La valoración británica sobre Japón en preguerra

La guerra en el Pacífico

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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Mié Ene 28, 2009 11:14 am

¡Hola a todos!

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Fuente: Martin H. Folly, The Palgrave Concise Historical Atlas of Second World War (New York: Palgrave MacMillan, 2004), p. 31

Saludos cordiales
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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Jue Ene 29, 2009 1:31 pm

¡Hola a todos!

British intelligence on Japanese strategy, September 1939 to December 1941 (La inteligencia británica sobre la estrategia japonesa, septiembre de 1939 a diciembre de 1941) (VIII)

La historiografía sugiere que que los comandantes británicos en Extremo Oriente, así como los estados mayores de planificación en Londres, vinieron a convencerse de que Japón no realizaría aventuras arriesgadas hasta el punto de tratar con escepticismo cualquier indicación de un ataque inminente. La opinión preponderante era que Japón tenía aprensión a una guerra contra los aliados, y por tanto evitaría involucrar sus principales fuerzas en Asia; por tanto el empuje de las operaciones de Japón iba a dirigirse muy probablemente contra Tailandia. Las razones para negar la verdad son difíciles de explicar porque la documentación disponible no describe los pensamientos de la gente en cuestión. La causa más plausible fue un rechazo a abandonar creencias arraigadas, o un fenómeno que los especialistas han calificado como “rigidez cognoscitiva”, o “disonancia cognoscitiva”.....

En su historia de la campaña, S. W. Kirby reveló que Brooke-Popham minimizó el significado de las advertencias del FECB de que los convoyes detectados en el Mar Oriental de China probablemente estaban destinados al istmo de Kra o Malaya septentrional. Según Louis Allen, todavía al anochecer del 7 de diciembre, cuando la aviación de reconocimiento británica había sido tiroteada, el Comandante en Jefe de Extremo Oriente se negó a reconocer que las hostilidades eran inminentes.

Las obras recientes de O. C. Chung, Peter Elphick y Richard Aldrich han explicado convincentemente cómo Brooke-Popham y su estado mayor ignoraron las señales que apuntaban a una invasión japonesa. La atención se ha centrado en los cifrados interceptados entre Tokyo y sus embajadas en Londres y Washington, ordenando la destrucción de documentos confidenciales y máquinas de codificación a la recepción de mensajes indicando una inminente declaración de guerra. Igualmente importantes fueron las señales entre Tokyo y sus cónsules generales en Bangkok y Singapur, revelando que a finales de noviembre, quinta-columnistas en Malaya habían realizado los preliminares para la invasión. Las concentraciones de tropas y aviación en Indochina también indicaban números por encima de los requeridos para una invasión de Tailandia. Sin embargo, todavía el 5 de diciembre, Brooke-Popham declinó ordenar la ocupación preventiva de lugares de desembarco en el istmo de Kra, bajo la base de que no existían pruebas firmes de que el convoy del Golfo de Tailandia iba avanzando en esa dirección. Incluso el 7 de diciembre, cuando la proximidad del convoy a Singapur hacía muy probable un desembarco, el Comandante en Jefe de Extremo Oriente mantenía que la fuerza era posiblemente una artimaña japonesa para inducir a Gran Bretaña a romper la neutralidad de Tailandia, un movimiento que podía cargar a Gran Bretaña con la culpa de provocar las hostilidades. Brooke-Popham no fue el único en descartar la inminencia de un ataque japonés. Los COS fueron igualmente incapaces de determinar si el convoy estaba yendo hacia el istmo de Kra o a Bangkok.

Continuaremos con la valoración británica sobre la fuerza militar de Japón.
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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Vie Ene 30, 2009 9:45 am

¡Hola a todos!

