Es muy conocido el ataque de Doolittle al Japón el 18 de abril de 1942, de hecho existe y se puede disfrutar de una ingente información sobre este raid, no tanto a nivel literario como todo lo que se puede encontrar en la red. Intentaré contribuir a extender un poquito más este hito de la aviación y al mismo tiempo conseguir que sus intrépidos protagonistas y sus acciones llevadas a cabo nos sean un poco más familiares.
La génesis.
Las lamentables campañas que estaban sufriendo los EEUU a finales de 1941 y comienzos de 1942 trascendían enormemente en el estado de ánimo de los americanos y llegaba el momento de plantearse un cambio. Tras el ataque nipón en Pearl Harbour, Roosevelt y su Estado Mayor pensaban desquitarse quemando Tokio y Osaka, planeando devolver el golpe utilizando la fuerza aérea como respuesta.
Dos semanas después del ataque a PH se llevó a cabo una reunión en la Casa Blanca, con el Presidente. Los asistentes fueron los siguientes, algunos de los cuales aparecerán de aquí en adelante:
General George C. Marshall. Jefe de Estado Mayor del Ejercito.
General Henry H. “Hap” Arnold. Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas.
Almirante Ernest J. King. Jefe de Operaciones Navales.
Harry Hopkins. Consejero Especial de Roosevelt.
Almirante Harold R. Stark.
Henry Stimson. Secretario de Guerra.
Frank Knox. Secretario de la Armada.
Se informó sobre el desarrollo global de la guerra en África y Europa y finalmente se enfocó la situación hacia el Lejano Este. Las instancias del Presidente eran claras: quería devolver de inmediato el golpe a los japoneses y lo más pronto posible llevando a cabo una incursión aérea sobre Japón. Las demandas de Roosevelt se repetirían de continuo durante las semanas siguientes a cada Jefe de Estado Mayor involucrado.
Sin embargo las opciones eran limitadas. Las bases aéreas de las Filipinas ya no estaban disponibles, los pocos B-17 sin servicio en inventario, serían necesarios para Europa, los campos de aviación chinos no eran viables y los rusos no estaban dispuestos a ofrecer sus bases por miedo a represalias niponas debido a que incurrirían en un flagrante incumplimiento del pacto soviético-nipón. Incluso el B24 Liberator no disponía de suficiente autonomía para el ataque desde sus bases en Alaska. Roosevelt a pesar de esto insistía en llevar la guerra al mainland de Japón y estaba determinado a “encontrar la forma y manera de llevar al Japón mediante un ataque aéreo, el verdadero significado de la guerra […] y hacer todo lo humanamente posible para levantar la moral de América y de sus Aliados”.
El 22 de diciembre tuvo lugar la Conferencia de Arcadia, donde surgieron grupos de trabajo para desarrollar a largo plazo los planes necesarios para derrotar a los tres poderes del Eje. Durante la reunión de uno de estos grupos el 4 de enero, el Almirante King sugirió para la invasión del Noroeste de África, botar entre otras naves, tres portaaviones, uno de ellos con 70-80 cazas de la Armada, otro con unos 80-100 del Ejército y el tercero con munición, bombas, gasolina, suministros, aviones de carga y bombarderos de la Armada. Arnold no discutió de inmediato la idea de King y transcribió en sus notas posteriormente a la reunión:
“Transportando esos bombarderos de la Armada en un portaaviones, será necesario que despeguen del portaaviones, lo que lleva a la cuestión de que tipo de avión, ¿bombardero B-18 y el DC-3 <<cargo>>? Tenemos que intentar despegar los bombarderos desde el portaaviones. Nunca se ha hecho antes pero tenemos que intentarlo y comprobar hasta donde llegan”.
Este planteamiento se extrapoló al Pacífico en la División de Planes de Guerra de Arnold y fue estudiada por sus oficiales para comprobar su viabilidad.
El 18 de diciembre Amon G. Carter, editor de Fort Worth Star Telegram, escribió a su amigo el Comandante General Edwin M. “Pa” Watson, secretario militar del Presidente. Carter sugería que 500 bambarderos de largo alcance, dirigidos por pilotos de aerolíneas, deberían bombardear Tokio. Watson reenvió la carta de Carter al General Arnold el 30 de diciembre. El 7 de enero, sabiendo que la División de Planes de Guerra estaba considerando todas la vías posibles para el bombardeo a Japón, Arnold contestó a Watson que:
“...la idea fundamental está clara, pero el problema de ejecución es algo más de lo que expresa Mr. Carter. Sin embargo tendremos una solución en un futuro próximo con la cual esperamos conseguir los resultados deseados”.
La noche del 10 de enero, el Almirante King, recibió al Capitán Francis S. Low, un oficial de submarinos y operaciones de su staff . Adusto y cansado accedió a escucharle:
“Bien, señor, tengo una idea para bombardear Japón y me gustaría hablar con usted sobre ella. Hoy he volado a Norfolk para comprobar el Hornet, nuestro nuevo portaaviones, y he visto algo que me ha hecho pensar.
El enemigo sabe que el radio de acción de nuestros portaaviones is alrededor de 300 millas. Hoy mientras despegaba de Norfolk, he visto pintado en un campo de aviación el contorno de la cubierta de un portaaviones, donde los pilotos entrenaban despegues y aterrizajes desde un portaaviones.”
King dijo impaciente:
“No sé a donde quiere llegar, Low.”
Low continuó:
“Bien señor, he visto algunos aviones bi-motores realizando pases de bombardeo sobre esta cubierta de portaaviones simulada. He pensado que si la Armada tiene algunos bombarderos bi-motores, con un rango mayor que nuestros cazas, me parece que unos pocos de ellos pueden ser cargados en un portaaviones y usados para bombardear Japón.”
King se recostó y no dijo nada durante unos momentos, transcurridos éstos, le dijo a Low que se pusiera en contacto el Capitán Donald B. “Wu” Duncan, un veterano piloto de la Academia Naval graduado en 1917, oficial de operaciones del aire de King.
No deja de ser curioso que fuera a un oficial de submarinos a quien se le ocurriera la idea, de hecho Duncan fue quien tuvo que pulir la idea para que cumpliera unas premisas mínimas. Low, planteó a Duncan las dos principales cuestiones que requerían dilucidarse antes de seguir adelante:
1)¿Puede un bombardero medio de la Armada aterrizar en un portaaviones?
2)¿Puede un bombardero de operaciones terrestres despegar de la cubierta de un portaaviones, cargado con bombas, gasolina y por supuesto su tripulación?
Duncan le resolvió la primera cuestión con un rotundo NO. La cubierta de un portaaviones es muy corta para aterrizar con seguridad, incluso aunque así fuera, no se podría encajar en un elevador para ser estibado. Tampoco las colas de éstos están preparadas para soportar la parada de los ganchos de frenada.
En cuanto a la segunda, Duncan le solicitó más tiempo. Consultó manuales, informes y registros de la Armada para ver que modelo se adecuaría más. Después de cinco días finalizó su análisis con un informe de 30 páginas redactado a mano, el cual no confió a nadie para transcribirlo. Finalmente concluyó que el North American B-25 era el único avión que podía llevar a cabo la misión, tal y como la había visionado Low.
Fuentes:
"I Could Never Be So Lucky Again". Gen. James H. "Jimmy" Doolittle" with Carroll V. Glines. 1991 Bantam Books (Random House).
"The Doolitle Raid. American`s first strike back to Japan". OSPREY publishing.
Seguirá.