¡Hola a todos!
Paddy Mayne escribió:
Muchos analistas dicen que si los alemanes le hubieran dedicado a Waserfall y al M2 262 los recuros que les dedicaron a las V1 y V2, la ofensiva de bombardeos aliada sobre Alemania se hubiera detenido. Pero Hitler odiaba pelear a la defensiva y prefería armas ofensivas de venganza por razones sicológicas.
Esa observación de los analistas no tiene fundamento histórico real, siendo más bien, en mi opinión, una especulación de naturaleza retrospectiva que ignora las realidades tecnológicas alemanas de la época. Es cierto que Hitler era un hombre de pensamiento militar ofensivo; también es cierto que su ánimo vengativo o de represalia excedía los parámetros normales de la naturaleza humana. Pero estos rasgos de su personalidad no tuvieron efecto sustancial alguno en el desarrollo de las llamadas "armas milagrosas", incluido el
Wasserfall (y el Me-262 que se cita, pero que dejo al margen por no ser el objeto de discusión en este hilo).
Lo que sucedió con las llamadas "armas milagrosas" (y otros proyectos tecnológicos alemanes durante la guerra, ya fueran aviones, tanques o submarinos) sucede con cualquier proyecto tecnológico similar: se necesita mucho tiempo para su desarrollo y maduración, y, quizá más determinante, se necesita mucho de materias primas, dinero e infraestructuras. El Tercer Reich no tenía en las cantidades requeridas para la viabilidad y éxito de sus muchos proyectos tecnológicos ni lo primero ni lo segundo. Y para empeorar las cosas aún más, estaba la competencia entre las distintas agencias a cargo de los proyectos. Finalmente, si tenemos en cuenta que muchos proyectos de las armas que podían ser decisivas en el curso de la guerra para Alemania (con la única excepción de su programa nuclear finalmente fallido) comenzaron a tomarse en serio de verdad cuando la derrota llamaba a su puerta, no es difícil comprender la precariedad final de sus resultados.
Siguiendo la cuenta de Horst Boog*, el
Wasserfall era uno de los cuatro misiles antiaéreos que vieron sus desarrollos finales durante 1943:
Wasserfall (calibre 700 mm, longitud 7,80 m y carga HE 100 kg),
Enzian (calibre 2.220 mm, longitud 9,80 m y carga HE 700 kg),
Rheintochter (calibre 380 mm, longitud 4,7 m y carga HE 23 kg), y
Schmetterling (calibre 380 mm, longitud 4 m y carga HE 20-40 kg). Se pretendía utilizar estos misiles contra objetivos dentro del alcance de la artillería antiaérea pesada y más allá de su alcance, entre los 13.000 y 18.000 metros. Aparte del supersónico
Wasserfall, los otros tres misiles alcanzaban velocidades cercanas a Mach 1, la velocidad del sonido. Su planificación en el verano de 1943 preveía una producción mensual de, por ejemplo, 10.000 misiles
Wasserfall. En su conjunto, se creía que la defensa del espacio aéreo del Reich requeriría 870 baterías de misiles
Wasserfall o
Enzian y 1.300 baterías de misiles
Schmetterling, dispuestas en cuatro líneas defensivas una detrás de otra, manejadas por unos 111.000 hombres. Para proteger estas baterías de los ataques a vuelo bajo habría que disponer baterías antiaéreas ligeras y medias a unos 5-6 km de distancia. Además de todo esto se necesitaría una costosa organización terrestre compuesta de vehículos de transporte, elevadores, depósitos y almacenes in situ, búnkeres de mando y grandes cantidades de hormigón armado. Así que la construcción de un sistema de defensa basado en misiles antiaéreos tierra-aire era una empresa peligrosa, no sólo por la infraestructura que se necesitaba para hacerla operativa, sino también porque el nivel de efectividad y el consumo de materiales eran cuestiones que se desconocían en la fase actual de su desarrollo. Esto fue lo que expresó el
Fliegerstabsingenieur Rudolf Brée, jefe del departamento de desarrollo de torpedos aéreos y dispositivos autodirigidos, en una reunión del
Generalluftzeugmeister el 27 de enero de 1944.
La tecnología de cohetes antiaéreos estaba todavía lejos de proporcionar una solución viable al problema de la defensa aérea del Reich. Había cuatro factores fundamentales para la viabilidad y el éxito de esta tecnología: propulsión, guía, espoleta de proximidad y potencia explosiva de la ojiva. Salvo el sistema de propulsión de los misiles, que más o menos estaba dispuesto para su uso, los otros tres factores se encontraban todavía en fase de discusión teórica (el sistema de control y guía, el buscador y la detonación del
Wasserfall nunca se resolvieron durante la guerra). No se había probado ni un solo misil hasta finales de 1943.
Quizás por las razones y obstáculos que llevo expuesto hasta aquí, Milch se sintió en la necesidad de llamar la atención de Speer a principios de 1944 en el sentido de que el desarrollo de los misiles tierra-aire estaba siendo descuidado y completamente eclipsado por el desarrollo del cohete A-4 (V-2). Cuando Speer consultó a Brée sobre la situación, éste le dijo que el misil tierra-aire era, en cualquier caso, un asunto inmensamente caro y "un dispositivo para los podridamente ricos"; y lo que era peor, le dijo que los fragmentos del misil podían caer en las casas de los pueblos y ciudades alemanas. En cambio, Brée propuso algo que ya había sido sugerido por los profesores Herbert Wagner (de la Henschel) y Friedrich Gladenbeck (plenipotenciario de la investigación de guía remota del Consejo de Investigación del Reich): sería mucho más sencillo e incomparablemente más barato lanzar los cohetes aéreos desde los aviones. Los aviones ya estaban disponibles, mientras que el sistema de misiles tierra-aire tenía que construirse partiendo de cero y a un gran coste. "Las idas y vueltas de las discusiones, la competencia entre el desarrollo de los misiles antiaéreos y la producción de armas-V, y la admisión de que el primero [el misil tierra-aire] estaba todavía en su infancia, sólo produjo escepticismo al mirar al futuro de los misiles tierra-aire como armas de defensa para ganar la guerra". Las primeras pruebas del
Wasserfall durante la primera mitad de 1944 fueron un fracaso.
*Horst Boog, "The Strategic Air War in Europe and Air Defence of the Reich, 1943-1944", en Horst Boog et al,
Germany and the Second World War. Volume VII: The Strategic Air War in Europe and the War in the West and East Asia 1943–1944/5 (Oxford University Press, 2006), pp. 233-234, 319.
Saludos cordiales
JL