British Intelligence on Japanese Military Efficiency prior to December 1941 (Inteligencia británica sobre la eficiencia militar japonesa antes de diciembre de 1941) (I)

Aunque la inteligencia sobre los problemas estratégicos de Japón proporcionó razones convincentes para minimizar el significado de la amenaza que podía representar, la información disponible sobre sus capacidades militares no suscitó inquietud. El problema provenía de la carencia de inteligencia fiable. La ausencia de una experiencia previa en combatir a las fuerzas armadas de Japón significaba también que los británicos no tenían un criterio fiable para calcular el resultado de una confrontación anglo-japonesa.

En comparación, en los teatros europeos, los establecimientos defensivos podían fundarse sobre las experiencias de la Primera Guerra Mundial, que proporcionaban indicaciones proféticas de cómo la conducción de conflictos futuros podía verse afectada por tecnologías modernas como la aviación, el blindaje y la potencia naval. Incluso entonces, los británicos sólo podían especular cómo podía afectar el uso de tales armas al desempeño de su más probable enemigo, la Alemania nazi. Los esfuerzos británicos para valorar a Alemania se vieron dificultados por el rápido ritmo y la naturaleza secreta de su programa de rearme, así como por la escasez de fuentes y personal de inteligencia cualificado. Las valoraciones estaban basadas en conjeturas y las “ideas preconcebidas no verificadas estaban a menudo demasiado entrecruzadas con la realidad”. Entre las más notables de esas presunciones estaba la de que Gran Bretaña podía enfrentarse a bajas espantosas si intentaba hacer frente a sus enemigos. La actitud derrotista fue común entre los responsables políticos y funcionarios militares británicos durante el periodo de entreguerras, y provenía de las pérdidas sufridas durante la Gran Guerra. La carencia de información fiable significó que las capacidades alemanas fueron sobrevaloradas durante los años treinta, y la exageración jugó un profundo papel al llevar a los británicos a tomar una indecisa postura contra los movimientos expansionistas de Hitler.

La guerra contra los japoneses en Asia Oriental era una aventura todavía más incierta. Había habido pocas oportunidades para observar a las fuerzas armadas de Japón en acción desde la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Las operaciones japonesas durante la Gran Guerra consistieron en desembarcos a pequeña escala contra los puestos de avanzada alemanes en China y el Pacífico. La recopilación de inteligencia durante el periodo de entreguerras se vio complicada por leyes de secretos militares que envolvieron el programa de rearme japonés. La abrogación de la alianza anglo-japonesa restringió las oportunidades para recoger material a través de las asignaciones a unidades japonesas. Sin acceso a una inteligencia fiable, los británicos tendieron a basar sus juicios en ideas preconcebidas que dictaban que Japón no podía construir una máquina militar para competir con el Oeste. La conclusión de que las fuerzas de Japón eran de segunda categoría ganó más credibilidad después de julio de 1937, cuando el EIJ y los servicios aéreos se enfrentaron con visibles dificultades para superar la resistencia china. Finalmente, a pesar de la superioridad numérica de la marina japonesa, junto con la ventaja adicional de haber ganado años de experiencia que tenían el ejército y los servicios aéreos, las fuerzas de Japón solamente se habían enfrentado a unos débiles oponentes chinos. En consecuencia, las valoraciones de la viabilidad de una expedición contra Malaya concluyeron con la opinión de que las fuerzas británicas prevalecerían.

Recientes obras sobre las valoraciones británicas de preguerra de las capacidades japonesas explicaron cómo las erradas ideas preconcebidas se debieron parcialmente a inclinaciones racistas que menospreciaban las cualidades marciales de fuerzas no-occidentales. En realidad, los comentarios sobre el EIJ y la MIJ demostraron a menudo juicios miopes. El agregado naval en Tokyo, capitán Vivian, reportó en 1935 que los japoneses “son a menudo de pensamiento lento” y era por tanto improbable que efectuaran cualquier tipo de movimientos sorpresivos. Los oficiales navales concluyeron que debido a sus ojos rasgados, los pilotos japoneses no podían disparar bien. Los comentarios sobre el desempeño del EIJ eran igualmente degradantes. En diciembre de 1937, tras un viaje a China septentrional, el capitán Marr-Johnson, oficial de Real Artillería, observó “algunas ligeras indicaciones” de que la moral del soldado japonés era excelente mientras estaba ganando, pero su espíritu de combate tendía a venirse abajo cuando “se enfrentaba a una situación peliaguda”. Al remitir el informe al MI2, el Estado Mayor General de la Oficina de Guerra hizo constar que, “¡Después de todo, los japoneses son orientales!”. Tales declaraciones sugieren que el desprecio racial era generalizado.

