ocasiones asesinaban a sus rivales políticos que no compartieran sus tesis, no comprendían que la exacción de los limitados recursos del Japón, ya fueran acero, divisas extranjeras o el flete marítimo de la economía civil hacia la Marina o el Ejército provocaba mas tensiones en una economía ya sobrecalentada y disminuía la producción de la economía civil de la que a la postre dependía todo, ya fuera en realizar exportaciones para conseguir divisas con las que importar petróleo o materias primas o bien para alcanzar los objetivos de producción.

La guerra en China puso de relieve que aunque en teoría se dispusiera de mas recursos naturales conquistados a punta de bayoneta, la falta de capital, recursos, tecnología, etc, no permitía a corto plazo una explotación beneficiosa para el Japón de esas nuevas minas de mineral de hierro, carbón u otros minerales. La desarticulación provocada por la guerra no permitía que se importara mucho arroz u otros alimentos y materias primas de los territorios recientemente coloniales. A corto plazo, los gigantescos efectivos militares estacionados en China devoraban una parte apreciable del acero, carbón, petróleo y suministros producidos en Japón. En pocas palabras, el Japón lejos de disminuir su dependencia del exterior, en particular EE.UU., el Reino Unido y las colonias holandesas, la aumentaba de forma exponencial debido a sus aventuras militares. Los intentos de construir una industria de hidrocarburos sintéticos fracasaron ante la debilidad económica intrínseca del Japón para afrontar este masivo plan industrial y su dependencia de la tecnología norteamericana. (*)

Otra de las razones fundamentales en el desencadenamiento de la fatal aventura en pos del dominio del Asia Oriental y el Pacífico fue la diferente percepción de los políticos norteamericanos y japoneses. Para Norteamérica, inmensa nación autosuficiente en prácticamente todas las materias primas, dueña del tejido industrial mayor del planeta e inatacable en la era preatómica, no se concebía el que una nación se lanzara a una aventura suicida sin haber sopesado los pros y contras cuidadosamente. La idiosincrasia norteamericana mucho más pragmática concebía el bloqueo de suministros de materiales estratégicos o la congelación de activos japoneses como una medida de presión que induciría al Japón a sentarse a la mesa de negociaciones y llegar a un acuerdo que esencialmente proscribiera el intento de deshacer la esfera de intereses anglosajones en Asia y el Pacífico y forzara a una solución a la guerra en China. No se pensaba que precisamente por esa razón el Japón se “viera forzado” a declarar una guerra en condiciones desfavorables debido a la idiosincrasia de la casta política japonesa, reacia a cualquier cesión o rendición así como la personalidad fanática de muchos de sus líderes, en especial los militares.

Pero no sólo estaban en juego las diferentes concepciones ni los medios para hacer política en Norteamérica y Japón sino el extraordinariamente alambicado y retorcido sistema político japonés. La Marina y el Ejército japonés eran los que con su rivalidad casi a muerte, determinaban la política nacional y exterior del Imperio. No quisiera detenerme a exponer en detalle esta rivalidad para no aburrir a nuestros lectores, pero en esencia el proceso de decisión política en el Japón durante los años treinta había sido un largo y complicado chalaneo entre ambos servicios por hacerse con el máximo de materias primas y presupuesto para sus fines. Los acuerdos llegados después de muchos tira y afloja entre los diversos departamentos eran los que conformaban en definitiva la política japonesa. Estos acuerdos que luego habían de ser refrendados en las conferencias imperiales eran tan difíciles de conseguir que se habilitaban mecanismos de bloqueo que impidieran su renegociación. En estos mecanismos de bloqueo entraban no sólo la conveniencia de llegar a un mínimo de gobernabilidad sino una desconfianza patente en los propios subordinados o rivales para que no alterasen el espíritu y letra de los acuerdos alcanzados con tanta dificultad. Asimismo la naturaleza de las decisiones tomadas reforzaba las siguientes decisiones: si por ejemplo se decidía que el Ejército debía de formar un cordón protector en Manchuria contra la Unión Soviética y seguir ocupando China y que la Marina debía de iniciar la planificación operativa para una expansión por el Sudeste asiático, las medidas de movilización y asignación de recursos tenían una inercia que hacía muy complicado el detenerlas ya que la Marina había sido ganadora en la pugna política. Si en el curso de esa planificación se iba viendo con creciente claridad que cualquier expansión hacia el sur implicaba la colisión y entrada en guerra con los Estados Unidos, esa política no podía ser retirada porque implicaba la defenestración de la Marina y la adopción del plan del Ejército con su consiguiente priorización en recursos, suministros y armamentos. En definitiva cada paso tomado se inscribía en una escalada incontenible hacia la guerra y en el reforzamiento del paso siguiente dentro de la línea general de política adoptada.