Al mismo tiempo, el racismo fue una entre miles de influencias, y su papel no se puede comprender propiamente sin examinar los obstáculos que impidieron un veredicto más informado. Las valoraciones de la MIJ estaban basadas en estereotipos raciales porque la carencia de información fiable excluía un juicio con conocimiento. En cuanto al EIJ y los servicios aéreos, la inteligencia disponible parecía confirmar el desdén británico por las fuerzas armadas de Japón.

A seguir.
JL
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Mensaje por José Luis » Sab Ene 31, 2009 9:21 am

¡Hola a todos!

British Intelligence on Japanese Military Efficiency prior to December 1941 (Inteligencia británica sobre la eficiencia militar japonesa antes de diciembre de 1941) (II)

La MIJ fue la rama que permaneció envuelta en mayor misterio. Las leyes de secretos militares no sólo prohibieron las visitas a los astilleros y bases navales; la recopilación de inteligencia se vio complicada aún más porque la MIJ sólo jugó un papel menor en China. Los esfuerzos para obtener información sobre los servicios navales de Japón continuaron infructuosos. Por ejemplo, durante la primavera de 1939, el agregado naval admitió que tenía poca información con la que establecer los tipos de barcos que la MIJ estaba planeando construir con los fondos procurados mediante el presupuesto anual del parlamento japonés. Las señales de inteligencia revelaron que el Ministerio de Marina estaba pidiendo a sus agregados en Europa que consiguieran contratos para las necesitadas importaciones de acero, municiones y equipos de radio. Aunque la información sobre las dificultades productivas expresaba correctamente que la MIJ estaba luchando para conseguir sus objetivos de construcción, tendía a oscurecer los éxitos que había logrado al construir una flota capaz de desafiar a sus homólogas estadounidense y británica.

La escasez de material de inteligencia sobre la MIJ tuvo dos efectos perjudiciales, el primero de los cuales fue la carencia de conocimiento sobre el tamaño y armamento de los principales barcos japoneses. El Almirantazgo era sabedor de que la MIJ estaba construyendo navíos de tonelajes que excedían las cuotas de armamento naval de Washington, especialmente después de que Japón denunciara abiertamente los límites en 1934, y se retirara de la Conferencia de Londres dos años más tarde. Sin embargo, el alcance de las rupturas nunca estuvo claro. Con respecto a la posible construcción de barcos con cañones de 18 pulgadas y desplazamientos superiores a las 40.000 toneladas, el DNI simplemente declaró que no podía ser ignorada la posibilidad. De hecho, la inteligencia no se enteró de la existencia de los super-acorazados Yamato y Musashi hasta 1942.

El segundo resultado perjudicial de una inteligencia inadecuada fue una tendencia a basar valoraciones en fuentes dudosas. Los más básicos aspectos, como el número y tipos de barcos en construcción, fueron dejados a las conjeturas. Los cálculos del DNI se fundamentaron en lo que los japoneses podían producir con sus limitados recursos. La información sobre la producción de armamentos estaba ausente. En enero de 1939, el DNI admitió que, aunque el Astillero Naval de Kure era el único sitio conocido para la construcción de blindaje, su información estaba basada en un artículo de un periódico autóctono obtenido en noviembre de 1937. Además de los problemas surgidos por la carencia de precisión, las cifras de producción nunca podían sustituir la información cualitativa de la flota japonesa.

En vista de las dificultades para obtener información digna de confianza, sólo había un corto trecho hacia una información donde el Almirantazgo se confió a estereotipos raciales. Como ha ilustrado Arthur Marder, la estimación de que la eficiencia de la MIJ era de un 80 por ciento en comparación con la Royal Navy era arbitraria, y basada en la presunción de que los japoneses nunca podían desarrollar una flota que estuviera a la par de sus rivales occidentales.

Los esfuerzos británicos para valorar el EIJ se toparon con obstáculos de naturaleza similar a los que plagaron la inteligencia naval. Como en la MIJ, la información sobre el EIJ era incompleta, debido a los dispositivos de seguridad. La recopilación de información sobre asuntos cruciales como equipo, entrenamiento y doctrina táctica era difícil. El material disponible tendía a destacar los problemas que afrontaba el EIJ. En particular, los comandantes del ejército parecían reacios a abandonar su práctica tradicional de combatir batallas simétricas, e incapaces de desarrollar métodos para conducir una guerra móvil que requería el uso adecuado de fuerzas mecanizadas. En 1937, el MI2c reportó a Inskip, el ministro para la Coordinación de la Defensa, que pese al masivo incremento del gasto, la efectividad de las armas del EIJ y el entrenamiento en su uso no podían compararse con los ejércitos de primera categoría.

Las sugerencias de las deficiencias japonesas inherentes resultaron ser correctas en gran parte, especialmente con respecto al uso de armas modernas. El progreso del EIJ en este campo no merecía alabanza, como se reveló en su confrontación contra los chinos y, más importante, los soviéticos. En 1940, la Oficina de Guerra observó qué deficiente fue el uso de artillería en las batallas fronterizas de Nomonhan, con unidades de infantería pidiendo fuego sobre objetivos muy por encima del alcance de los cañones. Los cañones antitanque también fueron situados de una manera que descubría sus posiciones, “con el resultado de que los tanques soviéticos fueron capaces de destruirlos al comienzo del ataque”. Las perspectivas de mejora parecían poco prometedoras. En un informe sobre una ordenanza imperial que pedía un riguroso esfuerzo para equipar unidades con tanques e infantería mecanizada, B. R. Mullaly, el agregado militar, comentó que “la falta de experiencia [japonesa] y los obstáculos impuestos por características nacionales” iban probablemente a “restringir el uso eficaz de tales formaciones”. Como Alvin Coox ha ilustrado, el alto mando del EIJ comprendió tras Nomonhan que los reveses contra el Ejército Rojo fueron debidos a la escasez de equipo pesado, junto con una deficiente destreza táctica. Sin embargo, la ineptitud del EIJ para operar blindaje con artillería estaba destinada a dificultar sus esfuerzos para la mecanización. En consecuencia, las tácticas japonesas se centraron en la infantería para la duración de la Guerra del Pacífico, y el EIJ nunca consiguió algo similar a los estándares occidentales en el empleo de fuerzas mecanizadas.

Seguiremos.
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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Lun Feb 02, 2009 8:50 am

¡Hola a todos!

Como el texto se vuelve, por momentos, algo repetitivo y soporífero, he decidido abreviar tales pasajes, indicándolo mediante (...).

British Intelligence on Japanese Military Efficiency prior to December 1941 (Inteligencia británica sobre la eficiencia militar japonesa antes de diciembre de 1941) (III)

Al mismo tiempo, los informes que enfatizaban los atrasos del EIJ demostraron cómo la inteligencia disponible oscurecía una de sus principales fortalezas, a saber, la eficiencia de sus unidades de infantería. Su habilidad para avanzar largas distancias sin basarse en el transporte o comunicaciones fijas, y superar las defensas enemigas con armamento ligero, se probó fatal para las fuerzas aliadas en el sudeste asiático durante las fases iniciales de la guerra.