En ese espíritu hay que enmarcar las fatídicas conferencias imperiales del verano y otoño de 1941 que apostaron por el avance hacia el sur, o en otras palabras la guerra contra las colonias occidentales del Sudeste asiático (Indochina y posteriormente las Indias Holandesas) para apoderarse del petróleo y otras materias primas y que desembocarían en la Guerra del Pacífico y suicidio del Imperio Japonés.

(*) Por su interés trataré de esta cuestión en otro post.

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Montefusco
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Re: El harakiri político-militar japonés

Mensaje por Montefusco » Vie Ago 30, 2013 7:03 am

Quise crear otro thread sobre este tópico pero fue cerrado por duplicación (viewtopic.php?f=6&p=321619#p321619). Pido disculpas por no haber retrocedido a los tópicos de 2008. Pero creo que la discusión nos lleva al terreno de los "whats-f", ¿hubiera sido una victoria contundente en Midway (la destrucción de los portaaviones de la Flota de Pacífico, incluido el Saratoga que llegó retrasado) el triunfo que le hubiera dado a Japón el apalancamiento para derrotar a los EEUU? ¿Con Hawaii aislado y la Flota Combinada patrullando la costa este del Pacífico, lanzando algunas bombas sobre las ciudades californianas y atacando el canal de Panamá (para mi objetivo #1 en este escenario), que tanto hubiera podido hacer sentir EEUU su poder industrial? Recordemos que los Essex no fueron botados sino hasta el año siguiente.

La otra opción para Japón estaba en avanzar hacia el oeste: invadir la India, provocar una insurrección nacionalista y provocar una especie de dominó antioccidental: Indostán, Pakistán, Irán, pero eso es especular demasiado. Analizándolo no me parece una alternativa demasiado irracional, la cadena de bases insulares en el Pacífico hubiera bastado para proteger el flanco oriental de cualquier ataque estadounidense, al menos hasta la segunda mitad de 1943. En fin Japón estaba obligado a actuar rápido y dar un golpe contundente, en Midway perdió esa oportunidad y con los errores de Guadalcanal se abrió una brecha en su perímetro defensivo, luego fue cuestión que la enorme superioridad industrial estadounidense haga su parte (y aun así los EEUU nunca se sintieron lo suficiente cómodos con ésta: en cada asalto insular acumulaban más recursos, incluso a sabiendas que su enemigo estaba cada vez más debilitado).

Respecto al mal uso de los submarinos ¿estaba la armada japonesa lista para lanzar una ofensiva submarina al estilo Doenitz contra el tráfico mercante (por cierto que los éxitos de sus aliados debieron darles una pista de como podían aprovechar sus sumergibles)? ¿No hubiera derivado en submarinos vagando por las extensas aguas del pacífico, sin una estructura de control y comunicaciones comparable a la que montó el almirante alemán?

De todos modos leyendo sus posts, a pesar de los "what-ifs" planteados, me queda la impresión que la decisión japonesa de ir a la guerra con EEUU fue igual de irracional que la de Saddam Hussein de invadir Irak y luego no retirarse cuando se hizo obvio que occidente no transigiría (disculpas si el salto temporal está fuera de las reglas del foro)

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Re: El harakiri político-militar japonés

Mensaje por Schwerpunkt » Lun Jun 09, 2014 5:09 pm

¡ Saludos a tod@s !

Releyendo este venerable hilo... me he encontrado que realmente los japoneses no tenían ninguna opción realista de ganar la guerra que desencadenaron en el Pacífico y Sudeste asíático. Su cálculo estratégico que podemos calificar de ilusorio era que las potencias occidentales se cansaran de las pérdidas y estimaran que desalojar al Japón de sus conquistas iba a costar demasiada sangre y demasiado dinero a los ciudadanos norteamericanos y británicos.

No obstante y por contestar algunas de las cuestiones o posibilidades enunciadas por Montefusco hace algún tiempo me gustaría hacer las siguientes reflexiones:
Montefusco escribió:La otra opción para Japón estaba en avanzar hacia el oeste: invadir la India, provocar una insurrección nacionalista y provocar una especie de dominó antioccidental: Indostán, Pakistán, Irán, pero eso es especular demasiado. Analizándolo no me parece una alternativa demasiado irracional, la cadena de bases insulares en el Pacífico hubiera bastado para proteger el flanco oriental de cualquier ataque estadounidense, al menos hasta la segunda mitad de 1943.
La verdadera motivación de la guerra para el Japón era apoderarse de las Indias Holandesas que hubiera supuesto -al menos teóricamente- la autosuficiencia en petróleo, estaño y aluminio. El apoderarse de las Filipinas así como de un rosario de islas por el Pacífico estaba dictado por necesidades militares, ya que todos los juegos de guerra habían mostrado que sin la conquista de las Filipinas y de otras islas era inviable la conquista de las colonias holandesas y sobre todo el mantenerlas. Ahora bien esto forzaba a una tremenda dispersión de las fuerzas japonesas que a tenor del flete y suministros disponibles eran muy limitadas. Sencillamente era imposible el lanzar otra ofensiva de gran calado hacia el Indostán porque no había medios logísticos.
Montefusco escribió:Respecto al mal uso de los submarinos ¿estaba la armada japonesa lista para lanzar una ofensiva submarina al estilo Doenitz contra el tráfico mercante (por cierto que los éxitos de sus aliados debieron darles una pista de como podían aprovechar sus sumergibles)? ¿No hubiera derivado en submarinos vagando por las extensas aguas del pacífico, sin una estructura de control y comunicaciones comparable a la que montó el almirante alemán?
Es probable que los sumergibles japoneses no hubieran cosechado los grandes éxitos de los germanos por cuestiones tecnológicas y de control de comunicaciones. Además el tráfico mercante en los océanos en los que se iba a dirimir la guerra era mucho menos denso que en el Atlántico lo que hubiera redundado en menores hundimientos proporcionalmente. No obstante hubieran puesto en un brete a los aliados en las fases iniciales de la guerra en los que había una gran escasez de escoltas pero no podía cambiar el curso de la guerra, todo lo más causar más dificultades a los aliados de las que estos sufrieron históricamente.
Montefusco escribió:Pero creo que la discusión nos lleva al terreno de los "whats-f", ¿hubiera sido una victoria contundente en Midway (la destrucción de los portaaviones de la Flota de Pacífico, incluido el Saratoga que llegó retrasado) el triunfo que le hubiera dado a Japón el apalancamiento para derrotar a los EEUU?
Aunque sea meternos en terreno puramente hipotético, una eventual victoria japonesa en Midway hubiera podido retrasar pero no cambiar la victoria norteamericana.

Por resumirlo en una frase: el Japón no podía ganar un conflicto contra las potencias anglosajonas porque la disparidad de recursos era demasiado grande y la probabilidad de éxito demasiado pequeña.

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