La creación de un cuadro preciso del EIJ se vio aún más dificultada por su fracaso en conseguir una victoria decisiva durante la guerra sino-japonesa, que por contra reforzó la opinión de que sus capacidades no necesitaban ser tomadas en serio. Las valoraciones del desempeño del EIJ en China revelaron un malentendido de cómo se estaba enfrentando a un número de obstáculos únicos, ninguno de los cuales iba a encontrarse más tarde en el sudeste asiático. Primero, la extensión geográfica del teatro chino significaba que el EIJ tenía que lidiar más probablemente con contraataques enemigos y dificultades logísticas que con un campo de batalla tan compacto como Malaya. Segundo, como los ejércitos chinos estaban combatiendo en su territorio y podía echar mano de un suministro de reservas sin fin, eran más capaces de ofrecer una resistencia efectiva que un ejército occidental operando a miles de millas de su base de operaciones. Tercero y más importante, las guerrillas chinas, así como las tropas regulares, poseían un nivel de entrenamiento significativamente más alto que las fuerzas del imperio británico que defendían Malaya.

Por tanto, los británicos tuvieron dificultades a la hora de evaluar las implicaciones de las debilidades y fortalezas japonesas. Su malentendido provenía de una noción equivocada de que los problemas del EIJ en China eran una prueba incuestionable de su incapacidad para desafiar a sus rivales occidentales. Los informes de campaña ilustraban con concienzudo detalle cómo la resistencia de la guerrilla había había obligado a dedicar recursos importantes para “tareas de pacificación”. Las dificultades del EIJ para hacer frente a este tipo de oposición dieron pie a sugerencias de que los japoneses estaban fuertemente presionados para derrotar a los enemigos más pobremente equipados.

Las evaluaciones de la moral japonesa proporcionaron otro ejemplo clave de un hábito frecuente, dentro de la comunidad de la inteligencia y el establecimiento del ejército nbritánico, de sobrestimar cómo los problemas del EIJ afectaban su valía. Los sucesos en China revelaron que la moral de los soldados japoneses, que el EIJ contemplaba como su activo más valioso, estaba sujeta a deteriorarse a la vista de un conflicto prolongado. Las impresiones de la moral excepcionalmente alta del EIJ eran en gran parte un vestigio de su desempeño durante la guerra ruso-japonesa. Sin embargo, desde las fases iniciales del conflicto sino-japonés, los informes de campaña observaron cómo la mayoría de las tropas del EIJ eran reclutas que expresaron abiertamente su desaprobación del esfuerzo de guerra y demostraron regularmente apatía. Los viajes a las áreas de batalla realizados por observadores británicos, como Grimsdale y el capitán Boxer, jefe del departamento de inteligencia en Hong Kong, revelaron que los reveses inesperados causaban a menudo una ruptura de la disciplina. En la víspera de la guerra del Pacífico, los británicos correctamente conjeturaron que la tendencia del soldado japonés a perder la confianza en situaciones imprevistas lo hacía vulnerable......

A pesar de los fallos analíticos que plagaban las valoraciones británicas, se necesita tener presente el hecho de que la única fuente de inteligencia tangible era las operaciones del EIJ en China, que a menudo daban pie a imágenes negativas. Grimsdale recordaba que el revés en Taierchwang en abril de 1938 formó la base de las creencias occidentales de que, dado un equipamiento adecuado, los chinos podían derrotar a los japoneses. El corolario a esta noción, puesto que el ejército chino era desesperadamente ineficiente, luego el EIJ también estaba en un pobre estado, consiguió una amplia aceptación. La convicción de Brooke-Popham, que el EIJ no podía considerarse como un formidable enemigo, estaba basada en observaciones de guardias fronterizos japoneses mientras estuvo de viaje en Hong Kong a finales de 1940. Como admitieron invariablemente las investigaciones de la campaña de Malaya, el grueso de las tropas japonesas en China eran soldados reclutas de segunda categoría que no representaban del todo las capacidades del EIJ. Por tanto, la subestimación británica se puede atribuir a la falta de acceso a información sobre el entrenamiento y eficiencia de los ejércitos que sus fuerzas iban a encontrar en el sudeste asiático. Sin una confrontación directa que pudiera proporcionar un cuadro completo de las capacidades del EIJ, la evidencia de incompetencia se tomó como una realidad.

(…) El MI2 fue la única sección dentro de la Oficina de Guerra que reconoció que, debido a su experiencia en China, el EIJ era un difícil enemigo si había que enfrentarse con él en los campos de batalla de Asia. Pero incluso el MI2 jamás concedió explícitamente que el EIJ era capaz de derrotar a sus homólogos occidentales. Por ejemplo, en mayo de 1940, y nuevamente en diciembre de 1941, unos pocos días después del estallido de la guerra, el MI2 difundió informes ambivalentes que terminaban con una advertencia de que el EIJ estaba “entrenado y solamente requerido para combatir en Extremo Oriente, donde tendrá ventajas inherentes”. Sin embargo, antes de mostrar tal incómoda información, ambos documentos declaraban como conclusión general: “El ejército japonés [todavía] no había alcanzado los niveles de los ejércitos occidentales”. Además, contenían un número de duras críticas con respecto a la deficiente cooperación de infantería-artillería, y una tendencia a minimizar las fuerzas enemigas.....

(…) A la hora de evaluar el desempeño del EIJ en el caso de que avanzara hacia el sudeste asiático, los británicos conjeturaron que los japoneses difícilmente disfrutarían de la misma suerte. Las valoraciones de las capacidades japonesas en desembarcos anfibios y en guerra de jungla pusieron de relieve este dilema. Las operaciones combinadas en China fueron conducidas sofisticadamente. Los desembarcos tuvieron lugar con poco aviso, y los avances contra objetivos del interior fueron lanzados antes de que los defensores pudieran contraatacar. Sin embargo, como los desembarcos apenas encontraron oposición naval y aérea, operaciones similares contra fuerzas bien atrincheradas estaban condenadas a obtener unos resultados menos favorables. De igual forma, las operaciones en China meridional e Indochina dieron al EIJ una experiencia inestimable para conducir operaciones en terreno casi virgen. Sus fuerzas fueron capaces de avanzar rápidamente a través de un país muy montañoso y boscoso, donde las comunicaciones deficientes y las dificultades para transportar equipo pesado requerían un despliegue eficiente de las unidades de infantería. Sin embargo, puesto que los japoneses sólo se habían enfrentado a guerrillas que no presentaron una resistencia organizada, la opinión aceptada era que no podían hacer grandes progresos contra las fuerzas británicas en Malaya.

A seguir.
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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Mié Feb 04, 2009 9:09 am

¡Hola a todos!

British Intelligence on Japanese Military Efficiency prior to December 1941 (Inteligencia británica sobre la eficiencia militar japonesa antes de diciembre de 1941) (IV)

El problema no procedía tanto de una incapacidad de comprender las capacidades del EIJ como de una extendida opinión etnocéntrica que acreditaba ciegamente la eficacia de los ejércitos occidentales. El corolario de esta creencia fue la asunción de que las fuerzas británicas en Malaya eran de primera categoría y estaban en buen orden. Los métodos japoneses sufrieron un número de debilidades. Por ejemplo, aunque sus fuerzas anfibias habían desarrollado una destreza excepcional para desembarcar en líneas costeras indefensas, sus capacidades contra posiciones fortificadas eran insignificantes. La primera oleada de desembarcos en Malaya sufrió grandes bajas causadas por la interferencia aérea, y las operaciones tuvieron éxito principalmente porque las tropas invasoras persistieron con su avance a pesar de las pérdidas.

Las capacidades de guerra de jungla del EIJ estaban en una fase de infancia similar. La mayoría de las tropas embarcadas para Malaya no habían recibido virtualmente ningún entrenamiento para hacer la guerra en condiciones tropicales. El equipo japonés no estaba preparado para resistir el calor y la humedad, y las provisiones médicas para la malaria eran rudimentarias. Como puso de manifiesto Edward Drea, “para el ejército japonés, la guerra en el Pacífico Sur fue una guerra contra un enemigo desconocido”. Los éxitos de Malaya fueron en muchos casos atribuibles a un estado de gran falta de preparación de las tropas británicas, junto con buena suerte. La escasez de unidades mecanizadas del EIJ significó que la doctrina táctica se centró en la infantería, que debía confiar en la rapidez y sorpresa para flanquear las defensas enemigas. Tales tácticas se probaron eficaces en Malaya, donde los británicos no tenían suficiente blindaje y artillería para cubrir sus flancos. Sin embargo, en las Filipinas, los japoneses fueron con frecuencia contenidos por fuerzas estadounidenses mejor equipadas. De esta forma, los métodos japoneses tenían éxito sólo contra oponentes más débiles.

(…) Las observaciones del desempeño de la Fuerza Aérea Japonesa (FAJ) en China con frecuencia dieron pie a sugerencias de que sus pilotos y equipo poseían un nivel de eficiencia relativamente bajo. Los ataques de bombardeo japoneses, que fueron principalmente conducidos por los servicios aéreos navales, fueron anotados por su imprecisión y por las grandes pérdidas que sufrieron sus tripulaciones. Los ataques contra las líneas ferroviarias revelaron el fracaso para impactar objetivos vitales como los principales empalmes o para detener el flujo de tráfico, llevando a un observador británico a concluir que los japoneses no usaban su potencia aérea para lograr “sino resultados menores”.....

La fuerza de caza japonesa recibió comentarios igualmente desdeñosos...Aunque el caza Zero se demostró altamente eficaz debido a su velocidad y maniobrabilidad, el Ministerio del Aire alabó simplemente el nuevo tipo de avión por su capacidad para infligir desgaste a los chinos, cuyo equipo consistía principalmente de aviación soviética obsoleta.

(…) En 1941, el consenso [entre los británicos] era que la FAJ estaba a la par de la Regia Aeronautica italiana....

En el próximo mensaje la conclusión.
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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por José Luis » Jue Feb 05, 2009 10:08 am

¡Hola a todos!

CONCLUSIÓN

La serie de victorias japonesas en el sudeste asiático tras el estallido de la guerra el 8 de diciembre de 1941 (fecha de Malaya; 7 de diciembre, fecha de Londres), que culminó con la total eliminación del poder militar aliado en la región, sólo podía haber llegado como testimonio de que los británicos habían juzgado mal a su adversario. No obstante, no se puede culpar a una inteligencia deficiente por el fracaso británico para defender Singapur. La gran estrategia británica se caracterizó principalmente por su escasez de excedentes de recursos, y la necesidad de concentrar sus esfuerzos para contener la amenaza alemana contra las islas patrias. La segunda gran preocupación era proteger las arterias vitales de Gran Bretaña en el Atlántico y el Mediterráneo, así como sus vitales suministros de petróleo de Oriente Medio. La defensa de Malaya y Singapur estaba más abajo en la lista de prioridades. Por tanto, un estudio de inteligencia de preguerra sobre Japón no afecta sustancialmente la validez de los argumentos existentes con respecto a los motivos de Gran Bretaña para perseguir la estrategia que persiguió.

También se debe ser juicioso al condenar el establecimiento defensivo británico por no comprender la situación a la que se enfrentaba vis-à-vis Japón. Para comprender las razones de la complacencia británica, es crucial un examen de las circunstancias que prevalecieron antes de diciembre de 1941.

La inteligencia sobre la estrategia de Japón no consiguió mostrar ninguna indicación de que era inminente un ataque sobre Singapur. Los desarrollos tras el estallido del conflicto sino-japonés mostraban que la preocupación de Japón con su objetivo de derrotar a China le impedía compromisos adicionales que entrañaban un drenaje ulterior de sus recursos. Pese a la evidencia de la capacidad de Japón para extender sus operaciones en el sudeste asiático tras la primavera de 1940, sus acciones no sugerían ningún objetivo concreto más allá de la adquisición de una influencia política más grande y un incremento del acceso a las materias primas de la región. Una confrontación militar contra las Potencias Occidentales se consideraba ilógica, pues tales movimientos entrañaban riesgos estratégicos y económicos que Japón no podía permitirse. Lo más importante, las observaciones de las acciones de Japón antes del estallido de la guerra revelaron que sus líderes vacilaban en embarcarse en movimientos que entrañaban guerra contra Estados Unidos y Gran Bretaña. La inexactitud de las predicciones británicas no niega el hecho de que era precisa la evidencia que sugería la cautela entre los líderes japoneses, y que estaban ausentes sólidas indicaciones de planes para hacerse con el control del sudeste asiático.

En cambio, las pruebas que señalaban el reconocimiento japonés de sus propias debilidades, llevaron a los británicos a concluir que Tokyo actuaría prudentemente. Los responsables políticos y los planificadores de defensa británicos creían que la amenaza combinada de restricciones económicas e intervenciones militares aliadas sería suficiente para desalentar a Japón para invadir los intereses occidentales en el sudeste asiático. Solamente la eliminación total del poder militar aliado del Extremo Oriente durante las etapas iniciales del conflicto pudo convencer a Gran Bretaña que Japón no podía ser disuadido.

La inteligencia disponibles sobre las fuerzas armadas de Japón tampoco logró dar indicaciones fiables de que sus capacidades representaban una amenaza. Puesto que las leyes de secretos militares taparon los desarrollos del ejército y marina japoneses, las observaciones de sus operaciones en China se convirtieron en la principal fuente de información, que confirmaron la creencia de que su desempeño era de segunda categoría. Aunque la inteligencia disponible sugería que las fuerzas de Japón gozaban de ciertas fortalezas, tenían que demostrar todavía su capacidad para derrotar a sus rivales occidentales. En ausencia de encuentros de primera mano, las imágenes de las capacidades militares de Japón se iban a basar en falsas asunciones, y en una creencia equivocada con respecto a la capacidad de las fuerzas británicas para adelantarse a sus adversarios. Sólo un gran revés podía persuadir a Gran Bretaña para descartar la noción de que las fuerzas japonesas eran incapaces de derrotar a sus homólogas occidentales.

En el análisis final, la falta de preparación de Gran Bretaña para hacer frente a la acometida japonesa puede ser atribuida a la carencia de creíbles señales de peligro. Los estudios actuales sobre los factores que determinaron la efectividad de las preparaciones militares durante el periodo de entreguerras han expresado que además de recursos adecuados, un ingrediente crucial para el éxito era la presencia de una amenaza identificable contra la cual se pudiera esbozar un plan. Igualmente importante eran los planificadores de defensa con el intelecto y la imaginación para predecir la situación con que sus fuerzas probablemente se iban a enfrentar, y la capacidad para innovar nuevos métodos en consecuencia. Los planes de guerra de Gran Bretaña en el Extremo Oriente no disfrutaban de ninguno de esos beneficios. En esas circunstancias, la posibilidad de un ataque japonés sobre Pearl Harbor y Singapur, o que tal operación tuviera éxito, era inconcebible. De ahí que los planificadores de defensa de Gran Bretaña se adhirieran a su noción que se podía evitar una guerra total en Extremo Oriente, y no consideraron la necesidad de aumentar las capacidades de sus fuerzas....

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La valoración británica sobre Japón en preguerra

Mensaje por homer5275 » Lun Abr 13, 2009 12:33 pm

Hola Jose Luis

Ahora como ya he dicho antes estoy currando y no tengo siempo, pero en cuanto llege a casa le hecho un vistazo y te comento algo

Un saludo

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